martes, 15 de julio de 2014
CAPITULO 11
La luz matutina entraba por el ventanal de la habitación, habían quedado las cortinas abiertas, Pedro estaba aferrado a mi cuerpo con su mejilla apoyada en mi espalda, teníamos las piernas entrelazadas y podía sentir su respiración pausada en mi cuello, no quería moverme porque temía que se despierte y eso significaba que tendría que irme, un mar de sensaciones invadían mi mente, anoche cuando me embarqué en esta aventura no pensé que me sentiría como me estaba sintiendo, creí que cuando despertase luego de conseguir dormir con él me sentiría feliz por concretar mi propósito, pero ahora ¿que sentía? … no quería pensar en lo que experimentaba … No Paula, no, me dije a mi misma, solo fue sexo, una magnífica noche de mucho sexo, no tejas en tu cabeza otras emociones inconcebibles.
Me quedé quieta, muy quieta y creo que volví a dormirme porque cuando desperté estaba boca arriba, Pedro tenía su brazo enlazado en mi cintura y una pierna sobre las mías, que bien se siente despertar así, hace tanto que no despierto con alguien a mi lado, ladeé mi cabeza lentamente para verlo y me encontré con unos ojos azules radiantes que me veían.
- Hola — le dije tímidamente.
- Hi.
Me contestó adormilado. Nos quedamos así, viéndonos un buen rato en silencio y lo miré hasta que ya no pude sostenerle la mirada.
Volví mi cabeza y me quedé viendo el techo, no sabía muy bien que decir, no estaba acostumbrada a despertarme en la cama de un desconocido y con la particularidad que ese desconocido me había vuelto loca, hasta el punto de pensar si el amor a primera vista existe.
No quiero sentirme así me dije, disfruta del hoy y ahora Paula y no pienses… me besó en el hombro y me ladeó el cuerpo poniéndome de frente a él, era increíble sentir sus manos en mi cuerpo desnudo, se mantuvo aferrado a mi cintura y me sonrió, le besé la nariz y levanté mi mano para definirla, la recorrí con mi dedo índice, en la punta se le formaba una pequeña hendidura, que dibujé con mi dedo, era perfecta, seguí mi recorrido, bajé a su boca y le delineé el contorno de sus labios. Sus labios son más que perfectos aún pensé, repasé una y otra vez el medio corazón que formaba su labio superior, bajé a su mentón, pasé a contrapelo mi dedo para sentir el crecimiento de su barba, Pedro se veía demasiado sexy con esa sombra sin afeitar, no me había equivocado la noche anterior cuando lo miré en el restaurante, subió su mano con la palma bien abierta y me acarició la espalda desnuda y respiró hondo, yo fijé mis ojos en los suyos y no pude evitar preguntarme.
“¿Qué me vio este hombre tan perfecto para llevarme a la cama con él?”
Siempre he tenido mi autoestima bien alta con mi físico, era consiente que tenía una figura armoniosa y me cuidaba para mantenerla, pero Pedro era apabullante de bello.
Levanté mi mano y le aparté el mechón que caía en su frente le recorrí las patillas mientras no dejaba de verlo a los ojos.
- Hoy tienen vetas marrones.
Me dijo… sin entender a lo que se refería, fruncí el ceño.
- Tus ojos… hoy tienen vetas marrones.
Aseveró repitiendo.
- Anoche los tenías más verdes — concluyó.
Mariposas corrieron por mi cuerpo, Diossssssss como me puede seducir solo con decirme que cambió el color de mis ojos.
- Son los ojos verdes más hermosos que he visto — continuó diciendo
¿¿Por qué me decía esto? No era necesario… no somos amantes… no esperaba que trate de agradarme con palabras bonitas, Pedro me desconcertaba.
- Gracias — le dije sonriendo.
- ¿Lo pasaste bien?
- Sí, ¿y vos?
- También.
- Pedro, quiero que sepas que normalmente no me acuesto con un hombre apenas lo conozco, necesito decírtelo, no quiero que te lleves una impresión errónea de cómo soy.
- Shh, no te preocupes, sé exactamente como sos… lo veo en tus ojos.
- Te digo de verdad.
- Yo también te digo de verdad…
- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por creerme.
- ¿Qué tenés con Mati?
Su pregunta me sorprendió… ¿con que derecho me preguntaba que tenía que ver con él o con cualquier otro?
En toda la noche nos la pasamos cogiendo y prácticamente no hablamos, creo que lo hicimos más durante la cena, ¿se puede considerar eso acaso como un interludio al sexo desenfrenado que tuvimos? No que va, si no estábamos solos.
- ¿A que se debe esa pregunta?
- Curiosidad, solo eso…
Lo miré a los ojos y luego le contesté.
- Ayer creo que Mati y yo te lo dijimos, solo tenemos una gran amistad, una enorme y sincera amistad, él ha estado a mi lado en los momentos en que yo más lo necesité, siempre incondicional. ¿Eres de los que no creen en la amistad entre un hombre y una mujer?
- A decir verdad no, no creo — me dijo sinceramente.
- Te aseguro que si existe y Mati y yo somos ejemplo de eso.
Se rió y no me contestó.
- ¿Tenés hambre?
- Bastante…
- ¿Querés que desayunemos juntos?
- Me encantaría, pero… ¿puedo usar tu ducha antes?
- Claro… voy a pedir el desayuno entonces. ¿Qué te pido?
- Hmm, un latte con medias lunas de manteca, jugo de naranja y… un mix de frutas también por favor.
- Ok marche un buen desayuno, necesitamos reponer energías — me dijo pícaramente y guiñando un ojo.
Levantó el teléfono que estaba en la mesa de noche y se quedó ordenando el desayuno, yo me levanté y me fui para el cuarto de baño, cuando estaba llegando me acordé que la ropa había quedado abajo, así que continué bajando la escalera para buscar mis cosas.
La sala era un regadero de ropa, me sonreí y recordé lo apurados que estábamos. Levanté también sus prendas, las doblé y las dejé acomodadas en el brazo del sofá, agarré las mías y mi bolso y me fui al baño, cuando entré me dirigí directamente al espejo, sobre la mesada del lavatorio había quedado mi celular así que aproveché para mirar rápidamente si tenía mensajes o llamadas perdidas y vi que había dos de Mati, después lo llamo pensé. También había un mensaje de mi mamá, que leí rápidamente por si era algo importante, pero no, solo era para preguntarme como estaba, le contesté rápidamente diciéndole que estaba bien que en la tarde la llamaba.
Dejé mi teléfono dentro del bolso y saqué una toalla desmaquillante para sacarme los restos de maquillaje que aún me quedaba, luego me dirigí a la ducha, la abrí, toque con mi mano el chorro de agua hasta que estuvo templada y cuando consideré que estaba a punto me metí bajo la cascada. Mojé bien mi pelo y me apliqué shampoo, tenía los ojos cerrados para que no me entre espuma mientra me masajeaba enérgicamente mi cuero cabelludo, luego me enjuagué, de pronto se posaron unas manos en mi cuerpo, abrí los ojos y era Pedro que se había metido en la ducha conmigo.
Le tiré agua en la cara y nos carcajeamos mientras lo arrastré bajo el chorro de agua, el cual era suficientemente grande para que entremos los dos, levanté mis manos y le mojé bien el cabello enterrando mis dedos en sus mechones y peinándolo hacia atrás, tomé el shampoo de la estantería y me puse un poco en mi mano,
- Bajá un poco la cabeza que no llego.
Le indiqué y él asintió sin decir nada, le enjaboné el pelo y lo masajeé para lavarlo, luego se lo enjuagué, Pedro tenía los ojos cerrados mientras lo enjabonaba, entonces aproveche para mirarlo gustosa, sin privarme de nada, qué hermoso es, pensé una vez más, mis pensamientos eran reiterativos, pero eran inevitables, sus facciones son tan armoniosas, su nariz es del tamaño justo para su rostro, sus ojos cerrados son exquisitos con esas pestañotas y abiertos, ¡wow! quisiera perderme eternamente en ellos. Los labios eran increíblemente bellos, el superior formaba un perfecto medio corazón, su arco de cupido estaba bien definido, y formaba un surco perfecto sobre él. Su labio inferior era carnoso, pero del tamaño justo, y armónicos a la estructura de su cara, si uno los miraba bien parecían los labios de una mujer, pero todo él era tan varonil…
- Ya está — le dije.
Se pasó las manos por la cara para escurrirse el agua de los ojos, me tomó de la cintura y me dio un sonoro beso, luego me asaltó la boca con su lengua, la mía fue rápidamente a su encuentro y nos perdimos en un beso dulce y húmedo, terminamos teniendo sexo en la ducha.
Habiéndonos saciado una vez más y luego de terminar de ducharnos, salimos de abajo del agua, él se enredó una toalla en la cintura y tomó dos más de la estantería y me las alcanzó, una la envolví en mi pelo y la otra la usé para secarme, Pedro tomó otra toalla y se secó su cabello enérgicamente, luego la pasó por su torso, sacudió la cabeza y pasó sus dedos por su pelo, se peinó con ellos no usó peine, lucía sexy con el pelo mojado, en realidad Pedro lucía sexy de cualquier forma, sus ojos resaltaban más azules. Terminó de secar su torso y se echó desodorante, lavó también sus dientes y me dejó en el baño sola, supuse que se había ido a cambiar.
CAPITULO 10
Se dejó caer sobre mi pecho sin salir de mi interior. A medida que nuestras respiraciones fueron normalizándose, empezamos a movernos. Salió de mi vagina y se apoyó en un codo, me tenía aprisionada contra el respaldo del sofá, me miró y me besó en la punta de la nariz mientras me sonreía.
- ¿Dónde está el baño? — le pregunté.
- Tenés uno en la primer planta y otro en la segunda, dentro de la habitación.
No quería salir de su cobijo pero necesitaba refrescarme.
Me levanté y cuando lo hice me pegó una nalgada que me hizo reír. Me di vueltas y le guiñé un ojo. Se acomodó en el sillón llevando sus brazos a la nuca mientras me veía ir, creo que estaba disfrutando de su vista.
Me deslicé ascendiendo por el hueco de la escalera, allí había una araña de cristal de fibra óptica con forma de lágrima, que cambiaba de ámbar a azul, a verde, a rojo, llamó mi atención pareciéndome demasiado sofisticada.
Llegué al baño que ocupaba toda la primer planta de la suite, era abrumador y espectacular en su totalidad, estaba revestido de mármol italiano en tono gris y blanco había una ducha en forma de cascada y un jacuzzi abierto.
Que ostentación pensé, me senté en el inodoro e hice pis, no podía dejar de reflexionar en todo lo que había pasado, que hombre más intenso… es muy bueno en el sexo, nunca me hicieron pasar por tantas sensaciones y yo que creí que no era tan inexperta. Me sequé con cariño mi chichi, luego de cómo la había tratado Pedro necesitaba un poco de mimos, me carcajee en silencio con mis pensamientos.
- ¿Se puede? — preguntó antes de entrar
- Sí, entrá.
Yo ya me había levantado del sanitario y estaba refrescándome la cara, pero sin echarme demasiado agua para que no se me corriera tanto el maquillaje.
- Estaba sonando tu celular, pero se cortó antes que llegara — me explicó — estaba en el piso, se ve que se cayó de tu cartera.
Me lo entregó miré la pantalla y devolví la llamada,
- Hola Mati.
- ¿Nena estás bien?
- Si Mati estoy bien…
- ¿Dónde estás?
- ¿Durmiendo… viste la hora qué es?
- Si lo siento ¿Pero dónde estás?
Le contesté con otra pregunta…
- ¿Y vos dónde estás?
- En un taxi llegando a casa, Dai se volvió a enojar, quiso que la lleve a la suya, me dejó pagando otra vez.
- Algo le habrás hecho…
- Se supone que sos mi amiga y tenés que estar a mi favor.
- Mati no es hora para esto…. es tarde mañana hablamos, ahora andate a dormir.
- OK mala onda…
- Beso hasta mañana.
Corté antes que pueda seguir preguntándome.
Pedro se había quedado a mi lado todo el tiempo, me tenía abrazada por detrás, mientras me besaba el cuello, parecía que no podía parar.
Me dio la vuelta y me besó en la boca, pero no fue como los besos que me dio cuando llegamos, esta vez lo hizo suavemente, sus labios eran carnosos y sensuales, besaba muy bien, nos acariciamos con cariño nuestras lenguas, los dos estábamos desnudos, me tenía agarrada de la nuca mientras yo hacía puntas de pie porque estaba descalza.
Cuando nos separamos, su pene empezaba a erigirse contra mi piel lo miré y me guiñó un ojo y me sonreí.
Segunda vuelta pensé, ¿tan pronto está listo otra vez?
¿Será que Pedro es de este planeta? jamás estuve con un tipo que tan pronto estaba preparado para un segundo round. Vaya esto si es una sorpresa…
- Vamos a la cama — murmuró.
Me tomó de la mano llevándome hacia la escalera, subimos una planta más y entramos en la habitación, nos quedamos enfrentados en la entrada.
Pedro aún mantenía mi mano aferrada a la suya, se la llevo hasta la nuca, interpreté que quería que lo acariciara, me despejó el pelo de la cara y me indicó que cerrara los ojos y me beso tiernamente un párpado, luego el otro, finalmente depositó uno muy pequeñito en la punta de mi nariz y otro muy suave en mis labios.
Yo le acariciaba el cuello con mis dos manos, abrí mis ojos y lo miré, sus ojos azules bailaban de deseo nuevamente, pero esta vez nos estábamos tomando todo nuestro tiempo.
Nos miramos por un rato en silencio, yo seguía acariciándolo, entrelazando mis dedos en su cabello y especulando en lo que él estaría pensando.
Era tan lindo, su rostro era tan perfecto, tenía de rudo y de ángel en la medida justa.
Sostenía mi cara con las dos manos, con su dedo pulgar definía mis labios, saqué mi lengua para humedecerlos y aprovechó la apertura de ellos para meterlo dentro de mi boca, se lo acaricié con la lengua lo rodeé una y otra vez, él arqueó una ceja y se sonrió.
Sentía como mi vagina se ponía viscosa nuevamente y también como comenzaba a hincharse su pene constituyéndose y rozando mi pubis.
Sacó su dedo de mi boca y aferró sus manos a mis hombros, mientras me regalaba su sonrisa que era tan seductora, le sonreí y me acerqué a sus labios para besarlo, los lamí y me separé ligeramente para ver su rostro, tenía una expresión incrédula que le formaba unos pequeños pliegues en la frente, llevé mi mano a ellos para recorrerlos con mi dedo índice, ¿como hay que hacer para entrar y quedarme en tu cabeza? pensé… Pedro relajó su frente en mi mano y descansó en ella cerrando los ojos para disfrutar, entreabrió los labios y de ellos dejó escapar un gemido, deslizó una mano por mi omóplato hasta rodearme la espalda y se movió con rapidez sorprendiéndome, me levantó de las corvas de mis piernas y me cargó en sus fuertes brazos, se sentía tan bien estar así, que me aferré a su cuello y me hundí en él aspirando las notas de sándalo de su exquisito perfume mientras me llevaba hacia la cama, creí que me dejaría sobre ella pero no lo hizo, evidentemente no tenia ningún apuro, me dejó parada a un costado y volvió a tomarme de los hombros, no hablábamos, simplemente nos estábamos dedicando a acariciarnos, resbaló sus manos por mis brazos arrullándomelos y buscó mis dedos entrelazándolos a los suyos, dio un paso hacia atrás y con la vista me recorrió todo el cuerpo, admiró cada una de mis curvas, su actitud de pronto me dejo indefensa, su mirada me hacia sentir en inferioridad de condiciones, era tan profunda y mordaz, que me solté una mano y bajé la mirada mientras me mordía un dedo.
Pedro me tomó de la barbilla y levantó mi cabeza mientras movía la suya desaprobando mi actitud, frunció su labios y su ceño, entonces se acercó a mi boca e introdujo su lengua, de inmediato le di paso disfrutando de todas las sensaciones de su beso y me entregué a su intrusión y la entrelacé con la mía, me sentía poderosa besándolo. Se apartó de mí y abrió la cama, corrió el cobertor y la sábana superior y se sentó, se echó hacia atrás y se quedó semi recostado viéndome apoyado en sus codos sobre el colchón, instantáneamente me incliné y busqué su boca nuevamente, que a esta altura se había convertido en una adicción para mi, me sentí tan audaz, que empecé a bajar con mis besos por su cuello, Pedro dejó escapar un gemido contenido y tiró su cabeza para atrás para darle más paso a mi lengua que reptaba por su carótida y por su nuez de Adán.
Sin perder más tiempo me arrodillé sobre la cama y empecé a besar todo su cuerpo, lo besé en cada músculo y a mi paso sentía como temblaba ante mis caricias.
Quería llevarlo hasta un lugar donde nadie lo haya llevado, no se si podría hacerlo pero lo estaba intentando, quería que sus sensaciones, solo le pertenezcan a mis besos, que exista una diferencia con otros que le hayan dado, quería enloquecerlo de placer y que nunca me olvide. Le lamí los pectorales y con mi mano le acaricié el bello de su pecho para comenzar a descender por sus abdominales que estaban tensados ante mis caricias, mis ojos afanosos no querían perderse ni un instante, ni una sensación, levanté mi cabeza para ver cuanto estaba disfrutando de mis mimos, y él permanecía atento a cada uno de mis movimientos tampoco yo quería desaprovechar de verlo, estaba ahí tan íntimamente con él y era consiente que lo que no haga esta noche no tendría oportunidad de volver a hacerlo.
Pedro me había entregado el control del momento yacía perdido en mis caricias y mis besos, tenía los labios entre abiertos y sus ojos se habían enardecido y cambiado a un azul intensísimo. Volví a concentrarme en mi tarea y comencé a acariciarlo con la punta de mis dedos, le contorneé sus huesos ilíacos delimitando su triángulo invertido, luego me concentré en su rastro feliz que comenzaba en su ombligo, lo recorrí con mis dedos hasta llegar a su pene, acaricié toda la longitud de su sexo empuñándolo en mi mano, subí una y otra vez hasta que lo sentí temblar. Una gota de líquido preseminal se escapo por su hendidura y me sentí tentada, sin poder contenerme pasé mi lengua para recogerlo. Abrí mi boca y succioné, me moví sobre él enterrándolo y sacándolo de mi boca, varias veces hasta que me rogó que parase.
Sí Pedro, pensé, así te quiero, rogando, llevándote al extremo, te quiero sin aliento, extasiado, entregado, al borde del delirio.
Tomó aliento e intentó valerse de su autocontrol. Me indicó que me acostara de espaldas, para hacerlo, se valió de unos golpecitos en la cama que supe interpretar muy bien.
Me separó las piernas y se acomodó dejando su cabeza entre ellas. Se apoyó en uno de sus antebrazos y con la otra mano me abrió los labios de la vagina.
- mmm nena… me encanta lo mojada que estás — me dijo.
Hundió un dedo en mi sexo, lo metió y lo sacó varias veces girándolo, luego comenzó a rodear mi clítoris con su pulgar mientras me besaba la entrepierna. Sus besos fueron subiendo me lamió el clítoris luego tensó la lengua y lo rodeó imitando el movimiento que había hecho con su dedo, cuando lo sintió bien hinchado me lo mordió.
Wow que bien se sintió eso. Volvió a tensar la lengua para rodearlo y luego morderlo, mi cuerpo agitado por su tortura era incapaz de quedarse quieto. Lo hizo una y otra vez y emití un quejido ahogado. Me introdujo otro dedo en la vagina y a ritmo los entró y los sacó varias veces.
-Pedro por favor — le rogué, los papeles se habían invertido pensé y ahora era mi turno.
Pero no me hizo caso siguió con su tortura a mi sexo. Volví a suplicarle.
- P-E-D-R-O.
Su nombre salió de mi boca entrecortado y poco audible ya no era dueña de ninguno de mis actos. Volvió a entrar y a salir con sus dedos, pero ahora además los movía dentro buscando un punto exacto. Volví a nombrarlo…
-Vamos Paula dejate ir… dejame sentir como me sorbes los dedos con tu vagina.
Dicho eso me entregué a su intrusión, levanté mi pelvis y le estreché los dedos con mi sexo, consiguiendo el clímax mientras me movía para encontrarlos cada vez que entraban.
Se arrastró sobre la cama y se subió sobre mi cuerpo. Me metió los dedos que habían estado en mi sexo dentro de mi boca junto con su lengua, retiró los dedos y me besó intenso. Vaya eso si que fue erótico… Se apartó y del cajón de la mesa de noche sacó un preservativo, desgarró el envoltorio y se lo colocó arrodillado en la cama. Me tomó una pierna y comenzó a besarla la dejó sobre su hombro, lo mismo hizo con la otra, me agarró de las caderas y se movió para que mis piernas queden colgando de sus brazos, ahueco su pene en mi vagina y comenzó a moverme dirigiendo mi cuerpo con sus manos para adelante y para atrás enterrándolo en su pene varias veces, luego paró para bajarme las piernas y se valió una vez más de su autocontrol, me giró y abrió mis piernas y levantó mi trasero, me acomodó para que me quede arrodillada y apoyada en mis antebrazos y me hizo echar ligeramente hacia adelante y que hunda mi cabeza en la almohada, se metió entre mis piernas y apoyó su mano izquierda en la unión de mi trasero y mi espalda, con su mano derecha tomo su pene y lo dirigió a la entrada de mi vagina enterrándose en ella, con la mano que le quedó libre, se aferró a mi cadera y comenzó a moverse despacio, entrando y saliendo, entrando y saliendo…varias veces, paraba y volvía a comenzar varias veces más, me soltó la cadera se recostó ligeramente en mí y enrolló su brazo a mi cintura, mientras tanto con la otra mano buscó mi clítoris y lo acarició mientras empezó a moverse nuevamente entrando y saliendo lento… paraba para comenzar nuevamente, entrando y saliendo lento muy lento…
- ¿te gusta nena? — Me habló muy cerca del oído.
- Sí Pedro, sí… no pares por favor.
Giré la cabeza para que me besara, quería provocarlo y que deje de moverse tan pausadamente, chocamos nuestras lenguas con desesperación y conseguí que empiece a arremeter dentro de mí con toda su furia contenida.
- Dame tu orgasmo, vamos dámelo, dámelo ya, Paula dale.
Me suplicó sin dejar de moverse.
Me moví con fuerza para chocar contra su pelvis y grité, grité con poderío, mientras mi cuerpo llegaba al éxtasis que su cuerpo me ofrecía y él también gritó y se entregó alucinado mientras se movió más profundo unas cuantas veces más, hasta que terminó de eyacular.
Se dejó caer sobre mí, entonces aflojé las piernas que las tenía tambaleantes, dejándome caer sobre la cama con todo su peso encima de mí.
Esperó a recobrar el aliento, pero todavía estaba muy agitado, me dio un beso en la espalda y se volteó, se quitó el condón lo anudó y lo arrojó al suelo. Yo permanecía boca abajo, estaba extenuada me dolía todo mi cuerpo. Lo miré entre mi cabello revuelto, que estaba desparramado sobre la cama como un abanico, una mecha me cubría la mitad de mi ojo, pero podía observarlo, estaba con su brazo en la frente, boqueando como un pez fuera del agua.
Cuando su agitación se empezó a normalizar se puso de costado viendo hacia mí y me corrió el pelo que me cubría la cara despejándomela, levanté los brazos que aún permanecían inertes al costado de mi cuerpo y me aferré a la almohada, sostuvimos nuestras miradas sin decirnos nada y me acarició la espalda. Su caricia me tomó desprevenida, pero prontamente y para convencerme me dije, solo fue sexo Paula, solo fue magnífico sexo, solo eso fue…
Se sentó ligeramente tomó la sábana y nos tapó a los dos, delimitó con su dedo mis labios que estaban hinchados por sus besos y me dijo bajito.
- Dormí.
No quería hacerlo, porque significaba que todo terminaba, pero estaba tan cansada…
CAPITULO 9
Mi cuerpo parecía no tener voluntad, solo quería hacer lo que él deseaba.
Pedro, caminaba tan rápido que me era difícil seguirlo, se dio vuelta y me miró, apretaba la mandíbula y su mirada era rígida, sus ojos bailaban en la penumbra de la disco, impacientes, creo que los míos también.
Llegamos a la calle y esperamos unos breves instantes hasta que se acercó la limousine que nos trajo.
Abrió la puerta y me indicó que subiera, por detrás lo hizo él, nos acomodamos en el interior y permanecimos en silencio, estaba tan nerviosa que mi respiración era claramente audible, puse atención a la cabina del conductor, entonces miré hacia delante y el cristal que separaba nuestro recinto del chofer estaba cerrado. Pedro solo me miraba de a ratos estaba serio y pensativo, finalmente apoyó su mano en mi pierna y me sonrió, yo estrujaba la correa de mi cartera sin parar y le devolví tímidamente la sonrisa, mis ojos le recorrían los suyos y su boca, siempre terminaban ahí, en su boca, me impacientaban, uff esos labios... me estaban quitando la razón.
No podía pensar en nada, solo quería vivir y disfrutar el momento.
Hacia tiempo que no estaba con nadie y esa noche solo quería tener una noche de sexo con Pedro y aunque me sentía insegura sabía que eso era lo que quería, por eso estaba ahí, que importaba si total no lo vería más me dije a mi misma, no tenía sentido alguno que sea un desconocido, después de todo éramos dos personas adultas, se veía una persona inteligente y era amigo de Mikel, pero por sobre todo era condenadamente apuesto e irresistible.
Normalmente no era lo que me atraía de un hombre, pero en él su belleza era innegable.
Me sedujo toda la noche su seguridad, no se parecía en nada al resto de los hombres que conocía, estaba extasiada.
Pedro sabía lo que quería de mí y estaba dispuesto a tomarlo y yo también sabía lo que quería y lo que quería era a todo él, para que negar.
Pasaré una noche con este bombón y mañana cuando despierte me sentiré la mujer más bella por haber estado en la cama con él.
A la mierda con mis principios, esta iba a ser la primera vez que me acostaría con un hombre al que recién conocía.
El viaje fue corto, pero a mí se me hizo interminable, la limousine estacionó y el chofer bajó y nos abrió la puerta para que saliéramos.
Pedro salió primero y me tomó de la mano para que bajase.
- Gracias — le dije
Luego Pedro le indicó al chofer que regresara a la disco a esperar a los demás.
Entramos al Faena Universe de la mano, nos acercamos a la recepción para pedir la llave de la habitación.
Pedro estaba alojado en la Tower Suite, cuando el ascensor llegó al séptimo piso, la puerta del elevador se abrió y salimos de él, caminamos por el corredor hasta la entrada de su habitación, Pedro mantenía su mano aferrada a la mía como si yo fuese enteramente de su propiedad, tan solo me soltó por unos segundos para abrir la puerta, pasó la tarjeta por la cerradura y ésta se abrió. Aferrado al picaporte hizo un ademán con la cabeza invitándome a pasar.
¿Es que seguiremos sin hablar?… Paula si serás estúpida me dije, como si te trajo a este lugar precisamente para hablar, piensa utiliza tus neuronas.
Entramos a una sala de estar con vistas al río y a la reserva ecológica, apoyé la cartera en el sofá de cuero rojo y me quedé parada junto a él, Pedro me miraba apoyado en la puerta de entrada donde había quedado recostado después de cerrarla, me estudiaba a conciencia, me estaba dedicando la mirada mas seductora que jamás nadie me había dedicado, me comía literalmente con los ojos, creo que en su mente me había desnudado una y mil veces, si su mirada se evaluaba en ese momento tranquilamente podía ser la causante del calentamiento global.
Me sentí tan intimidada que aparté mi mirada de la suya y probé en estudiar el recinto, advertí que predominaba el rojo pasión de la tapicería que combinaba perfectamente con la araña de cristal de la sala y con las obras de arte argentino de colores oscuros, tonos que se repetían en la madera de las estanterías y en la mesa baja de madera y cuero, también había unos sillones de terciopelo con ornamentaciones doradas y tallados de cabezas de cisnes en sus apoyabrazos. El estar se completaba con una mesa para seis personas, con sillas de terciopelo rojo y filigranas.
Pedro caminó lentamente hasta donde yo me encontraba de pie, era muy seductor, por sus poros despedía seducción, me tomó de la cintura y me aprisionó contra su cuerpo, metió la cabeza en mi pelo e inspiró mi perfume con fuerza, corrió mi cabello con la mano para descubrir mi cuello y me besó muy sutilmente, luego tomó entre sus labios el lóbulo de mi oreja, estaba volviéndome loca… lo había deseado toda la noche ahora me daba cuenta… regresó a mi cuello y esparció pequeños y mullidos besos hasta llegar a mi hombro, separó su cabeza y la tiró para atrás para verme a la cara, sus ojos brillaban azul incandescentes, tomó aire e inspiró con fuerza hasta llenar por completo sus pulmones y sin poder aguantar más me devoró la boca, me mordió el labio inferior tirando ligeramente de él, luego comenzó a pasarme su lengua por los labios hasta que lo dejé entrar en mi boca y le ofrecí mi lengua confundiéndonos en un beso apasionado, salvaje e intenso.
Entrelacé mis dedos en su pelo, se lo revolví con desenfreno, mi pudor se había ido y me sentía libre de hacer cuanto deseara, él mientras tanto, seguía arremetiendo en mi boca, movía su lengua ansiosamente y se mantenía ceñido a mi cintura, en su atraco con su lengua me fue condujendo hacia atrás, hasta que mi cuerpo chocó contra el sofá y no tuve más lugar hacia donde ir. Con sus piernas abrió las mías y se posicionó para que pueda sentir su erección contra mi cuerpo estaba duro como una piedra, se aferró a mis nalgas, me las apretó tanto que sentí dolor y en el desenfreno del beso me empujó sobre el sofá dejándose caer sobre mi cuerpo, entonces atacó nuevamente mi cuello y con besos húmedos fue bajando hasta la profundidad del escote del vestido que dejaba al descubierto el nacimiento de mis pechos, le pasó la lengua delimitándolos. Levantó su cabeza y volvió a tomar aire, también yo aproveché para hacerlo. Nos estábamos clavando mi cartera que había quedado en el medio de ambos así que la manoteé y la tiré en el suelo.
Para esto él se había arrodillado a horcajadas mías, mientras se desabrochaba la camisa.
Esbozaba una media sonrisa que oscurecía el azul de sus ojos que permanecían clavados en el verde de los míos.
Me arrastré hacia atrás para acomodarme mejor porque tenía los pies colgando en el apoyabrazos, me ayudé con los codos para reptar en el sofá, en el ínterin me quité los zapatos que cayeron desparramados en el suelo, Pedro terminó de desabrocharse la camisa pero tenia tanto apremio por seguir besándome que se la dejó desabotonada y puesta, sin más atacó mi boca nuevamente, con su lengua la invadió toda, la sentí en todas las paredes de mi boca, hasta por mis dientes, la manera que la movía parecía que consideraba que no la tenia suficientemente dentro.
A tirones le saqué la camisa y me aferré a su espalda quería enterrarle las uñas y recorrer su musculatura, lo había deseado demasiado.
Abrí mis piernas para darle paso a toda mi intimidad, entonces él empujó su sexo contra el mío restregándolo para enseñarme todo lo duro que estaba para mí.
Arrebatadamente me levantó el vestido, levanté la cabeza y mis brazos, para ayudarlo a que saliese y me quedé en ropa interior bajo el peso de su cuerpo, uff que bien se sentía… llenó su mano con uno de mis senos, me lo apretó, pero no dejaba de besarme, luego me apresó el pezón con sus dedos y lo apretó por encima del encaje de mi soutien. Sacó uno de mis pechos por encima de la copa del corpiño y lo devoró, con su lengua hizo dibujos en círculo sobre él, luego lo sujetó entre sus dientes, lo apretó lentamente más y más, hasta que sintió un quejido audible de mi boca, una puntada me recorrió el cuerpo hasta mi vagina, la levanté ondulante contra su pelvis exigiéndole más placer.
Con práctica me desabrochó el corpiño con una sola mano, sus manos eran realmente diestras y hábiles para acariciarme, levanté mis brazos para que pudiera quitármelo e instantáneamente me masajeó los pechos con ambas manos.
Mientras los sostenía, les pasó su lengua con apasionamiento luego los soltó y empezó un largo camino con su lengua hasta mi ombligo al que rodeó varias veces con delirio, continuó bajando cada vez más, me pasó su lengua por encima de mi ropa interior, mi clítoris ya estaba hinchado y no le costó trabajo encontrarlo bajo el encaje.
Corrió la tanga hacia un costado e introdujo un dedo en mi húmeda vagina, me contorsioné ante la invasión y gemí, lo metió y lo sacó varias veces, mientras me veía derretir en sus manos y levanté mi cabeza para mirarlo estaba muy concentrado en su labor, él también levantó la cabeza y me vio comerlo con la vista, se sonrió y yo gemí mientras me mordía el labio y me sobaba los pechos.
No quería privarme de nada, era una noche para disfrutarla por completo, Pedro había despertado todos mis sentidos como si siempre hubiesen estado dormidos esperando a que él llegara.
Ante mi lujuriosa mirada, sacó el dedo invasor para meter dos, que enterró hasta que desaparecieron en mi sexo mientras que acariciaba mi clítoris con el pulgar. No pude evitarlo, me tapé la boca con la mano para ahogar mi grito.
Pedro estaba enloqueciéndome con sus dedos, los quitó de mi interior para quitarme la tanga, entonces, para que le sea más fácil levanté mis caderas.
Ya me tenía toda desnuda y lista, contorneándome, excitada por su intrusión anterior. Se acercó a mi oído y me dijo.
- Así es como te quise tener desde el primer momento en que te vi en el Bistró.
Quedé alucinada, no podía creer lo que estaba diciéndome… sonó tan caliente que creí que mi corazón se iba a escapar por la boca, mi vagina también se hizo eco de sus palabras y creí que me correría aunque no me hubiese penetrado.
Se desabrochó el pantalón y se los bajó junto con sus boxer, con mis talones lo ayudé a que bajaran mientras él había tomado posesión nuevamente de mi boca.
Sentí caer su miembro erecto mojado y caliente en mi pelvis me moví para que se restregara y asomara su punta, eso lo excitó y gimió en mi boca, era simplemente perfecto, tal cual me lo había imaginado. De pronto se sentó en el sofá para quitarse el calzado y para terminar de sacarse los pantalones.
Del bolsillo trasero de sus jeans sacó su billetera y buscó un preservativo al que rasgó con los dientes para colocarlo en la punta de su pene, le quitó el aire y lo hizo rodar por toda su extensión, yo lo miraba ansiosa y asombrada, estaba hinchado, sólido y se veía muy grande y poderoso, lo tomó entre su mano y se lo acarició, me tomó de una mano y me indicó que me sentara sobre él.
Lo obedecí de inmediato no quería perder más tiempo lo quería dentro de mí.
Me acomodé a horcajadas sobre sus piernas y él sostenía su pene, mientras yo me reclinaba contra su pecho para que mi vagina asomara y así darle un mejor paso, apoyó su punta en la entrada de mi sexo y poco a poco se enterró en mí.
Que bien se sentía, su pija estaba tan dura que parecía que iba a traspasar mis entrañas de tanto que se había hundido en mi.
Luego de enterrarse, se quedó quieto disfrutando de toda mi profundidad. Por fin me tomó por las nalgas para dirigir mis movimientos.
Pedro movía sus caderas lentamente para que su miembro entrara y saliera dentro de mí con hondura, yo me movía acompasada a sus movimientos mientras me apoyaba en sus hombros. Con su boca atrapó uno de mis pechos y lo succionó enloquecido, abruptamente paró y se aferró a mi cintura quedándose quieto dentro de mí, creo que estuvo a punto de perder el autocontrol y no lo culpo, todo era tan intenso.
Sin salir de mí vagina se movió rápidamente girándome y depositándome de espaldas nuevamente sobre el sofá, intuyo que cambió la posición para poder controlar más sus movimientos, enlacé mis piernas a su cintura y con mis manos atrapé sus nalgas invitándolo a que se entierre más en mí.
- Me estás volviendo loco nena — me dijo con voz oscura.
- Vos también… Pedro, por favor… Pedro — repetí su nombre varias veces.
- Tu vagina es hermosa y caliente.
Salía por completo de adentro de mí y luego se enterraba con furia, así varias veces, era la perfección enfundado en un cuerpo de hombre.
A ese punto ya me costaba controlar mis gemidos.
Por Dios que bien se siente dentro de mi, que profundo...
- ¿Te gusta nena? ¿Te gusta así?
- Si Pedro así me encanta, cogeme… Pedro— se lo repetí en inglés por sino me había entendido — fuck me, fuck me.
Comenzó a moverse mas profundo y rápido, mi vagina lo sorbía en cada arremetida, creo que ya estábamos los dos demasiado excitados, nuestros rostros mostraban la transformación, y mis palabras habían hecho estragos en él.
Levantó su cabeza sosteniendo su cuerpo con sus manos apoyadas a los lados del mío, sus músculos estaban tensionados, así que me aferré a sus bíceps y solté las piernas que aun tenía enlazadas a su cintura, para mover más mis caderas y ayudar a que sus arremetidas sean más profundas, lo encontré una y otra vez con mis movimientos mientras él no dejaba de entrar y salir de mí.
- Dame tu orgasmo Paula no aguanto más — me lo suplicó nuevamente en inglés — give me baby.
Le enterré mis uñas al sentir su pedido y me dejé ir con su próxima penetración, temblé y grité pronunciando su nombre y tirando la cabeza hacia atrás, mi cuerpo se arqueo y se estremeció una y otra vez.
- Así nena, así me gusta verte.
Siguió moviéndose y volví a correrme, cuando escuchó derretirme nuevamente perdida por otro orgasmo que me transportó a sensaciones inimaginables, se dejó ir eyaculando y pronunciando un ronquido contenido que le erizó la piel de todo el cuerpo.
Disfruté tanto viéndolo saciar su sed, me sentí responsable y orgullosa de todas sus sensaciones, Pedro era bello en todo momento y extasiado era sublime…
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