jueves, 24 de julio de 2014

CAPITULO 42



Todos estaban desayunando en la cocina, los saludé, cruzamos también brevísimas palabras y me dirigí afuera, me sentía resplandeciente, el intercambio que habíamos tenido en la mañana con Pedro, mostrándonos retratos de nuestras respectivas familias, me había dejado con un especial regocijo.


Él día estaba maravilloso, no había ni una sola nube en el cielo.


En toda su extensión visible, lucía celeste, diáfano y ya hacía un calor sofocante, era un día espléndido para la piscina.


Junto a la pileta aún estaba la reposera de madera tipo camastro que habíamos usado anoche Pedro y yo, así que apoyé las cosas que llevaba en ella y me fui a la terraza lateral a buscar otra para Pedro, que acomodé a la par, también transporté una mesita baja que puse a los pies de ambas para no tener que separarlas si la ponía entremedio, a pesar de que tenían sus colchonetas a ambas la cubrí con toallas y después de pasarme bronceador me acosté plana en una ellas.


De pronto una sombra me cubrió el cuerpo, abrí un ojo, pues aún estaba encandilada por el sol y entre puntos negros titilantes, vi que Pedro estaba parado junto a mí.
Intentando acostumbrar mi visión abrí ambos ojos obligándolos, extendí una mano con la intención de que se acercara, lo que tenía ante mí era una vista inmejorable de Pedro en bañador, tenía puesto unos lentes Armani y unas bermudas de baño negras anudadas a la cintura justo a la altura de sus caderas permitiendo ver sus huesos innominados.


Lucía sexy, caliente.


Me lo imaginé saliendo del agua con esos shorts adheridos a su piel, debo confesar que me encantó la imagen que fantaseó mi mente.


Como llevaba sus manos ocupadas, no pudo tomar la mía, pero se inclinó y me dio un beso.


Creo que lo del vestido, había quedado en el olvido. Bien sigamos de buenas.


- Te traje tu iPhone, lo habías dejado sobre la mesa de noche, estuvo sonando.


- Muchas gracias, ni cuenta me había dado — me senté ligeramente para revisarlo, era un mensaje de Gonzalo.


- ¿Quien es Gonzalo? — me preguntó como al pasar, como si en verdad no tuviera importancia y asumí que había leído el nombre en la pantalla cuando llegó el mensaje.


Me sonreí levantando la mirada hacia él, mientras tecleaba la respuesta.


Pedro estaba acomodándose en la otra tumbona.


No le contesté enseguida… terminé de enviar el mensaje, luego hice una pausa y tomé la pantalla solar que estaba sobre la mesilla, acercándome a su camastro, me senté de lado a la altura de sus piernas y comencé a pasarle la crema por los hombros, en eso volvió a sonar mi celular interrumpiendo mi tarea, me limpié la gratitud de mis manos con la toalla y tomé nuevamente mi teléfono que había quedado sobre el otro camastro.


Me sonreí al leer la respuesta, dejando escapar una carcajada. Levanté la vista para mirar a Pedro, estaba serio, adusto, casi encabronado por mi falta de respuesta y me dio penita, entonces le dije…


- Es mi hermano — lo quedé mirando para ver su reacción y le repetí — Gonzalo es mi hermano.


Se quitó los lentes y me tomó por la nuca, me llevó hacia su pecho y me devoró la boca dejándome sin respiración. 


Cuando dejó de atacar mis labios y mi lengua me separé y tuve que inhalar profundamente para recuperarme de su ataque.


Se rió licencioso y volvió a colocarse los lentes y se quedó viéndome.


- Listilla… me dijo…


Tecleé otra pronta respuesta y volví a dejar el celular para dedicarme a pasarle el protector solar a Pedro.


- Vení acá que estás muy blanquito, traes todo el invierno de NY en tu cuerpo, no quiero que te incineres — bromeé mientras extendía el protector sobre todo su pecho.


Pedro estaba disfrutando de mis caricias mientras le untaba la crema, cuando terminé de pasarle por todo el cuerpo lo hice dar vuelta para pasarle en la espalda. Luego dejé el pomo sobre la mesa, y tomé el bronceador que yo había usado y le pedí que me pasara en la espalda, pues allí no me había puesto.


Con mucho mimo, quizá más de la cuenta diría yo, comenzó con la tarea, tomándose todo su tiempo en hacerlo, de a ratos dejaba de untarme el aceite y me besaba en el cuello, me mordía la oreja, la quijada, parecía que no podía contener sus deseos. Yo estaba recostada boca abajo en el camastro cuando llegó el turno de pasarme el aceite por las nalgas.


- Así brillantes, tus nalgas lucen de revista playboy — y se mantuvo en sus trece — esto es muy distrayente, en cualquier momento te las muerdo.


- Ni se te ocurra, no estamos solos — le dije mientras levantaba mi cabeza y miraba hacia atrás advirtiéndole.


- Yo no veo a nadie…


En ese instante todos empezaron a llegar como hormigas alrededor de la piscina, estaban trayendo el resto de los muebles del jardín.


Las otras mujeres también venían enfundadas en sus trajes de baño listas para tomar un baño de sol.


- Espero que en realidad el mirón no seas vos, tanto que te quejaste de mi traje de baño, porque los de ellas, no son más grandes que el mío.


- Yo solo tengo ojos para tu culito.


- Si claro… quitate esos lentes así puedo controlar mejor a quien ves. — Le dije mientras le advertía a modo de broma y no tanto, indicándole con mi dedo índice.


El bajó su cara y me miró por arriba de los lentes, nos carcajeamos. Estaban trayendo una mesa de jardín, sillas y sombrillas, así que Pedro se alejó de mí para prestar un poco de ayuda también.


Todo era risas, jolgorio y bullicio, todos hablábamos a la vez, reinaba el buen humor y estábamos disfrutando lo que prometía ser un día maravilloso a pleno sol en las afueras de Bayres.


Ezequiel ya quería empezar a prender el fuego en la parrilla y Carla decía que estaba bien, pues sino después terminábamos comiendo muy tarde. Matias por su parte mientras se encargaba de musicalizar el lugar conectando el iPod a su Mac, expresaba que era muy temprano, finalmente la mayoría decidió que mejor con tiempo.


Mikel nos narraba que había sido un niño explorador y se había antojado en prender el fuego, su primo por supuesto no pudo negarse, entonces ambos se fueron para comenzar con las tareas. Todos parecían muy divertidos con las labores al aire libre, yo permanecía tumbada boca abajo, tomando el sol, pasada ya la media mañana.


Pedro por su parte estaba al lado mío tendido boca arriba tamborileando los dedos al compás de la música que Mati había puesto sonaba una canción de Axé Bahía, Gata Brasilera, un ritmo muy pegadizo y divertido, los dos estábamos tomados de la mano en silencio disfrutando, de pronto todas las mujeres se pusieron de pie y comenzaron a hacer coreografía, yo las miraba y me reía mientras movía mi cabeza al ritmo de la música, no tardaron en venir por mí, me tironeaban de la mano, me levanté con un poco de vergüenza, pero fui, Pedro enderezó su reposera, para verme mejor y se quitó los lentes, Mati que es un cara dura, estaba metido entre todas nosotras bailando y llamaba a gritos a Mikel y a Ezequiel para que se unan, finalmente todos terminamos danzando Axe, inclusive Pedro y Mikel que no conocían la coreo intentaron seguir nuestros pasos, lo que nos hemos reído, la hicimos dos veces hasta que salió bastante bien, después del agotador baile, como bombas fuimos entrando a la piscina para refrescarnos, lo estábamos pasando ¡¡¡de lujo!!!! Yo estaba aferrada al cuello de Pedro mientras el flotaba por los dos y le daba besos por toda su cara, no me cansaba nunca de besarlo, sus ojos bajo el reflejo del sol en la piscina resplandecían más azules que nunca.


Fuimos nadando hasta la parte más plana, ahí nos paramos y me enlacé con las piernas alrededor de la cintura de Pedro mientras me sostenía de las nalgas y me besaba.


- ¡¡¡Uy que buena foto sería esa para mostrar el lunes en la oficina!!!! — Dijo Mati bromeando mientras se refería al beso que nos estábamos dando — Big Boss eso es poco serio de su parte.


Pedro se reía pero seguía besándome.


- Te aconsejo que vayas preparando tu carta de renuncia... — le dije a Matias, viéndolo por encima del hombro de Pedro que estaba desternillado de risa y me apretaba el culo con sus manos mientras me sostenía.


Pedro se dio vuelta conmigo en andas quedando ambos de costado a los demás.


- Mira que pronto ella también podrá despedirte — le advirtió Pedro — yo que vos andaría con cuidado — Pedro me estampó un beso en la mejilla y me guiñó un ojo.


- Eso es abuso de autoridad — se defendió Mati, que cargaba a Daiana en su espalda.


Ezequiel que estaba en la otra punta sentado con Carla sobre el borde atérmico preguntó…


- Un momento… ¿Cómo es eso? No entiendo nada de lo que están hablando, a ver si me explican…


- ¿No te enteraste primo? — le dijo Mikel desde donde se encontraba sentado en la escalera, María Paz estaba entre sus piernas.


- Él no sabe nada… — aseguró Mati y empezó a explicarle a Ezequiel — resulta que el lunes cuando llegamos a la oficina, había una reunión, ¿te acordás que te contamos que venía el hijo del dueño?


- Esperá… — Ezequiel lo interrumpió en su relato a Mati, creo que ya se había dado cuenta — no sigas… vos — le dijo a Pedro señalándolo — ¿vos sos el jefe de ellos dos?


Pedro se sonrió con autosuficiencia.


- Casi le tengo que soplar el culo a tu amiga cuando entramos en la sala de reuniones el lunes y lo vio a Pedro.


- No fue para tanto Mati — intenté defenderme ruborizada.


- No solamente te tuve que empujar para que camines. —Todos se rieron, yo también.


- Bueno, yo igualmente quedé bastante impactado cuando la vi. — Dijo Pedro en solidaridad conmigo y eso me encantó — y vos otro tanto, así que no te hagas el superado.


- No lo puedo creer… el viernes hablamos de miles de cosas, pero nunca del trabajo — se asombraba Ezequiel.


- Si, se habló pero muy por encima y luego yo solo se los presenté como Pedro y así quedó, nunca se mencionó su apellido, que sino por ahí ellos se podrían haber dado cuenta — aclaró Mikel a su primo.


- Que historia — dijo Carla — para una novela, quién iba a pensar el viernes cuando se conocieron, que iba resultar que Pedro era el jefe de Mati y Paula.


- Al menos no podrán demandarte por acoso sexual — dijo María Paz desternillada — hay testigos que se conocieron fuera del trabajo.


Todos nos reímos festejando la broma.


- ¿Por que me dijiste que ella me podrá despedir Pedro?


Sabía que Mati no delataría lo del cambio de mando en la oficina.


- ¿No te contó Paula? — él me miró, luego dijo — lo siento es que le habíamos pedido que no lo dijera. Noelia se va de la empresa, Paula será su sucesora a partir de Marzo Paula estará a cargo de la gerencia de Mindland.



Ezequiel, María Paz, Y Mati se largaron al agua desde donde estaban y se acercaron para felicitarme, Pedro me soltó para permitir que mis amigos me saluden, también se acercaron los demás, para darme las felicitaciones, pero entonces quise ser cauta y dije, esperen, esperen, no me feliciten tanto, aún tiene que decidir la junta...


- Paula, la junta me consultará a mí a mi regreso a NY el puesto es tuyo.


Sentí vergüenza por los dichos de Pedro, creo que me sonrojé... entonces Mati acotó.


-Pedro no tendrás por ahí una hermanita para presentarme a ver si me da una manito en la empresa…


Todos carcajearon... menos Daiana que le dio un codazo a Mati.


- Me temo que a tu novia no le hizo gracia tu comentario, de todas formas tengo que decirte que si tengo, pero no tenés ninguna posibilidad, acaba de casarse.


En ese momento Carla recordó refiriéndose a Ezequiel y a Mikel


- Ustedes están de lo más tranquilos acá ¿y el fuego?


- ¡¡Uy el fuego!! — dijo Ezequiel mientras se tocaba la frente.


- Son un desastre — afirmé — la última vez terminamos todos cambiándonos y yendo a comer a la parrilla porque se pusieron con la Wi y se quemó el asado.


- No te preocupes Paula hoy te voy a hacer un asado que te vas a chupar los dedos, la carne está a salvo en la heladera.


Ezequiel se sonrió y me dio un beso en la mejilla.


Ezequiel y Mikel pegaron un salto y salieron de la pileta en dirección a la parrilla resueltamente, también Carla y Daiana se fueron a empezar a preparar ensaladas eso lo sabían hacer, María Paz que verdaderamente no tenia idea de nada de cocina igualmente se ofreció a ayudarlas, Mati dijo que prepararía unos tragos y unos aperitivos, Pedro por su parte se ofreció a ayudarlo y yo decidí que iría a terminar de preparar las dichosas empanadas de pollo que tanto dolor de cabeza me habían traído la noche anterior, mejor no acordarme del mal humor de Pedro, aunque teniendo en cuenta la reconciliación, Uff quiero cabrearlo más seguido pensé.


Pedro me tomó de la cintura y me dejó sentada sobre el borde de la pileta luego pegó un salto y salió él me extendió su mano para ayudarme a ponerme de pie, se acercó a mi oído y me dijo antes de irse.


- No olvides el vestido — me guiño un ojo y me dio un beso.


- No lo olvido — asentí con una sonrisa, uff que pesado con que me cubriese, Pedro podía ser verdaderamente muy posesivo pensé, pero me gustaba ese sentido de la posesión que él mostraba, me hacía sentir cuidada, querida.

CAPITULO 41




Me dolía todo el cuerpo, evidentemente la sesión de sexo desenfrenado con Pedro me había afectado, sentía que me dolían todos los músculos, más que en una sesión intensiva de Pilates, uff Pedro era intenso, sí que lo era.


Me desperté antes que él.


Pedro dormía boca abajo desparramado en la cama, creo que estaba exhausto, mi semental americano también se cansa pensé, quise besarle su desnuda espalda pero desistí, me quedé viéndolo, podía a simple vista delimitar claramente todos sus músculos, levanté la sábana y espié su trasero desnudo, por ser hombre su trasero es una manzana, me acordé que anoche cuando tuve mi orgasmo se lo apreté con fuerza mientras que él se vaciaba en mí también, me sonreí.


Creo que otra vez mi vagina estaba viscosa por mis pensamientos, uff... Pedro me excitaba tanto, nunca me había pasado con nadie estar con las feromonas tan a flor de piel.


Lo volví a cubrir, tenía que desacelerar mis pensamientos, así que subí mi vista a su rostro y me quedé embobada viendo su perfil, es... es perfecto pensé, esas pestañas, el formato de sus cejas, su nariz respingada y puntiaguda del tamaño justo, y sus labios rosados carnosos, tan deseables no me cansaría nunca de mirarlo.


Tenerlo a mi lado, durmiendo conmigo, era un privilegio inimaginable, Pedro jamás pasaba desapercibido en ninguna parte, era un hombre muy apuesto y con una personalidad avasallante.


Me di la vuelta para agarrar mi iPhone para ver la hora, eran las nueve, decidí levantarme y pegarme una ducha, mientras lo hacía la puerta del baño se abrió.


- Pau, ya estoy despierto...


Abrí la mampara y lo encontré con una mano apoyada contra la pared, frente al inodoro haciendo pis, me guiño un ojo, yo le tiré un beso al aire, me encantó esa intimidad con él.


Pedro tenía el pelo hecho un lío, y cara de recién despertado, pero aún así lucía escandalosamente sexy, se había puesto otra vez el pijama que llevaba anoche cuando bajó a buscarme, creo haber sentido el ruido del agua corriendo en el lavamanos, después de eso sentí la puerta que se cerró tras él cuando salió del baño.


No tardé demasiado, me envolví el cuerpo en una toalla luego de secarme, al cabello me lo escurrí apenas con otra y lo levanté en una coleta alta.


Salí del baño y para mi sorpresa Pedro no estaba, sin dedicar demasiado tiempo en pensar donde estaría, pues muchas opciones no había, fui a buscar ropa interior para ponerme, en ese momento Pedro entró con una bandeja con el desayuno.


- Me ganaste de mano — le dije.


- No, vos me ganaste a mí, quería despertarme primero y traerte el desayuno a la cama.


- Gracias ojitos, tuvimos el mismo pensamiento — lo adule mientras él se acercaba a la cajonera donde yo estaba parada buscando que ponerme.


Me dio un beso en el hombro y otro en los labios y me dijo...


- Buenos días, preciosa ¿dormiste bien? — su voz era muy dulce, un éxtasis para mis oídos.


- Espectacularmente bien ¿vos?


- Hmm, como un bebé... ¿tenés hambre? — increíblemente nada me causó más placer que su respuesta.


- Sí, ¿que trajiste de rico? — le pregunté mientras él apoyaba la bandeja sobre la cama.


- Te traje latte con medias lunas, frutas y jugo de naranja.


- Hmm, huelen exquisito todos los aromas que vienen en esa bandeja.


El mismo desayuno que pedí en el Faena me dije… Me estaba calzando la ropa interior y viéndome en el espejo, Pedro estaba sentado en la cama contra el respaldar con las piernas cruzadas en forma de indio, mientras comía unos huevos revueltos con tocino que se había preparado y me seguía con la mirada.


- ¿Ya están todos levantados?


- Solamente Ezequiel, que fue a comprar pan y facturas. Vamos a desayunar, después terminas de vestirte, se enfría.


Me senté en la cama con él, parecía estar de muy buen humor y con mucho apetito, me comí una media luna y me sentí tentada por unas tostadas bastante raras que se veían en un plato.


- ¿Que es eso? — Le dije señalándolas con el dedo


- French Toast prueba una.


Tomé una del plato y le pegué un mordisco, sabía muy rica.


- ¿Como está hecho? — Me interesó saber para preparárselas algún día y sorprenderlo.


- Mezclas huevos, leche, azúcar y canela y pasas los panes tostados por la mezcla, luego las freís en mantequilla y las podes acompañar con jarabe de arce, con Nutella y Fresas, con frutas del Bosque y Nata ó como en este caso con miel y plátanos, mis preferidas son con jarabe de arce ¿Te gustan?


- Hmm… Saben exquisitas…


- De acuerdo la próxima vez que te prepare el desayuno las tendré en cuenta para ti también.


Me estiré por encima de la bandeja y lo besé.


- ¿A quién te parecés Pedro? Físicamente digo ¿A tú mamá o a tu papá?


- En realidad soy una mezcla de ambos, me parezco más a mi mamá, pero el color de mis ojos es igual al de mi padre al igual que mi contextura física.


- Debe ser una señora muy bella tu madre, vos sos muy lindo…


- Gracias por el cumplido…


- Vanidoso, como si no lo supieras. — me acerqué y le hice cosquillas, tomó mi mano y me la besó.


- ¿Querés conocer a mis padres? — mi imaginación voló años luz a la estratósfera, pero pronto aterricé nuevamente en la tierra — creo que tengo una foto en la… ¿como se dice?… wallet.


- Billetera — le dije.


- Eso billetera.


Se estiró sobre la mesa de noche donde estaba su cartera y buscó en los compartimentos una foto de ellos que me la entregó para que la viese.


- Totalmente de acuerdo, te pareces a tu madre… que señora tan elegante es tu mamá, tu padre también es muy apuesto, es muy alto también. ¿Como se conocieron ellos? porque me dijiste que tu mamá era de acá de San Isidro…


- Ah — se sonrió, esa es una gran historia que te gustará escuchar — Mi madre fue a New York por una beca de estudios, ella estudiaba diseño de indumentaria y se había ganado una beca en una de las mejores academias de allá, un día mi mamá iba a toda prisa cruzando la calle porque llegaba tarde a una de sus clases y mi papá la atropelló con el automóvil.Bueno pasaron muchas cosas, pero resumiendo, mi madre nunca más regresó a Argentina, se enamoraron y a los seis meses se casaron.


- Wow, que historia… ¿y quien tuvo la culpa en el accidente?


- Ah — se carcajeó — eso es un gran misterio… porque el culpable es depende quien de ellos dos te cuente la historia — Reímos — mira, estos son mis hermanos — me enseñó otra foto.


- ¡¡¡Que parecida a vos que es tu hermana!!!


- Es mi melliza.


- ¿En serio? Vos sos menor que ella, recuerdo que anoche me dijiste que eras el menor de tus hermanos.


- Exacto, fui el último en nacer, por lo tanto soy el más pequeño.


- Tus hermanos se parecen a tu padre pero con los ojos de tu madre, son al revés que ustedes.


- Sí, eso mismo — se sonrió.


- ¿Cual es el mayor de ellos?


- Éste — me enseñó con un dedo.


- Ah entonces, él es el novio de Alison.


- Exacto, su prometido en realidad, se casan en cuatro meses.


- Wow estarán de boda en poco tiempo… — Pedro se sonrió.


- Es mi turno, esperá, que busco mis fotografías, — me levanté y busqué en mi cartera la billetera, para mostrarle fotos a él de mi familia. Le pasé una foto de mis padres — Acá mi padre ya estaba enfermo, — dije con mucho cariño y mucha nostalgia — pero todavía se lo veía entero, murió seis meses después, fue un cáncer devastador.


- Sí, es una enfermedad shitty, tu ser querido termina no siendo él al final de ese padecimiento, es devastador tanto para el enfermo como para sus seres queridos, uno muere a diario a su lado, viéndolos transformarse en un despojo humano.


- ¿Tuviste algún familiar que murió de cáncer?


Me miró por un instante y luego me dijo.


- Sí, un familiar cercano…


Me extrañó la forma en que habló del cáncer, su humor había cambiado, intenté rescatarlo de inmediato mostrándole una foto actual de mi madre. — Sos muy parecida a tu mamá, no te pareces ni un poquito a tu padre.


- Sí eso dicen todos, aunque mi papá siempre dijo que el color de mis ojos era igual al de mi nona Paulina.


- Este es mi hermano – le enseñé otra foto — y acá en ésta están con mi cuñada y los chicos, ahí Francisco tenía seis meses ahora tiene nueve.


- Tu hermano también se parece a tu mamá.


- Así es, ninguno de los dos nos parecemos a mi padre.


- ¿Como se llama tu mamá Pedro? mi mamá se llama Ana, se que tu papá se llama Horacio.


- Mamá se llama Ana.


Cuando terminamos de desayunar, Pedro entró a ducharse, ya eran casi las diez de la mañana, así que decidí que mejor me pondría mi traje de baño y me iría a tomar un poco de sol.


- Permiso Pedro, voy a buscar el bronceador y la pantalla solar, voy a tomar un poco de sol — Le dije.


Abrió la mampara de la ducha y se asomó, justo había cerrado la canilla, manoteó una toalla, y se secó la cara, luego la envolvió a su cintura.


Me miró yo estaba vestida con un traje de baño de color verde, llevaba un strapless torzado en el busto y una bikini cola-less en la parte inferior con una argollas sujetas a unas cadenas que encajaban en mis caderas.


- ¿Así vas a bajar? Te vas a poner algo encima ¿me imagino?


- Sí ahora me pongo un vestido — me sonreí.


Sus preocupaciones y sus celos, después de lo que había escuchado anoche mientras él creía que yo dormía me hacían gracia y me daban esperanza, aún me faltaba descubrir el impedimento aparente que existía para que estemos juntos, pero creía que no era nada realmente grave ni insalvable.


Escucharlo decir mi amor, fue mágico, solo deseaba poder oír que lo dijese otra vez.


- ¿No entiendo de que te reís?


No podía descubrir el pastel, lo que había escuchado era mi secreto, tenía que esperar a que él se decida a decírmelo, confiaba en mis encantos y tenía un mes para enamorarlo. me acerqué a él lo tomé de la cintura y le pregunté…


- ¿Porque querés que me cubra, me queda muy mal?


- Sabes que no es precisamente por eso — me dijo mientras ladeó la cara y con otra toalla frotaba su pelo para secarlo un poco.


- Matias y Ezequiel están acostumbrados a verme en bikini, todos los fines de semana me ven así, te puedo asegurar que ni me ven, yo para ellos soy como un amigo más.


- Si pero está Mikel y hay vecinos, quiero tener un día en paz Paula, sin tener que estar especulando quien te mira y quien no, para la piscina te sacas ese bendito vestido que me dijiste que te ibas a poner, pero en la casa te lo dejás puesto.


- Ok Sr. mandón tuvimos un desayuno esplendido, no quiero enzarzarme en una discusión con usted, aunque enojado sos tan hermoso como cuando sonreís — Le planté un beso en la boca.


- Vení acá me dijo — y me volvió contra él para darme un beso más profundo.


Se rió triunfador, en eso sonó su teléfono, Pedro salió a paso resuelto del baño a tomar la llamada.


Creo que estaba hablando con su padre, me puse mi vestido de algodón strapless de color verde también, llevaba el protector solar, bronceador, toallas, mis Ray Ban, mi iPad para seguir leyendo, y le tiré un beso, en tanto le hice una seña informándole que lo esperaba abajo, él seguía hablando por celular, pero interrumpió a su interlocutor dejándolo en espera, con su mano tapó el teléfono para que no se oyera lo que me dijo.


- Eso no es un vestido Paula, eso es un retazo de tela — afirmó frunciendo el ceño.


Uff… hice una mohín de disgusto… dí un giro mosqueado y le dije…


- Si no se me ve nada… ponete un traje de baño yo llevo toallas, te espero abajo.


Sin dejarlo contestar, salí del dormitorio, tampoco que no exagere. Me gustaba que me cele, me hacía sentir que le importaba, ese deseo de posesión que Pedro evidenciaba en mí me hacía sentir importante para él...


En el pasillo, me encontré con María Paz y Mikel que salían de la mano de la habitación de él, recién se levantaban y era obvio que habían pasado la noche juntos, cruzamos un breve saludo y bajamos.

CAPITULO 40




Me desperté en la madrugada, tenía ganas de hacer pis, nuestros cuerpos yacían desnudos uno junto al otro en perfecta simbiosis, su torso estaba apoyado junto a mi espalda, y sus piernas entrelazadas a las mías.


Sentía su aliento acariciar mi nuca, era el estado perfecto y lamentaba tanto tener que salir de su abrazo.


Levanté su brazo con mucho cuidado, su mano estaba aferrada a uno de mis pechos, como me gustaban sus manos, sus dedos eran largos y pulcros, el anverso de su mano era de color rosado como el resto de su cuerpo, estuve tentada de besársela pero no quería despertarlo así que desistí de la idea.


Me levanté tratando de no hacer demasiado ruido, Pedro dormía profundamente, ni se enteró que me fui de su lado, me quedé un rato observándolo luego fui al baño, tenía la boca seca, así que luego de atender mis necesidades fisiológicas me puse mi bata cruzada de satín que me tapaba un poco más abajo del muslo y bajé a buscar algo para beber.


Todos dormían, el silencio de la noche invadía todos los resquicios de la casa, fui a la cocina y del dispenser me serví agua bien fría. Me quedé en el living junto al ventanal curvo viendo hacia fuera, hacia las luces titilantes de las demás casas que brillaban a lo lejos en la penumbra de la noche.


Apoyada con mi frente en el vidrio mientras me bebía el agua, cerré mis ojos y repasé cada uno de los momentos que hoy había vivido, Pedro era una aplanadora en mi estructurada vida, me quitaba la voluntad y la razón.


Me maldije al recordar que le había contado lo de Guillermo, mierda, ahora le había mostrado una de mis más secretas debilidades. Luego, pensé en lo que una vez sentí por Guillermo y no puede dejar de compararlo con lo que estaba sintiendo por Pedro, jamás me había sentido como me siento cuando estoy con él, a pesar que se que a Gulle lo quise mucho, nunca ni siquiera cuando nos conocimos, me sentí tan obnubilada por él.


Pedro era la primera persona que me despertaba verdadero interés luego de cancelar mi casamiento con Guillermo.


Decidí regresar a la cama, cuando me di vuelta casi me muero del susto, hasta pegué un grito contenido, Pedro estaba atrás mío viéndome, no esperaba encontrármelo ahí, así que el sobresalto fue espantoso.


- Ey preciosa, soy yo.


Pedro, no esperaba encontrarte atrás mío, me asusté — le dije mientras me acercaba para abrazarlo.


- Me desperté y no estabas a mi lado, ¿no podés dormir?…


- Fui al baño y luego bajé por un vaso de agua, ¿y vos?


- Lo mismo y además no sabía donde estabas.


- Acá, ya me encontraste — le planté un beso en la boca — ¿qué querés tomar? — se sonrió.


- Agua.


- Vení, que te sirvo.


Lo tomé de la mano y fuimos hacia la cocina, Pedro estaba en pijama y con el torso desnudo, lucía muy sexy, saqué un vaso del armario y le serví agua del sparkling, mientras le servía, ya estaba otra vez aferrado a mi cintura y besándome el cuello.


Me di vuelta y le di para que bebiese, se tomó el vaso lleno de un tirón. Realmente estaba sediento pensé.


- ¿Más?


- Suficiente.


Me abrazó otra vez y me besó, luego corrió su dedo por el cinturón de la bata y me la desanudó, la túnica se abrió y le dejó ver la desnudez de mi cuerpo.


- Hmm, que pena que no estemos solos en esta casa, porque podría tomarte acá mismo — me besó un pezón.


Pedro puede venir alguien. — Le reclamé mientras veía a todos lados, comprobando que realmente siguiéramos solos.


- Lo sé, pero se vio muy tentador, me cerró la bata agarró el cinturón y lo anudó, vamos para arriba — me dijo dándome una nalgada.


- Esperá que cargo los vasos con agua por si nos agarra sed de nuevo para no tener que bajar.


Subimos a la habitación, nuevamente nuestros sexos estaban reclamando placer, nos besamos por millonésima vez, nos acariciamos y sucumbimos una vez más saciando la necesidad de nuestros cuerpos hambrientos.


- Creo que me he vuelto adicto a tu cuerpo.


Estaba con mi cabeza apoyada en su pecho, levanté mi cara para verlo, le mordí el mentón y le dije.


- Me encanta ser tu droga.


- Sos encantadoramente dulce y exquisita Paula.


- Hmm, nunca me dijeron eso.


- Evidentemente, no estuviste con nadie de buen paladar — nos reímos.


Lo miré y quise decirle, no mi amor vos sos único, inigualable... pero solo le dije:
- Durmamos ojitos, es tarde, así mañana disfrutamos del sol y la piscina.


- Cualquier cosa que haga con vos lo disfruto...


- No deberías decirme esas cosas, porque puedo creérmelas — le advertí.


- Creeme preciosa disfruto mucho de tu compañía.


Suspiré, lo besé en su boca, era tan tentadora y además solo sabe Dios cuanto quería que sus palabras no solo sean ciertas sino eternas... me separé de sus labios y volví a acercarme para plantar un sonoro beso sobre su pecho, luego apoye mi cabeza en él para oír los latidos de su corazón que eran el arrullo perfecto para conseguir el sueño nuevamente, mientras él me cobijaba con su musculoso abrazo.


Pasaron unos cuantos minutos.


Me estaba quedando dormida...


- ¿Te dormiste Paula? — no le contesté ya los párpados me pesaban demasiado para hacerlo... — te dormiste preciosa, descansa — creo que creyó que ya estaba dormida me besó el pelo pero yo no tenía más fuerzas para contestarle... — quisiera cuidarte por siempre, ¿Por que tuviste que llegar a mi vida justo en este momento?... — me mantuve en silencio intentando mantener mi respiración pausada para que no se diera cuenta que estaba escuchándolo — ¿por qué no te conocí antes mi amor?


Mierda me dijo mi amor... soy su amor, o acaso ¿estoy soñando? ¿Conocerme antes? ¿Antes de que? ay carajo, quisiera levantar mi cabeza y preguntarle, pero luego pensé que tal vez era mejor dejar las cosas así, que tal si no me gustaba lo que me diga, creo que fui cobarde, muy cobarde.


Pedro también sentía cosas por mí, entonces sus celos, sus deseos de que todos sepan que era suya eran valederos... 

¿pero qué le impedía demostrar lo que sentía? Mierda, es que acaso ¿era casado? Por eso no podíamos estar juntos. 


No, no, no quiero que eso sea cierto, sería el final de todas mis ilusiones, pero… ¿por qué había dicho eso? Ay Diosito no me hagas esto.


No sé en que momento me habré quedado dormida, lo cierto es que después de conjeturar y conjeturar por lo visto el sueño me venció.