viernes, 25 de julio de 2014
CAPITULO 44
Pedro estuvo listo antes que yo, se había puesto unos jeans azul oscuro y una camisa blanca con un calzado en punta de D&G, lucía muy casual pero sumamente atractivo, no llevaba medias, me encantaba su look.
Su toque exclusivo como siempre lo daba su perfume, después de haber hecho mi investigación en Google, sabía que se trataba del más caro del mundo, lo que me he reído al descubrirlo, jamás podría regalárselo, no podía ni comprar la caja.
Estaba frente al espejo del baño en ropa interior, aún maquillándome, luego de haber terminado de arreglar mi cabello, él depositaba la botella de Clive Christian Nº1 en la mesada del lavatorio cuando se dirigió para decirme...
- Te espero abajo, arréglate tranquila.
- Perfecto, estás muy guapo… vení acá, dame un beso.
Depositó un beso en mi boca, otro en mi hombro y una palmada en el trasero, luego de eso se fue.
Me enfundé en unas leggings negras, de lycra brillosa, y una blusa sin mangas de paillettes dorados que acompañe con un cinto negro para que se marcara mi cintura, ya que la blusa era suelta, aunque se adhería lo suficiente a la altura de mi busto para resaltarlo, metí la mano por adentro del soutien y levanté bien mis senos para acomodarlos y que asomen en el escote, para que se vean más voluptuosos, me subí a mis Sarkany negros, tomé la cartera negra y pasé mis cosas a ella, por último, tiré todo mi cabello hacia adelante y luego lo volví hacia atrás para que los rulos que me había marcado se separaran, concluí mi atuendo poniéndome unos pendientes dorados.
Volví a pasar gloss en mis labios y me rocié con J'adore.
Me asombré de lo rápido que estuve lista, normalmente tardaba mucho más.
Cuando bajé, Pedro estaba de espaldas a la escalera sentado en la barra, mientras bebía champagne y conversaba con Mati.
Mi amigo le hizo una seña para que mirase hacia mí mientras bajaba.
Por encima del hombro de Pedro pude ver el guiño cómplice que Mati me dio.
Creo que estaba muy atractiva esa noche, Pedro al verme se quedó con la boca abierta. Sin poder disimular, me recorrió con la vista de pies a cabeza, se levantó, y me buscó al final de la escalera ofreciéndome su mano.
Se aferró a mi cintura y me dijo al oído.
- Ya me calentaste otra vez.
Me reí y me aferré a su cuello, escondiendo mi cara en su hombro, pero antes le devolví el guiño a Mati sin que Pedro lo pudiera notar, gesto que Matias acompañó levantando su copa.
Pedro se separó de mí y me dijo…
- ¡¡¡Estás hermosa!!!
- Gracias ojitos.
Me ofreció su copa la que traía en su mano, la tomé y bebí un sorbo y se la devolví.
Tomó mi mano y me llevó hacia la barra donde estaba Mati viendo todo el despliegue de seducción que Pedro había hecho.
Ezequiel se acercó en ese instante desde el living, donde los demás permanecieron sentados, para beberse una copa de champagne con nosotros.
Solo faltaba María Paz, estábamos esperándola para irnos.
Partimos hacia Dashi, así que nos trasladamos en mi auto y en el de Ezequiel hasta el restaurante ubicado en el Tortugas, como Mati vino con nosotros se ofreció a manejar, le entregué las llaves gustosa.
Pedro y yo nos acomodamos en la parte posterior, luego de ponernos los cinturones, me tomó en sus brazo cobijando y acariciando mi hombro.
Llegamos al local que se encuentra dentro del boulevard gastronómico que forma parte del Shopping.
Allí, había una barra muy bien equipada y dos sectores diferenciados.
Un sector lounge para disfrutar de una cena distendida acompañada de ricos cocktails y música exquisita a cargo del DJ y otro sector que es del restaurante propiamente dicho, que mantiene el estilo y sobriedad en sus líneas lánguidas, con sillas de cuero y mesas de madera. El lugar era realmente de un ambiente exquisito.
Nos dieron una muy buena ubicación en el sector lounge, al lado de los ventanales que daban a la terraza exterior con vista a la laguna central.
Hicimos nuestra orden y muy pronto nos trajeron lo pedido.
Lo primero en llegar fue el champagne que ordenó Pedro, a esta altura ya sabíamos que él era quien se encargaba de las bebidas y para no hacerle el feo, todos lo dejaban que él elija y pague lo que se bebía. Por otra parte, lo que Pedro elegía siempre era lo mejor, así que nadie objetaba lo que tomaba.
Pedro se granjeaba de tener un gusto exquisito y todos sabían que así era.
Fue una comida muy placentera, pedimos toda una selección de sushi que elegimos entre todos, de entrada pedimos Ebi Furai, Harumaki y Samurai.
Luego ordenamos Sashimi de salmón rosado y de langostino, Sushi rolls New York, Hot Kioto, California, y también la selección especial de Dashi.
Pedro apegadamente a como se mostró durante todo el día, estuvo muy atento y solícito conmigo, entre beso y beso no perdió oportunidad de darme de comer en la boca, además de demostrar un diestro manejo de los saibashi, (palillos
chinos).
Matias estaba sentado a mi otro lado, todos escuchábamos atentamente a Mikel mientras nos contaba anécdotas de sus ventas de autos, realmente parecía increíble las cosas que le habían pasado con algunos excéntricos clientes…
En cierto momento de la cena Mati se aferró a mi brazo y me hizo una seña, levanté la cabeza, y dirigí mi mirada hacia el lugar donde él me indicaba, Pedro también notó el gesto y miró junto conmigo. Increíblemente en el lugar estaba Guillermo, mi ex, y se acercaba hacia nuestra mesa, creo que me debo haber puesto pálida, porque Pedro me preguntó...
- ¿Estás bien?
- Si claro perfectamente bien — le contesté mientras me aferraba con fuerza a su mano, buscando en él, el apoyo necesario para el momento que iba a tener que sortear.
- ¿Quién es? — se interesó, mientras preguntaba por la persona que estaba acercándose.
- Es mi ex — le dije sin más explicaciones y mirándolo fijamente a los ojos.
- Buenas Noches disculpen la interrupción. — Nadie lo saludó, pero antes que alguien pueda contestar...
- ¿Que mierda querés acá? — voceó Ezequiel — volvete a tu mesa con tu Sra. creí que no ibas a tener el descaro de acercarte, no sos bien recibido por ninguno de nosotros — le dijo advirtiéndole con un dedo en alto.
- Solo necesito dos palabras con Paula y los dejo tranquilos.
- No creo que tengas nada que hablar con ella. — acotó Mati por su parte.
- Tal vez sería bueno que ella decida si quiere escucharme o no. — dijo Guillermo desafiante como era su fiel estilo. Él era bastante pendenciero, pero además, Mati y él nunca se habían tragado.
Mati cerró el puño pude verlo, fue una ráfaga de segundos, sabía positivamente que estaba levantando temperatura, entonces lo tomé del brazo para calmarlo.
Guillermo me estaba viendo, esperando mi respuesta pero aunque no deseaba escucharlo, bajo ningún punto de vista quería que se desatara un escándalo en el restaurante.
Pedro acotó tomándome por sorpresa, con una tranquilidad increíble y mientras clavaba una mirada fulminante en Guillermo.
- ¿Querés oír lo que este Sr. tenga que decirte mi amor? — Arrastró las sílabas al pronunciar Sr. de forma despectiva.
Entonces Pedro, dejando atrás esa mirada dura, volvió a fijar sus azules ojos en mí, esperando también mi respuesta.
Su participación me había tomado totalmente por sorpresa, más aún que la presencia de Guillermo.
Su frase, me había hecho cosquillas en el corazón, entonces asentí.
Él mantenía su mano aferrada a la mía y me la acariciaba, dándome confianza y haciéndome saber que estaba protegiéndome, al menos eso sentí.
El momento era realmente un fastidio, no porque Guillermo siguiera significando algo para mí, cosa que realmente me daba mucha tranquilidad, tenerlo ahí de pie y no sentir nada por él, realmente me hacía sentir viva nuevamente.
Hace días atrás aunque me negaba a aceptarlo, en mi mente seguía creyendo que Guillermo aún formaba parte importante de mis sentimientos, que mi vida se había quedado encajonada en su recuerdo, pero ahora, realmente sabía que no era así, que solo se trataba de una mala semilla que pertenecía a mi pasado.
De todas formas estaba contrariada, no me gustaba tener que lidiar con una situación para la que no estaba preparada y además por la que realmente no tenía ningún interés de pasar.
El día había sido demasiado maravilloso para que el necio de Guillermo, venga a arruinarlo, mi mayor preocupación en ese momento era no ofender a Pedro, creo que esa era mi única y absoluta verdad en ese instante.
Un extraño sentimiento me poseyó, y solo quería que Guillermo se alejase de una buena vez.
- Está bien, se breve por favor, en realidad no me interesa lo que tengas que decir pero soy una persona con educación. — le contesté perdiendo mis ojos, en los azules ojos de Pedro, para que supiera que a él era al único que quería ver de esa manera como lo estaba haciendo.
Pedro me besó la mano, asintiendo, y se recostó ligeramente en el respaldo, con esa mirada de sabelotodo que tan bien le queda, pero además creo que estaba bastante picado, no le quitaba el ojo a Guillermo.
Por su parte, Guillermo lo miró de pies a cabeza, resulta ser que tampoco se iba a dejar intimidar así porque sí, lo conocía demasiado bien y sabía que no se achicaría.
Sin quitar los ojos de Pedro me dijo:
- Paula solo necesito que me des un teléfono donde mi abogado te pueda llamar para arreglar lo del departamento, creo que va siendo hora que pongamos cada cosa en su lugar.
No quería darle ninguno de mis teléfonos, no me interesaba tener ningún contacto con él ni con nadie de su entorno, así que miré a Ezequiel y él enseguida me entendió, y de paso no tenía que rebajarme a seguir hablando con él.
- Yo soy el abogado de Paula, así que pasale mis teléfonos a tu abogado y que se comunique conmigo — Ezequielse puso de pie y sacó una tarjeta de su cartera y se la entregó.
- Bueno, listo ya obtuviste lo que querías, ahora tu ruta, andate por donde viniste y en lo posible si te podes ir del restaurante mucho mejor, creo que ya terminaste de comer — Le dijo Mati con un tono un tanto agrio.
Guillermo dio las buenas noches pero no obtuvo respuesta de parte de nadie.
- Todos muy valientes — acotó.
Salió caminando en dirección a su mesa, Pedro tiró la servilleta con furia sobre la mesa, se levantó para seguirlo después de su estúpido comentario pero lo sostuve.
Mikel que estaba sentado a su lado, también lo tomó del brazo para que se calmara, Guillermo vio el amague y se detuvo para esperarlo.
- No vale la pena — le dije — por favor no permitamos que estropee nuestra noche y nuestro día que fue magnífico.
Guillermo con su mujer se marcharon del lugar.
Era la primera vez que lo veía desde que rompimos y no me lo esperaba, pero realmente más allá de la impresión no había sentido nada por él y eso me hacía muy feliz.
Me puse a pensar en la última frase que Mati le dijo, y me di cuenta que Guillermo estuvo todo el tiempo mientras nosotros estuvimos cenando y es obvio que Ezequiel y Matias ya lo habían visto, pero no habían dicho nada, cuando él se acercó como dos fieras habían saltado para protegerme.
Mikel salvando el momento de mierda prosiguió con la anécdota de la venta de una Ferrari, anécdota que antes de la interrupción, estaba contando.
Muy pronto ni nos acordábamos de la perturbación.
Pedro no realizó ningún comentario, aunque se positivamente que había entendido y reconocido quien era Guillermo.
Tomó la botella de champagne y se aprontó para servirnos a ambos, pero lo detuve.
- No Pedro gracias, — le dije tapando la boca de mi copa — Mati bebió demasiado así que tendré que manejar yo.
- Ok, me dio un beso en los labios.
- ¿Me pedirías un agua por favor?
- Sí, por supuesto — me contestó mientras acariciaba mi espalda.
Pedro llamó al camarero y le pidió un agua con gas para mí.
Para culminar con nuestra experiencia culinaria en el lugar, pedimos la carta de postres, Pedro estaba antojado con el volcán de chocolate, pero también estaba tentado por el famoso, mil pasiones, que son finas láminas de chocolate semiamargo, intercaladas con mousse helada de fruta.
Para que no se quede con las ganas de probarlo y no desperdiciar comida, yo ordené ese y compartimos ambos postres entre los dos.
- ¡Qué manera de comer!… hoy estas goloso — le dije mientras llevaba a su boca mi cuchara con una porción de mil pasiones.
Abrió su boca bien grande para devorar el bocado, luego de que tragase se acercó a mi oído
- Estoy preparando mi semen para vos, quiero que la próxima vez que lo tomes sea bien dulce.
Lo miré extrañada, creo que sonrojada también por su comentario.
Volvió a acercarse y me explicó entre dientes.
- Es que el semen sabe según la comida y quiero que sea tan dulce como vos.
No lo sabía, me guiñó un ojo.
Me reí con malicia y me escondí en su cuello, había logrado excitarme con su comentario, pues no pude evitar acordarme el sexo oral que le había practicado antes de venir a cenar.
- Te aseguro que te gustaría tocar, lo que provocaste en mi entrepierna con tu comentario — le dije pícaramente en su oído.
- Hmm, no me tientes, siempre podríamos buscar un lugar… — lo pensó — como por ejemplo el baño. Me levanto y te espero allá ¿querés?
Me sonreí.
Lamentablemente, nuestros aparentes planes se estropearon cuando todos dieron por finalizada la gran comilona de esa noche. Decidimos ir a tomar el café en la casa.
Nos pusimos de pie y salimos del lugar, Pedro me tomó de la mano y así nos fuimos, luego me abrazó y se acercó a mi oído para decirme.
- Creo que el baño es un pendiente para la próxima vez que salgamos… prometo no olvidarme.
Lo miré sin saber si estaba bromeando o realmente pensaba hacerlo.
Pedro se sonrió con una mirada realmente oscura.
Llegamos al estacionamiento y luego de dar con mi auto entramos en el habitáculo. Nos colocamos los cinturones de seguridad y partimos hacia Los Castores, miré por el espejo retrovisor, Mati se había dormido en el hombro de Daiana.
- Creo que Mati tomó demasiado — acoté con total sinceridad.
- Sí me parece que sí — dijo Daiana acariciando su cara.
- No estoy borracho dejen de hablar de mí que no estoy dormido. ¿Me extraña? me has visto borracho Paula.
- Por favor, mejor ni acordarme, wacala que asco, el olor a ácido de mi anterior auto, no lo saqué durante un mes.
- ¡Puaj! ¿no me digas que te vomitó el tapizado? — Me preguntó Daiana.
- Parece que ustedes dos tienen muchas andanzas juntos. — se atrevió a aseverar Pedro.
- Ni te imaginás Pedro.Así como la vez, toda vestida de lentejuelas, esta señorita de buenos modales y finas curvas, es un Carlitos, como amiga es la mejor, jamás te deja tirado.
- ¿Cuándo fue eso? — Preguntó Daiana.
- ¿Qué cosa? ¿Cuando me vomitó el auto?
- Sí.
- Ah fue cuando nos recibimos… tu novio ese día, se tomó hasta el agua de los floreros, pero que haya vomitado, realmente eso fue lo más leve que hizo, durante los festejos en un restó de Recoleta, se subió a una mesa y empezó a hacer un striptease nos terminaron echando del lugar.
Pedro estaba destornillado, Daiana horrorizada, no podía creer que Mati sea capaz de haber bebido tanto hasta perder la conciencia, a veces me asombraba la inocencia de esa mujer y más aún que esté con Mati y creo que en el fondo Pedro se reía de lo mismo.
Llegamos a Los Castores, por detrás de Ezequiel acomodé el automóvil en la cochera y bajamos.
Pedro me esperó. Se aferró a mi hombro y así entramos abrazados, yo estaba con mi mano descansada en su trasero, dentro del bolsillo de su pantalón.
En realidad habíamos comido tanto que nadie de los que estábamos allí, tenía lugar para el café, así que nos fuimos todos a dormir.
Ya en la habitación, primero que nada fui al baño para hacer pis, y lavarme los dientes. Pedro quedó desvistiéndose.
Tomé una toalla desmaquillante de mi neceser y comencé a sacarme el maquillaje.
Salí del baño descalza, con mis zapatos colgando de mi mano.
Pedro estaba con la camisa desabotonada, al igual que el primer botón de sus jeans, permanecía sentado en la cama sacándose el calzado.
Por mi parte, me paré frente a la cómoda, para sacarme los leggings y el cinto dejando que la blusa caiga lánguida hasta la mitad de mis muslos.
Entonces me lamenté.
- ¿Qué sucede? — Me preguntó Pedro.
- No traje agua, seguro que después me da sed — fui a ponerme las calzas nuevamente cuando me espetó.
- Dejá, voy yo que aún estoy vestido.
Cuando Pedro llegó yo ya me había puesto mi Baby Doll de Satin de Victoria´s Secret y estaba metida en la cama, trajo una jarra con agua y un vaso y lo dejó sobre el mueble.
Se quitó la camisa y fue al baño, yo aproveché para ojear un poco mi celular… pobre mamá, otra vez no la había llamado, me maldije por ser tan ingrata… eran apenas la doce, quizá la encontraba despierta así que decidí enviarle un mensaje, estaba segura que si lo estaba me llamaría de inmediato.
Efectivamente, mi celular no tardó en sonar.
- Hola mamita, perdón que no escuché tu llamado temprano, tenía el teléfono en la cartera y estaba en un restaurante con música.
- No te preocupes hija, como estás ¿así que saliste? — Pedro estaba metiéndose en la cama en ese momento. Se recostó en mi vientre mientras yo hablaba y jugueteaba con su cabello.
- Si mami, salí a comer con amigos, estoy en la casa de fin de semana de Ezequiel, con Mati y otras personas que no conocés.
- ¿Algún novio?
- No maaa ya te dije que no ando en busca. — me ruboricé, Pedro estaba muy cerca, esperaba que no haya escuchado.
- Haces muy mal, deberías conseguirte un buen muchacho que te cuide y te mantenga para que no tengas que trabajar tanto.
- Sí claro como si yo fuese así de mantenida, jajaja ni loca mami, solo una vez asentí a eso y mirá como me salió, mejor ni lo recordemos.
- Sos testaruda igual que tu padre… Ya falta menos para vernos.
- Si mamá falta mucho menos.
- Cuando viajas al final, ¿ya tenés pasaje? — mi mamá en esta época del año siempre se ponía ansiosa.
- Si mami ya reservé para el 23 pero aún no sé el horario del vuelo, cuando lo tenga te confirmo para que me vayan a buscar.
- Tu hermano y yo tenemos muchas ganas de verte… acá Patricio ya tiene separada tu botellita de vino, la que siempre te tomás cuando venís a vernos.
- Yo también tengo muchas ganas de verlos, ya los extraño. Decile a ese viejo, que deje de andar trepándose, a ver si se cae, esas botellas están muy altas para que él se ande haciendo el atleta — Patricio era casero de toda la vida de la vivienda familiar, aunque ahora la tarea del mantenimiento de la casa la llevaba a cabo su hijo, él seguía allí con su esposa como una piedra más del lugar, nuestra familia quería mucho a la suya, fue uno de los pocos que se quedó a nuestro lado en los tiempos difíciles, y le hizo frente a la situación codo a codo con nosotros.
- Si claro, como si va a hacerme caso… está viejo y más testarudo que nunca, no sé como Guillermina lo aguanta. Pero contame ¿Estás bien hija querida?
- Sí mami estoy muy bien, quedate tranquila… te dejo mami es tarde, mirá la hora que es, no sé porque todavía estás levantada, como si fuera que mañana te vas a quedar remoloneando porque es domingo.
- No me regañes, ya me estaba acostando, pero sabía que me ibas a llamar en cuanto veas mi llamado.
- No me hagas sentir más culpable de lo que me siento.
- No seas tonta, que no te lo digo por eso… besos hija que descanses y a ver cuando me presentás un candidato, me alegro que lo estés pasando bien con tus amigos, disfrutá, divertite, se feliz, por sobre todo se feliz hija.
- Chau mami, chau hoy estás imposible. Beso
- Beso hija te amo
- Yo más.
Colgué la llamada, dejé el teléfono en la mesa de noche y me deslicé en la cama para acostarme, quedé cara a cara con Pedro, que pacientemente esperaba a que yo terminase de hablar con mamá.
- Lo siento, cuando hablo con mamá no me suelta más… — sentí que debía justificarme.
- No te preocupes, me encantó con el cariño que le hablas… ella se oía un poco preocupada, lo siento ay cosas que no pude dejar de oír.
- No te preocupes, mamá exagera, no sé como será la tuya, pero mamá siempre está preocupada y exagerando.
- Uff, si conocieras a la mía, a veces es insoportable, una vez vino a casa y se me instaló todo un día para cocinarme para toda la semana, porque decía que estaba muy delgado. Creo que todas las madres son iguales, al menos la mayoría.
- Si mamá estuviese cerca, no te quepa la menor duda que haría lo mismo…
Yo acariciaba su pelo, lo tiraba hacia atrás, él tenía enroscados sus brazos alrededor de mi cintura, me tenía tan aprisionada contra sí, que parecía que iba a asfixiarme, también teníamos las piernas enredadas, nuestros cuerpos estaban realmente juntos.
- Fue un día maravilloso Pedro…
- Si lo fue… también me lo pareció, no quiero dormirme para que no se acabe.
- ¿De verdad?
- De verdad… — Pedro probó mis palabras.
Nos dimos un beso. Luego Pedro desenredó uno de sus brazos de mí cintura, suspiró, y me acarició el rostro con su mano libre, corrió mi pelo, lo llevó hacia atrás despejándome la cara.
- Sé que no es de mi incumbencia, pero… ¿querés hablar de lo que pasó en el restaurante?
- Fue un momento incómodo, un momento de mierda… por el encuentro en sí, en realidad, es la primera vez que lo veo luego de que rompimos… — quería ser totalmente sincera — pero no significó nada para mí verlo.
Creo que hoy alejé definitivamente mis fantasmas.
En realidad me puse nerviosa porque era una situación con la que no estaba preparada para tratar, fue el efecto sorpresa.
Pedro suspiró, me estaba viendo a los ojos y delimitaba mis labios mientras yo hablaba.
- Perdón por haberme metido, creo que no tenía derecho, pero no me gustó la forma en la que te hablaba y te miraba.
- No te preocupes, no me molestó tu intervención. Si lo que te tiene inquieto es lo que dijiste en el restaurante, quedate tranquilo, sé que no soy tu amor, no me lo creí ni por un momento, se que lo hiciste para que no quedara como una tonta en la situación, gracias — en el fondo esperaba que me dijese que si lo era, que estaba equivocada, pero no lo hizo.
- ¿Tenés dos grandes amigos sabes? Creo que Ezequiel y Matias lo habían visto desde antes y que estaban pendientes por si se acercaba, al menos eso entendí — Pedro cambió de tema, era un experto haciéndolo, solo hablaríamos de lo que el quisiera.
- Sí, eso también me pareció.
- ¿A que departamento se refería? Si querés contarme …
- Tenemos un departamento que compramos entre los dos, en su momento él había vendido el suyo de soltero y yo puse mis ahorros y lo compramos, era donde viviríamos y donde calculo que vive él ahora.
Ezequiel se encargará de eso, le firmaré un poder para que él pueda tener plena decisión en todo. Que me de lo que me corresponde y así se termina la historia de una buena vez. Dejarle mi parte no lo voy a hacer, demasiado con que no lo obligué a vender y pudo seguir viviendo allí.
- Me parece justo.
- Supongo que tendrá para darme lo que me pertenece, no creo que sea tan cara dura que pensará que solo voy a firmar y a cedérselo, además ahí también hay dinero de mi madre, ella me dio una buena parte para comprarlo, aunque si fuera por mi mamá, con tal que yo no tenga que lidiar con eso, ni le importaría nunca recuperarlo, pero no sería justo, en comparación a los que pusimos nosotras lo que él aportó no es nada, aunque no voy a esperar recibir más del cincuenta por ciento, sé que no recibiré lo que en realidad puse.
Ezequiel sabrá que hacer, que lo gestione todo él.
Yo no quiero saber nada, cuando esté el dinero, que me lo de y sanseacabó.
No pienso lidiar ni con Guillermo ni con nadie de su entorno.
- ¿A que se dedica ese idiota?
- Es abogado también.
- Como es que tenés tantos conocidos abogados.
- Él era amigo de Ezequiel por intermedio de él nos conocimos.
- Entiendo.
- No quiero seguir hablando de Guillermo, Pedro por favor es un tema enterrado para mí.
Un mal recuerdo, un muy mal recuerdo.
- Lo siento preciosa, no quiero que te pongas mal…
- No Pedro, no me pongo mal, Guillermo ya no significa nada para mí, precisamente por eso, no me interesa hablar de él.
Pedro me besó, me devoró los labios, aprisionó mi cuerpo contra el suyo con desesperación, con sentido de la pertenencia.
Yo hubiera querido decirle que era suya, que simplemente podía tomar de mi lo que quisiera porque le pertenecía, pero no lo hice, no tenía sentido, él levantaba una barrera que solo la derribaban las caricias y los besos, así que lo dejé avanzar, lo dejé que el hiciera, como quería, como sentía.
Me hizo el amor, realmente sentí que me lo había hecho, entró en mi cuerpo inundando de sensaciones mis entrañas con el suyo, unidos por nuestro sexo, en un vaivén de sacudidas que desbastaban mis sentidos y mi razón.
Nos enredamos en caricias, abrazos, besos, piernas, manos, parecía que nunca teníamos suficiente del otro, que nunca nuestro fuego se mitigaría.
Finalmente conseguimos juntos el orgasmo y nos dejamos ir, cruzando todos los límites del placer que se podían alcanzar mientras nuestros fluidos se mezclaban saciando todas las necesidades de liberación repentina de nuestros cuerpos.
Sentía, que estábamos hechos a medida y semejanza, sentía que Pedro era lo que tanto tiempo había estado buscando y sentía que por fin lo había encontrado.
Pedro tardó en salir de dentro de mí más que otras veces.
Creo simplemente que él también consideraba que ese era el estado perfecto, aunque no lo decía, su cuerpo me lo demostraba, cada vez emitía más señales y cada vez se cuidaba menos de mostrarlas.
A desgano, se apartó de encima mío, pero sin perder por completo el contacto, acurrucó su cabeza en mi cuello y buscó mi mano para enlazarla a la suya, mientras enredaba sus piernas a las mías, así se acomodó sin pronunciar más palabras y así nos dormimos.
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