Estaba estacionada frente a la entrada del holding.
Mientras esperaba hacia tamborilear los dedos sobre el volante, creo que inconscientemente no había caído en la cuenta, que me sentía nerviosa.
Pedro no tardó en regresar, abrió la puerta trasera y tiró los dos maletines en el asiento, raudamente se subió a mi auto en el asiento del acompañante, pero antes de arrancar le pregunté.
- ¿Querés conducir?
- No hay problema, mi hombría pasa por otro lado — sonó totalmente seguro de lo que estaba diciendo.
- No me cabe la menor duda — asentí devolviéndole una mirada deshonesta.
Esperé a que se abrochara el cinturón de seguridad y puse el cambio para salir de ahí.
Paramos en un semáforo y me di vuelta para buscar mi cartera que estaba en el asiento de atrás. Busqué mi iPod para conectarlo al sistema de música, pero justo la señal se puso en verde así que debí avanzar, Pedro entonces terminó con la conexión, increíblemente la canción que saltó fue la de Reik Sabes.
Cuando empezaron los primeros acordes ambos nos miramos y nos sonreímos, no supe a ciencia cierta en ese momento, si para él significaba lo mismo que para mí, pero quise creer que sí, volví rápidamente la vista a la avenida, que por cierto estaba bastante congestionada, una distracción podía hacerme ver involucrada en un contratiempo, cosa que verdaderamente no deseaba.
Sorprendiéndome, su voz salió muy audible y seductora.
- Canturreala Paula, como en la limousine…
Quedé paralizada ante sus palabras, realmente no me lo esperaba, pero quería complacerlo, la letra de esa canción reflejaba en su totalidad mis sentimientos, y quería creer que el motivo porque me lo estaba pidiendo era porque para él significaba lo mismo.
Cuando empecé a cantar me sorprendió porque él comenzó a tararearla conmigo, levantó su mano y la apoyó en mi hombro para acariciármelo, luego la bajó y me acarició la pierna.
Sabes te quiero confesar.
Que te encuentro irresistible.
No dejo de pensar que haría lo imposible.
Por quedarme cerca de ti.
Cuando llegaste tú, te metiste en mi ser.
Encendiste la luz.
Me llenaste de fe.
Tanto tiempo busqué.
Pero al fin te encontré.
Tan perfecta como te imaginé.
Me aferré al volante, mis nudillos se pusieron blancos y un nudo se instaló en mi garganta, sentía una gran emoción, mi corazón era una bomba a punto de estallar, creo que con solo ver mi carótida, se notaba lo fuerte que estaba latiendo, él me masajeó el cuello, para que me aflojara… pero lo que yo verdaderamente deseaba, era parar el automóvil en la banquina, aferrarme a su cuello y perderme en su experta boca, lástima que íbamos por la mano rápida, cosa que hacía añicos mis sueños, ya que el tránsito estaba muy congestionado, eso asociado a que además necesitaba decidir qué dirección tomar. El momento quedó definitivamente interrumpido.
- ¿A mi casa ó a al Faena?
- Donde quieras…
- Al hotel así ya recoges tus cosas.
- Perfecto nena…
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