martes, 26 de agosto de 2014

CAPITULO 147



Pedro grabó la ecografía y todo cuanto acontecía en el consultorio con su móvil, mientras le sostenía la mano a Paula.


La doctora giró la cabeza y miró a Luciana.


—¿Lo ves?


—Sí, lo veo perfectamente — contestó Luciana mientras se
acercaba al monitor.


—¿Qué pasa? —preguntaron Pedro y Paula a la vez, mientras se cogían con fuerza de las manos.


—¿Lo dices tú o lo digo yo?


—No decilo vos, Noelia, sos la doctora de Paula y Pedro.


—Vale, tranquilos, no pasa nada, relajaos. Voy a explicaros
todo lo que estamos viendo. Esto de aquí —dijo señalando a la imagen — es la terminación de la vagina; esto otro que observáis aquí es el cuello del útero y esto con forma de corazón es el útero. Lo que está ahí es el saco gestacional y el saco vitelino, pero si miráis con un poco de atención, al lado se ve otro saco gestacional.


—¿Eso qué quiere decir? — preguntó Paula. La ginecóloga miró a Luciana y asintió con la cabeza.


—Son mellizos. ¡Pedro, Paula, van a tener mellizos! —gritó
Luciana mientras gimoteaba de emoción.


Ellos tampoco pudieron contenerse y se echaron a llorar
mientras se besaban sin parar.


Luciana le arrebató el móvil a su hermano para grabar ese beso que estaban dándose. Tras unos momentos y superada en parte la sorpresa, intentaron recomponerse para que la doctora siguiera con la prueba, sorbieron sus narices y Luciana les alcanzó unos pañuelos de papel.


—¿Están bien? ¿Los bebés están bien?—preguntó Paula.


—Vale, a ver, por el tamaño,podemos saber que estás de 5,3 semanas gestacionales. Ambos sacos están dentro del útero; esto que se ve aquí es lo que luego será la placenta. Todo se ve perfecto. Como los dos embriones tienen un
buen tamaño, pondré el sonido. — Al oír los latidos de sus corazones volvieron a escurrírseles lágrimas de emoción. La ecografía había terminado y la doctora Noelia le entregó un DVD a Pedro con la grabación—. Muy bien, Paula, no te
levantes aún, sólo me queda sacar una muestra para analizarla. No te asustes, todo esto forma parte del protocolo. —Le colocó el espéculo y sacó una muestra del cuello del útero—. Todo se ha visto normal, así que no creo que tengamos que preocuparnos de nada. Ya hemos terminado, sólo te pediré que te bajes la bata un poco, para poder explorarte las mamas. ¿A ver? Levanta tu brazo y ponlo por detrás de la nuca. Listo, todo bien, ve a vestirte para que te dé las recetas.


Luciana y Pedro no paraban de abrazarse. Entretanto, sonó el teléfono de la doctora Martín Toribio y, cuando atendió, le pasó la llamada a Luciana.


—¿Qué haces ahí, acaso te encuentras mal?


—No, Hernan, tranquilo, estoy bien. Espérame en el
consultorio, ya bajo y te cuento.


Paula volvió vestida, la médica ya le había extendido las
recetas.


—Bueno, esto es para que te hagas análisis de sangre y orina, y esto es lo que debes tomarte por ahora: un comprimido diario de ácido fólico. Cuando tengáis los
resultados del laboratorio, me venís a ver para determinar si necesitas alguna otra vitamina. Esto es una crema para que comiences a hidratar tu piel, ya que debes prepararla para que se ponga elástica; durante el último trimestre lo necesitarás. De esa forma, evitaremos la formación de estrías, comenzarás con dos aplicaciones diarias y, a medida que vaya creciéndote la barriga, irás aumentando las dosis. Puedes utilizar también algún aceite. En fin, cuanto más hidratada tengas la piel, mejor. No olvidemos que son dos bebés y tu barriga crecerá bastante—Paula y Pedro asentían con la cabeza—. Es posible que aparezcan estrías en tus pechos por el aumento de tamaño, así que deberás hidratar esa zona también.


—Perfecto, no quiero que me queden marcas.


—Trataremos de evitarlas.
¿Queréis preguntarme alguna cosa?


—Al ser dos bebés, ¿es un embarazo de riesgo? —preguntó
Pedro.


—No, por ahora nada indica eso, pero, claro, tendremos que
hacer más controles que si fuera uno solo. Ahora, dejadme deciros algo que no todos se atreven a preguntar. Tranquilos, sé de sobra que son las dudas naturales que siempre surgen. En cuanto a vuestras relaciones sexuales, os pido que sean con más cuidado, pero que el embarazo no afecte a la conexión que hay entre vosotros.
Estás preñada, no enferma, Paula.
Os digo esto porque sé que es un temor habitual de todos los padres primerizos y no quiero que os enfrasquéis en temores absurdos; todo es normal, así que no hay restricciones para que sigáis con una vida sexual activa. No le haréis daño a los bebés, puesto que el cuello del útero está sellado por una gruesa membrana mucosa que lo protege contra infecciones. Por otra parte, dejadme que os cuente que, durante el acto sexual, la oxigenación del bebé es mayor, por lo que es una sensación bastante placentera para él. Por último, a medida que vaya creciendo la barriga, Paula misma irá viendo cuál es la posición más cómoda, ya
que a veces, con el transcurso de los meses, algunas no lo son tanto.
Si todo sigue como hasta ahora,podréis hacerlo hasta el último día.
Ambos asintieron con la cabeza.


 —Gracias por aclararlo — dijo Pedro—, seguramente son
preguntas que tarde o temprano nos habrían surgido.


—¡Si no le has causado ningún daño hasta ahora tampoco se lo harás! Haremos controles periódicos para estar tranquilos y ver si todo va bien.
»Otra cosa, Paula, es posible que tus pechos se pongan hipersensibles y te duelan con el roce, especialmente durante el primer trimestre. Por lo general, disminuye con el paso de los meses, pero es normal. Aunque ahora no las hayas tenido, también es posible que aparezcan náuseas matutinas muy fuertes, ya que como tienes dos placentas se generarán muchas más hormonas que con una sola, y esas náuseas son producidas, principalmente, por las hormonas placentarias. ¿Hay algo más que queráis saber y que no os haya dicho?


— Sí —añadió Paula—, me pregunto si siendo dos bebés es
posible tener un parto vaginal.


—Vale, Paula, es difícil, pero no imposible. Eso no lo podemos saber todavía, lo iremos determinando con el paso de los meses, todo dependerá de la posición en que se encuentren los bebés. También es posible que, siendo dos, no lleguemos a término, pero todo eso lo iremos viendo con el avance del embarazo. De todas formas, iremos tomando precauciones. No os olvidéis que estamos en una clínica donde los procedimientos que se llevan a cabo con técnicas de fertilización, por lo general, nos hacen trabajar a menudo con embarazos múltiples, así que estamos habituados a estos partos. Tenemos ventaja en cuanto a cuidados, cosa que, desde luego, debe daros tranquilidad a vosotros
también.


Luciana se mostró orgullosa y Pedro le guiñó un ojo.


—Lo preguntaba porque ellos dos son mellizos y mi suegra me explicó que su parto había sido natural, pero los de Hernan nacieron por cesárea.


—¡Ah, vaya! ¡No sabía que vosotros sois mellizos! —exclamó la doctora mirando a Luciana y a Pedro—. Veo que hay varios casos de mellizos en la familia.


—Los de Hernan son por fertilización, Noelia, pero nosotros
no. Y sí, es cierto, mamá nos tuvo por parto natural, mi hermanito es el más pequeño de los dos —le contó Luciana.


—¡Ah, vale, vale!


—¿En qué mes se comenzarán a sentir sus movimientos? — preguntó Pedro y Luciana lo miró con gran ternura. Ella no intervenía, aunque bien le podría haber contestado, pero en ese momento se encontraba en calidad de tía.


—Bueno, no os lo puedo contestar con exactitud. Serán
evidentes seguro hacia el cuarto mes, pero siendo un embarazo múltiple, muchas mujeres aseguran que los notan antes y en diferentes lugares a la vez. Es posible que, al principio, sólo pueda sentirlos Paula, ya que como son muy pequeñines flotarán en el vientre, se balancearán y girarán en el líquido amniótico y esas sensaciones sólo las percibirá ella.


—En mi caso, al principio notaba como palomitas de maíz
reventando en mi barriga, pero otras mujeres lo describen como un pez nadando de un lado a otro o una mariposa aleteando en su barriga — les contó Luciana, mientras Pedro y Paula la escuchaban con atención.


—Vale, espero que todo haya quedado claro y que os hayáis sentido cómodos.


—Muy cómodos, doctora, ¿verdad, mi amor? —dijo Pedro y
Paula lo miró.


—Sí, por supuesto, ha sido usted muy paciente y nos ha
despejado todas las dudas. Además, gracias por su tiempo, vinimos sin cita previa.


—Tranquilos, para mí también ha sido un placer. Cuando lo tengáis todo, avisáis a Luciana y ella me lo comunicará. Entonces, volveremos a hacer un hueco como hoy, no hace falta que pidáis hora.


Salieron de ahí sin terminar de caer en la cuenta de la realidad a la que se enfrentaban, cogidos con fuerza de la mano.

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