jueves, 31 de julio de 2014
CAPITULO 64
No conseguía dormirse, la angustia de saber que posiblemente había perdido a Pedro para siempre la asfixiaba, pero a diferencia de días atrás no lloraba, solo pensaba y repensaba posibles soluciones, ¿bastaría acaso con solo echarse en sus brazos y rogarle perdón? pensó en suplicarle y humillarse de todas las formas que tenga que hacerlo, no le importaba, solo quería recuperarlo, solo quería volver a sentir su olor y embriagarse con él.
Pensó que tal vez si lo llamaba… no, mejor era esperar a que vuelva, quizá Luciana tenía razón, la fiesta era una gran oportunidad para que ellos se acerquen.
Pero Luciana había dicho que no le diga que ya sabía de Julieta,
¿Por qué había dicho eso? Finalmente el cansancio de su mente la venció y se durmió.
El martes por la tarde Paula había quedado sola en el penthouse, Ana había ido con una amiga a ver las flores para el sábado.
Estaba aburrida hasta el hastío, no estaba acostumbrada a estar sin hacer nada, ni siquiera estaba Ofelia para conversar un rato pues estaba viendo TV en el cuarto de planchado, así que aprovechó y se escurrió en el cuarto de Pedro.
Se metió en el vestidor y como adicta olió la ropa de él, ¡cuánto deseaba que las cosas se arreglasen entre ellos!
En el armario había un frasco de Christian Clive Nº1 lo destapó y aspiró profundamente para llenar las fosas nasales de ese olor que la extasiaba, irremediablemente mientras se embriagaba con el olor, a su mente volvían innumerables momentos de felicidad.
Siguió recorriendo la habitación, en una de las mesas de noche había una foto de Pedro con una mujer, supo al instante que se trataba de Julieta, él la tenía en brazos y la besaba en la mejilla ella lucía frágil, ojerosa, cansada y extremamente delgada, llevaba un pañuelo en la cabeza, seguramente para ocultar su calvicie producto de la quimioterapia, pero igual se veía bonita, de tez blanca y ojos marrones, una belleza común nada extraordinario.
Por fin Julieta tenía rostro para ella.
No sintió celos, por el contrario le produjo una enorme pena.
Lo que le causó celos fue pensar si Pedro por Julieta sintió sentimientos más profundos que los que decía sentir por ella.
Trató de desembarazarse de esos pensamientos no quería envolverse en ellos, ella pertenecía a su pasado y eso no podía borrarse y tampoco quería sentirse angustiada, solo deseaba que Pedro regrese para empezar a ver de qué forma reconquistarlo.
Salió de la habitación de Pedro, se abrigó y decidió salir a conseguir un obsequio de cumpleaños para Ana, antes de irse le avisó a Ofelia.
Ya en la calle comprobó que era un día muy frío, se puso los auriculares para escuchar música mientras caminaba y se fue a tomar el metro.
No tenía ni idea que podía obsequiarle a Ana, mientras caminaba por 5th Avenue se preguntaba…
- ¿Qué comprarle a una mujer que lo tiene todo?
Finalmente, decidió entrar en Gucci, no pudo dejar de recordar los momentos vividos ahí con Pedro durante el viernes, ella lo había arruinado todo otra vez, lo había tenido tan cerca, él había guardado su orgullo otra vez y ella pedante y prejuiciosa lo había tratado peor que a un perro… el vendedor que lo atendió a Pedro ese día, la reconoció casi de inmediato ni bien ella puso un pie en la tienda, entonces se acercó muy cordialmente para ofrecerle su ayuda.
El comerciante tenía una tonada italiana y mezclaba bastante los idiomas.
- Buon pomeriggio, es un placer tenerla por acá nuevamente,
¿usted es la fidanzata del Sr. Alfonso verdad? — a Paula le encantó que la haya confundido con la novia de Pedro, no se molestó en sacarlo de su error simplemente se dedicó a devolverle el saludo…
- Buenas Tardes, seguramente que usted me podrá ser de gran ayuda.
- A su orden, signorina llámeme Ettore.
Paula le explicó que andaba en busca de un obsequio para una persona que lo tiene todo, y que desde luego sabía que no sería nada realmente especial, entonces solo esperaba que sea algo de muy buen gusto, le aseveró estar segura que ahí lo encontraría.
- Disculpe, espero no parecerle atrevido, estoy intentando definir quien recibirá el obsequio, ¿es tal vez para el señor Pedro? — a Paula no le extrañó que él pensase que era para Pedro, porque obviamente él tiene de todo también.
- No, Ettore es para su madre.
- Ah, en ese caso vayamos al sector de damas, qui per favore.
Ettore la guió hacia ese sector y allí le presentó a una vendedora de nombre Tania, entonces le explicó que ella la sabría orientar muy bien, ya que era la persona que siempre atiende a la Sra. Alfonso cuando viene de compras.
Paula se sintió aliviada de haber ido ahí, consideró que fue muy oportuno ya que lo que eligiese Tania de seguro sabría si Ana lo tenía.
Ni bien puso sus ojos en ella, supo que no tenía que buscar más, casi de inmediato se decidió por una cartera de cuero blanca, que tenía herrajes con motivos ecuestres en dorado, a eso le agregó una billetera y un estuche para su iPhone.
Salió del local satisfecha con su compra, y decidió seguir viendo los escaparates de la 5th Avenue, terminó dentro de Saks, donde hizo compras para sus sobrinos y también se dio unos gustitos para ella en Chanel y en Louis Vouiton.
Finalmete fue hacia el Rockefeller Center donde sabía que estaba Michael Kors, su ropa le encantaba, allá simplemente casi hizo añicos la tarjeta.
Como estaba muy cargada decidió tomarse un taxi.
Haber estado de compras la había distraído, aunque cada cosa que compró fue pensando en agradarle a Pedro.
El sábado parecía estar tan lejos que la ansiedad la estaba desesperando, solo pensaba en volverlo a ver.
Llegó al penthouse del Belaire, mientras subía en el ascensor sonó su teléfono,Luciana le avisaba que en quince pasaba a buscarla.
Ana ya había regresado…
- ¿Hola Ana como te fue con las flores?
- Muy bien, el sábado a primera hora llevan todo a los Hamptons, ya verás los arreglos hermosos que elegí, no quiero adelantarte nada para que te sorprendas — ambas sonrieron y Ana la abrazó, ella era muy afectuosa y a Paula le gustaba dejarse mimar, esos días estaba tan sensible — ¿parece qué fuiste de compras?
- Sí me di algunos gustos, también compré obsequios para mis sobrinos, voy a guardar todo, ya viene Luciana a buscarme.
- Vamos, a ver qué has comprado.
Paula se apresuró a llevar los paquetes a su habitación Ana la seguía por detrás, escondió el que era para ella en el vestidor y luego le mostró el resto.
Cuando Luciana llegó las encontró admirando los modelos de Michael Kors que Paula había comprado.
El viaje fue corto, no era muy extensa la distancia entre el Belaire y el triple de Luciana.
Ruben ya había llegado y estaba cocinando.
Él tenía horarios de oficina, pues seguía trabajando en Mindland, aunque desde que se había casado con Luciana, había pasado de chofer a administrativo.
Hechas las presentaciones, Luciana le dio a Paula un recorrido por la propiedad, le explicó que la había comprado amueblada, y que era un proyecto muy presuntuoso de un diseñador de interiores.
Durante la cena Ruben y Luciana le narraron como se habían conocido, también le contaron que por cuatro meses habían salido a escondidas porque él temía que todos se opusiesen a su relación. El que más se había opuesto al enterarse había sido Horacio, pero no por la condición económica de Ruben, sino porque no podía asumir que finalmente Luciana se había enamorado, sencillamente para Horacio lo mismo hubiese sido si se hubiera tratado de un jeque árabe.
Pedro, fue el que más había mediado entre ellos y es que Pedro y Luciana simplemente siempre se apoyan en todo.
Paula se sentía muy a gusto, Ruben le había caído muy bien, él era muy ocurrente, según Luciana fue lo que a ella más la enamoró, su buen humor, bien dicen que es requisito indispensable cuando se busca un marido.
Pero cabe destacar que ese hombre no solo era muy agradable, además había demostrado esa noche ser un eximio cocinero.
Entre tantas cosas que conversaron obviamente también se hizo referencia a la clínica de fertilidad y biogenética que dirigía Luciana con su hermano Hernan, el único del clan Alfonso que le quedaba por conocer.
Le explicó que de los cuatro hermanos él era el más serio y escueto, aunque de todas formas era una persona agradabilísima, en realidad Luciana destacó más que nada que trabajar con Hernan era muy fácil.
En cuanto a la clínica Paula se interesó en saber exactamente qué era lo que se hacía en ella, entonces Luciana le contó que además de brindar a sus pacientes tratamientos de infertilidad y métodos de fertilización asistida, también contaban con un programa de Donación de Oocitos (Cigotas) y con otro de donación de Embriones (Adopción).
Le refirió también que podían brindarles a sus pacientes la posibilidad de elegir el sexo del bebé y que cada vez era más común que las parejas acudan para eso, ya sea por enfermedades genéticas o porque por ahí tenían dos varones y no querían arriesgarse a tener otro, entonces se hacía una fecundación in vitro y luego se implantaba el huevo garantizando que era el de una niña.
Paula estaba fascinada oyendo la vehemencia con que Luciana se refería a su trabajo, ella amaba a su clínica y se sentía sumamente orgullosa.
Adentrándose en esa confianza que había nacido inusitadamente entre ellas, le contó que sus sobrinos habían nacido por fertilización asistida, ya que su cuñada no lograba quedar embarazada.
- Son los mellizos más bellos de la tierra — manifestó Luciana, mostrándose como la tía más orgullosa — ya los conocerás, están llenos de salud y fueron una gran bendición en nuestra familia.
Paula lo estaba pasando muy bien con Luciana ella le infundía simpatía, hasta sentía que ya le tenía aprecio, le parecía una persona muy agradable y muy justa.
Luego como no podía ser de otra forma, Pedro surgió en la conversación, Ruben se había ido a ver televisión y las había dejado solas.
- Sabés, la primera vez que Pedro me habló de vos él dijo que nosotras dos nos llevaríamos muy bien, que teníamos muchas cosas en común entre ellas la afición por comprar zapatos y carteras. Ahora pienso lo necia que fui, si él me había hablado de toda la familia, ¿como pude dudar tanto de él?…
Ambas sonrieron.
- Anoche me llamó — Luciana se quedó viendo la expresión de Paula.
- ¿Qué dice? — preguntó un tanto recelosa, temía escuchar algo así como que en Italia había conocido a alguien.
- Se había enterado que dejaste el Hotel y que mamá y yo te llevamos a buscar las cosas para llevarlas al Belaire.
- Tu papá le contó supongo… porque ayer llamó cuando estábamos cenando.
- Seguramente — Luciana mintió, no iba a decirle que su hermano la hacía seguir.
- Aunque no me extrañaría que me haya hecho seguir, para algo dejó a Oscar acá, no hay que ser demasiado inteligente, él es su soplón — Luciana enmudeció, pero consideró que Paula era muy inteligente — en Buenos Aires lo hacía — aseguró ella.
- ¿Y no te molesta? — Luciana estaba verdaderamente asombrada por la naturalidad con que Paula aceptaba el acoso de Pedro.
- ¿Cómo evitarlo? — Paula se encogió de hombros — lo que me tiene angustiada, es que el viernes por la noche salí con un amigo.
De seguro se enteró y debe estar furioso, Luciana siempre se entera de todo ¡él es tan celoso! en Buenos Aires a menudo se enojaba, que por la ropa, que por el trato con mis amigos, que por la confianza con mis compañeros de trabajo.
- ¿De verdad? vaya eso sí que es una novedad — Luciana se tapó la boca al darse cuenta que pensó en voz alta — por favor Paula no le digas que te lo dije.
- No te preocupes… lo más probable que no quiera ni verme, después de lo del viernes.
- No seas tonta, no pienses así. Sabes a Julieta nunca la celó, a ella le hubiese encantado eso.
- ¿En serio? — Luciana asintió con la cabeza — ¿te llevabas bien con ella?
- La verdad… Julieta no se llevaba con nadie de la familia, ella siempre creyó que no la queríamos.
- ¿Por qué creía eso, acaso era cierto?
- No, como crees, con lo buenos que son mis padres… mis viejos ven un gato moribundo en la calle y lo entran.
Es complicado y si Pedro nunca te habló de ella no creo que esté bien que yo lo haga.
- Por favor Luciana, camino por el agua, iluminame, me siento tan insegura por todo — Luciana la abrazó, luego de pensarlo unos instantes…
- Veamos… prometeme que Pedro nunca se va a enterar de esta conversación.
- Lo prometo, no tienes que preocuparte.
Luciana hizo una pausa…
- Pedro y Julieta se pusieron de novios en la preparatoria, mi hermano siempre fue muy lindo y las chicas abundaban a su alrededor.
“Ahora también, eso no debe haber cambiado” — pensó Paula.
- Si bien Julieta era linda, nunca fue de una belleza extrema y ella se sentía insegura, al principio yo no entendía que le había visto Pedro, pero bueno, la relación de ellos fue avanzando hasta que él empezó a sentirse asfixiado y la dejó. En realidad no estaba enamorado y comenzó a salir con otras chicas, él era joven y ya hacía dos años que salía con Julieta pero nunca le había sido infiel, de eso doy fe — Luciana hizo hincapié en sus palabras.
La cosa que ella insistió e insistió, lo persiguió hasta que volvieron y estuvieron de novios por siete años.
Salían por un tiempo, se peleaban por otro, él salía con otras mujeres, a veces con varias a la vez, luego Julieta insistía, y él hastiado de mujeres sin sentido en su vida accedía y volvía con ella, pero ella tampoco lo hacía feliz, porque al tiempo lo mismo, se peleaban, luego volvían.
Cuando él se entera de su enfermedad, ellos estaban distanciados y entonces volvió por compasión, aunque él no quiera reconocerlo.
Y ahí que nos sale que se casa, toda la familia se opuso, porque sabíamos que no la quería, que solo estaba actuando por piedad.
A mí sencillamente no me podía ni ver, pobre Julieta, decía que yo le tapaba todo a Pedro y para colmo un día nos escuchó discutiendo porque yo me oponía a que se casara, sabía que realmente no estaba enamorado, no quería que mi hermano sea infeliz, y entonces sencillamente desde ese día no me habló más.
Pedro y yo nos veíamos a escondidas, porque sino ella se ponía tan mal… y como estaba enferma él no quería angustiarla y yo lo comprendía, cuando ellos finalmente se casaron lo hicieron en el hospital, yo no pude ir, ella no quería que yo estuviese ahí, Julieta había empeorado de golpe y no pudo hacerse fiesta, ni ceremonia, ni nada de lo que estaba planeado.
Solo estuvieron casados por tres meses.
Cuando ella murió,Pedro se sintió el más culpable por no haberla hecho feliz en todos los siete años que estuvieron juntos, aunque en realidad si ella no fue feliz fue porque vivió obsesionada con mi hermano, y que Dios me perdone lo que voy a decir, a ella le gustaba la posición económica y social que tenía al lado de Pedro, Julieta era muy materialista y no lo disimulaba.
Pero a Pedro lo tomó tan de improviso su muerte, que prefirió culparse él, eso sumado a que sus suegros que son unos locos de mierda no tuvieron miramientos de atribuirle la infelicidad de su hija.
Terminaron por convencerlo.
De lo que gracias a Dios no pudieron persuadirlo fue de que Pedro le diera vida a los embriones que Julieta dejó congelados.
- ¿Cómo? ¿Cómo es eso?
- Cuando a ella deciden que le harán quimioterapia Hernan y yo les aconsejamos que guardaran embriones fecundados y además óvulos para preservarlos para cuando se curase, de esa manera, ellos podrían tener hijos propios, eran tan jóvenes… imagínate, ¿no sé si sabes? pero someterse a quimio generalmente produce infertilidad, no siempre, ¿pero cómo predecirlo? por eso es mejor tomar precauciones.
- No sabía, tampoco que se podían guardar los óvulos ni los embriones — dijo Paula — perdón por mi ignorancia.
- No te preocupes muy pocos lo saben, por lo general te enteras cuando te lo dice el oncólogo y no todos lo informan.
El caso es que ella nunca se curó, y los suegros de mi hermano pretendían que él alquile un vientre y que les dé un nieto, como eso no pudieron lograrlo, ahora lo presionan para que les devuelva esos óvulos.
- ¿Están locos?
- Sí de remate, bueno, hay quien lo hace, pero creo que ahí mi hermano se dio cuenta que nunca quiso hijos con ella y entonces otra vez la culpa…
En la actualidad sus suegros piensan interponer una demanda, quieren conseguir los óvulos para procrearlos con otro esperma, no pueden superar la muerte de su hija.
- Pero Julieta hubiese querido hijos con Pedro, no con otro…
- Exacto, por eso Pedro nunca cedió...
- Ahora lo entiendo, cuando nos conocimos él me dijo que no podía darme amor, porque su vida era muy complicada.
- Pero se enamoró… él te ama Paula.
- Sí y yo como sí él no tuviera demasiados problemas le traje aún muchos más, soy una imbécil — se puso a llorar, Luciana intentó calmarla — lo que más preocupada me tiene es lo que estará pensando de mí, capaz que cree que ya lo olvidé.
- ¿Con quién saliste el viernes?
- Con un compañero del colegio que vive acá, él trabaja como broker en la bolsa, en las vacaciones nos encontramos en Mendoza, Gaby había ido de visita a ver a sus padres también. Estoy segura que Pedro sabe de mi salida, sé que se va a enojar mucho, el viernes cuando nos encontramos me recriminó que le haya permitido a Gabriel irme a recoger al aeropuerto, fue una de las cosas por las que terminamos discutiendo, él también había ido a buscarme.
- ¿Y ese Gabriel es solo un amigo?
- Si fuera por él no.
- Shit, sí que debe estar enojado mi hermano.
¿Sabes? estuve pensando y es obvio que se enterará que te enteraste de Julieta.
- Sí Luciana también estuve pensando en eso, además de que otra forma le explicaría mi cambio de predisposición hacia él. Tú hermano sabe perfectamente que de no estar libre no tendría posibilidades conmigo.
Tengo que asumir todas las consecuencias por no haberlo escuchado, por comportarme como una chiquilina.
- Él tampoco se comportó con demasiada adultez… aunque sea mi hermano no voy a hacer la vista gorda, tendría que haberte dicho la verdad a como dé lugar. — Paula hizo un mohín.
Ayer cuando habló le sugerí que podías enterarte de Julieta en casa de mamá y papá.
- ¿Y qué dijo?
- ¿En serio quieres saber?
- Por favor…
- Que mejor, así te carcomía la culpa por haber desconfiado de él.
-Tiene razón, así estoy. Sé que tomará ventaja de eso y se hará rogar, tendré que hacer mi lucha, solo espero que no sea tarde, él me advirtió varias veces que me arrepentiría, guardó su orgullo e intentó que lo escuchara y ahora sabiendo lo que acabás de contarme sé que le debe haber costado demasiado .
- Ay como crees, si los dos están muertos de amor.
- ¿De verdad crees que está muerto de amor por mí?
- ¿Todavía lo dudas? ¿qué más tiene que hacer mi hermano para demostrártelo? ¿por qué dudas tanto?
- Se trata de algo que me pasó… es difícil hablar de eso… — hizo una pausa
- Si no quieres no me cuentes.
- No, está bien… tengo que sacarme ese estigma … estuve por casarme hace poco más de dos años, el día anterior a la boda encontré al que iba a ser mi esposo con mi mejor amiga en la cama. — Luciana cerró los ojos, aunque lo sabía imaginó la situación e intentó entenderla.
- Oh, supongo que eso explica tu inseguridad, también explica porque te cegaste tanto cuando creíste que Pedro era casado.
- ¿Ustedes no piensan dormir hoy? — dijo Ruben asomándose por el resquicio de la puerta.
Paula miró la hora en su reloj.
- Las doce…
- Que tarde, ni cuenta me había dado… Vamos Paula que te llevo.
- No, ¿cómo creen que van a andar a esta hora solas? vamos que las llevo yo — Ruben se ofreció de muy buen gusto.
- ¿No quieres quedarte a dormir acá? Hay lugar de sobra.
- Luciana, me encantaría, pero mañana tenemos que ir con Ana a buscar a mi mamá al aeropuerto.
- ¡Cierto! no te preocupes te llevamos.
El miércoles por la noche Ana había organizado una cena para que sus hijos conozcan a su amiga, a la madre de Paula.
Precisamente durante la cena es que Ana se da cuenta quien es Pedro, porque como era el único que faltaba Ana le acercó un portarretrato para mostrarle a su hijo más pequeño.
En la primera oportunidad que tuvo Alejandra arrinconó a su hija.
-Paula Chaves, ¿querés explicarme? porque no entiendo nada…
- Shh nos pueden escuchar, acá nadie sabe de Pedro y yo.
- ¿What? ¿Estás loca niña?… el sábado en la fiesta él estará con su mujer — Alejandra ya estaba al tanto de todo, ella sabía porque Pedro y Paula se habían separado, su hija por teléfono un día que estaba muy angustiada se lo había contado.
- No mamá, él no tiene mujer, él es viudo, todo fue una confusión.
- ¿Qué?
- Shh ahí viene Ana, después hablamos.
Lorena la esposa de Hernan era una mujer muy encantadora y sumamente sencilla.
Paula y ella se habían entendido muy bien, conversaron durante toda la noche junto a Luciana, Alison no había podido venir pues tenía el cumpleaños de una amiga.
Así que ellas anduvieron con los niños a cuesta casi todo el tiempo, y es que Lorena se veía tan cansada que trataron de aliviarla upando en ese rato a los bebes.
La familia Alfonso era exquisita y excelentes anfitriones además, la cena había sido muy hogareña, Paula y Alejandra se habían sentido muy cómodas.
En el penthouse ya estaban todos acostados, Paula entonces se fue a la habitación de su madre y se deslizó en la cama con ella, como cuando era pequeña y fingía que le dolía la panza para que su padre y su madre la dejen dormir con ellos.
Ale estaba rendida, pero se dio cuenta que su hija la necesitaba, parecía un cachorrito que precisaba del cobijo de su madre, entonces haciendo un gran esfuerzo para permanecer despierta la escuchó, Paula lentamente fue contándole todo de Pedro, y luego lloró en sus brazos hasta que no le quedaron más lágrimas.
Alejandra la besó interminablemente, la abrazó, le acarició la espalda, la cara y secó sus lágrimas una a una con sus besos, hasta que ella se calmó.
- La cagué, mami, sé que no te gusta que hable mal, pero es la única verdad.
- Paula, hija querida, por ahí no sea demasiado tarde ¿no decís que el día que llegaste él te fue a buscar al aeropuerto? Eso quiere decir que todavía le importás.
- Sí mamá pero quizá se cansó de rogarme que lo escuchara,
¿qué tal si conoce a alguien en Italia y se olvida de mí?
- Ay Paula, no seas tan fatalista, por qué pensar que justo ahora va a conocer a alguien, además hija si él verdaderamente te ama, no te va a reemplazar tan fácil.
- Pero puede pasar, como me conoció a mí en Buenos Aires ahora bien puede conocer a alguien en allá y enamorarse.
- Eso no sucederá… ya vas a ver que cuando regrese del viaje se van a arreglar.
- No lo sé, ojalá que tengas razón… pero hay algo más… vos sabes que yo acá vine por trabajo.
- Sí, claro, trabajas en la empresa de Horacio.
- Bueno, esto es un secreto, porque será una sorpresa para Ana. Horacio se retira de la empresa, y al mando queda Pedro y Federico y él quiere que yo venga a ocupar el puesto que dejará Pedro
- ¡Hija, tan lejos vas a estar! Pero, bueno de todas formas si te arreglas con él, igual te vendrás a vivir acá, así que para el caso es lo mismo.
- Aún no acepté.
- ¿Cómo que aún no aceptaste?… Paula, es una gran oportunidad, casi se podría decir que estás en la cima de tu carrera.
- Sí lo sé, pero si Pedro no quiere volver conmigo, no podré seguir a su lado trabajando, se me romperá el corazón a diario.
- Bueno es un riesgo que tenés que asumir, la vida no es fácil, dime algo, contestame con el corazón Paula, antes de enterarte que Pedro no tenía mujer ¿pensabas aceptar?
- No tuve tiempo de considerarlo, pero presumo que sí, hubiese querido demostrarle a Pedro que a pesar de todo soy muy profesional.
- Entonces, perdoname hija no sé qué estás dando tantas vueltas, no tenés nada que pensar Paula, además una oportunidad como esta no se da todos los días. Vamos cambiá esa cara, cuando viniste para acá, creías que todo estaba perdido con Pedro, no entiendo porque estás tan negativa, tenés un excelente ofrecimiento laboral, y encima el hombre que amás está libre y aun pensando en vos.
Paula, mi amor, todo va a estar bien.
- Tenés razón mamá, no voy a esperar al viernes, mañana mismo me voy a levantar temprano y me voy a ir a Mindland a hablar con Horacio, le diré que acepto.
- Me parece una gran decisión, ¡esa es mi chica valiente! Ahora a dormir Paula por favor, se me cierran los ojos.
- Si mamá, perdoname por desvelarte, gracias por escucharme y por los mimos.
Mami te quiero, estoy feliz de esta coincidencia que tú y Ana se conociesen, me encanta tenerte acá conmigo — Ana le llenó la cara de besos y Paula entonces se levantó y se fue a su habitación.
A media mañana Mandy le anunció a Horacio que ella estaba en la empresa.
- ¿La hago pasar?
- Sí, por supuesto.
Paula se asomó por la abertura de la puerta del despacho y Horacio se puso de pie para recibirla.
- Adelante Paula, pasa querida.
- Hola Horacio, perdón por venir así a interrumpir tu día, pero no encontré oportunidad para avisarte esta mañana que vendría, Ana estaba ahí.
- Presumo entonces que tu visita tiene que ver con mi propuesta.
- Exacto Horacio, he tomado una decisión, anoche me quedé hasta tarde hablando con mi madre, quizá te extrañe que tratándose de mi trabajo lo consulte con ella, pero acá hay un enredo tan grande del que presiento no tenés idea.
— Horacio la miró a los ojos, la tomó de las manos.
- ¿Te referís a Pedro?
Paula abrió los ojos tan grandes y además se quedó con la boca abierta.
- ¿Vos sabías?
- La verdad, Ana es quien no está enterada en casa.
- ¿Federico también?
- Tiene conocimiento de que ustedes tuvieron una relación, nada más. No te sientas cohibida, lo que existió entre ustedes pertenece a la intimidad de ambos.
- ¿Él te contó? — Horacio asintió con la cabeza.
- ¿Cuánto sabes de nosotros?
- ¿Por qué quieres saber eso?
- En realidad lo que quiero saber es como definió Pedro nuestra relación.
- ¿Y por qué me lo preguntas a mí? ¿acaso tú no sabes qué fue lo que ustedes tuvieron? — ella en realidad lo que quería establecer era si él solo le había referido a Horacio que lo de ellos fue solamente un amorío pasajero, aunque consideró que realmente estaba desesperada para estar preguntándole esto.
- Tienes razón, disculpa — decidió dejar el tema a un lado y Horacio no quería inmiscuirse en una cuestión que era pura y exclusivamente de ellos, aunque le dio cierta pena la
desesperación de Paula, porque así es como había sonado, desesperada… pensó en decirle que lo sabía todo, incluso el motivo de la ruptura, pero calló.
Horacio se levantó dando por terminado el tema y sirvió café para ambos.
- Bueno Paula te escucho…
- La verdad Horacio es que desde que me lo propusiste supe que aceptaría, aun sabiendo que eso significa trabajar a diario con Pedro, no podía resistirme, pues mi carrera es muy importante para mí y tu oferta es imposible rechazarla y por sobre todo soy muy profesional.
- Bien, pero… porque presiento que hay un pero, el tono de tu voz te delata.
- Tenés razón, hay un pero… y eso se debe a que ahora las cosas han cambiado…
- ¿No vas a aceptar?
- Todo depende de vos, ahora que sé que Pedro no está casado,
¿no sé si sabías el motivo por qué él y yo nos distanciamos?
- Sí Paula lo sabía… — le hizo una caída de ojos.
- Ok, entonces no hay nada que explicar, solo te diré que voy a intentar recuperar nuestra relación, y si vos no estás de acuerdo con que mezclemos el trabajo y la vida personal, entonces te digo que lo lamento Horacio, pero no aceptaré, porque mi prioridad hoy por hoy es reconquistar el amor de tu hijo, en este momento no hay otra cosa que me importe más.
- La vida personal es exclusivamente de ustedes, así que resuélvanla como mejor les parezca mientras eso no interfiera en la empresa, y además Paula, — Horacio se acercó y la tomó de las manos — si yo no hubiese sabido que esto iba a pasar, ni siquiera te hubiese hecho venir.
¿Sabes una cosa? me gustas como nuera — Paula se aflojó y sonrió tímidamente — ey pequeña, te acabo de decir que me gustas como nuera y solo una sonrisa desteñida recibo.
- Es que primero tengo que convencer a tu hijo que me perdone.
- Eso es un hecho… ven acá dame un beso y un abrazo y cambia esa cara, acabas de tomar una gran decisión, no te vas a arrepentir y lo más importante sé que yo tampoco en ofrecerte el puesto de Directora de Mindland International.
- Gracias por la confianza — Horacio le palmeó la mano y le sonrió francamente.
- Te lo ganaste.
- ¿Cuándo le dirás a Ana?
- Ah ese será mi regalo de cumpleaños pienso hacerlo en los Hamptons.
- Perfecto… y a Pedro ¿cuándo le dirás? Digo… ¿le comunicarás que he aceptado?
- Hoy mismo, si no lo hago se enojará demasiado, también se lo comunicaré a Federico.
- ¿Puedo pedirte un favor? No es nada que te comprometa… — Horacio se tomó del mentón calculando lo que le pediría Paula.
- ¿Qué cosa?
- Que si él te pregunta si yo me enteré y por eso acepté, que le digas que igual iba a hacerlo.
- Creo que eso es algo de lo que tendrás que convencerlo vos.Pero veré como puedo sugerírselo.
- Gracias. Te dejo para que puedas seguir trabajando, además tenemos que acompañar a mamá a comprarse un vestido para el sábado.
- Ok Paula, estoy feliz que hayas aceptado, sé que dejo a Mindland en buenas manos.
- Gracias Horacio espero no defraudarte.
- Sé que no lo harás
Pedro estaba en el hotel dándose una ducha, no veía las horas de regresar a New York, solo pensaba en Paula.
Estaba vistiéndose pues tenía una cena de negocios. Un ejecutivo francés estaba interesado en adquirir una franquicia para abrir una tienda en su país.
Sintió que sonaba su celular, fue hasta donde había quedado apoyado y lo tomó de la mesa de noche, era un whatsapp el que le había llegado, lo abrió, y para su asombro era Paula que le había enviado una nota de audio, las manos le temblaron, el corazón le palpitó con fuerza, y ansioso la escuchó, sonaba la canción de Adele, One and Only, inmediatamente recordó el día que hicieron el amor con esa canción, la había elegido él, ese día la había llevado a comer a uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires para festejar su nombramiento, lo supremo fue cuando llegaron a su departamento, Pedro le hizo el amor durante toda la noche, la había amado de todas formas, su cuerpo había sido suyo de todas las maneras que él había querido que lo fuera, y al otro día empezaron los llamados, ¿qué quería decirle Paula ahora con esa canción? ¿Por qué le enviaba esa nota de audio?
Mientras conjeturaba sonó su teléfono.
- Papá ¿cómo estás? — dijo secamente.
- Bien hijo muy bien, tengo novedades por eso te llamo, pensé que te gustaría enterarte antes que nadie — entonces Pedro supo de inmediato lo que esa canción significaba.
- Paula aceptó ¿verdad?
- Sí, ¿cómo lo sabes? — ahora entiendo pensó Pedro sabe de Julieta se sonrió, no le contestó, a cambio le hizo otra pregunta para corroborar lo que sospechaba.
- Paula ¿se enteró de Julieta?
- Sí hijo, se enteró, tarde o temprano iba a hacerlo, esa verdad iba a salir a la luz en cualquier momento, estando ella acá era obvio que iba a enterarse, pero la decisión la tomó antes.
- ¿Cómo fue que se enteró?
- Paula estaba refiriéndose a la enfermedad de su padre, y tú mamá entonces… metió la pata.
- Está bien, te dejo, estoy arreglándome para salir, tengo una reunión con un francés por una franquicia, se contactó conmigo esta mañana.
- Que buena noticia, no paran las buenas noticias en Mindland.
¿No pareces contento con la decisión de Paula? — Pedro no había dejado escapar ninguna emoción, hablaba en un tono imposible de detectar lo que estaba sintiendo.
- Es un poco extraño como me siento, para serte totalmente sincero, quisiera saber en realidad que piensa ella, no veo las horas de volver.
Cuando cortó con su padre, su teléfono volvió a sonar, miró la pantalla, era Paula pero esta vez lo estaba llamando así que la dejó ir al contestador, su venganza había empezado...
- De pronto te dieron ganas de hablar, ahora el que no quiere hablar soy yo, voy a hacer que sepas lo que se siente cuando ruegues y no te den oportunidad.
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