domingo, 13 de julio de 2014
CAPITULO 5
Los primos, hablaban sin parar de la familia.
La conversación era de a ratos ilegible hablábamos un poco en inglés, otro poco en español, es que a Mikel por ahí le costaba comprender un poco nuestro idioma entonces lo intentábamos con el de él, Pedro hacía también de interprete, era muy divertido todo.
El camarero no se demoró demasiado con nuestros platos.
Un momento pensé… ¿cuándo ordené?
Creo que Pedro se dio por enterado ante mi expresión, los otros tres no dejaban de parlotear y reírse, hasta parecían ignorarnos.
- Como estabas en el sanitario y tus amigos me dijeron que eras de amplio paladar, me tomé la libertad de ordenar por ti — me dijo mientras se incorporaba un poco en su asiento y se acercaba a mi para explayarse de lo acontecido — ¿No te importa verdad?
- No, no, gracias...
En ese instante pensé, ¿pero que no dejaría de decir solo gracias en toda la noche? Carajo ya me siento la más estúpida de todas.
Pedro me sonrió de lado, inclinando su cabeza ligeramente y me derretí, chocamos nuestras copas y bebimos el vino.
Los demás ni se enteraron de nuestra conversación....
¿Está flirteando conmigo? ¿O es mi impresión?
Ezequiel de primer plato, había pedido una ensalada griega, Matias y Mikel una Mediterránea, mientras que a mí y a Pedro nos trajeron mollejas al carbón, provoleta de cabra y piñones (almendras)
Al ver que miraba mi plato, Pedro me preguntó.
- ¿Te gustan las achuras?
- Si, se ve exquisito, gracias.
Bien por mí, pensé, modulé cinco palabras seguidas.
En silencio continué conjeturando…
Hey boy!! chico listo, como que no pensaste que si me sirven todo esto de entrada, no tendré lugar para lo que me sirvan luego. Con una ensaladita verde como mis amigos, hubiera sido suficiente, recapacité mientras corté un trozo de molleja y me lo llevé a la boca.
Escuché que Pedro me decía reflexionando.
- Paula como bebieron alcohol con el estómago vacío, decidí ordenar una entrada más consistente, para que no te caiga mal.
Levanté mis ojos y los clavé en sus cristalinos ojos azules.
Read my mind… ¿acaso pensé en voz alta? Dudé... ¿me contestó a mi?
¡Mierda estaré volviéndome loca que como es gringo ya hasta pienso en inglés!
Carajo… insulté para mis adentros, este hombre me impresiona.
Intenté concentrarme en la comida, quería participar de lo que ellos cuatro hablaban pero no me salía palabra, constantemente sentía que Pedro clavaba sus increíbles ojos azules en mí, y eso parecía intimidarme, no sé porque razón, pero me observaba con detenimiento, en varias oportunidades lo había notado.
Empecé a sentirme incómoda, abrumada, pero llegué a la conclusión que me gustaba que lo hiciera, me parecía inquietante que él pose sus ojos en mí, es una sensación muy difícil de explicar.
Matias que es un zorro viejo y que siempre se percata de todas mis percepciones, empezó a hablar conmigo para integrarme en la conversación y para que deje de parecer la más torpe de todas las torpes.
Nos trajeron el segundo plato.
Para nosotros, merluza negra con fideua de mariscos, arroz de pato, foie gras y manzanas.
No es que sea una experta en cocina, me lo explicó Pedro porque yo miraba atontada la cantidad de comida que nos habían traído.
Para los demás, pastas rellenas.
Al ver toda esa comida, pensé nuevamente.
Ey tú, gringuito, ¿qué crees que estoy muerta de hambre?… ¿cómo pretendes que me coma todo esto? ¿por qué no me pediste unos añolotis como mis amigos?
Y tú Mati, ¡carajo! ¿qué mierda te pasó por la cabeza que dejaste que este gringo del orto, ordenara toda esta comida?
Creo que me causaba fastidio que se haya tomado el atrevimiento de ordenar por mí, aunque en un primer momento no lo había sentido así, ahora era lo único cierto, pero además, creo que encima el vino que estoy tomando me está poniendo en pedo.
Intuí que a esta altura, Matias ya había notado el desborde de sensaciones en mi cara.
- ¿Te pido un agua?
Me dijo mientras se cruzaba por delante de Ezequiel y me sacaba la copa de vino de la mano.
Ezequiel como de costumbre jamás se ubica ni en tiempo y ni en espacio.
Comentó con maldad.
- ¡Si, quitale ya el vino! sino termina en pedo — él a veces se olvidaba que yo era una mujer, y me hablaba como si yo fuese de su mismo sexo.
Giré mi cabeza haciael, creo que la mirada fría y rencorosa que le eché se debe haber parecido a la de Pattinson en Crepúsculo.
- El vino blanco te hace mal, Paula — me dijo en tono conciliador — se te sube enseguida a la cabeza lo sabes — Afirmó.
Pero, ese <<Paula>> que me lanzó y que sabe que tanto odio, casi hace que pierda el control.
- Veo que ustedes en todos estos años no han cambiado nada — dijo Mikel desternillado de risa — siempre como perros y gatos.
- No creas — dijo Mati — si han cambiado, cada vez se ponen más insoportables.
Tengamos la comida en paz. — nos rogó.
Matias bajó su vista al plato y siguió comiendo mientras elogiaba la comida.
Pedro estaba recostado en su asiento, con el codo en el apoyabrazos y la mano en el mentón observándonos a todos, como si fuéramos ratas de laboratorios.
Uff eso me molestó.
“Como no deje de mirarme con esa mirada de gringo perdonavidas que se cree el mejor de todos los que estamos acá, me levanto y lo insulto”
- ¡Paula!
Matias chasqueó los dedos y me hizo volver al aquí y ahora. A él era al único que le permitía llamarme por mi primer nombre y no me molestaba.
En ese instante el celular del gringo debe haber sonado, yo no lo escuché, lo debe haber tenido en vibrador, porque estiró la pierna lo quitó con dificultad de su bolsillo, y después de mirar la pantalla, se paró para tomar la llamada.
¿Con quién habla éste que no quiere que escuchemos? Medité.
- ¿Querés que te acompañe al baño para que te refresques?
Me ofreció Matias, mientras se estiraba por delante de Ezequiel y me tomaba la mano.
- No, estoy bien, solo me sentí un poco nublada, pero si no tomo más vino pronto me pasará, seguiré bebiendo agua.
El gringo hablaba por teléfono un tanto retirado de la mesa, pero como estaba hablando en inglés era imposible leerle los labios, habilidad que yo solo poseía con nuestro idioma.
La llamada no duró demasiado tiempo, él parecía muy animado con quien hablaba, se reía elocuentemente y se frotaba el mentón. Como no veía para el lado donde estábamos sentados, aproveché para observarlo a conciencia y sin tapujos. Indudablemente mi primera impresión fue realmente acertada, Pedro era un hombre físicamente atractivo, por todos lados en donde se lo mire, era de esas personas que donde entran llaman la atención y uno no puede dejar de verlos por más que lo intente.
Cuando cortó levantó la vista y ¡upss! me pescó justo observándolo.
De inmediato me sentí incómoda, pero intenté disimular poniéndome a hablar con Mikel, le pregunté a que hora habían llegado y detalles estúpidos del viaje.
Pedro esperó que Mikel me contestara, y en alusión a lo ocurrido anteriormente, dijo mientras volvía a ocupar su lugar.
- El gato se comió al pez Paula — se sonrió y casi me derrito, pero si hasta creo que me mojé toda… sonó tan bien. La entonación que le ponía a las palabras, hacían que su voz tenga un especial encanto cuando utilizaba nuestro idioma.
- Y el pez muere por su propia boca — le dije y me carcajeé.
En ese momento todos se quedaron callados, sin entender nuestra risa. Luego siguieron hablando.
Llegó el postre.
Pedro nos preguntó si bebíamos champagne o preferíamos otra cosa, estuvimos todos de acuerdo con el champagne.
Mientras nos servían, él tuvo un breve intercambio con el camarero para pedírselo.
- Tienen ¿Bollinger o Veuve Cliquot? — preguntó.
- Señor, tenemos Veuve Cliquot 1998 Brut, y Brut Rosé
- Tráigame La Grande Dame Rosé.
Mikel no prestaba atención a la conversación, parecía acostumbrado a los gustos excéntricos de su amigo, pero nosotros tres, de a ratos nos mirábamos.
Si nos hubieran servido un Moet & Chandon como el que tomamos antes de la cena, hubiera estado perfecto, sabíamos que era un buen Champagne.
Todos comieron helado menos Pedro y yo, obvio, como era de esperarse.
- ¿Y esto que es?
Pregunté cuando el camarero se alejó.
Ezequiel prestó atención a mi plato, y enterró su cuchara en mi postre llevándose un bocado a la boca.
- Mmmm no sé, pero está bueno.
- Torrija caramelizada con helado de dulce de leche y bananas. Prueba, te gustará, aunque sea cómete las bananas, harán que contrarreste el efecto del alcohol.
Pedro me informó mientras enterraba su cuchara en el suyo.
- No estoy borracha, afirmé sosteniéndole la mirada. — de a ratos me molestaba que sea tan pedante, pero si en verdad lo que había intentado durante la noche era llamar mi atención, creo que lo había logrado.
- No he dicho eso — me contestó, sin dejar de mirarme — tampoco estoy borracho y he ordenado lo mismo.
Le sostuve la mirada, para que se de cuenta que no me intimidaba, uff eso parecía un duelo de pestañeo. ¿Quién da más señores?
“Éste gringuito insolente no sabe con quién se está metiendo.”
No me va a acallar así por que sí.
¿Qué se cree? qué va a venir acá y ahora me va a dar lecciones de todo.
Pedro sabía que era atractivo, eso era obvio y se movía con soltura haciendo alarde de sus encantos físicos, se manejaba con muchísima seguridad, creo que desde un principio estaba utilizando la comida como un arma de seducción, había querido demostrarme los placeres de los que uno puede gozar a su lado.
Lo que en un principio me intimidó, luego me resultó chocante, comencé a sentir fastidio de su conmensurado aspaviento, no sé por qué, recordé el comentario que Mikel utilizó para definirlo, dijo que tenía mucho dinero, pero que era una persona muy sencilla, pues sinceramente a mí no me lo parecía.
Creo que muy por el contrario, intentaba demostrar sus excentricidades como arma de poder, aún así no podía dejar de lado su juego.
El camarero interrumpió nuestro duelo, llegó con la botella de champagne que Pedro había solicitado.
La destapó con habilidad y realce, y le sirvió a él para que lo probase.
Lo sorbió y asintió, el mozo dejó la botella y las copas en nuestra mesa y se propuso retirarse, pero Pedro lo detuvo.
- Otra agua para la dama por favor.
Bueno…Ya me mojó otra vez la oreja.
¿Pero que se cree que va a manejar mi voluntad durante toda la noche?
Todo el circo que hizo con el champagne y resulta que ahora supone que tomaré agua, y además, sigue dando por sentado que estoy pasada de copas.
Pedro me parecía super atractivo, por momentos atento, caballero, cosa que es difícil encontrar en otros hombres. Desde que lo vi cruzar por la entrada del Bistró me impactó su convicción y obviamente su belleza también, pero me colmaba la paciencia su autoritarismo, supongo que como empresario, está acostumbrado a lidiar con sus empleados y éste trato frío y autoritario es el que les confiere, pero mierda, yo no soy uno de sus empleados.
Tomó la botella de Champagne y comenzó a llenar todas las copas, solo quedaba vacía la mía y la de él que solo contenía lo que el camarero le había servido para degustar, haciendo una pausa, levantó la vista y me miró, entonces salteó mi copa para servir la suya. Luego sin mirarme y sin decir nada, llenó la mía, él parecía leerme la mente y actuaba siempre un paso delante mí Ayssssssss, este tipo me enerva, está buscando lo peor de mí y está a punto de conseguirlo…
Se echó hacia atrás, apoyándose levemente en su asiento, levantó su copa y bebió un sorbo mientras me veía.
Estaba provocándome, era evidente que se estaba divirtiendo conmigo, me observaba en silencio, sé que estaba esperando que continuase bebiendo.
Aaaaaaa ¿eso esperás? Vas a esperar toda la noche porque ahora no se me da la regalada gana hacerlo, “metete tu champagncito que ni siquiera me acuerdo el nombre porque es mas difícil que un jeroglífico en el tujes”.
El camarero me trajo el agua, pero tampoco bebí de ella.
Me interesé en la conversación e intenté ignorarlo.
Pedro seguía recostado en el respaldar de su asiento mirándome, cada vez que yo como quien no quiere la cosa, lo miraba sin fijar demasiado mis ojos en los de él, esbozaba una media sonrisa.
Muy a mi pesar y aunque lo intentaba con ahínco no podía evitarlo, mis ojos siempre volvían a Pedro.
Paula… me dije, ¿quien te entiende? querías tomar champagne y ahora no lo hacés, él en ningún momento te indicó que no lo hagas, y por más que te lo hubiese indicado sos lo suficientemente grande para saber tus límites, quizá pidió el agua para que te aclares las ideas después de beberte el bendito champagne, solo por si la necesitabas, aunque pensándolo bien, tus ideas con champagne o sin él, esa noche estaban bastante confusas.
¡Qué situación tan inusual! Pensé, yo no soy así, ¿por qué entonces me estoy comportando de esta manera?
Yo creo que si en ese momento me veía en un espejo, estaba echando humo por las orejas y espuma por la boca, verme tan estúpida y regalada me estaba poniendo de mal humor.
Atrapé lentamente la copa en mi mano y examiné en mi boca el sabor de la bebida, sin mirarlo, la deje en la mesa, tampoco me iba a quedar con las ganas de probarlo. Hmm debo reconocer que tiene buen paladar, pude distinguir un sabor afrutado y a vainilla exquisito.
De soslayo y por el rabillo del ojo vi que mientras Pedro hablaba con Matias, de reojos me había visto y se sonreía, volvió la mirada hacia mí, lo sentí verme y entonces ladeé mi cabeza para encontrarlo, me hizo un leve asentimiento con la cabeza.
Idiota se la da de sabelotodo.
Todos terminamos el postre, nos bebimos el champagne y nadie quiso café.
Charlamos un rato más de cosas banales, de autos, de viajes, de snowboarding, de esquí, alpinismo, en fin, parecía que Pedro había practicado todos los deportes que existían, lo que me llevó a pensar en la razón de por que tenía su cuerpo tan contexturado, aún debajo de la camisa, podía observarse que su físico estaba bien marcado y tuve la onírica sensación por un momento de estar tocando sus abdominales y sus bíceps. De pronto me sentí avergonzada por mis pensamientos, y me rebullí en la silla, intentando alejar mis pensamientos lujuriosos
CAPITULO 4
Me atrapó la seguridad con la que se desplazaba y se movía. Normalmente no ponía demasiada atención en como la gente se vestía, aunque me gustaba que las personas luzcan pulcras por sobre todo, pero el amigo de Mikel no solo lucía pulcro, sino impecable.
Llevaba unos pantalones de jeans negro, botas informales estilo zapatillas de cuero, camisa negra y americana gris oscura, por el corte y la textura de la tela, a simple vista se notaba que era muy cara.
“Uff “— pensé mientras se acercaba — “que apuesto” “esos labios son perfectos” “hmm…me encantaría verlo con sombra de barba, realmente creo que luciría muy sexy”
- HI goodnight!
Dijo Pedro parándose a mi lado, mientras se refería a todos.
Babeada, no podía apartar mis ojos de su rostro, mientras seguía estudiándolo a conciencia.
- Perdón por la demora pero necesité contestar unas llamadas inevitables — su voz era subyugante.
Me pareció realmente una atención de su parte que se disculpara. Segunda impresión superada, la primera fue la seguridad con la que se nos acercó, me sentí atrapada por su atractivo indiscutible.
En perfecto español vocalizó luego del saludo, y creo que fue muy considerado en emplear nuestra lengua para sus disculpas, su acento sonó perfecto, casi había sido una caricia en mis oídos, claro que, con cierta cadencia en algunas silabas que denotaban su extranjerismo, pero que le daban un tono muy seductor.
- Buenas noches, no es nada — dijimos al unísono.
Mikel con un ademán le presentó a su primo, Pedro le extendió su mano, estaba parado junto a Ezequiel, noté que le aferraba la mano con fuerza, con seguridad y me gustó, luego Mikel le presentó a Matias, quien también le correspondió el saludo.
En último lugar llegó mi turno, Pedro giró levemente su cuerpo hacia la izquierda, en ese preciso momento yo fui a extender mi mano no sé porque, creo que me sentí intimidada ante la presentación, tal vez por su belleza y formalismo al llegar, no sé verdaderamente cual fue el motivo, pero él no tenía ninguna intención de tomarme de la mano, así es que se apoyó en mi asiento y casi se podría decir que tiró todo su cuerpo sobre mí, buscando mi mejilla izquierda en la que depositó un muy suave y mullido beso, el contacto con sus carnosos labios, me produjeron una ola de escalofrío, que me hicieron sentir inquieta sin poder dejar de rebujarme en la silla.
Al incorporarse, Pedro se dirigió a Ezequiel y a Matias y les preguntó mientras señalaba a uno y a otro y por último a mí.
- Girlfriends?
- No, no — dijimos los tres — solamente amigos…
Mi voz chilló, y sonó estridente por encima de la de Matias y Ezequiel.
No hace falta que aclares con tanto ímpetu, me amonesté en silencio y sentí de inmediato como me ruborizaba.
- Mikel dijo que vendrías con tu novia por eso pregunté.
Aclaró Pedro, gesticulando con la mano y dirigiéndose a Ezequiel.
- Sí… es cierto, pensaba que ella podría, pero al final se le hizo imposible venir temprano, así que, la encontraremos luego en la disco.
Volvió a explicar.
- Ok, ok.
Pedro asintió mientras se acomodaba en el lugar que habíamos dejado para él.
- ¿Ya ordenaron?
Se interesó en saber, dirigiendo la pregunta hacia mi persona y fijando sus enormes ojos azules en mí, ahora podía distinguir su color con la cercanía.
¡¡Ey!! ¿Me comieron la lengua los ratones? Pensé.
No podía pronunciar palabra, estaba extasiada por su perfume que se había impregnado en mí cuando me saludó, y por esa mirada cautivadora, que desde que había llegado buscaba la mía.
- No, recién nos sentamos a la mesa — dijo Matias, al ver mi nerviosismo.
“Te amo amigo, como me conocés pensé, te juro Mati que hablaré con Dai” le prometí en silencio.
Tomé mi copa y bebí hasta terminar lo que quedaba en ella.
- Permiso — me puse de pie para ir al baño.
Pedro saltó de su silla caballerosamente.
Eso no era muy común de ver, pero él lo hizo con muchísima naturalidad, como si fuera realmente su costumbre, los demás se quedaron sentados.
Vaya, ¿acaso se trata de un caballero con armadura de acero?
Ezequiel miró sin interés, ante la situación insólita que allí se vivía.
Insólita para estos tontos sin modales, pensé yo.
Me di vuelta, tratando de orientarme mientras buscaba los carteles de los sanitarios y en ese momento Pedro dijo indicándome con el pulgar en dirección detrás de él.
- Creo que es para allá.
Esta vez si salió mi voz.
- Gracias.
Simplemente me encaminé hacia el lugar.
Pasé por detrás de Ezequiel y Matias y encaucé mi paso, Pedro corrió su silla para darme más lugar, me dirigí hacia el fondo del salón.
Mientras caminaba sentía sus ojos clavados en mí.
Mierda, lo único que falta que con estos tacazos se me doble el pie y pase el papelón de mi vida.
“Que guapo esta el Gringo mi Diooooos” “que ojazos, que voz”
Carajo… que me pasa parezco colegiala... — pensaba mientras caminaba hacia el baño — solo se trata de una cara bonita y de un cuerpo armonioso Paula.
Entré en el sanitario y mojé una toalla de papel, me la pasé por la nuca, por el cuello y por las muñecas, me sentía muy acalorada. Me retoqué el maquillaje y volví a ponerme perfume...
Prontamente, regresé a la mesa.
Ezequiel y Matias que me vieron venir, levantaron la mirada cuando estuve lo suficientemente cerca.
En ese instante descubrí la intención de Pedro y sin querer incomodarlo puse una mano sobre su hombro para detenerlo en su intento por ponerse de pie.
Carajo, sentí un cosquilleo en mi mano al tocarlo.
- No es necesario Pedro, muchas gracias — le dije con voz suave y melosa.
Matias me miró por como le hablé al gringo, y me clavó los ojos, no hizo falta que hablara, con la mirada nos dijimos todo.
Bueno si, fui demasiado obvia pero él no me conoce, no sabe como hablo le dije sin pronunciar palabras, y es que él me conocía y pensaba como si fuera él quien estaba en mi cuerpo.
Pero… Pedro no me hizo caso.
- Oh. por supuesto que es necesario.
Se expresó, con una calma impertérrita y se levantó de todas formas, moviéndose con agilidad y gentileza. Al sentarme me arrimo la silla, luego regresó a su asiento.
En ese preciso momento, Ezequiel que es un tarado como siempre, se atragantó con el vino, lo miré y casi lo destripo con la mirada, y eso por no rajarle una puteada y que me salte el Carlitos que vive en mí.
Lo odio, no puede ser tan desubicado pensé...
- Gracias — le dije a Pedro mientras se sentaba.
- Ordené vino, acá tu amigo me dijo que no te gustaba — dijo Pedro mirando a Matias — pero es un buen Chardonnay — prosiguió — de una sepa muy buena, he descubierto que tienen una interesante bodega en éste lugar, pruébalo, y si no te gusta luego te ordeno lo que quieras, me dijo mirándome fijamente a los ojos, un buen vino siempre realza los sabores de la comida.
Sin poder rechazarlo, tomé torpemente mi copa, como si fuera la primera vez que bebía y sorbí un trago.
- ¿Y?
- Exquisito — dije — me quedo con el vino.
Ni loca iba a permitir que lo cambie, que desconsideración de mi parte pensé.
Matias durante mi intercambio con Pedro, me miró pues el vino blanco a mi se me sube con facilidad a la cabeza… y él intuyó lo mismo que yo… ¡papelón en puerta!
CAPITULO 3
El SUV negro de Ezequiel estaba estacionado en la entrada del edificio. Me acerqué a la puerta de atrás y me subí, los saludé a ambos con un beso en la mejilla mientras luchaba con mi vestido que era demasiado corto, los tres estábamos muy animados, se podía sentir en el ambiente.
- ¡¡¡Wow!!! — Dijo Ezequiel — te tiraste todo el frasco de perfume encima, y te pintaste como una puerta.
- No seas malo Ezequiel — dijo Mati defendiéndome — está hermosa.
- Por lo que me hacen los comentarios de este tarado.... ya estoy acostumbrada, a él le encanta pelearme, pero como ya le conozco su juego, ni lo escucho — en realidad, sé que ese humor ácido de Ezequiel solo era para levantarme el ánimo constantemente. Él consideraba después de lo de Guillermo, que era su obligación mantener mi mente ocupada, para que no pueda pensar en lo ingrata que la vida había sido conmigo, y por más que el tiempo había transcurrido, no abandonaba esa actitud sobreprotectora.
Ezequiel arrancó el auto y por el retrovisor me miraba desternillado de risa y me sacaba la lengua.
- ¿Y Carla? — Pregunté en referencia a su novia.
- Va directo para Tequila — me contestó sin sacar la vista de la ruta — nos encontramos allá, ella va con dos amigas y ninguna podía temprano.
- ¿Con quién va? — me interesó saber, solo pensaba que no vaya con quien me imaginaba.
- Con Estefanía y Claudia
- ¿Con Claudia? dije con apatía y sin pensarlo le di un coscorrón a Mati.
- Pedazo de desgraciado, si pasa algo esta noche con Claudia, ni creas que voy a sacar la cara por vos con Daiana, anda sabiéndolo — afirmé.
- Aaaaaay, no seas brutaaaaa.
- Si, si, hacete el otro nomás....
Le dije a Mati mientras se daba vuelta a verme a la vez que se sobaba la base de la cabeza.
Ezequiel al volante, no paraba de carcajear y le dijo.
- ¡Ja! Andá sabiéndolo, si no te agarra Daiana, te agarra Paula a golpes.
Seguimos viaje hablando puras pavadas, como de costumbre cuando nos encontrábamos, lo pasábamos muy bien.
Mati se hacía el gay imitando al chico nuevo de limpieza de la oficina, al desgraciado le salía igualito.
Me dolía el estómago de tanto reírme.
Llegamos al Hotel Faena Universe, en pleno corazón de Puerto Madero Este.
- Abrime la puerta Matias, demostremos buenos modales — los tres nos reímos.
Matias me hizo caso, me abrió la puerta y extendió su mano para que bajara.
No pude evitar silbar al ver el lujo de ese lugar. Miré hacia arriba sacándole una radiografía a la fachada.
Ezequiel le entregó las llaves al ballet-parking ,se dio la vuelta y también me tomó del otro brazo.
- Ey me siento escapada de una película de Hollywood.
Les dije divertida mientras entrábamos por un corredor a media luz, con alfombras rojas, espejos y banquetas bajas en el medio.
- Me apuré a tomarte del brazo —dijo Ezequiel — porque con esos zancos que te pusiste, sin duda te quebrás una pierna y terminamos en el hospital en vez de en una disco — él quiso contener su risotada, pero sonó demasiado estridente.
Lo miré con sorna, casi inmutable a su comentario, me solté del brazo de Matias y le di un pellizco que seguro le dejó un moretón.
- Que poco sentido del humor que tenés… — Ezequiel se sobaba el brazo.
- Son incorregibles ustedes dos. Compórtense que nos miran todos.
Matias nos increpó por lo bajo.
- Che, tú primito viene bien de guita para alojarse acá ¿En que trabaja? — le pregunté a Ezequiel asombrada, por el lujo de aquel lugar, sintiéndome a la vez feliz de haberme arreglado como lo había hecho.
- Tiene una agencia de autos, goza de un buen pasar, pero está alojado acá, porque vino con un amigo que nada en guita.
Se quedarán un mes.
- Ya lo creo que nada en guita, acotó Mati, esto debe salir como cuatro lucas por día.
En seguida que entramos un sujeto se nos acercó, un Experience Manager que se encargó de todo.
- Por favor Señores, esperen acá — nos indicó con muchísima amabilidad, mientras nos acomodó en el Library Lounge.
Eze acompañó a éste hasta la recepción para que le avisaran a su primo que ya estábamos ahí esperando.
- ¿Y? — pregunté cuando regresó.
- Me mandó a decir que ya baja, sentémonos.
Nos sentamos en los sillones oscuros de estilo del lugar, a esperar.
Al cabo de unos minutos, por la puerta, entraba un rubio de un metro ochenta y cinco como mínimo, al que reconocí enseguida.
Le toque el brazo a Ezequiel para que se diera vuelta porque él estaba de espaldas.
- Ahí viene Mikel.
Si bien habían pasado algunos años, pude reconocerlo casi de inmediato.
Ezequiel se dio vuelta, y se puso de pie para que su primo lo divisara, entonces, él de inmediato se acercó al lugar donde nos encontrábamos.
Ellos se abrazaron interminablemente, mientras se palmeaban la espalda, luego Mikel se apartó, para abrazar a Matias, a quien recordaba muy bien, e intercambiaron algunas palabras en inglés, finalmente me miró y llevándose la mano al mentón para luego señalarme… me dijo: ¿Paula?
- Si Mikel, ¿como estás? — le respondí mientras también era abrazada y girada en el aire por él.
- Estás hermosa, te recordaba tan menudita, estás hecha una femme fatale, te ves muy bien.
- Gracias — le respondí — vos también estás guapísimo… veo que tu español ha mejorado.
- Uff no tanto, pero mejor que la última vez que estuve en Argentina — me sonrío — ¡Qué alegría que hayan podido venir! Hoy apenas llegué y llamé a Ezequiel, le he dicho que los invitara, me dijo que no sabía si podrían... que bueno que siempre si....
- Debo reconocer que primero rechacé la invitación de salir esta noche, casi paso — los tres me escuchaban atentamente — pero al enterarme que estabas acá, cambie rápidamente de opinión.
Mikel frunció el seño por mis dichos y entonces me explique mejor.
- Es que recordé la joda, marcha, en fin, lo bien que lo pasamos la ultima vez que estuviste y por nada del mundo me la iba a perder...
Todos reímos.
- Uy si, fueron bastante alocados esos días — afirmó Matias y todos coincidimos con él.
- ¿Y tú amigo? — preguntó Ezequiel con substancial intriga.
- Ya baja, se demoró al teléfono, por eso me adelanté.
Pasemos al bar, lo esperaremos ahí mientras tomamos algo.
Vamos.
Seguimos los pasos del Mikel que nos indicaba el rumbo
Fuimos hacia el bar del hotel.
Como estábamos en una época del año en que las temperaturas por las noches son muy agradables, se encontraba habilitado el que estaba junto a la piscina, uff... pensé, cuanto glamour.
Había veladoras bajas alrededor del natatorio que iluminaban dramáticamente las reposeras rojas que había allí.
La piscina tenía un diseño exquisito con una fuente imponente en el centro y con la iluminación teatral de alrededor, su agua se veía muy cristalina, casi como un espejo...
- ¡Qué buen lugar!... — Ezequiel estaba obnubilado.
- Pedro es muy exclusivo, pero no se abrumen, él tiene mucho dinero pero igualmente no deja de ser una persona muy sencilla, ya verán.
Mikel acababa de darnos una breve reseña de la personalidad de su amigo.
- Eso espero — dije — sino no disfrutaré nada, espero no tener que estar cuidando demasiado mis modales.
No es que te vaya a hacer quedar mal tampoco — le aclaré enseguida — pero tú sabes, el protocolo para la oficina, ¡ja! y hoy es viernes y quiero disfrutar con mis amigos del fin de semana.
- Y disfrutaremos Paula — dijo Mikel — te lo aseguro.
Reímos mientras nos acomodábamos en la barra.
- ¿Les parece que tomemos champagne? — preguntó Mikel.
Los tres asentimos.
Cuando el camarero sirvió nuestras bebidas, Mikel le preguntó a Ezequiel luego de que hiciéramos un brindis por el reencuentro.
- ¿Y tu novia? Creí que vendrías con ella.
- Nos encontraremos con Carla y sus amigas en la disco, no podían tan temprano.Igualmente, estarás un mes acá, así que tendremos tiempo de de sobra para salir otro día a cenar.
- Ok, le pediré al camarero que nos preparen una mesa para cinco entonces.
Seguimos bebiendo y recordando anécdotas de su anterior viaje, Mikel miró la hora en su reloj.
En ese instante el maître se acercó y nos indicó que nuestra mesa estaba lista y nos invitó a seguirlo, tomamos nuestras copas y nos pusimos en marcha tras él.
Entramos en el restaurante del hotel, en el Bistró, así se llamaba, todo lucia de un blanco níveo desde el mobiliario de fina tapicería de estilo, hasta los manteles y los cortinados, lo más impactante del lugar era que pendían unas cabezas de unicornios, haciendo una decoración hedonista. Cada mesa estaba emplazada sobre moquetes rojas y doradas, del techo colgaban enormes lámparas de cristal que combinaban con el exquisito lugar y que daban la sensación de estar en un recinto palaciego.
- ¡¡Que lujo!! — no pude evitar exclamar — este lugar es hermoso.
Nos acomodamos en la mesa, Mikel a mi derecha y Ezequiel y Matias a mi izquierda y dejamos libre el lugar frente a mí y junto a Mikel para su amigo.
Ni bien terminamos de acomodarnos Mikel miró hacia la entrada y nos indicó que su amigo finalmente había llegado.
- Ahí viene Pedro.
Extendió su mano para hacerle señas, así lograba que divisara donde estábamos sentados.
Los tres miramos hacia la entrada y vimos a un tipo con cabello castaño oscuro y tonalidades rojizas de metro noventa que acababa de entrar. Hombros anchos, espalda bien definida y ojos claros, desde la distancia no podía asegurar de que color eran con severidad, pero se notaban de un color muy intenso, supe que era él a quien esperábamos, porque esta persona asentía levemente con la cabeza mientras se dirigía a paso seguro hacia donde nos encontrábamos.
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