Pedro se estaba volviendo loco por hablar con ella, pero a pesar de todo solo pensaba en hacerla sufrir, por demasiados motivos, primero por arriesgar lo que tenían, por no creerle, por juzgarlo injustamente, por los besos que le había negado, por no dejar que la tocase, por permitir que ese idiota la abrace y la busque en el aeropuerto y por el cachetazo en plena calle, dando un espectáculo deplorable.
Quería que ruegue, quería que se le remuerda la conciencia pensando que lo había perdido.
Paula seguía insistiendo, había llamado tres veces más, pero él seguía en su postura, puso su teléfono en vibración y partió hacia el restaurante japonés Nobu, que se encuentra en el mismo edificio del hotel aunque la entrada está separada.
Ahí lo estaban esperando, debía concentrarse en hacer buenos negocios, para eso estaba allá.
Llegó al restaurante, cuando entró le preguntó a la señorita que actúa como relaciones públicas si el Sr. Luc Renau había llegado, entonces la cordial empleada, le indicó la mesa donde lo aguardaban.
Mientras se acercaba estudió al hombre que estaba sentado en la mesa que le habían indicado, también estudió a conciencia a la dama que lo acompañaba, obviamente sus mayores críticas se las llevó ella, por más que Paula ocupase sus pensamientos y su corazón el no perdía su tiro para admirar a una hermosa mujer, y la que ahí estaba sentada ¡vaya si lo era!
Su pelo castaño resaltaba sus infartantes ojos celestes, de un metro setenta le calculó aunque sentada era un poco difícil, sus curvas eran perfectas, los pechos estaban hechos conjeturó Pedro, él conocía los pechos con prótesis y esos se notaban, eran del tamaño justo, nada demasiado exuberante, lucía un escote bastante atrevido, pero las francesas son así, es su esencia, era una mujer muy sexy, Pedro se acercó y se dio a conocer como Pedro Alfonso.
Renau le estrechó la mano y le presentó a su hija Chloé y le explicó que sería con ella con quien siguiese las negociaciones futuras.
En otro momento esa mujer hubiese sido objeto de su deseo, ella era muy bella eso lo había notado, y él no le resultaba indiferente a la francesita puesto que pronto comenzó a mirarlo de otra forma, era evidente que se había sentido atraída por él, su cuerpo indicaba las señales, y él era muy observador en eso,Pedro es de esas personas que jamás pasan desapercibidas, pero lamentablemente para ella él se consideraba fuera de juego, no le interesaba ir tras ninguna conquista, solo tenía cabeza para Paula.
La cena no se extendió demasiado, y menos mal, porque Pedro estaba bastante disperso, se la pasó pensando en Paula y le costaba concentrarse. Durante la comida comenzó a estudiar a Luc Renau, Pedro a menudo le encantaba analizar a la gente con la que trataba en los negocios, para encontrar de esa manera el flanco perfecto que lo lleve a seducirlos, concluyó que Renau tenía un típico carácter civil, característico en los franceses, su estatura era robusta y de buen tamaño, vestía innovadoramente y parecía saber un poco de todo sin resultar pedante ni altanero, lo consideró un águila en cuestión de negocios y su hija no se quedaba atrás, indudablemente había tenido un gran maestro, consideró que no había que subestimarlos ya que sabían perfectamente lo que querían, pero su debilidad era su hija, lo notó de inmediato, así que era por el lado que había que entrarle.
Conversaron abiertamente de los puntos principales y de lo que cada uno ambicionaba, Pedro le dijo que Mindland tenía ciertos estándares y políticas que eran inamovibles y que eran las características de la marca, también les dejó en claro que si ellos pretendían adquirir una franquicia, Mindland International se encargaría de controles periódicos donde todo sea acorde a lo que ellos consideren mejor, es decir, en otras palabras ellos explotarían el negocio, llevarían ganancias sustanciales pero la franquicia no estipulaba que las ganancias solo fuesen de ellos, por lo que Mindland tendría participación activa en estas. Eso implicaba y garantizaba de su parte la puesta en escena y la mercancía en tiempo y forma.
Finalmente una vez que fueron explicados todos los puntos de la negociación, quedó en enviarles un contrato para que lo vayan analizando, terminaron la cena y luego se despidieron.
En Nobu había sentido vibrar varias veces su celular, se había fijado y eran whatsapp de Paula que por supuesto no pensaba contestar, ni siquiera los había leído.
El último que recibió mucho menos, era de Rachel, esa mujer no pensaba rendirse nunca parecía, por más que él la despreciara no entraba en razones, como se arrepentía de haberse echado un polvo con ella.
Ya en la suite del Armani Alex se desvistió y se metió en la cama, seguía pensando en Paula, y se disponía a leer los mensajes que ella le había escrito.
- Perdoname mi amor, sé que yo no lo haría si fuese al revés, pero vos no sos yo. Te lo ruego. Estoy desesperada.
Pedro se sonrió triunfador, pero aunque quería evitar el otro sentimiento que surgía en él, no podía hacerlo, tenía mucha bronca, recordaba su desconfianza, sus desprecios, sus insultos y lo enojaba, lo indignaba que lo haya creído tan ruin, cuando él solo había puesto su corazón en sus manos.
Ella había arriesgado el amor que tenían y lo que más bronca le daba era saber que había salido con el idiota ese, con el broker, y que le haya permitido que se le acercara para besarla hasta rozarla con su aliento, que lo haya alentado a que piense que podía tenerla y que podía poseerla, se enfurecía al pensar que le había dado lugar para que la tocara aunque solo lo haya hecho para ayudarla a bajar del auto, el viernes a él no lo había dejado, y lo había necesitado tanto, había precisado tanto sentir su piel.
Y si pensaba en el abrazo y los besos que le había permitido en el aeropuerto, le daban ganas de romper todo.
Leyó el otro mensaje…
- Te amo Pedro, no hubo ni un solo día que no te pensara, hubo veces en que creí que iba a perder la razón, que me obligaba a no sentir como siento porque creí que no tenía derecho. Extraño tus besos, tus caricias, tu perfume, extraño esas conversaciones que teníamos en la noche antes de dormirnos, extraño tu sonrisa, esa que sabes que me desarma, extraño despertarme en la noche y poder quedarme viéndote dormir a mi lado mientras pienso ¿porque este hombre tan maravilloso se fijó en mí? extraño lavarme los dientes y mirar a mi lado y verte en el otro lavabo haciendo lo mismo, extraño entrar al baño por las mañanas y encontrarte concentrado frente al espejo afeitándote.
Extraño despertarme en la mañana y que desayunemos juntos, extraño el aroma de las french toast en mi cocina, extraño poder servirte el café y ponerle dos de edulcorante y revolverlo mientras vos revisas tu celular, extraño el café de media mañana y mi latte compartido con una porción de apple crumble, extraño los almuerzos juntos, los besos en el estacionamiento, las miradas cómplices en el ascensor.
Extraño decirte ojitos, blue eyes y todas las estupideces que se me ocurrían decirte y que vos festejabas.
Extraño tus ojos perdidos en los míos y los míos en los tuyos cuando hacemos el amor, cuando te siento temblar y sé que soy la única culpable de esas sensaciones. Quiero volver a temblar en tus brazos, quiero volver a sentirme mujer, porque solo sé que con vos puedo sentirme así. Quiero que vuelvas a vaciar tu simiente en mí y que te pierdas en mis caricias en mis vaivenes. Extraño nuestra intimidad, el mundo que habíamos creado para nosotros, nuestra rutina.
Podría seguir y seguir enumerándote las cosas que extraño de vos, pero creo que la lista sería interminable, porque es infinito todo lo que extraño.
Te extraño a vos mi amor, te extraño a vos mi vida.
Hace dos meses y medio que no existo, tan solo, duermo, me alimento y ando porque mi corazón sigue latiendo.
Estos dos meses y medio fueron los más largos y los más penosos de mi existencia. Lo que sufrí y sufro por no tenerte a mi lado no se compara a ningún sufrimiento por el que haya pasado.
Te amo mi amor, porque vos sos mi amor.
Recuerdo el último día en la oficina y ahora entiendo como quisiste protegerme diciéndole a Noelia tantas mentiras… perdón… perdón por no haberme dado cuenta lo que intentabas hacer y solo creer que era un juego perverso.
Perdón por no haber creído en vos, por los insultos, por mis malos pensamientos, por lo injusta que fui, por no escucharte, por creer siempre lo peor.
Solo espero que no sea demasiado tarde y que puedas perdonarme.
PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN
Paula se quedó esperando en vano una respuesta que nunca llegó... Él, se quedó secando las lágrimas que se escurrieron por sus ojos al leer y releer ese mensaje que solo descubría que los dos habían extrañado lo mismo, estuvo a punto de llamarla, pero se obligó a no hacerlo, a darle un poco de su propia medicina.
Por supuesto que la iba a perdonar, ya lo había hecho en el instante mismo en que llamó por primera vez, pero ella no lo sabría hasta que vuelva a verla.
Solo pensaba en ese reencuentro, en besarla, en abrazarla, en oler su cuello, si supiera que se había comprado una botella de J'adore y en las noches perfumaba su almohada para dormirse creyendo que ella estaba a su lado…
Desde que había empezado a hacer eso dormía un poco más, aunque a veces ni eso resultaba suficiente.
Mientras releía los mensajes y luego pasaba una tras otra las fotos de Paula que tenía en su celular, llegó otro mensaje de whatsapp, nuevamente era Paula.
- Hasta Mañana mi amor me voy a dormir. Sé que leíste mis mensajes, me duele muchísimo que no me contestes, pero creo que lo merezco.
Te amo, espero que te guste la canción pues resume todo lo que quiero, lo que siento y lo que deseo.
Le envío otra nota de audio era una canción de Draco Rosa y Ricky Martin Más y Más se llamaba.
- Acá va la letra:
Más, si te acercas un poquito más, me meterás, en ti. Más, si te sueño más, ya no podré dormir, nunca jamás, Así, susurrándome, tú, te vienes a mí, y mi habitación se llenará de verde agua de mar, verde, que me pierde.
Más y más, si más te quiero, quiéreme, tu mucho más.
Más y más, dentro de mí, entraras, tú más y más, tú más y más.
Yo no sé cómo abrazarme a tus brazos, y no sufrir. Voy, voy por la vida, pidiéndote un amor de suicida.
Así, susurrándome, tú, te vienes a mí, más y más, si más te quiero quiéreme, tú mucho más, más y más, dentro de mí, entraras, tú más y más, tú más y más.
Y mi habitación se llenara de verde agua de mar.
Verde, que me pierde.
Más y más, si más te quiero, quiéreme, tú mucho más, más y más, dentro de mí, entrarás, tú más y más tú más y más Tu más y más tú más y más más y más dentro de mí entrarás
Tu más y más tú más y más.
Si te acercas un poquito más me meterás en ti.
Era el viernes pasado el mediodía, Paula estaba bastante desanimada, Pedro seguía sin contestarle, por la mañana lo había estado llamando y no le había atendido ninguno de los llamados, tampoco había contestado ningún whatsapp, aunque sabía que los había leído.
Partían para Los Hamptons para trasladar la ropa de todos, y es que además ese día en la tarde iban los encargados de armar la carpa que se pondría en los jardines, por otro lado, a la mañana al siguiente había que recibir a todos los proveedores para la fiesta de cumpleaños de Ana y a ella le gustaba supervisar todo en persona.
Paula empezaba a darse cuenta que era un evento grande.
En la camioneta iban, Ana, Ofelia, su madre y ella, por detrás las seguía Horacio en su automóvil.
Tecleó un mensaje rápido en su iPhone
- Estamos en viaje a Los Hamptons, hubiese querido quedarme para buscarte mañana en el aeropuerto, pero como Bárbara aún no sabe de nosotros, no pude encontrar excusa para no ir. Estoy contando las horas para volver a verte, se hacen interminables.
Pedro se sonreía leyéndola, estaba tan ansioso de verla… pero se había impuesto no hablarle hasta no llegar y lo iba a cumplir.
- Paramos a cargar gasolina, decime hola tan siquiera para saber que puedo guardar una esperanza en mi corazón, si sigues en esta postura de no contestar quizá sea mejor que no te siga enviando mensajes, estoy empezando a pensar que todo se terminó definitivamente, quizá es lo que merezco.
Era frustrante esperar una respuesta que nunca llegaba, de a ratos se angustiaba mucho y pensaba cosas horribles, pensaba que había conocido a alguien, o que simplemente se había cansado y ya no había lugar para una reconciliación.
Tentó enviándole una canción, le mandó Please Remember de Adele.
Pero tampoco le contestó…
- Ya llegamos, la casa de tus padres es hermosa y muy grande, en realidad es inmensa, estoy asombrada, y con la boca abierta, esto es de ensueño, tu mamá me acaba de mostrar las tres habitaciones que quedan libres, me dijo que me elija una, ¿cual me aconsejás?
“Ninguna, porque vas a dormir conmigo” — pensó él, pero aunque Paula cada vez lo tentaba más para contestar, el no daba el brazo a torcer.
- Como no me contestás ya empiezo a creer seriamente que no querés saber nada de mí, estoy bastante angustiada pero sé que soy la única culpable, creo que te cansé, elegí la habitación que más lejos está de la tuya, creo que mejor no te molesto más.
“Mi amor no te angusties, ya falta poco para que estemos juntos” A la mañana siguiente…
- Buenos días!! Ya sé que dije que no te molestaría más, pero no pude cumplir =( anoche dormí muy mal, tuve una pesadilla, soñé que habías conocido a alguien.
Tengo tanto miedo de haberte perdido… Supongo que ya estarás en viaje, así que me consuelo pensando que no me contestas por eso. Se me hacen interminables las horas para verte. La casa es un caos de gente, bueno ya sabrás cómo es esto, nunca imaginé que sea una fiesta tan grande esto es un fiestón de cumpleaños, pero creo que es de acuerdo a esta casa. Están adornando la carpa, ya llegaron las flores y están armando las mesas, también poniendo las luces, la cocina está invadida por el catering, y acaba de llegar la orquesta, que del mismo modo está armando todo para probar el sonido.
Por suerte el día está perfecto, no hace tanto frío, es un hermoso día de primavera. Te extraño tanto mi amor.
Horacio acababa de entrar en la carpa donde estaban las mujeres supervisando todos los preparativos de las mesas.
- Mujeres llegó la peinadora.
- Vayan ustedes primero — dijo Ana — yo me quedo acá dando instrucciones, déjenme para lo último.
Faltaban pocas horas para que comenzaran a llegar los invitados, las mujeres ya estaban todas peinadas y maquilladas y habían empezado a vestirse.
Ya habían llegado Luciana y Ruben, también Hernan con Lorena, los mellizos y la niñera.
Federico y Alison estaban desde la noche anterior.
Los hombres también se estaban arreglando, la fiesta era de impecable etiqueta “black tie” por lo que todos estaban poniéndose esmoquin.
Las mujeres todas despampanantes enfundadas en sus vestidos de alta costura.
Lorena llevaba puesto un vestido de gasa de seda en color rosa suave con el corpiño fruncido y bordado en piedras en todo el escote, en las mangas y donde se juntaba el frunce en el talle, y tenía una abertura en la falda que descubría las buenas piernas que ella poseía.
Alison había optado por un vestido de líneas simples, con escote promesa y sin tirantes, y se encontraba íntegramente bordeado en paillettes de color malva, el detalle lo daba el nudo que se formaba en el talle dibujándole la cintura y destacándole el busto.
Ale se había decidido por un vestido de shantung en color plata con un solo hombro, ajustado en el talle y bordado en pedrería, a partir de las caderas el vestido se ampliaba en godets.
Ana estaba impecable con el modelo rojo de shantung que había elegido, era un strapless con doble falda que formaba un moño en el corsé rematado con incrustaciones de piedra en forma de estrella, el ruedo formaba un pequeño arrastre.
Luciana por su parte se encontraba increíblemente sexy con su strapless de gasa de seda negra con escote corazón bordado en cristales que formaban un círculo en un costado del talle en el frente y espalda y que resplandecían bajo las luces. En la amplia falda tenía una abertura muy profunda que remataba con los mismos cristales del corpiño.
Ofelia por supuesto que también se había preparado para la ocasión, lucía muy elegante con ese vestido marrón chocolate recto, muy sobrio con escote cruzado y manguitas cortas, todo el corsé estaba sobrepuesto con un encaje que era el detalle del vestido.
También estaba la Sra. Alfonso, la madre de Horacio que tenía un vestido en raso italiano y encaje rebrodé azul noche, de corte recto y escote espejo, el detalle estaba en las mangas donde pendían azabaches de varios formatos formando flecos.
Paula fue la última en bajar, cuando apareció en la gran sala, todas volvieron a coincidir, que parecía una estrella de Hollywood, lucía un vestido dorado descollante, totalmente bordado en piedras en todo el canesú.
Sin duda iba a brillar y a encandilar en la pista de baile enfundada en este vestido formal de escote en V con tirantes delgados que se asentaban en los hombros a la altura del nacimiento de sus brazos. Al alrededor y en la longitud de la falda la rodeaban abalorios y piedras finas que la envolvían de arriba a abajo subrayando con facilidad sus curvas en un brillo intenso.
La falda de corte sirena tenía una sofisticada llamarada y un dobladillo de longitud que formaba un pequeño arrastre, el escote de la espalda se profundizaba hasta su cintura.
Paula se había dejado el pelo suelto con ondas bien marcadas.
Estaba nerviosa, le temblaban las manos y el corazón le palpitaba muy fuerte, por fin iba a verlo, por fin la espera y la incertidumbre iban a terminar, necesitaba aclararlo todo, saber de una buena vez si él seguía sintiendo cosas por ella, ansiaba con todas sus fuerzas que así sea.
Luciana intentó tranquilizarla.
- Estás hermosa, a mi hermano se le van a aflojar las piernas cuando te vea.
- ¡Exagerada! ¿Hablaste con él, ya llegó?
- Sí, 4:30 PM llegó al Jhon F. Kennedy pero solo me envió un texto, andaba con el tiempo justo, iba a su departamento se cambiaba y venía directamente.
- Estoy nerviosísima.
Hace tres días que lo llamo, le envío textos y nada, no me contesta, anoche hasta tuve una pesadilla, soñé que había conocida a alguien en Milán y que se olvidaba de mí.
- No seas tonta.
- Vos porque no estás en mis zapatos.
- Por supuesto que no, tus Louboutin no me entran, los míos son dos tallas más. — bromeó Luciana para que ella se aflojara.
Las luces del parque y de la casa estaban todas encendidas, así como también las de la piscina. La casa se reflejaba en ella fulgurante al mejor estilo de una mansión mediterránea con columnas que sostenían el balcón circular en la fachada posterior. La carpa que se había instalado en el parque resplandecía en la noche como un gran destello verde por las luces que ambientaban su interior y que teñían sus paredes de ese tono.
La decoración que se había empleado en ella, era una decoración clásica, con entelados y muchas flores, arañas de caireles y una pista de baile flotante que formaba un damero.
Para las mesas, vestidas todas con fina mantelería, nada más elegante que un centro clásico en tonos blancos y verdes.
El lugar en su conjunto mostraba un banquete en un espacio que marcaba estilo y modernidad.
La puesta en escena era impecable; una iluminación suave, mantelería en gris plomo, sillas plata mate y muchísimas flores, Hydrangeas blancas y verdes, rosas blancas cymbidium verde pistacho y un toque fresco con variedad de verdes, una combinación exquisita.
El toque chic en las mesas lo daban los porta-velas de cristal de varios tamaños. De entre las flores asomaba la numeración de las mesas en color plata.
Una rosa blanca les daba la bienvenida a los invitados, estaba suavemente colocada sobre su plato, y abrigada con una cinta verde natural junto a la tarjeta de ubicación.
Ningún detalle estaba librado al azar, todo estaba pensado y calculado.
Mientras bebían champagne la familia aguardaba en la sala principal, a que los invitados empiecen a llegar, entonces se sería el momento de trasladarse al lugar donde se había montado todo.
Finalmente como algunos estaban arribando fueron hacia el corazón de la fiesta para recibirlos como buenos anfitriones.
Quienes llegaban, eran dirigidos por el personal dispuesto para la ocasión directamente hacia la carpa exquisitamente ataviada, donde una gran banda tocaría toda la noche una gran selección de clásicos.
Las fiestas en la Mansión de los Alfonso siempre eran de mucho estilo y nadie quería perdérselas. Se disfrutaban desde el momento mismo en que se entraba en la propiedad.
Los recibía un portón de reja de doble hoja, que les flanqueaba la entrada por un camino de piedra gris hasta la explanada de la gran mansión de estilo sureño en su fachada delantera. Mientras se avanzaba por el sendero, podían contarse diez chimeneas que asomaban en los techos pizarra artesonados con mantos de principios del siglo IXX.
La mansión tenía más de ciento veinte soportes arquitectónicos exteriores y balcones elegantes con vistas a la finca.
En la gran entrada de la mansión uno se encontraba con una escalera doble de bronce fundido y un tragaluz de hierro con vitrales en tonos amarillos, ocres, verdes y azules, parecía que uno estaba entrando en un palacete.
La propiedad además tenía una piscina climatizada de borde infinito, y era majestuosamente grande para vivir la vida en ella durante el verano, también había jacuzzi, cancha de tenis, bodega, gimnasio, teatro, sauna, y muelle con salida a la Bahía de Mecox, un estanque Koi, y una cocina increíblemente espectacular.
Los Alfonso en el salón recibieron a cada uno de sus invitados, Paula y Ale ese día los acompañaban como sus invitadas especiales.
Estaba saliendo de su loft cuando sonó su teléfono, Oscar lo esperaba en la calle, pues estaba demasiado cansado para conducir hasta Los Hamptons.
Le extrañó recibir una llamada de Bob Evans el padre de Rachel.
- Hola Pedro, soy Bob, querido te llamo para pedirte un favor. — le espetó de una.
- ¿Si Bob dime que se te ofrece?
- Yo ya estoy en los Hamptons quisiera saber si ¿ya saliste para acá?
- Estaba a punto de hacerlo ¿por qué?
- Es que a Rachel no le arranca su auto y la cabeza dura no vino con nosotros, aún está en su departamento, entre que consiga un auto llegará quien sabe a qué hora, tu padre me sugirió que te llamase a ver si aún estabas en Manhattan.
- Descuida tío Bob, yo la busco — Pedro puso los ojos en blanco, esto es lo que me faltaba pensó — por favor avísale que esté en el lobby del edificio esperando para no demorarnos más, ya salgo a buscarla, en quince estoy ahí.
Bob era el mejor amigo de Horacio y los hijos de las familias se habían criado juntos por eso Pedro le decía tío a él, era imposible negarse a un pedido de Bob, aunque de buena ganas lo hubiera hecho.
- Ok, querido, muchas gracias.
- Descuida no es nada.
Pedro llegó al departamento de Rachel, ella estaba esperando como él le había dicho a su padre que lo haga.
Oscar bajó a abrirle la puerta para que se acomodase en la parte trasera del auto junto a Pedro.
- Hola bombón, gracias por venir tan pronto — ella cuando subió intentó besar a Pedro en la boca, él le corrió la cara.
- Tuviste suerte que aún no me haya ido, por favor Rachel, no te pongas pesada, no estoy de humor, llegué hace apenas una hora de un viaje eterno, tengo jet-lag no me fastidies.
- Cada día estás más odioso conmigo, antes que nos acostemos me tratabas mucho mejor.
- Antes vos no me asediabas con tanto descaro. No te sigas pasando ubícate.
El resto del viaje lo hicieron en el más profundo silencio, Pedro entre cerró los ojos esperando y ansiando que le calme un poco el dolor de cabeza, pero además para evitar tener que hablar con Rachel.
En su adormecimiento imaginaba a Paula, estaba tan ansioso por verla, por decirle cuanto la amaba.
La ruta estaba muy despejada, por lo que Oscar recorrió el trayecto en tan solo dos horas.
Pedro solo abría los ojos de vez en cuando para ver ansioso su Vacheron Constantin no veía la hora de llegar.
Finalmente arribaron a la mansión de Hayground Cove en Water Mill South.
- Oscar baja mi equipaje y déjalo en mi habitación.
- Por supuesto Sr. yo me encargo.
Pedro se bajó y no se preocupó en abrirle la puerta a Rachel ni mucho menos en esperarla, le hizo un ademán a Oscar para que él lo hiciera.
Entró ansioso, caminó el hall de entrada, y el pasillo que lo trasladaba al parque dando zancazos, estaba desesperado por verla, ansiaba que la angustia termine.
Cuando entró en la carpa, la buscó desesperadamente entre la gente y ahí la vio, Paula estaba de espaldas a la entrada, hablando con su hermana, la visión que tuvo de su figura, le nubló la vista.
- Tranquila, llegó mi hermano.
Luciana le tomó el brazo, mientras le alcanzaba una copa de champagne.
Paula empalideció, sorbió nerviosa su copa.
- Shit, Shit no te des vuelta — exclamó Luciana, tenía sus ojos clavados en Pedro, estaba furiosa y se lo estaba haciendo saber.
- ¿Qué pasa? Me estás asustando ¿Por qué insultás? además tenés una cara.
- Llegó con Rachel, está como garrapata agarrada de su brazo.
- ¿Qué? Con esa zorra de plástico, te lo dije, tu hermano no quiere saber nada más conmigo.
- Ah veo que a vos tampoco te cae… cuantas cosas que tenemos en común Paula.
Paula no aguantó más y se dio vuelta furtivamente. Necesitaba verlo, necesitaba encontrar su mirada.
Rachel se había aferrado al brazo de Pedro, él la miró fulminándola, disimuladamente luego de ver la mirada matadora de su hermana melliza y en el preciso momento en que Paula se daba vuelta, se desembarazó de Rachel y la dejó sola en la entrada mientras disimulaba saludar a otros invitados.
- Vamos para la mesa, no quiero quedarme acá, me tiemblan las piernas y tengo ganas de llorar, todo se terminó, estoy segura.
- No, no me hagas eso Paula, llorar no… Vamos a la mesa — Luciana esa noche por más que Pedro era su hermano estaba del lado de Paula y si él solo estaba buscando vengarse de ella no iba a ser su cómplice.
La orquesta estaba dispuesta en uno de los laterales de la enorme carpa, de espaldas a la Bahía de Mecox, en el centro estaba armada la pista de baile, lugar por donde los invitados pululaban sin ocupar aún sus sitios.
Muchos que se habían enterado de la apertura de Mindland en Vittorio Emanuele II, se acercaban a Pedro para saludarlo y felicitarlo, él extendía la mano y contestaba mecánicamente, quería desembarazarse de todos pues no le interesaba nada de lo que le decían, lo único que deseaba era ver a Paula y solo la había visto por unos segundos, luego ella desapareció de su vista.
Frente a la gran orquesta y separados por la pista se habían dispuesto las mesas en forma de U.
En la mesa central desde donde partía la distribución de las demás estaban sentados el matrimonio Alfonso, a un lado de ellos, se ubicaban los padres de Horacio y Ofelia y al otro lado de la cumpleañera estaban Ale y Paula, luego estaba libre el lugar designado a Pedro, seguido a él se sentaba Luciana, Ruben y el matrimonio Evans.
Mientras Horacio conversaba con su amigo, Alejandra que se expresaba muy bien en inglés ya había hecho buenas migas con Serena Evans, no habían parado de hablar, también conversaban con la Sra. Helena Alfonso y con Ofelia.
Paula y Luciana llegaron a la mesa y se sentaron en sus lugares, intentaron integrarse a la conversación, pero Paula solo esperaba expectante encontrarse con Pedro, aunque estaba desalentada porque él había llegado con la zorra de plástico.
Al final Pedro se excusó con los invitados que lo detenían y esgrimió una disculpa para ir a saludar a su madre, entonces decididamente fue al encuentro de ella que resaltaba en la pista con su vestido rojo furioso mientras atendía a sus comensales.
La abrazó por detrás, y la llenó de besos. Paula era testigo visual de la escena que se desataba entre madre e hijo casi frente a ella.
Él, lucía majestuosamente elegante y distinguido en su esmoquin negro de dos botones con solapas de seda en pico, tuvo la sensación de estar viendo a un Dios griego, su porte era innegable e imposible de no admirar.
Llevaba una camisa con plises y botones de azabaches, y acorde a la etiqueta de la fiesta tenía puesta una pajarita negra, por debajo de la chaqueta se alcanzaba a ver un chaleco de seda.
Al abrazar a Ana la manga de su chaqueta se levantó y dejó al descubierto los gemelos de platino en los puños de su camisa.
Completaba su atuendo con un pantalón también negro y zapatos de cordones en suave charol de Salvatore Ferragno muy elegantes y refinados de líneas limpias, que le daban un estilo impecable. Parecía el maniquí de un escaparate de la 5th Avenue.
- ¡Pedro! hijo querido, estaba preocupada que no llegabas.
- Acá estoy, no me perdería tu fiesta de cumpleaños por nada del mundo — volvió a abrazarla, luego la tomó de una mano y la hizo girar para admirarla — estás hermosa, el rojo te sienta muy bien — le dio una guiñada de ojo.
- Me lo han dicho unos cuantos hoy, y yo que no me decidía por este color, menos mal que Luciana y Paula insistieron en este vestido.
- Estás hermosa. Sin duda una gran elección.Cierra los ojos, tengo algo para vos que combinará muy bien con ese vestido rojo.
Ana hizo caso inmediatamente, entonces Pedro metió la mano en su bolsillo y sacó una caja negra con letras que rezaba BVLGARI.
- Ya puedes abrirlos.
Bárbara abrió sus ojos, y se encontró con el estuche, que tomó en sus manos y abrió para descubrir una banda de platino con hileras de diamantes y un rubí en forma de gota.
- Pedro, es hermoso — lo sacó de la caja y se lo puso de inmediato.
En ese momento Rachel se acercó a ellos, ella llevaba puesto un vestido corte imperio griego de color fucsia, con escote irregular, solo tenía un solo hombro. El vestido se ceñía a su cintura con un cinto de piedras y cristales, que era el único adorno que resaltaba.
- Feliz cumpleaños Ana.
- Hola corazón, mira lo que me regaló Pedro, ¿no es hermoso?
- ¿Tu hijo o el anillo? —Pedro puso los ojos en blanco.
- El anillo, mi hijo es una obviedad decir que es hermoso — Pedro sonrió por compromiso, y le besó la mano a su madre, de pronto giró su cabeza hastiado de la presencia y de la vos de Rachel y se dio cuenta que Paula estaba sentada ahí, casi justo frente a ellos, los estaba mirando, siguió echándole un vistazo por el rabillo del ojo, su corazón le palpitaba muy fuerte.
- Si, ambos son hermosos, tienes razón, y el anillo una verdadera belleza, Pedro siempre tiene muy buen gusto.
Pero Anita mi saludo viene con reproche, no me pusiste en la mesa principal — hizo un mohín.
- Lo siento cariño es que vino una amiga de Argentina y su hija, no me quedaban sitios libres, estaríamos todos muy apretados, te puse con Federico y con Alison, también estás con Hernan y Lorena.
- No te preocupes, hoy estoy muy bromista. — Mentira, estaba furiosa porque no estaba sentada con Pedro, se sentía marginada, él lo disfrutó, por suerte iba a estar bien lejos de ella.
- Vamos a sentarnos mamá.
- Sí querido, vamos así les muestro mi regalo, además te quiero presentar a mi amiga.
Wowwwwwwww, se viene el reencuentro!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarNo lo podes dejar ahi!!!subi mas!!! Queremos la reconciliacion!!!
ResponderEliminarpor favor subi mas es hermosa este novela
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