viernes, 1 de agosto de 2014

CAPITULO 67



Habían terminado de comer el segundo plato, Pedro se llevó la mano a su cabeza y se apretó la sien también se masajeó la frente, Paula que estaba atenta a él lo advirtió de inmediato.


- ¿Qué te pasa mi amor?


- No doy más del dolor de cabeza.


- Es el Jet-Lag vamos a mi habitación, tengo un analgésico para la migraña, se te va a pasar en un rato, además quiero ir al baño.


Se pusieron de pie, ella lo tomó de la mano y se fueron.


Subieron las escaleras y entraron en la habitación de Paula, Pedro no pudo resistir la tentación y la tendió de espaldas en la cama para besarla.


Su boca se había apoderado de la de ella, su lengua se metía sin permiso y chocaba con la de Paula, le faltaba la respiración, ansiaba tanto besarla, acariciarla... bajó a su cuello, se perdió en el aroma de J’adore mientras pasó su lengua y siguió por su escote, llegó al nacimiento de sus pechos.


- Esperá mi amor, también lo quiero, pero debemos regresar a la fiesta.


- Después Paula, no me pidas que me detenga, mirá como estoy — le dijo mientras empujaba su erección en ella y la miraba suplicante — necesito aliviarme, te deseo demasiado.


Ella le corrió el pelo de la cara y tomó su rostro entre sus manos y lo besó, luego se apartó para pedirle.


- Cerrá la puerta.


Él se levantó he hizo lo que ella le había pedido, luego se quitó la chaqueta y la dejó apoyada sobre un sillón que estaba al costado de la cama, también se deshizo del chaleco y de la pajarita y se desabrochó el primer botón de la camisa, le extendió la mano para que se levantara y entonces Paula se puso de pie y él la dio vuelta para ocuparse del cierre de su vestido.


Bajó el zipper y luego llevó sus manos hacia los tirantes para deslizarle el vestido, mientras mordisqueaba su cuello.


La ayudó a salir de él, todo era rápido, no tenían mucho tiempo. Pedro casi se quedó boquiabierto cuando le sacó la prenda, no esperaba encontrarse con lo que se encontró.


Ella llevaba una lencería infartante, tenía puesto un bustier de encaje transparente en color caramelo, una diminuta bombacha y portaligas que sostenían sus medias.


- Paula, mi imaginación quiere hacerte tantas cosas… pero no tenemos tiempo mi amor, tenemos que regresar para cortar la torta con mi madre.


Ella se rió.


- Sé que tu imaginación es muy grande, pero guardá esas ideas en tu mente para después, ahora que sea rápido.


Él se acercó, la besó y volvió a tirarla sobre la cama, se deshizo de su bragueta bajó su pantalón y su boxer hasta la rodilla dejando salir su erección, prontamente le quitó la bombacha y luego de tocarla y comprobar que Paula estaba lista para recibirlo la penetró sin pensarlo.


Se hundió en ella, Paula estaba tan mojada que su pene se deslizó perdiéndose en su vagina, levantó la cabeza para mirarla, y cerró los ojos mientras emitía un suspiro y se quedaba enterrado quieto como siempre, disfrutando de su profundidad.


- Se siente maravilloso, mejor que como lo recordaba.


- Mucho mejor — le dijo ella.


Pedro comenzó a moverse despacio, luego fue subiendo la intensidad de sus movimientos mientras sorbía uno de sus pechos que había sacado por encima del bustier.


- ¿Te gusta mi amor?


- Me encanta — le dijo ella — te extrañé tanto mi vida.


- Ya nunca más, nunca más vas a extrañarme.


Pedro la embistió con fuerza para afirmarle lo que estaba diciéndole, y así siguió, quería que lo sintiera, que realmente supiera que él estaba dentro de ella.


- Vos sos mía Paula, mía y de nadie más.
Me pertenecés, solo yo puedo tenerte así, solo yo puedo enterrarme en vos, tu cuerpo es mío, no quiero que lo desee nadie ni con el pensamiento.


- Shh, mi amor, solo vos, solo vos, te lo juro.


Le susurró sobre sus labios calmándolo, él parecía muy angustiado.


Pedro siguió moviéndose, sus embestidas eran despiadadas, a Paula le dolía pero ella entendía que lo había hecho sufrir tanto, que era la forma que él tenía de castigarla y entonces disfrutaba de ese castigo, ese que solo él podía darle.


Ella empezó a apretar su vagina, su orgasmo estaba muy próximo.


- Te siento nena, siento como me comprimes, dejate ir por favor, quiero ver tu cara en el momento en que te provoco un orgasmo, lo soñé muchas veces, haz que mis sueños se hagan realidad.


Paula no lo hizo esperar más, sus palabras detonaron todas sus sensaciones en ella, su boca como una O mayúscula dejó escapar el aliento que estaba conteniendo, arqueó su espalda para encontrarlo con su vagina mientras se corría, cerró sus ojos extasiada por unos instantes, luego los abrió y los clavó en los de él, para que el viese en su mirada cuanto lo amaba por hacerla sentir así, su manos también se clavaron en los bíceps de él, entonces en ese momento, maravillado del placer que ella sentía, Pedro también se dejó ir.


Un ronquido sonó en el fondo de su garganta y vació todo su simiente en ella, tembló, se le erizó la piel, y llenó su vagina con su semen, lo depositó todo en ella, en el único lugar donde quería dejarlo y se quebró, porque entonces supo que solo con ella él sentía así, se puso a llorar como un chico, de pronto se sintió vulnerable.


- No me dejes más Paula, nunca más te alejes de mí.


- No mi amor, te juro que nunca más nos vamos a separar, no llores por favor, no lo hagas, no quiero que te sientas así, ya estamos juntos, unidos, mirá como estamos unidos, siempre va a ser así. — Ella también lloraba, comenzó a besarlo en todo el rostro, en los ojos, en la nariz, en la boca, tenía sus piernas enredadas en la cintura de él e intentaba calmarlo, mientras lo besaba secaba con los besos sus lágrimas, él seguía dentro de ella con los pantalones por las rodillas — tenemos que volver mi amor, tenemos que calmarnos.


Él sorbió su nariz y asintió con la cabeza. Salió de adentro de ella a regañadientes y ambos se fueron al baño a higienizarse.


Luego Pedro le ayudó con el cierre del vestido, pero a ella se le había corrido el maquillaje, tenía que retocarlo.


- Tú cabeza Pedro, ¿aún te duele?


- Es una coctelera.


- Hace un rato no te acordabas — bromeó Paula.


- Hace un rato estaba perdido en vos, ahora regresé a la realidad — le dio una palmada en el trasero y estampó un beso en su congestionada boca producto de sus despiadados besos.


Ella buscó un migral y se lo dio para que lo tomase.


Pedro hace más de cuarenta minutos que nos desaparecimos, bajá vos, yo me quedo arreglando el maquillaje, ya voy.


- Bueno, pero no tardes.


Bajó las escaleras, estaba feliz, iba arreglándose la pajarita y abrochándose la chaqueta.


En el hall principal se encontró con Rachel.


- ¿Estuvo entretenido? — La miró al pasar pero no le contestó


— Hijo de puta — ella le gritó e intentó darle con el bolso de fiesta cuando pasaba junto a ella.


Pedro se volvió y la agarró de un brazo zamarreándola.


- ¿Estás loca, qué te pasa?


- Conmigo te tomaste solo diez minutos, con esa perra oportunista del tercer mundo hace más de cuarenta minutos que están encerrados. Yo te amo Pedro, te amo… me trataste como se trata a una prostituta, ni siquiera te preocupaste por saber si había tenido un orgasmo, ¡sos un hijo de puta!
Yo soy de tu misma clase social, por qué siempre te atraen las más bastardas — se lo dijo todo gritando.


- Me parece que bebiste demasiado.
No quiero escándalos, tampoco que hables así de Paula, me oíste — Pedro le habló enérgicamente pero conteniendo el tono de voz, lo hizo apretando los dientes — cuando pasó lo que pasó entre nosotros, pudiste parar si no era lo que querías, te di la oportunidad ¿lo recuerdas?
Ese día te di lo que fuiste a buscar, un polvo, nada más.


- Qué tal si le digo a esa, que llegamos juntos porque veníamos de revolcarnos en mi casa, que te fui a buscar al aeropuerto y nos cogimos toda la tarde hasta que se hizo la hora de venir…
¿a quién crees que le creería? Hacemos la prueba o prefieres apostar…


Pedro le estaba apretando con fuerza el brazo, quería partírselo…


- Hazlo, no ganarás nada, de todas formas no me tendrás… — Pedro le contestó cínicamente.


El miraba para arriba, no quería que Paula lo encontrase ahí y Rachel en el estado en que estaba era capaz de cualquier cosa, así que la agarró del brazo y la sacó para afuera, pero para el frente de la casa.


Cuando se la folló él supo en ese instante que no tendría que haberlo hecho, porque esa loca le iba a traer problemas.


Sacó su teléfono del bolsillo y llamó a Luciana.


- Ven para el frente de la casa, te necesito, ven sola, y que no te vea Paula, hazlo por atrás porque ella en cualquier momento baja las escaleras.


- ¿Qué mierda pasa?


- Vení carajo, te estoy pidiendo un favor.


Luciana llegó y se encontró con Pedro que estaba sosteniendo a Rachel que no paraba de vomitar.


- ¿Está borracha?


- Sí, pero por suerte ya está demasiado inconsciente, así que no hablará. Voy a buscar a Bob para que se la lleve, quédate con ella y cuando venga le decís que vos la encontraste.


- Hazlo pronto, por Dios que asco, no para de lanzar, me va a salpicar el vestido, mierda Pedro, apúrate.


Pedro llegó a la mesa, Paula ya estaba ahí, se acercó y le dijo al oído.


- Ya vuelvo mi vida, espérame — La besó y se fue al lado de Bob y lo levantó de la mesa.


- Bob, Luciana encontró a Rachel descompuesta, cree que bebió mucho, me parece que mejor te la llevas.


- ¿Rachel bebida?


- Sí Bob, está con Luciana al frente de la casa, acaba de avisarme para que te dijese ¿querés que te acompañe?


- No, no hace falta ya demasiadas molestias te tomaste hoy en ir a buscarla, quédate con tu chica.


- Ok, lo siento.


Él no quería regresar, temía que si Rachel lo viese, estalle y empiece a abrir la boca para decir puras estupideces, era una cobardía de su parte por supuesto, pero solo pensaba en Paula, el resto no le importaba.


Bob llamó a su esposa y Horacio se dio cuenta que algo pasaba, por la enajenación de la cara de su amigo.
Intentando disimular, Pedro regresó a su asiento, le tomó la mano a Paula y se la besó.


- ¿Dónde está Luciana Pedro? — preguntó Horacio — ahora llegas tú y se desaparece ella, después de esta tanda de baile cortaremos el pastel.


- Ahí viene, mira.


Luciana llegó a la mesa y le dijo a Pedro.


- Vamos a bailar Heaven hermanito… Lo tomó de la mano y lo arrastró a la pista.


Pedro ¿me vas a explicar por qué me dejaste con ese muerto encima y por qué Paula no tenía que verme?


- ¿Se la llevaron?


- Sí, estoy esperando el cuento.


- No hay ningún cuento, solo fue un favor que te pedí.


- ¡¡Ah no!! — Luciana se paró en el medio de la pista con los brazos en la cintura.


- ¿Qué haces?


- Estoy esperando que me digas.


Pedro, la agarró otra vez y la obligó a bailar, todos los miraban.


- Se puso pesada eso es todo.


- No me vengas con que eso es todo.
Pedro, no me digas que te coges a esa zorra porque te juro que te agarro a palos acá mismo.


- No me la cojo, me la follé una sola vez, y maldita la hora, fue un polvo de mierda y no me la puedo sacar de encima.


- Yo te mato… si siempre estuvo caliente con vos, obvio que no te la vas a sacar de encima, ahora va a querer más. ¿Qué pasó hoy?


- Empezó a los gritos, y menos mal que bajé solo, porque la muy perra sabía que yo estaba con Paula arriba y nos estaba esperando. Me amenazó con decirle que hoy me fue a buscar al aeropuerto y que llegamos juntos porque estuvimos en la casa de ella, no hace falta que te diga haciendo que ¿verdad?


- ¿Y estuviste con ella?


- ¡¡¡No!!! lo que pasó con ella fue una sola vez y hace más de un mes.


- ¿Cómo la vas a frenar?


- Sobria es manejable.


- Si querés seguir con Paula mejor que así sea, porque una mujer despechada puede ser muy peligrosa y ésta encima se cree con derecho a mirar a todos por sobre su hombro, y no sé por qué, pero ya te aviso que Paula no la traga, Rachel no se va a conformar tan pronto con que no te puede tener.


- Gracias no me ayudes tanto.


- Te digo la verdad para que te cuides las espaldas. ¿Cómo pudiste Pedro, cómo?


- Lo mismo me pregunté en el instante mismo que salí de encima de ella.


- No si Federico tiene razón, vos vivís con la bragueta baja.


- Eso era antes de Paula.


- ¡Antes de Paula! — Luciana se expresó incrédula y un tanto ofuscada — si me estás diciendo que fue hace un mes, ya la conocías a Paula.


- Estaba enojado con ella y Rachel cayó como anillo al dedo.


- No me cuentes más, ustedes solo piensan con la verga cuando están enojados y así se mandan las peores cagadas.


Ruben se acercó a ellos cuando terminó la canción.


- ¿Puedo bailar con mi esposa?


- Toda tuya cuñado.


Pedro fue con Paula, la besó en el pelo y se sentó junto a ella.


- ¿Estás aburrida?


- No mi amor, estaba viéndote embobada mientras bailabas con tu hermana y acá charlando con tu abuela y Ofelia, pobre tu abuelo ya está cansado, se está durmiendo.


- Es que él se acuesta temprano.


- Eso mismo me dijo Helena ¿te pasó el dolor de cabeza?
- Sí, no me había dado cuenta, pero me pasó — Pedro sirvió champagne para él, y para ella, bebieron y luego él se puso de pie y le dijo mientras le guiñaba un ojo — bailemos mi amor.


Sonaba Something Stupid, luego empezó Stranger in the Night.


- Mi amor, la letra de esta canción parece nuestra historia, es la forma en que nos conocimos — ella se quedó escuchando.


- Tenés razón es nuestra historia Pedro.
A veces me pregunto si es normal amar tanto como te amo.


- Hmm ¿mucho me amás?


- Muchísimo, aun cuando sabía que no tenía derecho seguía haciéndolo.


Horacio vino por ellos cuando empezó a sonar Fever


- Vamos Pedro, cuando termine esta canción entramos con el pastel.


Paula le dio un beso en la mejilla y se sonrió por el detalle que preparaban para Ana, hizo un paso para ir para la mesa.


- Vos también mi amor, vamos.


- ¿Yo?


- Sí, todos, Lorena ya fue por los mellizos, vamos la animó Horario.


Pedro le besó la mano. Paula no podía creer tanta felicidad.
La tanda de música acabó, se prendieron las luces para que los que estaban bailando se acomodasen, y cuando todos estuvieron en sus lugares, las luces volvieron a apagarse, y una luminaria enfocó la entrada.


Entonces los acordes empezaron a sonar y se escuchó una pista de Frank Sinatra cantando Happy Birthday, en ese preciso instante y al unísono con la música se abrió la puerta y tras ella aparecieron los cuatro hijos de Ana y su esposo, empujado una mesa con un enorme pastel de cinco pisos con bengalas chispeantes y lleno de flores en los mismos tonos que los de la decoración.


A ellos los seguían Helena y Horacio Alfonso padre, Ofelia, Alison, Lorena con los niños en brazos, Ruben y Paula.


Se había decidido que no tocara la orquesta por los niños, para no asustarlos.


Ana no paraba de llorar, su marido fue y la buscó, entonces Ana tomó a sus nietos para alzarlos, luego les dio un beso a cada uno de los que estaban en la pista agasajándola.


Cuando le tocó el turno a Paula ella le dijo.


- Bienvenida a nuestra familia.


- Gracias Ana, me siento muy feliz de poder compartir este momento con vos.


Pedro las abrazó a ambas.


Se sacaron las fotos familiares, y luego la niñera vino por los niños y una vez que se llevaron a los bebés, la orquesta comenzó a tocar otra vez, sonaron los acordes de New York, New York, y todos salieron a la pista a bailar nuevamente.
Alrededor de las cuatro de la mañana ya se habían ido todos y en el salón montado en la carpa solo quedaban los cuatro hermanos con sus parejas.


Bebían la última copa de Champagne y conversaban. A su alrededor todo se desmantelaba, la fiesta había terminado.


Federico había puesto en la consola del Dj una selección de lentos de los 80’y 90’.


Pedro se había desatado la pajarita, y desabotonado su camisa, tenía el trasero apoyado en una silla y las piernas apoyadas en otra, y estaba recostado con su cuerpo sobre el torso de Paula que lo tenía abrazado contra su pecho, él la tenía de la mano y con su dedo pulgar le acariciaba los nudillos mientras sorbía de su copa, mientras ella jugaba con su pelo, enredaba sus dedos en los mechones de su nuca y esa caricia a él lo relajaba, lo perdía.


Luciana hablaba recostada desde la falda de Ruben con su cuerpo en dos sillas, ya casi inteligiblemente, el sueño estaba venciéndola. Lorena permanecía sentada en la falda de su esposo y Federico y Alison abrazados muy juntos, ya todos estaban exhaustos pero el que peor se veía era Pedro.


-Hermanito estás destruido — le dijo Federico.


- No doy más, estoy pasado de todo, hace treinta horas que estoy despierto, con Jet-Lag incluido. Me duele todo.


- Luciana, vamos, te quedaste dormida, vámonos — le pidió Ruben, pero estaba agotada, así que la tomó en sus brazos y se la llevó.


- ¿Cómo van los preparativos de la boda? la próxima fiesta es la de ustedes, ¡¡estamos a nada!! — dijo Lorena.


- Solo dos semanas, nada tienes razón — confirmó Alison mientras besaba a Federico en los labios — y aún faltan tantas cosas...


- ¿Dónde hacen la boda? — se interesó Paula.


- En el Four Season.


- Debes tener todo más o menos solucionado ahí.


- También con lo que sale —Federico se quejó — espero que pongan un lacayo apantallando a cada lado de cada mesa.


- No seas malo amor, se supone que uno se casa una sola vez.


- Sí obvio, que una sola vez, uno tendría que ser muy estúpido para gastar dos veces la misma cantidad de dinero — dijo Hernan y todos rieron, menos Alison.


- Las reuniones con la Wedding planner fueron muchas — Alison explicaba — ella es un amor, y nos atendió hasta que nos pusimos de acuerdo en todo…


- ¿La ceremonia también la hacen ahí?


- Sí Paula, solo la religiosa con un intérprete católico, pero luego tenemos que pasar por la iglesia para que los votos valgan, ya que para la iglesia católica solo son válidos los matrimonios dentro de la iglesia — Alison le acarició el rostro a Federico y volvió a besarlo.


- Sí esa es una regla muy estricta de la iglesia católica, salvo por casos extremos como que estés postrado en una cama.
¿Ustedes donde se casaron? — Paula interrogó ahora a Lorena y a Hernan.


- Ah Paula, la nuestra fue una boda más sencilla, nosotros hicimos la boda acá, vino una jueza y solo nos casamos por lo civil, la mansión estaba recién comprada, fue la primer fiesta que se hizo en ella ¿verdad mi amor?


- Sí así es, además nuestra boda fue bastante intima, muchos menos de los que estábamos hoy acá, el lugar era más que suficiente.


- Y Luciana se casó en Miami — dijo Pedro y empezó a reírse despabilándose de golpe — hizo la ceremonia en la playa — todos lo siguieron con la risa porque ya sabían lo que venía — teníamos arena hasta en el trasero.


- Hablábamos y mordíamos arena dijo Federico — todos estaban descostillados de risa, a Lorena se le caían las lágrimas recordando.


- Sí — a puras carcajadas aseveró Hernan — yo me restregué todo el tiempo los ojos, no pude ver nada de la ceremonia.


- Yo fui una de las damas de honor — le contaba Alison — ese día había un viento de locos pero ella se empecinó igual, en hacer la boda en la playa, hasta último momento la planeadora estuvo tratando de convencerla para hacerla adentro en otro de los salones del hotel, pero no pudo.


- Mamá tenía puesta una capelina, terminó sosteniéndosela con las dos manos porque se le volaba — contó Pedro desternillado y le faltaba el aliento — y la abuela que rezongaba y no la podíamos hacer callar, no sabes lo que fue eso, parecíamos los Beverly Ricos, todo lujoso pero totalmente desubicado.


- Sí cierto, cierto — Federico se agarraba la barriga y lloraba de tanta risa, Paula se había contagiado y se reía con ellos imaginando la escena. — Las telas y las flores se volaban. El presbítero que ofició la ceremonia no podía hablar, no sabes era una escena dantesca.


- Pobre, yo me muero si me pasa una cosa así el día de mi casamiento.


- No te preocupes Paula, Luciana ni se enteró hasta que se lo contamos y no dio el brazo a torcer hasta que vimos la ceremonia en video, ella lo único que quería era su boda en la playa por Dios, paren no puedo más de risa — dijo Hernan — qué pena que se haya ido, para hacerla cabrear.


- En realidad el que se salvó fue Ruben, señaló Federico, porque después termina atacada con él.


- No me digan que son los típicos torturadores de hermanas mujeres.


- No Paula, ellos cuando se juntan siempre torturan a alguien no importa a quien, inclusive entre ellos, ve preparándote, porque cuando entren en confianza con vos, también te va a tocar, y mejor no demuestres tu enojo, porque no tienen fin — hoy Luciana se salvó porque no estaba — le contó Lorena.


- Mejor nos vamos a dormir, dijo Pedro, me duermo sentado y acá ya estorbamos a esta gente que también quiere irse.


Todos se levantaron, se fueron hacia el interior de la mansión, seguían riéndose mientras subían las escaleras, estaban tentados.

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