domingo, 13 de julio de 2014
CAPITULO 3
El SUV negro de Ezequiel estaba estacionado en la entrada del edificio. Me acerqué a la puerta de atrás y me subí, los saludé a ambos con un beso en la mejilla mientras luchaba con mi vestido que era demasiado corto, los tres estábamos muy animados, se podía sentir en el ambiente.
- ¡¡¡Wow!!! — Dijo Ezequiel — te tiraste todo el frasco de perfume encima, y te pintaste como una puerta.
- No seas malo Ezequiel — dijo Mati defendiéndome — está hermosa.
- Por lo que me hacen los comentarios de este tarado.... ya estoy acostumbrada, a él le encanta pelearme, pero como ya le conozco su juego, ni lo escucho — en realidad, sé que ese humor ácido de Ezequiel solo era para levantarme el ánimo constantemente. Él consideraba después de lo de Guillermo, que era su obligación mantener mi mente ocupada, para que no pueda pensar en lo ingrata que la vida había sido conmigo, y por más que el tiempo había transcurrido, no abandonaba esa actitud sobreprotectora.
Ezequiel arrancó el auto y por el retrovisor me miraba desternillado de risa y me sacaba la lengua.
- ¿Y Carla? — Pregunté en referencia a su novia.
- Va directo para Tequila — me contestó sin sacar la vista de la ruta — nos encontramos allá, ella va con dos amigas y ninguna podía temprano.
- ¿Con quién va? — me interesó saber, solo pensaba que no vaya con quien me imaginaba.
- Con Estefanía y Claudia
- ¿Con Claudia? dije con apatía y sin pensarlo le di un coscorrón a Mati.
- Pedazo de desgraciado, si pasa algo esta noche con Claudia, ni creas que voy a sacar la cara por vos con Daiana, anda sabiéndolo — afirmé.
- Aaaaaay, no seas brutaaaaa.
- Si, si, hacete el otro nomás....
Le dije a Mati mientras se daba vuelta a verme a la vez que se sobaba la base de la cabeza.
Ezequiel al volante, no paraba de carcajear y le dijo.
- ¡Ja! Andá sabiéndolo, si no te agarra Daiana, te agarra Paula a golpes.
Seguimos viaje hablando puras pavadas, como de costumbre cuando nos encontrábamos, lo pasábamos muy bien.
Mati se hacía el gay imitando al chico nuevo de limpieza de la oficina, al desgraciado le salía igualito.
Me dolía el estómago de tanto reírme.
Llegamos al Hotel Faena Universe, en pleno corazón de Puerto Madero Este.
- Abrime la puerta Matias, demostremos buenos modales — los tres nos reímos.
Matias me hizo caso, me abrió la puerta y extendió su mano para que bajara.
No pude evitar silbar al ver el lujo de ese lugar. Miré hacia arriba sacándole una radiografía a la fachada.
Ezequiel le entregó las llaves al ballet-parking ,se dio la vuelta y también me tomó del otro brazo.
- Ey me siento escapada de una película de Hollywood.
Les dije divertida mientras entrábamos por un corredor a media luz, con alfombras rojas, espejos y banquetas bajas en el medio.
- Me apuré a tomarte del brazo —dijo Ezequiel — porque con esos zancos que te pusiste, sin duda te quebrás una pierna y terminamos en el hospital en vez de en una disco — él quiso contener su risotada, pero sonó demasiado estridente.
Lo miré con sorna, casi inmutable a su comentario, me solté del brazo de Matias y le di un pellizco que seguro le dejó un moretón.
- Que poco sentido del humor que tenés… — Ezequiel se sobaba el brazo.
- Son incorregibles ustedes dos. Compórtense que nos miran todos.
Matias nos increpó por lo bajo.
- Che, tú primito viene bien de guita para alojarse acá ¿En que trabaja? — le pregunté a Ezequiel asombrada, por el lujo de aquel lugar, sintiéndome a la vez feliz de haberme arreglado como lo había hecho.
- Tiene una agencia de autos, goza de un buen pasar, pero está alojado acá, porque vino con un amigo que nada en guita.
Se quedarán un mes.
- Ya lo creo que nada en guita, acotó Mati, esto debe salir como cuatro lucas por día.
En seguida que entramos un sujeto se nos acercó, un Experience Manager que se encargó de todo.
- Por favor Señores, esperen acá — nos indicó con muchísima amabilidad, mientras nos acomodó en el Library Lounge.
Eze acompañó a éste hasta la recepción para que le avisaran a su primo que ya estábamos ahí esperando.
- ¿Y? — pregunté cuando regresó.
- Me mandó a decir que ya baja, sentémonos.
Nos sentamos en los sillones oscuros de estilo del lugar, a esperar.
Al cabo de unos minutos, por la puerta, entraba un rubio de un metro ochenta y cinco como mínimo, al que reconocí enseguida.
Le toque el brazo a Ezequiel para que se diera vuelta porque él estaba de espaldas.
- Ahí viene Mikel.
Si bien habían pasado algunos años, pude reconocerlo casi de inmediato.
Ezequiel se dio vuelta, y se puso de pie para que su primo lo divisara, entonces, él de inmediato se acercó al lugar donde nos encontrábamos.
Ellos se abrazaron interminablemente, mientras se palmeaban la espalda, luego Mikel se apartó, para abrazar a Matias, a quien recordaba muy bien, e intercambiaron algunas palabras en inglés, finalmente me miró y llevándose la mano al mentón para luego señalarme… me dijo: ¿Paula?
- Si Mikel, ¿como estás? — le respondí mientras también era abrazada y girada en el aire por él.
- Estás hermosa, te recordaba tan menudita, estás hecha una femme fatale, te ves muy bien.
- Gracias — le respondí — vos también estás guapísimo… veo que tu español ha mejorado.
- Uff no tanto, pero mejor que la última vez que estuve en Argentina — me sonrío — ¡Qué alegría que hayan podido venir! Hoy apenas llegué y llamé a Ezequiel, le he dicho que los invitara, me dijo que no sabía si podrían... que bueno que siempre si....
- Debo reconocer que primero rechacé la invitación de salir esta noche, casi paso — los tres me escuchaban atentamente — pero al enterarme que estabas acá, cambie rápidamente de opinión.
Mikel frunció el seño por mis dichos y entonces me explique mejor.
- Es que recordé la joda, marcha, en fin, lo bien que lo pasamos la ultima vez que estuviste y por nada del mundo me la iba a perder...
Todos reímos.
- Uy si, fueron bastante alocados esos días — afirmó Matias y todos coincidimos con él.
- ¿Y tú amigo? — preguntó Ezequiel con substancial intriga.
- Ya baja, se demoró al teléfono, por eso me adelanté.
Pasemos al bar, lo esperaremos ahí mientras tomamos algo.
Vamos.
Seguimos los pasos del Mikel que nos indicaba el rumbo
Fuimos hacia el bar del hotel.
Como estábamos en una época del año en que las temperaturas por las noches son muy agradables, se encontraba habilitado el que estaba junto a la piscina, uff... pensé, cuanto glamour.
Había veladoras bajas alrededor del natatorio que iluminaban dramáticamente las reposeras rojas que había allí.
La piscina tenía un diseño exquisito con una fuente imponente en el centro y con la iluminación teatral de alrededor, su agua se veía muy cristalina, casi como un espejo...
- ¡Qué buen lugar!... — Ezequiel estaba obnubilado.
- Pedro es muy exclusivo, pero no se abrumen, él tiene mucho dinero pero igualmente no deja de ser una persona muy sencilla, ya verán.
Mikel acababa de darnos una breve reseña de la personalidad de su amigo.
- Eso espero — dije — sino no disfrutaré nada, espero no tener que estar cuidando demasiado mis modales.
No es que te vaya a hacer quedar mal tampoco — le aclaré enseguida — pero tú sabes, el protocolo para la oficina, ¡ja! y hoy es viernes y quiero disfrutar con mis amigos del fin de semana.
- Y disfrutaremos Paula — dijo Mikel — te lo aseguro.
Reímos mientras nos acomodábamos en la barra.
- ¿Les parece que tomemos champagne? — preguntó Mikel.
Los tres asentimos.
Cuando el camarero sirvió nuestras bebidas, Mikel le preguntó a Ezequiel luego de que hiciéramos un brindis por el reencuentro.
- ¿Y tu novia? Creí que vendrías con ella.
- Nos encontraremos con Carla y sus amigas en la disco, no podían tan temprano.Igualmente, estarás un mes acá, así que tendremos tiempo de de sobra para salir otro día a cenar.
- Ok, le pediré al camarero que nos preparen una mesa para cinco entonces.
Seguimos bebiendo y recordando anécdotas de su anterior viaje, Mikel miró la hora en su reloj.
En ese instante el maître se acercó y nos indicó que nuestra mesa estaba lista y nos invitó a seguirlo, tomamos nuestras copas y nos pusimos en marcha tras él.
Entramos en el restaurante del hotel, en el Bistró, así se llamaba, todo lucia de un blanco níveo desde el mobiliario de fina tapicería de estilo, hasta los manteles y los cortinados, lo más impactante del lugar era que pendían unas cabezas de unicornios, haciendo una decoración hedonista. Cada mesa estaba emplazada sobre moquetes rojas y doradas, del techo colgaban enormes lámparas de cristal que combinaban con el exquisito lugar y que daban la sensación de estar en un recinto palaciego.
- ¡¡Que lujo!! — no pude evitar exclamar — este lugar es hermoso.
Nos acomodamos en la mesa, Mikel a mi derecha y Ezequiel y Matias a mi izquierda y dejamos libre el lugar frente a mí y junto a Mikel para su amigo.
Ni bien terminamos de acomodarnos Mikel miró hacia la entrada y nos indicó que su amigo finalmente había llegado.
- Ahí viene Pedro.
Extendió su mano para hacerle señas, así lograba que divisara donde estábamos sentados.
Los tres miramos hacia la entrada y vimos a un tipo con cabello castaño oscuro y tonalidades rojizas de metro noventa que acababa de entrar. Hombros anchos, espalda bien definida y ojos claros, desde la distancia no podía asegurar de que color eran con severidad, pero se notaban de un color muy intenso, supe que era él a quien esperábamos, porque esta persona asentía levemente con la cabeza mientras se dirigía a paso seguro hacia donde nos encontrábamos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario