miércoles, 23 de julio de 2014

CAPITULO 39




Tomé su rostro entre mis manos y comencé a besarlo con desesperación, él respondió a mi beso, de la misma forma, con la misma urgencia me acarició la espalda metió la mano por debajo de mi remera y se aferró a mi piel, luego la bajó y la metió dentro de mis shorts y me acarició el trasero mientras seguía asaltando mi boca con su lengua.


Tomó aire y me dijo...


- Vayamos a la cama.


Nos levantamos y empezamos a juntar todo lo que había en el piso, pero cuando quise entrar me detuvo.


- Espera Paula, mi erección se nota demasiado aún...


Nos reímos... y le alcancé la manta, tomá colgala en tu brazo.


Entramos, dejamos las copas y el plato en la pileta de la cocina, a María Paz y Mikel no se los veía, los demás, estaban en el living jugando al Black Jack, dimos las buenas noches y subimos a la habitación.




Entramos en el dormitorio muertos de risa, el último tramo de la escalera lo subimos casi corriendo, Pedro tiró la manta en el piso me abrazó y me besó, aún estaba erecto... el pantalón de jean que llevaba puesto le ajustaba demasiado, por lo que realmente se sentía bastante incómodo y me lo hizo saber.


- Dejame sacar el pantalón nena, me aprieta muchísimo.


Se quitó toda su ropa y quedó en boxer, mientras él se desvestía yo hice lo mismo y me quedé en ropa interior.


Quedamos viéndonos un rato, observando la casi desnudes de nuestros cuerpos, me extendió su mano y alcancé la suya, con un leve tirón, me invitó a acercarme un poco más, caminé arrimándome a su cuerpo.


El momento ya se había transformado, podía sentir nuestras respiraciones desacompasadas y expectantes, con su otra mano me alejó el pelo de la cara y se aproximó aún más para darme un tierno beso en la mejilla, luego me besó en la comisura del labio, siguió con ellos, apoyó sus mullidos labios en los míos y los besó con delicadeza, con mimo, luego me los lamió, yo entreabrí los míos para darle paso a su lengua, que entró en mi boca en el mismo instante en que le di permiso. Entonces, su lengua intrusa se mezcló con la mía saboreándome, probándome. La mía hizo lo propio investigó todos los intersticios de su boca y sentí poco a poco como Pedro enloquecía, su cuerpo me lo demostraba con los signos que enviaba, aprisionaba su cuerpo contra el mío, apoyaba su erección contra mi pelvis y se frotaba en ella mientras con sus manos recorría todo la extensión de mi espalda.


Abandonó mi boca para dedicarse a mi cuello, ambos estábamos muy receptivos, nuestros cuerpos ardían al mínimo roce.


Su olor tan característico mezclado con Clive Christian Nº1 me embriagaba, Pedro en realidad era embriagador, su personalidad, su físico era cautivante, onírico.


Jamás había sentido en mi cuerpo las sensaciones que sentía cuando estaba con él, era un hombre misterioso, enigmático, pero también era seductor, caballero, inteligente y por sobre todo era innegablemente bello.


Un gemido escapó de mi boca cuando me mordió el hombro, se tomó un alto en sus caricias, me miró y se sonrió lascivamente. Bajó los breteles del corpiño dejando mis hombros al descubierto, los acarició y los saboreó con su lengua y con sus carnosos labios.


Un gemido escapó de mi boca cuando me mordió el hombro, se tomó un alto en sus caricias, me miró y se sonrió lascivamente. Bajó los breteles del corpiño dejando mis hombros al descubierto, los acarició y los saboreó con su lengua y con sus carnosos labios.


Utilizó sus expertas y pulcras manos de largos dedos, para desabrochar con habilidad sorprendente mi corpiño que cayó al suelo deslizándose por mis brazos, se quedó viendo mis pechos que lucían desnudos ante su vista.


- Sos perfecta, es increíble que tus senos sean naturales y luzcan así, ¿sabes cuantas desearían tenerlos como los tuyos?


Me sonreí ante sus halagos y me los acaricié. Pedro se relamía mientras me veía, entonces metió su mano dentro del boxer y se auto complajo tocando su pene.


Dios me enloquecía cuando hacía eso, bajé mis manos acariciando mi vientre, luego enganché mis pulgares en mi bombacha y me la bajé dejándola caer por mis muslos y por mis piernas, él aún continuaba tocándose, entonces con mi mano temblorosa, busqué mi clítoris y me auto complaje también, creo que eso no lo esperaba y lo desequilibró porque tuvo que parar con sus caricias.


Su cara era un poema de excitación, un ronco gemido escapó de su boca y entrecerró los ojos, casi perdido en el momento. Cuando los volvió a abrir, movió su cabeza y se mordió el labio inferior incrédulo y se bajó el boxer dejando por completo al descubierto su enorme erección.


- Ven acá — me indicó.


Caminamos hacia la cama, me tomó de la cintura y me besó, corrió la sábana superior y luego me besó otra vez, se arrodilló en el colchón y subió en ella llevándome con sigo, nos abrazamos sin dejar de besarnos, no eran besos urgentes, tenían mucha ternura.


Se puso de espaldas y me hizo rodar junto a él dejándome sobre su cuerpo, le corrí el pelo de su cara y tome su rostro entre mis manos para apoderarme de su boca, mientras movía mi pelvis frotándola en su sexo erecto y húmedo, depositando la humedad de mi vagina en él.


Me senté a horcajadas sobre Pedro, tomé su pene con mi mano y lo llevé a la entrada de mi vagina, Pedro movió su pelvis para ayudar a que entre, y de una certera estocada me penetró.


Tenía sus manos aferradas a mi cintura mientras danzábamos acompasados.


Me aferré a sus manos y entrelacé sus dedos con los míos llevé sus brazos hacia arriba de su cabeza sosteniéndolo, me recosté en su torso apoyando mis senos contra él para volver a buscar su boca. Su pene seguía envistiendo mi vagina, entraba y salía de ella en toda su longitud.


Sin salir de dentro mío y sin dejar de besarnos me hizo rodar en la cama y ahora él estaba sobre mi cuerpo, me tenía aprisionada contra la cama aún aferrado a mis manos y se movía despiadadamente penetrando mi vagina tan profundamente... de pronto se quedó quieto, se tomó su tiempo dentro de mi profundidad, largó un gemido profundo y creo que tuvo que refrenar sus ganas de correrse.


Me soltó las manos y salió de mi sexo me indicó que me diera vueltas, colocó una almohada bajo mi vientre para que mi trasero subiera más y mi vagina quedara más expuesta, quise separar mis piernas pero me dijo que las juntara otra vez.


- Vamos a terminar juntos Paula, avísame cuando estés por correrte.


Tomó su pene y lo puso en la entrada de la vulva y me penetró nuevamente, dejó caer su cuerpo sobre el mío y empezó a moverse, su respiración ronca y agitada soplaba en mi nuca, me besó el cuello, me mordió el hombro y la espalda, mientras seguía envistiendo mi sexo con el suyo, paraba, lo hacía lento y luego comenzaba con sus despiadadas embestidas, yo gemía de excitación, ahogadamente sobre el colchón por el castigo despiadado que me estaba dando con su pene, y apretaba entre mis manos las sábanas para contener mi descontrol, comenzó a hablarme al oído en su idioma, pero lo entendí perfectamente.


- I want to fuck you always baby. I like your pussy. You’re going to kill me.


Sus calientes palabras despertaron mi inminente orgasmo, podía sentir como comenzaba a proyectarse dentro de mí y antes que se lo dijera me dijo.


- Dale Paula siento como se contrae tu vagina y me atrapa, correte conmigo preciosa...


Pedro lo voy a hacer no aguanto más...


Grité agónicamente y dejé que mi cuerpo colapsara de placer, un hormigueo rítmico invadió mis entrañas, regalándome el placer más inimaginable que un ser humano pudiera sentir. Pedro también se corrió en ese mismo instante, sentí su cuerpo estremecerse mientras vaciaba su semen en mi vagina, sin dejar de moverse para exprimirse dentro de mí y mientras me hablaba al oído:
- Así nena, así.


Dejó caer su peso en mi espalda, los dos estábamos agotados, me besó la nuca y se acomodó en su lado de la cama, pero yo necesitaba no perder el contacto físico con Pedro tan pronto, así que me arrastré hasta su pecho y apoyé mi cabeza en él, podía sentir los latidos de su corazón, que poco a poco iban normalizándose, mientras los míos se mimetizaban con los suyos.


Levantó su mano y me abrazó, con la otra me acarició el pelo, me besó en la coronilla de la cabeza y así creo que nos dormimos.

CAPITULO 38




- nada simplemente nada, no tenemos un verdadera relación, solo somos compañeros ocasionales de sexo, por un mes o por menos, vaya a saber.


- otra vez ese título... compañeros ocasionales. — Hizo un silencio — ¿Pretendés acaso decirme que si estuvieras con otra persona no podría reclamarte?


- Seguramente no… pero… Pedro… ¿realmente creés que soy una persona que podría estar con dos relaciones a la par? Para que lo sepas, ni siquiera durante mi adolescencia lo he hecho…


- Perdón por sugerirlo… — se mostró sincero.


- No es nada, supongo que por como nos conocimos y como nos relacionamos quizá te llevó a pensarlo, ¿vos si sos de esos?


Pedro se río… Reíte lindo, sos tan cínico.


Me habló con mucha tranquilidad.


- Tuve una época en que parecía que una sola mujer me aburría, ya no, durante ese tiempo he tenido varias citas a la vez pero siempre por separado no tengo costumbres morbosas… y siempre fueron compañeras ocasionales, conquistas, oportunidades del momento como quieras llamarlas, jamás pagué por sexo.


No me cabe duda que no pagaste, quien te podría decir que no bonito, sos un hijo de puta vanidoso.... pensé.


- Entonces por llevar el título de compañera ocasional ¿me tengo que sentir privilegiada?…


- Vos insistís en ponerte ese título…


- Quizá tengamos conceptos diferentes de lo que es una compañía ocasional… supongo que para una persona que no quiere ningún tipo de compromiso, esa clase de relaciones es lo ideal…


- Si, supones bien, pero ya no me hace falta tener varias citas… me preocupo de una y por tenerla contenta hasta que me aburra y pase a la siguiente, por lo general nunca repito.


Me cagó, eso fue una puñalada, Paula… andá sabiendo que se va a aburrir eso es lo que te acaba de decir…


- Tené cuidado ojitos también se pueden aburrir de vos…


- Es un riesgo, sí, seguramente puede pasar, pero teniendo en cuenta que nunca involucro mis sentimientos no habría problema alguno…


Tengo toda la sensación que toda esta conversación tiene un doble sentido para ambos. Finalmente puras indirectas de los dos y no me está contando nada, quizá debí haber tomado su oferta y preguntar lo que quisiera saber.


- Sos muy frontal.


- Sincero, lo blanco es blanco y lo negro es negro. Me gusta echar siempre las cartas sobre la mesa, para que la otra persona sepa a que atenerse, como en una negociación.


- Ahí discrepo, creo que en una negociación no siempre se pone todo sobre la mesa, uno siempre tiene un as en la manga.


- ¿Y quien te dijo que yo no lo tengo en todo momento?


- ¿Te gusta jugar sucio, esta mañana en el restaurante me dijiste que siempre eras sincero?


- Simplemente uno nunca debe confiarse que tiene la mejor mano y soy sincero de hecho lo estoy siendo.


- Supongo que eso, funciona siempre y cuando el corazón no se involucre…


- Sos rápida, sos muy rápida e inteligente Paula… — afirmó con cierta serenidad


- Me considero una persona normal, instruida, pero ni peor, ni mejor que nadie.


- ¿Esto es lo que querías saber?


- Esto es de lo que vos quisiste hablar. También me guardo mi as en la manga.


Me miró, me clavó su mirada y con mucho esfuerzo se la sostuve…


- ¿Cuántos novios tuviste Paula?


- Es una pregunta un poco personal y extraña…


- Podes no contestarla.


- ¿Por qué te interesa saber eso?


- Quiero saber que tan activa ha sido tu vida amorosa…


- ¿Solo por eso?


- ¿Por que otro motivo lo preguntaría?


- No sé, decime vos...


- No hay otro motivo Paula.


Dudé un instante en contestar...


- He tenido dos novios formales, el primero en la secundaria, la relación duró dos años, en realidad fue un amor adolescente, mi primer amor… cuando mi padre enfermó mis obligaciones en la familia crecieron a la par de la enfermedad de él y no podía brindarle todo el tiempo que él pretendía, supongo que a esa edad no podía esperar otra cosa y cortamos, tenía tantas preocupaciones en mi cabeza que eran más importantes, que ni sentí su ausencia, tenía diecisiete años… y el segundo… fue una relación de cinco años, terminamos hace dos años atrás… prefiero no hablar de eso.Luego me he besado con varios…..
Me he acostado con otros dos, contándote a vos, pero nunca me fui a la cama con nadie que acababa de conocer, eres la excepción… Y otra vez terminé hablando un montón y vos no dijiste nada, pero supongo que fue mi elección, pude callar como me lo sugeriste… de todas formas no tengo nada que ocultar… mi vida es esta, transparente y blanca, lo negro no me agrada, porque como sabía decir mi padre a la larga siempre destiñe. ¿Suficiente para tu análisis? ¿Que conclusión sacaste?


- Que sos una buena chica de muy buenos sentimientos y con relaciones normales y duraderas.


- Aburrida, pacata, me lo han dicho sabés, no sería una novedad para mí.


- No — dijo rotundamente — decente diría yo, una chica de la que sería muy fácil enamorarse si es lo que uno busca, Paula no creo que seas aburrida en ningún sentido creeme.


Pedro uno no elige enamorarse… cuando el amor llega, entra dando trompicones y se mete de prepo no te pide permiso… y te estallan esas tan conocidas cosquillas de las que todo el mundo habla y desea experimentar en algún momento de su vida y luego, no existe en tus pensamientos lugar para otra persona, porque la piensas en todo momento y lugar… y sientes celos, temor, angustia, inseguridad… — eso es lo que estoy sintiendo acá y ahora quería decirle — ¿Nunca te enamoraste?


Lo pensó como de costumbre... Me daba información a cuenta gotas, quizás para no involucrarse demasiado... pero siempre estaba ansioso por saber de mí.


- Creo que una vez, quizá dos… ¿y vos?


- Creo que una vez, quizá dos… — imité su respuesta, cambié de tema, tuve miedo que se diera cuenta que ese quizá era él… — ¿tenés hermanos?


- Somos cuatro, tres hombres y una mujer, soy el menor.


Creo que Pedro también sintió alivio de cambiar de tema, parecía un terreno seguro, pero igual sentía que no se abría, que toda la información que me brindaba era escatimada… su respiración cambió se volvió más pausada.


- ¿A si que vivís solo?


- Desde hace dos años — me confirmó


- Vaya tardaste en conseguir tu independencia.


- Digamos que si.


- ¿Tus hermanos aún viven en la casa de la familia?


- Solo el mayor, los otros dos están casados.


- Ah ¿el mayor es el novio de Alison?


- Sí.


- ¿Tenés sobrinos?


- Dos, de parte de mi hermano, mi hermana muy poco que está casada.


- Mis sobrinos son mi debilidad… cuando voy a Mendoza, Clara y yo nos volvemos inseparables… con Francisco aún no mucho, pero me encanta consentirlo, aunque eso signifique el enojo de mi cuñada porque cuando me voy queda con un montón de mañas, es que solo tiene nueve meses. — Nos quedamos en silencio y entonces le pregunté — ¿Por qué estabas de tan mal humor durante la cena?


Terreno inseguro otra vez cuando de mostrar sus emociones se trata... hizo un rictus con la boca casi imperceptible, que ya lo había notado en otras oportunidades.


- ¿Hace falta que te lo diga? ¿Realmente no te diste cuenta?


Lo miré pensando que contestarle... finalmente me decidí por escuchar los motivos dichos por él.


- No, no me di cuenta... — le dije mientras me encogía de hombros.


- Sé que si te diste cuenta, sos inteligente Paula no te creo, pero de todas formas te lo diré — hizo una pausa — sé que no tengo derecho... me quedó bien claro después de la conversación de esta noche, y antes de ella también, por eso vine acá, porque después de pensarlo me dí cuenta que no tenía porque ponerme como me puse, pero aún así no me gusta que te abrases con Mati o con quien sea, como lo hiciste hoy delante de todos estando yo.


Vaya lo dijo finalmente...


- Entonces debo entender y asumiendo que entendiste nuestra conversación, que también sabrás que voy a seguir haciéndolo...


- ¿Con Mati o con quien sea? — Me habló desafiante.


- Con Mati — le confirmé envalentonada.


Sacó la mano que tenía en mi espalda y me tomó de la barbilla.


- Paula estás tirando demasiado de la cuerda y se puede cortar.


- Quizá sea mejor que se corte ahora y no más adelante... no me amenaces.


- ¿Eso es lo que querés, que todo entre nosotros acabe? Porque hay cosas para las cuales tengo mis reglas aún sin que vos y yo tengamos nada concreto, no me gusta verme como un estúpido, ni tampoco que me vean de esa forma.


- ¿Y vos que querés? Digo… ¿querés que todo acabe?


- Creo habértelo dicho recién, quiero que el tiempo que estemos juntos todos tengan bien en claro a quien le pertenecés.


Me reí sarcásticamente.


- No es lo que te pregunté... pero es un poco egoísta de tu parte. Pretendes que modifique mi vida, cuando vos y yo sabemos que lo nuestro tiene fecha de vencimiento... la gente no es descartable, Mati es mi amigo, hoy, mañana y pasado cuando vos ya no estés, también quiero que siga siéndolo.
Si yo te pertenezco como decís, entonces ¿vos a quien le pertenecés?
Apuesto a que no pensás contestarme, ¿me harás otra pregunta para evadir la respuesta?
Porque eso es lo que haces siempre Pedro.


Sé que estaba furioso, me tenía fuertemente de la barbilla y no me soltaba y además estábamos hablándonos en un tono nada amigable, clavó sus ojos azules en mi mirada y por supuesto que no me contestó.


- Solo te pido respeto.


- ¿RESPETO? — creo que estallé, abrí mis ojos bien grandes estaba realmente asombrada por lo que estaba escuchando — Esto es más gracioso aún, ¿te atreves a pedirme respeto y exclusividad, cuando me acabas de decir que podés aburrirte de mi y pasar a tu siguiente polvo?


- No lo dije así Paula.


- Bueno quizá no utilizaste esas palabras pero el contexto es el mismo.


- Pero dicho de esa manera suena grosero.


- Perdón señor modales, con palabras bellas o no, es lo que dijiste... mira ojitos, una vez herí a Mati, lo deseché de mi lado porque aposté al que creía que era el amor de mis sueños y lo saqué de mi vida y de mis sentimientos, lo ingnoré, le di mi espalda aún cuando murió su madre, si ya sé soy una mierda, pero sabes qué, de todas maneras cuando lo necesité ahí estuvo él a mi lado, después de estar una semana sin probar bocado, porque lo único que quería era morirme, él fue quien me puso su hombro, el que me cuidó día y noche, el que me vió llorar hasta quedar sin aliento y sin lágrimas y el que me enseñó otra vez a sonreír, gracias a él tengo el trabajo que tengo y soy quien ves ahora. Porque el bastardo de mi novio la noche anterior a nuestro casamiento se encamó con mi mejor amiga y los encontré cogiendo en el que iba a ser nuestro departamento. ¡¡Mierda!! No quería contarte eso y lo hice. Y te lo dije todo y vos no contestaste ni una sola de mis preguntas como de costumbre.


Pedro se quedó mudo después de mi exabrupto y mis lágrimas comenzaron a brotar. Me las secó con sus manos sin hablar... continué diciendo...


- ¿Sabes qué? Sé positivamente que él será quien me levante de donde me hunda el día que salgas de mi vida, ya está, ya te lo dije, si querés irte ahora quizá sea lo mejor. — él seguía viéndome sin decir nada. — Carajo Pedro porque tuve que conocerte, decí algo por favor...


- Quiero hacerte el amor...


- No Pedro vos lo único que querés es cogerme — lo corregí — vos no me querés hacer el amor... ¿pero sabes qué? yo también quiero que me cojas, quiero tenerte de cualquier forma, no me importa como decidas que es mejor...
Sos exasperante Pedro deja de verme, besame y haceme olvidar de todo.

CAPITULO 37


Seguía metida en la cocina y vi que Daiana se acercó a Pedro, él estaba parado con la mano en el bolsillo y bebiendo una copa de Pinot Noir, junto a la pared circular de vidrios repartidos que ofrecía una vista única del lago, hablaron brevemente, es más creo que él ni contestó.


Me importa un bledo si está celoso, que ya se decida, no voy a cambiar mi relación con Mati bajo ningún punto de vista y menos por una aventura con él…


¿Qué se cree después de todo?… como si tuviera derecho a enojarse con lo que acabó de decirme tan solo hace un par de horas… grrr que hombre tan frustrante.


Comimos, no me dirigió la palabra en toda la cena, en un momento cuando Pedro no miraba, Ezequiel que estaba sentado frente a mí, me hizo una mueca preguntándome que cuernos le pasaba, me encogí de hombros y le expresé con mi cara que no sabía…


Todos adularon mi plato, menos él, estaba claramente enfadado y había decidido no hablarme… pues bien, que se chupe esta mandarina, que no me hable.


Durante la cena me bebí dos copas de vino, increíblemente no me habían caído mal, es que en realidad el vino tinto me caía bien, con el que no congeniaba mi organismo era con el vino blanco.


La segunda copa de vino le pedí a él que me la sirviera e intenté entablar conversación pero me contestó de mala manera, casi a desgano, con los demás había estado muy solícito, habló con todos, inclusive con Mati, así que la cosa evidentemente era conmigo.


Cuando terminamos de cenar, me levanté del lugar y subí a la habitación donde me hice de mi iPad para seguir con la lectura de un libro que había comenzado a leer en iBook, del placard tomé una manta.


Antes de bajar observé desde el balcón interior que daba al living, todos habían abandonado la mesa y estaban sentados allí preparándose para comer el postre, y descorchar un champagne, así que cuando pasé, me serví una copa de la mesa baja, pero no me quedé.


Salí al parque a sentarme junto a la piscina, bajo el cielo de la clara noche, a leer.


Sé que todos mis movimientos habían sido claramente seguidos por Pedro, inclusive cuando me asomé por el balcón, él justo levantó la vista y me miró, pero intenté ignorarlo tal como él hizo conmigo durante toda la cena, ¿a caso creía que iba a rogarle para que me hablase?


Estaba ofuscada, Pedro me desconcertaba,
¿Por qué una escena de celos así si él no quería nada conmigo?


Esa pregunta iba y venía por mi cabeza sin piedad… inclusive Daiana me contó lo que había hablado con él, ya que ella había notado el momento de mi intercambio con Mati y que Pedro se había alejado, me dijo que se acercó para explicarle que no se inquietara, que a ella al principio le pasaba lo mismo con nuestro trato, pero que no había de que preocuparse, ya que nuestra relación no cambiaría, simplemente porque nosotros nos veíamos como hermanos.


Por supuesto, como me había parecido, no había obtenido respuesta de Pedro, solo una sonrisa sarcástica…


La noche estaba bastante fresca, me estaba bebiendo mi copa de Dom Pérignon Brut Rosé, pero no podía centrarme en el libro, las letras parecía que bailaban y no era precisamente por el champagne ni por el vino que había bebido durante la cena, sino por mi desconcentración.


De repente, a mi lado se apareció Pedro tomándome por sorpresa, se había puesto un sweater azul de hilo, y con él traía un plato en el que había Cheesecake con frambuesa, Skinny Apple Crumble y sobre la cheesecake le había puesto una bocha de crema helada de arándanos, tal cual como me gusta comerlos pensé.


Traía también una botella de Don Pérignon y otra copa.


- ¿Compartimos? — Me dijo mientras permanecía parado y me guiñaba un ojo — te traje tú torta y tú helado preferido, me dijo Mati que te gusta comerlos juntos, una elección un poco rara pero gustos son gustos... — Dijo intentando bromear.


Yo seguía sin contestarle, inclusive intenté retomar mi lectura e ignorarlo, pero parecía que no tenía pensado irse... ayssss, era tan terco, siempre había que hacer las cosas como él quería.


Finalmente al no obtener respuesta de mi parte, se sentó aún sin que lo invitase en un pequeño espacio de la reposera donde tenía apoyadas mis piernas, apoyó la botella y la copa en el piso, tomó el tenedor y lo cargó con torta y helado y me lo llevó a la boca.


Dios... ya estaba derretida, quería tirarme encima de él... 


Pedro en un segundo hacía que me olvide de todo, me tenía hecha una idiota.


Estaba masticando, mientras él comía su crumble de manzana, cuando vio que tragué volvió a cargar cheesecake y helado y volvió a darme de comer en la boca.


No perdía conexión con su ojos, me seguía todo el tiempo, cuando quería podía ser el hombre más seductor, tan solo con una mirada o con una sonrisa.


Mientras se llevaba otro bocado de su crumble me preguntó...


- ¿Que lees?


- Como conocer a las personas por su lenguaje corporal.


- Parece interesante... ¿tiene buenos tips?


- Recién lo comienzo, aún no lo sé.


- Me estoy cayendo, hazme más lugar.


Aprovechado, pensé, intenté hacer a un lado mis pies para que entre más cómodo pero él se levantó y me indicó que abriera las piernas, ya estaba en su tono de director de empresa otra vez.


Acomodó su trasero en el medio de ellas, de frente a mí a horcajadas en la reposera, apoyó el plato en el piso y descorchó el champagne, volvió a llenar mi copa y me la pasó, luego llenó la suya y bebimos... siguió dándome de comer en la boca...


-¿Puedo probar esta extraña combinación? — Me dijo refiriéndose al helado con cheesecake, por supuesto que asentí, él me convidó de su torta, pero antes de ponérmela en la boca se agachó y me dio un casto beso.


Terminamos de comer y dejó el plato en el piso, volvió a servir otra copa de champagne, por cierto era exquisito y se lo hice saber, se agachó nuevamente y mientras corrió el pelo que la brisa traviesa se empeñaba en desparramar por mi cara, me dio un beso de esos que llevan la firma personal de Pedro Alfonso, y que te funden la razón y el pensamiento.


Pasó sus piernas hacia atrás y quedó con todo el peso de su cuerpo sobre el mío boca abajo acurrucando su cara en mi cuello, luego hizo un ligero movimiento y corrió la manta de entre nosotros y la utilizó para taparnos a ambos.la reposera era lo suficientemente amplia para que nos recostemos los dos de costado, las luciérnagas revoloteaban a nuestro alrededor y el silencio de la noche en la quietud del lago, formaba un escenario onírico.


Me acariciaba la cara y yo la de él, mientras nos mirábamos, me besó nuevamente, sé que soy reiterativa pero imposible no decirlo cada vez, Uff... Sus besos me perdían.


Evidentemente había dejado a un costado su enojo.


- ¿Que querés saber?


- ¿Que Pedro? — Le dije levantando una ceja.


- En la cocina cuando te conté que cocinaba, me dijiste que era lo primero que te había dicho de mí, ¿Que querés saber?


Pedro siempre tenía esa costumbre de pensar y repensar las cosas y contestarme al rato cuando ya ni me acordaba a que se refería... pero no se si iba a utilizar la oportunidad que me estaba dando, quizá sería mejor que él hable y así no me arriesgaría a preguntar algo que no quisiese contestar.


- supongo que de acuerdo a la relación que tenemos, mi respuesta se puede ajustar a lo que quieras contarme... — Me encogí de hombros — solo pretendo saber cosas que te definan, para saber un poco más de vos.


- sos muy rápida con las indirectas, es asombroso como a cada rato me recordás que vos y yo no tenemos nada realmente serio.


- soy realista, simplemente me ajusto a la realidad, una realidad que hoy también te encargaste de recordar, por eso ninguno puede exigir nada...


- ¿a que te referís con no exigir nada?

CAPITULO 36




- Perfecto preciosa... lo vamos a pasar muy bien ya vas a ver...


Le sonreí, le encajé un pico en su boca y le dije:
- ¿terminaste con tus cosas? ¿Bajamos?


- Bajemos.


Lo tomé de la mano y lo saqué de la habitación, nos deslizamos escalera abajo y nos unimos a los demás que estaban sentados en la sala dilucidando si el asado lo hacían hoy o mañana.


Finalmente decidieron hacerlo mañana al mediodía, hoy nos tocaba cocinar a las mujeres, bueno en realidad quien se encargó de cocinar fui yo, Mapi y Carla, desastre total en la cocina, Dai era la que más maña se daba, así que fue quien más ayuda me brindó, tampoco es que yo sea toda una experta, pero me la rebusco bastante, y se podría decir que cocinar me gusta más que otro quehacer de la casa...


Mientras las mujeres aprontábamos todo para la comida, los hombres se fueron hasta el Shopping de Tortugas a comprar vino para la cena y postre.


Por poco y se traen la Winery entera, alegaron que trajeron para el sábado y el domingo también, el caso es que después de ver las etiquetas de los vinos y del champagne no hacia falta tener mucha imaginación para saber quien había utilizado su súper tarjeta de crédito para pagarlas… 
por supuesto, era indiscutible que Pedro había elegido esas marcas, así que los demás se encargaron del bendito postre.


De regreso a Nordelta pasaron por el centro comercial y compraron helado y postre en Freddo. También pasaron por Starbucks a comprar algunas tortas.


Cuando llegaron... la cocina estaba invadida de aromas exquisitos, Pedro se acercó a la isla donde yo estaba cocinando, me abrazó por la espalda y me besó en el pelo mientras me hablaba al oído...


- Hmm, que bien huele esto... ¿que estás cocinando?


- Lomo a la pimienta con papas fritas y ensalada de rúcula y parmesano.


- ¿Querés que te ayude?


- ¿Sabés cocinar?


Pensó antes de responder, Pedro tenía esa costumbre…


- La verdad es… que soy bastante bueno en la cocina. Vivo solo preciosa y me cocino a diario.


- ¿En serio? — Estaba sorprendida — creí que tenías una persona que se encargaba de eso…


- No, solo tengo personal para el aseo, no tengo doméstica conviviendo conmigo, me gusta la soledad de mi apartamento… dijo mientras levantaba la tapa de la cacerola y husmeaba su contenido.


Sonreí…


Pedro hizo una mueca como de no entender el porque de mi sonrisa.


- Es lo primero que me contás de tu vida… — le dije y seguí cortando papas, luego de lavarse las manos él tomó un cuchillo y se puso a ayudarme sin hacer ningún comentario.


- Sos muy organizada en la cocina, te manejas muy bien.


- Me gusta bastante cocinar, sucede que cuando papá enfermó, demandaba mucho a mamá atenderlo, más los últimos tiempos y entonces empecé a hacerme cargo de la preparación de la comida en la casa, ya que por esos días las cosas no iban bien económicamente y habíamos tenido que despedir al personal doméstico… fueron tiempos difíciles, pero como siempre dice mi madre, de todo se aprende y pues a mi me sirvió para aprender a cocinar.


En ese preciso momento Mati se acercó y me abrazó por detrás.


- ¿Pau me vas a hacer empanadas de pollo mañana?


- No jodas Mati, ¿acaso me trajeron para cocinarles? mañana se ocupan ustedes del asado, conmigo no cuenten, yo todo el día sol y piscina, pienso estar bien lejos de la cocina.


- No seas mala, sabés cuanto me gustan… — me dijo mientras me besaba el cuello.


Pedro estaba al lado nuestro, viendo la escena entre Matias y yo, para nosotros era de lo más normal, pero podía notar que estaba contrariado, lo miré a través del rabillo del ojo y su expresión había cambiado, tenia surcos marcados en la frente que denotaban el malhumor, que la cercanía de Mati le causaba.


Mierda ¿que pretende? hace un par de horas atrás me volvió a decir que no puede ofrecerme nada serio… 
entonces, ¿porque ésta actitud? Como si él tuviera derechos para conmigo… Como cuando me reclamó por los shorts.


Mati era mi amigo había llegado antes que él y además sé que será quien me levante del fondo donde seguro voy a quedar, el día que él se marche.


Me dí vuelta lo abrasé mirándolo a los ojos y le dije…


- ¿y si te hago las empanadas que recibo a cambio? — no era necesario ese abrazo, pero quería torearlo.


- Te traje Crema de arándanos macerados de Freddo y Cheesecake con frambuesa, tus preferidos, ¿viste como pienso en vos y te consiento? ¿Me vas a hacer las empanadas? — me dijo dándome un beso en la nariz.


Creo que ese fue su límite, Pedro dejó el cuchillo con el que estaba cortando papas, se marchó de nuestro lado y se sentó en el living…


“Si supiera que hasta hemos dormido en la misma cama, claro no de la forma que él se lo imaginaría.”


Matias ni siquiera se percató, él estaba muy concentrado en conseguir sus dichosas empanadas, cosa que por supuesto terminó consiguiendo… finalmente preparé el relleno esa misma noche para que al otro día solo quedara cocinarlas.