domingo, 13 de julio de 2014

CAPITULO 5



Los primos, hablaban sin parar de la familia.


La conversación era de a ratos ilegible hablábamos un poco en inglés, otro poco en español, es que a Mikel por ahí le costaba comprender un poco nuestro idioma entonces lo intentábamos con el de él, Pedro hacía también de interprete, era muy divertido todo.


El camarero no se demoró demasiado con nuestros platos.
Un momento pensé… ¿cuándo ordené?


Creo que Pedro se dio por enterado ante mi expresión, los otros tres no dejaban de parlotear y reírse, hasta parecían ignorarnos.


- Como estabas en el sanitario y tus amigos me dijeron que eras de amplio paladar, me tomé la libertad de ordenar por ti — me dijo mientras se incorporaba un poco en su asiento y se acercaba a mi para explayarse de lo acontecido — ¿No te importa verdad?


- No, no, gracias...


En ese instante pensé, ¿pero que no dejaría de decir solo gracias en toda la noche? Carajo ya me siento la más estúpida de todas.


Pedro me sonrió de lado, inclinando su cabeza ligeramente y me derretí, chocamos nuestras copas y bebimos el vino.


Los demás ni se enteraron de nuestra conversación....
¿Está flirteando conmigo? ¿O es mi impresión?


Ezequiel de primer plato, había pedido una ensalada griega, Matias y Mikel una Mediterránea, mientras que a mí y a Pedro nos trajeron mollejas al carbón, provoleta de cabra y piñones (almendras)


Al ver que miraba mi plato, Pedro me preguntó.


- ¿Te gustan las achuras?


- Si, se ve exquisito, gracias.


Bien por mí, pensé, modulé cinco palabras seguidas.


En silencio continué conjeturando…


Hey boy!! chico listo, como que no pensaste que si me sirven todo esto de entrada, no tendré lugar para lo que me sirvan luego. Con una ensaladita verde como mis amigos, hubiera sido suficiente, recapacité mientras corté un trozo de molleja y me lo llevé a la boca.


Escuché que Pedro me decía reflexionando.


- Paula como bebieron alcohol con el estómago vacío, decidí ordenar una entrada más consistente, para que no te caiga mal.


Levanté mis ojos y los clavé en sus cristalinos ojos azules.


Read my mind… ¿acaso pensé en voz alta? Dudé... ¿me contestó a mi?


¡Mierda estaré volviéndome loca que como es gringo ya hasta pienso en inglés!


Carajo… insulté para mis adentros, este hombre me impresiona.


Intenté concentrarme en la comida, quería participar de lo que ellos cuatro hablaban pero no me salía palabra, constantemente sentía que Pedro clavaba sus increíbles ojos azules en mí, y eso parecía intimidarme, no sé porque razón, pero me observaba con detenimiento, en varias oportunidades lo había notado.


Empecé a sentirme incómoda, abrumada, pero llegué a la conclusión que me gustaba que lo hiciera, me parecía inquietante que él pose sus ojos en mí, es una sensación muy difícil de explicar.


Matias que es un zorro viejo y que siempre se percata de todas mis percepciones, empezó a hablar conmigo para integrarme en la conversación y para que deje de parecer la más torpe de todas las torpes.


Nos trajeron el segundo plato.


Para nosotros, merluza negra con fideua de mariscos, arroz de pato, foie gras y manzanas.


No es que sea una experta en cocina, me lo explicó Pedro porque yo miraba atontada la cantidad de comida que nos habían traído.


Para los demás, pastas rellenas.


Al ver toda esa comida, pensé nuevamente.


Ey tú, gringuito, ¿qué crees que estoy muerta de hambre?… ¿cómo pretendes que me coma todo esto? ¿por qué no me pediste unos añolotis como mis amigos?


Y tú Mati, ¡carajo! ¿qué mierda te pasó por la cabeza que dejaste que este gringo del orto, ordenara toda esta comida?


Creo que me causaba fastidio que se haya tomado el atrevimiento de ordenar por mí, aunque en un primer momento no lo había sentido así, ahora era lo único cierto, pero además, creo que encima el vino que estoy tomando me está poniendo en pedo.


Intuí que a esta altura, Matias ya había notado el desborde de sensaciones en mi cara.


- ¿Te pido un agua?


Me dijo mientras se cruzaba por delante de Ezequiel y me sacaba la copa de vino de la mano.


Ezequiel como de costumbre jamás se ubica ni en tiempo y ni en espacio.


Comentó con maldad.


- ¡Si, quitale ya el vino! sino termina en pedo — él a veces se olvidaba que yo era una mujer, y me hablaba como si yo fuese de su mismo sexo.


Giré mi cabeza haciael, creo que la mirada fría y rencorosa que le eché se debe haber parecido a la de Pattinson en Crepúsculo.


- El vino blanco te hace mal, Paula — me dijo en tono conciliador — se te sube enseguida a la cabeza lo sabes — Afirmó.


Pero, ese <<Paula>> que me lanzó y que sabe que tanto odio, casi hace que pierda el control.


- Veo que ustedes en todos estos años no han cambiado nada — dijo Mikel desternillado de risa — siempre como perros y gatos.


- No creas — dijo Mati — si han cambiado, cada vez se ponen más insoportables.


Tengamos la comida en paz. — nos rogó.


Matias bajó su vista al plato y siguió comiendo mientras elogiaba la comida.


Pedro estaba recostado en su asiento, con el codo en el apoyabrazos y la mano en el mentón observándonos a todos, como si fuéramos ratas de laboratorios.


Uff eso me molestó.


“Como no deje de mirarme con esa mirada de gringo perdonavidas que se cree el mejor de todos los que estamos acá, me levanto y lo insulto”


- ¡Paula!


Matias chasqueó los dedos y me hizo volver al aquí y ahora. A él era al único que le permitía llamarme por mi primer nombre y no me molestaba.


En ese instante el celular del gringo debe haber sonado, yo no lo escuché, lo debe haber tenido en vibrador, porque estiró la pierna lo quitó con dificultad de su bolsillo, y después de mirar la pantalla, se paró para tomar la llamada.
¿Con quién habla éste que no quiere que escuchemos? Medité.


- ¿Querés que te acompañe al baño para que te refresques?


Me ofreció Matias, mientras se estiraba por delante de Ezequiel y me tomaba la mano.


- No, estoy bien, solo me sentí un poco nublada, pero si no tomo más vino pronto me pasará, seguiré bebiendo agua.


El gringo hablaba por teléfono un tanto retirado de la mesa, pero como estaba hablando en inglés era imposible leerle los labios, habilidad que yo solo poseía con nuestro idioma.
La llamada no duró demasiado tiempo, él parecía muy animado con quien hablaba, se reía elocuentemente y se frotaba el mentón. Como no veía para el lado donde estábamos sentados, aproveché para observarlo a conciencia y sin tapujos. Indudablemente mi primera impresión fue realmente acertada, Pedro era un hombre físicamente atractivo, por todos lados en donde se lo mire, era de esas personas que donde entran llaman la atención y uno no puede dejar de verlos por más que lo intente.


Cuando cortó levantó la vista y ¡upss! me pescó justo observándolo.


De inmediato me sentí incómoda, pero intenté disimular poniéndome a hablar con Mikel, le pregunté a que hora habían llegado y detalles estúpidos del viaje.


Pedro esperó que Mikel me contestara, y en alusión a lo ocurrido anteriormente, dijo mientras volvía a ocupar su lugar.


- El gato se comió al pez Paula — se sonrió y casi me derrito, pero si hasta creo que me mojé toda…  sonó tan bien. La entonación que le ponía a las palabras, hacían que su voz tenga un especial encanto cuando utilizaba nuestro idioma.


- Y el pez muere por su propia boca — le dije y me carcajeé.


En ese momento todos se quedaron callados, sin entender nuestra risa. Luego siguieron hablando.


Llegó el postre.


Pedro nos preguntó si bebíamos champagne o preferíamos otra cosa, estuvimos todos de acuerdo con el champagne.
Mientras nos servían, él tuvo un breve intercambio con el camarero para pedírselo.


- Tienen ¿Bollinger o Veuve Cliquot? — preguntó.


- Señor, tenemos Veuve Cliquot 1998 Brut, y Brut Rosé
- Tráigame La Grande Dame Rosé.


Mikel no prestaba atención a la conversación, parecía acostumbrado a los gustos excéntricos de su amigo, pero nosotros tres, de a ratos nos mirábamos.


Si nos hubieran servido un Moet & Chandon como el que tomamos antes de la cena, hubiera estado perfecto, sabíamos que era un buen Champagne.


Todos comieron helado menos Pedro y yo, obvio, como era de esperarse.


- ¿Y esto que es?


Pregunté cuando el camarero se alejó.


Ezequiel prestó atención a mi plato, y enterró su cuchara en mi postre llevándose un bocado a la boca.


- Mmmm no sé, pero está bueno.


- Torrija caramelizada con helado de dulce de leche y bananas. Prueba, te gustará, aunque sea cómete las bananas, harán que contrarreste el efecto del alcohol.


Pedro me informó mientras enterraba su cuchara en el suyo.


- No estoy borracha, afirmé sosteniéndole la mirada. — de a ratos me molestaba que sea tan pedante, pero si en verdad lo que había intentado durante la noche era llamar mi atención, creo que lo había logrado.


- No he dicho eso — me contestó, sin dejar de mirarme — tampoco estoy borracho y he ordenado lo mismo.


Le sostuve la mirada, para que se de cuenta que no me intimidaba, uff eso parecía un duelo de pestañeo. ¿Quién da más señores?


“Éste gringuito insolente no sabe con quién se está metiendo.”


No me va a acallar así por que sí.


¿Qué se cree? qué va a venir acá y ahora me va a dar lecciones de todo.


Pedro sabía que era atractivo, eso era obvio y se movía con soltura haciendo alarde de sus encantos físicos, se manejaba con muchísima seguridad, creo que desde un principio estaba utilizando la comida como un arma de seducción, había querido demostrarme los placeres de los que uno puede gozar a su lado.


Lo que en un principio me intimidó, luego me resultó chocante, comencé a sentir fastidio de su conmensurado aspaviento, no sé por qué, recordé el comentario que Mikel utilizó para definirlo, dijo que tenía mucho dinero, pero que era una persona muy sencilla, pues sinceramente a mí no me lo parecía.


Creo que muy por el contrario, intentaba demostrar sus excentricidades como arma de poder, aún así no podía dejar de lado su juego.


El camarero interrumpió nuestro duelo, llegó con la botella de champagne que Pedro había solicitado.


La destapó con habilidad y realce, y le sirvió a él para que lo probase.


Lo sorbió y asintió, el mozo dejó la botella y las copas en nuestra mesa y se propuso retirarse, pero Pedro lo detuvo.


- Otra agua para la dama por favor.


Bueno…Ya me mojó otra vez la oreja.


¿Pero que se cree que va a manejar mi voluntad durante toda la noche?


Todo el circo que hizo con el champagne y resulta que ahora supone que tomaré agua, y además, sigue dando por sentado que estoy pasada de copas.


Pedro me parecía super atractivo, por momentos atento, caballero, cosa que es difícil encontrar en otros hombres. Desde que lo vi cruzar por la entrada del Bistró me impactó su convicción y obviamente su belleza también, pero me colmaba la paciencia su autoritarismo, supongo que como empresario, está acostumbrado a lidiar con sus empleados y éste trato frío y autoritario es el que les confiere, pero mierda, yo no soy uno de sus empleados.


Tomó la botella de Champagne y comenzó a llenar todas las copas, solo quedaba vacía la mía y la de él que solo contenía lo que el camarero le había servido para degustar, haciendo una pausa, levantó la vista y me miró, entonces salteó mi copa para servir la suya. Luego sin mirarme y sin decir nada, llenó la mía, él parecía leerme la mente y actuaba siempre un paso delante mí Ayssssssss, este tipo me enerva, está buscando lo peor de mí y está a punto de conseguirlo…


Se echó hacia atrás, apoyándose levemente en su asiento, levantó su copa y bebió un sorbo mientras me veía.


Estaba provocándome, era evidente que se estaba divirtiendo conmigo, me observaba en silencio, sé que estaba esperando que continuase bebiendo.


Aaaaaaa ¿eso esperás? Vas a esperar toda la noche porque ahora no se me da la regalada gana hacerlo, “metete tu champagncito que ni siquiera me acuerdo el nombre porque es mas difícil que un jeroglífico en el tujes”.


El camarero me trajo el agua, pero tampoco bebí de ella.


Me interesé en la conversación e intenté ignorarlo.


Pedro seguía recostado en el respaldar de su asiento mirándome, cada vez que yo como quien no quiere la cosa, lo miraba sin fijar demasiado mis ojos en los de él, esbozaba una media sonrisa.


Muy a mi pesar y aunque lo intentaba con ahínco no podía evitarlo, mis ojos siempre volvían a Pedro.


Paula… me dije, ¿quien te entiende? querías tomar champagne y ahora no lo hacés, él en ningún momento te indicó que no lo hagas, y por más que te lo hubiese indicado sos lo suficientemente grande para saber tus límites, quizá pidió el agua para que te aclares las ideas después de beberte el bendito champagne, solo por si la necesitabas, aunque pensándolo bien, tus ideas con champagne o sin él, esa noche estaban bastante confusas.
¡Qué situación tan inusual! Pensé, yo no soy así, ¿por qué entonces me estoy comportando de esta manera?


Yo creo que si en ese momento me veía en un espejo, estaba echando humo por las orejas y espuma por la boca, verme tan estúpida y regalada me estaba poniendo de mal humor.


Atrapé lentamente la copa en mi mano y examiné en mi boca el sabor de la bebida, sin mirarlo, la deje en la mesa, tampoco me iba a quedar con las ganas de probarlo. Hmm debo reconocer que tiene buen paladar, pude distinguir un sabor afrutado y a vainilla exquisito.


De soslayo y por el rabillo del ojo vi que mientras Pedro hablaba con Matias, de reojos me había visto y se sonreía, volvió la mirada hacia mí, lo sentí verme y entonces ladeé mi cabeza para encontrarlo, me hizo un leve asentimiento con la cabeza.


Idiota se la da de sabelotodo.


Todos terminamos el postre, nos bebimos el champagne y nadie quiso café.


Charlamos un rato más de cosas banales, de autos, de viajes, de snowboarding, de esquí, alpinismo, en fin, parecía que Pedro había practicado todos los deportes que existían, lo que me llevó a pensar en la razón de por que tenía su cuerpo tan contexturado, aún debajo de la camisa, podía observarse que su físico estaba bien marcado y tuve la onírica sensación por un momento de estar tocando sus abdominales y sus bíceps. De pronto me sentí avergonzada por mis pensamientos, y me rebullí en la silla, intentando alejar mis pensamientos lujuriosos

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