Rachel los siguió, fingió que iba a saludar a sus padres.
Llegaron a la mesa donde Luciana fue la primera en echarse en sus brazos, Pedro la rodeó en un fuerte abrazo y le dio interminables besos.
- Me vas a sacar todo el maquillaje y me arruinarás el peinado, no seas tan efusivo hermanito.
- Te extrañé, no seas tan rezongona — volvieron a abrasarse y entonces Luciana aprovechó y le habló al oído
- Voy a matarte, ¿por qué llegaste con Rachel? — él no le podía contestar en esas circunstancias, así que solo atinó a decir esperando que su hermana entienda.
- Pura coincidencia, no te preocupes no es nada.
Dejó a su hermana de lado y saludó a sus abuelos y a Ofelia que como siempre lo aduló,Pedro era su preferido y ella no lo disimulaba jamás
- Ay Doña Helena quien pudiera tener veinte años para tener posibilidades con este joven buen mozo que tiene por nieto.
Pedro le guiñó un ojo, y le dijo a Ofelia en el oído — lo siento, mi corazón ya tiene dueña, no hay chances para nadie.
- ¿De verdad?
- Shhh, en un rato te la presento.
Seguido se estrechó en un abrazo con su padre y finalmente les dio uno muy cálido al matrimonio Evans, en ese momento Bob aprovechó para agradecerle que haya ido a buscar a Rachel, cosa que iluminó bastante a Paula y a Luciana del por qué él había llegado con ella.
Después que él saludó a todos los que conocía, su madre le presentó a Alejandra, a la madre de Paula.
- Encantado Sra. realmente es un placer conocerla, no salgo de mi asombro lo que son las casualidades, quien hubiera dicho que usted y mi madre hayan sido compañeras de colegio y que a través de Paula se hayan reencontrado. Es realmente increíble como se dieron las cosas.
- También estoy encantada de conocerte, pero llamame Ale, en verdad que ha sido una gran coincidencia que nos hallamos vuelto a encontrar con Ana, creo que es el destino Pedro, las casualidades no existen. — Ale le acarició la barbilla y le besó la frente — es un placer conocer a todos los hijos de mi amiga.
Paula le había esquivado la vista en todo momento, estaba furiosa con él por haber llegado con Rachel a la fiesta, por más que al parecer no era por su propia decisión.
Pedro muy a adrede la había dejado para lo último, mientras hablaba con Ale, su vista se iba hacia ella, estaba encantadora, particularmente hermosa, se atrevía a asegurar que no había mujer más hermosa en toda la fiesta, solo ella, su Paula.
- No saludas a Paula cariño — dijo su madre.
- Por supuesto — contestó Pedro y se dio la vuelta tras de Ale para saludarla.
Paula levantó la vista tímidamente.
- Hola.
- Hola, estas hermosa — le habló muy bajo para que solo ella lo escuchase, y le dio un beso en la comisura de los labios.
- Gracias — Luciana sin disimulo alguno seguía toda la escena muy atenta.
Sorprendiendo a todos, inclusive hasta él se sorprendió por su decisión, pero sin pensarlo demasiado Pedro tomó a Paula del brazo y le corrió la silla para que se pusiera de pie. Por supuesto que su actitud tosca, tomó a todos por sorpresa y fijaron su vista en ellos con gran desconcierto, Ruben justo había llegado a la mesa y le extendió la mano a Pedro.
- Mamá — dijo Pedro mientras obligaba a Paula a ponerse de pie — aguarda unos minutos para dar comienzo a la fiesta, Paula y yo ya venimos, no empieces sin nosotros — le advirtió antes de irse.
Pedro la sacó hacia fuera, Luciana ahogó una risita, estaba feliz, Horacio la miró que casi la aniquila y entonces Ana estaba desayunándose que algo extraño ahí pasaba y acababa de darse cuenta que padre e hija eran cómplices como de costumbre y para no variar, pensó.
- Vos o tú hija me van a explicar que está pasando, porque presiento que ustedes saben porque Pedro se portó tan grosero con Paula, por poco y la lleva a la rastra.
Ale casi ni respiraba, su amiga era prácticamente la única de la familia que no sabía de Pedro y Paula y sintió pena por ella, parecía el último orejón del tarro.
- No te aflijas — dijo Alejandra — no me pareció grosero, se ve que tenían que hablar.
- Ale, Pedro nunca se comporta así, si lo conocieras lo sabrías. Acá hay gato encerrado — le dijo casi en secreto.
Rachel estaba furiosa, ella había quedado pintada parada al lado de sus padres, Pedro no le había destinado ni una sola mirada y se había portado por demás de descortés con ella y encima se iba con esa don nadie para afuera.
Pedro arrastró a Paula fuera de la carpa sin mediar ninguna palabra, ni bien la sacó de las ciento cincuenta miradas curiosas que esa noche había ahí, la tomó de la nuca y de la cintura y la besó, la aprisionó contra su cuerpo.
Lo hizo desesperadamente, ella primero se quedó tiesa, pero luego respondió de la misma forma.
Paula se aferró a su cuello enredando sus dedos en la nuca, y le entregó su lengua, entonces se perdieron en ese beso que parecía que no terminaría nunca.
Pedro le engulló la boca, lo había ansiado tanto que en el momento en que la vio en la mesa supo de inmediato que tenía que sacarla fuera, porque necesitaba besarla sin privarse de nada y menos mal que lo había hecho, porque ese beso hubiera escandalizado a más de uno.
Finalmente retomando su equilibrio, él se apartó de sus labios.
- Ahora debemos volver, luego hablamos — le dijo.
Pero ella se plantó en el césped y se aferró a su cuello en un fuerte abrazo, lo apretó con fuerza, y cerró con pujanza también sus ojos como si no quisiera que él se escapase, Pedro ante el ímpetu y la necesidad del abrazo de Paula, respondió de la misma forma, no quería soltarse, solo deseaba tenerla entre sus brazos, pero debían volver.
- Te amo mi amor, te amo, le dijo apartando su cara y clavando sus ojos verdes en los azules cristalinos de él.
- Yo más…
Aunque hubiese querido quedarse ahí con ella, debían regresar a la fiesta.
La tomó de la mano y de la misma forma que la sacó fuera, la entró. Antes de hacerlo le besó la mano y le sonrió seductoramente.
- Todo va a estar bien — le aseguró.
La llevó hasta la mesa, le retiró la silla y luego se la arrimó para que se sentara.
Por último le ofreció una sonrisa, tomó su mano, y le besó los nudillos cuando se acomodó en su sitio junto a ella.
Cuando llegaron Ana estaba mostrando el anillo que su hijo le había obsequiado.
- Ahora sí mamá, puedes empezar tu fiesta, ya estamos todos tus hijos. — dijo Pedro, mientras Horacio por detrás, y con una mueca chistosa, le indicaba que se limpiase los labios, porque tenía rouge. Pedro sacó su pañuelo y se limpió, Paula quería enterrar su cabeza.
- Voy al micrófono, cuando regrese vamos a hablar — dijo Ana a su hijo, advirtiéndole con un dedo en alto, cuando se levantó de su silla, lo miró fijamente a Horacio y le dijo — y vos deja de ser tan poco disimulado.
Rachel había seguido toda la escena desde lejos, se había retirado a su mesa, y estaba espeluznantemente furiosa mientras se tomaba el champagne como si estuviera bebiendo agua.
El maestro de ceremonia, pidió silencio y los instó a todos a que se acomodasen en sus lugares.
Cuando por fin se hizo orden, todos estaban expectantes a lo que sucedería, y entonces fue que Ana subió fulgurante al escenario mientras una luminaria la enfocaba como si se tratase de una estrella del espectáculo, por supuesto, fue aplaudida por todos.
Sus hijos varones, chiflaban apasionados y agitaban su servilleta dando vítores a su madre fuera de todo protocolo.
Ella finalmente, muy emocionada les lanzó besos a sus hijos y luego agradeció a todos por haber venido a su fiesta de cumpleaños, los instó a que coman, beban y se diviertan muchísimo.
Bajó del escenario y volvió a la mesa, entre saludos y felicitaciones.
Posteriormente se acomodó en su lugar y los camareros llegaron para servir el primer plato.
Helena, la madre de Horacio mientras cortaba un bocado se dirigió a su nieto.
- Pedro, aclarame cariño, porque creo que yo estoy casi tan perdida como lo está tu madre ¿esta niña hermosa y dulce es tu novia?
Pedro miró a Paula, que estaba colorada como un tomate, dejó el tenedor, le tomó la mano y se la besó y les dijo a todos.
- Sí, Paula y yo somos novios.
Luciana saltó despedida de la silla para abrazarlos a ambos, Paula estaba que no entendía nada, permanecía atónita. Ana tampoco reaccionó de inmediato.
- ¿De verdad? — preguntó tocándose el pecho y un tanto incrédula por las palabras dichas por Pedro.
- Sí mamá, ¿no te pones feliz?
- Por supuesto, es que estoy a punto de llorar y se me va a correr el maquillaje.
- Entonces no llores madre, — le dijo Pedro — danos un abrazo a cambio de tus lágrimas.
Uno a uno fueron felicitándolos, la mesa era un alboroto, Alejandra abrazó a su hija incansablemente, luego también a Pedro. Paula no podía creer lo que estaba pasando.
Él la tenía abrazada y no paraba de besarle el pelo.
Sus hermanos, que estaban en la mesa de al lado, se pararon luego que Ana los llamara, para ver qué sucedía.
- Por qué tanto alboroto — preguntó Federico, aunque era bastante evidente porque Pedro no soltaba a Paula.
- Es que tu hermano y Paula acaban de anunciarnos que son novios.
- Ah eso… felicidades, por fin blanquean las cosas.
- ¿Vos también lo sabías? — le preguntó su madre — porque estos dos si sabían — dijo Ana señalando a su esposo y a su hija — presumo que Ruben y Alison también. ¿quien más lo sabía? ¿O acaso era la única?
- Yo no lo sabía — dijo Ale en solidaridad con su amiga, prefirió mentirle que no estaba al tanto de la relación de ellos, para que no se sienta tan descolocada.
Paula pensó, “yo tampoco lo sabía Ana no te preocupes”
- En realidad ninguno estábamos al corriente mi amor — dijo Horacio — estábamos al tanto que entre ellos había algo, pero ahora nos estamos enterando que se pusieron de novios.
- Sí pero todos sabían de ese algo menos yo.
- Tómalo como un regalo de cumpleaños mamá — Pedro trató de engatusarla.
- Deja de mentirme, no aclares más Pedro, tu madre es el último orejón del tarro.
- Ana, no exageres, no es para tanto — la regañó Ofelia.
- Yo sigo sin entender — dijo la abuela — estas relaciones de ustedes los jóvenes yo no las comprendo, ahora están juntos, se besuquean, a veces algo más, porque yo no me chupo el dedo, no van a dormir en la misma cama y resulta que no hacen nada, pero entonces no son novios hasta que lo anuncian.
- Abuela se trata que ahora son novios formales, que lo comparten con todos, antes la relación solo era de ellos — Luciana intentó explicarle.
- Mamá son adultos — le explicó Horacio, Pedro se reía Paula estaba roja de la vergüenza.
- Antes en nuestros tiempos, para poder besarla primero teníamos que ponernos de novio y pedir su mano, como cambian las cosas, ahora hasta se van a vivir juntos antes de casarse — dijo el abuelo.
- Los tiempos cambian don Alfonso — intervino Bob Evans.
- Sí ya veo, ya veo, solo es un comentario no critico a nadie.
- Ay Don Alfonso, no va a negar que ahora es más divertido — saltó Ofelia mientras le guiñaba un ojo.
El abuelo carcajeó.
- Ah ya lo creo que es más divertido, lo pasan mucho mejor que nosotros — la risa fue generalizada en la mesa.
Ana y Horacio inauguraron formalmente la pista de baile al ritmo de In the Mood, sus hijos nuevamente impartieron silbidos y ovaciones a la pareja que demostró que eran muy buenos bailarines, luego uno a uno sus hijos varones se levantaron y bailaron con Ana, finalmente ella terminó el baile con su esposo.
Luego de la primera pieza, sonó Oceans Eleven y el maestro de ceremonia invitó a todos para que salieran a bailar.
Pedro, tomó a Paula de una mano y la llevó hacia la pista.
- Estás hermosa con ese vestido, las luces de la pista parecen insignificantes — él la miraba embelesado.
- Exagerado, vos también estás muy lindo. Me dan ganas de comerte a besos.
- Hmm, que tentación… — Pedro cerró sus ojos mientras le hablaba.
- No puedo creer que estamos acá bailando juntos, y luego lo que dijiste en la mesa.
- ¿Querés ser mi novia?
- Creí que ya lo éramos, eso dijiste, pero sí acepto.
Rieron y entrelazaron con fuerza sus manos y él se afianzó a su cintura.
La Orquesta enlazó con Hit the Road, Jack, y Pedro no paraba de reírse y de besar a Paula en la mejilla y en el pelo, estaba feliz y la hacía girar en la pista para que se luzca y para que todos lo envidien.
Tras esa canción empezaron a tocar L O V E y una pareja de cantantes que estaba con la orquesta la interpretó majestuosamente, Pedro se la cantó entera a Paula.
- Esta es la canción de mis padres — le explicó él.
- Es bellísima — dijo ella.
Paula se acercó a su cuello y lo olió desesperadamente mientras daban vueltas, Pedro olía exquisito como siempre y era suyo, no lo podía creer, sentía que estaba flotando entre las nubes mientras él la hacía girar y girar.
Para bajar un poco las pulsaciones empezó a sonar What a Wonderful World.
- Te amo Pedro.
- Yo te amo más.
- No nos separemos nunca más — le suplicó ella.
- Nunca más — le aseguró él.
Pedro le cantó al oído la siguiente canción.
Unforgettable, that's what you are unforgettable though near or far like a song of love that clings to me
how the thought of you does things to me never before has someone been more Unforgettable in every way
and forever more, that's how you'll stay that's why, darling, it's incredible
that someone so unforgettable thinks that I am unforgettable too Unforgettable in every way
and forever more, that's how you'll stay that's why, darling, it's incredible
that someone so unforgettable thinks that I am unforgettable too
- Te extrañé tanto mi amor, me hiciste tanta falta Paula.
- Yo te extrañé más.
- Mentira, porque me hiciste sufrir mucho.
- Yo también sufrí Pedro, vos también pudiste haber hecho algo para evitarlo.
- Shh, ahora no, no nos reprochemos nada, disfrutemos… te prometo que ya hablaremos de todo — la besó en la nariz, ella se aferró a su cuello — No puedo creer tenerte otra vez entre mis brazos.
- Yo tampoco lo puedo creer.
- ¿Así que te vienes a vivir a New York?
- Con o sin trabajo acá me quedo sabelo.
- ¡¡Esa es mi chica!!
- ¿No estás cansado por el viaje?
- Estoy muerto, pero inmensamente feliz, y nada me importa más que disfrutarte y compartir mi felicidad con todos mis seres queridos.
Fue el viaje más espantoso de mi vida —siguió diciendo — solo quería regresar, sabía que estabas acá y sentía celos de todos por estar a tu lado y yo a millas de distancia.
- Pero estabas en cada uno de mis pensamientos y en todo instante — él la miró y le dio un beso silencioso.
Mientras bailaban Horacio y Ana no podían dejar de comentar.
- Dios hizo el milagro y Pedro se ve feliz. Estaba harta de verlo tan triste.
- Paula es una buena chica, me gusta la pareja que hacen — Horacio fue rotundo en su afirmación.
- Entonces ella es la chica que esa noche nos dijo que calificaba para novia y más, la chica con la que se había peleado ¿verdad?
- Exacto mi amor.
- ¿Qué habría pasado? ¿No sabes?
- Los demonios de Pedro como siempre. Pero Paula lo va a iluminar y va a alejar a todos sus fantasmas.
- Nuestro hijo está enamorado, mira cómo la ve.
- Con cara de bobo, sí, definitivamente, creo que está enamorado — aseveró Horacio.
- Nunca miró así a Julieta…
- Vos y yo sabemos que él no la amaba…
- Solo le pido a Dios que Pedro pueda ser feliz.
- Lo será mi vida, lo será tanto como lo somos nosotros.
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