domingo, 3 de agosto de 2014

CAPITULO 73




Paula se había recostado un rato después de haber llenado cinco maletas con ropa y objetos personales, acababa de darse un merecido baño.


Las horas de viaje empezaban a sentirse en su cuerpo, pero como era una cabeza dura, se había obligado a terminar de empacar todo lo que más pudo, no quería olvidarse de nada, lo primero que había empacado eran las fotografías y recuerdos personales de su padre que atesoraba con gran cariño.


No podía creer cuanto estaba por cambiar su vida, tenía una sonrisa estúpida en el rostro, estaba tan feliz se dijo, que hasta estaba dudando ser ella la que estaba en su cuerpo.


En su mente repasaba los últimos acontecimientos de la última semana, todo había pasado tan rápido...


Entonces se preguntó si ella y Pedro no estaban apresurándose…


Levantó su mano y quedó por largo rato mirando su sortija de compromiso, estaba extasiada viéndola, era una joya tan bella, ella consideraba que no existía una más linda.


- ¿Por qué si estoy tan feliz, tengo dudas… acaso cuando estuve lejos de él no me sentí morir, de qué dudo entonces? Si él a cada rato me demuestra cuanto me ama.
Si seré boba — se regañó al reflexionar — nadie se asombró de la decisión que tomamos, todos reaccionaron como si no existiera otra posibilidad para nosotros más que casarnos, entonces… si nadie ha tenido dudas de cuál es nuestro destino,
¿por qué las tengo yo?
Fuera pensamientos negativos Paula, estás acostumbrada a que las cosas siempre te salen mal y por eso ahora pones en tela de juicio el hecho que todo es maravilloso.
Pedro es maravilloso, su amor es maravilloso y todo lo que nos queda por vivir será maravilloso también.
Bueno, tampoco es que vamos a vivir en una burbuja, no siempre será así, seguro tendremos nuestros choques, es lo más normal, pero de algo estoy segura, prefiero vivir nuestras riñas a su lado, nunca más quiero pasar nada lejos de él, ni lo malo, ni mucho menos lo bueno.
Pensar en él me calma, me sosiega, Pedro es mi serenidad, mi enfoque en la vida, imaginar su sonrisa, sus ojos clavados en los míos, su boca susurrando en la mía, me reconforta, eso es todo lo que quiero, eso es todo lo que necesito.
Amo a ese hombre magnífico que la vida me ha regalado y quiero ser suya en todos los sentidos.
Sí, por supuesto, que estoy preguntándome, quiero ser su esposa, quiero ser la Sra. Alfonso.
¡¡Wow!! Todos estos días han pasado tan rápido que ni tiempo de reflexionar he tenido, el 24 de agosto me convertiré en su esposa, porque su mujer ya me siento y él, mi hombre hermoso a partir de ese día, será mi esposo.
Ya deseo que sea sábado para tomar el vuelo de regreso a New York… y es que lo extraño tanto.
¿Cómo puede volverse uno tan dependiente del otro? No lo sé, pero es obvio que es posible, lo necesito a mi lado, pienso en él y un sentido de la posesión me domina, él es mío, solo mío, como yo lo soy de él y eso es todo lo que importa.
Cielo santo Pedro, voy a ser tu esposa, no puedo creerlo mi amor y pensar que creía que nada entre nosotros podía ser posible… ¿cómo pude ser tan necia y creer y escuchar a una desconocida?… Por cierto, ¿quién habrá sido? ¿él lo habrá descubierto?… creo que buscaré el momento oportuno y se lo preguntaré, no quiero temas inconclusos entre nosotros.
A la que voy a cagar a palos como no se quite de escena es a la gringa desabrida abogaducha de mierda…
¿Quién se cree? si no se enteró, Pedro tiene dueña, o sea yo, y si no se dio por aludida, se lo voy a informar claro y conciso.


Esa rubia estirada no sabe con quien se metió…


Volvió a mirar su anillo, y volvió a considerar que era tan bello… entonces se acordó de su padre.


- Papito, que pena que no puedas estar a mi lado en este momento tan importante para mí, cuanto desearía que me puedas entregar en el altar… Pedro es tan formal, le hubiese encantado pedirte mi mano, sé que a vos te hubiese complacido.
Te amo tanto papá y te extraño mucho más.
El sonido del teléfono sacó a Paula de sus pensamientos y menos mal, porque estaba poniéndose muy melancólica.


- Hola mi amor.


- Hola — le contestó él a secas.


- ¿Pasa algo? te noto de mal humor.


- La fecha ya está reservada — dijo con desdén.


- Noooooooooo la puta madre, ya sé que no te gusta que digas malas palabras pero tanta mala suerte tenemos. ¿Y ahora para cuándo?


- La fecha ya está reservada — volvió a repetir adusto — nos casamos el 24 de agosto — Pedro largó una carcajada.


- ¡¡¡¡¡Pedro!!!!! ¿porque jugas así con mi ansiedad?


- Me encanta imaginar tu carita enojada, preciosa fue solo una broma ¿estás contenta?


- Feliz mi amor y… ¿vos?


- Siento que vuelo de felicidad.


- ¿Y ahora que sigue, que te dijeron?


- Crucé unas palabras con la planeadora de bodas de CPS Events, me preguntó por qué no habías ido y le expliqué que estabas de viaje, así que el lunes nos espera para empezar a definir todo, ya que tenemos poco tiempo y la boda que nosotros queremos por lo general se organiza con más anticipación.
Me explicó que necesitamos ponernos de acuerdo cuanto antes, me dio los nombres de los proveedores de bodas con los que ellos trabajan, así que tenemos que decidir nosotros a quien contratar, florists and designers, Photographers, videographers, Dj, orchestras, officiants — Pedro estaba tan vehemente que mezclaba los idiomas sin darse cuenta — en un rato te mando por email las páginas para que vayas viendo.
La wedding designer me habló de muchísimas cosas más que no recuerdo, me dijo que necesitamos hacer un plan para ese día para que el MC (maestro de ceremonia y el resto de los providers se apeguen a él)


- Ay que emoción, tenemos que empezar a definir todo, no puedo creerlo.


- Tenemos que ir pensando si queremos una boda Classic and Traditional o por el contrario buscar un tema para la boda, también debemos decidir si será una boda civil o religiosa.
Me dieron el menú para que vayamos eligiendo de una variedad de platos.
Luego tendremos una degustación para que quede el menú definitivo.


- Yo no entiendo nada de eso…


- Le pediremos ayuda a mi mamá, ella se entiende muy bien con todo eso, bah ¿si no te molesta? quizá quieras pedirle ayuda a tu madre.


- Mamá estará lejos para ayudarnos mi amor, no te hagas problema, por otra parte no tengo ni idea de las tradiciones de ustedes, lo que sí, quiero que mi mamá esté conmigo el día que vaya a ver mi vestido, eso se lo pediré, igual veré de que manera podamos hacerla participar en el resto de las cosas, es obvio que será complicado, pero encontraré la forma.


- Seguro mi vida, el menú puedes escanearlo y enviárselo por email o por fax.


- Tenés razón no se me había ocurrido, siempre hay una forma.
Pedro estoy tan feliz que me pondría a gritar.


- Yo más mi vida, quisiera tenerte acá para llenarte de besos y abrazarte muy muy fuerte.


- Yo también quisiera que estemos juntos… pero guardá los besos y los abrazos para el domingo en la mañana.
Mirá que voy a demandarte muchos besos y muchos abrazos cuando llegue.


- Todos los que quieras mi amor…


- También quiero pedirle a Luciana que sea mi dama de honor principal.


- Uff te aseguro que estará encantada, y ella podrá orientarte bastante, pero no le permitas que te ponga ideas locas en la cabeza, como una boda en la playa por Dios — ambos se carcajearon.


- ¿Dónde estás?


- En la oficina y ¿vos?


- En casa, estuve empacando ropa, llené cinco valijas y aún queda más.


- Hablaré con mi primo Alan para que el domingo sea más fácil el control en el aeropuerto.


- Si acá en Ezeiza será un caos, ya estoy imaginando como me van a revisar todo.


- No puedo hacer nada ahí.


- No te preocupes iré con tiempo y mentalizada.




Pedro estaba exultante, hubiese querido salir corriendo y contarle a su hermano, a su padre, a todos que ya tenía fecha para la boda, pero le había prometido a Paula que se lo dirían juntos, y hasta él se desconocía que estuviese tan comunicativo, entonces recapacitó que era realmente feliz, y por eso quería compartirlo con la gente que quería.
Pero estaba tan ansioso, que necesitaba compartir su alegría con alguien, así que llamó a Mikel para contarle.
Por supuesto, como era de esperarse él se puso muy contento, no paraba de felicitarlo y Pedro aprovechó para comprometerlo a que sea uno de sus padrinos de honor ese día.


- Así que ve haciéndote la idea que esa semana será una muy agitada.


Cortó con Mikel, sus pensamientos volaban a una velocidad inusitada, debía pensar en un obsequio para darle ese día a Paula, algo que perdure, generalmente se acostumbraba a regalar una joya, así que pasaría por el joyero a ver que veía interesante para ella.



Por la noche Paula había recibido a sus amigos con sus parejas, también había llamado a María Paz, su casa estaba llena de gente, era algo así como una despedida de Buenos Aires, por supuesto no se hablaba de otra cosa que no sea la boda.


Estaban comiendo Sushi, se sacaron una foto y ella se la envió a Pedro por whatsapp, como respuesta obtuvo una foto de él y Mikel en su casa, también comiendo sushi.


Pedro no paraba de ver la foto que ella le había enviado, se la veía tan feliz, eso era un gran lío, todos estaban tirados en el piso del living y Paula había estirado la mano para sacar la captura y posaba besando su anillo de compromiso.
Entonces él pensó que no se podía ser más feliz de lo que era, pero luego se deshizo de sus pensamientos, porque si estaría más feliz y sería el día que por fin se case con ella, aunque supo que lo sería mucho más aún, cuando tuvieran un hijo.


Los pensamientos de Pedro evolucionaban con frenesí, a veces se asustaba con la rapidez que planeaba las cosas, y es que con Paula desde un principio había sido así.
Ella era para él una especie como de adicción, una manía, de la que no podía ni quería curarse, solo quería disfrutar, en realidad ella no era su adicción ella era su cura, la cura para huir de todo mal.


En casa de Paula siguieron hablando de la boda, por supuesto, no había otro tema de conversación, aunque también dedicaron un brindis por el ascenso de Matias.
Como al otro día había que trabajar no se fueron muy tarde, Ezequiel le pasó la dirección de la escribanía a Paula y quedaron en encontrarse allí a las 10:30 am.


- Por favor Ezequiel no quiero ver a Guillermo.


- Despreocupate, no se cruzarán, en la escribanía ya están avisados y firmarán por separado en diferentes salas.


- Perfecto.


- ¿Y cuándo me deposita el dinero?


- Hará una transacción electrónica en el momento.


- Genial por fin saldrá de mi vida por completo, porque ese departamento era la piedra en mi zapato constantemente.


- Tranquila, tu vida de ahora en más será de ensueño. Fuera todo lo malo…


El viernes por la mañana se encontraron con Ezequiel en la escribanía como habían quedado.


Era un trámite muy rápido, un par de firmas y se liberaría de todo, estaban checando el depósito bancario para marcharse.


Finalmente saludaron al escribano y salieron del lugar, cuando lo estaban haciendo y aunque eso no tenía que ocurrir, Guillermo entró en el lobby, se suponía que ya se había ido. Paula puso los ojos en blanco al verlo entrar. Ezequiel la abrazó en claro signo de protección.


- Vamos Paula — le dijo Ezequiel con intención de sacarla cuanto antes de ahí.


- Lo siento, no quise incomodarte, creo que me olvidé el celular en la oficina. — Guillermo se disculpó — Igualmente y aunque sé que no era lo acordado, dejame aprovechar para darte las gracias por tu espera para que te dé el dinero y también para ofrecerte disculpas por todo el daño que te hice, nunca tuve posibilidad de hacerlo realmente, y sé que me porté muy mal con vos.


- No me interesa nada de lo que me digas, sos una etapa cerrada en mi vida, superada y enterrada y aunque en su momento nunca creí que iba a decir esto hoy agradezco que me hayas engañado y más aún que lo haya descubierto.


- Aunque no te interese saberlo, me arrepentí mucho de lo que hice, y si bien luego conocí a la que hoy es mi esposa sé que perdí una gran mujer.


Paula se pasó la mano corriéndose el pelo de la cara y en ese momento Guillermo vio su anillo de compromiso.


- ¿Te casas con el tipo que te vi en Dashi? Digo por el anillo.


- Vamos Paula, no tenés que darle explicaciones de nada ni tampoco tenés por qué hablar con él, ¿buscá tu celular, no te habías olvidado eso? sabías que ella no quería cruzarse con vos, hubieras esperado a vernos ir para regresar.


- No quiero discutir con vos Ezequiel.


- Y yo lo que pretendo es que no la humilles más.


- Que pretendas hablar con ella como si nada es una humillación más de tu parte, si realmente estarías tan arrepentido como dices evitarías dirigirle la palabra, ella es demasiado mujer para rebajarse a tener que hablar con vos.


- Está bien Ezequiel, no te preocupes, no puede humillarme lo que no me importa. Con respecto a tu pregunta, sí me caso, Dios es justo Guillermo, y por algo ese día me puso en ese departamento, y fue para que ahora pueda conocer al hombre más maravilloso del mundo y a mi verdadero amor. Adiós.


Paula y Ezequiel salieron de la oficina.


Ella sentía un gran alivio, realmente Guillermo no le provocaba ni siquiera rencor, era como si no existiese, de todas formas no pensaba decirle a Pedro del encuentro, le había prometido que no se cruzaría con él.


El sábado a la tarde Mati y Daiana pasaron a buscar a Paula por su departamento para llevarla al aeropuerto, también había venido Ezequiel y Carla ya que eran demasiado las maletas y no entraban en un solo auto.


Llegaron a Ezeiza con las tres horas que se pide para el check- in. La despedida fue muy emotiva, Paula esta vez no se iba de viaje, se estaba mudando y los iba a echar realmente de menos a sus inseparables amigos.
Se abrazó a ellos y lloró con congoja, aunque no había nada que quisiera más que irse junto a Pedro, pero dejar el país significaba un gran desarraigo, aunque su amor por él fuese lo único importante.


- ¿Prométanme que no se olvidarán de mí?


- Paula, ¿sos tonta? mirá la estupidez que decís, vos sos como mi hermana — le dijo Matias agarrándola de la cara — además seguiremos en contacto por el trabajo, ahora sos mi Big-Boss — se carcajeó — y por otra parte, me vas a tener que hospedar cuando viaje a New York porque me pienso ir de vacaciones cada año a tu casa.


- Así que comprate una casa bien grande, porque yo también voy a ir y nos vas a tener que recibir a todos — expresó Mauricio.


- Igual nos vamos a ver para la boda — intervino Daiana.


- Sí, no me la pierdo por nada — aseguró Carla.


Se abrazaron los cinco y luego Paula comenzó a caminar con desgano hacia la zona de pre-embarque, se daba vuelta y les tiraba besos y los saludaba con la mano.


6:00 am el vuelo 954 aterrizó en el John F. Kennedy International Airport de New York.


Paula salió antes que todos los pasajeros del vuelo por la puerta ocho de la terminal y en migraciones un funcionario del aeropuerto se dio a conocer y le indicó que él iba a hacerle los controles por indicación de Alan Alfonso.
Su entrada al país dado todo el equipaje que traía fue muy rápida. Solicitó un empleado del aeropuerto para que la ayudase con el equipaje y se encaminó a la salida.


Cuando salió por la puerta de arribos, enseguida buscó a Pedro entre la gente que esperaba, no le costó trabajo hacerlo, él siempre resaltaba de entre todos donde sea que se encontrase.


Ahí estaba él, lucía como un verdadero adonis con su campera de cuero blanco y sus jeans oscuros ajustados de Gucci, estaba mirando la hora ansiosamente, por millonésima vez.


De pronto Pedro levantó la vista y por fin vio que Paula venía caminando a paso seguro y con una gran sonrisa hacia donde él estaba, se apuró dando grandes pasos y salió a su encuentro, con ímpetu y verdadera necesidad, se fundieron en un abrazo y en un beso desesperado, vehemente.


Ella también lucía impecable, aún con las horas de vuelo a cuestas, estaba muy bella, Pedro la miró de pies a cabeza escrutando su cuerpo enfundado en unos leggings de jean, camisa color naranja, botas cortas de tacón en gamuza de color beige y campera de cuero del mismo color que el calzado.


- Mi amor, te extrañé tanto, no veía las horas de regresar.


- Mentirosa, no creo que me hayas extrañado más que yo, se te veía muy divertida con tus amigos en la foto, yo me quedé solo acá — él le hizo un mohín.


- Pavote, si sabes que te amo, fueron interminables estos días sin vos Pedro, solo quería volver y estar a tu lado, abrazame fuerte mi amor.


Pedro volvió a abrazarla, luego dio una propina al empleado del aeropuerto que había traído hasta ahí el carro con las maletas de Paula y lo despidió.
En ese momento se acercó Oscar a quien Paula no había advertido que estaba ahí y se hizo cargo del equipaje.


- Vamos a casa, Oscar llevará tu equipaje en la camioneta
¿dónde pondremos todo esto?


- En el closet de las habitaciones que no se usan.


- Creo que tendremos que mudarnos a una casa con closet más grande, igualmente la Sra. Doreen hizo lugar en el mío para que pongas la ropa vos también, le hice sacar lo que no es de temporada y lo llevo a la otra habitación.


- Amor la casa es grande ¿para qué nos vamos a mudar?…


- Porque cuando vengan tu madre y tu hermano no habrá lugar para ellos, supongo que en algún momento también recibiremos a Ezequiel y a Matias, en el loft no hay intimidad y además no quiero que hagas nada, así que necesitaremos dependencias de servicio para el personal.


- Dejá de consentirme tanto Pedro, es demasiado. — ella estaba aferrada a su cintura, con la mano que llevaba la cartera se soltó de la correa y lo tomó de la barbilla para darle un beso.


- No es demasiado, vos sos mi reina y como tal quiero que vivas.


- Solo me basta con estar a tu lado, nada más eso necesito para sentirme una reina.

Llegaron al estacionamiento, Pedro se acercó a un Maserati GranTurismo Sport MC color blanco con el interior en rojo.


- ¿Y este auto? No sabía que tenías otro automóvil, creí que solo conducías el Alfa.


- Es nuevo ¿te gusta?


- Me encanta, veo que te gustan los automóviles italianos.


- Me fascinan, en ellos se encuentra el máximo confort, tecnología y exclusividad. Tomá, conducilo vos, yo te guío. — Pedro le entregó las llaves.


- ¿En serio?


- Sí, mi amor, conducilo dale.


Paula tomó las llaves de inmediato, estaba fascinada con la propuesta, nunca había conducido un automóvil deportivo de altísima gama, así que se metió en el habitáculo, y se puso el cinturón de seguridad, Pedro se acomodó a su lado y también se ajustó el cinturón.


- Tranquila Paula, mirá que levanta mucha velocidad y muy rápido, va de 0 a 100 km por hora en 4,7 segundos.


- Wow, lo tomaré con calma, lo prometo.


Pedro le guiaba el camino para salir del aeropuerto y tomar la -678 Como era domingo y además muy temprano el camino estaba despejado.

Paula iba gozosa al volante del Maserati, era un automóvil realmente reactivo y divertido de conducir, y eso aumentaba su comodidad.


- Es un placer manejar este auto Pedro.



-¿Sí verdad? — él acariciaba su pierna mientras ella iba al volante, Paula se mostraba muy feliz y Pedro estaba realmente disfrutando de su felicidad.


-Además me encanta el interior, creo que sos un fanático del rojo, porque tu otro auto también es rojo.


-Creo que me descubriste — Pedro se carcajeó — Maserati permite diseñar el interior como uno quiera, lo diseñe yo, es un diseño especial por pedido — le explicó.


-Me encanta, sos tan estético mi amor, pensaste en todos los detalles, me fascina.


Habían salido de Williamsburg Bridge y los agarró un semáforo en Delancey St.


- Amor, te ves hermosa al volante de este auto, creo que no me equivoqué.


- ¿Que no te equivocaste en qué?


- En pensar en que era el auto perfecto para vos — Paula ladeó la cabeza y lo miró a los ojos, no sabía si había entendido bien.


- ¿Qué? — las lágrimas se le escurrieron por las mejillas.


- Es tuyo mi vida, lo compré para vos, es un regalo que quise hacerte.


- ¡¡¡Pedro!!! — Paula gritó y abrió los ojos desorbitados — es demasiado — concluyó diciendo.


- ¿No te gusta?


- Me encanta — ella no quería ofenderlo pero era un regalo demasiado costoso, ¿qué pensarían los demás? que ella estaba por interés con él. Pedro le secó las lágrimas — pero no me parece que tengas que regalarme algo tan lujoso, qué pensarán tus padres y tus hermanos… yo no estoy a tu lado esperando todo esto.


- Solo pensarán que estoy locamente enamorado de vos.


-Yo también te amo locamente, pero basta de estas locuras, no quiero que gastes más dinero en mí, lo acepto porque jamás rechazaría un regalo tuyo, pero basta de derrochar plata así, además la fiesta de boda también saldrá un dineral, basta Pedro, prometeme que no vas a gastar más dinero.


-Amor, vas a ser mi esposa, lo mío será tuyo, quiero llenarte de lujos y comodidades, si pudiese te bajaría la luna también.


-Y además mi vida, con todas las entrevistas que tendrás para la boda, lo necesitarás para movilizarte por la ciudad.


-No me hace falta todo eso, a veces me siento obnubilada por como vives, yo soy más sencilla, lo sabés, pero sé que mi futuro esposo viene con un paquete adicional e intento adaptarme, pero Pedro… de a poco por favor, dejame asimilar todo esto — él se reía mientras ella le hablaba y le daba besos en los labios para hacerla callar — Me halagás enormemente pero no es necesario, de verdad que no lo es, me basta con tu amor, solo eso quiero mi vida, que me ames eternamente.


-Eso ya es un hecho Paula ni lo dudes, creo que ni la eternidad será suficiente para dejar de amarte.


Le dio tanta ternura la expresión de su cara que ella estacionó el automóvil, se soltó el cinturón de seguridad, y colgándose de su cuello lo besó furiosamente.


Pedro la tomó de la nuca y atrapó sus labios, su lengua ávida se metió en su boca y abrazó la suya. Luego se apartó.


- Vamos a casa Paula, muero por hacerte el amor.


- Yo también muero porque estemos juntos, pero no quiero que me hagas el amor — Pedro la miró sin entender lo que estaba diciendo.


- ¿No querés que te haga el amor? — le preguntó desilusionado.


- No – ella clavó sus ojos abrazadores en los de él — quiero que me folles — él se sonrió oscuramente y sus ojos evidenciaron al instante la excitación que sus palabras produjeron, sus pupilas se dilataron y casi no quedó azul en sus ojos.


- Vamos entonces, no perdamos más tiempo, mirá como me pusiste. — Pedro agarró su mano y se la llevó a la entrepierna para que vea lo duro que estaba.


Llegaron al Loft de la calle Greene bajaron abrazados y riéndose. Desde enfrente y sin ser advertida por ellos los espiaba Rachel, estaba parada disimuladamente en la entrada de un edificio con gafas oscuras y vestida con un jogging de color negro con capucha.


- “Por qué Pedro, por qué mi amor… ella es tan poca cosa para vos, yo soy quien te conviene, antes tuve que soportar verte con la insulsa de Julieta y ahora con esta trepadora… no lo voy a permitir.
Vos sos mío, si ella no hubiera interferido entre nosotros ahora estaríamos juntos, aún recuerdo tus gemidos haciéndome el amor”…


Rachel repasaba en su mente sus anhelos mientras los veía bajar del automóvil.


- “Cambiaste el auto mi vida ¿por qué le das tu lugar al volante? no merece nada esa zorra oportunista, estás ciego.
Yo soy igual a vos, yo soy quien te conviene, me estas rompiendo el corazón Pedro, ¿no te das cuenta?”.


Finalmente cuando Rachel vio que Oscar salía, dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección contraria a la que él iba con su automóvil, temió que la descubriese.


- “Oscar es muy listo y siempre está atento cuidando de Pedro y de esa zorra, pero no será tan listo como yo”.


Se alejó de la Greene St, primero caminó sin sentido hasta que finalmente tomó un taxi que la llevó a su departamento.
Cuando llegó, tuvo un ataque de ira y rompió todo lo de su sala, parecía desquiciada, estaba fuera de sí.


Descontrolada, lloró y maldijo a Paula hasta que decidió salir de ahí nuevamente, antes hizo una llamada, buscó entre los cajones y tomó un fajo de dinero y salió.


Bajó a la cochera y montada en su automóvil, se alejó despedida del lugar.


Llegó a una zona descampada en el Bronx para reunirse con unos vendedores de armas que había contactado a través de internet la semana anterior — es increíble las cosas que se consiguen por izquierda en el ciberespacio.
Rachel finalmente se había decidido y los volvió a llamar para adquirir un arma de fuego.


Les había pedido una PPK calibre 380, cuyo tamaño es pequeño, fácil de ocultar y perfecta para manos chicas y lo más importante no falla.


El intercambio fue rápido, le entregó al tipo el dinero y se fue del lugar.


Pedro y Paula estaban en su mundo, mientras subían en el ascensor, todo entre ellos era una maraña de besos manos y lenguas.


En la entrada habían cruzado a Oscar cuando se iba después de dejar las cosas de Paula en el lobby del departamento.


Pedro había elegido el camino por donde llevó a Paula a propósito para que Oscar llegara primero que ellos.


Ni bien entraron empezaron a desvestirse, mientras se besaban desesperadamente.


Terminaron desnudos en el sofá de la zona donde está la TV.


Paula yacía de espaldas sobre el cuero del sillón y Pedro se dedicaba a besar cada rincón de su cuerpo, se había apoderado de sus pechos y los apretaba entre sus manos mientras devoraba su boca, esa que por poco más de tres días no había saboreado, luego succionó sus pezones, los mordió, los lamió y los sopló para que asomaran.


Bajó dejando un camino de besos en su vientre, le chupó el ombligo y luego llegó a su pubis y siguió bajando hasta apoderarse de su clítoris.


En ese mismo instante en que pasó su lengua rodeándolo, levantó la vista y se encontró con la de Paula, que se había incorporado ligeramente para escrutar la hábil tarea de Pedro.
Sus miradas abrazadoras se encontraron y Paula de su boca dejó escapar un gemido, mientras él con su lengua seguía acariciando su órgano, él se sonrió con malicia y siguió entregado a su cometido, Paula tenía el clítoris abultado, preparadísimo, así que se lo succionó y luego lo sostuvo entre sus dientes haciendo que ella se tense.
Acompañó las caricias de su boca con un dedo que introdujo en la húmeda vagina de Paula y que metió y sacó varias veces.


Ella lo sorprendió poniéndose de pie, luego lo empujó para que se sentara en el sofá y se agachó apoderándose de su pene con la boca, el rostro de Pedro era un poema, estaba entregado al placer, extasiado, perdido en sus caricias y de su boca salían ronquidos guturales que no deseaba contener.


Le encantaba que ella lo tenga así, que se apodere de todos y cada uno de sus sentidos.


Deseaba a esa mujer con toda su fuerza, ella era su mujer y él era su hombre y en ese momento se fundían en la intimidad más pura y única que dos seres que se aman puedan tener, se convertían en uno solo.


Pedro no quería terminar en su boca, no ese día.


- Ven arriba mío amor…


Paula se trepó a horcajadas sobre él, y entonces permitió que el la penetrara.
Pedro la tomó de las nalgas, se introdujo en ella y la miró profundamente a los ojos…


- Te extrañé mi amor, te extrañamos…


Le hizo un guiño de ojo y empezó a moverse una y otra vez mientras Paula le ofrecía sus pechos para que los chupara.
Pedro alternaba el ritmo cuando se movía, lo hacía rápido y de repente se enterraba en ella con gran lentitud, ambos estaban apasionadamente excitados, esos tres días que no se habían visto parecían una eternidad.
De pronto,Pedro paró de moverse y volvió a apoderarse de los labios de Paula, la besó frenéticamente mientras ella intentaba moverse para comenzar con el ritmo y la fricción que necesitaba en su vagina.


Pero Pedro no se lo permitía.


- Esperá mi amor, te deseé demasiado, parezco adolescente en tus brazos.


- Lo siento, también de deseé demasiado, y confieso que algo apurada estoy.


La tomó de las nalgas y se puso de pie mientras seguía penetrándola, ella estaba aferrada a su cuello.
Le llevó hasta la mesa del comedor y la tendió de espalda sobre ella, entonces empezó a moverse.
Su sexo salía del de ella una y otra vez, y otra y otra más… finalmente, Pedro hizo una pausa.


- No pares — le rogó Paula, pero él la hizo callar.
Shh.


Pedro se metió un dedo en la boca para humedecerlo, buscó la entrada del orificio del recto de Paula y se lo enterró allí, ella se tensó, pero entonces él buscó sus labios y los besó y eso hizo que ella se aflojara. Movió el dedo entrándolo y sacándolo mientras seguía penetrando su vagina con su sexo.


Sin dejar de besarla, sacó su pene y enterró dos dedos en su lugar, los movió en círculos y Paula se retorcía en sus manos, cuando los sacó los metió lentamente en su ano y los dejó un rato ahí quietos esperando a que ella se acostumbre a la presión que sus dedos hacían en ella.


Pero Paula no quería esperar, estaba muy caliente, y empezó a moverse ella para que sus dedos entraran y saliesen.


Por último, Pedro sacó los dedos y tomó en su mano su pene y se lo enseñó

.
- ¿A dónde lo querés? — le preguntó — sé específica porque si no te entiendo no te voy a dar nada, ¿Dónde te la meto? Pedime.


- En la cola.


- No te entiendo Paula y si no te entiendo me voy a autosatisfacer yo y te voy a dejar muy caliente. Pedime, vamos, pedime como a mí me gusta.


Pedro la miraba salvajemente mientras se tocaba su sexo.


- Metémela en el culo…


- ¿Qué querés que te meta en el culo?


- Tu verga, quiero tu verga en el culo.


Pedro se sonrió oscuramente y la complació. Enterró lentamente su pene en el orificio del recto y comenzó a moverse.


Todo estaba descontrolado entre ellos, se movían con vehemencia para encontrarse, estaban muy excitados.


Pedro se enterraba desbocado mientras le estimulaba el clítoris con su dedo pulgar y se aferraba con su otra mano al cuello de Paula.


Ella entonces empezó a sentir edificar el orgasmo y se entregó al placer que Pedro le proporcionaba penetrándola descontroladamente.


Paula le enterró las uñas en el antebrazo, y capturó uno de sus senos estrujándolo mientras gruñía de placer perdida en el momento.


Él por su parte al verla tan hermosamente entregada en su gozo, también se dejó ir, se enterró nuevamente y vertió su simiente en ella mientras se quejaba de manera áspera vaciándose.


Paula sostenía la mano de él pues sin darse cuenta estaba haciendo mucha presión en su garganta.


Postreramente Pedro se dejó caer sobre su cuerpo, recostando su cabeza en sus pechos.


Poco a poco fue menguando la presión de su mano hasta que la retiró y le acarició el rostro.


- Perdoname mi amor, no sé qué me pasó ¿te lastimé? — le preguntó casi sin aliento mientras levantaba levemente su cabeza.


Paula le acarició el rostro, le corrió el pelo de la cara,
- Te amo Pedro, te amo mi amor.

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