domingo, 13 de julio de 2014

CAPITULO 4




Me atrapó la seguridad con la que se desplazaba y se movía. Normalmente no ponía demasiada atención en como la gente se vestía, aunque me gustaba que las personas luzcan pulcras por sobre todo, pero el amigo de Mikel no solo lucía pulcro, sino impecable.


Llevaba unos pantalones de jeans negro, botas informales estilo zapatillas de cuero, camisa negra y americana gris oscura, por el corte y la textura de la tela, a simple vista se notaba que era muy cara.


“Uff “— pensé mientras se acercaba — “que apuesto” “esos labios son perfectos” “hmm…me encantaría verlo con sombra de barba, realmente creo que luciría muy sexy”


- HI goodnight!


Dijo Pedro parándose a mi lado, mientras se refería a todos.
Babeada, no podía apartar mis ojos de su rostro, mientras seguía estudiándolo a conciencia.


- Perdón por la demora pero necesité contestar unas llamadas inevitables — su voz era subyugante.


Me pareció realmente una atención de su parte que se disculpara. Segunda impresión superada, la primera fue la seguridad con la que se nos acercó, me sentí atrapada por su atractivo indiscutible.


En perfecto español vocalizó luego del saludo, y creo que fue muy considerado en emplear nuestra lengua para sus disculpas, su acento sonó perfecto, casi había sido una caricia en mis oídos, claro que, con cierta cadencia en algunas silabas que denotaban su extranjerismo, pero que le daban un tono muy seductor.


- Buenas noches, no es nada — dijimos al unísono.


Mikel con un ademán le presentó a su primo, Pedro le extendió su mano, estaba parado junto a Ezequiel, noté que le aferraba la mano con fuerza, con seguridad y me gustó, luego Mikel le presentó a Matias, quien también le correspondió el saludo.


En último lugar llegó mi turno, Pedro giró levemente su cuerpo hacia la izquierda, en ese preciso momento yo fui a extender mi mano no sé porque, creo que me sentí intimidada ante la presentación, tal vez por su belleza y formalismo al llegar, no sé verdaderamente cual fue el motivo, pero él no tenía ninguna intención de tomarme de la mano, así es que se apoyó en mi asiento y casi se podría decir que tiró todo su cuerpo sobre mí, buscando mi mejilla izquierda en la que depositó un muy suave y mullido beso, el contacto con sus carnosos labios, me produjeron una ola de escalofrío, que me hicieron sentir inquieta sin poder dejar de rebujarme en la silla.


Al incorporarse, Pedro se dirigió a Ezequiel y a Matias y les preguntó mientras señalaba a uno y a otro y por último a mí.


- Girlfriends?


- No, no — dijimos los tres — solamente amigos…


Mi voz chilló, y sonó estridente por encima de la de Matias y Ezequiel.


No hace falta que aclares con tanto ímpetu, me amonesté en silencio y sentí de inmediato como me ruborizaba.


- Mikel dijo que vendrías con tu novia por eso pregunté.


Aclaró Pedro, gesticulando con la mano y dirigiéndose a Ezequiel.


- Sí… es cierto, pensaba que ella podría, pero al final se le hizo imposible venir temprano, así que, la encontraremos luego en la disco.


Volvió a explicar.


- Ok, ok.


Pedro asintió mientras se acomodaba en el lugar que habíamos dejado para él.


- ¿Ya ordenaron?


Se interesó en saber, dirigiendo la pregunta hacia mi persona y fijando sus enormes ojos azules en mí, ahora podía distinguir su color con la cercanía.


¡¡Ey!! ¿Me comieron la lengua los ratones? Pensé.


No podía pronunciar palabra, estaba extasiada por su perfume que se había impregnado en mí cuando me saludó, y por esa mirada cautivadora, que desde que había llegado buscaba la mía.


- No, recién nos sentamos a la mesa — dijo Matias, al ver mi nerviosismo.


“Te amo amigo, como me conocés pensé, te juro Mati que hablaré con Dai” le prometí en silencio.


Tomé mi copa y bebí hasta terminar lo que quedaba en ella.


- Permiso — me puse de pie para ir al baño.


Pedro saltó de su silla caballerosamente.


Eso no era muy común de ver, pero él lo hizo con muchísima naturalidad, como si fuera realmente su costumbre, los demás se quedaron sentados.


Vaya, ¿acaso se trata de un caballero con armadura de acero?


Ezequiel miró sin interés, ante la situación insólita que allí se vivía.


Insólita para estos tontos sin modales, pensé yo.


Me di vuelta, tratando de orientarme mientras buscaba los carteles de los sanitarios y en ese momento Pedro dijo indicándome con el pulgar en dirección detrás de él.


- Creo que es para allá.


Esta vez si salió mi voz.


- Gracias.


Simplemente me encaminé hacia el lugar.


Pasé por detrás de Ezequiel y Matias y encaucé mi paso, Pedro corrió su silla para darme más lugar, me dirigí hacia el fondo del salón.


Mientras caminaba sentía sus ojos clavados en mí.


Mierda, lo único que falta que con estos tacazos se me doble el pie y pase el papelón de mi vida.


“Que guapo esta el Gringo mi Diooooos” “que ojazos, que voz”


Carajo… que me pasa parezco colegiala... — pensaba mientras caminaba hacia el baño — solo se trata de una cara bonita y de un cuerpo armonioso Paula.


Entré en el sanitario y mojé una toalla de papel, me la pasé por la nuca, por el cuello y por las muñecas, me sentía muy acalorada. Me retoqué el maquillaje y volví a ponerme perfume...


Prontamente, regresé a la mesa.


Ezequiel y Matias que me vieron venir, levantaron la mirada cuando estuve lo suficientemente cerca.


En ese instante descubrí la intención de Pedro y sin querer incomodarlo puse una mano sobre su hombro para detenerlo en su intento por ponerse de pie.


Carajo, sentí un cosquilleo en mi mano al tocarlo.


- No es necesario Pedro, muchas gracias — le dije con voz suave y melosa.


Matias me miró por como le hablé al gringo, y me clavó los ojos, no hizo falta que hablara, con la mirada nos dijimos todo.


Bueno si, fui demasiado obvia pero él no me conoce, no sabe como hablo le dije sin pronunciar palabras, y es que él me conocía y pensaba como si fuera él quien estaba en mi cuerpo.


Pero… Pedro no me hizo caso.


- Oh. por supuesto que es necesario.


Se expresó, con una calma impertérrita y se levantó de todas formas, moviéndose con agilidad y gentileza. Al sentarme me arrimo la silla, luego regresó a su asiento.


En ese preciso momento, Ezequiel que es un tarado como siempre, se atragantó con el vino, lo miré y casi lo destripo con la mirada, y eso por no rajarle una puteada y que me salte el Carlitos que vive en mí.


Lo odio, no puede ser tan desubicado pensé...


- Gracias — le dije a Pedro mientras se sentaba.


- Ordené vino, acá tu amigo me dijo que no te gustaba — dijo Pedro mirando a Matias — pero es un buen Chardonnay — prosiguió — de una sepa muy buena, he descubierto que tienen una interesante bodega en éste lugar, pruébalo, y si no te gusta luego te ordeno lo que quieras, me dijo mirándome fijamente a los ojos, un buen vino siempre realza los sabores de la comida.


Sin poder rechazarlo, tomé torpemente mi copa, como si fuera la primera vez que bebía y sorbí un trago.


- ¿Y?


- Exquisito — dije — me quedo con el vino.


Ni loca iba a permitir que lo cambie, que desconsideración de mi parte pensé.


Matias durante mi intercambio con Pedro, me miró pues el vino blanco a mi se me sube con facilidad a la cabeza… y él intuyó lo mismo que yo… ¡papelón en puerta!

No hay comentarios:

Publicar un comentario