viernes, 29 de agosto de 2014

CAPITULO 157




Aquel día tenían cita con la doctora Martín Toribio. Paula ya
estaba a las puertas del séptimo mes del embarazo.


—Adelante, Paula, Pedro. —Se sentaron frente a su mesa después de estrecharle la mano—. ¿Qué tal estás, Paula? Veo que tu barriga ha crecido mucho.


—Estoy empezando a notarme muy pesada y, además, siento cierta presión en la pelvis.


—Ahora lo miraré, pero seguramente es por el peso de los
dos bebés.


—¿Es normal que orine tanto? —preguntó Pedro.


—Sí, Pedro, es normal, es por la presión que los pequeños ejercen en la vejiga. Es posible que eso se mantenga así hasta el final. Dime, ¿has sangrado? ¿Algún síntoma fuera de lo normal? ¿Hinchazón?


—No, nada, doctora.


—Perfecto. Pedro, ¿por qué no la ayudas a cambiarse y a
que se tumbe en la camilla? Le haré un ultrasonido y revisaremos el cérvix, quiero estar segura de que todo marcha bien y que el parto no se adelantará.


Estaban cogidos de la mano; la imagen de los niños era muy nítida, incluso se veía que uno de ellos estaba con los ojos abiertos y el otro se chupaba el dedo.


—¿No se puede ver su sexo, doctora? ¿Siguen sin dejarse ver? —preguntó Pedro ansioso.


—A ver... vamos a intentarlo,pero estos críos están empecinados en no mostrarse, es increíble. Vale, Paula, ya están los dos con la cabeza hacia abajo, eso explica la presión que estás sintiendo. Si siguen en esa posición, podrá ser factible un parto natural.


Paula le apretó la mano a su marido y él se la levantó y le besó los nudillos.


—Se están moviendo menos, ¿eso está bien?


—Considerando que casi no tienen espacio es lo normal, pero igual debes estar atenta a sus movimientos. Veamos, éste ha apartado su pierna... Mirad lo que tenemos aquí: un hermoso varón, ¿lo veis?


—¡Dios, un varoncito! — Paula empezó a llorar y Pedro se
inclinó para besarla emocionado.


—Mirad, mirad, ahí tenemos en primer plano al otro. ¿Lo estáis viendo?


—¡Es una niña! —gritó Pedro.


—Si, papá, ésa es tu niña — corroboró la obstetra—. ¡Mirad, os ha hecho una caída de ojos muy seductora!


—¡Qué bonita se ve su cara! —exclamó Paula y se tapó la boca conmovida.


—Mi hija es hermosa, quiero tenerla ya entre mis brazos. ¿No se puede ver la carita de mi hijo?


—Ahora la buscamos, Pedro.



Pasó el transductor hacia el otro lado, buscando el rostro del bebé hasta que también lo tuvo en primer plano.

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