lunes, 28 de julio de 2014

CAPITULO 53




Paula salió despedida del aeropuerto, corrió por la terminal hacia la salida luego de ver como Pedro se marchaba, no podía parar de llorar, estaba desconsolada.


Ya en el estacionamiento, ingresó a su automóvil y esperó a divisar en el aire el vuelo que se llevaba a Pedro.
Agónicamente, siguió llorando al ver la nave de metal alejarse, no tenía consuelo.


“Adiós amor mío, te llevaste un pedazo de mi vida”… adiós ojitos.


Pedro le había destinado una última mirada fría, y carente de sentimientos y se había marchado, se había ido para siempre.


Tomó un Kleenex de la caja que descansaba en el asiento del acompañante, y se sonó la nariz también secó un poco su rostro, aunque como sus lágrimas no paraban de caer pronto lo tuvo anegado nuevamente.


Se colocó el cinturón de seguridad y puso la marcha del auto luego de encenderlo, para emprender el regreso a su casa.


El silencio del habitáculo de su automóvil era casi tan ominoso como sus pensamientos, Pedro ocupaba todos sus sentidos, que estaban adoloridos, machacados.


Desde el mando del volante, encendió la radio esperando que el locutor llenase con su voz los silencios de la lluviosa y oscura noche, necesitaba oír voces para no sentirse tan sola, para no sentirse tan abandonada.


Escuchaba las palabras que salían del aparato de audio, sin sentido alguno, asombrosamente eso era lo que sentía, la vida parecía no tener más sentido sin él, para ella esas voces solo eran ecos que retumbaban en su adolorida cabeza.


Hasta que comenzó a sonar Sin ti la canción de Lara Fabian y pareció como si esa letra estuviera hecha para describir el momento que estaba viviendo, cosa que por supuesto le produjo más desconsuelo.



Sin este abrazo al despertar
Sin tus gestos al hablar, sin tu complicidad Sin tus planes imposibles, sin tu amor
Y el resto que me queda de dolor, que haré Con este corazón herido Sin tus promesas de papel
Sin un sorbo de tu amor emborrachándome Sin un beso sobre el beso que te di
Tu cuerpo acostumbrándome Qué haré sin ti con este corazón herido
Sin los sueños que soltamos a volar Las páginas escritas por azar
Qué haré sin ya no estás aquí conmigo Como vivir sin ti Enséñame a abrir de nuevo el cielo No puedo vivir sin ti
Me ahogo en el trago de cada recuerdo Y dime qué haré sin ti Necesito de tu amor para vivir Sin los momentos de pasión
Y las tardes en silencio respirando al mar Sin tus ojos en mis ojos otra vez
Mis manos se deshacen de esperar tu piel
Calmando el corazón herido Sin tu luna en cada noche, sin tu voz Sin nada más certero que tu adiós, qué haré
Si ya no puedo estar contigo
Como vivir sin ti Enséñame a abrir de nuevo el cielo No puedo vivir sin ti Me ahogo en el trago de cada recuerdo
Y dime qué haré sin ti Necesito tu locura Hazme un sitio en tu ternura Y dime cómo vivir sin ti
Enséñame a abrir de nuevo el cielo No puedo vivir sin ti Me ahogo en el trago de cada recuerdo Y dime qué haré sin ti
Necesito que regreses junto a mí Y dime qué haré sin ti Necesito de tu amor para vivir Como vivir sin ti
Enseñame a abrir de nuevo el cielo
No puedo vivir sin ti Me ahogo en el trago de cada recuerdo Y dime qué hare sin ti Necesito tu locura
Hazme un sitio en tu ternura Y dime cómo vivir sin ti Enseñame a abrir de nuevo el cielo No puedo vivir sin ti
Me ahogo en el trago de cada recuerdo Y dime qué hare sin ti Necesito que regreses junto a mí Y dime qué hare sin ti Necesito de tu amor para vivir


Mientras lloraba, golpeaba el volante con el puño de su mano, simultáneamente, que alternaba pasando los cambios de marcha.


¿Cómo puede uno hacerse tan dependiente de otro ser humano? — pensó — ¿cómo voy a hacer para olvidarte? si a tu lado conocí la cara del verdadero amor…


Iba realmente muy rápido, la ruta se achicaba a esa velocidad y considerando el estado de la calzada mojada, realmente era una imprudencia, pero nada importaba, no había razonamiento posible e inteligible en sus revolucionados pensamientos.


Siguió a toda marcha, mientras cada frase de la canción, se clavaba en su dolorido pecho, cada palabra de la cantante era un puñal que se enterraba más y más profundo.


Esa mirada gélida de Pedro, le había congelado el alma y le había partido en mil pedazos el corazón.


Era evidente que a él ya no le importaba, sus sospechas habían sido confirmadas, Pedro regresaba a su mundo, a su vida, una vida donde ella no estuvo nunca incluida, porque nunca tuvo lugar, solo migajas de su cariño, un cariño a medias, un cariño por un rato y con fecha de vencimiento como siempre supo.


Ese lugar era de otra, alguien con nombre pero sin rostro…


Esa persona de ahora en más, sería la destinataria de sus sonrisas, de sus caricias, de sus susurros, y de todos sus gemidos.


Dios, como iba a extrañar sus tonteos, sus palabras de amor aunque no hayan sido ciertas.


¿Por qué? Se preguntó entonces, por qué se había tomado tantas atenciones con ella, por qué la había seducido con tanto ahínco si realmente no la amaba…


No necesitó pensarlo demasiado, muy pronto encontró al repuesta, así era él, un seductor nato, orgulloso macho alfa, que se creía impoluto.


Desde el momento que lo conoció, ese fue su proceder, luego la endulzó con palabras bellas, con promesas que sabía que jamás iba a cumplir, la llenó de sueños, la hizo sentir enteramente mujer, para tomar y beber todo de ella para su propia satisfacción.


Se sintió crédula, una niñata ingenua, cándida e inexperta, entonces se dijo, cuanta verdad en eso que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra.


Concluyó que Pedro se había aprovechado de su necesidad de sentirse amada, de su vulnerabilidad por sentirse protegida, acompañada.


Las lágrimas brotaban de sus ojos con el mismo ímpetu que sus doloridos pensamientos.


De pronto hizo una mala maniobra y terminó rozando el guardrail, desaceleró, intentó maniobrar, fueron segundos interminables, todo se volvió un agujero negro con dos profundos ojos azules que la cegaban. Bloqueada por la situación, apretó el freno a fondo y terminó dando un trompo en medio de la General Paz, las luces de la ruta giraban a su alrededor, de milagro pudo estabilizar el automóvil y no terminar volcando.


Por suerte llevaba puesto el cinturón de seguridad y los airbag se accionaron casi de inmediato ante el sacudón.
Verdaderamente tuvo suerte que la ruta haya estado despejada y no se haya visto involucrada con otro automóvil, en un accidente más grave.


Perdió el sentido por unos momentos, cuando volvió en sí, se sentía aturdida y con un fuerte dolor en el hombro izquierdo, ya se escuchaba acercarse, el sonar de las sirenas de la ambulancia que no tardaron en asistirla, seguramente alguien que pasó por el lugar había avisado del accidente.


El dolor del hombro no la dejaba pensar, era insoportable, pero en realidad sus pensamientos estaban anestesiados y se habían quedado clavados en Pedro, hasta en ese momento pensó en él, tenía tanto dolor, que deseó que él estuviera a su lado para arrullarla, para cobijarla en su pecho, entre sus confortables brazos y sus diestras manos, entonces volvió a recordar esa mirada insensible que él le destinó en el aeropuerto, como duele se dijo, casi tanto como el dolor físico que tenía en el hombro.


Le colocaron un cuello ortopédico y le inmovilizaron el brazo, antes de subirla en la camilla, la médica le hablaba pero ella parecía no escucharla.


Paula no paraba de llorar, dentro de la ambulancia ya más calmada, y en compañía de la facultativa que estaba asistiéndola y revisándole todas sus funciones vitales, se animó a pedirle que le alcanzara de su bolso el teléfono para llamar a Matias.


El celular no alcanzó a sonar, que entró directo el contestador, cortó e intentó con Ezequiel.


- Hola Paula


- Choqué.


- ¡¡Mierda Paula!! ¿Dónde estás? ¿estás bien?


- Estoy en la ambulancia, me llevan al Hospital Pirovano me dice la médica que de hacer falta luego me trasladarán – todo eso se lo contó entre sollozos, estaba tan desconsolada que a Ezequiel le costó entenderla.


- ¿Pero vos como estás, como te sentís?


- Me duele mucho el hombro, solo eso y el susto, por poco y me mato.


- No te preocupes Paula, ya salgo para allá. Tranquilizate por favor.


- Está bien, te espero, Mati no me contesta.


- Yo le aviso, no te preocupes.


Llegaron al hospital, ingresaron a Paula por la guardia, directo a la sala de traumatología, donde la revisó el médico de turno, que ordenó hacerle una placa.


Paula seguía chillando sin consuelo, estaba en estado de shock, los doctores le hablaban para tranquilizarla.


- Tranquila, ya lo llamaste, Pedro ya llegará al hospital, ya no llores — el profesional se apiadó de ella y entonces Paula cayó en cuenta que entre sus sollozos incoherentes había llamado a Pedro, que ironía…


Antes de llevarla a radiología le hicieron una revisión general y como ella manifestó que había perdido el conocimiento, aún sin sentir dolor alguno, ni evidenciar ningún golpe en la cabeza, por precaución también se le practicó una tomografía de cerebro.


Cuando estaba saliendo del tomógrafo, ya más calmada, se encontró en el pasillo con Ezequiel y con Carla.


Su amigo la cobijó en sus brazos y ella se aferró a su cuello donde volvió a llorisquear, quejándose del fuerte dolor que aún tenía en el hombro.


La ingresaron en la sala nuevamente y permitieron que Ezequiel entre con ella para calmarla, mientras, esperaban que el médico vea los estudios que le habían practicado.


Su amigo estaba preocupado, se pasaba constantemente su mano por el pelo, a la vez que practicaba débiles palabras intentando consolarla, no era bueno para eso, deseaba que Mati llegue pronto.


A pesar de todo lo ocurrido su interés estaba centrado en saber qué hacía en esa zona cuando sufrió el accidente.


- ¿Dónde habías ido?


- No te enojes, volvía del Aeropuerto de ver irse a Pedro — le dijo entre sollozos y en un tono de voz que a él verdaderamente le costó escuchar sus palabras.


- Paula… Paula… ¿para qué fuiste?


- Necesitaba verlo por última vez, precisaba ver como se marchaba.
Perdí el control del auto contra el guardrail, de casualidad no volqué, hice un trompo antes de poder detenerme — estaba sollozando.


- Mierda Paula, podrías haberte matado, no quiero ni pensar si hubieses volcado o si hubieses chocado con otro auto, no tenés sentido de la supervivencia, parece que quisieras destruirte.


Destruida ya estaba, pero por la ruptura con Pedro no por el accidente, o acaso él no se daba cuenta.


Las palabras y el reto de su amigo la llevaron a contener sus espasmos, Ezequiel estaba verdaderamente enojado con la estupidez que había cometido, y le dio un discurso que parecía interminable, una parafernalia de cosas, fueron las que salieron de la boca educada de él, había aflorado el abogado, pero bien merecido se lo tenía.


Por suerte la pérdida de conocimiento solo se debió a que fue sobrepasada por los nervios del momento, la tomografía había arrojado que no tenía ningún golpe, lo único que presentaba era el hombro dislocado, tampoco había evidencia alguna de que existiera fractura. Así que se lo pusieron en su lugar, pero le provocó quejarse y gritar de dolor hasta que efectuaron la maniobra, pero no existía otra forma de hacerlo.


Ezequiel la sostenía mientras el médico hacía su trabajo e intentaba calmarla.


Repitieron las placas para cerciorarse que había quedado en buena posición y finalmente le aplicaron un calmante para el dolor, luego de eso, salió de la sala con el brazo en cabestrillo, caminando apoyada en el hombro de Ezequiel.
Matias acababa de llegar.


- Paula, que susto nos diste — Matias la abrazó con mucho cuidado, Carla por su parte la besaba corroborando los dichos de Mati.


- Estoy bien, gracias a Dios estoy bien, hay que llamar a la grúa para que traiga mi automóvil.


- Despreocúpate, nosotros nos encargamos de todo — dijo Carla tranquilizándola.


Partieron los cuatro para el departamento de Paula.


Allá, Mati después de recostarla en el sofá, quiso saber que estaba haciendo por esos lados, aunque más o menos se imaginaba de donde podía ser que viniese, si algo conocía a su amiga creía que no se equivocaba.


- Lo sé, lo sé, no me digas nada, sé que no tendría que haber ido al aeropuerto.


- No sé para qué carajo fuiste, mirá lo que ganaste.


- Basta Mati me duele mucho la cabeza, no necesito tus broncas.


- Me imagino como te habrás puesto cuando lo viste irse, habrás salido a ciegas manejando.
Te pondría en mis piernas y te daría nalgadas, no pareces una adulta.


- Lo amo Mati, a pesar de todo, lo amo, tengo el corazón destrozado, no puedo pensar, no puedo vivir sin él, siento que me estoy muriendo.


- No sigas diciéndome eso porque te juro que me voy a la mierda, ¿cómo podes decir que lo amás? si te mintió tanto, no merece tu cariño, solo tu desprecio, ¿por qué te rebajaste yendo al aeropuerto? encima me decís que se dio el gusto de verte llorando y siguió caminando.
Quiero cagarte a palos, te juro Paula, estoy más enojado con vos que con ese hijo de puta.
¿Por qué no te das el valor que tenés? ¿dónde está tu orgullo? por más herido que lo tengas ¿dónde está el respeto por tu persona?


Ezequiel y Carla habían regresado de buscar comida china, como era tarde prefirieron ir ellos a buscarla.
Prepararon la mesa, para que Paula se sienta más cómoda en las sillas del comedor, ella observaba desde el sofá a sus amigos, que se movilizaban preparándolo todo, y no pudo evitar sentirse la persona más egoísta.
Siempre sumida en sus problemas y trayéndoles problemas a ellos, conjeturó que terminaría por cansarlos por tener que salir siempre en su amparo.
El choque había hecho un click en ella, la había apartado por un instante del desasosiego que significaba la partida de Pedro.


Se sentaron a la mesa, estaba agotada física y mentalmente. Cuando tomó los palillos chinos para prepararse a comer, no pudo evitar recordar la vez que fueron a Dashi con Pedro, y él le daba de comer en la boca con los saibashi (palillos chinos), se le hizo un nudo en la garganta y le pareció que no le pasaría bocado, pero luego vio a sus amigos que estaban tan apenados, tan solícitos y sabiendo que la comida china era lo que más le gustaba, habían ido por unos Sashimi de Salmón Rosado y de langostino y rolls New York que eran sus preferidos. Qué utopía pensó, cuando cayó en el nombre de sus rolls favoritos.





Al rato de haber despegado el avión, pasó la azafata con el carrito repartiendo unos refrigerios, Mikel de buena manera lo aceptó, en cambio Pedro le pidió si podía traerle un agua gasificada bien fría. Cuando la auxiliar llegó con su agua, él había desplegado la mesa y había acomodado su Mac para disponerse a trabajar un rato, mientras esperaba que le trajesen la cena, quería distraerse para no pensar y que mejor que sumirse en el trabajo hasta agobiarse, pero cuando encendió la jodida máquina ahí estaba ella en su pantalla, viéndolo con esos ojos verdes hermosos que él añoraba.


Intentó concentrarse en unos pendientes que tenía en la sede de México, pero sus pensamientos no tenían sosiego, estaba desconcentrado, no podía borrarse de la cabeza la imagen desolada de Paula, que ocupaba todos y cada uno de sus pensamientos. Se pasó la mano por la frente una y otra vez como si de esa forma y con la simple fricción, conseguiría aplacar su desazón o mitigar sus dolientes pensamientos.


La había visto demasiado triste, en la oficina no parecía estar en ese estado, pero allí en el aeropuerto parecía quebrada y él no había sido capaz de contenerla en sus brazos.


Pensó en lo que Oscar le había comentado al pasar… le había dicho que cuando fue a buscar sus cosas al departamento de ella, no la había visto bien, que la había encontrado llorando, pero Pedro fue tan necio en aquel momento que intentó anular el comentario en su mente y ahora se arrepentía.


“Quizá si hubiese escondido mi orgullo y hubiese hablado con ella podríamos haber arreglado las cosas”...


Pero sus pensamientos positivos se alejaban, tan pronto como decidía que hundirse en su pasado y en su soledad era lo mejor y que además era lo que merecía.


“Nos rondan demasiados fantasmas del pasado Paula, es imposible que nuestra relación pueda funcionar, vos con tus continuas desconfianzas, yo con mis demonios al acecho, es agobiante. Bah debo olvidarla, es lo mejor, debo seguir con mi vida de mierda, vacía e inverosímil, llena de lujos y banalidades superfluas, pero al fin práctica y carente de sentimientos, debo volver a ponerme esa coraza en mi corazón que me protege de todo y no me deja sentir. Esa relación no nos hacía bien a ninguno de los dos”. — intentó convencerse, dando por sentado que lo que decía era verdad, pero aunque lo pensaba una y otra vez no conseguía creerlo verdaderamente.


Durante la cena entablaron cortos diálogos con Mikel quien visto y considerando el estado de ánimo de Pedro había preferido no hacer ningún comentario de la presencia de Paula en el aeropuerto, cuando Pedro se ponía en necio, era mejor dejarlo pensar en soledad, que estar machacando sobre el asunto. Eso hacía que se cerrara más pues no le gustaba que se inmiscuyan en su vida, en ese sentido él era muy celoso, su intimidad, raramente la compartía con sus allegados, solo lo conseguía a veces con su hermana melliza y con Mikel.


Por supuesto que a Mikel su recelo le importaba un comino, y siempre buscaba el momento oportuno, para que Pedro lo escuchase decirle las cosas que otros no se atrevían ni con el pensamiento.


Pedro lo apreciaba como amigo, sabía que era sincero, y no se explicaba por qué a él si le permitía opinar lo que a otros jamás le hubiese permitido.


Ellos se habían conocido por intermedio de otro amigo que se lo presentó cuando él adquirió su primer automóvil italiano, pero más allá del trato comercial, habían desarrollado una muy buena amistad que llevaba ya cinco años.


Siempre se habían llevado bien, él conocía de pe a pa todos sus pesares y nunca lo había juzgado, sabía que era una persona confiable y honesta y eso para él era una cualidad muy importante.


Luego de la suculenta cena de cinco platos que repartían en First Class de AA, de la cual Pedro comió más poco que mucho, se puso los audífonos bose noise cancelling y gracias a la tecnología de supresión de ruidos con que cuenta AA quedó aislado de todo sin escuchar más que su propia voz interior. Del neceser que reparten allí, sacó la máscara que le aportaba lobreguez a sus ojos, el resto del contenido no le interesaba nada. Reclinó ligeramente el asiento pero no del todo y rebatió el apoya pies para intentar conciliar el sueño, la noche anterior también había dormido muy poco pensando en Paula y en su regreso a NYC, así que el cansancio había empezado a hacer menoscabo en su organismo.



Matias esa noche se quedó a dormir con Paula, pues con una sola mano en uso, se le dificultaban un tanto las cosas, Paula estaba agotada, Carla antes de irse la ayudó a ponerse un camisolín y se metió en la cama, donde repasó brevemente los acontecimientos del día.


Conclusión, tenía que poner un freno a la desesperación que sentía, porque las cosas iban a terminar mal para ella.


Durmió aferrada a la remera de Pedro como cada noche desde que se habían separado, oliendo las desvanecidas notas de Clive Christian Nº 1 y guardándola con recelo bajo su cuerpo para que Matias no la viese.




Había comenzado el descenso, Pedro había mantenido los ojos cerrados durante todo el vuelo pero no había conseguido pegar un ojo, a veces los sentimientos no entienden de razón.


Estaba desorientado… y se preguntaba una y otra y otra vez por qué no podía dejar de pensar en ella, por qué le dolía tanto saber que de ahora en más los separarían miles de kilómetros de distancia.


“¿Que me pasa con vos Paula, por qué ocupás cada uno de mis pensamientos, por qué te pienso en todo momento? Me estás haciendo perder la razón nena”… — se apretó los ojos con los dedos, se estiró en la butaca y tomó una profunda bocanada de aire.


En las PTV, pusieron las conexiones a otros vuelos de American Airlines y la puerta de llegada por donde debían salir.


La nave siguió descendiendo y ya se podía avistar la ciudad de New York.


Finalmente llegaron puntualmente a las 6:10 AM al aeropuerto JFK de Queens,Pedro desembarcó por la puerta ocho y mientras caminaba hacia migraciones telefoneó a su primo que era un alto funcionario de Port Authority of New York and New Jersey, empresa que operaba el aeropuerto, lo llamó para que intervenga y le agilizara los trámites, estaba contrariado y no tenía ganas de hacer colas, quería irse a refugiar en su casa, un lugar neutral donde encontraría la sensatez que había perdido en Buenos Aires cuando conoció a Paula.


Cuando salían de la terminal, mientras subían a un automóvil de Mindland que los había ido a recoger, y no habiendo conseguido ni por un instante alejar de su mente la imagen desolada de Paula en el aeropuerto, le pidió a Mikel con cierto recelo, y es que a él no le gustaba pedir favores, pero se sentía tan agobiado que era la segunda vez en la mañana que iba a tener que hacerlo.


- ¿Mikel puedo pedirte un favor?


- Por supuesto Pedro, sabes que siempre cuentas conmigo — Mikel quedó sorprendido.


Pedro le costó expresar lo que iba a decir, pero no pudo contener su ansiedad, dudó un instante y haciendo un gran esfuerzo finalmente le manifestó:
- Podrías llamar a tu primo o a María Paz y que te digan como está Paula, la vi muy mal en el aeropuerto. — Oscar que estaba sentado adelante en el asiento del acompañante, no pudo evitar esbozar una sonrisa al escuchar el pedido de su jefe, él lo conocía demasiado, hacía cinco años que estaba a su servicio y sabia de sobra lo orgulloso que él era, pero también sabía, que aunque se negaba a reconocerlo, Pedro Alfonso se había enamorado, que haya pedido eso a su amigo lo contentó.


- Desde luego, yo me encargo de averiguar y te cuento.


- Gracias, que sea como cosa tuya por favor.


- No te preocupes así lo haré.


Mikel le restó importancia, no hizo ningún otro comentario, solo le palmeó la espalda, sabía lo que a Pedro le había costado pedirle eso.





A pesar de haber dormido bastantes horas, cosa que no hacía desde hacía días, su cuerpo seguía adolorido y su mente estaba agobiada como si se hubiese pasado la noche en vela.


Como ya era costumbre, desde que había conocido a Pedro su primer pensamiento de la mañana estaba dedicado a él, eso no había cambiado.


Paula miró la hora, y cayó en cuenta que hacía una hora que él había aterrizado en NYC.


- ¿Se habrá acordado de mí tan siquiera una vez durante el viaje? — se preguntaba atormentándose con la respuesta.


Paula debía tener el brazo en cabestrillo por tres semanas, estaba con parte de enferma, así que a media mañana se presentó en las oficinas de Mindland para aprestarse a hablar con Noelia y explicarle lo que le había ocurrido, además, había muchos pendientes, ella luego salía de vacaciones y con este contratiempo todo se complicaba en el traspaso de la gerencia.


Cuando llegó al piso dieciséis y pasó por delante de la oficina de Pedro, se estremeció, cerró los párpados y sintió dos ojos azules adorándola.


- Blue eyes que difícil… todo me recuerda a vos.


Se presentó en el despacho de Noelia, ella ya estaba más o menos al tanto de lo que le había ocurrido, ya que Matias algo le había adelantado.


- Paula, corazón, creo que fue una desgracia con suerte, podría haber sido peor, pasá sentate — le dijo mientras le ofrecía un cálido abrazo — imagino el susto que habrás pasado.


- Sí, no te equivocas, fueron segundos cuando perdí el control del auto todo pasó muy de prisa y empecé a girar dando trompos, creí que volcaría.


- Imagino y se me pone la piel de gallina, nunca me tocó estar involucrada en un accidente, pero creo que deben ser segundos interminables.


- Así es.


- Me dijo Matias que fue en General Paz, seguro venías de despedir a Pedro… — Noelia conjeturó y a Paula se le clavó un puñal en el pecho cuando lo mencionó.


- Sí venía del aeropuerto — atinó a decir tímidamente.


- ¿Ya se enteró? — Paula la miró sin entender y entonces Noelia rectificó su pregunta — digo… ¿Pedro ya se enteró de tu accidente?


- Nooo — contestó con vehemencia y entonces se dio cuenta de la forma en que lo había hecho — no quise que se enterara, no quiero preocuparlo solo me disloqué el hombro.




Mikel estaba hablando por teléfono con su primo…


- Por suerte fue un vuelo muy tranquilo, dormí la mayor parte del viaje.


- Me alegro que hayas llegado bien, quizá ahora que conociste a María Paz te tengamos más seguido por estos lados.


- Seguramente primo, creo que nos veremos con bastante frecuencia…


- ¡Ja! Quien lo hubiera dicho — Mikel fue al grano.


- ¿Sabes qué? quería preguntarte por Paula… es que ayer cuando abordamos el avión la vi en la terminal y no me pareció que estaba muy bien… ¿Me equivoco?


- Mira Mikel ya lo hablamos antes de tu partida yo sé que Pedro es tu amigo pero ese hijo de puta le rompió el corazón, Paula no es una mala mina, ella no merecía tantas mentiras, qué más puedo agregarte, para colmo, como si eso fuera poco salió como loca del aeropuerto y se pegó un palo con el auto.


- ¿Qué? ¿Chocó? ¿Cómo está? — la alarma en la voz de Mikel era evidente — Mierda sabía que no estaba bien.


- Sí, chocó, pero por suerte no fue nada, tuvo un Dios aparte, solo se dislocó el hombro. Realmente la sacó barata, porque dio contra el guardrail y terminó dando trompos en medio de la ruta.


- ¡¡Madre de Dios!! me dan ganas de cagar a palos a ella y a Pedro por orgullosos.


- Esto no se trata de orgullo, él le mintió, él está casado y vos no dijiste nada, no volvamos sobre esa conversación que ya la hemos tenido sé que quedaste en el medio de esta situación, pero Paula es mi mejor amiga y engrano.


- Mira, no voy a hablar porque sé que es un tema muy delicado para Pedro y no me lo perdonaría, como te dije ya, para mí su amistad es muy importante, espero que me entiendas, solo te diré que ella tendría que haberlo escuchado cuando él quiso explicarle, ahora él está tan cabreado y ciego, que no sé si podrá vencer su orgullo.


- No te entiendo, creo que no había explicación para su mentira…


- Dejémoslo ahí, es un tema que tienen que resolver ellos, yo sé porque te lo digo.


- Por lo visto pensamos diferente, no creo que lo de ellos tenga solución.


- Quien sabe…


Cuando Pedro llegó a su apartamento, se dio una ducha y más tarde se fue a la oficina, había cambiado de idea y ya no tenía planeado quedarse en su casa, quería agobiarse con el trabajo para no pensar.


Llegó a Mindland Central Bureau y su padre se extrañó de verlo ahí.


- ¡Pedro, hijo! no esperaba que vinieras, fue un viaje largo, ven acá, dame un abrazo, se te extrañó — le dijo muy sinceramente mientras le abría los brazos y salía a su encuentro de atrás de su escritorio.


- Hola papá — dijo él estrechándolo fuertemente en su abrazo, mientras cerraba con fuerza sus ojos, gesto que por supuesto su padre no podía advertir, y es que necesitaba el abrazo de su padre, necesitaba contención.


Horacio Alfonso se extrañó del apretón desesperado que su hijo menor le brindó, le pareció que lo había estrechado con demasiado ímpetu, como cuando Pedro buscaba fuerzas en sus brazos para soportar la enfermedad de su esposa Julieta.


- ¿Estás bien Pedro? luces abatido hijo — le dijo con tono de preocupación mientras lo observaba.


- Sí papá estoy bien, solo fue un vuelo largo y no dormí demasiado — intentó dar esa excusa para que su padre no siga preguntando. Obvio que no estaba bien, mientras estaba duchándose en su casa, había pensado en salir de ahí y tomar un vuelo de regreso a Buenos Aires, pensamiento que desechó cuando recordó las palabras de rencor y desprecio que el lunes le había dedicado Paula en Mindland. Pensar en eso, lo enardecía y hacía que desista cualquier intento de acercamiento a ella.


- ¿Porque no te quedaste en tu casa a descansar?


- Quería regresar al trabajo, necesito atender varios pendientes que ya no pueden seguir posponiéndose, además sé que Alison me tiene preparada una pila de papeles que requieren mi firma.— Tras su respuesta pensó — “necesito adormecer mis pensamientos en el trabajo papá, necesito dejar de pensar en ella, en casa iba a volverme loco”.


Pedro un día más no hace la diferencia, además se suponía que te incorporabas después de la festividades navideñas y terminaste volviendo antes — Horacio volvió a estudiar el semblante de su hijo, estaba seguro que algo le pasaba — ¿Seguro Pedro que estás bien?


- Si papá, que podría pasarme.


- No sé, estoy esperando que me lo digas vos. — le dijo mientras abría sus manos en ademán que sea él quien lo ilumine con el saber.


- Ya te pareces a mamá, querés dejar de ver cosas donde no las hay. — Dijo en tono sombrío y de advertencia, su padre sabía que cuando se ponía así era mejor dejar de preguntar porque no conseguiría nada.


- Ok, ok, ven, sentémonos y cuéntame de tu viaje.


Se acomodaron en el estar de la lujosa y amplia oficina de estilo minimalista de Horacio Alfonso y pasaron parte de la mañana hablando de los activos de la empresa en Argentina y Brasil. Pedro se mostraba muy contento con el resultado de su viaje y como se posicionaba Mindland en esos países del Sur.


- Por cierto, que gran hallazgo tenemos en Argentina, ¿cómo se llama la chica?... la que ocupará la gerencia… se me fue el nombre.


- Paula Chaves papá. — Decir su nombre le dolió profundamente, fue una cuchillada que se clavó muy hondo.


- Si ella, estoy convencido que esa chica es un diamante, es muy inteligente.


- Sí, es brillante, es increíblemente brillante — dijo Pedro y de pronto se sintió orgulloso del talento de Paula, su padre no se equivocaba.


- Tengo planes para esa chica, estoy gestando algo, ya te contaré.


- Planes, ¿a qué te refieres?


- No puedo decirte ahora, ya te vas a enterar, déjame ver como se desenvuelve ahora que quedará a cargo y ya te contaré de mis propósitos, me gusta su desenfado, es arriesgada pero tiene un sexto sentido para gestar buenos resultados en la elaboración y en el control de presupuestos y ha demostrado que es minuciosamente exacta en la gestión y previsión de tesorería.
Después de lo que elaboró para Chile, la estoy siguiendo muy de cerca estoy fascinado con su talento, dada su juventud.


Se preguntó qué planes podía tener su padre para Paula — bah la mente de papá vuela y la mía hoy está adormecida, no quiero seguir hablando de ella, lo veo a papá muy vehemente y creo que no pararía de hablar de Paula, mejor dejo el tema ahí, no pienso preguntarle, necesito alejarla de mi mente.


Pero casi como una burla del destino, el teléfono de Pedro sonó, era Mikel y sabía que era para hablarle de ella también, pues él le había pedido que investigara.


Se disculpó con su padre y atendió la llamada, la tomó mientras salía de la oficina dirigiéndose hacia la suya que estaba enfrente, estaba invadido por una sensación extraña de ansiedad, necesitaba saber de ella con vehemencia.


- Mikel


Pedro, hablé con Ezequiel.


- ¿Qué pudiste averiguar? — preguntó con agitación.


- Me dijo que Paula está hecha mierda, que le destrozaste el corazón, textuales palabras — Pedro apretó los dientes y frunció los labios mientras negaba con su cabeza — pero eso no es todo — Mikel hizo una pausa…


- ¿Qué pasa? habla — lo instó con apremio, por el tono supo al instante que algo ocurría.


- Anoche cuando volvía del aeropuerto, chocó.


Todo se puso negro alrededor de Pedro, no podía pensar, no escuchaba, daba zancasos para llegar a su sillón detrás del escritorio.


Se dejó caer en él, temiendo lo que podía escuchar, aflojó el nudo de la corbata, le faltaba el aire y sintió dificultad en la garganta mientras que el corazón parecía que dejaba de andar. Fueron segundos pero sintió que el mundo se había detenido a su alrededor y elevó una plegaria al cielo y se encontró de pronto rogándole a Dios y a Julieta que a Paula no le haya pasado nada porque no iba a poder soportarlo.


- Mierda, mierda — golpeó su escritorio estaba desencajado, nerviosamente se pasaba la mano por el pelo y se agarraba la cabeza — decime por favor que está bien, decime que no le pasó nada — lo expresado fue un ruego, una súplica desgarradora.


- Está bien, está bien, tranquilízate, no le pasó nada, solo se dislocó el hombro.


- Dios sabía que algo le había pasado, por eso estaba tan intranquilo — pensó en voz alta mientras le atizaba otro golpe al escritorio — fue mi culpa… ¿Estás seguro que está bien, estás totalmente seguro que Ezequiel te dijo todo?


- Dice Ezequiel que rozó el guardrail y perdió el control del auto dio un par de trompos en la ruta y de casualidad no volcó, tuvo muchísima suerte.


“Nena, me hubiese muerto si algo te pasaba”


- Gracias por llamar tan pronto, te lo agradezco de verdad.


- Bah, no seas pavo, dejá de darme las gracias y cortá conmigo y llamala Pedro, si te morís por hacerlo, déjate de joder con el orgullo viejo, que el tiempo no vuelve atrás, vos mejor que nadie lo sabe.


- Tengo un enjambre en mi cabeza… ni te imaginas.


- Permítete ser feliz amigo, ya pagaste demasiado, cuanto más vas a extender tu duelo.


- No sé, no sé…


Cortó la llamada y se recostó en el respaldar de su asiento, se tomó la cabeza con ambas manos y apretó muy fuerte los ojos. Estaba abatido.


- Paula no podría haber soportado que te pasara algo — habló en voz alta rogando que sus palabras tan sentidas acortasen la distancia y llegasen al corazón de ella.


Tocaron a su puerta, y una blonda cabellera se asomó por el resquicio de ella.


Volvió en sí y se acomodó en el asiento para contestar.


- Pasa. — dijo intentando sonar tranquilo, impostó su voz e irguió sus hombros disimulando compostura.


- Hola Pedro, me enteré que llegaste ¿estás ocupado?


- No, pasa Rachel, pasa.


Se puso de pie y salió de su escritorio, la abrazó y le dio un beso en la mejilla, ella respondió el saludo y también lo envolvió con sus brazos.


Rachel tenía los típicos rasgos físicos de la mujer americana, de piel muy blanca, rostro anguloso, rubia con reflejos canela, y ojos celestes, medía metro ochenta y dos, delgada, sexy y curvilínea, con una figura estilizada pero menos definida.


Vestía impecable, de pies a cabeza con marcas de diseñador.


A simple vista, la imagen que daba era la de una mujer arrogante, que se centraba en su mundo, su cultura, y dejaba de lado los principios de los demás.


- Como se te extrañó nene, no te vayas más por tanto tiempo — le llamó la atención el tono muy dulzón que utilizó.


- ¡Ja! Dejá de mentir ni que fuese tan importante.


- Sabes que te aprecio Pedro, sos un buen amigo, una gran persona.


- Gracias.


- De nada, creí que me dirías yo también te extrañé, por lo visto no fue así.


- No seas tonta, obvio que te eché de menos, también sos una gran amiga. — En realidad no había sido así, pero no quiso ser descortés, él siempre era muy correcto.


Pedro le mantenía una mano en su cintura pero guardando distancia.


- Pero… ¿Qué haces acá? Vine a ver si era cierto que ya estabas en la oficina, puesto que viajaste toda la noche, no entiendo…
¿por qué no estás descansando? luces terrible ¿te sientes bien?


- ¿Qué pasa? todo el mundo me ve enfermo hoy…


- No, enfermo no, cansado Pedro, cariño tienes unas ojeras, y por lo visto un pésimo humor. — ella le pasó la mano por la frente corriéndole el pelo.


Pedro la tomó de la mano y la guió hasta los sillones donde la invitó a sentarse.


- Bah, si estoy cansado, pero había cosas urgentes. Un buen café negro bien cargado con un par de aspirinas y quedo como nuevo, he pasado noches enteras sin dormir con Julieta, tú lo sabes, no me va a asustar un vuelo de porquería, donde además dormité un rato.


Rachel le acarició la pierna y luego le pasó el dorso de su mano a contra pelo por el resquicio de su mandíbula.


- Tesoro te aseguro que la oficina no es lo mismo sin vos, tu padre estaba con un humor de perros, haces falta acá, no planees viajes tan largos nuca más.


- A mí tampoco me gusta irme por tanto tiempo, cuando vuelvo mi escritorio es un caos de papeles — señaló hacia él con su mano — pero no se podía cuadrar de otra forma este viaje, había que combinar Argentina y Brasil por eso se extendió tanto. “si supieras que casi lo extiendo más para quedarme con Paula” — y otra vez ella estaba en sus pensamientos.


Pedro necesito tu consejo, me ofrecieron para comprar una propiedad en Jamesport, es una construcción que tiene algunos años pero se ha reformado a nueva y quiero saber si te parece que sea una buena inversión, está sobre una playa privada.


- Rachel, el negocio inmobiliario no es precisamente mi fuerte.


- Lo sé cariño — le pasó nuevamente la mano por el mentón, él se la tomó y le besó los nudillos, entonces extrañó el perfume de la piel de Paula — pero me sentiría más tranquila si vos la ves, confío en tu instinto, podríamos ir este fin de semana si te parece bien, no quiero dejar pasar más tiempo, es una ubicación muy buena y temo que otro se me adelante, si me sigo demorando, si me das el ok, sigo adelante con la operación.


- Ok, no tengo nada importante para este fin de semana creo que puedo acompañarte, intuyo que no te seré de gran ayuda, pero vamos de todos modos, déjame organizar mi agenda, el viernes te confirmo si podemos ir.


- Gracias Pedro sabía que podía contar con vos — se acercó y le dio un extenso beso en la mejilla. Pedro estaba cruzado de piernas y con los brazos abiertos en cruz sobre el respaldar del sofá, descansando su atormentada espalda después de tantas horas de vuelo.


Sonó su teléfono, entonces se disculpó para atender, Alison estaba del otro lado de la línea y le pasó una llamada que finalmente se extendió más de lo que él pensaba, cubrió el teléfono y le dijo a Rachel.


- Te veo luego cariño, tengo para rato en el teléfono.


Rachel se puso de pie, alisó su falda, le tiró un beso con el dedo índice y salió de la oficina, Pedro solo le dedicó una media sonrisa y siguió atendiendo la llamada, que había recibido desde Italia. Estaba conversando con Marco Di Gennaro, con quien estaban en tratativas para introducir a Mindland en Europa.


Rachel antes de cerrar la puerta se quedó viéndole el perfil, Pedro era escandalosamente hermoso pensó, pero él ni siquiera se enteró, estaba enfrascado en la conversación y lo que menos hizo fue prestar atención a ella.

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