martes, 29 de julio de 2014
CAPITULO 55
Se despertó y le costó descifrar que día era, sabía la fecha pero no podía caer en cuenta que día de la semana, sus pensamientos y su razón estaban adormecidos desde que ella y Pedro habían roto y el tiempo parecía haberse detenido, todo se le confundía en su agitada cabeza.
Sacando cuentas finalmente llegó a la conclusión que era jueves 20 de diciembre.
Se quedó viendo al techo, y recordó la última mirada impasible que Pedro le había destinado en la manga de Ezeiza, le dolía tanto… parecía que en lugar de corazón llevaba un hueco abierto en el pecho.
Se exigió levantarse de la cama, y dejar de pensar en él, el hombro le dolía, así que fue en busca de un ibuprofeno para tomar para que le aliviase el dolor.
Miró la hora, aún no eran las nueve y a las diez, Ezequiel pasaba a buscarla para llevarla a la terminal y que pudiera hacer el check-in con tiempo.
Una hora y media antes del horario de partida, estuvieron en el Aeroparque Jorge Newbery, más precisamente en el sector A donde se encontraba el mostrador de Austral.
Ezequiel la acompañó para ocuparse de las valijas, puesto que ella con un solo brazo no podía, entonces, Paula presentó el pasaje y la documentación y realizó el despacho del equipaje en el mostrador habilitado para su vuelo.
Una vez que obtuvo su Boarding Pass, controló el horario y la puerta de embarque en la que debía presentarse y luego de eso se despidió de Ezequiel con un fuerte abrazo.
- Gracias por todo, los voy a extrañar durante este mes tanto a vos como a Mati pero sé que ustedes van a descansar de mis problemas. — intentó bromear con su amigo.
- No seas boba, nosotros también te vamos a extrañar, cuidate mucho por favor, e intentá disfrutar de tu familia, pasala bien, es una orden me oíste.
- Te prometo que lo voy a intentar, los mimos de la familia siempre son sanadores.
- Seguro que así será, te quiero pendeja.
- Y yo a vos, a veces no sé qué haría si no los tuviera a ustedes.
- Uff, basta de sensiblerías, no quiero verte con esa carita tristona.
Comenzaron a llamar al vuelo 2484, era el suyo, Paula empezó a caminar hacia el sector de embarque se dio vuelta a la distancia y agitó su mano mientras desaparecía de la vista de Ezequiel.
En el avión, le había tocado sobre la ventanilla, y ya estaba acomodándose cuando el auxiliar notó que estaba imposibilitada de un brazo, entonces fue que se acercó y le ayudó con muy buena predisposición, a guardar su equipaje de mano y a ajustarse el cinturón, además, se aseguró que se sintiera cómoda en su asiento.
El viaje duraba 1 hora 48 minutos, despegó a horario, y fue un vuelo muy tranquilo y por suerte el tiempo pasó muy rápido.
El avión había comenzado el acercamiento a la pista, viró en reconocimiento y entonces fue que Paula desde la altura, pudo reconocer el paisaje.
Avistó el Valle Grande, el Cañón del Atuel, El Nihil, los diques y los lagos Los Reyunos, Tigre, Agua de Toro.
Era una geografía muy conocida por ella y no pudo dejar de maravillarse con el espectáculo que tenía ante sus ojos, entonces,fue que supo que Mendoza era una porción de tierra bendita por la naturaleza.
Llegó al Aeropuerto Internacional Suboficial Ayudante Santiago Germano de San Rafael Mendoza a las 14:58 AM.
Mientras bajaba del avión, y se preparaba para los trámites correspondientes para retirar su equipaje de la cinta, envió un mensaje a Ezequiel avisándole que había llegado bien.
Seguidamente se puso en marcha y salió por la puerta de arribos, la acompañaba un empleado del aeropuerto que ella había solicitado para que la ayudase con su equipaje.
No tardó en divisar a su madre, que al verla con el brazo en cabestrillo se cubrió la boca y salió a su encuentro.
Se abrazaron cálidamente, Paula se hundió en el cuello de su madre y la emoción de verla la inundó, por esos días ella estaba muy sensible.
Le entregó una propina al empleado agradeciéndole su ayuda, y entonces éste se marchó.
- Mi amor… ¿qué te pasó? — le preguntó llenándola de besos y con verdadera preocupación.
- Nada mamá, no te asustes solo me disloqué el hombro, no es nada te aseguro que estoy bien. — mientras se secaba las lágrimas que se habían escapado de sus ojos, Paula intentó tranquilizarla.
- ¿Seguro que estás bien, como te hiciste eso? Mi chiquita.
- Choqué en General Paz mamita… — le dijo sin anestesia.
- Dios mío Paula y con esa tranquilidad me lo decís. ¿Por qué no me aviaste? —Alejandra le espetó a su hija, mientras la tomaba por los hombros.
- Mamá estoy bien, para que iba a preocuparte y angustiarte sin sentido.
- No lo vuelvas a hacer Paula — Ale estaba muy enojada por su omisión — como me quedo ahora yo, viviré intranquila el día que te vayas porque no sabré cuando hable con vos si realmente me estás diciendo la verdad y no me estás mintiendo, ayer cuando hablamos, no me dijiste nada no te lo perdono.
Paula aferró a su madre del cuello y la besó interminablemente en la mejilla.
- No me retes mamita, estoy muy feliz de estar acá.
- Yo también estoy feliz de tenerte en mis brazos — gruñó — que disparate, vayamos hija, vayamos a casa.
Salieron de la terminal y luego de pagar el ticket del estacionamiento se acercaron a la Toyota Hilux doble cabina con inscripción de la bodega, depositaron el equipaje de Paula en la parte de atrás y luego se montaron en ella.
Alejandra ayudó a su hija a colocarse el cinturón de seguridad, luego se colocó el suyo y se aprestó a conducir por la ruta provincial 143, rumbo a Saint Paule.
El viaje fue corto la bodega familiar estaba a unos 30 km de distancia del Aeropuerto, en un oasis irrigado por los ríos Atuel y Diamante.
La parte antigua de los viñedos, contrastaba con el esplendor de la edificación moderna que albergaba la casa de la familia.
Un portón de hierro forjado con la inscripción Saint Paule en el arco de la entrada, se erigía dando la bienvenida a todo aquel que deseaba visitar la bodega, más allá, un camino lateral las guió hasta la casona.
Una casa estilo rancho, con paredes de piedra y techos a dos aguas de tejas francesas se erigía entre los parrales y la bodega.
Ale estacionó la camioneta frente a la puerta principal y se apuró a bajar para dar la vuelta y ayudar a su hija a salir del vehículo.
Al escuchar el motor de la camioneta, pronto todos los habitantes de la casa salieron para recibir a la recién llegada.
Se abrió la puerta estilo residencial de la casa, y Clara salió corriendo a estrechar los brazos de su tía. La siguió su cuñada Mariana con Francisco en brazos, y más atrás los caseros del lugar Guillermina y Patricio, que conocían a Paula desde que había nacido.
Obviamente todos se asombraron al ver a Paula con el brazo en el cabestro y mientras la saludaban la trataban como si estuviese hecha de cristal, se mostraban interesados preguntando qué era lo que le había ocurrido.
Ella refirió la historia muy por encima, obviamente, no había dicho que salió como loca del aeropuerto después de ver como se iba Pedro.
Entraron en la casa donde siguieron mimándola y consintiéndola, Clara no paraba de hablar, estaba aceleradísima con la llegada de su tía.
Era una niña muy vivaz y elocuente para su edad y a veces escucharla explayarse, dejaba a todos con la boca abierta.
- ¿Tía mañana iremos juntas al mirador a almorzar las dos juntas?
- Mi tesoro, quizá le pediremos a la abuela que nos acompañe, porque la tía tiene el hombro lastimado y no podrá atenderte sola como otras veces.
- Bueno, si no queda otra opción.
- ¿Como si no queda otra opción?... claro, ahora como llegó tu tía, a la abuela que la parta un rayo — dijo Ale en tono de indignación.
- No te enojes abuelita, yo te quiero, pero la tía es más canchera que vos, y no me regaña tanto.
Todos rieron por la sinceridad de la niña.
Francisco le estiraba continuamente los bracitos a Paula para que lo alzara, finalmente ella no puedo resistirse más, y enternecida le pidió a su cuñada que lo ponga en su regazo para poder sostenerlo con su brazo sano.
En ese preciso momento, se abrió la puerta de doble hoja y arco de medio punto que daba a la piscina, y de ella emergió Gonzalo enfundado en unos jeans oscuros, remera polo negra, borcegos y lentes Ray Ban wayfarer en la mano.
Cruzó a toda velocidad el estar para llegar hasta el sofá donde se encontraba sentada su hermana con su hijo en brazos, la estrechó contra su pecho y la besó en el pelo, en la cara y en el cuello.
- No la apretujes tanto hijo, le vas a hacer doler el brazo — le dijo su madre.
Gonzalo se retiró para estudiar a su hermana…
- ¿Qué carajo te paso?
- Choqué hermanito.
- ¡Mierda Paula! siempre dije que era un sacrilegio entregarte el registro de conducir. — Bromeó y a cambio recibió una mirada despectiva de su hermana.
- Tía, tía Paula — chilló la niña intentando ser el centro de atención nuevamente de su tía y tomándola de la cara para que de hecho la mirase y solo la escuchase a ella — viste quetenemos un árbol de navidad más grande, es nuevo — contó Clara.
- Verdad tesoro, no me había dado cuenta.
- Yo ya hice la carta a Papá Noel y como me porté bien, papi dice que de seguro me trae lo que le pedí, ¿no es cierto papá?
- Por supuesto mi princesa, de seguro Papá Noel te consiente — Gonzalo sentó a Clara en su regazo luego de acomodarse en uno de los sillones de la sala y la abrazó y la besó, a Paula le enterneció sustancialmente ver a su hermano en ese plan tan paternal, le produjo una honda emoción, verlo con tanto aplomo en el rol de padre de familia, se quedó observándolo.
- ¡Qué guapo estás hermano! tus ojos verdes parecen más profundos con ese bronceado. Mariana ojo con éste, que está muy lindo.
Su cuñada se agachó, pues ella estaba parada junto al respaldar del sofá y besó a su hombre en la mejilla.
- Sí, se hace el tonto, ya he visto como las turistas le echan el ojo cuando anda por la bodega y hay alguna visita guiada — ratificó Mariana y entonces Gonzalo con su ego bien arriba le guiñó el ojo a Paula.
Después de la calurosa bienvenida de su familia, Paula con la ayuda de su madre se fue a su habitación a desempacar sus cosas. Fue un día muy intenso, que transcurrió volando.
Por la noche luego de cenar, se sentó junto a la piscina en las reposeras, para hablar por largo rato con su hermano del estado del negocio familiar. Gonzalo le contó del plan de inversiones para producir sólo vinos de alta calidad, y de lo avanzado de las modificaciones para modernizar la bodega y los viñedos y también los planes para desarrollar marcas sólidas, para el mercado local y el de exportación.
Él poco a poco y con mucha dedicación estaba logrando todos sus objetivos, había transformado en los últimos años al lugar, en uno cálido y original a través de su diseño y de su paisaje, que permitían orientar los sentidos hacia la magia del vino.
Le prometió que mañana la llevaría a recorrer todo.
La maquinaria antigua de la bodega vigilaba el espíritu y los sueños de sus orígenes, mientras que la nueva conseguía lo que él siempre había deseado hacer, proclamar la procedencia.
Finalmente estaba consiguiendo lo que su padre no pudo, por falta de tiempo, la estirpe detrás de la estirpe hallaba la armonía del nacimiento del nuevo vino.
Paula se sentía muy a gusto disfrutando del silencio y de la paz infinita del lugar, parecía que de pronto había encontrado la cordura que días atrás había creído perder.
Era tarde y mañana había que levantarse temprano, así que se retiró a su habitación a descansar, luego de darle un beso y un fuerte abrazo a su hermano y de admirarlo por última vez antes de irse a dormir.
Ingresó desde el parque por la puerta que daba directo a su dormitorio, y luego de ponerse ropa de dormir, se metió en la cama.
Se sintió feliz porque hasta ese momento en que se quedó en la soledad de la noche dentro su habitación, no había pensado en Pedro.
Cerró los ojos, e intentó dormir, pero aunque el cansancio de su cuerpo era muy grande no pudo dejar de destinar su último pensamiento a su amor.
Se imaginó con Pedro recorriendo la plantación y la bodega. Sentados en el mirador, cómodamente instalados en la glorieta, que está en la parte más elevada del predio, rodeados de viñedos mientras disfrutaban del paisaje en la noche y esperando que mágicamente, los rayos de la luna llena, los cubriese con un baño de plata mientras ellos se besaban bajo un paisaje soñado.
- Solo en sueños — se dijo — solo en mis fantasías eso puede ser posible.
Tomó una bocanada de aire, pero le pareció no ser suficiente y evocando a su padre le rogó que la ayude a encontrar la paz perdida.
La actividad en los viñedos y en la bodega empezaba desde muy temprano, casi al alba.
Paula despertó como si hubiera dormido un día entero, se sentía descansada y se lo adjudicó al cambio de clima y a la apacible vida en San Rafael, se sentó en la cama y estiró su brazo sano y su torso, luego, se paró frente al ventanal que hacía también de puerta y que daba al parque y a la piscina, y lo abrió, entonces, respiró profundamente para llenar sus pulmones con la pureza del aire del lugar y disfrutó del maravilloso paisaje que se extendía a su vista, se sintió privilegiada.
En ropa de cama se dirigió hacia la sala, pero los aromas de la cocina y el ruido de la vajilla, la guiaron hacia allá.
Su madre, Guillermina y Patricio estaban preparando la mesa para el desayuno, Gonzalo y Mariana no tardaron en unírseles.
Los niños aún dormían por lo que la casa gozaba de una exquisita paz sin los chillidos de ellos.
El ambiente estaba plagado de un exquisito aroma a café recién hecho, y pan casero recientemente horneado, que Guillermina había amasado para desayunar y para acompañar con los exquisitos dulces artesanales que también elaboraba. Disfrutaron de un desayuno delicioso.
Paula y Gonzalo planificaron su primer día en la bodega y luego del desayuno y de que ambos se cambiaran, partieron en la Toyota Hilux, de la flota que poseía los viñedos, para hacer un recorrido por el lugar.
Empezaron el descenso en la cava, por un sendero con barricas de roble francés y luz tenue, Paula añoró e identificó los aromas de su niñez y aspiró profundamente para guardar en todos los resquicios de sus pulmones ese olor tan conocido, cerró los ojos, y recordó cuando eran pequeños y con su hermano jugaban a esconderse entre las barricas, esa época en que uno no tiene preocupaciones y todo da igual estaba tan lejos… ahora adultos todo era diferente, por más que estuviesen ambos en el mismo lugar, las obligaciones de esos días habían cambiado.
Tomó de la mano a su hermano, y entrelazó sus dedos a los de él, se llevó los nudillos hasta su boca y se los besó, ella lo admiraba profundamente y lo quería tanto. Él se había hecho cargo de la familia siendo muy joven y tuvo que madurar de golpe a los dieciocho años, cuando los muchachos a esa edad solo piensan en su nueva conquista, y en llevarla a pasear en su auto nuevo.
Gonzalo era un hombre viejo con cuerpo de joven pensó.
Él le regaló una sonrisa franca y enorme, y pasó su brazo por su hombro mientras seguían caminando y descendiendo.
El sendero los condujo a la cava principal, lugar que antiguamente había sido una pileta de conservación de vinos, allí, era ahora el sitio que estaba destinado para que los visitantes durante las visitas guiadas degusten con la dirección de un sommelier, de los mejores vinos clásicos y de los nuevos de alta gama de la bodega, otra
introducción en materia de turismo que su hermano había implantado y que estaba dando muy buenos resultados.
Paula quedó maravillada con la transformación del lugar y se lo hizo saber a Gonzalo.
Luego se trasladaron al moderno y amplio showroom, donde la gente podía adquirir los variados productos de la bodega a precios preferenciales, el lugar lucía amplio, rústico, pero con un cierto toque de modernidad que lo hacía un lugar muy interesante.
Salieron de ahí y se dirigieron a la planta de elaboración, Paula quedó asombrada con los progresos de este último año.
En la construcción de la bodega no se habían escatimado esfuerzos para levantar una planta de elaboración dotada con los más modernos elementos técnicos y unas naves de crianza donde los vinos maduran en barricas y botellas en condiciones inmejorables. Actualmente en la bodega se elaboraba un tinto de Crianza y otro de Reserva inestimables y un Gran Reserva Malbec que había tenido una aceptación impensada en el mercado exterior. También se elaboraba un tempranillo rosado que estaba adquiriendo gran renombre internacional y un Chardonnay que le había valido varios premios a Saint Paule.
Pero Gonzalo, estaba expectante por mostrarle a Paula su nuevo proyecto, le tapó los ojos antes de entrar en esa ala de la planta, cuando estuvieron dentro se los descubrió.
Ella quedó atónita frente a la nueva adquisición de la bodega, una llenadora VKPV-CF ideal para vinos y vinos espumosos que ofrece la máxima precisión en cuanto a nivel de llenado y una pérdida mínima de producto.
- Nuestra champagnera está en marcha querida hermanita.
Paula gritó y se aferró al cuello de su hermano y le depositó besos en toda la cara.
Gonzalo se reía con verdadero júbilo, al ver la reacción de su hermana, estaba feliz de poder compartir con ella tantos años de trabajo y esfuerzo. Tomó una botella de las cuales ya estaban listas y etiquetadas y le siguió explicando.
- Nuestro champagne es un cuveé, mezclamos mostos de distintas variedades y cosechas, esto se llama assemblage y está elaborado con un 62%, de nuestro mejor Chardonnay y acá la novedad estamos cultivando nuevas cepas porque lleva un 33% de Pinot Noir y un 5% de Viognier. El método que utilizamos para elaborarla es el conocido como champenoise, es decir, se produce una segunda fermentación dentro de la botella, que hace que las moléculas de CO2 se queden en el líquido y sea espumoso con la ayuda de un agregado de azúcar y levaduras para que vuelva a fermentar.
Gonzalo tomó otra botella más y dijo...
- Estas ya están listas, las llevaremos para beberlas esta noche.
- Sí por favor no veo la hora de probarlo.
Luego recorrieron las plantaciones a cielo abierto, caminaron entre las hileras empaladas de postes y alambres que sostienen los parrales casi sin poder detenerse, Gonzalo no dejaba de hacerle notar la calidad y la uniformidad de maduración de los viñedos ese año — son perfectas — decía con gozo.
La cosecha en Saint Paule se realizaba en forma manual, los obreros cortan con tijeras especiales racimo a racimo.
Durante los meses de febrero a abril se recogía la uva para el vino tinto y los cuidados en esta etapa se incrementaban, ya que influyen directamente en la calidad final del vino obtenido.
Gonzalo intentaba por todos los medios vigilar este aspecto en persona ya que los puntos más importantes de la recolección son la temperatura y el tiempo tomado entre la cosecha y el arribo de la uva a la planta, para evitar oxidaciones. Varias veces se tenían que hacer cosechas nocturnas por las elevadas temperaturas que azotaban la región durante el día. Ese era otro factor muy importante a tomar en cuenta.
Para la hora del almuerzo los hermanos estaban en el mirador esperando al resto de la familia.
Desde allí, a lo lejos vieron acercarse la camioneta que conducía Ale y que trasladaba también a Mariana y a los niños, para pasar un almuerzo al aire libre disfrutando del maravilloso paisaje del lugar.
Comieron una variedad de ahumados, queso, ciervo, aceitunas y pan casero que Guillermina había preparado y empaquetado para que lo trasladasen hasta allá.
La frutilla del postre no fue el postre en sí, sino una botella de Malbec de la última cosecha que el padre de Paula elaboró estando en vida y que Paula buscó en la cava días atrás en plan de consentirla como cada año cuando llega a San Rafael.
Rodeada del cariño de su familia y de la armonía que le daba su terruño, Paula creyó que era posible sacar a Pedro de sus sentimientos.
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