Sonó el despertador a las siete como de costumbre, me desperté con un fuerte dolor de cabeza producto del berrenchín de anoche. Así que me levanté directo a tomar un ibuprofeno. Sentí vergüenza de mi misma.
Me levanté y me fui a la ducha, antes pasé por el espejo del baño, tenía unas ojeras que ni con tres kilos de corrector las podría tapar.
- Mierda, luzco espantosamente horrible…
Me duché y envuelta en una toalla fui a buscar ropa que ponerme, con toda mi locura de anoche no había preparado nada, decidí ponerme mi vestido rojo entallado, el que tenía un frunce a la altura del pecho y cae en un drapeado en las caderas haciendo que mi trasero se vea aún más grande de lo que en verdad es, el color levantará mi demacrado rostro pensé… me subí a mis zapatos de tacón negro con suela roja, imitación Louboutin, acá era imposible conseguir unos auténticos, busqué entre mis chucherías y me puse un collar de piedras negro que caía en el escote y pendientes negros también de pasantes cortos.
Fui al baño y me sequé el pelo, miré la hora, eran las ocho y cuarto, en quince tenía que estar saliendo si no quería llegar tarde.
El celular vibró en mi mano interrumpiendo mi cometido, había llegado un whatsapp de Pedro…
- Buenos Días!!!
- Hola buenos días!!! — una sonrisa estúpida se había apoderado de mi cara.
- ¿Dormiste bien?
- Sí finalmente pude dormir, quedate tranquilo estoy bien, gracias por preguntar.
- A mi también me costó dormir…
- No quiero parecer grosera, pero no quisiera llegar tarde al trabajo, además se supone que si voy a ocupar el puesto de Noelia debo dar el ejemplo, aún me falta maquillarme y debería estar saliendo en quince minutos.
- Perfecto, solo quería darte los buenos días, ¿de verdad estas bien?
- Sí Pedro, no te preocupes más, me encanta que me des los buenos días, me mal acostumbras…
- Me encanta mal acostumbrarte, te llamo cuando esté llegando para esperarte y subir juntos a la oficina.
- Dale, besito.
- Beso, no salgas apurada, manejá con cuidado.
- Sí no te inquietes.
Corté y me terminé de maquillar.
Definitivamente un color estridente y un buen maquillaje podían hacer milagros… y ni hablar de unos prometedores mensajes de Pedro…
Estaba llegando a Midland cuando sonó mi teléfono, tenía el manos libres conectado, así que atendí desde la función del volante, era Pedro por supuesto.
- ¡ Llegué!
- Estoy a pocas cuadras no tardo.
- Ok, estoy esperando en el auto para ver cuando entres.
Pedro hizo lo que me dijo, esperó en la entrada y cuando vió que yo estaba llegando entró, Oscar buscó aparcamiento y se paró donde distinguió que había lugar para que yo estacionara, los seguía por detrás, Pedro se bajó del auto y entonces se cambió al mío impidiendo que yo bajara.
Oscar se fue, él nunca se quedaba, siempre se iba y si Pedro lo necesitaba lo llamaba ó sino directamente lo venía a buscar a la salida del trabajo.
- Buenos días — me dijo y me dio un tremendo beso de esos que llevan su marca registrada y que me dejan definitivamente sin aliento. — Pedro llevaba un traje gris de diseñador que le quedaba de infarto.
- ¡Pedro! nos pueden ver… — miré hacia todos lados.
- Los vidrios son oscuros, no se ve nada… además no me importa, no daba más de las ganas de darte un beso.
- Claro a vos no te importa pero cuando te marches de la que se van a reír y de la que van a hablar es de mi…
Volvió a darme otro beso… para hacerme callar sin importarle lo que acababa de decirle.
- No quiero pelear, hoy no Paula, por favor, con lo de ayer fue suficiente, es más, tengo ganas de que arranques el puto auto e irnos a tu departamento o a mi hotel y perderme en vos. Solo eso quiero.
- Hay mucho trabajo… — le dije tentándolo, ansiaba lo mismo.
- Soy el jefe… — me guiñó un ojo. Mi entre pierna latía, sentía la sangre bombear dentro mío, sí que Pedro podía transformar el momento.
- Mierda Pedro, no es lógico esto…
- Pero es lo que queremos. — me quedé viéndolo — Shit Paula, si no querés que esté así para que te vestís tan sexy… vámonos de una vez de acá.
Apreté el botón de arranque y mi Volkswagen cobró vida, rodeé el estacionamiento para ganar nuevamente la calle, a la vez que Pedro se abrochaba el cinturón de seguridad.
Se acomodó en la butaca del auto y llevó su mano a mi pierna, me levantó el vestido y me acarició por la parte interna de ella.
- No me desconcentres si querés que lleguemos.
- Nena, sos inesperada… eso es lo que me gusta de vos Paula, con vos jamás es aburrido.
Manejé entre el tránsito de la mañana, Pedro tocó la pantalla del equipo de audio y puso música sonaba la canción Your body le canté el estribillo y se sonrío.
All I wanna do is love your body
Oooooh, ooooh, oooooh, oooooooh
Tonight’s your lucky night, I know you want it
Oooooh, ooooh, oooooh, oooooooh
- ¡Maldición es que vamos a enganchar todos los semáforos en puto rojo! — Pedro se rió. No me quitaba el ojo de encima me recorría de pies a cabeza con la mirada.
- No entiendo como hacen ustedes las mujeres para manejar con esos tacones…
- Cuestión de práctica…
- Están locas… y nosotros más, por subirnos y que nos lleven.
- ¿Estás objetando mi manera de conducir?
- ¡¡No!! Solo tus tacones… you look really hot!! debo reconocerlo.
- Adulador.
No hace falta que sigas piropeándome ya estás cerca de conseguir lo que querés, casi estamos llegamos…. — Pedro se rió con esa cara de ángel demonio que pone y que me mata…
Salimos de Av. Libertador, seguí manejando diestramente, la ansiedad se sentía entre nosotros.
Por fin llegamos.
Accioné el portón del garage e introduje mi automóvil en él, estacionándome en mi lugar, detuve la marcha del auto y Pedro se ocupó de empuñar nuestros maletines y mi cartera.
Bajó antes que yo y me esperó parado atrás del auto para alcanzarme el bolso, apoderándome de él tiré dentro el iPod y mi teléfono que traía en la mano, Pedro me abrazó y me dió un beso.
- Ya falta menos, solo nos queda subir por el ascensor — Dijo con entusiasmo.
- Parece que estás apurado…
- Ni te imaginas… quiero borrar toda esa basura que ayer nos malogró el día… quiero aprovechar cada día como si fuera el último… escuchá bien Paula “cada día” — se tomó el tiempo en resaltarlo — y no estoy diciendo cuando será el último — me explicó.
Me quedé atontada, intentando creer en sus palabras y darle el mismo sentido en mi mente que él les estaba dando.
Mientras él llamaba al ascensor, yo me dediqué a buscar las llaves de mi departamento para no perder tiempo.
- ¿Ansiosa también?
- Demasiado…
- Hmm, te aseguro que no más que yo.
Entramos en el ascensor, la urgencia era mutua, ni bien se cerró la puerta, comenzamos a besarnos y a tocarnos, tenía mi vestido a la altura de mis muslos mientras Pedro me besaba, hundiendo sus manos en mis nalgas.
- Puede subir alguien Pedro…
- No subirá nadie — me decía entre beso y beso
- A si, ¿como lo sabes?
- Sencillamente, porque no puedo parar…
Por suerte nadie subió… llegamos al piso de mi departamento, me bajé el vestido.
Entre risas y besos entramos.
Pedro ya tenía la corbata en la mano, se la había sacado en el pasillo, dejó nuestros maletines en el sofá de la sala, se quitó el saco y lo colgó en una de las sillas del comedor, mientras tanto, fui a mi pequeño estudio a poner música, quería que me haga el amor con música, deseaba que nos tomemos el tiempo necesario para amarnos, no el apremio que traíamos en el auto y en el ascensor, así que, la música marcaría la intensidad del momento y frenaría un poco el apuro.
Busque una canción lenta, pero quería que el contenido de su letra significase algo y la encontré, puse a reproducir Fix you en repetición. Y salí…
- Hmm, veo que estamos exigentes hoy… - me tomó entre sus brazos y comenzó a moverse al ritmo de la canción… a partir de ese momento no pudo existir mejor lugar que ese.
- ¿Por qué lo decís?
- Solo basta con oír el ritmo de esta canción ¿alguna razón en especial para elegirla?
- La razón que vos quieras darle Pedro… — Apoyó su frente en la mía, inspiró y expiró profundamente… y comenzó a cantar…
When you lose something you can't replace
When you love someone, but it goes to waste
Could it be worse?
When you're too in love to let it go
If you never try, then you'll never know
Just what you're worth
Cuando obtuvo la cremallera baja hasta el final, con destreza se apoderó del vestido y lo deslizó por mis brazos, para que cayera a mis pies.
Me tomó de una mano, para sostenerme y que saliera de él, hice un paso hacia delante para salirme y lo pateé ligeramente a un costado, tenía miedo de enredarme con los tacones.
Pedro aprovechó la distancia de mi brazo y la del suyo para admirar mi cuerpo en ropa interior…
- Dejame verte Paula, dejame grabar en mi mente cada curva de tu cuerpo.
Satisfice su deseo, lo dejé recorrer mi cuerpo con su perturbada mirada… luego, lo impulsé para que me siga a la habitación.
Estábamos parados al lado de la cama, se quitó los gemelos y los dejó sobre la mesa de noche, comenzó a quitarse su camisa, la desabrochó pero la dejó puesta, lucía muy caliente así.
Siguió con los zapatos y las medias.
Yo permanecía sentada en la cama ligeramente recostada mientras apoyaba mis codos en ella, viendo como se despojaba de su ropa, era un espectáculo abrumador.
Desabrochó su bragueta, pero tampoco se sacó sus pantalones, se quitó el reloj, creo que estaba demorando el momento, sus ojos estaban fijos en los míos, podía sentir la humedad de mi vagina, que estaba lista para recibirlo en cuanto él quisiera.
Junté mis piernas y las retorcí de impaciencia Pedro se sonrío por la actitud involuntaria de mi cuerpo.
Se trasladó hasta el recamier que estaba a los pies de mi cama, y allí dejó apoyada su camisa con cuidado, luego hizo lo propio con sus pantalones, su enorme erección se evidenciaba bajo los boxer blancos de algodón que llevaba puestos. Se volvió tras sus pasos y se paró nuevamente frente a mi, con gracia se quitó los boxer,Pedro sabía como excitarme, si que lo hacía, con él nada era simple, siempre hacia que el momento cuente.
Su erección saltó a mi vista oscilante, se tumbó encima mío y la humedad de su pene quedó depositada en mi pierna, y entonces buscó mis labios con ternura, mientras pellizcaba mi pezón con sus dedos, me bajó los tirantes del brasier y liberó mis pechos para aferrarse a ellos, los sostuvo en sus manos y luego los besó, rodeó mi pezón con su lengua, lo succionó, lo mordió primero a uno y después al otro, se movía encima mío para restregarme su pene.
- Nena te deseo…
- Yo también…
Metió la mano por adentro de mi tanga y pudo comprobar la humedad de mi vagina.
- Hmm, tu vagina está húmeda para recibirme, estás empapada me encanta tenerte así Paula…
Hundió un dedo en ella y lo movió dentro y fuera, estaba enloqueciéndome, finalmente lo sacó para poder deshacerse de mi bombacha, me la quitó.
Seguido se puso de lado y recorrió con su mano desde el nacimiento de mis pechos hasta mi vagina, buscó mi clítoris, mientras observaba la reacción que su caricia me producía.
Mi boca estaba entreabierta, y por ella escapaban gemidos, mi pelvis, se movía involuntariamente por su manoseo.
De pronto suspendió sus caricias, la canción que sonaba en el ambiente había vuelto a empezar y con ella nuevamente comenzaba la cadencia de su melodía, Pedro me acariciaba imitando el ritmo de la pieza musical estaba por perder la razón.
Sin perder tiempo también atacó mi boca, se perdió en ella, me acarició mi lengua con la suya, devorando mis labios.
Dejó por un momento de lado sus caricias, se acostó de espaldas y me pidió que me subiera encima de él.
Obedientemente trasladé mi cuerpo sobre el suyo, restregué mi pelvis por su sexo, mientras enredaba mis dedos en su pelo, hundí mi nariz en su cuello, que olía a Clive Christian Nº1 y me perdí en la fragancia, sabiendo que difícilmente la sentiría en otra persona, entonces con locura ataqué su boca despiadadamente con mi lengua.
Me tenía sujetada del trasero, mientras hundía sus dedos en mis nalgas, las apretó con fuerza causándome dolor, en cierto momento, las palmeó, para luego volver a apretarlas.
Rápidamente, trasladó sus manos a mi espalda y me desabrochó el corpiño que aún permanecía sujeto a mi cuerpo y me aprisionó con su abrazo contra el suyo, para poder sentir como se aplastaban mis senos contra su piel.
Estaba totalmente desnuda salvo por mis zapatos, que sabía que no me los iba a quitar, porque si algo le gustaba a Pedro era verme totalmente desnuda y con tacones.
Creo que eso lo excitaba mucho.
Nuestras piernas estaban enredadas y ningún contacto aparente parecía ser suficiente para calmar nuestras ansias.
Sujetó su mano a mi pelo, lo juntó y lo tironeó para llevarme la cabeza hacia atrás, me mordió la barbilla, se apoderó del lóbulo de la oreja y lo mordió también.
- Paula me quitás la voluntad, cuando te tengo entre mis brazos no puedo pensar con claridad.
- Tenés el mismo poder en mi Pedro, lo único que quiero es perderme en tus caricias.
Giró conmigo y me dejó nuevamente bajo su cuerpo, por fin tomó su pene y lo introdujo en mi vagina, hizo lo que siempre hace, lo hundió en mí y se quedó un instante disfrutando de la profundidad de su longitud, mientras me miraba.
Luego comenzó a moverse, adentro y a fuera, de su boca se escapaban gemidos roncos y agónicos.
- Nena, tu vagina está muy caliente, puedo sentirla y me enloquece.
- Pedro vos estás muy duro, también puedo sentirte.
- Si nena me duele de tan duro que estoy. Necesito alivio, no doy más.
La música aceleró su ritmo y Pedro también avivó el de sus embestidas.
Se perdió en mi cuerpo y en el momento, junto conmigo.
Acabamos mientras nos besábamos, gritó mientras me mordía el labio. Yo me aferré a su espalda, le clavé las uñas y choqué mi pelvis con fuerza contra la suya vaciando todas las ansias de mi cuerpo y quedé inerte bajo el suyo, la intensidad del orgasmo me había adormecido, me sentía embotada.
Levantó su cara, aún permaneciendo dentro de mí, corrió mi pelo y me acarició el rostro mientras me dejaba un beso en los labios.
- ¿Estás bien?
- Paralizada, exhausta…
Se rió y dejó caer nuevamente su peso sobre el mío.
- Estoy igual nena… no tengo más fuerzas… me quitaste todo, parece como si me hubiera pasado una aplanadora por encima.
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