jueves, 7 de agosto de 2014
CAPITULO 86
El reflejo de la luz de la calle que entraba por la ventana del dormitorio reverenciaba los cuerpos desnudos de los amantes que se contorneaban embrujados de pasión.
Encandilados por ese fuego indómito que los abrazaba inacabadamente y al fragor de los besos que se entregaban confusamente por la embriaguez que solo podían serenar con la mixtura de sus fluidos.
Pedro permanecía de espaldas con ella sobre su cuerpo, aún estaba dentro de su hechura esperando tranquilizar sus resuellos, la tenía envuelta en sus brazos mientras le acariciaba la espalda para serenarla.
Paula, levantó su cabeza y lo miró a los ojos.
- ¿Es normal esto que nos pasa Pedro?
- No sé si es normal, solo sé que me encanta, me tenés… ¿cómo era esa palabra?… ya sé, atarantado. — Paula se carcajeó recordó cuando ella se la había dicho en Buenos Aires y cuando le explicó el significado, lo amó mucho más por no olvidar ningún detalle del idilio vivido en su país.
- Estamos en iguales condiciones mi amor.
Sin demasiadas ganas Paula se quitó de encima de Pedro y se fue al baño, él la siguió, le dio una tierna palmada en el trasero mientras caminaba tras suyo, fueron a higienizarse, luego regresaron a la cama donde exhaustos y abrazados se durmieron.
Por la mañana Paula se despertó, estiró su mano y notó que la cama estaba vacía, Pedro no estaba a su lado, manoteó el reloj de la mesa de noche y miró la hora, eran poco más de las ocho de la mañana. Se sentó en la cama y se desperezó, le dolía todo el cuerpo, le punzaba su vientre, y es que el día de ayer habían tenido MANIA sexo sin parar durante todo el día, se cubrió la boca recordando lo del restaurante, no podía creer a lo que se había atrevido… se apoyó en el respaldar y como cada día al despertar extendió su mano y miró su sortija de boda, pronto, muy pronto sería la Sra. Alfonso, se sintió feliz, muy feliz, y hasta se pellizcó, temiendo que solo sea un sueño tanta felicidad.
Pedro era el hombre que toda mujer desea encontrar en su camino, bello, exitoso, sensual, caballero, buen amante, buena persona, buen hijo… era perfecto pensó.
- ¡¡Y es mío!! Solamente mío y me adora.
Retiró las mantas se puso de pie y volvió a desperezarse, se escurrió en el baño. Luego de atender sus necesidades, se dirigió al lavatorio y allí se lavó la cara, también se pasó un cepillo por el cabello, fue al vestidor, tomó su bata de satén y luego de colocársela salió hacia la cocina,Pedro estaba sentado en la mesa del comedor leyendo el diario, un fuerte aroma a café recién hecho la invadió.
- Preciosa, te despertaste, iba a llevarte el desayuno a la cama — Paula se paró a su lado y se agachó para tomar entre sus manos el maravilloso rostro de su hombre y darle un beso.
- Gracias, por malcriarme.
- Adoro hacerlo. — la sentó en su regazo y le acarició la espalda, le encantó efectuarla sobre el satén, esa sensación era casi tan sedosa como su piel — ¿preparada para el día de hoy?
- Hmm, desde luego, ¿a qué hora nos vamos?
- A las diez.
- ¿Nos viene a buscar Oscar?
- No, pensaba que podíamos ir en el Alfa.
- Podemos ir con el mío, tengo ganas de manejar, solo lo hice unas pocas veces.
- ¡Por supuesto que podemos ir!
Se levantaron a terminar de preparar el desayuno, finalmente, se sentaron en la mesa para compartirlo, Paula le puso dos sobres de edulcorante en el café, lo revolvió y se lo pasó, eso ya era un ritual entre ellos y ella no quería dejar de hacerlo nunca, así había sido desde que se conocieron, le gustaba atenderlo,Pedro estaba contestando unos email desde su teléfono.
- Paula, en dos semanas vienen de Francia, para la franquicia que quieren obtener para Paris, acabo de pasarle tu email y tu teléfono para que se comunique con vos.
- Ok, mi amor, yo me encargo.
- Chloé seguro te llamará.
- ¿Chloé? ¿y cómo es Chloé?
- Su padre Luc Renau y ella son quienes pretenden obtener la franquicia de Midland, él fue quien se contactó conmigo en Milán, luego tuve una cena con ambos y ahí empezamos con las tratativas, Chloé se encarga de los tratos en el exterior, así que es muy probable que venga ella, ya tienen una copia del contrato, y viene para discutir algunos puntos, necesitamos alguien en legales urgente, Federico estará de luna de miel.
- Lo conseguiremos, pero…yo no te pregunté quién era y a que venía, ¿quiero saber cómo es?
- Paula — levantó la vista del iPhone — es trabajo, ¿qué pasa?
- Hmm, el nombre me suena a come hombres —Pedro se carcajeó, y luego pensó, no te equivocas mi amor, eres tan perceptiva… — O sea que es linda, porque si me estás diciendo, Paula es trabajo, te estás atajando, ¿hubo química entre ustedes?
- Paula, Paula, amor… ¿qué estás imaginando? en el momento en que la conocí solo quería que pasen los días para regresar a tu lado, mi mente solo se ocupaba de pensarte, con decirte que durante la cena vibraba mi teléfono con mensajes tuyos y yo lo único que quería era irme para leerlos — se quedaron viendo.
- Lo siento, es que las francesas tienen fama de ser muy sensuales, ardientes, y muy abiertas a otras ideas — Pedro la tomó de la barbilla, le dio un beso y le habló sobre sus labios.
- Estamos por casarnos Paula, ¿serás una esposa muy celosa aunque tu esposo jamás te de motivos? — la miró fijamente.
- Lo siento, supongo que este comentario estúpido es porque cuando estabas en Milán y no me contestabas, pensé que podías haber conocido a alguien, con el nombre mis alarmas sonaron sin sentido, y con respecto a que jamás me das motivos mejor no toquemos ese tema hoy no... — frunció la boca y cerró los ojos Pedro sabía a lo que se refería… pero prefirió ir por el lado del viaje.
- Tonta, fue el viaje más tortuoso que he tenido que hacer — aún la sostenía por el mentón, le dio un sonoro beso, luego se apartó para disponerse a desayunar.
Después de un corto silencio ella se levantó al refrigerador por una botella de agua, volvió a sentarse.
- Pedro…
- ¿Qué mi amor?
- Nunca hablamos de hijos… — él se apuró a tragar, justo se había metido un bocado de panqueque en la boca.
- ¿Cuántos quieres tener?
- ¿Quieres tener hijos? — preguntó tímidamente.
- ¿Tú no?
- ¡¡Por supuesto!! … creo que con dos estaría bien.
- ¿Dos? yo quiero más…
- ¿Más? — ella tenía los ojos bien abiertos.
- Mi amor estoy acostumbrado a vivir en una familia numerosa, además tal vez tengamos mellizos no olvides que Luciana y yo lo somos, siempre existe esa posibilidad.
- Me pondré muy gorda ¿me vas a querer igual?
- Serás la embarazada más hermosa, y además apuesto que te verás muy sexy con panza.
- Me encantará llevar a tu hijo en mi vientre.
- Y a mí me encantará el proceso para ponerlo ahí — le regaló una sonrisa muy pícara, mientras le tocaba la barriga.
- Ojitos, estamos hablando en serio.
- Yo también…
- Que pavote que sos…
Habían terminado de ducharse y cambiarse, y ya estaban listos para salir hacia el Four Season, Pedro había reservado una suite para ellos en el lugar.
Oscar se había encargado de sacar el auto de Paula de la cochera, y de dejarlo estacionado frente al loft, minutos antes había subido a buscar el equipaje de ambos.
Era el día de la boda de Alison y Federico y para más comodidad se trasladaban al hotel, además como él era uno de los padrinos, quería que Paula permanezca allí, mientras que él seguramente tendría que ir a tomarse fotos con los novios.
Los Alfonso estaban todos en el mismo piso, era un día muy festivo para la familia, Pedro y Paula se ubicaron junto a la habitación de Ana y Horacio, al otro lado de ellos se encontraban Luciana y Ruben, más allá quedaba la habitación de Lorena, Hernan y los niños y al final del pasillo se encontraba alojado Federico con dos amigos que también eran sus padrinos, Ofelia también ocupaba una al otro lado del pasillo que se encontraba junto a la de los padres de Horacio.
Alojados en el piso treinta y tres, ocupaban la suite Manhattan, donde gozaban de las vistas al Downtown, desde allí se podía ver el Empire State Building y también el edificio Chrysler.
Era una habitación espaciosa y moderna de estilo contemporáneo, en tonos neutros y con un cálido y confortable estar con living y comedor, el lujoso baño tenía acabados en mármol, una ducha acristalada y una confortable bañera con jacuzzi, todo estaba exquisitamente equipado, batas, toallas, y productos de perfumería. Paula recorrió cada estancia de la suite, mientras el personal subía el equipaje.
El dormitorio principal con cama extra grande y un amplio vestidor, estaba separado del estar por una puerta, dando máxima privacidad. En él, enormes ventanales ofrecían una vista inmejorable de la ciudad.
- ¿Te gusta? — Pedro estaba parado a su lado con las manos en los bolsillos del jean, solo pensaba en agradarla y confortarla a cada momento.
- Precioso mi amor, me encanta, y más porque la comparto con vos.
Paula se dedicó a acomodar la ropa de ambos, Pedro se había empecinado en llamar a una empleada para que lo hiciera, pero ella se negó rotundamente.
Mientras tanto, Pedro estaba en el escritorio de la habitación revisando algunos pendientes de la oficina ya que jueves y viernes no habían ido, Mandy le había pasado por email varios asuntos y estaba conectado con su Mac a la red de la empresa.
Cuando Paula terminó con el orden también se puso a trabajar un rato.
- Amor, sería posible que el lunes me acompañes al banco para transferir mis cuentas acá, es que con el tipo de cambio tengo muchas fugas en mis activos.
- No te preocupes el lunes en la mañana llamo para que nos atiendan en la hora del almuerzo y arreglamos todo.
- Gracias.
Más tarde pidieron el almuerzo en la habitación, comieron Camarones y ensalada romana con un corazón de crutones y aderezo de queso parmesano, se dieron de comer en la boca, se adoraron mientras compartían la comida, como a cada minuto del día, hablaron de la boda de ellos, de algunas ideas que a ella le surgían y se las largaba a Pedro y el disfrutaba viéndola planear, solo quería complacerla, y hacer todos sus sueños realidad…
Para el postre Paula no pudo resistir probar el Four Seasons Cheesecake con salsa de fresa y Pedro para él pidió un Apple Pie con helado de vainilla, de más está decir que se trataban de manjares irresistibles para ambos, compartieron las exquisiteces y se deleitaron intercambiando sabores entre bocado y besos.
Después de compartir ese exquisito alimento y como era temprano, se metieron en el jacuzzi.
Pedro empezó masajeándole los pies, eso a ella realmente la relajaba y emitía sonidos que escapaban involuntariamente de su boca.
- Hmm, me consientes demasiado, es muy fácil acostumbrarse a esto — él se reía extasiado.
- Me encanta hacerlo, de hecho es lo que tengo planeado para toda nuestra vida.
- Hmm, eso suena muy prometedor, no te dejaré olvidarlo.
- No te preocupes, no deseo hacerlo — Paula tenía los ojos cerrados y estaba con su cabeza recostada en el apoyo de la bañera, los abrió y los clavó en los de él.
- Es que… ¡¡no te lo permitiré!! — se deslizó en la bañera y se acercó a él. Se abrazaron…
- Tampoco permitiré que me prives nunca de esto — la abrazó con disfrute, con pertenencia — tú eres mi premio, eres mi regalo del cielo — se besaron ardiente, apasionados y ahí estaba otra vez ese deseo inagotable, esas ganas de beberse, de saborearse.
Enfrentados Pedro bajó con sus besos por el cuello, la tenía rodeada con sus brazos, acurrucada contra su musculoso pecho, que se insuflaba con cada respiración agitada que salía de sus pulmones. Paula lo enloquecía, nunca estaría satisfecho de ella.
Pretencioso de su cuerpo, esa mujer lo había hechizado, lo había enamorado como nunca pudo creer que lo haría.
Ya no concebía ni con el pensamiento vivir sin ella, ella era su motor, su aire, su vida.
Paula con sus manos hechas fuego, le acariciaba la musculatura de su espalda, y sentía como se tensaba, como ardía con sus besos, permanecía fascinada en los brazos de ese hombre que solo la amaba con posesión, con empeño.
Echó la cabeza hacia atrás para ofrecerle más cómodamente su cuello, pero entonces se enderezó y lo miró profundamente, insaciable, trajo sus manos desde la espalda y le acarició el pecho acercó sus labios lo besó en el lado del corazón, depositó tiernos besos, y volvió a verlo.
- Lo que está acá dentro es lo que más amo de vos — con su dedo índice le indicó refiriéndose a su corazón.
- Vos sos la única culpable que este corazón se haya ablandado, estás metida en él.
- Sos un hombre extraordinario.
- Solo soy un simple mortal que vive para amarte.
La pasión, era una parte importante en la relación de ellos, pero más aún, lo eran esos sentimientos que cada uno sentía y que continuamente se expresaban.
Paula y Pedro se complementaban, se tenían el uno al otro para transitar por la vida y descubrir caminos y desandar otros, para ver esa simple realidad de la que solo se valían para ser felices, esa realidad única e innegable que les indicaba que solo necesitan de la presencia del otro y de esa mirada clara, serena y llena de amor.
Suavizados y entregados, se amaron, se veneraron idolatrándose dentro del agua, hasta que sus cuerpos hallaron la consolación momentánea en el orgasmo.
Había llegado la peinadora con un asistente y dos maquillistas, las mujeres de la familia se habían trasladado a la habitación de Ana, donde cada una esperaba su turno para ser atendida, Horacio había huido de la vocinglería de las damas yéndose a la habitación de Pedro, donde estaban además Ruben y Hernan viendo un partido de football.
En el entretiempo, y como ya se acercaba la hora, los hombres se fueron a cambiar, Pedro enfundó su cuerpo en un traje de chaqueta y pantalón entallado en negro perlado, que acompañó con una camisa blanca y los gemelos que la pareja les había obsequiado a sus padrinos.
Llevaba una corbata de seda en tono arena al igual que el pañuelo y el chaleco cruzado.
Paula golpeó la puerta de la habitación, y ese adonis que era nada menos que su hombre le facilitó la entrada.
Quedó fascinada con lo que vio, Pedro era irrespetuosamente hermoso, lo tomó de la barbilla y le mordió los labios.
- ¡¡Estás hermoso!! — él se apartó, estiró las mangas del saco y posó para que ella lo viese mientras hacía un paso hacia atrás — sos un irreverente — afirmó Paula — Pedro se sonrió mientras ponía esa cara de autosuficiencia que la enamoró el primer día.
Paula llevaba un peinado recogido en un moño bajo y con una onda en la frente, la cúspide de su cabeza estaba resaltada esforzadamente para dar la sensación de lucir un cuello increíblemente largo y apetecible.
- Hmm, me encanta ese peinado —él le dio un mordisquito en el cuello — me voy a ver a Federico así te doy tiempo para que te cambies, muero por ver tu vestido.
- No voy a cambiarme aún, es temprano, tú porque tienes que irte, pero yo estaré lista para cuando regreses de hacer las fotos.
- Me tendrás ansioso esperando por verte — él hizo un mohín, se rieron.
Paula estaba lista, llevaba un vestido de tul bordado en negro y forrado en color nude, el escote delantero era una V muy profunda que terminaba en ondas delimitando el dibujo de la puntilla, se adhería a la forma de su voluptuoso busto, y remarcaba aún más su forma, el canesú ultra adherente se ceñía a su cintura definiendo su exquisita figura hasta la altura de las caderas, donde la falda se ampliaba para crear en el ruedo un pequeño arrastre y formar una pequeña cola.
En la espalda el escote era una U y terminaba con las mismas ondas que en el delantero, llegaba justo hasta la gloria, la piel de su espalda quedaba al descubierto y la hacía ver extremadamente sexy.
En los pies llevaba unas sandalias ultra altas de Giuseppe Zanotti con talonera y herraje dorado en la capellada.
El atuendo lo había acompañado con unos guantes de seda negra que le cubrían el antebrazo, aunque no estaba muy segura, pues tapaban su sortija y ella quería lucirla, concluyó que le consultaría a Pedro.
Finalmente pasadas las 8pm sintió unos golpecitos en la puerta, era Pedro que regresaba, le abrió y rápidamente se dio la vuelta alejándose de él para que la viera caminar contorneándose mientras admiraba su sugerente escote.
El quedó patitieso, creyó estar viendo una aparición sobrenatural, Paula iba a matarlo con tanta sensualidad.
- ¡¡¡Dios!!! Estoy en el paraíso — ella se sonrió mientras echaba sensualmente la cabeza hacia atrás, se dio vuelta para que la admirase de frente — Mi amor, creeme que me dejaste sin palabras, aunque estás hermosa, creo que sentiré muchos celos si alguien te mira, te prohíbo alejarte de mí durante toda la fiesta.
- Serás tú quien se aleje de mí, espero que la golfa esa se haya estado quietecita con sus manitos durante las fotos.
- Tranquila, ella en una punta y yo en otra — él la abrazó y le besó el escote — estás irresistible.
- ¿Te gusta como me veo?
- ¿Que si me gusta? Estoy sorprendido, absorto, extasiado, deslumbrado, inmóvil, casi al borde del desmayo
¡¡ATARANTADO!!
- Exagerado…
- Jamás dudes de mis palabras.
- Quiero consultarte de los guantes, ¿qué te parecen?
- Luces sofisticada con ellos, pero no se ve tu anillo.
- Ah, tuvimos el mismo pensamiento, mejor me los quito, Luciana insistió en ellos.
- No, déjalos, luego en la cena te los sacás, me gustan.
Paula fue al baño a retocarse el gloss que Pedro le había sacado, con sus besos, se había puesto su reloj BVLGARI como única joya que por ahora estaba cubierto por los guantes y unos pendientes de pedrería negra con engarce dorado.
Partieron hacia el salón donde se llevaría a cabo la ceremonia, se separaron en la salida del ascensor, pues él debía ir con el cortejo nupcial.
- Blue eyes, mucho cuidado con la sanguijuela.
- Ojalá pudiera obviar no entrar con ella, creeme que lo haría de estar en mí — Paula le pellizcó el carrillo.
- ¡¡Te amo!!
- ¡¡ También te amo!!
Se sentaría con Lorena, con los abuelos Alfonso con Ruben y con Ofelia, cuando entró donde estaba montado el altar, se encontró con el primo Alan que la reconoció de inmediato y le presentó a su novia y a sus padres. Luego se acomodó en su sitio.
Federico ya estaba delante esperando por la novia, llevaba el mismo traje que Pedro pero con chaleco corbata y pañuelo gris perlado, para diferenciarse de sus padrinos y un boutonniers rojo en el ojal. Cuando cambió la melodía empezó a hacer su recorrido el cortejo nupcial.
Ahí venía su hombre en segundo lugar, ella intentó enfocarse en él y no mirar que venía llevando del brazo a la golfa, por su parte él hizo lo mismo, desde que entró buscó su mirada y no la apartó de ella, casi ignorando a Rachel.
La ceremonia fue muy emotiva sin duda el momento de la lectura de los votos la más emocionante, la abuela Helena estaba muy emocionada, y Paula y ella terminaron tomadas de la mano.
Después de la declaración oficial de la unión del matrimonio los novios salieron precedidos por su cortejo, cuando Pedro pasó junto a ella le guiñó un ojo y le tiró un beso. Paula se apresuró a salir antes que él volviera a irse.
- Solo un ratito más para unas fotos y prometo no moverme en toda la noche de tu lado.
- No te preocupes, Ofelia y la Abuela me están mimando.
- Ah entonces te dejo en buenas manos no me cabe la menor duda.
Había pasado una hora de la culminación de la ceremonia, y empezaron a hacer entrar a los invitados al ballroom, luego de los cocktails y los tapeos que se habían ofrecido.
Paula estaba sentada en la mesa que se le había asignado, estaba junto a Ruben y Lorena.
Cuando Pedro entró en el lugar, buscó incesantemente a su chica hasta dar con ella en una de las mesas, sin dudarlo se acercó a paso seguro y apremiado, se saludaron con un sonoro beso, a ella no le importó su gloss, luego le limpió la boca para sacarle la transferencia.
- ¿Y Luciana y Hernan?
- Fueron al baño, ya venían — le contestó Pedro a su cuñado.
- Una gran boda — dijo Lorena — todo está hermoso — ahora habrá que esperar la de ustedes.
- Uff ahora que pasa la de Alison y Federico tendrán que conseguir tapones para los oídos porque los hartaré hablando de los preparativos, hace dos semanas que me vengo aguantando — Paula estaba gozosa de poder expresar a los cuatro vientos su felicidad.
Después del primer baile de los novios todos salieron a la pista a bailar, la fiesta estaba a pleno, música exquisita a cargo de una orquesta, buen ambiente, comida y bebida a granel, todo fue un éxito.
La felicidad de Alison y Federico inundaba a todo el mundo del mismo sentimiento.
Una fiesta indudablemente para el recuerdo, con muchos detalles, emociones y amor.
Era el momento de la retirada de los novios, Alison iba a tirar su ramo, Paula tímidamente se paró empujada por Lorena, Luciana y Pedro.
Finalmente cuando el ramo fue arrojado increíblemente y casi sin esfuerzo por atraparlo cayó en las manos de ella, que lo levantó triunfante, mientras se lo enseñaba a su chico, Pedro aplaudía, mientras que junto a Ruben, Hernan y Federico iniciaron una silbatina ensordecedora para celebrarla y es que los Alfonso a la hora de los festejos se olvidan siempre de todo el protocolo cuando de los suyos se trata.
Ya sin más dilación los novios se iban, les hicieron un cordón y les tiraron pétalos de flores para despedirlos.
La fiesta continuó un rato más.
- Voy al baño mi amor.
- Te acompaño.
- No hace falta, vengo enseguida, quedate tranquilo — se acercó a su oído — además sos muy peligroso en los baños de mujeres — se carcajearon recordando lo ocurrido en Lupa.
Habían pasado varios minutos, desde que Paula se había ido, Pedro estaba empezando a impacientarse.
- Luciana por qué no te fijás si Paula está bien, fue al baño, ya hace rato.
- Deja — interrumpió Lorena — yo necesito ir al baño y me fijo.
Más pronto que rápido Lorena volvió desesperada corriendo y gritando mientras llamaba a Pedro.
- Está lastimada… — Pedro atrapó sus manos para escucharla más de cerca pues por la ansiedad y el volumen de la música le costaba, Lorena lucía desencajada, lo tironeaba — está bañada en sangre en el piso del baño.
Pedro y todos los demás salieron disparados, él fue el primero en llegar, se tiró a su lado, y atrapó su mano, estaba abatida en un charco de sangre, tenía los ojos abiertos y las pupilas dilatadas, cuando lo vio llegar, buscó incesantemente sus ojos.
Pedro lloraba, Luciana le decía que no la moviera, Hernan llamaba al 911 mientras abrazaba a Lorena y Ruben solo se agarraba la cabeza y maldecía.
- Mi amor, ¿qué te pasó, quién te hizo esto?
Paula quería hablar pero las palabras no le salían, Pedro estaba desconsolado, pronto llegaron Ana y Horacio pues Ruben los había buscado.
- ¡¡Santa madre de Dios protege a este ángel!! ¿quién pudo haberle hecho esto? — Ana se agachó para tomarle la otra mano a Paula, le acarició la frente, ella no apartaba los ojos de Pedro — tranquila tesoro, ya viene la ambulancia, te pondrás bien, calmate Pedro, la estás poniendo nerviosa, no le hace bien — Ana regañó a su hijo.
- Hernan busca a Bob, él es cirujano, por Dios, ¿qué hacemos todos acá sin hacer nada? — Horacio le ordenó a su hijo y este salió impulsado maldiciendo no haberse dado cuenta antes.
Hernan volvió muy pronto.
- Lo siento, el tío Bob, Serena y Rachel ya se fueron.
- ¡¡¡Esa hija de puta fue… estoy seguro que fue esa hija de puta!!!— Pedro se puso de pie, y de pronto lo comprendió todo, golpeaba las paredes, estaba furibundo, lloraba y maldecía —¡¡estoy seguro, fue ella!!
Horacio aferró a su hijo, para intentar calmarlo.
- ¿Qué mierda estás diciendo Pedro?
- Fue ella papá, estoy seguro, yo la rechacé, la última vez que hablé con ella noté que no estaba en sus cabales, debí darme cuenta, es mi culpa, no protegí a Paula — Pedro lloraba en los brazos de su padre.— Mierda y el médico que no llega.
Volvió a inclinarse sobre su mujer.
- Preciosa, oíme mi amor, cerrá los ojos si fue Rachel que te hizo esto — Paula no respondía, su mirada estaba clavada en un punto fijo.
-Pedro, por Dios déjala ¿qué intentás hacer? — lo reprendió Luciana.
Los ojos de Paula de pronto se empezaron a poner blancos y empezó a perder la conciencia…había perdido mucha sangre, los cerró y una lágrima se escapó de ellos.
- No mi amor, no… no… mirame por favor, mirame, quedate acá conmigo…
Las luces de la ciudad pasaban a millonésimas de segundos, la sirena de la ambulancia era un eco ensordecedor en las calles de la madrugada de Manhattan, Pedro iba aferrado a su mano, era imposible separarlo de ella, por momentos estorbaba a los médicos que intentaban denodados esfuerzos por estabilizarla…
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