martes, 29 de julio de 2014
CAPITULO 57
El sábado por la tarde tal cual como se había comprometido, Pedro pasó por el 254 de Park Avenue South a recoger con suficiente tiempo a Rachel Evans por su apartamento para ir a Jamesport y ver la propiedad que ella estaba interesada en adquirir.
La corredora de bienes raíces Dennis Holler los esperaba a las 6 PM para mostrarles la casa ubicada a orillas de Long Island Sound. Pedro estaba con los brazos cruzados apoyado ligeramente en el Alfa-Competizione, mientras descansaba su cuerpo en él, lucía muy atractivo enfundado en unos jeans oscuros y sweater cuello alto de pelo de camello, bajo una campera de cuero negra que lo hacía parecer un chico malo con cara de ángel.
Esperaba pacientemente a que ella bajase, ya le había avisado por teléfono que se encontraba ahí.
- ¡Hola Rachel! — ella como siempre le sonrió exultante y arrebatadoramente fiel a su estilo.
Él, expresó un cálido saludo cuando ella asomó por la entrada del edificio enfundada impecablemente en unos leggings negros que acompañó con botas bajas de caña alta color suela, sweater irregular de lanilla color natural y un pañuelo de seda de animal print enrollado al cuello, llevaba un poncho color marrón chocolate colgado de su brazo, para ponerse de abrigo más tarde.
Cuando finalmente se acercó, él se incorporó para abrir la puerta del acompañante y le permitió a la blonda y atractiva mujer que se acomodase en el habitáculo de su automóvil.
Antes de subir, Rachel le dio un beso muy cerca de la comisura de los labios, pero él le restó importancia pues se había acomodado raudamente en el asiento y bien podía haber sido por eso la proximidad.
Pedro rodeó el deportivo italiano, y se acomodó en el lugar del conductor, ajustó su cinturón de seguridad y partieron rumbo a la I- 495E hacia Riverhead.
Durante el viaje ella se mostró muy solícita y sumamente agradecida.
Le expresó incansablemente su agradecimiento por tomarse el tiempo en acompañarla.
En realidad hablaba tanto, que para Pedro escucharla era como una gotera en la cabeza.
- Nos conocemos hace mucho Rachel, no tienes que agradecerme nada, lo hago con gusto por la amistad que tenemos de tantos años.
- Así y todo hace falta agradecerte, me siento afligida por quitarle tiempo a tu fin de semana, pero no sabía a quién recurrir para que me acompañase, además sé que nadie tendrá una opinión tan objetiva como la tuya.
- En realidad no sé si será objetiva mi opinión, no entiendo nada de construcción y solo te podré dar mi punto de vista desde lo que puedan apreciar mis ojos, pero nada técnico.
- Yo ya vi la propiedad y me gustó, pero de pronto me sentí indecisa — le explicó Rachel — no esperes encontrarte con grandes lujos, es una construcción sencilla que apelo pagar con mis ahorros, no quiero la ayuda de papá, necesito empezar a independizarme y si hoy venía con él, me diría que no es una casa digna y querría comprar una con diez habitaciones y todos los lujos habidos y por haber — Pedro se sorprendió por el comentario, siempre había creído que Rachel era una mujer inescrupulosa y fría, esta actitud mostraba otra faceta que no le conocía — la casa está bien conservada y las vistas de Long Island Sound son inmejorables, creo que el agente nos dio este horario para visitarla por eso, para que podamos apreciar el ocaso del sol en la playa.
Como el camino estaba despejado en hora cuarenta llegaron al 66 Maidstone Ln en Jamesport.
El cielo había empezado a colorearse de tonalidades naranjas rojizas, y como el sol llegaba de manera tangente a la tierra, provocaba que hasta los rayos amarillos sean visibles, había comenzado el ocaso, y tan cerca de la ribera brindaba una vista perfecta que resaltaba el rojo del deportivo de Pedro.
Tomaron la salida 72 hacia NY-25 E, en dirección a Riverhead y pronto estaban frente al condominio en cuestión.
El agente de bienes raíces cuando los vio llegar juntos, imaginó que eran una pareja y como tal se refirió a ellos.
Ninguno de los dos se molestó en aclarar la situación, a Pedro en realidad lo tenía sin cuidado lo que esa desconocida mujer pensase, estaba ahí por compromiso, solo quería que les mostrasen rápidamente la propiedad y regresarse.
La vendedora enfundada en un traje negro impecable se presentó en el porche de la casa y con melosa amabilidad, Pedro conjeturó que excesiva, les estrechó la mano a ambos y luego abrió la puerta residencial para que pudiesen ingresar en el estar de la propiedad.
Hábilmente describió los materiales y los acabados de la casa, los llevó a recorrer las dos plantas que la conformaban y todas sus habitaciones, parecía que tenía los minutos controlados, porque en el momento perfecto los invitó a salir al porche para que observaran el instante justo en que el sol parecía que chocaba con el agua y se escondía tras la lejanía del horizonte, los dejó solos para que aprecien la vista y puedan conversar.
Pedro estaba parado cruzado de brazos, con la mirada perdida en ese maravilloso espectáculo, cuando sigilosamente Rachel por detrás se apoyó en sus hombros y le rodeó el cuello con uno de sus largos brazos, ubicándose muy cerca para hablarle en su oído.
- ¿Y… que te parece? Un maravilloso lugar ¿verdad? — ella le acarició el lóbulo de la oreja con su aliento al hablarle tan cerca.
- Creo que la ubicación es insuperable, me gusta mucho como casa de fin de semana. Creo que deberías comprarla me agrada, tenías razón está muy bien conservado el lugar.
- Ok creo que después de verla por segunda vez, también me he convencido. Pero tienes que prometerme algo — Rachel se posicionó muy cerca de él — vendremos a estrenarla juntos.
- Seguro, será muy agradable — le dijo él mientras giraba su cabeza y se encontraba con una proximidad de los labios de Rachel que lo incomodaron. Pedro pensaba en ella solo como en una amiga, sus padres eran mejores amigos y ellos se habían criado entre largos fines de semana compartidos entre ambas familias, pero hacía tiempo que sospechaba que ella quería algo más.
No pudo evitar pensar en Paula, sintió que tan próximo a esa mujer la estaba traicionando, si permitía que ella siguiera seduciéndolo, estaban a nada de rozar sus labios.
Se apartó lentamente simulando apoyarse en el cerco del porche para admirar más francamente el paisaje y movió su cabeza al considerar sus pensamientos. — “Si seré estúpido caviló, como puedo creer que engaño a alguien con quién no tengo nada”.
- Hmm, tengo frío Pedro, creo que mejor vamos adentro.
- Seguro…
Rachel lo tomó de la mano y entraron en la casa donde el agente los aguardaba.
Mientras Rachel hablaba con la vendedora, ultimando los detalles de la compra, él se acercó a la ventana, seguía incrédulo, paralizado por sus pensamientos de un momento atrás y recapitulando sobre ellos.
“¿Qué me hiciste Paula? en otra oportunidad no hubiese desaprovechado que una mujer se me regale como lo está haciendo Rachel”…
- Pedro… Pedro… Pedro cariño… — Rachel lo llamaba sin obtener respuesta, él estaba sumido en sus pensamientos y parecía no escucharla, le tocó el brazo —…vamos corazón.
- Sí, claro, discúlpame me abstraje en el paisaje, acá hay demasiada calma — le sonrió deslumbrante, cuando Pedro lo hacía su rostro se iluminaba, simuló su parsimonia pues no le costó trabajo, él era bueno encubriendo sus sentimientos.
Subieron al deportivo italiano y emprendieron el regreso.
Durante el viaje Pedro puso música para no tener que conversar, no tenía ganas de enfrascarse en una conversación con Rachel, pero ella elevando el tono de voz, se las ingenió para hacerlo.
Bromeó a cerca del mal entendido de la vendedora cuando creyó que eran pareja y hasta se podría decir que le causó satisfacción que lo creyera.
- Fue muy divertido, como a cada rato nos confundía como novios, ¿no crees? —Pedro le sonrió y movió su cabeza en negación, no le contestó de inmediato, estaba juntando las palabras justas.
- ¡Qué disparate! ¿verdad? — bromeó y largó una carcajada — si prácticamente nos hemos criado juntos, para mí tu padre es el tío Roberto y tu madre tía Sara, lo que significaría que vos y yo somos algo así como primos.
Rachel le ofreció una sonrisa incómoda… y no pudo evitar la desilusión por sus dichos, si bien se esmeró en ocultar su decepción, sus ojos lo demostraron de inmediato y la tensión de su cuerpo también.
Pedro se sintió satisfecho, había conseguido con suspicacia decirle que entre él y ella no podía existir nada más allá de lo que tenían.
Cuando llegaron al departamento que ella ocupaba en Park Avenue, Rachel lo invitó a que bajase para cenar en su casa, pero él adujo que tenía un compromiso pactado con antelación, se disculpó con mucha cordialidad y le prometió que combinarían para otro momento, obviamente no era cierto, pero no quería sonar desconsiderado, él era muy caballero siempre, era su esencia.
Pedro le abrió la puerta del convertible y ella se bajó, Rachel luego de darle un beso en cada mejilla se colgó de la abertura de su campera y desde una muy cercana distancia le habló.
- Qué pena bombón que no puedas, había pensado que podíamos pasarla muy bien cenando juntos, podíamos haber pedido algo para comer en Naya — ella hizo un mohín.
- No faltará oportunidad seguramente — Rachel le dio un beso en ambas mejillas y se demoró más de la cuenta en hacerlo.
En San Rafael en el pueblo, la noche estaba entrando.
Una zona de gran actividad nocturna en la ciudad era el Boulevard de la Rotonda del Mapa, que ofrece comercios de artesanías e indumentaria, una feria de artesanos en el parque frente al boulevard y decenas de restaurantes y bares preparados para los lugareños y los turistas.
El conjunto daban al pueblo una imagen muy pintoresca.
Finalmente Alejandra había convencido a Gonzalo, Mariana y Paula, para que saliesen a comer a algún restaurante y así distraerse y disfrutar de una noche magnífica, diáfana, ella se quedó al cuidado de los niños.
El lugar elegido fue La Massa Gourmet, un cálido y confortable restó que se ubica dentro del San Martín Hotel & Spa de San Rafael, y donde las especialidades de los Chefs del lugar son la pastas, las carnes a la olla y el abundante menú vegetariano.
En el lugar se propone un menú de categoría, acompañado del maridaje de los vinos más importantes de la región.
Llegaron al Restó en una de las camionetas de la bodega, los lugareños, que se caracterizaban por su calidez los reconocían por ser una de las familias más prestigiosas de la zona, dueños de los viñedos Saint Paule.
Muchos habitantes que los conocían desde hace muchos años, se acercaron a saludar a Paula, a quien no era común ver por el pueblo, ya que todos sabían que ella desde hace algunos años vivía en Buenos Aires.
Entraron en el restó donde también fueron reconocidos y el mètre del lugar se encargó de atenderlos con inusitada preferencia.
Los acomodó en una mesa del fondo junto a la pared de piedra que resaltaba la decoración temática con mesas oscuras y sillas de tapicería blanca.
Les trajeron la cartilla y los tres pidieron platos diferentes.
La mujeres se decidieron por las pastas, ordenaron unos Tagliatelle negros y camarones en reducción cítrica y Panzzotis rellenos de hongos de pino sobre crema púrpura, mientras que Gonzalo se decidió por una Trucha marinada en cítricos, sobre un puré rústico y manteca de hierbas, que acompañaron con un Malbec Gran Reserva de Saint Paule que tenían en el lugar.
Era un ambiente muy calmo y relajado y estaban disfrutando enormemente de la cena.
-Gonzalo, quiero empezar a ayudarte en la bodega con lo que sé hacer, no es justo que cada mes me deposites cheques en mi cuenta con utilidades, cuando no hago nada por ganarme ese dinero.
- No jodas hermanita, sabes que te corresponde, sos tan dueña como yo de la bodega, ¿o te olvidás que los abuelos testaron a favor nuestro cuando murieron?
- Sí Gonza, pero no me parece justo que solo vos trabajes en ella.Si lo que te preocupa es que me inmiscuya en las decisiones, por eso no te aflijas, no estoy interesada, no sabría como tomarlas por otra parte.
Pero sí podría hacerme cargo de darles una ojeada a los libros.
- Si ese es tu gusto, podría enviarte por correo las planillas, aunque es innecesario Paula, no seas pesada, tenemos gente que se ocupa de eso.
- Lo sé, lo sé, pero asumiendo que vos principalmente te ocupás de la parte de producción, bien yo podría dar una miradita a la contabilidad, creo que siempre es bueno controlar de cerca los activos, por más confianza que nuestros empleados nos brinden no hay como el ojo de uno y no es que desconfíe, sino que quiero sentirme útil.
- Perfecto, entendí y en el fondo me alegra que te intereses, le diré a Insaurralde que se ponga en contacto con vos y te envíe informes periódicos, ¿te parece?
- Sí, me parece, gracias hermanito.
- Creo que Paula tiene razón, a veces vos te confías mucho y por preocuparte por la calidad de la producción no podes abarcar otras áreas, te aliviaría sobremanera — dijo Mariana acariciando la mano de su esposo.
- Ok, ok, ya he dicho que sí, no me atosiguen más.
- Disculpen la interrupción — dijo un hombre joven, alto y robusto de pelo rubio oscuro y ojos color avellana verdes que vestía ropas de diseñador — ¿¿Paula Chaves verdad?
- Sí, la misma — ella lo miraba intrigada, no conseguía reconocerlo y le extrañó que la llamara por su nombre completo — disculpame, hace mucho que no vivo acá, no logro reconocerte — se sintió apenada.
- No te preocupes, también hace mucho que no vivo acá, te reconocí de casualidad y porque escuché una conversación de la mesa de al lado donde los identificaban como los dueños de la Bodega Saint Paule — el atractivo hombre que se había acercado, extendió la mano y se presentó como Gabriel Iturbe, haciendo el saludo extensivo a todos con una bajada de cabeza y una mirada generalizada — hicimos juntos la primaria y parte de la secundaria Paula, ¿no me recordás?— Gabriel siguió con la explicación, estaba interesado en que Paula lo recordase.
- Gabriel, ¿sos vos? estás tan cambiado — ella se levantó y le dio un beso en la mejilla, él la acurrucó en sus brazos — ¿estás solo? sentate con nosotros por favor.
Te presento a mi hermano Gonzalo y a su esposa Mariana.
- Gracias, solo un momento — retiró la silla que sobraba y se sentó — estoy con mis padres — explicó mientras señalaba hacia una mesa ubicada cerca de la barra, Paula giró la vista y levantó la mano saludando muy cortésmente, al matrimonio que miraba en dirección de su hijo.
- ¿Qué es de tu vida, contame?
- Hace unos años que no vivo en el país, estoy radicado en New York, soy corredor de bolsa.
- Vaya, que interesante, yo estoy viviendo en Buenos Aires.
¿Estás de visita?
- Sí, presumo que vos también, me quedo hasta el 10, podríamos salir a tomar algo, no sé hasta cuando estás en San Rafael.
- Sería genial, te paso mi teléfono, me llamás y arreglamos para vernos — Gabriel sacó su celular y con premura agendó el de Paula, en eso sonó el de ella.
- Soy yo le dijo él — ahí te quedó registrado el mío — Paula en ese momento recordó el día que Pedro en el Faena había hecho lo mismo, una clara melancolía le apretó el alma, pero decidió deshacerse rápidamente de ella. — ¿hasta cuándo te quedás?
- Estoy hasta el 14 tenemos tiempo de vernos.
- Ah, perfecto, te estoy llamando entonces.
- Sí por favor, así charlamos y nos contamos cosas.
- Seguro, ahora los dejo, creo que trajeron nuestra cena y además no quiero importunarlos más.
- No Gabriel al contrario, fue un gusto haberte encontrado.
- El gusto es mío de verdad.
- Llamame.
- Sí, sí, lo hago.
El educado hombre se despidió de todos y se retiró del lugar. Después de la interrupción retomaron la conversación mientras esperaban que les sirvieran el postre. Luego que lo consumieron decidieron irse.
- Vaya, tu amigo no te quitó el ojo de encima cuando saliste — dijo Mariana.
Paula sonrió y no contestó nada, se encogió de hombros, Pablo en cambio dijo…
- No sé por qué, pero me cayó bien.
Se subieron a la camioneta y regresaron a Saint Paule.
CAPITULO 56
Pedro había pasado un día muy contrariado, se habían caído unos contratos que parecía que estaban prácticamente confirmados antes de su viaje a América del Sur y eso lo había sumido en un mal humor increíble durante todo el día, ni él se soportaba, aunque su mal humor en realidad se debía a otra cosa.
Los contratos resultaron ser la excusa perfecta para mostrarse irascible y ocultar los verdaderos motivos de su malestar.
No podía alejar a Paula de sus pensamientos y eso lo encolerizaba, la noche anterior había despertado a media noche en medio de una pesadilla, donde Paula tenía un accidente.
El sueño había sido tan real, que fue razón suficiente para que él considerara seguir insistiendo en hablar con ella, y así saber cómo estaba, pero luego se contuvo.
Luego de enterarse de la cancelación, ingresó en la oficina del Director General de Mindland hecho una furia, y sin siquiera llamar entró, y se presentó ante su padre para plantearle la necesidad de incorporar a alguien, para que cuando él se ausentase del país.
De ese modo esa persona se quedaría al pendiente de los temas de los que él se ocupa cuando está en la empresa.
- Tranquilo hijo, no te ahogues en un vaso de agua, el verdadero éxito de los negocios consiste precisamente en esos que uno no realiza.
- No opino lo mismo, no quiero perder ninguna oportunidad de crecimiento.
- Pedro, buscar a la ligera a alguien no es lo mejor, no debemos simplemente mover las piezas del tablero para cubrir agujeros, sino encontrar a la persona verdaderamente adecuada, a la mejor, a la más idónea, y te aseguro que no es una tarea fácil cuando uno aspira a la excelencia.
No necesitamos a alguien con un currículo intachable, sino al mejor en actitud, gente de confianza hijo, pues nuestra empresa está edificada en la confianza de la familia y eso no es algo fácil de encontrar en extraños.
- Lo sé papá, lo sé...
- Tranquilízate entonces, en los negocios la desesperación no es buena.
Mira hijo, te diré algo, se avecinan cambios en Mindland, cambios importantes, y para eso te necesito íntegro, con todas tus luces puestas en la empresa.
- ¿A qué te refieres cuando dices cambios? creo que la empresa está bien tal cual como está, no considero que introducir cambios sea oportuno.
- Todo a su tiempo Pedro, aún estoy gestando esto que te digo, pronto te enterarás.
Era la segunda vez en dos días que su padre hablaba de cambios, pero su cabeza no estaba para imaginar nada, le restó atención a los comentarios de Horacio y se conminó a seguir lidiando con el trabajo y los pendientes.
Luego del horario de oficina, Pedro se dirigió a su casa para darse un buen baño y cambiarse, más tarde iría a la casa de su hermana que lo había invitado a cenar esa noche.
Estaba terminando de arreglarse para salir, cuando sonó su celular... era Paula.
Por un instante el estupor lo azoró y se apoderó de su persona, si algo no esperaba era precisamente recibir una llamada de ella, puesto que ayer bajo ningún punto de vista Paula consideró atender su llamado.
Pensó en no contestarle, consideró que debía olvidarla, que las cosas no le estaban yendo bien ni fáciles, con su constante pensamiento clavado en su cabeza, pero por más que se esforzó por ignorarla no pudo hacerlo y tomó la llamada, su corazón palpitaba desbocado, anhelaba escuchar su voz.
- Hola... — nadie contestaba del otro lado de la línea — hola Paula, para que me llamás si no vas a contestar...
De pronto se empezaron a escuchar monosílabos que emitía un bebé y de fondo la voz de ella, sí era ella, su voz era inconfundible y la tenía grabada en su mente. Prestó atención y escuchó que conversaba con otra persona, un hombre, se puso alerta.
- “¿Con quién está?” — pensó y temió inconscientemente que ese otro hombre, ya lo hubiese reemplazado en su corazón.
Pedro agudizó su oído y se quedó escuchando, su voz era todo lo que necesitaba oír para que todo su mal humor del día desaparezca, no importaban la circunstancia en que la escuchara, si podía hacerlo sea cual fuese la forma.
De a ratos se escuchaba con claridad, ella se estaba riendo, pero por momentos solo se oía una parafraseada de ma ma ma ma ma o pa pa pa pa pa.
Por encima de la voz de ese bebé se oyó la de una niña.
- Tía, Francisco está con tu celular.
- Sí Clara la tía se lo prestó — Pedro se sonrió al escuchar la explicación que ella dio.
- Sí tía, pero lo tiene en la boca.
- Ah, pero no para que este muchachito se lo metiese en la boca, no seas cochino Fran dame eso acá.
Se escuchó claramente cuando Paula hablaba con los niños, entonces Pedro cayó en la cuenta que se trataba de sus sobrinos y no le costó conjeturar que la voz de ese hombre era la de su hermano, se sonrió aliviado y suspiró profundamente mientras cerraba los ojos.
Pronto consideró que Paula tenía el celular en la mano y entonces decidió hablar para probar si ella lo escuchaba.
- Hola… hola Paula.
Paula casi se espanta cuando sintió su voz al otro lado de la línea y entonces cayó en cuenta que mientras Francisco jugaba con el celular se apretó para llamar a Pedro.
Las casualidades no existen, se dijo,¿por qué el destino se empeñaba con tanto ahínco en cruzarlos? Llevó tímidamente el aparato al oído, se levantó del sofá y fue caminando hacia fuera, había empalidecido.
Su hermano la seguía con la mirada.
- ¿Estás ahí, me escuchás? — Tentó Pedro nuevamente.
- Hola... — dijo ella casi en un susurro.
- Hola... — dijo él aliviado al escuchar su voz, y entonces un fuerte silencio se apoderó del momento, hasta que ella lo rompió.
- Lo siento, mi sobrino apretó el botón de llamada y se marcó tu número — bien podría no haber contestado, pero sintió el impulso de hacerlo, en realidad no pudo resistirse al oír su voz.
- Sí me di cuenta... no me cortes por favor — le rogó él —
¿cómo estás? Me enteré que chocaste y me preocupé mucho, bah en verdad me desesperé mucho... — rectificó sus palabras — me estoy muriendo por saber de vos.
- Estoy bien, gracias. No tiene sentido que sigamos hablando.
- Tuve un día de mierda Paula, el escucharte me cambió el humor. Todos mis días son de mierda desde que no estoy con vos.
- Adiós Pedro.
Paula cortó la llamada. Estaba apoyada en la verja que rodea la piscina y ofrece de protección a los niños para que no accedan a ella si no es en presencia de los mayores, entonces una profunda angustia se apoderó de su cuerpo, y como no quería que nadie la viese así, salió corriendo hacia el viejo molino, corrió sin parar y allá se sostuvo de los hierros de la torre y comenzó a llorar desconsoladamente.
- ¿Dios mío como voy a hacer para olvidarte, como lo voy a conseguir?
Siguió llorando. Fuertes espasmos se habían apoderado de su cuerpo mientras las lágrimas no paraban de salir de sus ojos, entonces sintió que dos manos la sujetaban de los hombros y la daban vuelta para cobijarla en su pecho.
Su hermano dejó que llorase hasta que verdaderamente se desahogó.
Se sentaron en el rellano junto al molino, y cuando Paula dejó de chillar, entonces él se animó a preguntarle.
- ¿Estás más tranquila?
- Sí gracias.
- ¿Qué pasa Paula? — él tomó su rostro con las dos manos.
Ella simplemente negó con la cabeza.
- Está bien, si no querés no me cuentes.
- No estoy preparada aún para hacerlo, tu vida es demasiado perfecta… y la mía es… un verdadero desastre..
- Bah, no creo que sea tan así, de todas formas cuando quieras acá estaré.
- Gracias.
Gonzalo la cobijo bajo su brazo nuevamente, y así permanecieron en silencio un rato más, luego regresaron a la casa cuando los rastros del llanto no quedaban en el rostro de Paula, para así evitar que su madre preguntase que le ocurría.
Pedro arrojó el teléfono sobre la cama, cambió su reloj, se perfumó y luego fue a la cocina y destapó un agua Evian que tomó sin parar.
- Parezco estúpido rogándole tanto... ¿desde cuándo le ruego a una mujer?
Arrojó el envase vacío en la basura con bronca, por poco y no agujerea el cesto, volvió a la habitación a recoger su teléfono y luego fue al closet donde se puso una campera de cuero y enredó una bufanda en su cuello.
Salió de su loft del 4to piso de la 60 Greene St. en el Soho de NYC rumbo a la cochera y se subió a su exclusivo deportivo Italiano Rojo, Pedro era el poseedor de una de las 500 unidades fabricadas en todo el mundo del Alfa-Competizione.
Partió hacia la casa de su hermana en Upper East Side en el 116 East 61st Street donde el “Huracán Luciano” sin duda pasaría haciendo estragos en él esa noche.
Pedro iba sabiendo que su hermana lo atosigaría a preguntas, pero aunque estaba malhumorado, la tortura de hablar de Paula era preferible a los tormentosos pensamientos que albergaba es su alma y que solo compartía con su soledad.
Se apersonó en la entrada del triple donde vive Luciana y su esposo, y llamó.
Ruben le abrió la puerta y luego de saludarlo se despidió de él, pues iba de salida.
- Tu hermana está en la cocina, que disfruten su noche — le dijo Ruben mientras le abría la puerta y se disponía a irse.
- ¿Te vas?
- Sí, a mí también me toca noche de hermanos me voy a jugar bolos con Teo.
- Que disfrutes.
- Que a ti te sea leve. — Pedro rió sacudiendo la cabeza y levantando levemente la comisura de los labios, sabía que si se quedaba solo con Luciana estaba destinado a un interrogatorio extremo acerca de Paula, pero ni modo, ya estaba ahí, debía enfrentar al huracán Luciana Alfonso.
Se quitó la campera y la bufanda y las dejó en el perchero del vestíbulo, caminó por el hall y entró a la cocina donde encontró a su hermana que estaba preparando unas super hamburguesas con bacon, queso, aros de cebolla, lechuga, tomate y pepinos.
- ¿Qué dice mi hermano favorito y el más lindo de todos? — Puso la mejilla para que Pedro la besara — Uy que cara de traste, para venir con ese humor no hubieses venido.
- No me tientes de irme, en realidad, casi que no vengo... ¿eso me vas a dar de comer?
- Dejá de quejarte, es el menú ideal para ver una película y tener un buen cotilleo de hermanos.
- Especial para vos que no tenés ganas de cocinar.
- Sos insufrible ¿te vas a quejar por todo? — se dio vuelta y lo tomó de la barbilla, el permanecía apoyado contra la mesada cruzado de brazos — ya volviste de Buenos Aires, entérate —Pedro sacudió la cabeza y conjeturó para sí, su cuerpo estaba en USA pero su mente y todos sus sentidos se habían quedado en Argentina.
- No entiendo tu acotación...
- Hermanito vos no entendés lo que no querés — él esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos — Cambiá la cara y disfrutemos.
Pedro le pegó una palmada en el trasero e intentó cambiar de actitud.
- De acuerdo ¿en qué te ayudo?
- Trae unas cervezas.
Se dirigió al refrigerador y sacó dos cervezas Yuengling que destapó y bebieron mientras terminaban de preparar todo en una bandeja para trasladarlo al segundo piso donde estaba la sala de TV.
Luciana y Pedro se acomodaron para ver una película mientras cenaban.
Si bien él terminó interesándose en el film, se notaba que no estaba con su mejor ánimo.
Luciana se recostó en el sofá y apoyó su cabeza en el regazo y le dijo sorprendiéndolo.
- Tus suegros volvieron a llamar solicitando los embriones o en su defecto los óvulos congelados de Julieta.
- Mierda, porque no se dejan de joder. ¿Hablaron con vos?
- No, esta vez lo intentaron con Hernan.
- No me comentó nada…
- Supongo que no habrá querido preocuparte, como recién llegabas de viaje, además sabemos que es un tema que no te hace bien.
Dijeron que interpondrán una demanda si no se los damos. Que apelaban a la buena voluntad nuestra, ya que fuimos familia.
- Que me demanden, lo que lamento es que se verá involucrada la clínica … me están amenazando a mí indirectamente.
- ¿No volvieron a hablar con vos?
- Lo hicieron el año pasado y fui muy claro. No volverán a intentarlo, saben que los voy a sacar como rata por tirante. Mañana voy a hablar con Federico, quiero saber qué posibilidades hay que puedan ganar una demanda, no quiero que me tomen desprevenido — Pedro tomó una gran bocanada de aire — Cuando Julieta y yo congelamos esos embriones y esos óvulos lo hicimos pensando que ella se iba a curar y luego los implantaríamos en su vientre, o en otro alquilado, pero en el caso de sus óvulos siempre fueron para procrear con espermatozoides míos.
No voy a permitir que procreen esos óvulos con otros espermatozoides.
Julieta era mi esposa y ella no está ahora para decidir qué hacer con ellos.
- Tranquilo hermanito, no hay precedente en un caso así, inclusive se ha decidido en cortes con embriones congelados de padres separados dejar morir los embriones porque una de las dos partes no quería ser padre involuntario. Es un tema complejo, pero en cuestión de ética muchos pueden pensar que si son embriones son personas, pero no es el caso que de los óvulos sin fecundarse, quédate tranquilo no los conseguirán. Además ya pasaron más de dos años que se hizo el procedimiento y por ley si nadie ha reclamado esos óvulos en ese lapso esos óvulos, nos corresponden a nosotros al laboratorio, ni siquiera vos ya sos el dueño, claro no es el caso de los embriones.
- Mañana sin falta hablaré con Federico — Luciana experimentó un cambio brusco y rápido de tema.
- ¿Y Paula? ¿Que hay entre ella y tú?
- No Luciana por favor, no estoy de humor para un interrogatorio.
- Tú nunca estás de humor...
- Pero hoy no, te lo ruego.
- Esa chica te tiene mal ¿no? Me doy cuenta como te congelas cuando la nombras.
- Esa chica pertenece a mi pasado punto.
- Hmm, ¿por qué intuyo que querrías que perteneciese a tu presente y futuro?
Pedro se la quedó viendo,Luciana lo conocía mejor que nadie, con ella no podía disimular.
- Luciana ella no quiere saber nada conmigo — lo dijo con verdadera pena y hasta él se extrañó la forma en que se expresó.
Ella se sentó como tiro en el sofá y se cruzó de piernas tomando las manos de su hermano.
- Ah no, pero... ¿Quién es esa tonta que desprecia a mi hermanito?
- No es ninguna tonta, es muy inteligente y mejor que todo haya terminado, no soy bueno con las relaciones monógamas y por otro lado no merezco su amor ni el de nadie.
- Creí que habías superado esa etapa en que creías que no tenías derecho a ser feliz porque Julieta murió y vos te dedicaste a hacerla infeliz en vida, entre comillas porque eso es lo que vos pensás.
- ¿Acaso no fue así?
- Dios que terco que sos... ella fue feliz y la vida no le permitió serlo más.
- ¿Te olvidas que me dedique a engañarla con cuanta mujer se me cruzó? lo que pasa que vos siempre justificás todo lo que yo hago, de una u otra forma siempre buscás la manera.
- No es cierto, yo no considero que ella haya sido una mujer engañada, por otro lado si Julieta fue cornuda fue porque ella lo permitió, ella se empecinaba en volver con vos cuando sabía que vos estabas con otras, y siempre que volviste con ella le fuiste fiel, sé que está muerta y no debería hablar así, pero es la verdad.
Simplemente creo que vos no estuviste realmente enamorado de ella y que estaban juntos por costumbre, por comodidad, luego ella enfermó, y vos en ese momento creíste que la amabas, pero en realidad fue más que nada compasión lo que sentiste y por eso te casaste con ella, hiciste lo que todo el mundo esperaba que hicieras, que te casases con tu novia de la preparatoria.
Pedro… estuvieron siete años de novios, y antes que ella enfermara nunca te planteaste la posibilidad de casarte y formar una familia. ¿Porque sos tan duro con vos, porque no podes ver eso?
- No quiero que hables así.
- ¡Pedro!...
- ¡Luciana!...
- Está bien, no hablemos más de Julieta, pero hablemos de Paula.¿Por qué no quiere saber más nada con vos? ¿Qué le hiciste? o simplemente se trata de que no le gustas.
- Nos gustamos los dos, es más que una atracción física, nunca sentí nada igual por otra mujer... — Pedro se atrevió a confesar, lo necesitaba, precisaba sacar todo eso que tenía guardado y que lo atormentaba y que se negaba a reconocer.
- ¿Entonces?... — Luciana abrió los ojos exorbitantes con la revelación de su hermano.
- Ella cree que estoy casado...
- ¿Y vos no le dijiste que no? ¿no le dijiste que sos viudo?
- No, dejé que lo creyera.
- ¿Qué hago, te cago a palos? — Pedro se encogió de hombros.
- Es complicado, quise hacerlo, pero ella no me quiso escuchar.
- Discúlpame, pero estoy segura que mucho no insististe, te conozco.
- Bueno sí, me enojé y me vine para NY.
- Mierda, Pedro, ¿por qué rechazas tu felicidad de esa forma? ¿por qué?
- No estoy acostumbrado a rogarle a ninguna mujer y tampoco voy a hacerlo con Paula.
- Esas son excusas…
- Quiero olvidarla, no me estás ayudando.
-Pedro te escucho y no lo creo — Luciana tomó su rostro entre sus manos — te enamoraste Pedro, estás enamorado.
- No, solo estoy obnubilado… Mierda Luciana, si, me enamoré, me enamoré como un estúpido.
Pero voy a olvidarla.
- El amor no se olvida así porque sí, para hacerlo solo tienes que dejar de sentirlo, ¿y cómo planeas hacer eso?
Pedro no contestó nada… se quedaron en silencio.
- Tienes que reconquistarla…
- No voy a hacer eso. No pienso mover ni un músculo.
- ¿Cómo es? Ella, ¿cómo es? ¿es linda?
- Es hermosa, inteligente, talentosa, buena persona, buena hija y hermana, es cariñosa, es brillante. — contestó como un poseso y luego sacó su teléfono y le mostró una foto en donde ambos estaban juntos. — Ustedes se llevarían muy bien, tienen muchas cosas en común, Paula ama salir de compras, los zapatos y las carteras son su debilidad, igual que tú, ah también le gusta cocinar. —Luciana sonreía al ver el frenesí con el que Pedro hablaba de Paula, solo preguntar como era, hizo desatar en él una pasión impensada, esa necesidad que solo se siente cuando se está enamorado y uno no puede más que admirar a la persona que se adueñó de su corazón.
- Wow, sí que es bella, es una belleza latina, acá solo se le ve el rostro, pero presumo que tiene un muy buen físico.
- Uff, tiene un trasero soñado y las bubis más perfectas que he visto — añadió Pedro y fue casi un pensamiento en voz alta y no una respuesta.
- Y después de haberla descrito con esa vehemencia y de enterarme que guardas fotos de ella en tu teléfono ¿aún crees que puedo creerte que la vas a olvidar?
- Sí, voy a hacerlo. — intentó parecer convincente, pero en realidad solo estaba tratando de convencerse a sí mismo.
- Ok cuando lo consigas me dejo de llamar Luciana Alfonso
Pedro puso los ojos en blanco y en ese momento sonó su teléfono. Miró la pantalla y puso mala cara.
- ¿Qué pasa, quién es?
- Rachel, quiere que mañana la acompañe a Jamesport y no tengo ni un poquito de ganas de ir, pero ya le dije que iría.
- Invéntate una excusa.
- No, iré de todas formas, me vendrá bien despejarme un rato.
Luciana se encogió de hombros mientras Pedro tomaba la llamada, entonces aprovechó, y juntó todo en la bandeja y bajó a la cocina en el primer piso a buscar el postre.
Como ella sabe que a Pedro todo lo que sea con manzanas le fascina, regresó con una Apple Crisp que su hermano disfrutó devorándolo.
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