Pedro estaba en el living junto a la ventana viendo hacia la calle, tenía una mano metida en el bolsillo del pantalón mientras hablaba por teléfono.
Él ya estaba listo, lucía guapérrimo enfundado en su traje de Armani que lo había combinado con una remera de seda fría negra, estaba esperando paciente a Paula que terminara de arreglarse, ella quería sorprenderlo, así que él se había cambiado en otra habitación para darle el gusto.
Por el equipo de sonido salía la voz de Maroon 5 que en aquel momento empezaba a cantar Crazy little thing called love.
En el mismo momento que los acordes empezaban, Paula apareció en el estar, Pedro de espaldas justo giró y la vio venir, su corazón latió muy fuerte, estaba despampanante, pero lo más significativo para él fue saber que esa belleza era su mujer.
Cortó rápidamente la llamada y salió a su encuentro, bajó el escalón del desnivel del living y se encontraron a medio camino.
La tomó de una mano y la hizo girar mientras se la devoraba con la mirada, la recorrió de punta a punta y en ese momento lo único que deseó fue tirarla sobre el sofá y hacerle el amor.
Paula enfundada en ese vestido negro de varias capas de gasa en la falda y escote strapless con un bordado de paillettes en todo el canesú, parecía una musa, estaba elegante pero también muy sexy, las finas medias negras la hacían lucir muy caliente, en los pies llevaba un modelo de plataforma de Louboutin, que ya se había convertido en su diseñador favorito, con unas correas cruzadas en el empeine y unos tacazos de venite centímetros.
Pedro se acercó a centímetros de su boca y sin importarle que le sacara el gloss le devoró los labios.
Aún permanecían aferrados de la mano y fue entonces cuando se sintió tentado de bailar con ella, así que la animó a seguirlo al ritmo del rock que sonaba, su chico era buen bailarín era sencillo seguirlo, y a ella se le daba muy bien ese ritmo, finalmente después de un giro la atrapó entre sus brazos y le cantó.
Crazy little thing called love There goes my baby
She knows how to Rock'n'Roll She drives my crazy
She gives me hot and cold fever Then she leaves me in a cool cool sweat
I gotta be cool relax get hip!
Pedro estaba exultante, sentía que nada podía ser mejor, estaba tranquilo, en parte que se haya aclarado lo de Rachel le daba un respiro, si algo lo molestaba en esta etapa de la relación era mentirle a Paula, así que ahora todo estaba en orden entre ellos.
Paula también estaba feliz, se sentía amada plenamente por el hombre que adoraba, segura de sí y de todo cuanto la rodeaba y no es que algo había cambiado demasiado, pero el solo hecho de haberse enterado de la zorra de Rachel, le daba tranquilidad, ahora sabía que ningún secreto rondaba entre ellos y que nada ni nadie podría separarlos.
Se volvieron a besar, su hombre era una máquina candorosa cuando la besaba, y ella siempre se mostraba muy receptiva cuando él lo hacía, si ese beso no paraba en ese momento terminarían descontrolados envueltos por esa necesidad que sentían el uno por el otro.
Pero ninguno parecía dispuesto a ponerle fin.
Pedro había levantado su falda y acariciaba el encaje de seda de las pantys eso era muy excitante, recorrió el contorno y halló el liguero, en ese momento pensó que tal vez un polvo rápido era buena opción, solo tenía que correrle la tanga, estaban junto al sofá, y la imaginó parada tras el respaldar y apoyada en él con sus pechos descansados ahí, siguió subiendo con sus manos y llegó al nacimiento de su trasero, y comprobó una vez más el culo redondo y mullido de su chica.
- Nena tu culo es perfecto — le habló sobre los labios.
Siguió ascendiendo con sus caricias, con el dedo cordial le recorrió la separación de las nalgas sobre la tanga que Paula llevaba puesta, estaba enterrada en su trasero, entonces su móvil vibró en su bolsillo rompiendo la magia inagotable que entre ellos había cada vez que sus bocas se unían haciéndose fuego.
Se apartó de ella y apresó el teléfono del bolsillo, miró la pantalla y levantando el dedo índice le indicó a Paula que lo esperase.
- Oscar.
- Sr. ya estoy abajo esperándolos, podemos irnos cuando lo desee.
Pedro miró la hora en su Vacheron, he hizo una mueca con la boca maldiciendo para sus adentros estar con el horario tan justo.
- En quince bajamos, gracias.
- Lo siento nena, tendremos que dejar nuestras caricias para cuando regresemos, no tenemos tiempo.
- Estaré esperando ansiosa la hora del regreso — la audacia de Paula en sus palabras lo pillaron y lo calentaron mucho más.
- Creeme mi amor, que de no tratarse de mí hermano, realmente no me importaría llegar tarde — resignados se dieron un último beso
De la mano la guió hasta la mesa baja del living donde tenía preparada una botella de Veuve Clicquot La Grande Dame, levantó la botella que estaba en la cubeta y se la enseñó a Paula, ella de inmediato la reconoció y se sonrió, a la vez que movía la cabeza incrédula, él mientras tanto servía una copa para cada uno.
- Para recordar el día que nos conocimos — juntó su copa a la de ella — el champagne que tomamos en esa oportunidad — le guiñó un ojo.
- Nunca dejás de sorprenderme, y yo en cambio lo hago tan poco… —Pedro abrió los ojos.
- ¿Y que acabas de hacer hace unos instantes? Esa aparición tuya vestida así — volvió a recorrerla con la mirada — casi se me para el corazón cuando te vi entrar, saber que elegiste este vestido para mí, es una gran sorpresa y un enorme orgullo que me hincha el pecho.
- Gracias por ser tan atento, y por ser tan… Pedro— él se sonrió con esa sonrisa de perdonavidas que a ella la mata.
- ¿Soy muy Pedro? — bromeó él.
- Si, muy Pedro.
- ¿Y eso cómo se traduce?
- Sos lindo por fuera y exquisito por dentro.
Ese beso que siguió le hacía caer las medias a cualquiera y menos mal que Paula llevaba ligueros.
Tomaron la rampa para incorporarse a Lincoln Tunnel Alex estaba aferrado a la mano de Paula, ella miraba el paisaje, él la comía con sus ojos, adoraba a esa mujer, y mientras más lo pensaba más regocijo sentía.
Al entrar al túnel Paula volvió la vista hacia él y se encontró con esa visión maravillosa y mucho mejor que cualquier paisaje, su hombre adorándola con la mirada.
Se sintió dichosa, alabada por su amor, e hipnotizada por ese sentimiento que cada día se hacía más fuerte en ellos.
- Te amo.
- Yo más, mucho más.
- Ya te dije varias veces, que no se puede amar más de lo que yo te amo — terció ella.
- Cierto, lo olvidé — rieron.
Como el viaje realmente era muy corto prontamente llegaron, y es que la distancia que separaba la casa de la familia de Alison estaba a tan solo quince minutos del loft.
En la 8 Hamilton Ave, de Weehawken, en Nueva Jersey, Oscar aparcó el automóvil en la entrada de la casa de paredes blancas y techo pizarra negro, emplazada a orillas del Hudson, luego bajó y le abrió la puerta a su jefe para que descendiera, Pedro se abrochó la chaqueta, cruzó unas breves palabras con su empleado y rodeó el Audi por detrás para ayudar a Paula a que se deslizara hacia el exterior, la invitó con su mano a que descendiera y cuando ya la tuvo a tiro, la asió de su cintura, siempre fiel a sus atenciones y sin poder contener ni por un instante sus deseos, le proveyó un beso en el carrillo y la guió hacia la entrada.
Un fotógrafo y un camarógrafo que estaban ahí apostados tomaron algunas imágenes de su llegada, y ellos gustosos posaron mostrándose muy felices.
Entraron en la exquisita casa de estilo Europeo.
- ¡Qué hermosa vivienda! — Paula no pudo evitar ponderar el lugar, y es que realmente era un sitio de muy buen gusto.
Personal de la planeadora de la boda que también habían organizado la ceremonia civil, los recibió en el lobby de la vivienda y les preguntó sus nombres, luego de chequearlos los hizo acompañar por otra persona asignada para tal motivo hasta la estancia donde se realizaría el ceremonial.
Desde que habían ingresado a la residencia jarrones con flores sobre pedestales los habían recibido dando la pauta que lo que allí se celebraba era una boda.
En la biblioteca se habían dispuesto banquetas en color dorado y estaban adornadas en el respaldar con un exquisito bouquet de rosas, ellos por ser familia directa ocupaban los primeros lugares, además Pedro era uno de los testigos.
Cuando ingresaron en el recinto, Ana y Horacio junto a los padres de Alison les dieron la bienvenida, por supuesto que la ceremonia era muy íntima, solamente para los que habían ido el día anterior a la cena pre-boda, pero todo preparado y organizado con un elegante gusto.
En una de las esquinas de la estancia y junto a los ventanales Marvin estaba dispuesto el distinguido escritorio de estilo francés marqueteado con bellas aplicaciones en bronce donde la jueza a cargo, llevaría a cabo la ceremonia, delante de él, se habían emplazado dos sillas para que las ocupasen los contrayentes.
Lentamente se fueron llenando los lugares y entonces cuando ya todos habían llegado, ingresó la magistrada precedida por los novios.
Una ceremonia corta pero muy emotiva fue la que se llevó a cabo en el lugar, finalmente los novios dieron el sí y ante las leyes de los Estados Unidos de América eran marido y mujer.
Vitoreados por todos sus familiares y amigos Alison y Federico se mostraban muy felices.
- ¿Emocionada?
- Sí mi amor, palpitando nuestra boda.
- Uff estaba imaginando lo mismo —Pedro le besó la mano.
Luego de las firmas de todos los testigos y de los contrayentes en el libro de actas la jueza dio por concluida la ceremonia y entonces los novios se besaron compartiendo con todos su felicidad.
La tarde había empezado a caer sobre el río Hudson y a través de los ventanales que ofrecían una exquisita vista de la ciudad de New York se podía observar el atardecer, se convidaron cocktails y tapeos para todos los presentes, el ánimo festivo en la casa era indescriptible, un Dj que habían contratado era el encargado de musicalizar el momento.
Pedro dejó por breves instantes a Paula con Hernan y Lorena pues Horacio lo llamaba.
- Ya regreso mi amor.
Minutos antes, los cuatro se estaban riendo a carcajadas recordando el día que Federico le pidió matrimonio a Alison en el Belaire y por los nervios confundió la caja del anillo y en su lugar sacó de su bolsillo una caja de preservativos, solo a él podía pasarle eso.
Cuando los tres quedaron solos a Hernan le sonó el teléfono, era la niñera que les avisaba que uno de los niños estaba con unas líneas de fiebre, así que se disculparon y él y Lorena se marcharon.
Paula estaba sola, se acercó a uno de los ventanales viendo las luces de la ciudad a lo lejos, sintió que alguien se paraba a su lado y creyó que era Pedro, pero a diferencia se encontró con Rachel, que disimuladamente miraba hacia el mismo lugar donde ella estaba viendo anteriormente.
- Se te ve muy feliz, parece que la vida te sonríe — Rachel le habló irónicamente, Paula la ignoró, no pensaba entrar en su juego, la zorra la estaba provocando, pero ella no iba a descontrolarse otra vez, miró a su alrededor para ver si veía a Pedro y entonces irse con él, pero no lo encontró — ¿te sientes triunfadora verdad? y con derecho a mirarme mofándote, pobre trepadora, pronto te voy a quitar esa sonrisa burlona, no sabés con quien te metiste, ¿o acaso creíste que con tu estúpida advertencia en el baño del hotel me habías asustado? mi querida, Pedro, tarde o temprano será mío es nuestro destino, siempre lo fue — Paula se quedó viéndola, mientras discernía si la cagaba a palos ahí mismo o la arrastraba de los pelos hasta fuera para hacerlo, la zorra sonreía sínicamente como si ellas fuesen mejores amigas y en realidad no estuviese amenazándola, contó hasta diez para contenerse de hacer un escándalo, cuando iba a contestarle, Rachel se giró hacia ella y la tomó de la mano sorprendiéndola — Gracias Paula por aceptar mis disculpas.
Pedro llegó justo a tiempo para escuchar ese falso arrepentimiento, y en realidad no era más de lo que la zorra pretendía que escuchase, Paula entonces, entendió lo sínica que esa mujer era, de no ser porque Pedro estaba con Ofelia, ella le hubiera cantado las cuarenta delante de él, pero decidió callarse y seguir su juego, le sonrió apenas y luego Rachel se marchó, después de todo, solo eran palabras de alguien resentido que no tenían importancia, que podía hacer, quitarle a Pedro como ella decía idiota, pensó, eso no era posible ni en sueños.
- ¿Pasaba algo? — Pedro la miró a los ojos, fue extraño encontrarlas hablando.
- No, nada mi amor, Lorena y Hernan se fueron,Lucas estaba con fiebre.
- Sí, acabo de enterarme, me estaba contando Ofelia.
Mi amor, ¿por qué me haces sufrir así? yo tendría que estar subiendo con vos, podríamos hacer el amor durante toda la noche… Pedro… ¿por qué siempre te gustan esas arteras sin estilo? — sorbió su nariz.
Pronto mi amor, pronto vamos a estar juntos otra vez, te lo prometo, yo voy a hacer que nuestros sueños se hagan realidad...
- Seguro no es nada, tampoco es que estaba volando de fiebre, solo tenía unas líneas, los críos son así, uno siempre se alarma más de la cuenta — explicó el ama de llaves.
Ya entrada la noche después de infinitos brindis por los recién casados, los invitados empezaron a retirarse, pues el día de mañana era el gran bodorrio en el Four Season y sí que sería un día de locos.
Oscar los trajo de regreso al loft, bajaron riéndose, abrazados y besándose.
Pedro abrió la puerta del edificio y se desaparecieron dentro.
En la acera de enfrente estaba Rachel estacionada casi en la esquina, nadie se advirtió de su presencia, ella los observaba, estaba furiosa aferrada al volante de su Mercedes, aunque quería ser fuerte las lágrimas le caían sin aviso, ver a Pedro con esa trepadora se estaba tornando insoportable, debía hacer algo pronto para separarlos, debía quitarla del camino.