sábado, 23 de agosto de 2014

CAPITULO 137




Se despertaron con un fuerte dolor de cabeza. Paula ni recordaba cómo habían ido a parar a la cama.
La resaca era tremenda, pero nadie podía quitarles lo bailado. Después de desayunar, partieron hacia el aeropuerto, donde los esperaba el jet que los llevaría al próximo destino.


El viaje fue corto; llegaron a Nayarit y se alojaron en el hotel
Saint Regis, uno de los más exclusivos de la zona, construido en la parte natural de Punta Mita. Al entrar, Paula se quedó fascinada por la armonía que emanaba del lugar.


—¡Pedro, esto va in crescendo! ¡Otro paraíso, mi amor!


—Sólo deseo que jamás olvides nuestra luna de miel, quiero
agasajarte con todos mis sentidos.—La abrazó y la besó mientras le hablaba sobre los labios—. Mi hermosa esposa sólo merece lo mejor.


Vos sos lo mejor, mi cielo,¡lo mejor de mi vida!


Después de comprobar la reserva, los acompañaron hacia la
habitación que Pedro había elegido, la Suite Presidencial. Era un espacio voluptuoso, que combinaba a la perfección y con un gusto exquisito el arte provenzal con el mexicano. 
Las texturas utilizadas creaban un entorno sumamente
distinguido. La suite estaba ubicada en una villa privada y les ofrecía una vista panorámica y extraordinaria de la playa, un espectáculo fenomenal para disfrutar del maravilloso romance de su luna de miel. Tenían una terraza privada con piscina, jacuzzi y ducha al aire libre, y un servicio personalizado de mayordomo. El entorno natural donde estaba ubicado el hotel era hermosísimo: el mar, la playa, la vegetación, los atardeceres con los pelícanos, cada
detalle que sus ojos podían captar era inolvidable, como los días que iban a pasar allí.


Estaba cayendo la tarde y Pedro se sentó a hablar por teléfono con Federico. Aprovechando que Paula se estaba dando una ducha, decidió llamar a su hermano para ver cómo evolucionaba el asunto de la demanda.


—Tranquilo, Pedro, dejá de preocuparte y disfrutá de tu luna de miel. Cuando regreses, hablamos.
Te aseguro que no tenés que preocuparte más de la cuenta. Esto lo hicieron sólo para joderte la vida, pero no pueden conseguir nada.


—¿Me estás diciendo que puedo quedarme realmente
tranquilo?


—Hermanito, confiá en mí, sabés que si existiera algún motivo de preocupación no te lo ocultaría.


—Federico, ponete en mi lugar, no puedo dejar de angustiarme. No deseo tener esos hijos. Estoy convencido de que fecundar esos óvulos fue la estupidez más grande que hice en mi vida. Ahora sé que jamás amé a Julieta y un hijo debe venir al mundo rodeado de amor y no en estas circunstancias.


—Tranquilo, no hay jurisprudencia alguna en el estado
de Nueva York que avale el nacimiento de esos embriones. Tus exsuegros quieren molestarte y utilizaron eso porque no sabían de qué otra forma hacerlo. Sólo intentan fastidiarte, aunque ellos también saben que no llegarán a nada. Pretenden no dejarte en paz, sobre todo porque no pudieron seguir disfrutando del «paquete social Alfonso». Vos, mejor que nadie, sabés que esto siempre se movió por dinero. Pedro, no les des el gusto de tenerte en un sobresalto continuo, disfrutá de tu vida, de tu esposa; el resto es pura banalidad.


—Lo sé, Federico, pero necesitaba oírlo de tu boca. Hasta
ahora, sólo habían sido amenazas, pero tener esa citación en la mano minutos antes de salir de luna de miel me desestabilizó; no me lo esperaba y menos del modo en que lo hizo. Te juro que Rose se arrepentirá de ese acoso y de meterse con Paula, que nada tiene que ver en este asunto. Te aseguro que me voy a cobrar con creces el hecho de que le haya enseñado esa foto a Pau.


Pedro, hermano, entiendo que necesitaras hablarlo con alguien y que me llamaras por eso, pero no le hagas caso a esa perra que sólo quiso opacar tu felicidad. Esa mujer es una resentida, no la tengas en cuenta, no vale la pena. Enterrá tu pasado de una vez, Pedro. Paula merece que lo hagas.


—Te juro que lo intento y sé que Paula merece que lo haga, pero esa infeliz no me deja continuar con mi vida.


Estaba tan ensimismado en la conversación con su hermano que no oyó que ella se acercaba, hasta que notó que sus brazos se aferraban a su cuello.Pedro estaba sentado en el sofá de la terraza y Paula no había podido evitar oír la conversación. Empezó a besarlo sin parar, mientras él terminaba de hablar. Después de que él se despidiera, dio la vuelta, se acurrucó en su regazo y hundió la cara en su cuello para inspirar con fuerza ese olor que la fascinaba.


—No quiero que te preocupes,no quiero enterarme de que algo te angustia de ese modo y que no lo compartís conmigo.


—Lo siento, no quería transmitirte mi malestar.


—¿Por eso esperaste a que me metiera en el baño? ¿Para qué yo no escuchara? —Lo cogió por el rostro. —No quiero que te angusties más de la cuenta, Paula.


—Tus preocupaciones son las mías, Pedro, ahora somos esposos.


—Lo besó con ternura—. Debemos compartir todo, lo bueno y lo malo, eso nos prometimos cuando recitamos nuestros votos. Mi amor, analicemos juntos la situación.


—¿Qué querés que analicemos?


—Todo, hagámoslo de la misma forma que procedemos
cuando analizamos juntos un negocio.


—No es necesario.


—Sí lo es, ¿recordás la conversación en Miami?


—Sí, la recuerdo bien.


—Bueno, entonces dijimos que confiaríamos el uno en el otro para aliviar nuestros pesares.


—Pero no quiero mezclarte en esto.


—¿Y cómo creés que no voy a involucrarme si te amo tanto?
Decime, ¿cómo vas a hacer para dejarme de lado, si vos y yo convivimos a diario? ¿De qué método te valdrás para ocultarme lo que leo con claridad en tus ojos?


—Te amo, nena, te amo con toda mi alma y lamento mucho este sinsabor.


—Yo también lo lamento,Pedro, pero ¿sabés qué? Estos
sinsabores que nos tocó afrontar nos ayudan a que nos unamos más.
Debés tranquilizarte, mi amor. Ahí están los contratos firmados por Julieta, y ella estaba en perfecto uso de sus facultades mentales cuando lo hizo. Además está todo dentro del marco legal, ¿no es así? —Él asintió—. Entonces, pensemos en positivo. —Paula le acarició la frente para borrar las arruguitas que se le habían formado cuando adoptaba ese rictus de preocupación. Le pasó los dedos por la frente una y otra vez hasta que él se relajó—. Sin embargo, también estaría bien que contempláramos el peor escenario, pues es una posibilidad que no debemos dejar de considerar.
Juntos es más llevadero todo, mi vida, ¿no te parece? —Pedro esbozó una mueca y asintió con su cabeza —. Supongamos que ellos lograran forzarte a dar tu consentimiento para que ese bebé naciera. Bueno, después de todo, sería tu hijo o hija y yo lo querría de igual forma,
porque llevaría tu sangre. Y estoy segura de que vos también llegarías a quererlo, porque tu alma es muy generosa. Una vez te dije que te quería completo, con todo lo que viniera con vos.


—Entiendo lo que estás intentando decirme y te lo agradezco; sé que tus sentimientos son buenos, de eso no tengo dudas.
Yo también sé que lo querrías y que yo acabaría dándole mi amor; soy consciente de que no estás hablando por hablar, pero no es tan sencillo,Paula. Nuestra vida se convertiría en un verdadero fastidio con Rose cerca de nosotros. Creeme, vos no la conocés, esa mujer es una arpía.
Nos pondría pleitos y nos mortificaría por cualquier cosa;
sería una situación que, a la larga, podría acabar desgastando nuestra pareja. Por otra parte, ella no se conformaría sólo con ese nacimiento; estoy convencido de que después me llevaría a juicio por la custodia y nos haría la vida imposible. Rose busca dinero y no se quedaría satisfecha sólo con tener un nieto que adorar, como
quiere hacernos creer ahora; iría a por todas, pretendería criarlo y no permitiría que vos lo hicieras. Lo que ella desea, de verdad, es tener acceso a mi dinero; lo único que le importa es acceder a determinado estilo de vida.


—¿Tan desmedida es su ambición? ¿No creés que quizá lo
haga sólo por tener un pedacito de su hija?


—Rose no tiene sentimientos, Paula. El nacimiento de Julieta fue, para ella, el pase a una vida medianamente acomodada. Mi exsuegra tuvo una hija para poder casarse y Audrey nació para que ella pudiera cobrar una herencia.
Esa mujer jamás amó a sus hijas. No sabés lo perra que es; es fría, calculadora, hace y deshace con todo lo que tiene alrededor. Las personas son objetos para ella. Mi exsuegro es un pelele sin carácter que sólo hace lo que ella le ordena
y que permitió durante toda su vida que su esposa dilapidara su dinero en apariencias. Mi excuñada... ésa es otra zorra, bastante parecida a su madre, que si hubiera podido, se habría acostado conmigo para quedarse embarazada. En determinado momento de mi vida, en que Rose se dio cuenta de mi desequilibrio emocional, también
me intentó controlar y yo casi accedí a esto que hoy pretende por los tribunales. Es por ese motivo por el que no se conforma, porque una vez estuvo a punto de conseguirlo; en cierto momento, me manipuló de tal forma, Paula, y me
hizo sentir tan culpable por la muerte de Julieta, que sólo creía que podía redimirme cediendo a todo lo que su madre me pedía.
Pero, por suerte, reaccioné a tiempo y me di cuenta de lo que en realidad pretendía.


—Tranquilo, no te angusties. Sólo fue una pregunta, necesito saber bien a qué debemos atenernos.


—Paula, mi amor —empezó a decir Pedro y le dio un sonoro beso —, en todo esto, lo más importante para mí, lo más válido y el único motivo real y fehaciente es que no deseo ser padre de un hijo de Julieta. No quiero tener un hijo con
una persona que murió hace más de dos años, no lo deseo y, es más, creo que nunca lo quise. Si puedo evitarlo, lo haré. Cuando accedí a esa fecundación, sólo tenía en cuenta su enfermedad y, en mi afán por hacerla sentir bien, no pensé en mí y en lo que verdaderamente anhelaba. Por eso permití que fecundaran esos óvulos con mis espermatozoides; sé que es una opción un tanto controvertida, pues esos embriones, aunque estén congelados, significan una vida en suspenso, pero para mí no tenía un valor emocional especial, sólo eran
procedimientos de criogenia. Sólo ansío tener hijos con vos, Paula, no voy a permitir que esos embriones nazcan.


Finalmente lograron distenderse y decidieron comer en
la suite. Por la noche, se entregaron a sus besos y abrazos sanadores.

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