Por la mañana Pedro y Paula se despertaron muy amorosos después del vendaval del día anterior.
Paula se levantó más temprano que él y realmente eso sí que era un milagro, preparó el desayuno que le llevó en una bandeja a la cama para consentirlo.
Entró en la habitación y abrió las cortinas roller de las ventanas,Pedro dormía boca abajo, con la cara hundida en la almohada, su espalda lucía sugestiva, ancha y musculosa… lo despertó dejando un camino de besos en ella, hizo un recorrido hasta el nacimiento de sus nalgas y aunque tuvo que contenerse, paró ahí, su hombre necesitaba recuperar fuerzas, anoche se había portado como un semental en la cama.
Como nunca, Pedro remoloneaba para abrir los ojos y es que parecía realmente cansado.
- Vamos dormilón…
- Hmm aún estoy dormido, necesito otra dosis de besos para despertarme — bromeó con la voz adormilada.
Paula largó una risita estúpida casi pueril, se mordió un dedo pero se incorporó y lo complajo.
Esta vez en sentido ascendente, subió por su columna vertebral le besó cada músculo de su espalda y terminó por atrapar su boca, donde introdujo su lengua para enredar y acariciar la suya.
- Hmm despertarse así no tiene precio.
- ¿Verdad que no?
- Vení acá preciosa — Pedro la atrapó con su brazo y se dio vuelta para quedar frente a ella.
- ¿Dormiste bien?
- Después que te traje a la cama sí, antes no pegué un ojo — se quedaron viendo por largo rato en silencio, a veces las palabras sobraban solo bastaba con verse el uno al otro para saber lo que sentían y cuanto disfrutaban.
De pronto, Pedro levantó las mantas y miró hacia su desnudez, Paula instintivamente bajó la vista imitándolo — No es normal que me tengas en esta continua erección, resulta doloroso te lo aseguro…
- ¿Y que podemos hacer para aliviarte? — le preguntó fingiendo no saber el remedio — porque quizá me puedo compadecer y con un poco de esfuerzo hasta pueda brindarte un poco de alivio, claro, tendrías que guiarme porque no sabría como hacerlo, además, — ella volvió a levantar la manta y espió, él también espió con ella — se ve muy grande y duro y me asusta un poco.
- ¿Así que te asusta? — ambos sofocaron una risita — pero te aseguro que yo sabría como hacer para que no tengas miedo.
- Hmm pero es muy grande… — habían comenzado con un tonteo muy excitante.
- Creo que sé del lugar perfecto donde puede entrar y recibir una dosis de mimos.
- ¿Y realmente es perfecto ese lugar?
- Hmm si es perfecto, también es mágico y es el lugar donde más le gusta estar.
- Ah yo creí que era el único lugar donde le gustaba estar.
- No, de vez en cuando duerme solito también, cuando entra ahí no duerme, ahí se despierta.
- ¿Entonces ahora no está despierto?
- Vení acá que te voy a demostrar todo lo despierto que está…— Pedro se subió sobre ella.
Asaltó su boca de fuego y prontamente metió una mano dentro de su bombacha, Paula estaba empapada, enterró dos de sus dedos en su vagina y los movió dentro de manera circular, mientras ella se arqueaba, entonces los sacó y le metió los dedos en su boca, junto con su lengua para que los dos saborearan lo jugosa y rica que ella estaba, a él le encantaba hacer eso, casi siempre lo hacía.
Eso los excitó mucho.
- Paula no podes hacer lo que haces conmigo, no podés tenerme en una excitación continua, nunca me alcanza, siempre quiero más de vos.
- A mí tampoco me alcanza, parezco prostituta queriendo tener sexo a cada rato con vos.
- Mientras solo tengas esos deseos conmigo, no hay problema, este cuerpo te pertenece, solo tenés que pedirlo mi vida.
Hicieron el amor, Pedro y Paula se perdieron uno dentro del otro, ella lo envolvió en perfección con su vulva y él se enterró una y otra vez dentro de ella acariciando las paredes internas de su sexo con el suyo.
Se la folló una y otra vez perdido, entregado y sin razón, solo quería enterrarse en ella y permanecer el mayor tiempo así, entrando y saliendo.
Mientras la penetraba, implementó sus hábiles caricias manuales y le provocó un orgasmo mientras le estimulaba el clítoris, Paula gritó y se hizo agua en sus manos.
Luego la puso en todas las posiciones imaginables en que podía introducirse en ella, quería probarlo todo, quería ver de qué manera se enterraba más profundo y Paula estaba dispuesta a experimentarlo todo con él.
La penetró en distintas direcciones, se movía de forma que ella tenía diferentes sensaciones y él uff, también.
De pronto Paula sintió construir en su interior esa sacudida que solo él le provocaba cuando la llevaba al éxtasis total y él también lo sintió, entonces comenzó a enterrarse lento, largo, profundo y agónico sin escatimar en brindarle el mayor placer.
Pedro le había puesto a Paula una almohada en la curvatura de la espalda para estimularle mejor con la fricción de su pene la parte frontal de su vagina y así ofrecerle un orgasmo más potente al encontrar su punto más profundo.
Ella había levantado las piernas en los hombros de él y entonces fue cuando empezaron a formar parte de una unidad que trascendió de improviso en la suma de todas sus sensaciones.
Pedro comenzó a cambiar la longitud de sus golpes, necesitaba exprimirse en ella.
Gritaron, gruñeron, profirieron quejidos agónicos, mientras llegaban al orgasmo.
Se corrieron juntos y fue sencillamente maravilloso…
El desayuno se había enfriado, así que Paula se levantó para acondicionarlo, Pedro le dio una palmada en el trasero cuando gateo en la cama para ir por la bandeja que descansaba en la mesa de noche.
Era temprano, ella se había despertado a propósito a esa hora ya que había planeado que por ahí podían bañarse juntos.
Mientras sorbía de su café él como de costumbre revisaba su celular para ir adelantando con que se encontraría al llegar a la oficina, Paula lo observaba embelesada, adoraba cuando él ponía ese gesto serio y concentrado, pero además estaba admirando las formas de su torso desnudo apenas cubierto hasta la cintura por el edredón, le recorría con la vista el camino de bello que nacía apenas encima de su ombligo y terminaba perdiéndose en su pubis, ella sabía muy bien donde terminaba su camino feliz.
Ese hombre hermoso y perfecto era suyo, le pertenecía. Con él compartía la intimidad más perfecta y absoluta que una mujer puede aspirar tener, sus manos eran dueñas de su cuerpo, en ellas se hacía agua, infierno, paraíso y luces.
Él no estaba ni enterado que ella lo estaba devorando con su vista estaba hipnótico viendo la pantalla de su celular.
- Hoy cenamos en el Belaire ¿te acuerdas verdad? — le habló sin levantar la vista. No obtuvo respuesta pues Paula estaba inmersa en sus apreciaciones, soñando despierta con ese adonis que tenía solo para ella.
Pedro levantó la mirada y se quedó viéndola, entonces Paula abrazó sus ojos con los de él. — ¿Qué pasa mi amor?
- Sos tan hermoso… — le dijo inclinándose por encima de la bandeja y lo besó.
- Uff, mirá que puedo creérmelo…
- No seas tan presumido creo que lo hacés a propósito sabés que me encanta y además me calienta cuando ponés esa carita de distraído, ¡¡¡sabés que sos lindo!!! — Pedro se rió echando su cabeza hacia atrás — en la clase de Pilates en Argentina tengo una amiga dominicana, ¿sabés lo que diría Vane si te viese? — Pedro negó con la cabeza mientras se sonreía — Ese hombre es un marrdito ejempla del demonio, crijjjjto jesú me pone de atrá pa’lante — Pedro se desternilló de risa cuando Paula imitó la tonada dominicana.
La besó en la frente.
Terminaron de desayunar y se fueron a bañar juntos y ahí estaba otra vez esa pasión incontenible, volvieron a tener sexo rápido y expeditivo no tenían mucho tiempo porque terminarían llegando tarde a la oficina, menuda reconciliación después del huracán del día anterior…
Salieron de la ducha y se estaban cambiando, Paula el día anterior con toda la locura desatada entre ellos ni había preparado su ropa, estaba indecisa y no sabía que ponerse
Pedro ya estaba vestido, sentado en el borde de la cama atándose los zapatos y Paula aún permanecía en ropa interior sin poder decidirse.
- Dale Paula, llegaremos tarde.
- No sé qué ponerme.
- El vestido rojo que me gusta a mí, el del el pliegue en el hombro — le dijo mientras se anudaba la corbata frente al espejo del vestidor.
Paula sacó el vestido del closet de inmediato y Pedro le ayudó con el cierre, al terminar le propinó una palmada en el trasero.
- ¿Zapatos rojos o zapatos negros? — Paula le mostró ambos modelos mientras él se abrochaba sus gemelos y se ponía su reloj.
- Rojos.
- Ok, entonces llevaré éste abrigo negro para cortar el rojo y que combine con la cartera así no tengo que cambiar las cosas.
Paula se sentó en la cama para calzarse las medias de seda con encaje, luego se subió a los tacones rojos de gamuza con un moño al costado del empeine, que Pedro había elegido.
Tiró todo su cabello hacia adelante y lo secó con el secador de pelo de manera casual, cuando volvió la cabeza consideró que el peinado combinaba con el rojo rabioso de su vestido.
Se maquilló prontamente, salió hacia la cocina en busca de una botella de agua y lo encontró a Pedro que estaba revisando su maletín, entonces Paula volvió casi corriendo al dormitorio para ponerse unos pendientes y su Serpenti.
Él entró tras ella a perfumarse, ya estaba presto, tenía puesta hasta su chaqueta.
- ¿Ya estás lista? Oscar está abajo ya trajo el auto.
- Ya casi, gloss, perfume y listo.
Pedro la esperaba con la puerta abierta con un pie dentro y otro en el vestíbulo. Salieron pero entonces cuando estaban por subirse al elevador ella pegó un grito.
- ¿Qué pasa? — Pedro abrió sus ojos.
- Mi Mac — Pedro puso los ojos en blanco y detuvo la puerta del ascensor para que no se vaya. Paula volvió sin haber encontrado su batería.
- No importa usas la mía. — estaban apurados tenían una junta de trabajo esa mañana con unos Canadienses que iban a invertir en el país.
Entraron abrazados a la empresa y muy risueños caminando a paso resuelto, estaban con los minutos contados, pero esa mañana la vida les sonreía más que nunca, el amor que se profesaba el uno por el otro era infinito y sentían que era indestructible.
Pedro deslizó su tarjeta de proximidad ISO y entraron en Mindland, la recepcionista los saludó muy cordialmente, saludo que ambos contestaron al unísono y fue otro motivo de risa.
Entraron en el hall y se encontraron con Rachel que salía de su oficina e iba para la de Federico, ella fingió no verlos,
- Es tan obvia… — Paula pensó en voz alta, Pedro también se hizo el sonso, entonces ella le pellizcó la culo cuando vio a la rubia engreída y se mofó de ella haciéndole burla en cuanto estuvo de espaldas, Pedro incómodamente abrió la puerta de la oficina y le dio paso a Paula, luego ingresó él.
- No la soporto por Dios, me arruina el día verla, de la misma manera que a ella se le arruina cuando me ve a mí.
- Paula… no empecemos, con lo de ayer fue suficiente, vení acá, mirame —la tomó de la barbilla y la obligó a que lo mirase de cerca y fijamente — separemos el trabajo, hoy es un día importante, concentrémonos en lo nuestro.
- Sí mi amor, perdón, pero… ¡vos sos mío! — ella lo afirmó.
- Por supuesto que soy tuyo, ahora a trabajar, vamos, basta de distracciones, voy de Horacio.
- No le digas Horacio, no me gusta…
- Pareces mi madre.
- Ana tiene toda la razón.
- Ok, ok señorita mandona, ya entendí que tú y mi madre son grandes aliadas.
Finalmente la reunión con los canadienses no habría podido ser mejor, al principio no parecían muy convencidos, aunque Horacio y Pedro se empeñaron en mostrar una negociación transparente en la que las dos partes se vean beneficiadas por igual.
Fue entonces ante la indecisión de los inversionistas que hábilmente recordó Paula algo que le habían enseñado a cerca de las actitudes de un buen negociador y precisamente consistía en demostrar un balance de poder ante los inversores.
Hasta el momento ella se había mantenido casi al margen, solo aportando datos concretos, cifras y resultados que Pedro o Horacio le pedían, Federico también, solo asistía a su padre y a su hermano con información legal, pero entonces tomó coraje, respiró profundamente sin que nadie lo advierta y le pidió la palabra a Horacio.
- ¿Me permitirías expresar unas palabras Horacio? quisiera demostrar algo.
- Adelante Paula por supuesto —Horacio dudó ante su intervención, entrecerró apenas los ojos calculando, pero así y todo le dio el visto bueno y trató de no evindeciar bajo ningún punto de vista sus dudas.
En aquel momento en que Paula tomó la palabra, comenzó citando a un economista británico considerado como uno de los más influyentes del siglo XX.
- John Maynard Keynes dijo: Cuando Ud. le debe mil dólares al Banco, Ud. está en manos del Banco. Pero, cuando Ud. le debe un millón de dólares, el Banco está en manos de Ud — Pedro, Horacio, Federico y los canadienses la seguían muy atentamente — se preguntarán porque traigo esta cita, intentaré explicárselos gráficamente sin sobrevalorar nuestra estructura. Tomaré un ejemplo que nada tiene que ver con Mindland, las conclusiones quiero que ustedes mismos las saquen porque creo que durante el transcurso de esta reunión los Sr. Alfonso le han expuesto información suficiente y han contestado todas y cada una sus preguntas llenando todos los espacios necesarios, además, con toda esta información es muy fácil obtener un cálculo mental — Paula señaló sobre la mesa de juntas todos las hojas de sistematizaciones con cifras exactas que ellos tenían a su disposición.Pedro se acomodó en el asiento para escucharla atentamente, Horacio y Federico también se echaron hacia atrás. — En los años sesenta, Cuba hizo una compra grande de ómnibus a una empresa británica, que muy bien podía haberla hecho en otra empresa pero eligieron esa, Aunque para Cuba esto no tenía mayor relevancia para la empresa sin embargo, la compra cubana representaba un 40% de la producción de ese año.
La empresa inglesa dependía en gran medida de la venta a Cuba, circunstancia que ocasionó que las negociaciones no fueran muy intensivas.
Ahora bien Sres. esto es simple, Mindland puede seguir funcionando sin su inversión, pero ustedes necesitan mover su capital para que no se estanque, sus ganancias son nuestro poder actual de negociación frente a la competencia. Dicho esto, no puedo dejar de determinar nuestro MAAN (Mejor Alternativa de Acuerdo Negociado) — Pedro hizo rápidamente un repaso mental, eso se lo habían enseñado a él en Harvard es un aporte de Fisher y del grupo de Negociaciones de Harvard y se utilizaba como referencia para determinar el “Punto de Abandono” — esto es sencillo, acá les hemos expuesto los resultados que obtendrán con su inversión, a nosotros no nos modifica en nada que sean ustedes u otros los que inviertan en Mindland, y les aseguro que no son los únicos interesados en invertir en nuestra empresa — Pedro quería disimular la sonrisa de orgullo que le asomaba por la comisuras, esa era su chica guerrera — no corremos riesgo que nuestro capital se estanque.
- Por el momento — le refutó el canadiense.
- Permítame que lo corrija y no quiero pecar de soberbia, pero los acá presentes sabemos sobre que estructura estamos edificados, ustedes nos buscaron a nosotros — los ojos chispeantes de Horacio demostraban su contento al escucharla con la agresividad que Paula estaba negociando esta inversión, y sintió tranquilidad al saber que no se había equivocado cuando puso sus ojos en ella — no sé si alguna vez escucharon de la estrategia del delfín — los canadienses estaban empezando a fascinarse con Paula, Horacio lo había notado — Lo que hace el delfín es muy simple, toma una ola y nada con ella, subiendo por la misma, pero antes de llegar a la cresta de la ola salta al vacío para tomar la siguiente ola que se va iniciando, y así de manera interactiva, logra aprovechar al máximo la fuerza de las olas, estamos llegando a la cresta de la ola Sres. ustedes deciden si se tiran al vacío con nosotros. Estamos en pleno auge, supongo que están enterados de nuestra apertura en Milán, como les suena ¿Roma y Paris? —los inversionistas empezaron a mirarse uno a otro, Paula los tenía seducidos.
- Entendemos perfectamente que quieren estar seguros de la inversión de su dinero, como dijo la Señorita Chaves, acá les hemos demostrado los resultados que obtendrán, ahora, no somos nuevos en estas cosas, no queremos sentirnos manipulados ni que tampoco ustedes se sientan de ese modo, por eso al principio de esta reunión les hemos ofrecido toda la información posible para que se sientan a gusto y seguros con estos planteamientos, por favor avancemos en nuestros objetivos comunes, esto es… como decirlo más claramente — Pedro había recordado otro principio de Fisher, movió la mando buscando un ejemplo un ejemplo muy clásico y comenzó a explicarse — la discusión que se produce entre dos hermanas por la propiedad de una naranja, una reclama su derecho por ser la mayor; y la otra, por considerar que sus necesidades son más vitales debido a que es más pequeña, entonces le reclama que su deber por ser más grande es protegerla. No llegan a un acuerdo, deciden partir la naranja por la mitad. La mayor finalmente exprime la naranja, se toma el jugo y tira el hollejo; la menor, tira el jugo y toma el hollejo para preparar un dulce.
Si en vez de discutir sus posiciones, se hubieran preguntado,¿para qué? cada una quería la naranja, ambas hubieran quedado más satisfechas, hubieran logrado una solución de “ganar-ganar”. Acá es lo mismo, creo que deben preguntarse para que quieren invertir en nuestra empresa. La respuesta vuelvo a insistir, la tienen acá. — Pedro señaló las planillas nuevamente y Paula se sintió sumamente feliz que él la haya apoyado, Horacio permanecía con una mano tomándose el mentón y asintiendo, Federico estaba pasmado por la clase magistral de negociación que Paula y su hermano habían dado en conjunto y tenía ganas de reírse, pero se contuvo.
En conclusión los canadienses se fueron firmando un precontrato.
Cuando los inversionistas finalmente se marcharon guiados por Mandy hacia la salida, los cuatro se quedaron en la sala de juntas viéndose y comenzaron a reírse, lo habían logrado, el crecimiento agigantado de Mindland estaba asegurado.
Pedro palmeó la espalda de su padre y de su hermano que estaban sentados a su lado y luego Horacio se abalanzó sobre Paula, la sostuvo de los hombros y la puso de pie para darle un paternal beso en la frente, ella inclinó su cabeza ruborizada por la efusividad de su futuro suegro.
- Paula has salvado el día, que digo el día, el futuro de tus bisnietos.
- No creo haber hecho tanto Horacio.
- No seas modesta mi amor, esto iba de mal en peor hasta tu intervención, cuando comencé a escucharte creí que la que había estudiado en Harvard habías sido tú y no yo, dijo Pedro poniéndose de pie y yendo a estrecharla en sus brazos. Citaste los principios de Fisher y del grupo de negociaciones de Harvard.
- Es que no soportaba más lo pedantes que ellos estaban siendo y entonces dije, nuestra empresa vale mucho más que el dinero de ellos, nosotros somos los sobrevaluados no su dinero, por algo nos buscaron y ahí como por arte de magia rebusqué en mi cabeza y me acordé de mi profesor de técnica de negociación, él nos martirizó un año seguido con todos estos principios y nunca había tenido oportunidad de usarlos, entonces dije, perdido por perdido, y me lancé a la pileta.
- Bendito sea tu profesor — dijo Federico — y tú cuñada que tienes una mente y una memoria brillante, venga también un abrazo.
- ¡¡Pero esto hay que festejarlo como corresponde!! — dijo Horacio que si hubiese podido se ponía a saltar en una pata, tocó el intercomunicador y le pidió a Mandy que trajera la botella de champagne que había en el refrigerador de su oficina y cuatro copas.
El día había sido perfecto en todos los sentidos, estaban terminando de cambiarse para ir a cenar al Belaire.
Ana había invitado a todos sus hijos para despedir la soltería de Federico, era una cena informal, íntima y familiar, Alison no estaría ya que ella iba a cenar con sus familiares que habían llegado de Ontario.
Cuando Paula salió del dormitorio al estar del loft encontró a Pedro recostado en el sillón del living escuchando My first love.
Estaba con los ojos cerrados mientras tarareaba la canción, se acercó en puntillas de pie para que no deje de hacerlo, y se quedó admirando a su hombre por unos instantes, pero él sintió su presencia, y entonces abrió los ojos.
- ¡Ey! hace mucho que estás acá, no te oí cuando te acercaste.
- Tan solo unos instantes — ella estaba poniéndose unos aretes de argolla dorados.
Se puso de pie la tomó de la cintura rodeándola con un brazo y buscó su mano para llevársela a la nuca comenzando a bailar junto a ella cadenciosamente al ritmo de Avant & Keke Wyatt, hundió su nariz en su cuello y se lo recorrió olisqueándola, subió por la longitud de su cuello y le mordisqueó el lóbulo de la oreja y entonces le cantó al oído.
- Ah baby, you and only long as i live long as I live
My first love
You will be my first love And i choose you again.
Buscó su mano y sin dejar de moverse la apartó de su cuerpo, para destinarle una mirada lujuriosa de pies a cabeza.
Paula era su deidad materializada en cuerpo y alma pensó, siempre lucía impecable y lo que se pusiese a ella le quedaba extraordinario, la adoraba con los ojos, le encantó como estaba vestida con jeans azul oscuros, jersey color natural y botines de gamuza marrón claro con un taco aguja en color dorado que la hacía aún más esbelta de lo que era, la hizo girar y volvió a pegarla contra él, metió las manos en los bolsillos del jean y le apretó el trasero mientras se sonreía muy cerca de sus labios, Paula tenía sus manos en el cuello de él y jugaba con su pelo, enredando sus dedos.
Pedro sacó su lengua y la pasó por sus labios, como si se la estuviera pasando a un helado, entonces ella separó ligeramente los labios para darle paso, pero él no lo hizo se quedó riendo y enarcando una ceja mientras la veía a centímetros de su boca, ella abrió los ojos y se encontró con su mirada mordaz, imitándolo hizo lo que él había hecho antes, lamió sus labios, y cuando preparó su lengua para entrar en su boca él se apartó echando la cabeza hacia atrás.
- ¡¡Pedro!! — protestó ella.
- Si te beso no nos vamos más, y Ana nos espera para cenar.— le explicó él.
- No es justo, quiero un beso — ella se quejó.
Sorprendiéndolo bajó su mano y lo tomó de los genitales haciendo una ligera presión.
- Besame — ella le ordenó.
- No es justo de esta manera.
- Lo que no es justo es que tenga que rogarte un beso.
Pedro asaltó su boca, le acarició la lengua con la suya, se la rodeó, la arrulló con la de él, entonces ella dejó de hacer presión y lo acarició sobre el pantalón atrevidamente con su mano, la respiración de él comenzó a cambiar, estaba entrecortada y su corazón latía frenético, Pedro sacó una mano del bolsillo y la llevó bajo el jersey acariciando la sedosidad de su piel, le recorrió con la palma extendida toda la espalda hasta llegar al corpiño, con un dedo le delimitó el contorno del elástico, entonces Paula se apartó de él.
- Me voy a terminar de arreglar. — Intentó zafar de sus brazos.
- Un momento… el que no quiere parar ahora soy yo — Paula tomó el brazo de él y le hizo ver la hora en su reloj.
- Ana nos espera.
- Pues, que espere… — asaltó sus labios nuevamente, pero con ferocidad, demostrándole que su boca era suya, toda suya. Luego se separó — ahora sí andá a terminar de arreglarte — la soltó.
- Tramposo, mandón, te gusta tener siempre la última palabra.
Él se rió con autosuficiencia y le pegó una palmada en la cola mientras ella se daba vuelta para ir al dormitorio.
- Hmm, Michael Kors ¿hemos ido de compras? — Pedro reconoció el logo en el jean.
- Cuando estabas en Italia, me agarró un ataque compulsivo de compras y casi dejo en rojo mi tarjeta.
- De eso tenemos que hablar…
- ¿De qué? — Pedro la seguía hacia el dormitorio.
- De tu tarjeta, quiero que tengas una extensión de la mía.
- Ni se te ocurra — Paula estaba horrorizada con la propuesta.
- ¿Por qué?
- Porque no corresponde.
- Sos mi prometida.
- Precisamente, soy solo tu prometida para tener acceso a tu cuenta.
- Pronto serás mi esposa Paula, ¿qué tiene de malo? con la cuestión de la boda habrá que hacer pagos, y a veces podré hacerlos y otras tendrás que hacerlos vos — quiso engatusarla
— además quiero que cuando pases por un escaparate y algo te guste te lo compres.
- No Pedro, me opongo… tengo dinero suficiente para darme mis gustos.
- ¿Por qué sos tan cabeza dura?
- Pedro Alfonso precisamente vos me preguntas eso. — ella puso sus ojos en blanco — Lo que dije de mi tarjeta fue una metáfora por la cantidad de compras que hice ese día, mi economía está en orden.
- Igualmente me parece estúpido esperar a casarnos para que tengas una extensión de mi tarjeta, tarde o temprano tendrás que aceptarla, cual es la diferencia si es ahora o después, porque… ¿me supongo que cuando nos casemos no rechazarás también el dinero que quiero compartir con vos?
- ¡¡No, no, y no!! Cuando nos casemos… — hizo una pausa — veremos.
- ¿Veremos qué Paula? — Pedro sonó contrariado.
- Parecés mi hermano, siempre cree que el dinero que tengo no es suficiente y termina haciendo depósitos en mi cuenta.
- Buena idea, si no querés una extensión te haré una transferencia a tu cuenta.
- Por favor Pedro te lo suplico… — se lo pidió con ambas manos unidas — no me ofendas.
- Mi amor, ¿por qué decís que te estoy ofendiendo? quiero compartirlo todo con vos. — él la abrazó.
- No quiero que la gente hable o piense que estoy con vos por interés.
- Paula mirame — él le levantó la barbilla para obligarla a verlo — a mí no me importa lo que los demás piensen, además no sé a quién te refieres cuando decís los demás… mi familia jamás pensaría eso de vos.
- A ver Pedro, dejame explicarte algo, para ver si después te quedás más tranquilo. — hizo una mueca frunciendo los labios y se dispuso a oírla — No solo vivo de mi sueldo, también cuento con las utilidades que da la bodega, tengo participación en ella mi amor.
Si bien mi hermano es quien la trabaja, yo soy tan dueña como él, mis abuelos cuando testaron, la dejaron a nombre de ambos, Saint Paule es de los dos.
- No lo sabía.
- Bueno ahora lo sabés, obvio que no genera lo que genera Mindland, pero nuestro nivel de vida es muy bueno, por ahí no con los lujos que están acostumbrados tú y tu familia, pero tenemos un buen estándar de vida, el año que pasó se hicieron muchas inversiones y transformaciones en la bodega, y esperamos que este año sea muy bueno, ya verás cuando vayamos a lo que me refiero.
- Bueno eso lo he notado, tú vistes muy bien, tu departamento es muy bonito, tienes un buen auto y… — se detuvo — pero no se trata de eso, sino que quiero compartir contigo todo lo que es mío, para mí vos ya sos mi mujer, el papel que firmaremos será para que todos sepan que vos sos mi esposa, solo es una cuestión de formalismos y porque además anhelo con toda mi alma que lleves mi apellido.
- Es muy tierno de tu parte todo y cuanto me decís y te lo agradezco con el corazón — ella le besó la punta de la nariz — pero dejame conservar mi independencia hasta que nos casemos, se trata de mi orgullo y de mi dignidad, por favor mi amor, cuando nos casemos todo será diferente, te prometo que ahí sí aceptaré con orgullo todo lo que quieras hacer por mí, será parte del cuidado mutuo que los esposos se prometen.
- Está bien Paula, — él sonó resignado — si para vos es tan importante esperar, lo haremos a tu modo, para mí es lo mismo, pero lo acepto, pero entonces no me pidas que no te haga regalos una cosa o la otra.
- Está bien, si no la ganás la empatás. Sos terriblemente cabezón.Gracias.
- A vos, por ser tan íntegra, cualquiera hubiese dicho que sí sin protestar, pero supongo que por eso te amo, porque no eres igual a todas.
- Te amo mi amor.
- Y yo mucho más.
- Imposible… te aseguro que no existe más amor del que siento por vos.
- Entonces te amo en la misma medida — se besaron castamente, luego tomaron los abrigos y salieron rumbo al Belaire.
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