martes, 15 de julio de 2014
CAPITULO 10
Se dejó caer sobre mi pecho sin salir de mi interior. A medida que nuestras respiraciones fueron normalizándose, empezamos a movernos. Salió de mi vagina y se apoyó en un codo, me tenía aprisionada contra el respaldo del sofá, me miró y me besó en la punta de la nariz mientras me sonreía.
- ¿Dónde está el baño? — le pregunté.
- Tenés uno en la primer planta y otro en la segunda, dentro de la habitación.
No quería salir de su cobijo pero necesitaba refrescarme.
Me levanté y cuando lo hice me pegó una nalgada que me hizo reír. Me di vueltas y le guiñé un ojo. Se acomodó en el sillón llevando sus brazos a la nuca mientras me veía ir, creo que estaba disfrutando de su vista.
Me deslicé ascendiendo por el hueco de la escalera, allí había una araña de cristal de fibra óptica con forma de lágrima, que cambiaba de ámbar a azul, a verde, a rojo, llamó mi atención pareciéndome demasiado sofisticada.
Llegué al baño que ocupaba toda la primer planta de la suite, era abrumador y espectacular en su totalidad, estaba revestido de mármol italiano en tono gris y blanco había una ducha en forma de cascada y un jacuzzi abierto.
Que ostentación pensé, me senté en el inodoro e hice pis, no podía dejar de reflexionar en todo lo que había pasado, que hombre más intenso… es muy bueno en el sexo, nunca me hicieron pasar por tantas sensaciones y yo que creí que no era tan inexperta. Me sequé con cariño mi chichi, luego de cómo la había tratado Pedro necesitaba un poco de mimos, me carcajee en silencio con mis pensamientos.
- ¿Se puede? — preguntó antes de entrar
- Sí, entrá.
Yo ya me había levantado del sanitario y estaba refrescándome la cara, pero sin echarme demasiado agua para que no se me corriera tanto el maquillaje.
- Estaba sonando tu celular, pero se cortó antes que llegara — me explicó — estaba en el piso, se ve que se cayó de tu cartera.
Me lo entregó miré la pantalla y devolví la llamada,
- Hola Mati.
- ¿Nena estás bien?
- Si Mati estoy bien…
- ¿Dónde estás?
- ¿Durmiendo… viste la hora qué es?
- Si lo siento ¿Pero dónde estás?
Le contesté con otra pregunta…
- ¿Y vos dónde estás?
- En un taxi llegando a casa, Dai se volvió a enojar, quiso que la lleve a la suya, me dejó pagando otra vez.
- Algo le habrás hecho…
- Se supone que sos mi amiga y tenés que estar a mi favor.
- Mati no es hora para esto…. es tarde mañana hablamos, ahora andate a dormir.
- OK mala onda…
- Beso hasta mañana.
Corté antes que pueda seguir preguntándome.
Pedro se había quedado a mi lado todo el tiempo, me tenía abrazada por detrás, mientras me besaba el cuello, parecía que no podía parar.
Me dio la vuelta y me besó en la boca, pero no fue como los besos que me dio cuando llegamos, esta vez lo hizo suavemente, sus labios eran carnosos y sensuales, besaba muy bien, nos acariciamos con cariño nuestras lenguas, los dos estábamos desnudos, me tenía agarrada de la nuca mientras yo hacía puntas de pie porque estaba descalza.
Cuando nos separamos, su pene empezaba a erigirse contra mi piel lo miré y me guiñó un ojo y me sonreí.
Segunda vuelta pensé, ¿tan pronto está listo otra vez?
¿Será que Pedro es de este planeta? jamás estuve con un tipo que tan pronto estaba preparado para un segundo round. Vaya esto si es una sorpresa…
- Vamos a la cama — murmuró.
Me tomó de la mano llevándome hacia la escalera, subimos una planta más y entramos en la habitación, nos quedamos enfrentados en la entrada.
Pedro aún mantenía mi mano aferrada a la suya, se la llevo hasta la nuca, interpreté que quería que lo acariciara, me despejó el pelo de la cara y me indicó que cerrara los ojos y me beso tiernamente un párpado, luego el otro, finalmente depositó uno muy pequeñito en la punta de mi nariz y otro muy suave en mis labios.
Yo le acariciaba el cuello con mis dos manos, abrí mis ojos y lo miré, sus ojos azules bailaban de deseo nuevamente, pero esta vez nos estábamos tomando todo nuestro tiempo.
Nos miramos por un rato en silencio, yo seguía acariciándolo, entrelazando mis dedos en su cabello y especulando en lo que él estaría pensando.
Era tan lindo, su rostro era tan perfecto, tenía de rudo y de ángel en la medida justa.
Sostenía mi cara con las dos manos, con su dedo pulgar definía mis labios, saqué mi lengua para humedecerlos y aprovechó la apertura de ellos para meterlo dentro de mi boca, se lo acaricié con la lengua lo rodeé una y otra vez, él arqueó una ceja y se sonrió.
Sentía como mi vagina se ponía viscosa nuevamente y también como comenzaba a hincharse su pene constituyéndose y rozando mi pubis.
Sacó su dedo de mi boca y aferró sus manos a mis hombros, mientras me regalaba su sonrisa que era tan seductora, le sonreí y me acerqué a sus labios para besarlo, los lamí y me separé ligeramente para ver su rostro, tenía una expresión incrédula que le formaba unos pequeños pliegues en la frente, llevé mi mano a ellos para recorrerlos con mi dedo índice, ¿como hay que hacer para entrar y quedarme en tu cabeza? pensé… Pedro relajó su frente en mi mano y descansó en ella cerrando los ojos para disfrutar, entreabrió los labios y de ellos dejó escapar un gemido, deslizó una mano por mi omóplato hasta rodearme la espalda y se movió con rapidez sorprendiéndome, me levantó de las corvas de mis piernas y me cargó en sus fuertes brazos, se sentía tan bien estar así, que me aferré a su cuello y me hundí en él aspirando las notas de sándalo de su exquisito perfume mientras me llevaba hacia la cama, creí que me dejaría sobre ella pero no lo hizo, evidentemente no tenia ningún apuro, me dejó parada a un costado y volvió a tomarme de los hombros, no hablábamos, simplemente nos estábamos dedicando a acariciarnos, resbaló sus manos por mis brazos arrullándomelos y buscó mis dedos entrelazándolos a los suyos, dio un paso hacia atrás y con la vista me recorrió todo el cuerpo, admiró cada una de mis curvas, su actitud de pronto me dejo indefensa, su mirada me hacia sentir en inferioridad de condiciones, era tan profunda y mordaz, que me solté una mano y bajé la mirada mientras me mordía un dedo.
Pedro me tomó de la barbilla y levantó mi cabeza mientras movía la suya desaprobando mi actitud, frunció su labios y su ceño, entonces se acercó a mi boca e introdujo su lengua, de inmediato le di paso disfrutando de todas las sensaciones de su beso y me entregué a su intrusión y la entrelacé con la mía, me sentía poderosa besándolo. Se apartó de mí y abrió la cama, corrió el cobertor y la sábana superior y se sentó, se echó hacia atrás y se quedó semi recostado viéndome apoyado en sus codos sobre el colchón, instantáneamente me incliné y busqué su boca nuevamente, que a esta altura se había convertido en una adicción para mi, me sentí tan audaz, que empecé a bajar con mis besos por su cuello, Pedro dejó escapar un gemido contenido y tiró su cabeza para atrás para darle más paso a mi lengua que reptaba por su carótida y por su nuez de Adán.
Sin perder más tiempo me arrodillé sobre la cama y empecé a besar todo su cuerpo, lo besé en cada músculo y a mi paso sentía como temblaba ante mis caricias.
Quería llevarlo hasta un lugar donde nadie lo haya llevado, no se si podría hacerlo pero lo estaba intentando, quería que sus sensaciones, solo le pertenezcan a mis besos, que exista una diferencia con otros que le hayan dado, quería enloquecerlo de placer y que nunca me olvide. Le lamí los pectorales y con mi mano le acaricié el bello de su pecho para comenzar a descender por sus abdominales que estaban tensados ante mis caricias, mis ojos afanosos no querían perderse ni un instante, ni una sensación, levanté mi cabeza para ver cuanto estaba disfrutando de mis mimos, y él permanecía atento a cada uno de mis movimientos tampoco yo quería desaprovechar de verlo, estaba ahí tan íntimamente con él y era consiente que lo que no haga esta noche no tendría oportunidad de volver a hacerlo.
Pedro me había entregado el control del momento yacía perdido en mis caricias y mis besos, tenía los labios entre abiertos y sus ojos se habían enardecido y cambiado a un azul intensísimo. Volví a concentrarme en mi tarea y comencé a acariciarlo con la punta de mis dedos, le contorneé sus huesos ilíacos delimitando su triángulo invertido, luego me concentré en su rastro feliz que comenzaba en su ombligo, lo recorrí con mis dedos hasta llegar a su pene, acaricié toda la longitud de su sexo empuñándolo en mi mano, subí una y otra vez hasta que lo sentí temblar. Una gota de líquido preseminal se escapo por su hendidura y me sentí tentada, sin poder contenerme pasé mi lengua para recogerlo. Abrí mi boca y succioné, me moví sobre él enterrándolo y sacándolo de mi boca, varias veces hasta que me rogó que parase.
Sí Pedro, pensé, así te quiero, rogando, llevándote al extremo, te quiero sin aliento, extasiado, entregado, al borde del delirio.
Tomó aliento e intentó valerse de su autocontrol. Me indicó que me acostara de espaldas, para hacerlo, se valió de unos golpecitos en la cama que supe interpretar muy bien.
Me separó las piernas y se acomodó dejando su cabeza entre ellas. Se apoyó en uno de sus antebrazos y con la otra mano me abrió los labios de la vagina.
- mmm nena… me encanta lo mojada que estás — me dijo.
Hundió un dedo en mi sexo, lo metió y lo sacó varias veces girándolo, luego comenzó a rodear mi clítoris con su pulgar mientras me besaba la entrepierna. Sus besos fueron subiendo me lamió el clítoris luego tensó la lengua y lo rodeó imitando el movimiento que había hecho con su dedo, cuando lo sintió bien hinchado me lo mordió.
Wow que bien se sintió eso. Volvió a tensar la lengua para rodearlo y luego morderlo, mi cuerpo agitado por su tortura era incapaz de quedarse quieto. Lo hizo una y otra vez y emití un quejido ahogado. Me introdujo otro dedo en la vagina y a ritmo los entró y los sacó varias veces.
-Pedro por favor — le rogué, los papeles se habían invertido pensé y ahora era mi turno.
Pero no me hizo caso siguió con su tortura a mi sexo. Volví a suplicarle.
- P-E-D-R-O.
Su nombre salió de mi boca entrecortado y poco audible ya no era dueña de ninguno de mis actos. Volvió a entrar y a salir con sus dedos, pero ahora además los movía dentro buscando un punto exacto. Volví a nombrarlo…
-Vamos Paula dejate ir… dejame sentir como me sorbes los dedos con tu vagina.
Dicho eso me entregué a su intrusión, levanté mi pelvis y le estreché los dedos con mi sexo, consiguiendo el clímax mientras me movía para encontrarlos cada vez que entraban.
Se arrastró sobre la cama y se subió sobre mi cuerpo. Me metió los dedos que habían estado en mi sexo dentro de mi boca junto con su lengua, retiró los dedos y me besó intenso. Vaya eso si que fue erótico… Se apartó y del cajón de la mesa de noche sacó un preservativo, desgarró el envoltorio y se lo colocó arrodillado en la cama. Me tomó una pierna y comenzó a besarla la dejó sobre su hombro, lo mismo hizo con la otra, me agarró de las caderas y se movió para que mis piernas queden colgando de sus brazos, ahueco su pene en mi vagina y comenzó a moverme dirigiendo mi cuerpo con sus manos para adelante y para atrás enterrándolo en su pene varias veces, luego paró para bajarme las piernas y se valió una vez más de su autocontrol, me giró y abrió mis piernas y levantó mi trasero, me acomodó para que me quede arrodillada y apoyada en mis antebrazos y me hizo echar ligeramente hacia adelante y que hunda mi cabeza en la almohada, se metió entre mis piernas y apoyó su mano izquierda en la unión de mi trasero y mi espalda, con su mano derecha tomo su pene y lo dirigió a la entrada de mi vagina enterrándose en ella, con la mano que le quedó libre, se aferró a mi cadera y comenzó a moverse despacio, entrando y saliendo, entrando y saliendo…varias veces, paraba y volvía a comenzar varias veces más, me soltó la cadera se recostó ligeramente en mí y enrolló su brazo a mi cintura, mientras tanto con la otra mano buscó mi clítoris y lo acarició mientras empezó a moverse nuevamente entrando y saliendo lento… paraba para comenzar nuevamente, entrando y saliendo lento muy lento…
- ¿te gusta nena? — Me habló muy cerca del oído.
- Sí Pedro, sí… no pares por favor.
Giré la cabeza para que me besara, quería provocarlo y que deje de moverse tan pausadamente, chocamos nuestras lenguas con desesperación y conseguí que empiece a arremeter dentro de mí con toda su furia contenida.
- Dame tu orgasmo, vamos dámelo, dámelo ya, Paula dale.
Me suplicó sin dejar de moverse.
Me moví con fuerza para chocar contra su pelvis y grité, grité con poderío, mientras mi cuerpo llegaba al éxtasis que su cuerpo me ofrecía y él también gritó y se entregó alucinado mientras se movió más profundo unas cuantas veces más, hasta que terminó de eyacular.
Se dejó caer sobre mí, entonces aflojé las piernas que las tenía tambaleantes, dejándome caer sobre la cama con todo su peso encima de mí.
Esperó a recobrar el aliento, pero todavía estaba muy agitado, me dio un beso en la espalda y se volteó, se quitó el condón lo anudó y lo arrojó al suelo. Yo permanecía boca abajo, estaba extenuada me dolía todo mi cuerpo. Lo miré entre mi cabello revuelto, que estaba desparramado sobre la cama como un abanico, una mecha me cubría la mitad de mi ojo, pero podía observarlo, estaba con su brazo en la frente, boqueando como un pez fuera del agua.
Cuando su agitación se empezó a normalizar se puso de costado viendo hacia mí y me corrió el pelo que me cubría la cara despejándomela, levanté los brazos que aún permanecían inertes al costado de mi cuerpo y me aferré a la almohada, sostuvimos nuestras miradas sin decirnos nada y me acarició la espalda. Su caricia me tomó desprevenida, pero prontamente y para convencerme me dije, solo fue sexo Paula, solo fue magnífico sexo, solo eso fue…
Se sentó ligeramente tomó la sábana y nos tapó a los dos, delimitó con su dedo mis labios que estaban hinchados por sus besos y me dijo bajito.
- Dormí.
No quería hacerlo, porque significaba que todo terminaba, pero estaba tan cansada…
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