jueves, 31 de julio de 2014

CAPITULO 63




Llegaron a Fig & Olive un restaurante de la 52nd St. y la 5th Avenue donde se podían degustar los mejores sabores de la comida mediterránea.


Los acomodaron en una de las mesas de la planta superior donde el ambiente era mucho más relajado.


A los pocos minutos que ellos llegaron, Luciana la melliza de Pedro también se apersonó en el lugar.


Desde lejos y aunque al principio creyó estar teniendo una visión, individualizó a Paula y pronto recordó la foto que Pedro le había mostrado, la reconoció de inmediato.
Mientras se acercaba, conjeturaba que hacía ella ahí con sus padres, ¿acaso se había arreglado con Pedro? prontamente desistió de la idea, tan solo ayer había hablado con él y estaba en Italia y le dijo que el viernes pasado todo quedó peor entre ellos.


Luciana saludó con un cariñoso beso a su madre, luego se dirigió a Horacio quien le dio un beso a su hija en la frente y entonces esperó a que le presentasen a Paula.


- Hija, te presento a Paula Chaves — dijo Horacio— nuestra gerente en Mindland Argentina.


- Encantada, mi nombre es Luciana— le dio un beso y un abrazo, ella parecía muy cordial conjeturó Paula.


- Igualmente Luciana es un gran placer.


- Siéntate hija — Horacio la exhortó, mientras se ponía de pie para arrimarle la silla.


Luciana se acomodó al lado de Paula, que no podía apartar sus ojos y dejar de verla, estaba asombrada de lo parecida que era a su hermano, claro, con rasgos más delicados, Pedro tenía la mandíbula más tosca y su rostro era más cuadrado y resaltaba en su cuello la nuez de Adán, en ese momento recordó como le gustaba a él que ella lo bese ahí.


Luciana habló y la hizo salir de su ensoñación.


- Bienvenida a mi país Paula.


- Muchas gracias.


- Hija, ¿no sabes lo que acabo de descubrir?… — Ana estiró su mano y tomó la de Luciana— Paula es la hija de una amiga mía de secundaria —Ana volvió a referir toda la historia.


- No me lo creo mamá… esto sí que es una gran coincidencia…


- Sí, muy grande — asintió Paula.


- Apuesto a que hoy mismo te estás mudando a casa…No te asombres Paula conozco a mi mamá de sobra, no te dejará en un hotel. — todos rieron… sí que conocían a Ana pensó Paula, todos habían concluido en lo mismo.


- ¡Por supuesto! — dijo ana e intentó parecer ofendida — como creen que la voy a dejar ahí, no sé por qué se asombran tanto, soy una persona extremadamente considerada y es lo que les he enseñado a ustedes desde pequeños, o acaso vos no harías lo mismo.


- Mamá sabemos que tus intenciones son buenas, pero podrías pensar en que Paula por ahí quiere intimidad.


- ¿Te estoy intimidando querida?


- No, como cree… — Paula le contestó en un tono dulzón.


- Qué esperas que te diga ¡¡¡mamá!!! Sos insufrible, por supuesto que no va a decirte otra cosa, Paula tiene educación.


- No, Luciana tu madre me cae muy bien y estoy muy agradecida de su hospitalidad, solo que la situación me tomó desprevenida.


Sonó el teléfono de Paula, era su madre para avisar cuando llegaba.


- Bueno mamá, no te preocupes te voy a buscar descuida.


- ¿A qué hora llega Ale? — se interesó Ana.


- El miércoles a las 8:20 am en un vuelo de Lufthansa, con escala, no consiguió otro, solo quedaba clase economy en otras compañías.


- Ok la iremos a buscar — le indicó Ana mientras le tomaba la mano a Paula.


- ¿Viene tu mamá? —Luciana preguntó extrañada.


- Tu madre y la mía han hablado por teléfono y han arreglado todo entre ellas.


- Fantástico mami, seguro estarás feliz, se nota en tu cara.


- Sí hija ni te imaginas, reencontrarme con alguien de mi tierra adorada es la gloria para mí.


Les trajeron la comida.


- La familia de Paula tiene viñedos en Mendoza Horacio — le contó Ana a su esposo.


- Ah, son artesanos del vino.


- Sí — contó Paula — realmente lo somos, porque nuestra recolección es manual, nuestras cepas son seleccionadas por expertos que las separan para elaborar el mosto que es el proceso de fermentación que hace que se separe el hollejo y la pulpa y se obtenga el vino, luego ese líquido obtenido se guarda en toneles de robles para su estacionamiento, bueno en verdad, es más complicado y largo el proceso, se los he resumido un poco.


- Debe ser fascinante ver como se elabora — Horacio se mostró intrigado.


- Sí lo es, realmente es mágico. Este año se puso en marcha la Champagnera, ahora también elaboramos Champagne.


- Como se llama la bodega — se interesó Luciana.


- Bodegas Saint Paule, están enclavadas en un oasis en San Rafael Mendoza a los pies de la Cordillera de los Andes, nuestros viñedos son bendecidos con el riego de los deshielos.


- ¿Lleva ese nombre por ti? — dijo Ana.


- No, en realidad por mi abuela, ella se llamaba Paulina, mis abuelos paternos son quienes fundaron la bodega, luego la trabajó mi padre, pero recién conseguimos éxito hace unos pocos años. Mi hermano la trabaja hoy en día y ha hecho de ella una muy productiva inversión, hasta premios internacionales tenemos, elaboramos un Chardonay que tiene tres premios fuera del país y dos locales, también tenemos un Gran Reserva Malbec, que es nuestro mayor orgullo, ese tiene cuatro premios en el exterior y cinco locales, el Malbec es la cepa característica de Argentina es la que nos distingue en el mundo vitivinícola porque es propia de nuestra región y en Mendoza crece de forma inmejorable, el clima del lugar es más que propicio.


- Ah tu padre debe estar muy orgulloso de tu hermano, debe confiar mucho en él — dijo Luciana.


- Sin duda confiaría mucho y si calculo que debe estar orgulloso desde donde está, mi papá murió hace diez años de un cáncer terminal que lo desbastó a él y a la familia, por eso mi hermano tuvo que hacerse cargo sí o sí de los viñedos, mamá y yo no entendíamos nada, por otro lado yo era muy chica — Paula hablaba con tranquilidad, después de tantos años la muerte de su padre ya era un tema del que podía referirse con mucha resignación.


- Lo siento Paula, no sabía.


- No te preocupes, aunque siempre va a doler, con los años uno aprende a resignarse — Ana le acarició el mentón.


Luciana de inmediato se arrepintió que la conversación haya llegado a ese punto, Horacio permaneció en silencio y Ana agregó.


- Es una enfermedad tan terrible, es verdaderamente espantosa, nosotros la sufrimos muy de cerca cuando la esposa de Pedro murió hace dos años de un cáncer fulminante en menos de seis meses, la pobrecita ya no parecía ella el último tiempo, y mi pobre hijo querido sufrió tanto todo el proceso, fue muy agónico verla irse cada día, Pedro fue su enfermero de tiempo completo, no sabes lo mal que lo pasó.


Paula empalideció de pronto, le faltaba la respiración, creyó que todo se le daba vueltas y que el estómago se le revolvía, Ana no tenía idea de la revelación que acababa de hacerle.


Luciana que sabía todo, comprendió porque Paula se había puesto como se puso, le tomó la mano y se la apretó bien fuerte, trasmitiéndole contención, Horacio no podía creer la bocota de su esposa, levantó los ojos y miró el techo y pensó en la gran metida de pata. Pedro se enojaría muchísimo cuando se entere que ella le reveló a Paula eso, pero también concluyó que la conversación se había ido en ese camino, el comentario parecía casi inevitable.


- ¿Te sientes mal Paula? — Ana se preocupó al notar la lividez de su rostro.


- Sí — asintió ella y comenzó a llorar.


- Ay corazón, disculpa, no quisimos ponerte así — Ana estaba muy afligida.


- No, no es nada… — dijo y la voz le falló.


- Acompáñala al baño hija —Horacio la conminó.


- Sí, vamos, vamos.


Paula y Luciana se levantaron del lugar y se fueron al sanitario.


- Tranquilízate Paula, sé por qué estás llorando, sé todo lo que ha pasado entre mi hermano y tú.
Debes tranquilizarte, sino tendremos que explicarles a mis padres con detalles, ellos creen que te pusiste así por el recuerdo de tú papá.


Paula estaba muda, se sentía muy descompuesta, inclusive en el sanitario tuvo nauseas, había dejado de llorar y se agarraba la cabeza.


Las palabras de Luciana sonaban lejanas, ella solo podía pensar en lo mal que había tratado a Pedro, en todas las cosas que le había dicho, en como lo había humillado, en como lo había juzgado sin sentido dejándose llevar por la ira, lo había comparado con Guillermo, con esa basura… lo había perdido...


- Paula, ¿me escuchas?


- Sí, sí, te oigo. ¿Qué hice? Lo arruiné todo…


- Tranquila, mi hermano está loco por vos, te perdonará — Luciana quiso animarla.


- Yo no me perdonaría, yo no lo haría. ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no me lo explicó todo? Hace dos meses y medio que estoy sufriendo por él, ¿cómo pudo callarse?


- Eso es algo que en su momento deberá explicarte él, no puedo decírtelo yo.
Ey, vamos tenemos que volver a la mesa o sino vendrá mi mamá para acá. ¿Crees que puedes regresar?


- Sí…


- Una cosa más no le digas a mi hermano que lo sabes.


- ¿Qué? ¿Cómo que no le diga? Se enterará…


- Sí algo lo conozco eso sería peor, él tiene su orgullo… luego te explico ahora vamos a la mesa cambia esa cara, se vienen tiempos buenos sé lo que te digo, ustedes se arreglarán.


- No Luciana, el viernes lo vi, lo traté tan mal otra vez, Pedro no me va a perdonar, le dije cosas tan feas, lo humillé en medio de la calle, no lo escuché, desconfié de él nuevamente, estaba tan ciega, me pidió tantas veces que confiara en él y no pude hacerlo.


- Lo sé, Pedro me contó, tienes una buena derecha — Luciana intentó bromear.


- Soy una bruta, una bestia, ¿por qué no quise escucharlo? él el viernes intentó que habláramos.


- Porque sos una cabezota, igual que él, Pedro también es un idiota, pero lo de él no tiene cura, son dos idiotas que prefirieron sufrir en vez de estar juntos.


- Quiero irme a Italia a buscarlo, es lo único que deseo.


- Lo sorprenderemos en la fiesta de mi mamá, yo te voy a ayudar, pensándolo mejor creo que si va a enterarse que sabes de Julieta, ya veremos.


- Gracias, en verdad aprecio como me estás tratando, soy consciente que no lo merezco.


- Uff, la verdad que no, mi hermano no la ha pasado bien, pero él también tuvo la culpa, y supongo que vos no la pasaste bien tampoco ¿lo querés?


- Más que a mi vida, lo amo… no he podido alejarlo de mis pensamientos y de mis sentimientos, aunque nunca lo hubiese aceptado sabiendo que él tenía esposa, intenté suicidarme por él.


- ¿Estás loca?


- Sí así de loca estoy por él, eres la única que sabe esto no lo digas a nadie por favor.


- Nunca más intentes eso por favor — Luciana la tomó de ambas manos.


- No, nunca más, lo entendí, mi amor por él es infinito pero tengo otros seres queridos también a quien les dejaría un
enorme vacío, supongo que fue una reacción impensada, mi vida no fue fácil.


- Solo quiero ver feliz a mi hermano, solo eso Paula, ahora a la mesa y con una sonrisa — Luciana le tomó las comisuras de los labios a Paula con sus dedos índices y le dibujó una sonrisa. Lo que bastó para hacerla reír a desgano.


Poco a poco, Paula fue encontrando el equilibrio, el almuerzo finalmente cayó en un clima totalmente laxo y cordial. Horacio a la hora de ordenar los postres pagó la cuenta y se despidió para regresar al trabajo.


- Bueno, mujeres la compañía de ustedes es increíble e inmejorable, ningún hombre se podría sentir más honrado que yo por estar rodeado de estas tres bellezas, pero debo ir a generar dólares para pagar los vestidos que presumo se irán a comprar para el sábado.


- Sí mi amor, ve a trabajar que yo me encargo de malgastar tu dinero he traído mi JP Palladium — Bromeó Ana y todos rieron.


- ¿Ustedes se encomiendan de buscar las cosas de Paula en el hotel, o prefieren que mande un empleado?


- No, nosotras nos encargamos, estoy con el auto papi, no te preocupes, mamá y yo nos ocupamos de eso.


Horacio se fue, entonces las mujeres terminaron de comer el postre y luego partieron a recorrer la 5th Avenue.


Entraron en una tienda en donde Ana y Luciana eran clientas y las atendieron como a dos reinas, como a tres en realidad.


La primera en probarse vestidos fue Ana que se decidió muy rápido por uno rojo de shantung, tanto Paula como Luciana
coincidieron que ese color era el apropiado para que la cumpleañera se destaque del resto de los invitados.


Luciana fue la más indecisa se probó tres vestidos, finalmente se decidió por un strapless de gasa de seda en color negro y pedrería que le sentaba muy bien.


Finalmente llegó el turno de Paula, que se decidió por un modelo en color dorado que le impactó apenas lo vio. 


Cuando ella apareció tras el probador madre e hija concluyeron que parecía una estrella de Hollywood.
La vendedora más allá que quería hacer la venta, afirmó que tenían razón.


A la hora de pagar, Ana no le permitió a Paula que gastara un centavo, se empecinó que era un obsequio de ella.


- No Ana, puedo pagarlo, además yo tengo que obsequiarte a vos es tu cumpleaños.


- Sé que puedes, pero quiero hacerlo, quiero hacerle un obsequio a la hija de mi amiga, ¿tan mal está eso? — discutir y tratar de disuadir a Ana era imposible, le hizo recordar mucho a Pedro y ahora entendía su tozudez.


Salieron ahí y se fueron a comprar calzado y carteras de fiesta, directo a Louboutin por supuesto y luego de eso pasaron por The Peninsula a buscar el equipaje de Paula para llevarlo al Belaire.


- Entra Paula, siéntete como en tu casa — le indicó Ana cuando bajaron del ascensor y entraron al lobby del penthouse de la familia Alfonso — Ofelia ya llegamos, ven que quiero presentarte a alguien, esta vieja no escucha nada, voy por ella.


Paula quedó maravillada con la vista panorámica del atardecer de Manhatan sobre el río y con una majestuosa imagen del Queensboro bridge, se acercó a los ventanales extasiada.


- ¿Bellísimo verdad? si hay algo que extraño de vivir acá es esta vista — concluyó Luciana.


- Estoy embriagada viendo esto… infunde demasiada paz.


- Así es.


Ana le presentó a Ofelia quien le pareció la anciana más dulce que había tratado, luego Luciana se despidió pues Ruben ya andaba reclamándola en su casa, intercambiaron los teléfonos con Paula y quedaron que la pasaría a buscar al otro día para ir a cenar a su departamento.


Tras la despedida Ofelia y Ana instalaron a Paula en la habitación que era de Luciana cuando vivía ahí, la cual aún permanecía intacta, con los vestidores vacíos claro está.



- Oscar ¿pasa algo? —Pedro atendió el llamado extrañado.


- Sr. disculpe que lo moleste, pero la Señorita Paula dejó el Hotel, quería avisarle.


- ¿Cómo que dejó el Hotel? — Pedro se desesperó, creyó que no había aceptado la propuesta de su padre y se había regresado a la Argentina.


- Sí, hace un rato, la acompañó su hermana y su madre a retirar las valijas y se fueron para la casa de sus padres al Belaire ¿quiere que siga vigilando ahí?


- No Oscar, está bien, deja todo ya no es necesario, de todas formas pensaba pedírtelo, yo me encargo.


Pedro cortó con Oscar y llamó a su hermana, no entendía nada.


- ¿Qué mierda hace Paula en casa de papá y mamá?


- Hola hermanito yo también te extraño mucho, gracias por llamar.


- ¡¡¡Una mierda Luciana!!! ¿Me vas a explicar?


- ¿Cómo lo sabes, tienes a tu lacayo vigilando a Paula? Un poco obsesivo ¿no te parece? — Luciana conocía muy bien las artimañas de su hermano.


- No me jodas Luciana, te hice una pregunta ¿qué mierda hace Paula en casa?


- Conoces a mamá, la conoció hoy en la oficina, se enteró que es de Argentina y se quedó encantada con ella, luego terminó descubriendo que Paula es la hija de una amiga suya de la escuela secundaria.


- ¿Qué? ¿La mamá de Paula y nuestra madre se conocen?


- Sí Pedro… ella y mamá eran amigas en la adolescencia.


- Y por supuesto no pudo dejar a Paula en un hotel. Dios que enredo.


- Si, a Paula no le quedó otra que aceptar, otra coincidencia en el destino de ustedes.


- ¿Y vos como apareciste en escena?


- Fuimos todos a almorzar y ahí me presentaron a Paula, por cierto me cayó de maravilla, es increíble.


- Bueno, resulta que ahora van a ser mejores amigas…


- ¿Por qué no? Si va a ser mi cuñada.


- No me jodas, Paula no quiere saber nada de mí.


- Bueno ahora que la conozco puedo jugar a tu favor hermanito.


- Ni se te ocurra, no te metas, no soy un crío de preparatoria a quien le tienen que conseguir una cita.


- Uff amargo.


- ¿Hablaron de mí?


- Te crees el ombligo del mundo chiquito, claro que no, si te nombramos fue solo al pasar, pero en casa de mamá y papá Paula puede enterarse de Julieta, ve pensándolo.


- Que se entere y que la mate la culpa y que se joda, yo le advertí que se arrepentiría y no me escuchó.


- Ay qué malote, Pedro Alfonso sos un cobarde en realidad.
Preferís que se entere por terceros y no por ti, quizá la que no podrá perdonarte después de eso sea ella, por hacerla sufrir, por callarte una verdad muy importante y para ser sincera yo si fuera ella no te perdonaría, sos un hipócrita.


- Chau Luciana, acá es muy tarde.


- Chau, yo no te llamé.


- Sos insufrible.


- Te quiero tonto, espera no cortes, mañana la invité a cenar a casa.


- ¿Ah sí?— él quiso demostrar que no le interesaba.


- Sí, hoy a la tarde salimos de compras, tu lacayo no te lo dijo.


- No sabía… ¿y?...


- Y nada, me cae muy, muy bien, las dos nos caímos bien.


- Siempre supe que sería así, se lo dije en Buenos Aires. 
Chau Luciana.


- Chau, que descanses.


Pedro estaba contrariado, bah, en realidad era el único estado actual en el que estaba sumergido últimamente, vivía de malhumor se podría decir.


Ella se llevaba bien con todos, conociéndola se imaginaba como trataba a todos con amabilidad, seguramente tendría buenos modos con su madre, con su padre, con Federico, con Alison, resultaba que a Luciana ya se la había metido en un puño, era injusto pensó, sentía envidia que ellos pudiesen estar con ella y disfrutarla y él en cambio solo podía desearla y pensara, con lo que él la quería, no era razonable que las cosas se dieran de ese modo y que ella lo despreciara y lo juzgara injustamente.


Y luego estuvo esperando todo el día un llamado de su padre para ver qué había sucedido y no se había dignado a hacerlo y si ahora Oscar no le contaba ni se enteraba que Paula estaba alojada en su casa.


Marcó el teléfono de Horacio, estaba exacerbado.


- Pedro, ¿qué haces a esta hora despierto? Son las tres de la mañana allá.


- Ya que tú no me llamas, lo hice yo.


En casa de los Alfonso estaban cenando Paula al escuchar que era Pedro se puso en alerta, Ana a los gritos mandándole saludos junto con Ofelia.


- Ay se pueden callar, son dos cotorras no escucho nada.


Horacio se levantó y se fue a la otra punta donde estaba la sala, para poder hablar con tranquilidad. Paula se lamentó que no pudiese escuchar de qué hablaban, y otra vez se amargó.


- Ahora sí hijo, ahora te escucho, no te llamé porque no tengo novedades, los siento, no imaginé que estarías esperando, lamento no haberlo considerado. Paula aún no me contesta, me ha dicho que lo pensará, también me señaló que es una buena propuesta y que lo analizará muy bien, inclusive se interesó en saber si vos estabas de acuerdo, le di toda esta semana para que lo pensara.
Pero además fue un día muy raro, ella está acá en este momento estamos cenando.


- Ya sé que está ahí.


- ¿Cómo que ya sabes?


- Sí hablé con Luciana.


- Ah, bueno, entonces ya estás al tanto de las novedades, resulta que tu madre y la madre de ella se conocen.


- Sí eso me dijo Luciana.


- ¿Cómo está?


- ¿Quién?


- Paula papá ¿quién va a ser?


- Ah, un poco cohibida, sabes cómo es tu mamá, pero está bien, la instalaron en la habitación de Luciana, como sabes Ofelia y tu madre se encargarán de hacerla sentir más que bien.


- Que mamá no la invada, ella puede ser muy invasiva, Paula debe haber aceptado por compromiso ir ahí.


- Seguramente y es que no le quedó otro remedio, pero no te aflijas, ellas se entienden, hoy anduvieron de compras, se llevarán muy bien, ¿eso no te contenta?


- Supongo que sí. Te dejo — en realidad no lo contentaba, le daba celos. Tenía celos de su madre sí que estaba loco pensó.


- Espera saluda a tu mamá.


- No papá, estoy cansado, seguro estará a mil revoluciones por minuto con Paula ahí, mandale un beso de mi parte.


- Bueno hijo un abrazo


Como era de esperar, Ana le recriminó que no le pasara con su hijo.


- Ana, son las tres de la mañana en Milán. Llamó por unas cosas que necesitaba saber, solo por trabajo, te envió besos y a vos también Ofelia, ¿no viste que casi no hablamos?


- Está bien, no he dicho nada… ¡Las tres de la mañana!… ¿y por qué aún está despierto a esa hora?


- No sé Ana, tu hijo es adulto, además él está en Milán y yo estoy acá, no sé porque está despierto, no tendrá sueño.


- Está bien querido no te enfades.


- No me enfado, pero debes aprender que tus hijos crecieron. Lo siento Paula.


- No te preocupes Horacio, creo que a todas las madres les cuesta asumir eso, mi madre es igual que Ana, se preocupa por todo.


- No me des ese aliento pequeña, que esta semana también viene tu madre, demasiadas mujeres en mi vida y yo el único hombre en esta casa, porque Federico casi nunca está, creo que no es justo…


Todos rieron y siguieron comiendo. Luego de cenar tomaron café en la sala, Paula se sentía muy a gusto con los padres de Pedro, Horacio luego del café se fue a dormir y Paula y Ana se quedaron en la sala charlando.


- ¿Quieres ver fotos viejas Paula? Creo que tengo algunas del Cardenal Spínola, seguro está tu madre en esas, déjame buscarlas.


Paula se sintió animada, seguro Ana traería fotos de Pedro también.


Estuvieron viendo fotografías hasta altas horas de la madrugada, aunque quería disimular, cada vez que aparecía una foto de Pedro, Paula se embobaba viéndola.


De chiquito, tenía el pelito más claro, y tenía pequitas en la nariz, y de bebé era regordete y el más hermoso de todos.


Le extrañó que no hubiera fotos de la boda de Pedro, pero no quiso preguntar, tampoco había ninguna donde él estuviera con su mujer. Ya exhaustas decidieron irse a dormir, pues a ambas se les cerraban los ojos, en el pasillo donde estaban las habitaciones Ana se detuvo y le explicó antes de retirarse a la habitación de ella.


- La primera es la habitación de Federico — le indicó Ana — la que le sigue es la que armamos de huéspedes, esa era la de Hernan, se la daremos a tu madre cuando llegue, bueno la tuya es la que era de Luciana, aún no la he redecorado, hace tan poco que ella se fue y la de acá al lado es la de Pedro, esa sigue igual a como estuvo siempre, porque él de vez en cuando viene y se queda en su antigua habitación.


Paula sonrió, esperó que en su sonrisa no se esbozara su ansiedad, pero tenía tantas ganas de entrar y ver cómo era la habitación de él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario