jueves, 31 de julio de 2014

CAPITULO 65




Pedro se estaba volviendo loco por hablar con ella, pero a pesar de todo solo pensaba en hacerla sufrir, por demasiados motivos, primero por arriesgar lo que tenían, por no creerle, por juzgarlo injustamente, por los besos que le había negado, por no dejar que la tocase, por permitir que ese idiota la abrace y la busque en el aeropuerto y por el cachetazo en plena calle, dando un espectáculo deplorable.


Quería que ruegue, quería que se le remuerda la conciencia pensando que lo había perdido.


Paula seguía insistiendo, había llamado tres veces más, pero él seguía en su postura, puso su teléfono en vibración y partió hacia el restaurante japonés Nobu, que se encuentra en el mismo edificio del hotel aunque la entrada está separada.


Ahí lo estaban esperando, debía concentrarse en hacer buenos negocios, para eso estaba allá.


Llegó al restaurante, cuando entró le preguntó a la señorita que actúa como relaciones públicas si el Sr. Luc Renau había llegado, entonces la cordial empleada, le indicó la mesa donde lo aguardaban.


Mientras se acercaba estudió al hombre que estaba sentado en la mesa que le habían indicado, también estudió a conciencia a la dama que lo acompañaba, obviamente sus mayores críticas se las llevó ella, por más que Paula ocupase sus pensamientos y su corazón el no perdía su tiro para admirar a una hermosa mujer, y la que ahí estaba sentada ¡vaya si lo era!


Su pelo castaño resaltaba sus infartantes ojos celestes, de un metro setenta le calculó aunque sentada era un poco difícil, sus curvas eran perfectas, los pechos estaban hechos conjeturó Pedro, él conocía los pechos con prótesis y esos se notaban, eran del tamaño justo, nada demasiado exuberante, lucía un escote bastante atrevido, pero las francesas son así, es su esencia, era una mujer muy sexy, Pedro se acercó y se dio a conocer como Pedro Alfonso.


Renau le estrechó la mano y le presentó a su hija Chloé y le explicó que sería con ella con quien siguiese las negociaciones futuras.


En otro momento esa mujer hubiese sido objeto de su deseo, ella era muy bella eso lo había notado, y él no le resultaba indiferente a la francesita puesto que pronto comenzó a mirarlo de otra forma, era evidente que se había sentido atraída por él, su cuerpo indicaba las señales, y él era muy observador en eso,Pedro es de esas personas que jamás pasan desapercibidas, pero lamentablemente para ella él se consideraba fuera de juego, no le interesaba ir tras ninguna conquista, solo tenía cabeza para Paula.


La cena no se extendió demasiado, y menos mal, porque Pedro estaba bastante disperso, se la pasó pensando en Paula y le costaba concentrarse. Durante la comida comenzó a estudiar a Luc Renau, Pedro a menudo le encantaba analizar a la gente con la que trataba en los negocios, para encontrar de esa manera el flanco perfecto que lo lleve a seducirlos, concluyó que Renau tenía un típico carácter civil, característico en los franceses, su estatura era robusta y de buen tamaño, vestía innovadoramente y parecía saber un poco de todo sin resultar pedante ni altanero, lo consideró un águila en cuestión de negocios y su hija no se quedaba atrás, indudablemente había tenido un gran maestro, consideró que no había que subestimarlos ya que sabían perfectamente lo que querían, pero su debilidad era su hija, lo notó de inmediato, así que era por el lado que había que entrarle.


Conversaron abiertamente de los puntos principales y de lo que cada uno ambicionaba, Pedro le dijo que Mindland tenía ciertos estándares y políticas que eran inamovibles y que eran las características de la marca, también les dejó en claro que si ellos pretendían adquirir una franquicia, Mindland International se encargaría de controles periódicos donde todo sea acorde a lo que ellos consideren mejor, es decir, en otras palabras ellos explotarían el negocio, llevarían ganancias sustanciales pero la franquicia no estipulaba que las ganancias solo fuesen de ellos, por lo que Mindland tendría participación activa en estas. Eso implicaba y garantizaba de su parte la puesta en escena y la mercancía en tiempo y forma.


Finalmente una vez que fueron explicados todos los puntos de la negociación, quedó en enviarles un contrato para que lo vayan analizando, terminaron la cena y luego se despidieron.


En Nobu había sentido vibrar varias veces su celular, se había fijado y eran whatsapp de Paula que por supuesto no pensaba contestar, ni siquiera los había leído.


El último que recibió mucho menos, era de Rachel, esa mujer no pensaba rendirse nunca parecía, por más que él la despreciara no entraba en razones, como se arrepentía de haberse echado un polvo con ella.


Ya en la suite del Armani Alex se desvistió y se metió en la cama, seguía pensando en Paula, y se disponía a leer los mensajes que ella le había escrito.


- Perdoname mi amor, sé que yo no lo haría si fuese al revés, pero vos no sos yo. Te lo ruego. Estoy desesperada.


Pedro se sonrió triunfador, pero aunque quería evitar el otro sentimiento que surgía en él, no podía hacerlo, tenía mucha bronca, recordaba su desconfianza, sus desprecios, sus insultos y lo enojaba, lo indignaba que lo haya creído tan ruin, cuando él solo había puesto su corazón en sus manos.
Ella había arriesgado el amor que tenían y lo que más bronca le daba era saber que había salido con el idiota ese, con el broker, y que le haya permitido que se le acercara para besarla hasta rozarla con su aliento, que lo haya alentado a que piense que podía tenerla y que podía poseerla, se enfurecía al pensar que le había dado lugar para que la tocara aunque solo lo haya hecho para ayudarla a bajar del auto, el viernes a él no lo había dejado, y lo había necesitado tanto, había precisado tanto sentir su piel.
Y si pensaba en el abrazo y los besos que le había permitido en el aeropuerto, le daban ganas de romper todo.


Leyó el otro mensaje…


- Te amo Pedro, no hubo ni un solo día que no te pensara, hubo veces en que creí que iba a perder la razón, que me obligaba a no sentir como siento porque creí que no tenía derecho. Extraño tus besos, tus caricias, tu perfume, extraño esas conversaciones que teníamos en la noche antes de dormirnos, extraño tu sonrisa, esa que sabes que me desarma, extraño despertarme en la noche y poder quedarme viéndote dormir a mi lado mientras pienso ¿porque este hombre tan maravilloso se fijó en mí? extraño lavarme los dientes y mirar a mi lado y verte en el otro lavabo haciendo lo mismo, extraño entrar al baño por las mañanas y encontrarte concentrado frente al espejo afeitándote.
Extraño despertarme en la mañana y que desayunemos juntos, extraño el aroma de las french toast en mi cocina, extraño poder servirte el café y ponerle dos de edulcorante y revolverlo mientras vos revisas tu celular, extraño el café de media mañana y mi latte compartido con una porción de apple crumble, extraño los almuerzos juntos, los besos en el estacionamiento, las miradas cómplices en el ascensor.
Extraño decirte ojitos, blue eyes y todas las estupideces que se me ocurrían decirte y que vos festejabas.
Extraño tus ojos perdidos en los míos y los míos en los tuyos cuando hacemos el amor, cuando te siento temblar y sé que soy la única culpable de esas sensaciones. Quiero volver a temblar en tus brazos, quiero volver a sentirme mujer, porque solo sé que con vos puedo sentirme así. Quiero que vuelvas a vaciar tu simiente en mí y que te pierdas en mis caricias en mis vaivenes. Extraño nuestra intimidad, el mundo que habíamos creado para nosotros, nuestra rutina.
Podría seguir y seguir enumerándote las cosas que extraño de vos, pero creo que la lista sería interminable, porque es infinito todo lo que extraño.
Te extraño a vos mi amor, te extraño a vos mi vida.
Hace dos meses y medio que no existo, tan solo, duermo, me alimento y ando porque mi corazón sigue latiendo.
Estos dos meses y medio fueron los más largos y los más penosos de mi existencia. Lo que sufrí y sufro por no tenerte a mi lado no se compara a ningún sufrimiento por el que haya pasado.
Te amo mi amor, porque vos sos mi amor.
Recuerdo el último día en la oficina y ahora entiendo como quisiste protegerme diciéndole a Noelia tantas mentiras… perdón… perdón por no haberme dado cuenta lo que intentabas hacer y solo creer que era un juego perverso.
Perdón por no haber creído en vos, por los insultos, por mis malos pensamientos, por lo injusta que fui, por no escucharte, por creer siempre lo peor.
Solo espero que no sea demasiado tarde y que puedas perdonarme.
PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN



Paula se quedó esperando en vano una respuesta que nunca llegó... Él, se quedó secando las lágrimas que se escurrieron por sus ojos al leer y releer ese mensaje que solo descubría que los dos habían extrañado lo mismo, estuvo a punto de llamarla, pero se obligó a no hacerlo, a darle un poco de su propia medicina.


Por supuesto que la iba a perdonar, ya lo había hecho en el instante mismo en que llamó por primera vez, pero ella no lo sabría hasta que vuelva a verla.


Solo pensaba en ese reencuentro, en besarla, en abrazarla, en oler su cuello, si supiera que se había comprado una botella de J'adore y en las noches perfumaba su almohada para dormirse creyendo que ella estaba a su lado…


Desde que había empezado a hacer eso dormía un poco más, aunque a veces ni eso resultaba suficiente.


Mientras releía los mensajes y luego pasaba una tras otra las fotos de Paula que tenía en su celular, llegó otro mensaje de whatsapp, nuevamente era Paula.


- Hasta Mañana mi amor me voy a dormir. Sé que leíste mis mensajes, me duele muchísimo que no me contestes, pero creo que lo merezco.
Te amo, espero que te guste la canción pues resume todo lo que quiero, lo que siento y lo que deseo.


Le envío otra nota de audio era una canción de Draco Rosa y Ricky Martin Más y Más se llamaba.


- Acá va la letra:

Más, si te acercas un poquito más, me meterás, en ti. Más, si te sueño más, ya no podré dormir, nunca jamás, Así, susurrándome, tú, te vienes a mí, y mi habitación se llenará de verde agua de mar, verde, que me pierde.
Más y más, si más te quiero, quiéreme, tu mucho más.
Más y más, dentro de mí, entraras, tú más y más, tú más y más.
Yo no sé cómo abrazarme a tus brazos, y no sufrir. Voy, voy por la vida, pidiéndote un amor de suicida.
Así, susurrándome, tú, te vienes a mí, más y más, si más te quiero quiéreme, tú mucho más, más y más, dentro de mí, entraras, tú más y más, tú más y más.
Y mi habitación se llenara de verde agua de mar.
Verde, que me pierde.
Más y más, si más te quiero, quiéreme, tú mucho más, más y más, dentro de mí, entrarás, tú más y más tú más y más Tu más y más tú más y más más y más dentro de mí entrarás
Tu más y más tú más y más.
Si te acercas un poquito más me meterás en ti.


Pedro la oyó, amó la canción y solo pensó en el momento que vuelva a estar dentro de ella nuevamente. — mucho más mi vida, mucho más te quiero — recapacitó mientras la escuchaba en repetición hasta que el sueño lo venció.


Era el viernes pasado el mediodía, Paula estaba bastante desanimada, Pedro seguía sin contestarle, por la mañana lo había estado llamando y no le había atendido ninguno de los llamados, tampoco había contestado ningún whatsapp, aunque sabía que los había leído.


Partían para Los Hamptons para trasladar la ropa de todos, y es que además ese día en la tarde iban los encargados de armar la carpa que se pondría en los jardines, por otro lado, a la mañana al siguiente había que recibir a todos los proveedores para la fiesta de cumpleaños de Ana y a ella le gustaba supervisar todo en persona.


Paula empezaba a darse cuenta que era un evento grande.
En la camioneta iban, Ana, Ofelia, su madre y ella, por detrás las seguía Horacio en su automóvil.


Tecleó un mensaje rápido en su iPhone


- Estamos en viaje a Los Hamptons, hubiese querido quedarme para buscarte mañana en el aeropuerto, pero como Bárbara aún no sabe de nosotros, no pude encontrar excusa para no ir. Estoy contando las horas para volver a verte, se hacen interminables.


Pedro se sonreía leyéndola, estaba tan ansioso de verla… pero se había impuesto no hablarle hasta no llegar y lo iba a cumplir.


- Paramos a cargar gasolina, decime hola tan siquiera para saber que puedo guardar una esperanza en mi corazón, si sigues en esta postura de no contestar quizá sea mejor que no te siga enviando mensajes, estoy empezando a pensar que todo se terminó definitivamente, quizá es lo que merezco.


Era frustrante esperar una respuesta que nunca llegaba, de a ratos se angustiaba mucho y pensaba cosas horribles, pensaba que había conocido a alguien, o que simplemente se había cansado y ya no había lugar para una reconciliación.


Tentó enviándole una canción, le mandó Please Remember de Adele.


Pero tampoco le contestó…


- Ya llegamos, la casa de tus padres es hermosa y muy grande, en realidad es inmensa, estoy asombrada, y con la boca abierta, esto es de ensueño, tu mamá me acaba de mostrar las tres habitaciones que quedan libres, me dijo que me elija una, ¿cual me aconsejás?


“Ninguna, porque vas a dormir conmigo” — pensó él, pero aunque Paula cada vez lo tentaba más para contestar, el no daba el brazo a torcer.


- Como no me contestás ya empiezo a creer seriamente que no querés saber nada de mí, estoy bastante angustiada pero sé que soy la única culpable, creo que te cansé, elegí la habitación que más lejos está de la tuya, creo que mejor no te molesto más.


“Mi amor no te angusties, ya falta poco para que estemos juntos” A la mañana siguiente…


- Buenos días!! Ya sé que dije que no te molestaría más, pero no pude cumplir =( anoche dormí muy mal, tuve una pesadilla, soñé que habías conocido a alguien.
Tengo tanto miedo de haberte perdido… Supongo que ya estarás en viaje, así que me consuelo pensando que no me contestas por eso. Se me hacen interminables las horas para verte. La casa es un caos de gente, bueno ya sabrás cómo es esto, nunca imaginé que sea una fiesta tan grande esto es un fiestón de cumpleaños, pero creo que es de acuerdo a esta casa. Están adornando la carpa, ya llegaron las flores y están armando las mesas, también poniendo las luces, la cocina está invadida por el catering, y acaba de llegar la orquesta, que del mismo modo está armando todo para probar el sonido.
Por suerte el día está perfecto, no hace tanto frío, es un hermoso día de primavera. Te extraño tanto mi amor.


Horacio acababa de entrar en la carpa donde estaban las mujeres supervisando todos los preparativos de las mesas.


- Mujeres llegó la peinadora.


- Vayan ustedes primero — dijo Ana — yo me quedo acá dando instrucciones, déjenme para lo último.


Faltaban pocas horas para que comenzaran a llegar los invitados, las mujeres ya estaban todas peinadas y maquilladas y habían empezado a vestirse.


Ya habían llegado Luciana y Ruben, también Hernan con Lorena, los mellizos y la niñera.


Federico y Alison estaban desde la noche anterior.


Los hombres también se estaban arreglando, la fiesta era de impecable etiqueta “black tie” por lo que todos estaban poniéndose esmoquin.


Las mujeres todas despampanantes enfundadas en sus vestidos de alta costura.


Lorena llevaba puesto un vestido de gasa de seda en color rosa suave con el corpiño fruncido y bordado en piedras en todo el escote, en las mangas y donde se juntaba el frunce en el talle, y tenía una abertura en la falda que descubría las buenas piernas que ella poseía.


Alison había optado por un vestido de líneas simples, con escote promesa y sin tirantes, y se encontraba íntegramente bordeado en paillettes de color malva, el detalle lo daba el nudo que se formaba en el talle dibujándole la cintura y destacándole el busto.


Ale se había decidido por un vestido de shantung en color plata con un solo hombro, ajustado en el talle y bordado en pedrería, a partir de las caderas el vestido se ampliaba en godets.


Ana estaba impecable con el modelo rojo de shantung que había elegido, era un strapless con doble falda que formaba un moño en el corsé rematado con incrustaciones de piedra en forma de estrella, el ruedo formaba un pequeño arrastre.


Luciana por su parte se encontraba increíblemente sexy con su strapless de gasa de seda negra con escote corazón bordado en cristales que formaban un círculo en un costado del talle en el frente y espalda y que resplandecían bajo las luces. En la amplia falda tenía una abertura muy profunda que remataba con los mismos cristales del corpiño.


Ofelia por supuesto que también se había preparado para la ocasión, lucía muy elegante con ese vestido marrón chocolate recto, muy sobrio con escote cruzado y manguitas cortas, todo el corsé estaba sobrepuesto con un encaje que era el detalle del vestido.


También estaba la Sra. Alfonso, la madre de Horacio que tenía un vestido en raso italiano y encaje rebrodé azul noche, de corte recto y escote espejo, el detalle estaba en las mangas donde pendían azabaches de varios formatos formando flecos.


Paula fue la última en bajar, cuando apareció en la gran sala, todas volvieron a coincidir, que parecía una estrella de Hollywood, lucía un vestido dorado descollante, totalmente bordado en piedras en todo el canesú.


Sin duda iba a brillar y a encandilar en la pista de baile enfundada en este vestido formal de escote en V con tirantes delgados que se asentaban en los hombros a la altura del nacimiento de sus brazos. Al alrededor y en la longitud de la falda la rodeaban abalorios y piedras finas que la envolvían de arriba a abajo subrayando con facilidad sus curvas en un brillo intenso.


La falda de corte sirena tenía una sofisticada llamarada y un dobladillo de longitud que formaba un pequeño arrastre, el escote de la espalda se profundizaba hasta su cintura.


Paula se había dejado el pelo suelto con ondas bien marcadas.


Estaba nerviosa, le temblaban las manos y el corazón le palpitaba muy fuerte, por fin iba a verlo, por fin la espera y la incertidumbre iban a terminar, necesitaba aclararlo todo, saber de una buena vez si él seguía sintiendo cosas por ella, ansiaba con todas sus fuerzas que así sea.


Luciana intentó tranquilizarla.


- Estás hermosa, a mi hermano se le van a aflojar las piernas cuando te vea.


- ¡Exagerada! ¿Hablaste con él, ya llegó?


- Sí, 4:30 PM llegó al Jhon F. Kennedy pero solo me envió un texto, andaba con el tiempo justo, iba a su departamento se cambiaba y venía directamente.


- Estoy nerviosísima.
Hace tres días que lo llamo, le envío textos y nada, no me contesta, anoche hasta tuve una pesadilla, soñé que había conocida a alguien en Milán y que se olvidaba de mí.


- No seas tonta.


- Vos porque no estás en mis zapatos.


- Por supuesto que no, tus Louboutin no me entran, los míos son dos tallas más. — bromeó Luciana para que ella se aflojara.


Las luces del parque y de la casa estaban todas encendidas, así como también las de la piscina. La casa se reflejaba en ella fulgurante al mejor estilo de una mansión mediterránea con columnas que sostenían el balcón circular en la fachada posterior. La carpa que se había instalado en el parque resplandecía en la noche como un gran destello verde por las luces que ambientaban su interior y que teñían sus paredes de ese tono.


La decoración que se había empleado en ella, era una decoración clásica, con entelados y muchas flores, arañas de caireles y una pista de baile flotante que formaba un damero.


Para las mesas, vestidas todas con fina mantelería, nada más elegante que un centro clásico en tonos blancos y verdes.


El lugar en su conjunto mostraba un banquete en un espacio que marcaba estilo y modernidad.


La puesta en escena era impecable; una iluminación suave, mantelería en gris plomo, sillas plata mate y muchísimas flores, Hydrangeas blancas y verdes, rosas blancas cymbidium verde pistacho y un toque fresco con variedad de verdes, una combinación exquisita.


El toque chic en las mesas lo daban los porta-velas de cristal de varios tamaños. De entre las flores asomaba la numeración de las mesas en color plata.


Una rosa blanca les daba la bienvenida a los invitados, estaba suavemente colocada sobre su plato, y abrigada con una cinta verde natural junto a la tarjeta de ubicación.


Ningún detalle estaba librado al azar, todo estaba pensado y calculado.


Mientras bebían champagne la familia aguardaba en la sala principal, a que los invitados empiecen a llegar, entonces se sería el momento de trasladarse al lugar donde se había montado todo.


Finalmente como algunos estaban arribando fueron hacia el corazón de la fiesta para recibirlos como buenos anfitriones.
Quienes llegaban, eran dirigidos por el personal dispuesto para la ocasión directamente hacia la carpa exquisitamente ataviada, donde una gran banda tocaría toda la noche una gran selección de clásicos.


Las fiestas en la Mansión de los Alfonso siempre eran de mucho estilo y nadie quería perdérselas. Se disfrutaban desde el momento mismo en que se entraba en la propiedad.


Los recibía un portón de reja de doble hoja, que les flanqueaba la entrada por un camino de piedra gris hasta la explanada de la gran mansión de estilo sureño en su fachada delantera. Mientras se avanzaba por el sendero, podían contarse diez chimeneas que asomaban en los techos pizarra artesonados con mantos de principios del siglo IXX.


La mansión tenía más de ciento veinte soportes arquitectónicos exteriores y balcones elegantes con vistas a la finca.


En la gran entrada de la mansión uno se encontraba con una escalera doble de bronce fundido y un tragaluz de hierro con vitrales en tonos amarillos, ocres, verdes y azules, parecía que uno estaba entrando en un palacete.


La propiedad además tenía una piscina climatizada de borde infinito, y era majestuosamente grande para vivir la vida en ella durante el verano, también había jacuzzi, cancha de tenis, bodega, gimnasio, teatro, sauna, y muelle con salida a la Bahía de Mecox, un estanque Koi, y una cocina increíblemente espectacular.


Los Alfonso en el salón recibieron a cada uno de sus invitados, Paula y Ale ese día los acompañaban como sus invitadas especiales.




Estaba saliendo de su loft cuando sonó su teléfono, Oscar lo esperaba en la calle, pues estaba demasiado cansado para conducir hasta Los Hamptons.


Le extrañó recibir una llamada de Bob Evans el padre de Rachel.


- Hola Pedro, soy Bob, querido te llamo para pedirte un favor. — le espetó de una.


- ¿Si Bob dime que se te ofrece?


- Yo ya estoy en los Hamptons quisiera saber si ¿ya saliste para acá?


- Estaba a punto de hacerlo ¿por qué?


- Es que a Rachel no le arranca su auto y la cabeza dura no vino con nosotros, aún está en su departamento, entre que consiga un auto llegará quien sabe a qué hora, tu padre me sugirió que te llamase a ver si aún estabas en Manhattan.


- Descuida tío Bob, yo la busco — Pedro puso los ojos en blanco, esto es lo que me faltaba pensó — por favor avísale que esté en el lobby del edificio esperando para no demorarnos más, ya salgo a buscarla, en quince estoy ahí.


Bob era el mejor amigo de Horacio y los hijos de las familias se habían criado juntos por eso Pedro le decía tío a él, era imposible negarse a un pedido de Bob, aunque de buena ganas lo hubiera hecho.


- Ok, querido, muchas gracias.


- Descuida no es nada.


Pedro llegó al departamento de Rachel, ella estaba esperando como él le había dicho a su padre que lo haga.


Oscar bajó a abrirle la puerta para que se acomodase en la parte trasera del auto junto a Pedro.


- Hola bombón, gracias por venir tan pronto — ella cuando subió intentó besar a Pedro en la boca, él le corrió la cara.


- Tuviste suerte que aún no me haya ido, por favor Rachel, no te pongas pesada, no estoy de humor, llegué hace apenas una hora de un viaje eterno, tengo jet-lag no me fastidies.


- Cada día estás más odioso conmigo, antes que nos acostemos me tratabas mucho mejor.


- Antes vos no me asediabas con tanto descaro. No te sigas pasando ubícate.


El resto del viaje lo hicieron en el más profundo silencio, Pedro entre cerró los ojos esperando y ansiando que le calme un poco el dolor de cabeza, pero además para evitar tener que hablar con Rachel.


En su adormecimiento imaginaba a Paula, estaba tan ansioso por verla, por decirle cuanto la amaba.


La ruta estaba muy despejada, por lo que Oscar recorrió el trayecto en tan solo dos horas.


Pedro solo abría los ojos de vez en cuando para ver ansioso su Vacheron Constantin no veía la hora de llegar.


Finalmente arribaron a la mansión de Hayground Cove en Water Mill South.


- Oscar baja mi equipaje y déjalo en mi habitación.


- Por supuesto Sr. yo me encargo.


Pedro se bajó y no se preocupó en abrirle la puerta a Rachel ni mucho menos en esperarla, le hizo un ademán a Oscar para que él lo hiciera.


Entró ansioso, caminó el hall de entrada, y el pasillo que lo trasladaba al parque dando zancazos, estaba desesperado por verla, ansiaba que la angustia termine.


Cuando entró en la carpa, la buscó desesperadamente entre la gente y ahí la vio, Paula estaba de espaldas a la entrada, hablando con su hermana, la visión que tuvo de su figura, le nubló la vista.


- Tranquila, llegó mi hermano.


Luciana le tomó el brazo, mientras le alcanzaba una copa de champagne.


Paula empalideció, sorbió nerviosa su copa.


- Shit, Shit no te des vuelta — exclamó Luciana, tenía sus ojos clavados en Pedro, estaba furiosa y se lo estaba haciendo saber.


- ¿Qué pasa? Me estás asustando ¿Por qué insultás? además tenés una cara.


- Llegó con Rachel, está como garrapata agarrada de su brazo.


- ¿Qué? Con esa zorra de plástico, te lo dije, tu hermano no quiere saber nada más conmigo.


- Ah veo que a vos tampoco te cae… cuantas cosas que tenemos en común Paula.


Paula no aguantó más y se dio vuelta furtivamente. Necesitaba verlo, necesitaba encontrar su mirada.


Rachel se había aferrado al brazo de Pedro, él la miró fulminándola, disimuladamente luego de ver la mirada matadora de su hermana melliza y en el preciso momento en que Paula se daba vuelta, se desembarazó de Rachel y la dejó sola en la entrada mientras disimulaba saludar a otros invitados.


- Vamos para la mesa, no quiero quedarme acá, me tiemblan las piernas y tengo ganas de llorar, todo se terminó, estoy segura.


- No, no me hagas eso Paula, llorar no… Vamos a la mesa — Luciana esa noche por más que Pedro era su hermano estaba del lado de Paula y si él solo estaba buscando vengarse de ella no iba a ser su cómplice.


La orquesta estaba dispuesta en uno de los laterales de la enorme carpa, de espaldas a la Bahía de Mecox, en el centro estaba armada la pista de baile, lugar por donde los invitados pululaban sin ocupar aún sus sitios.


Muchos que se habían enterado de la apertura de Mindland en Vittorio Emanuele II, se acercaban a Pedro para saludarlo y felicitarlo, él extendía la mano y contestaba mecánicamente, quería desembarazarse de todos pues no le interesaba nada de lo que le decían, lo único que deseaba era ver a Paula y solo la había visto por unos segundos, luego ella desapareció de su vista.


Frente a la gran orquesta y separados por la pista se habían dispuesto las mesas en forma de U.


En la mesa central desde donde partía la distribución de las demás estaban sentados el matrimonio Alfonso, a un lado de ellos, se ubicaban los padres de Horacio y Ofelia y al otro lado de la cumpleañera estaban Ale y Paula, luego estaba libre el lugar designado a Pedro, seguido a él se sentaba Luciana, Ruben y el matrimonio Evans.


Mientras Horacio conversaba con su amigo, Alejandra que se expresaba muy bien en inglés ya había hecho buenas migas con Serena Evans, no habían parado de hablar, también conversaban con la Sra. Helena Alfonso y con Ofelia.


Paula y Luciana llegaron a la mesa y se sentaron en sus lugares, intentaron integrarse a la conversación, pero Paula solo esperaba expectante encontrarse con Pedro, aunque estaba desalentada porque él había llegado con la zorra de plástico.


Al final Pedro se excusó con los invitados que lo detenían y esgrimió una disculpa para ir a saludar a su madre, entonces decididamente fue al encuentro de ella que resaltaba en la pista con su vestido rojo furioso mientras atendía a sus comensales.


La abrazó por detrás, y la llenó de besos. Paula era testigo visual de la escena que se desataba entre madre e hijo casi frente a ella.


Él, lucía majestuosamente elegante y distinguido en su esmoquin negro de dos botones con solapas de seda en pico, tuvo la sensación de estar viendo a un Dios griego, su porte era innegable e imposible de no admirar.
Llevaba una camisa con plises y botones de azabaches, y acorde a la etiqueta de la fiesta tenía puesta una pajarita negra, por debajo de la chaqueta se alcanzaba a ver un chaleco de seda.


Al abrazar a Ana la manga de su chaqueta se levantó y dejó al descubierto los gemelos de platino en los puños de su camisa.


Completaba su atuendo con un pantalón también negro y zapatos de cordones en suave charol de Salvatore Ferragno muy elegantes y refinados de líneas limpias, que le daban un estilo impecable. Parecía el maniquí de un escaparate de la 5th Avenue.


- ¡Pedro! hijo querido, estaba preocupada que no llegabas.


- Acá estoy, no me perdería tu fiesta de cumpleaños por nada del mundo — volvió a abrazarla, luego la tomó de una mano y la hizo girar para admirarla — estás hermosa, el rojo te sienta muy bien — le dio una guiñada de ojo.


- Me lo han dicho unos cuantos hoy, y yo que no me decidía por este color, menos mal que Luciana y Paula insistieron en este vestido.


- Estás hermosa. Sin duda una gran elección.Cierra los ojos, tengo algo para vos que combinará muy bien con ese vestido rojo.


Ana hizo caso inmediatamente, entonces Pedro metió la mano en su bolsillo y sacó una caja negra con letras que rezaba BVLGARI.


- Ya puedes abrirlos.


Bárbara abrió sus ojos, y se encontró con el estuche, que tomó en sus manos y abrió para descubrir una banda de platino con hileras de diamantes y un rubí en forma de gota.


Pedro, es hermoso — lo sacó de la caja y se lo puso de inmediato.


En ese momento Rachel se acercó a ellos, ella llevaba puesto un vestido corte imperio griego de color fucsia, con escote irregular, solo tenía un solo hombro. El vestido se ceñía a su cintura con un cinto de piedras y cristales, que era el único adorno que resaltaba.


- Feliz cumpleaños Ana.


- Hola corazón, mira lo que me regaló Pedro, ¿no es hermoso?


- ¿Tu hijo o el anillo? —Pedro puso los ojos en blanco.


- El anillo, mi hijo es una obviedad decir que es hermoso — Pedro sonrió por compromiso, y le besó la mano a su madre, de pronto giró su cabeza hastiado de la presencia y de la vos de Rachel y se dio cuenta que Paula estaba sentada ahí, casi justo frente a ellos, los estaba mirando, siguió echándole un vistazo por el rabillo del ojo, su corazón le palpitaba muy fuerte.


- Si, ambos son hermosos, tienes razón, y el anillo una verdadera belleza, Pedro siempre tiene muy buen gusto.
Pero Anita mi saludo viene con reproche, no me pusiste en la mesa principal — hizo un mohín.


- Lo siento cariño es que vino una amiga de Argentina y su hija, no me quedaban sitios libres, estaríamos todos muy apretados, te puse con Federico y con Alison, también estás con Hernan y Lorena.


- No te preocupes, hoy estoy muy bromista. — Mentira, estaba furiosa porque no estaba sentada con Pedro, se sentía marginada, él lo disfrutó, por suerte iba a estar bien lejos de ella.


- Vamos a sentarnos mamá.


- Sí querido, vamos así les muestro mi regalo, además te quiero presentar a mi amiga.

CAPITULO 64




No conseguía dormirse, la angustia de saber que posiblemente había perdido a Pedro para siempre la asfixiaba, pero a diferencia de días atrás no lloraba, solo pensaba y repensaba posibles soluciones, ¿bastaría acaso con solo echarse en sus brazos y rogarle perdón? pensó en suplicarle y humillarse de todas las formas que tenga que hacerlo, no le importaba, solo quería recuperarlo, solo quería volver a sentir su olor y embriagarse con él.


Pensó que tal vez si lo llamaba… no, mejor era esperar a que vuelva, quizá Luciana tenía razón, la fiesta era una gran oportunidad para que ellos se acerquen.


Pero Luciana había dicho que no le diga que ya sabía de Julieta,


¿Por qué había dicho eso? Finalmente el cansancio de su mente la venció y se durmió.


El martes por la tarde Paula había quedado sola en el penthouse, Ana había ido con una amiga a ver las flores para el sábado.


Estaba aburrida hasta el hastío, no estaba acostumbrada a estar sin hacer nada, ni siquiera estaba Ofelia para conversar un rato pues estaba viendo TV en el cuarto de planchado, así que aprovechó y se escurrió en el cuarto de Pedro.


Se metió en el vestidor y como adicta olió la ropa de él, ¡cuánto deseaba que las cosas se arreglasen entre ellos!
En el armario había un frasco de Christian Clive Nº1 lo destapó y aspiró profundamente para llenar las fosas nasales de ese olor que la extasiaba, irremediablemente mientras se embriagaba con el olor, a su mente volvían innumerables momentos de felicidad.


Siguió recorriendo la habitación, en una de las mesas de noche había una foto de Pedro con una mujer, supo al instante que se trataba de Julieta, él la tenía en brazos y la besaba en la mejilla ella lucía frágil, ojerosa, cansada y extremamente delgada, llevaba un pañuelo en la cabeza, seguramente para ocultar su calvicie producto de la quimioterapia, pero igual se veía bonita, de tez blanca y ojos marrones, una belleza común nada extraordinario.


Por fin Julieta tenía rostro para ella.


No sintió celos, por el contrario le produjo una enorme pena.


Lo que le causó celos fue pensar si Pedro por Julieta sintió sentimientos más profundos que los que decía sentir por ella.


Trató de desembarazarse de esos pensamientos no quería envolverse en ellos, ella pertenecía a su pasado y eso no podía borrarse y tampoco quería sentirse angustiada, solo deseaba que Pedro regrese para empezar a ver de qué forma reconquistarlo.


Salió de la habitación de Pedro, se abrigó y decidió salir a conseguir un obsequio de cumpleaños para Ana, antes de irse le avisó a Ofelia.


Ya en la calle comprobó que era un día muy frío, se puso los auriculares para escuchar música mientras caminaba y se fue a tomar el metro.


No tenía ni idea que podía obsequiarle a Ana, mientras caminaba por 5th Avenue se preguntaba…


- ¿Qué comprarle a una mujer que lo tiene todo?


Finalmente, decidió entrar en Gucci, no pudo dejar de recordar los momentos vividos ahí con Pedro durante el viernes, ella lo había arruinado todo otra vez, lo había tenido tan cerca, él había guardado su orgullo otra vez y ella pedante y prejuiciosa lo había tratado peor que a un perro… el vendedor que lo atendió a Pedro ese día, la reconoció casi de inmediato ni bien ella puso un pie en la tienda, entonces se acercó muy cordialmente para ofrecerle su ayuda.


El comerciante tenía una tonada italiana y mezclaba bastante los idiomas.


- Buon pomeriggio, es un placer tenerla por acá nuevamente,
¿usted es la fidanzata del Sr. Alfonso verdad? — a Paula le encantó que la haya confundido con la novia de Pedro, no se molestó en sacarlo de su error simplemente se dedicó a devolverle el saludo…


- Buenas Tardes, seguramente que usted me podrá ser de gran ayuda.


- A su orden, signorina llámeme Ettore.


Paula le explicó que andaba en busca de un obsequio para una persona que lo tiene todo, y que desde luego sabía que no sería nada realmente especial, entonces solo esperaba que sea algo de muy buen gusto, le aseveró estar segura que ahí lo encontraría.


- Disculpe, espero no parecerle atrevido, estoy intentando definir quien recibirá el obsequio, ¿es tal vez para el señor Pedro— a Paula no le extrañó que él pensase que era para Pedro, porque obviamente él tiene de todo también.


- No, Ettore es para su madre.


- Ah, en ese caso vayamos al sector de damas, qui per favore.


Ettore la guió hacia ese sector y allí le presentó a una vendedora de nombre Tania, entonces le explicó que ella la sabría orientar muy bien, ya que era la persona que siempre atiende a la Sra. Alfonso cuando viene de compras.


Paula se sintió aliviada de haber ido ahí, consideró que fue muy oportuno ya que lo que eligiese Tania de seguro sabría si Ana lo tenía.


Ni bien puso sus ojos en ella, supo que no tenía que buscar más, casi de inmediato se decidió por una cartera de cuero blanca, que tenía herrajes con motivos ecuestres en dorado, a eso le agregó una billetera y un estuche para su iPhone.


Salió del local satisfecha con su compra, y decidió seguir viendo los escaparates de la 5th Avenue, terminó dentro de Saks, donde hizo compras para sus sobrinos y también se dio unos gustitos para ella en Chanel y en Louis Vouiton.
Finalmete fue hacia el Rockefeller Center donde sabía que estaba Michael Kors, su ropa le encantaba, allá simplemente casi hizo añicos la tarjeta.


Como estaba muy cargada decidió tomarse un taxi.


Haber estado de compras la había distraído, aunque cada cosa que compró fue pensando en agradarle a Pedro.


El sábado parecía estar tan lejos que la ansiedad la estaba desesperando, solo pensaba en volverlo a ver.


Llegó al penthouse del Belaire, mientras subía en el ascensor sonó su teléfono,Luciana le avisaba que en quince pasaba a buscarla.


Ana ya había regresado…


- ¿Hola Ana como te fue con las flores?


- Muy bien, el sábado a primera hora llevan todo a los Hamptons, ya verás los arreglos hermosos que elegí, no quiero adelantarte nada para que te sorprendas — ambas sonrieron y Ana la abrazó, ella era muy afectuosa y a Paula le gustaba dejarse mimar, esos días estaba tan sensible — ¿parece qué fuiste de compras?


- Sí me di algunos gustos, también compré obsequios para mis sobrinos, voy a guardar todo, ya viene Luciana a buscarme.


- Vamos, a ver qué has comprado.


Paula se apresuró a llevar los paquetes a su habitación Ana la seguía por detrás, escondió el que era para ella en el vestidor y luego le mostró el resto.


Cuando Luciana llegó las encontró admirando los modelos de Michael Kors que Paula había comprado.


El viaje fue corto, no era muy extensa la distancia entre el Belaire y el triple de Luciana.


Ruben ya había llegado y estaba cocinando.


Él tenía horarios de oficina, pues seguía trabajando en Mindland, aunque desde que se había casado con Luciana, había pasado de chofer a administrativo.


Hechas las presentaciones, Luciana le dio a Paula un recorrido por la propiedad, le explicó que la había comprado amueblada, y que era un proyecto muy presuntuoso de un diseñador de interiores.


Durante la cena Ruben y Luciana le narraron como se habían conocido, también le contaron que por cuatro meses habían salido a escondidas porque él temía que todos se opusiesen a su relación. El que más se había opuesto al enterarse había sido Horacio, pero no por la condición económica de Ruben, sino porque no podía asumir que finalmente Luciana se había enamorado, sencillamente para Horacio lo mismo hubiese sido si se hubiera tratado de un jeque árabe.


Pedro, fue el que más había mediado entre ellos y es que Pedro y Luciana simplemente siempre se apoyan en todo.


Paula se sentía muy a gusto, Ruben le había caído muy bien, él era muy ocurrente, según Luciana fue lo que a ella más la enamoró, su buen humor, bien dicen que es requisito indispensable cuando se busca un marido.


Pero cabe destacar que ese hombre no solo era muy agradable, además había demostrado esa noche ser un eximio cocinero.


Entre tantas cosas que conversaron obviamente también se hizo referencia a la clínica de fertilidad y biogenética que dirigía Luciana con su hermano Hernan, el único del clan Alfonso que le quedaba por conocer.


Le explicó que de los cuatro hermanos él era el más serio y escueto, aunque de todas formas era una persona agradabilísima, en realidad Luciana destacó más que nada que trabajar con Hernan era muy fácil.


En cuanto a la clínica Paula se interesó en saber exactamente qué era lo que se hacía en ella, entonces Luciana le contó que además de brindar a sus pacientes tratamientos de infertilidad y métodos de fertilización asistida, también contaban con un programa de Donación de Oocitos (Cigotas) y con otro de donación de Embriones (Adopción).


Le refirió también que podían brindarles a sus pacientes la posibilidad de elegir el sexo del bebé y que cada vez era más común que las parejas acudan para eso, ya sea por enfermedades genéticas o porque por ahí tenían dos varones y no querían arriesgarse a tener otro, entonces se hacía una fecundación in vitro y luego se implantaba el huevo garantizando que era el de una niña.


Paula estaba fascinada oyendo la vehemencia con que Luciana se refería a su trabajo, ella amaba a su clínica y se sentía sumamente orgullosa.


Adentrándose en esa confianza que había nacido inusitadamente entre ellas, le contó que sus sobrinos habían nacido por fertilización asistida, ya que su cuñada no lograba quedar embarazada.


- Son los mellizos más bellos de la tierra — manifestó Luciana, mostrándose como la tía más orgullosa — ya los conocerás, están llenos de salud y fueron una gran bendición en nuestra familia.


Paula lo estaba pasando muy bien con Luciana ella le infundía simpatía, hasta sentía que ya le tenía aprecio, le parecía una persona muy agradable y muy justa.


Luego como no podía ser de otra forma, Pedro surgió en la conversación, Ruben se había ido a ver televisión y las había dejado solas.


- Sabés, la primera vez que Pedro me habló de vos él dijo que nosotras dos nos llevaríamos muy bien, que teníamos muchas cosas en común entre ellas la afición por comprar zapatos y carteras. Ahora pienso lo necia que fui, si él me había hablado de toda la familia, ¿como pude dudar tanto de él?…


Ambas sonrieron.


- Anoche me llamó — Luciana se quedó viendo la expresión de Paula.


- ¿Qué dice? — preguntó un tanto recelosa, temía escuchar algo así como que en Italia había conocido a alguien.


- Se había enterado que dejaste el Hotel y que mamá y yo te llevamos a buscar las cosas para llevarlas al Belaire.


- Tu papá le contó supongo… porque ayer llamó cuando estábamos cenando.


- Seguramente — Luciana mintió, no iba a decirle que su hermano la hacía seguir.


- Aunque no me extrañaría que me haya hecho seguir, para algo dejó a Oscar acá, no hay que ser demasiado inteligente, él es su soplón — Luciana enmudeció, pero consideró que Paula era muy inteligente — en Buenos Aires lo hacía — aseguró ella.


- ¿Y no te molesta? — Luciana estaba verdaderamente asombrada por la naturalidad con que Paula aceptaba el acoso de Pedro.


- ¿Cómo evitarlo? — Paula se encogió de hombros — lo que me tiene angustiada, es que el viernes por la noche salí con un amigo.
De seguro se enteró y debe estar furioso, Luciana siempre se entera de todo ¡él es tan celoso! en Buenos Aires a menudo se enojaba, que por la ropa, que por el trato con mis amigos, que por la confianza con mis compañeros de trabajo.


- ¿De verdad? vaya eso sí que es una novedad — Luciana se tapó la boca al darse cuenta que pensó en voz alta — por favor Paula no le digas que te lo dije.


- No te preocupes… lo más probable que no quiera ni verme, después de lo del viernes.


- No seas tonta, no pienses así. Sabes a Julieta nunca la celó, a ella le hubiese encantado eso.


- ¿En serio? — Luciana asintió con la cabeza — ¿te llevabas bien con ella?


- La verdad… Julieta no se llevaba con nadie de la familia, ella siempre creyó que no la queríamos.


- ¿Por qué creía eso, acaso era cierto?


- No, como crees, con lo buenos que son mis padres… mis viejos ven un gato moribundo en la calle y lo entran.
Es complicado y si Pedro nunca te habló de ella no creo que esté bien que yo lo haga.


- Por favor Luciana, camino por el agua, iluminame, me siento tan insegura por todo — Luciana la abrazó, luego de pensarlo unos instantes…


- Veamos… prometeme que Pedro nunca se va a enterar de esta conversación.


- Lo prometo, no tienes que preocuparte.


Luciana hizo una pausa…


- Pedro y Julieta se pusieron de novios en la preparatoria, mi hermano siempre fue muy lindo y las chicas abundaban a su alrededor.


“Ahora también, eso no debe haber cambiado” — pensó Paula.


- Si bien Julieta era linda, nunca fue de una belleza extrema y ella se sentía insegura, al principio yo no entendía que le había visto Pedro, pero bueno, la relación de ellos fue avanzando hasta que él empezó a sentirse asfixiado y la dejó. En realidad no estaba enamorado y comenzó a salir con otras chicas, él era joven y ya hacía dos años que salía con Julieta pero nunca le había sido infiel, de eso doy fe — Luciana hizo hincapié en sus palabras.
La cosa que ella insistió e insistió, lo persiguió hasta que volvieron y estuvieron de novios por siete años.
Salían por un tiempo, se peleaban por otro, él salía con otras mujeres, a veces con varias a la vez, luego Julieta insistía, y él hastiado de mujeres sin sentido en su vida accedía y volvía con ella, pero ella tampoco lo hacía feliz, porque al tiempo lo mismo, se peleaban, luego volvían.
Cuando él se entera de su enfermedad, ellos estaban distanciados y entonces volvió por compasión, aunque él no quiera reconocerlo.
Y ahí que nos sale que se casa, toda la familia se opuso, porque sabíamos que no la quería, que solo estaba actuando por piedad.
A mí sencillamente no me podía ni ver, pobre Julieta, decía que yo le tapaba todo a Pedro y para colmo un día nos escuchó discutiendo porque yo me oponía a que se casara, sabía que realmente no estaba enamorado, no quería que mi hermano sea infeliz, y entonces sencillamente desde ese día no me habló más.
Pedro y yo nos veíamos a escondidas, porque sino ella se ponía tan mal… y como estaba enferma él no quería angustiarla y yo lo comprendía, cuando ellos finalmente se casaron lo hicieron en el hospital, yo no pude ir, ella no quería que yo estuviese ahí, Julieta había empeorado de golpe y no pudo hacerse fiesta, ni ceremonia, ni nada de lo que estaba planeado.
Solo estuvieron casados por tres meses.
Cuando ella murió,Pedro se sintió el más culpable por no haberla hecho feliz en todos los siete años que estuvieron juntos, aunque en realidad si ella no fue feliz fue porque vivió obsesionada con mi hermano, y que Dios me perdone lo que voy a decir, a ella le gustaba la posición económica y social que tenía al lado de Pedro, Julieta era muy materialista y no lo disimulaba.
Pero a Pedro lo tomó tan de improviso su muerte, que prefirió culparse él, eso sumado a que sus suegros que son unos locos de mierda no tuvieron miramientos de atribuirle la infelicidad de su hija.
Terminaron por convencerlo.
De lo que gracias a Dios no pudieron persuadirlo fue de que Pedro le diera vida a los embriones que Julieta dejó congelados.


- ¿Cómo? ¿Cómo es eso?


- Cuando a ella deciden que le harán quimioterapia Hernan y yo les aconsejamos que guardaran embriones fecundados y además óvulos para preservarlos para cuando se curase, de esa manera, ellos podrían tener hijos propios, eran tan jóvenes… imagínate, ¿no sé si sabes? pero someterse a quimio generalmente produce infertilidad, no siempre, ¿pero cómo predecirlo? por eso es mejor tomar precauciones.


- No sabía, tampoco que se podían guardar los óvulos ni los embriones — dijo Paula — perdón por mi ignorancia.


- No te preocupes muy pocos lo saben, por lo general te enteras cuando te lo dice el oncólogo y no todos lo informan.
El caso es que ella nunca se curó, y los suegros de mi hermano pretendían que él alquile un vientre y que les dé un nieto, como eso no pudieron lograrlo, ahora lo presionan para que les devuelva esos óvulos.


- ¿Están locos?


- Sí de remate, bueno, hay quien lo hace, pero creo que ahí mi hermano se dio cuenta que nunca quiso hijos con ella y entonces otra vez la culpa…
En la actualidad sus suegros piensan interponer una demanda, quieren conseguir los óvulos para procrearlos con otro esperma, no pueden superar la muerte de su hija.


- Pero Julieta hubiese querido hijos con Pedro, no con otro…


- Exacto, por eso Pedro nunca cedió...


- Ahora lo entiendo, cuando nos conocimos él me dijo que no podía darme amor, porque su vida era muy complicada.


- Pero se enamoró… él te ama Paula.


- Sí y yo como sí él no tuviera demasiados problemas le traje aún muchos más, soy una imbécil — se puso a llorar, Luciana intentó calmarla — lo que más preocupada me tiene es lo que estará pensando de mí, capaz que cree que ya lo olvidé.


- ¿Con quién saliste el viernes?


- Con un compañero del colegio que vive acá, él trabaja como broker en la bolsa, en las vacaciones nos encontramos en Mendoza, Gaby había ido de visita a ver a sus padres también. Estoy segura que Pedro sabe de mi salida, sé que se va a enojar mucho, el viernes cuando nos encontramos me recriminó que le haya permitido a Gabriel irme a recoger al aeropuerto, fue una de las cosas por las que terminamos discutiendo, él también había ido a buscarme.


- ¿Y ese Gabriel es solo un amigo?


- Si fuera por él no.


- Shit, sí que debe estar enojado mi hermano.
¿Sabes? estuve pensando y es obvio que se enterará que te enteraste de Julieta.


- Sí Luciana también estuve pensando en eso, además de que otra forma le explicaría mi cambio de predisposición hacia él. Tú hermano sabe perfectamente que de no estar libre no tendría posibilidades conmigo.
Tengo que asumir todas las consecuencias por no haberlo escuchado, por comportarme como una chiquilina.


- Él tampoco se comportó con demasiada adultez… aunque sea mi hermano no voy a hacer la vista gorda, tendría que haberte dicho la verdad a como dé lugar. — Paula hizo un mohín.
Ayer cuando habló le sugerí que podías enterarte de Julieta en casa de mamá y papá.


- ¿Y qué dijo?


- ¿En serio quieres saber?


- Por favor…


- Que mejor, así te carcomía la culpa por haber desconfiado de él.


-Tiene razón, así estoy. Sé que tomará ventaja de eso y se hará rogar, tendré que hacer mi lucha, solo espero que no sea tarde, él me advirtió varias veces que me arrepentiría, guardó su orgullo e intentó que lo escuchara y ahora sabiendo lo que acabás de contarme sé que le debe haber costado demasiado .


- Ay como crees, si los dos están muertos de amor.


- ¿De verdad crees que está muerto de amor por mí?


- ¿Todavía lo dudas? ¿qué más tiene que hacer mi hermano para demostrártelo? ¿por qué dudas tanto?


- Se trata de algo que me pasó… es difícil hablar de eso… — hizo una pausa


- Si no quieres no me cuentes.


- No, está bien… tengo que sacarme ese estigma … estuve por casarme hace poco más de dos años, el día anterior a la boda encontré al que iba a ser mi esposo con mi mejor amiga en la cama. — Luciana cerró los ojos, aunque lo sabía imaginó la situación e intentó entenderla.


- Oh, supongo que eso explica tu inseguridad, también explica porque te cegaste tanto cuando creíste que Pedro era casado.


- ¿Ustedes no piensan dormir hoy? — dijo Ruben asomándose por el resquicio de la puerta.


Paula miró la hora en su reloj.


- Las doce…


- Que tarde, ni cuenta me había dado… Vamos Paula que te llevo.


- No, ¿cómo creen que van a andar a esta hora solas? vamos que las llevo yo — Ruben se ofreció de muy buen gusto.


- ¿No quieres quedarte a dormir acá? Hay lugar de sobra.


Luciana, me encantaría, pero mañana tenemos que ir con Ana a buscar a mi mamá al aeropuerto.


- ¡Cierto! no te preocupes te llevamos.




El miércoles por la noche Ana había organizado una cena para que sus hijos conozcan a su amiga, a la madre de Paula.


Precisamente durante la cena es que Ana se da cuenta quien es Pedro, porque como era el único que faltaba Ana le acercó un portarretrato para mostrarle a su hijo más pequeño.


En la primera oportunidad que tuvo Alejandra arrinconó a su hija.


-Paula Chaves, ¿querés explicarme? porque no entiendo nada…


- Shh nos pueden escuchar, acá nadie sabe de Pedro y yo.


- ¿What? ¿Estás loca niña?… el sábado en la fiesta él estará con su mujer — Alejandra ya estaba al tanto de todo, ella sabía porque Pedro y Paula se habían separado, su hija por teléfono un día que estaba muy angustiada se lo había contado.


- No mamá, él no tiene mujer, él es viudo, todo fue una confusión.


- ¿Qué?


- Shh ahí viene Ana, después hablamos.


Lorena la esposa de Hernan era una mujer muy encantadora y sumamente sencilla.
Paula y ella se habían entendido muy bien, conversaron durante toda la noche junto a Luciana, Alison no había podido venir pues tenía el cumpleaños de una amiga.
Así que ellas anduvieron con los niños a cuesta casi todo el tiempo, y es que Lorena se veía tan cansada que trataron de aliviarla upando en ese rato a los bebes.


La familia Alfonso era exquisita y excelentes anfitriones además, la cena había sido muy hogareña, Paula y Alejandra se habían sentido muy cómodas.


En el penthouse ya estaban todos acostados, Paula entonces se fue a la habitación de su madre y se deslizó en la cama con ella, como cuando era pequeña y fingía que le dolía la panza para que su padre y su madre la dejen dormir con ellos.


Ale estaba rendida, pero se dio cuenta que su hija la necesitaba, parecía un cachorrito que precisaba del cobijo de su madre, entonces haciendo un gran esfuerzo para permanecer despierta la escuchó, Paula lentamente fue contándole todo de Pedro, y luego lloró en sus brazos hasta que no le quedaron más lágrimas.


Alejandra la besó interminablemente, la abrazó, le acarició la espalda, la cara y secó sus lágrimas una a una con sus besos, hasta que ella se calmó.


- La cagué, mami, sé que no te gusta que hable mal, pero es la única verdad.


- Paula, hija querida, por ahí no sea demasiado tarde ¿no decís que el día que llegaste él te fue a buscar al aeropuerto? Eso quiere decir que todavía le importás.


- Sí mamá pero quizá se cansó de rogarme que lo escuchara,
¿qué tal si conoce a alguien en Italia y se olvida de mí?


- Ay Paula, no seas tan fatalista, por qué pensar que justo ahora va a conocer a alguien, además hija si él verdaderamente te ama, no te va a reemplazar tan fácil.


- Pero puede pasar, como me conoció a mí en Buenos Aires ahora bien puede conocer a alguien en allá y enamorarse.


- Eso no sucederá… ya vas a ver que cuando regrese del viaje se van a arreglar.


- No lo sé, ojalá que tengas razón… pero hay algo más… vos sabes que yo acá vine por trabajo.


- Sí, claro, trabajas en la empresa de Horacio.


- Bueno, esto es un secreto, porque será una sorpresa para Ana. Horacio se retira de la empresa, y al mando queda Pedro y Federico y él quiere que yo venga a ocupar el puesto que dejará Pedro


- ¡Hija, tan lejos vas a estar! Pero, bueno de todas formas si te arreglas con él, igual te vendrás a vivir acá, así que para el caso es lo mismo.


- Aún no acepté.


- ¿Cómo que aún no aceptaste?… Paula, es una gran oportunidad, casi se podría decir que estás en la cima de tu carrera.


- Sí lo sé, pero si Pedro no quiere volver conmigo, no podré seguir a su lado trabajando, se me romperá el corazón a diario.


- Bueno es un riesgo que tenés que asumir, la vida no es fácil, dime algo, contestame con el corazón Paula, antes de enterarte que Pedro no tenía mujer ¿pensabas aceptar?


- No tuve tiempo de considerarlo, pero presumo que sí, hubiese querido demostrarle a Pedro que a pesar de todo soy muy profesional.


- Entonces, perdoname hija no sé qué estás dando tantas vueltas, no tenés nada que pensar Paula, además una oportunidad como esta no se da todos los días. Vamos cambiá esa cara, cuando viniste para acá, creías que todo estaba perdido con Pedro, no entiendo porque estás tan negativa, tenés un excelente ofrecimiento laboral, y encima el hombre que amás está libre y aun pensando en vos.
Paula, mi amor, todo va a estar bien.


- Tenés razón mamá, no voy a esperar al viernes, mañana mismo me voy a levantar temprano y me voy a ir a Mindland a hablar con Horacio, le diré que acepto.


- Me parece una gran decisión, ¡esa es mi chica valiente! Ahora a dormir Paula por favor, se me cierran los ojos.


- Si mamá, perdoname por desvelarte, gracias por escucharme y por los mimos.
Mami te quiero, estoy feliz de esta coincidencia que tú y Ana se conociesen, me encanta tenerte acá conmigo — Ana le llenó la cara de besos y Paula entonces se levantó y se fue a su habitación.




A media mañana Mandy le anunció a Horacio que ella estaba en la empresa.


- ¿La hago pasar?


- Sí, por supuesto.


Paula se asomó por la abertura de la puerta del despacho y Horacio se puso de pie para recibirla.


- Adelante Paula, pasa querida.


- Hola Horacio, perdón por venir así a interrumpir tu día, pero no encontré oportunidad para avisarte esta mañana que vendría, Ana estaba ahí.


- Presumo entonces que tu visita tiene que ver con mi propuesta.


- Exacto Horacio, he tomado una decisión, anoche me quedé hasta tarde hablando con mi madre, quizá te extrañe que tratándose de mi trabajo lo consulte con ella, pero acá hay un enredo tan grande del que presiento no tenés idea. 


— Horacio la miró a los ojos, la tomó de las manos.
- ¿Te referís a Pedro?


Paula abrió los ojos tan grandes y además se quedó con la boca abierta.


- ¿Vos sabías?


- La verdad, Ana es quien no está enterada en casa.


- ¿Federico también?


- Tiene conocimiento de que ustedes tuvieron una relación, nada más. No te sientas cohibida, lo que existió entre ustedes pertenece a la intimidad de ambos.


- ¿Él te contó? — Horacio asintió con la cabeza.


- ¿Cuánto sabes de nosotros?


- ¿Por qué quieres saber eso?


- En realidad lo que quiero saber es como definió Pedro nuestra relación.


- ¿Y por qué me lo preguntas a mí? ¿acaso tú no sabes qué fue lo que ustedes tuvieron? — ella en realidad lo que quería establecer era si él solo le había referido a Horacio que lo de ellos fue solamente un amorío pasajero, aunque consideró que realmente estaba desesperada para estar preguntándole esto.


- Tienes razón, disculpa — decidió dejar el tema a un lado y Horacio no quería inmiscuirse en una cuestión que era pura y exclusivamente de ellos, aunque le dio cierta pena la
desesperación de Paula, porque así es como había sonado, desesperada… pensó en decirle que lo sabía todo, incluso el motivo de la ruptura, pero calló.


Horacio se levantó dando por terminado el tema y sirvió café para ambos.


- Bueno Paula te escucho…


- La verdad Horacio es que desde que me lo propusiste supe que aceptaría, aun sabiendo que eso significa trabajar a diario con Pedro, no podía resistirme, pues mi carrera es muy importante para mí y tu oferta es imposible rechazarla y por sobre todo soy muy profesional.


- Bien, pero… porque presiento que hay un pero, el tono de tu voz te delata.


- Tenés razón, hay un pero… y eso se debe a que ahora las cosas han cambiado…


- ¿No vas a aceptar?


- Todo depende de vos, ahora que sé que Pedro no está casado,
¿no sé si sabías el motivo por qué él y yo nos distanciamos?


- Sí Paula lo sabía… — le hizo una caída de ojos.


- Ok, entonces no hay nada que explicar, solo te diré que voy a intentar recuperar nuestra relación, y si vos no estás de acuerdo con que mezclemos el trabajo y la vida personal, entonces te digo que lo lamento Horacio, pero no aceptaré, porque mi prioridad hoy por hoy es reconquistar el amor de tu hijo, en este momento no hay otra cosa que me importe más.


- La vida personal es exclusivamente de ustedes, así que resuélvanla como mejor les parezca mientras eso no interfiera en la empresa, y además Paula, — Horacio se acercó y la tomó de las manos — si yo no hubiese sabido que esto iba a pasar, ni siquiera te hubiese hecho venir.
¿Sabes una cosa? me gustas como nuera — Paula se aflojó y sonrió tímidamente — ey pequeña, te acabo de decir que me gustas como nuera y solo una sonrisa desteñida recibo.


- Es que primero tengo que convencer a tu hijo que me perdone.


- Eso es un hecho… ven acá dame un beso y un abrazo y cambia esa cara, acabas de tomar una gran decisión, no te vas a arrepentir y lo más importante sé que yo tampoco en ofrecerte el puesto de Directora de Mindland International.


- Gracias por la confianza — Horacio le palmeó la mano y le sonrió francamente.


- Te lo ganaste.


- ¿Cuándo le dirás a Ana?


- Ah ese será mi regalo de cumpleaños pienso hacerlo en los Hamptons.


- Perfecto… y a Pedro ¿cuándo le dirás? Digo… ¿le comunicarás que he aceptado?


- Hoy mismo, si no lo hago se enojará demasiado, también se lo comunicaré a Federico.


- ¿Puedo pedirte un favor? No es nada que te comprometa… — Horacio se tomó del mentón calculando lo que le pediría Paula.


- ¿Qué cosa?


- Que si él te pregunta si yo me enteré y por eso acepté, que le digas que igual iba a hacerlo.


- Creo que eso es algo de lo que tendrás que convencerlo vos.Pero veré como puedo sugerírselo.


- Gracias. Te dejo para que puedas seguir trabajando, además tenemos que acompañar a mamá a comprarse un vestido para el sábado.


- Ok Paula, estoy feliz que hayas aceptado, sé que dejo a Mindland en buenas manos.


- Gracias Horacio espero no defraudarte.


- Sé que no lo harás





Pedro estaba en el hotel dándose una ducha, no veía las horas de regresar a New York, solo pensaba en Paula.


Estaba vistiéndose pues tenía una cena de negocios. Un ejecutivo francés estaba interesado en adquirir una franquicia para abrir una tienda en su país.


Sintió que sonaba su celular, fue hasta donde había quedado apoyado y lo tomó de la mesa de noche, era un whatsapp el que le había llegado, lo abrió, y para su asombro era Paula que le había enviado una nota de audio, las manos le temblaron, el corazón le palpitó con fuerza, y ansioso la escuchó, sonaba la canción de Adele, One and Only, inmediatamente recordó el día que hicieron el amor con esa canción, la había elegido él, ese día la había llevado a comer a uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires para festejar su nombramiento, lo supremo fue cuando llegaron a su departamento, Pedro le hizo el amor durante toda la noche, la había amado de todas formas, su cuerpo había sido suyo de todas las maneras que él había querido que lo fuera, y al otro día empezaron los llamados, ¿qué quería decirle Paula ahora con esa canción? ¿Por qué le enviaba esa nota de audio?


Mientras conjeturaba sonó su teléfono.


- Papá ¿cómo estás? — dijo secamente.


- Bien hijo muy bien, tengo novedades por eso te llamo, pensé que te gustaría enterarte antes que nadie — entonces Pedro supo de inmediato lo que esa canción significaba.


- Paula aceptó ¿verdad?


- Sí, ¿cómo lo sabes? — ahora entiendo pensó Pedro sabe de Julieta se sonrió, no le contestó, a cambio le hizo otra pregunta para corroborar lo que sospechaba.


- Paula ¿se enteró de Julieta?


- Sí hijo, se enteró, tarde o temprano iba a hacerlo, esa verdad iba a salir a la luz en cualquier momento, estando ella acá era obvio que iba a enterarse, pero la decisión la tomó antes.


- ¿Cómo fue que se enteró?


- Paula estaba refiriéndose a la enfermedad de su padre, y tú mamá entonces… metió la pata.


- Está bien, te dejo, estoy arreglándome para salir, tengo una reunión con un francés por una franquicia, se contactó conmigo esta mañana.


- Que buena noticia, no paran las buenas noticias en Mindland.
¿No pareces contento con la decisión de Paula? — Pedro no había dejado escapar ninguna emoción, hablaba en un tono imposible de detectar lo que estaba sintiendo.


- Es un poco extraño como me siento, para serte totalmente sincero, quisiera saber en realidad que piensa ella, no veo las horas de volver.


Cuando cortó con su padre, su teléfono volvió a sonar, miró la pantalla, era Paula pero esta vez lo estaba llamando así que la dejó ir al contestador, su venganza había empezado...


- De pronto te dieron ganas de hablar, ahora el que no quiere hablar soy yo, voy a hacer que sepas lo que se siente cuando ruegues y no te den oportunidad.