sábado, 12 de julio de 2014

CAPITULO 2



Llegamos al noveno piso donde quedaba mi departamento y la puerta del ascensor se abrió... Mati me flanqueó la salida. Caminamos hasta el final del pasillo, puse la llave en la cerradura y abrí la puerta de casa.


- ¿Y ahora qué hiciste?


Le dije sin pensarlo, mientras me saqué los tacones cuando di un paso dentro, acomodé el maletín sobre la mesa y tiré mi bolso sobre el sillón.


- Nada, te juro que nada, pero...


- ¿Pero qué Mati?


Los peros nunca vienen con algo bueno… siempre encierran algo más y con mi cara se lo hice saber.


Él fue hacia la cocina en busca de unas bebidas frescas, mientras se arremangaba la camisa y desabrochaba un botón más de su cuello, Matias en mi casa sabia que podía sentirse como en la suya, y así se manejaba.


Entre nosotros había mucha, muchísima confianza, entre tanto, yo fui a mi pequeño estudio, y prendí mi ordenador para poner música y amenizar la charla, encendí también el aire acondicionado para refrescar el ambiente.


Nos conocíamos tan bien que no hacia falta hablar, actuábamos con tanta naturalidad, que a veces los extraños se asombraban de lo bien que nos complementábamos. 


Varias veces han creído que éramos algo más que amigos, yo hasta podía cambiarme en su presencia sin sentir pudor alguno, porque sabia que él jamás, me miraría sino como se mira a una hermana y eso muchas veces le traía problemas con sus parejas, que no entendían nuestra relación de amigos y lo celaban, a mi también me lo habían traído en el pasado con Guillermo.


Me metí en mi habitación y me quité las prendas que llevaba puestas quedándome en ropa interior, mientras, buscaba mi conjunto deportivo en el primer cajón del guardarropa.


El idiota de Mati me apoyó la lata de gaseosa en la espalda desnuda y me hizo gritar.


- Aaaaaaaah, pavote...


- Tomá — me dijo y extendió su mano para que yo la alcance.


Le di un sorbo grande y se la devolví, esperando que pueda sostenerla por mí mientras me ponía el pantalón deportivo y una remera.


Volví a sostener la lata de coca-light y bebí un poco más, el permanecía apoyado en la entrada de mi guardarropas.


- Bueno, dale, desembuchá, ¿qué cagada te mandaste ahora con esa pobre chica? que soporta más de lo que cualquiera puede.


Matias puso cara de yo no fui y me pareció sincero, sabía reconocer claramente cuando me mentía.


- Te lo juro amiga, mírame, te juro no hice nada, pero ella leyó un mensaje de Claudia, y se imaginó cualquiera.


- ¿Claudia otra vez Mati? — le dije con cansancio — ¿Pero no era que nunca más con Claudia?


- Si, nunca más, solo coincidimos en la casa de Ezequiel el otro día y cuando me fui me mando un Whats para decirme que se había divertido mucho y con tanta mala suerte que lo leyó Dai. Te juro, que en lo de Eze solo estuvimos hablando, primera vez que cuando la veo, no me la transo, ni me la cojo.


- Hmm, no te creo... — quise ponerlo a prueba para ver si realmente me estaba diciendo la verdad — ¿y para que me contás a mí?


Hice una mueca que decía, sé tu intención…


- Para que me des una ayudita. — Juntó sus manos en modo de súplica. — tenés que hablar con Dai y explicarle, a mí no me escucha ni me cree. Ayer le deje quince mensajes de voz, ninguno contestó.


- A sí… como si a mí me va a creer... sabes lo que piensa de nosotros, que nos cubrimos en todo... dejame ver, la llamo y te cuento.


- Gracias amiga sabía que lo ibas a intentar.


Me abrazó, me dio una vuelta en el aire y me lleno la mejilla y el cuello de besos.


- Bueno, bueno, no festejes tanto que aún hay que ver si pueda convencerla, o… ¿te olvidás que la vez anterior que pelearon, te encontró en la puerta del baño del restó de Marcos transando con ella?


- ese día ¡¡ella me transó a mí!! — Se defendió Mati.


- ay si claro, pero la nuca se la tenías bien agarrada y te la estabas apoyando mientras te la devorabas, yo también te vi ese día, así que no te vengas a hacer el santo.


- pero esta vez te juro que no paso nada de nada. Preguntale a Ezequiel si no me crees.


- dale bobo como si no te fuese a tapar él... igual te creo — me encogí de hombros — a mi no tenés necesidad de mentirme lo sé. Pero no se te ocurra decirle a ella que le pregunte a Ezequiel, eso suena menos creíble que nada.


- entonces… organizo con el de archivo y si me arreglo con Dai salimos los cuatro ¿te parece?


- te dije que no, no me gusta.


Le dije mientras sentada en el borde de la cama me calzaba las zapatillas.


- amargada... últimamente nadie te gusta. ¿Cuando te vas a olvidar de Guillermo? el ya se casó, a parte ni que fuera Brad Pitt, es un negro engreído con título. Date la oportunidad de conocer a alguien más.


- no soy amargada y nada tiene que ver con Guillermo, no sé por qué lo mencionás... simplemente no quiero tener nada con nadie de la oficina y Ernesto encima ni me gusta.


- está bien, está bien, no insisto más, ya me quedó claro, no te pongas en ese estado.¿Qué haces esta noche?


- Nada en especial, me voy a quedar en casa a que terminar unas cosas que me traje de la oficina, hoy el día se me hizo más corto de lo normal con tanto trabajo que hay, y no pude terminarlas y el lunes llega el yanqui.A las nueve y media tenemos la junta así que… tengo que terminar sí o sí una planilla de cálculos y porcentajes que Noelia me pidió que tenga preparados.


- Uy fanática del control, pero si hoy es viernes, tenés todo el finde para terminarlos.Dale, con Ezequiel vamos a ir a Tequila, hoy me llamó que llegó su primo de New York, me dijo que te avisara.


- ¿Quién, Mikel?


- Si él.


- Uy ese bombón tiene toda la onda, me acuerdo la última vez que estuvo en Buenos Aires estuvimos de joda por quince días.


- Si me acuerdo, después nos fuimos a Punta, ¿te acordás lo bien que lo pasamos?


- Siiiii —me reí — ya hasta le estábamos enseñando a hablar español.


- Bueno entonces… ¿venís? — solo me bastaron unos segundos para decidirme, de pronto tuve ganas de despejarme.


- Me convenciste, pero no quiero manejar, sino no pudo tomar nada.


- Te pasamos a buscar con Ezequiel, igual, el auto de él por lo que me comentó lo dejaremos en el hotel de su primo, parece que vino con un amigo que tiene toda la guita y hasta chofer tiene.


- ¿Y entraremos todos en el auto?


- De última, yo me voy en un taxi con vos por eso no te hagas problema.


- Si claro, a mitad de la noche te enganchás a alguien y quedo varada… — sabía lo que estaba diciendo, no sería la primera vez.


- Te digo que no, tengo el corazón roto, solo pienso en Daiana estoy deseando que hoy la encontremos allá.


- Ok, ¿a qué hora me pasan a buscar?


- tipo nueve porque hay que ir al centro a buscarlos a ellos, cenamos en el hotel y después a Tequila a romperla.


- Listo Mati, ahora bajemos o llego tarde a mi clase... ayudame a apagar todo por favor.


Bajamos en el ascensor y nos despedimos en la vereda con un abrazo, Matias partió en su automóvil y yo me calcé los auriculares de mi iPod, mientras que al ritmo de un reggaeton iba camino al gimnasio que quedaba a dos cuadras de mi casa.


A las ocho ya estaba de regreso, me tomé una bebida hidratante mientras me preparaba el baño para ducharme, pues estaba toda sudada. Me quité las zapatillas sin desanudarlas, rápidamente me deshice de la ropa y me metí bajo el chorro de agua que me azotaba en la espalda, buscando alivio y relax.


Me jaboné el cuerpo, luego lavé mi larga cabellera morena y sin demorarme más cerré la canilla o se me haría tarde y para cuando los chicos llegasen no estaría lista.


Con Mati no había problema, él está acostumbrado a esperarme y nunca se quejaba, él es un buenudo conmigo.
Pero Ezequiel es el ser más quisquilloso con la puntualidad y no quería escucharlo.


Me sequé el pelo con el secador de mano y luego lo alisé con la planchita, me miré en el espejo del baño y me gustó el resultado, lucía sexy y prolijo pensé.


De uno de los cajones del mueble del baño, saqué un estuche que contenía mis maquillajes, delineé mis grandes ojos verdes, luego me maquillé los párpados con una sombra gris oscura pues pensaba ponerme un vestido gris con lentejuelas plateadas, y les brindé un touch de rubor a mis mejillas, culminando el maquillaje de mis ojos, me apliqué máscara de pestañas y abundante brillo labial en los labios para que lucieran bien carnosos.


- Hmm que mona Pau, te ves bien... Me dije en voz alta contenta por mi reflejo en el espejo. Me sentía entusiasmada con la salida, no podía explicar por que me sentía así, pero en realidad ese era mi estado.


Salí del tocador dirigiéndome al dormitorio e introduciéndome en el guardarropa, me calcé un conjunto de ropa interior en encaje negro, acomodé mis senos levantándolos, para que parezcan más turgentes dentro del corpiño, y seguidamente me puse el vestido que había elegido.


Para los pies, elegí unos Ricky Sarkany de quince centímetros de tacón, que estaban de muerte y que hacían que mis piernas parezcan aún más largas, me eché una última mirada en el espejo…


“Pau definitivamente hoy te ves sexy”…


De pronto sentí un sonrojo al pensar que no era nada modesta, de todas formas como era raro en mí sentirme cómoda y a gusto con mi reflejo, me animé a continuar teniendo esas consideraciones.


Enmarqué mi rostro con unos pendientes cortos de strass, que combinaban con los brillos del vestido, y me rocié abundantemente con J’adore de Dior — hmm, mi perfume preferido.


Precisamente cuando terminaba de acicalarme, sonó el timbre del portero eléctrico.


Fui hasta el telefonito que colgaba en la pared junto a la puerta de entrada y miré la hora, las nueve en punto.


- ¿Quién es?


- Matias, ¿estás lista?


- Ya bajo.


Tomé el bolso, cerré el departamento, pero antes revisé que nada quedara encendido y entonces sí, me marché al encuentro de mis amigos.

PROLOGO



La vida de la gente que se encuentra a mí alrededor transcurre, sigue su camino, la mía parece haberse detenido…


Soy hija, hermana, cuñada, tía, amiga y administradora intachable de una empresa…


Pero cuando pienso en el verdadero sentido de mi vida… 
parece haberse ido con mis sueños de felices para siempre.


Ya pasaron dos años… pero siento esa punzada en mi pecho como si fuese ayer, y en mi mente solo hay lugar para el recuerdo de esa última visión, que me perturba y no me deja seguir adelante….



Llegaron más regalos de boda, mi casa es un caos de desorden y esta noche llega mamá y mi hermano de Mendoza y urge hacer un poco de orden en mi departamento, así que decido juntar los obsequios y llevarlos para el que será nuestro hogar a partir de mañana.


Llego y el automóvil de Guillermo está estacionado en la puerta del edificio…


“¿Qué raro? no me dijo que vendría para acá”.


Subo por el ascensor con los paquetes, y me encamino con la llave en la mano para ingresar en el departamento, desde afuera, se siente música y risas.


Agudizo mis sentidos, intento escuchar tras la puerta e individualizo la risa de Guillermo y otra risa femenina que me resulta muy familiar, pero no logro reconocer, o quizá mi mente se niega a hacerlo, se oye nuestra canción, la que ponemos cuando hacemos el amor.


El corazón me late a mil kilómetros por hora.


De pronto las risas se callan, sigue oyéndose la música pero nada de las personas que están dentro, espero unos minutos y pongo la llave en la cerradura intentando no hacer ruido.


Entro, pero no hay nadie en la sala, de todas maneras puedo ver un camino de ropa que empieza en el sofá, y sigue hacia el dormitorio.


Siento que las piernas me tiemblan, que la respiración me falta, y que los sentidos me abandonan.


Camino en puntas de pie para no ser escuchada… me paro en la entrada de la habitación, y sencillamente no puedo creer lo que estoy viendo.


Deseo fervientemente que sea un sueño, un mal sueño, porque esto sencillamente no puede ser verdad.


Recuerdo que mañana es el día, mañana nos casamos.


Guillermo estaba tendido de espaldas sobre nuestra cama, aferrado a las nalgas de ella, que cabalgaba sobre su sexo mientras entraba y salía del suyo.


Las palabras no salían de mi boca, quería hablar pero estaba paralizada, inerte ante lo que estaba viendo.


De pronto un hilo de mi voz salió…


- ¿Les ayudo a hacer la cama?


Guillermo saltó de donde se encontraba… ella intentó taparse con las sábanas.


Mi amiga, mi mejor amiga…


Las palabras de Guillermo eran un sonido lejano… pero no lo escuchaba, tampoco lo veía.


En mi mente solo se había quedado la imagen de sus dos cuerpos unidos por sus sexos….


Cerré los ojos y sacudí mi cabeza para traerme a la realidad, al hoy y al ahora.


Pasaron dos años… duele como si hubiera sido ayer.


En este instante pasaba frente a mí, una mujer embarazada y reflexioné nuevamente.


Soy hija, hermana, cuñada, tía, amiga y administradora intachable de una empresa…


¿Dónde se quedó la mujer?


Nadie me espera…


A nadie espero….


Soledad….


Una profunda soledad es la que tengo.


¿Podré algún día encontrar a mi felices para siempre?


¿Tendré alguna vez la oportunidad de ser feliz?