jueves, 24 de julio de 2014

CAPITULO 40




Me desperté en la madrugada, tenía ganas de hacer pis, nuestros cuerpos yacían desnudos uno junto al otro en perfecta simbiosis, su torso estaba apoyado junto a mi espalda, y sus piernas entrelazadas a las mías.


Sentía su aliento acariciar mi nuca, era el estado perfecto y lamentaba tanto tener que salir de su abrazo.


Levanté su brazo con mucho cuidado, su mano estaba aferrada a uno de mis pechos, como me gustaban sus manos, sus dedos eran largos y pulcros, el anverso de su mano era de color rosado como el resto de su cuerpo, estuve tentada de besársela pero no quería despertarlo así que desistí de la idea.


Me levanté tratando de no hacer demasiado ruido, Pedro dormía profundamente, ni se enteró que me fui de su lado, me quedé un rato observándolo luego fui al baño, tenía la boca seca, así que luego de atender mis necesidades fisiológicas me puse mi bata cruzada de satín que me tapaba un poco más abajo del muslo y bajé a buscar algo para beber.


Todos dormían, el silencio de la noche invadía todos los resquicios de la casa, fui a la cocina y del dispenser me serví agua bien fría. Me quedé en el living junto al ventanal curvo viendo hacia fuera, hacia las luces titilantes de las demás casas que brillaban a lo lejos en la penumbra de la noche.


Apoyada con mi frente en el vidrio mientras me bebía el agua, cerré mis ojos y repasé cada uno de los momentos que hoy había vivido, Pedro era una aplanadora en mi estructurada vida, me quitaba la voluntad y la razón.


Me maldije al recordar que le había contado lo de Guillermo, mierda, ahora le había mostrado una de mis más secretas debilidades. Luego, pensé en lo que una vez sentí por Guillermo y no puede dejar de compararlo con lo que estaba sintiendo por Pedro, jamás me había sentido como me siento cuando estoy con él, a pesar que se que a Gulle lo quise mucho, nunca ni siquiera cuando nos conocimos, me sentí tan obnubilada por él.


Pedro era la primera persona que me despertaba verdadero interés luego de cancelar mi casamiento con Guillermo.


Decidí regresar a la cama, cuando me di vuelta casi me muero del susto, hasta pegué un grito contenido, Pedro estaba atrás mío viéndome, no esperaba encontrármelo ahí, así que el sobresalto fue espantoso.


- Ey preciosa, soy yo.


Pedro, no esperaba encontrarte atrás mío, me asusté — le dije mientras me acercaba para abrazarlo.


- Me desperté y no estabas a mi lado, ¿no podés dormir?…


- Fui al baño y luego bajé por un vaso de agua, ¿y vos?


- Lo mismo y además no sabía donde estabas.


- Acá, ya me encontraste — le planté un beso en la boca — ¿qué querés tomar? — se sonrió.


- Agua.


- Vení, que te sirvo.


Lo tomé de la mano y fuimos hacia la cocina, Pedro estaba en pijama y con el torso desnudo, lucía muy sexy, saqué un vaso del armario y le serví agua del sparkling, mientras le servía, ya estaba otra vez aferrado a mi cintura y besándome el cuello.


Me di vuelta y le di para que bebiese, se tomó el vaso lleno de un tirón. Realmente estaba sediento pensé.


- ¿Más?


- Suficiente.


Me abrazó otra vez y me besó, luego corrió su dedo por el cinturón de la bata y me la desanudó, la túnica se abrió y le dejó ver la desnudez de mi cuerpo.


- Hmm, que pena que no estemos solos en esta casa, porque podría tomarte acá mismo — me besó un pezón.


Pedro puede venir alguien. — Le reclamé mientras veía a todos lados, comprobando que realmente siguiéramos solos.


- Lo sé, pero se vio muy tentador, me cerró la bata agarró el cinturón y lo anudó, vamos para arriba — me dijo dándome una nalgada.


- Esperá que cargo los vasos con agua por si nos agarra sed de nuevo para no tener que bajar.


Subimos a la habitación, nuevamente nuestros sexos estaban reclamando placer, nos besamos por millonésima vez, nos acariciamos y sucumbimos una vez más saciando la necesidad de nuestros cuerpos hambrientos.


- Creo que me he vuelto adicto a tu cuerpo.


Estaba con mi cabeza apoyada en su pecho, levanté mi cara para verlo, le mordí el mentón y le dije.


- Me encanta ser tu droga.


- Sos encantadoramente dulce y exquisita Paula.


- Hmm, nunca me dijeron eso.


- Evidentemente, no estuviste con nadie de buen paladar — nos reímos.


Lo miré y quise decirle, no mi amor vos sos único, inigualable... pero solo le dije:
- Durmamos ojitos, es tarde, así mañana disfrutamos del sol y la piscina.


- Cualquier cosa que haga con vos lo disfruto...


- No deberías decirme esas cosas, porque puedo creérmelas — le advertí.


- Creeme preciosa disfruto mucho de tu compañía.


Suspiré, lo besé en su boca, era tan tentadora y además solo sabe Dios cuanto quería que sus palabras no solo sean ciertas sino eternas... me separé de sus labios y volví a acercarme para plantar un sonoro beso sobre su pecho, luego apoye mi cabeza en él para oír los latidos de su corazón que eran el arrullo perfecto para conseguir el sueño nuevamente, mientras él me cobijaba con su musculoso abrazo.


Pasaron unos cuantos minutos.


Me estaba quedando dormida...


- ¿Te dormiste Paula? — no le contesté ya los párpados me pesaban demasiado para hacerlo... — te dormiste preciosa, descansa — creo que creyó que ya estaba dormida me besó el pelo pero yo no tenía más fuerzas para contestarle... — quisiera cuidarte por siempre, ¿Por que tuviste que llegar a mi vida justo en este momento?... — me mantuve en silencio intentando mantener mi respiración pausada para que no se diera cuenta que estaba escuchándolo — ¿por qué no te conocí antes mi amor?


Mierda me dijo mi amor... soy su amor, o acaso ¿estoy soñando? ¿Conocerme antes? ¿Antes de que? ay carajo, quisiera levantar mi cabeza y preguntarle, pero luego pensé que tal vez era mejor dejar las cosas así, que tal si no me gustaba lo que me diga, creo que fui cobarde, muy cobarde.


Pedro también sentía cosas por mí, entonces sus celos, sus deseos de que todos sepan que era suya eran valederos... 

¿pero qué le impedía demostrar lo que sentía? Mierda, es que acaso ¿era casado? Por eso no podíamos estar juntos. 


No, no, no quiero que eso sea cierto, sería el final de todas mis ilusiones, pero… ¿por qué había dicho eso? Ay Diosito no me hagas esto.


No sé en que momento me habré quedado dormida, lo cierto es que después de conjeturar y conjeturar por lo visto el sueño me venció.

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