martes, 5 de agosto de 2014

CAPITULO 79




Se subieron al deportivo rojo y realizaron todo el trayecto hasta el departamento en un doliente silencio. Paula era una olla a punto de ebullición.


Pedro no sabía cómo encarar la situación pero de algo estaba seguro, debía hacerle frente —“¿es que acaso no podemos estar en paz y pasar un día sin pelearnos?” — no hallaba en su mente respuesta a su pregunta, de a ratos giraba la cabeza y miraba a Paula pero ella iba con la vista fija en el panorama urbano, se la veía ensimismada, también preocupada, sin embargo también podía asegurar que estaba contenidamente enajenada.


Pedro intentó una vez más acariciarla, le pasó su mano por la pierna, pero ella ni se mosqueó, siguió en su postura, lo estaba ignorando.


- “Me mintió” — pensó, entonces simplemente se le heló el corazón al llegar a esa conclusión — él tuvo algo con ella, yo no estaba equivocada, por eso la zorra se creía con tantos derechos, pero si pertenecía al pasado, ¿por qué mentirme? — no pudo evitar que su mente se transportara al día del cumpleaños de Bárbara cuando él llegó con ella — no quiero imaginar que ellos aún eran amantes…
Llegaron al loft de la calle Greene, Pedro bajó y dio la vuelta al Alfa para abrirle la puerta para que ella bajase, Paula que permanecía absorta en sus tortuosos pensamientos permaneció ahí hasta que escuchó que la puerta se abría.
Pedro extendió la mano para ayudarla a bajar, pero entonces ella no se la aceptó.


Bajó y se encaminó hacia la entrada del edificio.
Llegaron al cuarto piso, Paula ingresó en el lobby y entonces ni bien entraron, Pedro la tomó de los hombros


- Tenemos que hablar


- No sé si quiera escuchar lo que tenés que decirme, lo que más me duele es que me mentiste.


- Dejame explicarte…


- Dios, parece una escena ya vivida, lo peor de todo que no se trata de un deja-vu sino de la realidad.


-¿Ahora también me vas a decir que es mi imaginación y que la cercanía entre ustedes es porque se conocen desde niños? — Paula lo miraba a los ojos, Pedro no pudo sostenerle la mirada, y bajó su cabeza.


- Fue solo una vez Paula, no tuve nada importante con ella.


- No quiero saber nada, no te pedí ningún detalle ¡me hiciste ver como una estúpida todo este tiempo!… como una idiota conviviendo con tu amante en la oficina — una lágrima corrió por su mejilla que secó rápidamente — y tuviste el descaro de hacerme un escándalo por Gabriel, ¡no tenés vergüenza! — escuchar ese nombre en su boca lo encolerizaba, pero debía centrarse en explicar su error.


- Nunca fue mi amante, eso me lo enseñaste vos, los amantes comparten intimidad, fue solo sexo.


- Basta Pedro, te lo ruego <<C A R I Ñ O>> — se ocupó de resaltar las palabras que Rachel le decía, se rió con sorna y Pedro sintió una puñalada, se sentía tan mal, hubiera preferido que ella nunca se enterase — no juzgo tu pasado, tampoco pretendo que no lo hayas tenido, lo que no soporto es tu mentira, en realidad no la entiendo, ¿por qué Pedro? ¿por qué motivo?


- No imagines nada raro, solo no te lo dije porque ella estaba en la empresa, y yo no podía hacer nada para sacarla de ahí, supuse que sería incómodo para vos saberlo, solo por eso te lo oculté.


- ¿Luciana sabe?

- NO — contestó rotundamente, mintió no quería involucrar a su hermana en esto —nadie sabe, fue una sola vez y sin importancia — volvió a repetirle.


- Para ella no fue así, por algo será, ya no sé cuánto puedo creerte.


- Te estoy diciendo la verdad — Pedro estaba con las manos en los bolsillos del jean parado frente a ella a una corta distancia pero no se tocaban.


- Antes también me dijiste que me decías la verdad.


- Lo siento… ahora te digo la verdad — Paula se rió con desánimo, con burla.


Dio media vuelta y se fue al dormitorio.


Pedro no la siguió se internó en la cocina, dejó las llaves del auto sobre la mesada, aún las tenía en la mano, masajeó su frente, y apretó sus ojos con el pulgar y el índice, luego se apoyó en la encimera con ambas manos y dejó caer su cabeza, le pesaba, tenía una extraña sensación de abatimiento, necesitaba beber una copa de vino para darle vigoridad a su alma apenada. Sacó una botella de Chardonnay que había abierta en la heladera y se sirvió, no pudo dejar de pensar lo mucho que todo se había enredado, y lo peor de todo la forma que Paula había descubierto su mentira, la humillación que debió sentir, sentía que estaba haciendo todo mal, llevaban días peleando por todo, parecía que para ellos no había tregua.


Fue hacia la sala sorbió un trago de vino y se recostó sobre el sofá, dejó la copa apoyada en el piso, y se cubrió los ojos con el antebrazo no podía explicarse por qué había permitido que Paula se sintiese tan aplastada, ella con un espíritu tan bueno y sensible, la había hecho quedar insignificante pillada por la situación, lo que más le dolía era que Paula si bien estaba enojada, no había estallado en cólera como él esperaba, eso lo asustaba, quizá estaba cansándose de él.


Paula en todo momento le habló sin levantar el tono de voz con pesar en sus palabras, hubiera querido abrazarla pero no se había atrevido, se sentía tan culpable, la verdad le había explotado en la cara, Luciana se lo había advertido.
Repasó los últimos instantes en la puerta del Four Season cuando Rachel se colgó de su cuello e intentó atrapar su boca, mientras le acariciaba la nuca, imaginó la situación pero al revés y asumió que el dolor que Paula sentía era muy grande.


Se levantó del sofá y fue a buscarla llevaba en la mano la copa de vino que se había servido, cuando entró en la habitación Paula estaba tendida en la cama de espaldas con los brazos abiertos atravesada sobre el colchón y viendo un punto fijo en el techo, quien sabe en qué estaría pensando.


No sabía como actuar, era tan raro en él sentirse así, quería abrazarla, pero no tenía el valor para hacerlo.


Paula notó su presencia se incorporó en la cama, secó las lágrimas que se habían escabullido de sus ojos y se habían escondido en su pelo por la posición en que estaba.


Pedro le ofreció de su copa, ella suspiró, extendió su mano y la recibió, entonces él se animó y se sentó en el piso y apoyó su cabeza en el regazo de ella, le rodeó los muslos con sus brazos y se puso a llorar mientras le pedía perdón.


- Perdón por someterte a esta humillación. Perdón por haberte hecho convivir con ella en el mismo lugar, pero no podía hacer otra cosa, no estaba en mi poder alejarla de la oficina. De todas formas quiero que sepas que si ella se fue de ahí es porque la última vez que hablamos le dejé bien en claro cuáles son mis sentimientos por vos.


- Debiste habérmelo dicho, debiste prevenirme para que no me viera tan estúpida, ni me sintiera tan traicionada.
Yo… siempre fui honesta con vos, hasta con el inocente beso que me di con Gabriel fui honesta.


- Para él no fue inocente.


- Pero te previne, y la otra noche cuando lo encontramos vos sabías a qué atenerte, o crees que no me di cuenta cuando me agarraste de la cintura que le estabas demostrando quien era mi dueño.
Y encima tuviste la desfachatez de enojarte por un encuentro que no planeé cuando a diario me hacías convivir con tu amante.
Yo siempre estuve en desventaja, aunque suponía que le gustabas.
Cuando empecé a ver tanta desvergüenza de su parte y como se te lanzaba, comencé a presentir que entre ustedes había existido algo, pero quise creerte


- No lo llames algo, porque ni siquiera así se puede llamar lo que pasó entre nosotros, no quiero entrar en detalles Paula, me pediste que no lo hiciera, pero si seguís diciendo eso tendré que explicártelo, no quiero mentirte más. — Pedro seguía llorando mientras le hablaba aferrado a sus piernas, ella levantó una mano y le acarició el pelo.


- ¿Podrás perdonarme?


- Ya lo hice Pedro, sino no estaría acá, lo que vi fue el intento desesperado de ella pretendiendo besarte pero la apartaste eso te dio la amnistía.
De todas formas quiero saber cuándo se terminaron las cosas entre ustedes, porque en Buenos Aires vos tenías mensajes de ella en tu celular —Pedro pensó antes de hablar, como le decía que lo de Rachel había pasado durante la separación de ellos.


- Fue solo una vez y fue un polvo de mierda Paula, nunca me sentí tan asqueado con una mujer como con ella, tal vez no me perdones por lo que voy a decirte pero no quiero mentirte más, aun así, correré el riesgo — sorbió su nariz, secó sus lágrimas y la miró para contestarle — fue cuando vos y yo nos separamos, estaba enojado porque no querías escucharme, porque no podía olvidarte y se lo dejé en claro que no espere nada más de lo que había pasado pero ella parecía no entender,te juro por el amor que te tengo que nunca la alenté para que se sienta con derechos — Paula al oír eso había cesado con las caricias en el pelo, se quedó congelada, no podía entender si él le había dicho que la extrañaba tanto como pudo acostarse con otra, no lo concebía, pero entonces se dijo que en el fondo y aunque le doliese prefería saberlo. Se levantó y se apartó de ahí, se fue hacia la sala, necesitaba pensar.


Pedro se había quedado en el dormitorio…


Ella estaba apoyada con la frente contra uno de los ventanales que daban a la calle Greene, miró a su izquierda y vio la puerta de salida que daba a la zona de ascensores, sin pensarlo se fue…

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