lunes, 14 de julio de 2014

CAPITULO 6




Eran casi las doce y media, que rápido se había pasado el tiempo pensé.


Ezequiel dijo que iba siendo hora que vayamos para la disco, entonces Pedro llamó al camarero para pedir la cuenta.


Mis amigos quisieron pagar, Mikel ni siquiera hizo el intento, pero Pedro no dejó de ninguna forma, que nadie se haga cargo de lo consumido esa noche, esgrimiendo que como era él quien se hospedaba ahí, éramos todos sus invitados.


- Dejen de discutir — dijo Mikel — es en vano todo lo que puedan decir, Pedro no se los permitirá.


Sonriendo ante la afirmación de su amigo, Pedro sacó su billetera y depositó en la bandeja plateada de la adición su tarjeta de crédito que colocó dentro de la libreta que contenía la cuenta.


Imposible que no me llame la atención el color del plástico, que digo plástico sé muy bien que esa tarjeta no es de plástico… Madre mía dije para mis adentros, éste tipo si que tiene guita…


Dejó una JP Morgan Palladium, la que se estima en gastos anuales superiores a los 600.000 dólares, lo sé muy bien, es la tarjeta que tiene Bill Gates pensé.


Vaya, tener una de esas si que te da beneficios, puedes acceder a la ayuda de un asistente personal en cualquier momento o lugar, entrar en las salas vip más codiciadas de los aeropuertos del mundo o hacerte de los mejores asientos en primerísima clase con beneficios exclusivos, tener trato preferencial en los mejores hoteles, disfrutar de un seguro de vida cuya cifra supere los seis ceros o sencillamente no tener que preocuparse de rebosar el límite de la tarjeta.


Por Dios, son placeres que quedan lejos del alcance de la gran mayoría de los mortales.



Me bebí el agua de un tirón, y me levanté para ir al baño, Pedro volvió a ponerse de pie con mucha caballerosidad cuando yo lo hice, por supuesto que su caballerosidad de inmediato se fue al garete, cuando descaradamente me miró el culo al pasar junto a él.


Pero a este tipo ¿qué le pasa?... ¡Que descarado! Intenté bajar mi vestido, su mirada lasciva me sonrojó y me sentí algo incómoda, pero a él parecía no importarle mi incomodidad.


Aunque no lo veía, podía sentir que me seguía con la mirada.


Caminé con seguridad el tramo que separaba nuestra mesa del baño, ¡tomaaaa! no me tambaleé ni un poquito gringo, para que veas que no estoy mareada.


Ni bien entré, me dirigí a unos de los sanitarios que estaban libres para hacer pis, con toda el agua que me había tomado mi vejiga estaba a punto de explotar. ¡Qué alivio!…
Salí de ahí y me apoltroné junto a la mesada de mármol del lavatorio, lavé mis manitos y luego me retoqué el maquillaje cepillé mi cabello.


Mientras me veía en el espejo, no puede dejar de considerar lo atractivo que era Pedro, pero también reflexioné, es demasiado engreído, definitivamente no es mi tipo… aun así sigue siendo un bombonazo.


Lo que más me atrapaba era el movimiento de sus labios cuando hablaba y entonces me pregunté como sería besarlo, sacudí mi cabeza, sin poder creer lo que estaba imaginando y me obligué a dejar de hacerlo.


Regresé al comedor y divisé que faltaba Pedro, cómo no notarlo si desde que había llegado no podía apartar mis ojos de él.


Mis amigos al verme se pararon a esperarme decididos a abandonar la mesa.


- Vayamos para el Library Lounge — dijo Mikel — esperaremos a Pedro allá.


Mikel y Ezequiel salieron caminando por delante sin dejar de hablar, parecía que tenían mucho que contarse.


Mati y yo nos tomamos de la mano y salimos caminando por detrás algo más rezagados que ellos.


- ¿Vas a histeriquear toda la noche con el gringo? — me preguntó acercándose a mi oído para formular la pregunta.


- ¿Qué? Yo no estoy histeriqueando.


- Claro… y yo no me llamo Matias García. Reconocé que te gusta.


- Bueno tampoco te voy a negar que me parece atractivo.
Sería ciega si no puedo aceptar que está interesante el gringo, pero me parece algo engreído.


- ¿Viste como te miró el culo cuando te fuiste al baño?


- Matias— Sentí que me sonrojaba — sí lo vi.


- ¡Ja! Y después decís que no te gusta, estás bordó y para que te pongas así conmigo… eso quiere decir que el gringo te tiene muerta.


Fruncí el ceño y le saqué la lengua, no iba a reconocérselo por completo, pero él tenía razón, Pedro me encantaba.


Seguimos caminando por el largo corredor, Ezequiel y Mikel ya no se veían, cuando estábamos por entrar al library, escuchamos una voz que nos dijo a nuestras espaldas…


- Friendship has it’s benefits?


Ambos nos dimos vuelta.


Era Pedro…incluso antes de voltear, había reconocido su voz, miró hacia nuestras manos aferradas y levantando una ceja mientras reía de lado, dio por entendido su comentario.


Mi amigocho levantó su mano y la mía que iban entrelazadas y dijo mientras se rió.


- Ah, entiendo, muchos al principio cuando no nos conocen piensan lo mismo… pero… ella es como si fuera mi hermana — se justificó.


- Creí que había ciertos derechos entre ustedes — se atrevió a aseverar, vaya no tenía pelos en la lengua, si que iba al grano.


- No eso está muy lejos de la realidad. Solo el derecho de exigirle lealtad con su amistad — agregué y lo miré a Mati — no es mi tipo — puse cara de asco, nos reímos.


No había necesidad de que aclare nada más, pero había tenido toda la intención de hacerlo, sin entender la razón, aunque en realidad si la entendía, pero no quería reconocerla, ese hombre me tenía pelotuda desde que lo había visto.


Pedro sonrió satisfecho ante mi explicación.


Entramos en el library lounge, Mikel y Ezequiel estaban parados conversando y nos acercamos.


- Ya traen nuestro vehículo — dijo Pedro y de inmediato intuí que a eso se había retirado.


- Ok — le contestó Mikel.


Ezequiel por su parte nos informó.


- Me acaba de llamar Carla que ya está en Tequila.


- Bien. — Le contesté esbozando una sincera sonrisa.


El Experience Manager se acercó a Pedro y le dijo — su traslado lo está esperando Sr.


- Muchas gracias — contestó muy cortés.


Mati me había soltado la mano, entonces, fue que Pedro hizo una contorsión dándome paso a mí primero en la comitiva hacia la calle. Caminó a mi lado todo el trayecto con las manos en los bolsillos de los pantalones, cuando llegamos a la puerta pasó ligeramente una mano por mi cintura indicándome la salida.


Sentí un cosquilleo por el cuerpo cuando me tocó.


Imaginé su mano sobre mi piel desnuda, no pude evitarlo, y me sonroje.


Paula, pensé, ¿pero qué cosas se te ocurren por Dios? de verdad vas a tener que darle la razón al gringo y que el alcohol te afecto más de lo que creíste.


Su mano en mi estrecha cintura se sintió tan grande… Hmm su cercanía me demostró una vez más lo exquisito que era su perfume ¿cuál usaría?


Salimos a la calle, el único vehículo estacionado frente al hotel era una limousine.


Volvió a tomarme de la cintura con la palma extendida en mi cuerpo y me escoltó hacia ella.


¡Wow! Este tipo tiene más plata que sentido común y yo que antes de venir me hacía problema por si entraríamos todos en el auto. ¡Ja!


El chofer nos esperaba con la puerta abierta, nos acomodamos en el espacioso interior.


Quedé sentada contra la ventanilla, él subió a mi lado y luego Matias. En otro asiento se acomodaron Mikel y Ezequiel que seguían hablando de sus cosas.


Nos pusimos en marcha.


Pedro tomó un control remoto y con el mando a distancia le dio vida a la pantalla de reproducción de música, en ese instante comenzó a sonar una canción de Reik, la reconocí de inmediato, la tengo en mi iPod y me encanta.


De pronto me encontré tarareando la letra…


Sabes no pido nada más 
Que estar entre tus brazos 
Y huir de todo el mal


- Shh cantás pésimo — me dijo Ezequiel en tono de broma, todos rieron menos Pedro.


Me ruboricé, no me había dado cuenta que lo había hecho en voz alta, quise disculparme, no sé porque razón, pero lo hice.


- No es importante cantar bien o mal sino sentir la letra — me dijo Pedro.


- No es importante mientras no le rompas los tímpanos a nadie — le contesté en son de broma — sé que canto pésimo.


- No me pareció que desafinases tanto — aseveró él.


Matias estaba concentradísimo enviando mensajes con su celular y se cambió de asiento, los chicos habían abierto una botella de champagne que había en el frigo-bar y estaban sirviéndolo...


Mikel sostenía una copa en cada mano, me ofreció una antes que a nadie, pero la rechacé, ya había bebido suficiente en muy corto tiempo.


- Gracias, quizá luego en la disco beba algo.


Pedro también rechazó seguir bebiendo.


Sonó mi celular, no me apuré a tomarlo de la cartera porque sabía que era un mensaje, lo supe por el ringtone.


Finalmente lo atrapé de mi bolso y lo desbloqueé para leerlo.


En la pantalla de mi iPhone indicaba que era un mensaje de Gonzalo, lo abrí y no pude evitar sonreírme mientras le respondía, mi hermano siempre me arrancaba una sonrisa, lo adoraba tanto…


Minutos más tarde volvió a sonar con la contestación, la cual me hizo más gracia todavía, creo que hasta dejé escapar una risita, contesté nuevamente y fin de la conversación.


Guardé mi celular en la cartera y asunto cerrado.


- ¿Algún admirador? — me preguntó Pedro.


- Tal vez — le contesté, obvio que mi hermano me admiraba pero no de la manera que Pedro pensaba ¡ja! No iba a decirle quien era, sencillamente a él que le importaba.


- ¿Tenés muchos? — Continúo preguntándome — admiradores digo.


- Dejame pensar en la lista… algunos — le dije sonriendo.


Plas, plas, plas, (aplausos par mi) pensé.


- No lo dudo… — me dijo reclinado en el apoyabrazos mientras me recorría con la mirada y se reía lascivamente.
Hmm es condenadamente sexy el desgraciado y es… irrespetuosamente bonito.


¿Pero qué carajo es lo que quiso decir?


Acaso quiso decir que soy atractiva... dejá de alucinar Paula, este tipo debe ser un hijo de puta con mucha plata, que solo está acostumbrado a chasquear los dedos y a tener lo que quiera, no te metas en esos terrenos, vos sos una persona simple y terrenal.


Pero mi vista mientras pensaba se iba a sus labios, su sonrisa era de modelo de revista, su dentadura perfecta.


Dejé pasar unos instantes para formular la pregunta.


- ¿La tuya es extensa?


Él veía por la ventanilla, lo pillé desprevenido, así que ladeo su cabeza hacia donde yo estaba, y me volvió a sonreír deshonestamente, pero no contestó.


Ignorándome volvió a mirar para afuera.


No me conformé con aquel silencio, así que se la seguí, quería una respuesta, aunque con solo mirarlo la sabía, Pedro era un bombón con fino envoltorio.


- ¿Debo creer por tu silencio que es muy extensa? — lo provoqué y entonces giró su cabeza.


- Más corta de lo que te imaginás — me dijo casi sin pensar.


“Mentiroso, quien puede creerte eso, como si no supieras lo atractivo que sos” ¿o acaso no te mirás en el espejo a diario? — Es un presuntuoso comprendí.


Intenté que mis pensamientos no se vislumbraran, pero evidentemente no lo hice demasiado bien.


- ¿No me creés?


- ¿Habría algún motivo para no hacerlo?


- Por supuesto que no — Me dijo nuevamente sin pensar.


Cambiando bruscamente de conversación le pregunté…


- ¿Qué perfume usás?


- ¿Te gusta? — me sonrió de una manera que se me cayeron las medias, eso si las hubiese tenido puestas.


- Si, mucho.


Sí mucho… sí mucho… Todo vos me gustas mucho, faltaba que le diga, ¿Paula te estás oyendo lo que estás contestando? por Dioooos solo falta que te pongas un cartel de regalada en la frente.


Volvió su vista al paisaje de la noche porteña sin contestarme, y me sentí más incómoda aún, te lo dije, fuiste muy obvia me contestó mi otro yo.


- Clive Christian Nº 1— masculló cuando ya ni me lo esperaba, jamás lo había escuchado nombrar — ¿y el tuyo?


Me sonreí.


- J’adore de Dior.


- Exquisito en tu piel…


Por Dios visiblemente estamos flirteando y lo peor de todo es que no quiero parar y no estoy exagerando. Hace tiempo que no me sentía así de descarada con nadie. Este tipo me hace pasar del enfado al flirteo en un segundo ¿como lo hace?

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