martes, 22 de julio de 2014
CAPITULO 34
Pedro lucia muy apuesto como siempre, había elegido vestirse muy casual, con un pantalón de corte recto desgastado en jeans claro D&G que le quedaba muy ajustado y le imprimía un trasero perfecto, llevaba una remera muy ceñida, de color blanco que le marcaba sus trabajados bíceps y calzado deportivo, se perfumó con Clive Christian Nº 1 y estaba para comérselo, creo haberme vuelto adicta a este hombre.
Yo estaba terminando de vestirme mientras me miraba en el espejo del vestidor cuando él abrió la caja de valores de la habitación del hotel y guardó su Vacheron Constantin para ponerse un Hublot King Power F1™ Austin él era exclusivo por dentro y por fuera, o al menos yo estaba tan atarantada con él que así lo veía.
Luego tomó un bolso de mano y empezó a prepararlo con ropa para pasar el fin de semana en Los Castores, sin dejar de seguirlo con la vista me ocupaba de recomponer mi maquillaje, me resultaba sumamente difícil apartar mis ojos de su cuerpo,Pedro se había vuelto una droga para mí.
Él también permanecía atento a lo que yo hacía, las veces que había pasado por mi lado había dejado un beso, ya sea en el cuello, en la mejilla, o en el pelo, era como si no pudiera apartarse de mí, y eso me agradaba enormemente.
Pude oír claramente cuando se comunicó con Mikel y le informó que el lugar de encuentro era en el Library Lounge en media hora, le explicó que luego pasaríamos por mi casa a recoger mis cosas y que ahí nos íbamos a encontrar por supuesto con María Paz quien también iría con nosotros a la casa de su primo…
Ya estábamos los tres en la calle listos para irnos, Oscar se había encargado de tener mi automóvil frente a la entrada del Faena para cuando salimos.
Le ofrecí a Pedro si quería manejar y entonces dio la vuelta hacia el lado del conductor y se acomodó con presteza al volante.
Partimos para mi casa, me sentía feliz, que haya aceptado conducir, pues de esa forma no tenía que privarme de verlo ni por un instante.
En el camino Mikel me estuvo interrogando como era su date, después de mi descripción, debo confesar que se lo veía bastante intrigado.
Cuando llegamos a mi casa dejamos el automóvil estacionado afuera, pues no tenía sentido meterlo en el estacionamiento ya que en breve partiríamos. Por suerte justo había un lugar libre para aparcar.
Mi departamento es un semi-piso ubicado en el barrio del bajo Belgrano, del cual soy propietaria gracias a la ayuda de mi mamá y mi hermano, subimos en el ascensor, era la primera vez que Pedro venía a mi casa y yo estaba nerviosa, esperaba que el lugar le agrade, que se sienta cómodo, sé que no vivo con grandes lujos, y aunque es un lugar austero también es muy digno con un diseño interior muy vanguardista.
Abrí la puerta de entrada e ingresamos en el ambiente integrado que forman el estar, el comedor y la cocina.
Cuando decoré mi casa, utilicé tonos pasteles muy claros, tanto en la tapicería como en los pesados cortinados, por lo que todo armonizaba perfectamente.
Todo lucía impecable, además por la mañana había estado la señora que me ayuda con la limpieza.
Una mesa oval de madera oscura para seis comensales con sillas de tapicería en beige y crema conformaba el comedor, en el estar los muebles de estilo de la sala combinaban clasicismo y modernidad, en tonos gris y crema para el sofá.
Los sillones estaban ubicados frente al ventanal que ofrece una vista panorámica de la ciudad.
Como es un departamento con muchos ventanales casi no hay paredes para poder colgar demasiado arte, así que los cuadros que allí hay realmente son muy pocos, y los pocos que poseo, los adquirí en una galería de arte de San Telmo, de un artista nacional, a muy buen precio.
El área de la cocina estaba delimitada del resto del departamento, por un desayunador con banquetas altas en tapicería marrón, que armonizaba con la pulcritud del color blanco de las mesadas y la elegancia de los muebles de madera oscura en líneas muy simples de las alacenas. Los artefactos de la cocina todos en acero inoxidable daban al lugar ese toque de orden infinito.
La puerta de mi dormitorio estaba abierta, como la de mi pequeño estudio, Pedro se acercó y se asomó para terminar de curiosear mi casa.
Mikel me elogió por el buen gusto en la decoración de mi departamento, y se acomodó en el sofá mientras espiaba los títulos de los libros que estaban sobre la mesa baja del lugar.
Pedro por su parte también lo ponderó, me dijo que se veía muy cómodo y funcional, según él, el departamento era tal cual lo había imaginado, acorde a mi personalidad.
- ¿Quieren tomar algo, cerveza, jugo, gaseosa? sírvanse lo que deseen de la heladera mientras me cambio y busco algo de ropa para llevar, estaba entrando a mi dormitorio y asomé mi cabeza para decir — Pedro en mi cartera está mi iPod si querés poner música conéctalo con el sistema de sonido del ordenador — le indiqué señalando hacia mi estudio.
- Ok no te hagas problema nos arreglamos.
Los dejé en la sala cerré la puerta de mi habitación y me introduje en el vestidor a buscar ropa para cambiarme.
Me decidí por unos shorts de jeans, una remera de modal cruzada muy ceñida que resaltaba enormemente mi busto y me puse mi calzado de corcho y plataformas. El pelo me lo dejé suelto.
Luego que terminé de cambiarme separé sobre la cama la indumentaria y calzado que llevaría. Tomé un bolso de mano y acomodé rápidamente todo en él.
Del baño tomé el pote de bronceador y protector solar y mi neceser de viaje.
Salí a la sala, Pedro recorrió con su mirada mis piernas mientras tomaba un sorbo de su Corona, recogí mi cartera del sillón donde la había dejado apoyada, y pasé las cosas que allí llevaba a mi bolso Louis Vuitton que era más amplio y más adecuado, y que además, combinaba con el color de mis plataformas.
- Ya casi estoy lista.
- Tranquila preciosa, estamos muy cómodos — me dijo Pedro mientras me hacía un guiño, que yo devolví con una sonrisa y un beso al aire.
Ambos estaban tomando una cerveza y escuchaban a Fergie que cantaba Big Girls Don't Cry.
Luego de hacer el cambio fui hacia la cocina y me busqué una lata de gaseosa Light, que destapé y sorbí en aquel lugar, no la terminé así que la dejé apoyada sobre la mesada del desayunador y me fui a seguir preparando las cosas, pero el timbre interrumpió mi cometido.
Volví tras mis pasos y atendí el portero eléctrico, cerciorándome quien era. Como suponía era María Paz, así que le dije que subiera mientras oprimía el botón para que pudiese entrar.
- Subí Mapi.
Le guiñé el ojo a Mikel y cuando colgué el telefonito le dije — llegó.
Mi amiga no tardó en subir, le abrí la puerta y la invité a pasar, nos abrazamos efusivamente y nos saludamos, hacía un par de semanas que no nos veíamos.
Ella era muy perspicaz y desinhibida le presenté a Pedro y por último le presenté a Mikel.
- ¿Querés tomar algo Mapi?
- Si vamos con tu auto y me salvo de manejar quiero una cerveza… — apuntó ella mientras miraba la que Mikel tenía en su mano.
- Claro no hay problema ahora lo guardamos al tuyo en la cochera.
- Perfecto.
Hmm, creo que ambos se gustaron, pensé de inmediato… no dejaban de mirarse y muy pronto entablaron conversación, además María Paz era una persona muy encantadora, instruida, y socialmente muy locuaz, por lo que pronto se comunicó con Mikel y también con Pedro, ella hablaba perfectamente en inglés, así que se expresaba sin ninguna dificultad.
Mikel y ella congeniaron enseguida, estábamos terminando nuestras bebidas y haciendo un poco de tiempo para que la conversación entre ellos fluya.
Pedro me preguntó donde estaba el baño yo en ese momento me había levantado aduciendo que iba a terminar de acomodar mis cosas. Le indiqué a Pedro que tenía uno en la puerta que estaba al lado de mi estudio y otro en mi habitación, obviamente como yo iba en esa dirección él se decidió por ese.
Entramos en mi cuarto y me manifestó…
- ¿No había otra cosa para ponerte? — mientras tironeaba de mis shorts.
No sabía si me estaba hablando en serio o estaba bromeando, me causó gracia verdaderamente, es que no estaba acostumbrada a que cuestionen mi vestimenta, Guillermo jamás lo había hecho.
Lo miré y le dije…
- ¿Qué tienen? Vamos a una casa de fin de semana, todos andan vestidos así.
- Esos shorts son muy pequeños — dijo mientras se aferraba a mi cintura…
- ¿Pero no te gusta como me quedan?
- Ese es el problema, te quedan demasiado bien y la vista de todos se irá a tu enorme trasero — me lo palmeó mientras opinaba.
Entonces yo bajé mis brazos que descansaban en sus bíceps y me aferré de su trasero y se lo apreté diciéndole…
- Y estos jeans te quedan muy ajustados y te hacen un trasero perfecto y te aseguro que a más de una las vas a calentar, sin embargo no te dije nada — bromeé carcajeando.
- Sos imposible — también se carcajeó — Hmm, por cierto tu cama se ve muy cómoda, a ver cuando la probamos…
- Que pena, si no estuvieran ellos en la sala la hubiésemos podido probar ahora — le dije.
- No me tientes Paula, porque trabo la puerta y que todo se vaya al demonio.
Nos reímos y nos besamos… luego Pedro fue al baño y yo tomé mis cosas y las llevé para la sala.
María Paz metió el auto en mi cochera y los cuatro nos acomodamos en el mío partiendo hacia Los Castores.
CAPITULO 33
Llegamos al Faena, el ballet parking se acercó y le entregué las llaves de mi auto.
Pedro bajó con los maletines de ambos, cuando me tuvo a tono, me tomó de una mano para dirigirnos hacia los elevadores. Tocó el botón de llamada y ni bien subimos, me dio un beso dentro del elevador que me dejó tambaleando, me aprisionó contra el fondo del ascensor tirando todo su cuerpo sobre mí, el beso fue tan intenso, que tuve la sensación que lo que pasaría dentro de la habitación sería muy rápido, y no quería eso… deseaba que nos tomemos nuestro tiempo para disfrutarnos.
Llegamos al piso de la Tower Suite.
Pedro me condujo por el pasillo hasta que estuvimos frente a la puerta, abrió y entramos.
Dejó los maletines en el sofá yo me acerqué, y junto a ellos dejé mi bolso.
Tironeó de su corbata y se la quitó, también desabrochó el primer botón de su camisa, y echó los hombros hacia atrás para deslizar el saco que dejó acomodado en el respaldar en la silla de la sala.
Yo me había quedado de pie junto al sofá, siguiendo sus movimientos, entonces se puso frente a mí y me dijo…
- Ven acá — extendió una mano, para que vaya donde el permanecía parado, junto a la mesa de la sala, luego mientras sus brazos me cobijaban me habló muy cerca de los labios — ¿Recordás lo que me dijiste en el restaurante?
- Sí… — afirmé — te dije que te quería enterito y te pregunté si te era posible consentirme.
Reí maliciosamente, él también, luego me besó muy tiernamente mientras me corría el pelo de la cara, yo ese día lo llevaba suelto, luego se separó de mí, hizo un paso hacia atrás y abrió sus brazos para indicarme.
- Acá me tenés, soy todo tuyo, para que hagas lo que quieras conmigo.
- ¿Lo que quiera? — pregunté.
- Lo que quieras — confirmó.
Me llevé un dedo a la boca mientras pensaba que hacer con él… se me ocurrieron muchas cosas así que… era momento de empezar a ponerlas en práctica.
Lo tomé de la mano y lo llevé para arriba.
- ¿A la cama? — me preguntó…
Me dí vuelta y lo hice callar, llevando mi dedo sobre mis labios y mientras le decía con una onomatopeya.
- Shh.
Se sonrió y me pegó una nalgada, pero seguimos subiendo hasta que llegamos al piso donde estaba el baño, me detuve, y lo llevé al interior, lo deje parado en la entrada, entonces le indiqué…
- ¡¡¡Guío yo!!! Solo harás lo que yo quiera que hagas.
Le dejé bien en claro y se lo dije con una voz oscura que ni yo misma sabia que poseía, tampoco tenía idea de donde había salido. Sé que mis palabras lo llevaron a descontrolarse, pero entonces, cerró sus ojos e intentó buscar su autocontrol, en lo más profundo de su ser, sé que a él le gustaba controlar, pero no se negó.
Lo agarré de la barbilla y le dí un beso profundo y caliente, muy caliente.
Lo dejé tambaleando y con su pene hinchado, cuando me retiré pasé mi mano por su bragueta y pude comprobarlo.
Caminé hacia el jacuzzi y lo dejé esperando, él me estaba complaciendo, así que se quedó viendo y aguardando lo que yo haría.
Me agaché para poner el tapón de contención, y le dí una vista panorámica de mi trasero, procuré emplear toda mi sensualidad al inclinarme.
Llevaba una falda de color blanco que demostraba monumentalmente que mi culo era grande… luego de abrir los grifos, me estiré para tomar el frasco del baño de espuma que descansaba en uno de los bordes internos y lo eché en el agua.
Aún permanecía de espaldas cuando comencé a bajarme el cierre de la falda, sin soltar la cremallera me di vueltas para verlo, me sonreí carnalmente, él hizo un montoncito con sus dedos y los besó para indicar que eso había sido exquisito.
No me la saqué, solo la desabroché.
Hmm… me asombré, no sabía que podía ser tan sexy.
Seguí con mi tarea de seducción.
Me di vuelta quedando nuevamente enfrentada a él, y saqué mi camisa de adentro de mi falda, me desabroché los botones de abajo hacia arriba, pero me detuve justo a la altura del corpiño, tomé la blusa de los extremos de la abertura y la separé, enseñándole mi abdomen, levanté mi cabeza y la eché hacia atrás mientras me mordía el labio inferior, regresé mi mirada a los suyos y volví mis manos a la abotonadura, le hice una mueca como preguntándole ¿sigo?
Levantó una ceja y juntó sus manos a modo de súplica pero no me convenció, puse mi rostro lo más serio que pude y negué con la cabeza, él hizo un mohín, pero yo me volví a dar vuelta sin hacerle caso.
El agua caía a borbotones mientras se llenaba el jacuzzi, el sonido y el momento era embriagador, imaginar lo que ocurriría luego dentro del agua, potenciaba todos los sentidos.
Me terminé de desabrochar la camisa, siempre de espaldas a Pedro.
¡¡Wow!! Dios, el instante estaba cargado de tanta sensualidad y sexualidad que sentía claramente como mi vagina se había humedecido, me sentía todopoderosa y sugestiva, todo era muy erótico, Pedro me hacia sentir sensual.
Tiré hacia atrás mi camisa dejando al descubierto primero uno de mis hombros y luego el otro, la sostuve a la altura de mis codos, giré mi cabeza mientras lo hacía, para ver la expresión de Pedro, él estaba extasiado…. Y eso me motivaba a ser más sensual aún.
En mi mente se tejían imágenes, quería complacer todas sus fantasías y las mías e intentaba trasmitirlas para enloquecerlo.
Probó caminar hacia mí, pero le dije con la cabeza que no, se sonrió, negó incrédulo y continuó permaneciendo de pie en el lugar, finalmente dejé caer mi camisa al suelo y fui por el corpiño… lo desabroché y lo hice deslizar por mis brazos para depositarlo también en el suelo sobre mi camisa.
Yo permanecía de espaldas… con el torso totalmente desnudo, con mis manos me corrí el cabello, llevando todo el largo hacia delante de mis hombros para que Pedro pudiera observar la desnudez de mi espalda, entonces, comencé a bajarme la falda, enganché mis pulgares y la deslicé por mis caderas, dejando al descubierto el hilo dental que ese día llevaba puesto.
Me sostuve del jacuzzi para levantar un pie y luego el otro y así liberarme de mi pollera, cuando lo conseguí y para provocarlo un poco más, separé mis piernas, aún llevaba puestos mis zapatos de tacón verde y sabía que así me veía muy sexy, decidí tirarme hacia delante sin flexionar las rodillas, con el firme propósito de tocar el agua con la mano y así ofrecerle una fotografía completa de mi vagina, que solo estaba cubierta por la diminuta bombacha que llevaba puesta.
Sentí que Pedro resopló… lo que me concientizó de lo excitado que estaba.
Me puse de pie, cubrí mis pechos con uno de mis brazos y me di la vuelta quedando de frente a él, estaba decidida a no mostrarle aún mis tetas….
- Tu turno — le dije — quiero ver como te desvistes….
Me ofreció un guiño de ojos… y comenzó con la tarea… Se quitó primero sus zapatos y las medias con presteza… luego desabrochó el primer botón del pantalón y se quedó viéndome, sus ojos bailoteaban por todo mi cuerpo.
Siguió sacándose la camisa, se quedó con el torso desnudo pero antes que se despoje de su pantalón, le indiqué con el índice mientras lo movía llamándolo, que se acercara. Pedro caminaba pausadamente hacia mí, y me di la vuelta para cerrar la canilla, el jacuzzi ya estaba lleno.
Me quedé de espaldas y él se aferró a mi cintura por detrás, necesitaba sentir sus manos en mi cuerpo así que… lo dejé acariciarme el vientre, sus manos me quemaban, ardían, no desaprovechó la oportunidad y apoyó contra mis nalgas su erección, que se evidenciaba bajo sus pantalones.
Cielo estaba tan duro… me besó el cuello, los hombros y entonces me di vuelta para apoyar mis tetas en su musculoso pecho, lo abracé y me aferré a su nuca entrelazando mis dedos en su pelo, amagué para besarlo pero no lo hice, se mordió el labio, volví a hacer un amague y esta vez solo lo rocé con mis labios.
Pedro clavó sus ojos en mis ojos a modo de advertencia, me regaló una mirada intensa y oscura, que claramente indicaba todas las cosas obscenas que deseaba hacerme, sin dilatar más nuestro contacto, me apoderé de sus labios devorándolos.
Lo tomé de la nuca y enredamos nuestras lenguas en un beso desesperado y turbio, todo se estaba descontrolando, y definitivamente no quería que pasara tan rápido, sin embargo, de seguir a ese ritmo, no entraríamos ni siquiera en el agua… él tenía sus manos aferradas a mi espalda y me aprisionaba contra su pecho, casi quitándome la respiración con su abrazo.
Lo aparté de mí y tomé aire, él permanecía expectante a lo que yo decidiera…
- Despacio Pedro, despacio ojitos — le dije jadeando.
- Es difícil preciosa…
- Lo sé, pero quiero disfrutarte más… mucho más…
- Me volviste loco desnudándote…
- Era la idea — me sonreí…
Pasé un dedo por su cintura, entre su piel y el elástico de su boxer, me encantaba hacerle eso, luego me dirigí a su bragueta, la desabotoné y metí la mano para palpar su erección por encima de la tela de su calzoncillo… me humedecí mis labios con la lengua mientras lo hacía.
Pedro tiró la cabeza para atrás y dejó escapar un gemido mientras su boca permanecía entre abierta, mi mano no dejaba de acariciar su firmeza, uff, estaba sintiéndome demasiado ansiosa también.
Me aparté y me senté en el borde del jacuzzi para quitarme los zapatos, luego me puse de pie y deslicé mi bombacha por los muslos quedando totalmente desnuda frente a él, giré y metí mis pies dentro del agua, recogí mi cabello haciendo un nudo con mi propio pelo, dejándole en manifiesto la longitud de mi cuello, luego deslicé todo mi cuerpo sumergiéndolo en el interior.
Mientras yo lo observaba, Pedro terminó de sacarse los pantalones y los boxer, tomó el montón de ropa que yacía demasiado cerca, y la retiró para que no se mojase, luego se metió conmigo.
Quedamos enfrentados entrelazando nuestras piernas y nuestros brazos, decidí deslizar mi trasero para quedar mas cerca de él, hasta que pude sentir su pene duro y caliente rozando mi pelvis, nos acariciamos con las manos jabonosas que se deslizaban fácilmente por nuestros cuerpos mientras nos dedicábamos miradas calientes y llenas de placer oculto.
Bajé una mano y la sumergí en el agua hasta atrapar con ella su tieso pene, lo retuve en mi mano y lo acaricié con movimientos de abajo hacia arriba hasta que presagié que de no parar se correría en el mismo instante….
Su cara era un poema, estaba entregado a mis caricias, perdido en el momento, su boca permanecía entre abierta y sus ojos extraviados en los míos.
Lo dejé al límite, a punto de perder el control, en ese instante le hice entender quien llevaba el dominio esa vez.
Me levanté del agua y me paré frente a él con las piernas abiertas estaban ligeramente flexionadas y le ofrecí mi vagina…
- Chupame…
Pedro se acomodó en el jacuzzi, tiró su cabeza hacia atrás y quedó entre mis piernas listo para hacer lo que le estaba pidiendo…
Sacó su lengua y me la pasó por toda mi hendidura, con sus dedos abrió los labios de mi vagina y rodeó mi clítoris con la lengua, lo lamió deliciosamente, me lo mordió casi hasta torturarlo, luego hundió dos dedos en mi sexo, los entró y los sacó varias veces, los movía con pericia buscando ese punto exacto para proporcionarme más placer, cuando reconoció haberlo encontrado, mi cuerpo comenzó a temblar, entonces paró.
Me volví a sentar en el jacuzzi, rodeé sus caderas con mis piernas y el me envolvió con un brazo y con la otra mano me tomó la cara para apoderarse de mis labios, me besó y me dijo…
- Paula, me abruma lo fabuloso que me siento a tu lado — quería y necesitaba que sus palabras sean ciertas, anhelaba decirle que sentía igual, pero la naturaleza de lo que me había tocado vivir en el pasado hacía que yo retacee mis palabras y mis sentimientos con él.
Lo besé con demasiada pasión, ambos estábamos descontrolados, ya casi hasta había olvidado que yo tenía el control del momento, sus palabras habían disparado todas mis necesidades, sus manos se paseaban por mi cuerpo, me acariciaba los pechos, me los apretaba, me pellizcaba los pezones mientras sus besos seguían apoderándose de mi boca.
Tomé aliento para decirle…
- Pedro, si pudiera te besaría hasta la voz…
Dicho eso, me posicioné con mi vagina sobre su pene, él con sus manos me sostuvo de las nalgas y me penetró, nos quedamos un momento, disfrutando la profundidad de su intrusión.
- ¿Te gusta nena?
- Me encanta Pedro…
Comencé a moverme y el también comenzó con un vaivén de su pelvis, su pene se movía dentro y fuera de mí, estaba aferrada a su cuello y me meneaba lento permitiendo que mi vagina sintiera el largo recorrido que hacía dentro mío.
Permanecimos así cambiando de vez en cuando el ritmo, para dilatar más nuestro orgasmo, finalmente sentí que en mi interior comenzaban a llegar esas cosquillas que amenazaban con invadir todo mi cuerpo… sentí que mi cuerpo me abandonaba y que me entregaba a un estado permanente de éxtasis.
-Pedro estoy acabando… Pedro
Tenía su cara hundida en mi pecho, pero cuando me escuchó levantó la vista para verme, a él le encantaba mirarme en ese instante donde mis sentidos me abandonaban, comenzó a atacar mi sexo con potentes envestidas, a las que yo salí al encuentro con fuertes movimiento ascendentes y descendentes, nuestras pelvis se estrellaban furiosas a cada encuentro y el agua formaba un espiral a nuestro alrededor que demostraba la pasión y la intensidad de cada embestida, nuestros cuerpos se movían convulsionados, incontrolables.
Volví a sentir esa sensación de placer que se apoderaba de mis entrañas y que me elevaba hacia un sitio donde nunca planeé llegar, me dejé ir nuevamente…
Él se dio cuenta que me estaba corriendo otra vez, sintió las contracciones de mi vagina en su pene, le clavé las uñas en la espalda y grité su nombre, en el mismo instante Pedro se entregó al placer de mi cuerpo y vació todo su semen en mi vagina, gritó apretando los dientes y me apretó las nalgas con fuerza, mientras eyaculaba y saciaba todos sus deseos en mi.
Con su pene aún dentro mío, y amortiguando el peso de mi cuerpo con el suyo se deslizó hacia atrás hasta dar con el apoya cabeza del jacuzzi y se recostó, estaba exhausto, yo no menos que él, permanecí acunada en su pecho, en ese momento era el lugar que me daba el sostén perfecto, mientras recuperaba mis fuerzas. Levanté mi cabeza para verlo, entonces Pedro abrió los ojos y me miró también…
- Nena, vas a matarme uno de estos días, harás que mi corazón explote.
Necesitaba hacerle saber que había sido maravillosamente jodido y colosal.
- Lo disfruté mucho…
Atiné a decir, no se por que razón no quería que mis palabras muestren en realidad lo que había sentido, tal vez porque sabía que todo cuanto compartíamos tarde o temprano se iba a terminar.
Pedro sin embargo no se privaba de explicar lo que sentía…
Peiné su pelo hacia atrás despejando su rostro, con ambas manos acuné su cara, y lo besé muy tiernamente.
Aún estábamos demasiado agitados…
- Paula, fuiste exquisitamente sexy… me encantó todo lo que me hiciste sentir.
- Ojitos… vos me provocás ser jodidamente libre y expresarme con mi cuerpo como nunca lo hice.
No dimos un beso más y parecía nunca ser suficiente los que nos dábamos…
Salimos del agua pues se estaba enfriando…
CAPITULO 32
Estaba estacionada frente a la entrada del holding.
Mientras esperaba hacia tamborilear los dedos sobre el volante, creo que inconscientemente no había caído en la cuenta, que me sentía nerviosa.
Pedro no tardó en regresar, abrió la puerta trasera y tiró los dos maletines en el asiento, raudamente se subió a mi auto en el asiento del acompañante, pero antes de arrancar le pregunté.
- ¿Querés conducir?
- No hay problema, mi hombría pasa por otro lado — sonó totalmente seguro de lo que estaba diciendo.
- No me cabe la menor duda — asentí devolviéndole una mirada deshonesta.
Esperé a que se abrochara el cinturón de seguridad y puse el cambio para salir de ahí.
Paramos en un semáforo y me di vuelta para buscar mi cartera que estaba en el asiento de atrás. Busqué mi iPod para conectarlo al sistema de música, pero justo la señal se puso en verde así que debí avanzar, Pedro entonces terminó con la conexión, increíblemente la canción que saltó fue la de Reik Sabes.
Cuando empezaron los primeros acordes ambos nos miramos y nos sonreímos, no supe a ciencia cierta en ese momento, si para él significaba lo mismo que para mí, pero quise creer que sí, volví rápidamente la vista a la avenida, que por cierto estaba bastante congestionada, una distracción podía hacerme ver involucrada en un contratiempo, cosa que verdaderamente no deseaba.
Sorprendiéndome, su voz salió muy audible y seductora.
- Canturreala Paula, como en la limousine…
Quedé paralizada ante sus palabras, realmente no me lo esperaba, pero quería complacerlo, la letra de esa canción reflejaba en su totalidad mis sentimientos, y quería creer que el motivo porque me lo estaba pidiendo era porque para él significaba lo mismo.
Cuando empecé a cantar me sorprendió porque él comenzó a tararearla conmigo, levantó su mano y la apoyó en mi hombro para acariciármelo, luego la bajó y me acarició la pierna.
Sabes te quiero confesar.
Que te encuentro irresistible.
No dejo de pensar que haría lo imposible.
Por quedarme cerca de ti.
Cuando llegaste tú, te metiste en mi ser.
Encendiste la luz.
Me llenaste de fe.
Tanto tiempo busqué.
Pero al fin te encontré.
Tan perfecta como te imaginé.
Me aferré al volante, mis nudillos se pusieron blancos y un nudo se instaló en mi garganta, sentía una gran emoción, mi corazón era una bomba a punto de estallar, creo que con solo ver mi carótida, se notaba lo fuerte que estaba latiendo, él me masajeó el cuello, para que me aflojara… pero lo que yo verdaderamente deseaba, era parar el automóvil en la banquina, aferrarme a su cuello y perderme en su experta boca, lástima que íbamos por la mano rápida, cosa que hacía añicos mis sueños, ya que el tránsito estaba muy congestionado, eso asociado a que además necesitaba decidir qué dirección tomar. El momento quedó definitivamente interrumpido.
- ¿A mi casa ó a al Faena?
- Donde quieras…
- Al hotel así ya recoges tus cosas.
- Perfecto nena…
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