sábado, 2 de agosto de 2014
CAPITULO 69
Al medio día golpearon a la puerta de la habitación de Pedro, adentro Paula y él todavía dormían abrazados con sus piernas ligadas, estaban rendidos, se habían dormido tan tarde, casi amanecía cuando lo hicieron.
-Pedro… Paula… vamos despiértense, ya vamos a almorzar.
Luciana los llamaba y golpeaba a la puerta.
Entre sueño la escucharon.
- Sí… — contestó él adormilado.
- Vamos hermanito, levántense, ya vamos a almorzar, mamá me mandó a buscarlos, ya están poniendo la mesa.
- Ya vamos — dijo Pedro mientras besaba a Paula para despertarla.
- No, no, tengo sueño… — Paula rezongaba.
- Vamos a comer con mi familia, dale, también quiero quedarme acá pero están todos abajo.
Pedro se levantó, se puso el boxer que estaba en el piso y abrió las cortinas, era un día bellísimo el cielo estaba diáfano, sin una sola nube y contrastaba con el azul de la bahía a lo lejos, se estiró frente a la ventana, Paula mientras tanto seguía remoloneando en la cama.
- Vamos dormilona…
Pedro la besó en la frente y se fue al baño, orinó, se lavó los dientes y buscó ropa para ponerse, ella a regañadientes se sentó en la cama, no tenía ropa ahí, así que se puso una bata de Pedro que le quedaba enorme y se fue a su dormitorio a cambiarse.
Se vistió como una autómata, se calzó unos leggings de jeans, unas botas de caña alta de tacón en color suela de cuero y gamuza, un sweater manga tres cuartos con cuello volcado en negro y un cinturón de lazo del mismo color que las botas, aún estaba tan dormida…
Tomó una toalla desmaquillante y se sentó en el borde de la cama y se la pasó por la cara sin verse siquiera al espejo. Luego fue al baño con la mano izquierda se tomó el pelo en una cola y enjuagó su boca solo con agua ella odiaba lavarse los dientes antes de comer algo, la comida no sabía igual con gusto a dentífrico.
Se pasó la mano derecha por debajo de los ojos mientras seguía sosteniendo su cabello, salió del baño y desenredó su pelo con un cepillo, luego bajó.
Estaba cansadísima y le dolía su bajo vientre, Pedro había sido muy rudo consideró, pero igual se sonrió, era magnífico sentir ese dolor que le hacía caer en cuenta que él había estado dentro de ella.
Bajó y fue al comedor diario donde estaban todos, aún no lograba despabilarse, ofreció un buenos días generalizado, que todos respondieron y se acercó a su madre, Alejandra la besó en la frente y ella se colgó de su cuello.
- ¿Qué cara?
- Tengo sueño mami
Pedro estaba radiante y expectante, era obvio que ella aún no había descubierto el anillo.
Saludó a Ana, que la tomó del mentón y le dijo.
- Luces terrible mi vida — se acercó a su oído — parece que anoche mi hijo no te dejó dormir.
Paula dejó escapar una risita y es que Ana realmente la sorprendió y le causó gracia. Ana era muy canchera, nunca resultaba atrevida por la forma en que decía las cosas.
Estaban todos sentados en la mesa, Pedro a su lado.
- ¿Te sirvo agua con gas?
- Por favor mi amor
Pedro la miró y la besó, le encantaba que le dijera mi amor. Paula tomó el vaso con la mano izquierda y se lo llevó a la boca.
En ese momento Luciana pegó un grito y Pedro se dio cuenta que la que había descubierto el anillo era su hermana, intentó hacerle una mueca pero era demasiado tarde.
Luciana tomó la mano de Paula que estaba sentada a su lado.
- ¿Cuándo te dio esto mi hermano?
Todos miraron la mano de Paula, y ella empezó a llorar a mares, lloraba desconsoladamente, y se dio vuelta y lo abrazó y lo besó a Pedro en toda la cara.
- Me estoy enterando ahora igual que ustedes explicó entre sollozos ¿me lo pusiste mientras dormía?
Pedro asintió con la cabeza.
Ana, Helena, Ofelia y Alejandra también lloraban a la par de Paula. Alex corrió su silla se arrodilló y le dijo en inglés.
- Will you marry me?
- Sí mi amor, yes, my love, yes.
Paula le contestó en ambos idiomas.
Se fundieron en un beso, un poco recatado para los que normalmente se daban, pero muy sentido.
Silbidos, aplausos y vítores de todo tipo habían invadido el comedor. Ana estaba abrazada a su esposo y seguía llorando.
Todos se levantaron de las sillas y se aproximaron a Pedro y a Paula para saludarlos.
Federico fue el primero en abrazar a su hermano, lo abrazó y lo levantó en el aire, se veía muy feliz.
- Te engancharon hermanito, ya no podrás presumir más de tu soltería — cuando lo bajó le dijo al oído — tendrás que cerrar tu bragueta, o al menos abrirla solo para ella — Pedro le dio con el puño cerrado en el abdomen.
Abrazaron todos interminablemente tanto a Paula como a Pedro. Ale los abrazó a ambos a la vez, y luego lo tomó de la cara a él.
- Sé qué harás muy feliz a mi hija, que todo sea con la bendición de Dios.
- Gracias Ale, te aseguro que no pienso en otra cosa, solo en hacerla feliz, puedes estar tranquila, la amo y seré cada día mejor para ella.
- Lo sé, lo sé, tus ojos son transparentes.
Luciana saltaba abrazada a Paula.
- Me voy a poner celosa Luciana — dijo Alison — ya deja de abrazarla tanto — se abrazaron las tres.
- Y a mí, que me parta un rayo ¿no? — Dijo Lorena.
- Las tres corrieron a donde estaba sentada ella y se abrazaron las cuatro.
Pedro estaba tan feliz viéndola feliz a Paula, ella tenía una carita de felicidad que quería guardar por siempre en su recuerdo, hasta le dieron ganas de llorar, pero se aguantó, porque sino sería el blanco de cargadas eternas por sus hermanos.
- Bueno ahora un abrazo de concuñados —— dijo Ruben intentando abrazar a las tres mujeres de sus cuñados. Todos se fueron encima de él fingiendo que lo golpearían.
- No se preocupen que del vivillo este me encargo yo — dijo Luciana y le ajustó un codazo en las costillas.
Todos estaban sentados nuevamente, y entonces Luciana dijo…
- Extiende la mano, para que todos podamos ver bien.
Paula extendió la mano, era un joya magnífica, todos silbaron por el tamaño, el punto focal del anillo de 6 carats era un diamante central casi transparente, de talla esmeralda engastado en una montura vintage y rodeado por diamantes con forma de brillantes, que despegaba sobre una banda de platino formada por tres filas de diamantes de talla princesa y diamantes de talla esmeralda intercalados a cada lado y que al final se unían en una sola banda de platino, era una joya con todo el glamour al estilo Tiffany & Co.
- Hermanito, nos jodiste a todos, es el más grande — dijo Hernan.
- Aprendan mangas de amarretes — exclamó Ofelia.
Todos rieron a carcajadas.
Los Alfonso hacían todo juntos, Paula tenía que acostumbrarse a eso, pero creía que no le costaría, ellos eran muy cálidos y la habían recibido tan bien.
- Mi amor, lamento que el único que falte acá sea tu hermano, te prometo que pronto vamos a ir a Mendoza y le voy a pedir tu mano a él en representación de tu padre.
Paula lo agarró del mentón y lo besó y le dijo sobre sus labios.
- Gracias mi amor, gracias.
- Basta Pedro de hacernos llorar — dijo Helena. Pedro le tiró un beso a su abuela.
- Te quiero abuela.
- Y yo a vos mi tesoro.
- ¿En qué joyería lo compraste?
- Es un Tiffany Luciana.
- ¿Cuándo lo compraste? — se interesó Luciana, ella era así, le encantaba saber los detalles.
- Lo elegí en Italia, pero como había que hacerlo grabar y no me daban los tiempos, sabiendo el modelo que quería lo compré por teléfono acá, como nos conocen, apelé al buen nombre de mi querido padre para que me lo graben en solo dos días y lo retiré cuando bajé del avión, ayer fue un día de locos, contra reloj. — explicó.
- Jamás escuché de una propuesta así, ¿se lo pusiste cuando dormía? — Ana preguntó otra vez.
- Sí se suponía que lo descubriría enseguida, ni bien despertase, pero Paula estaba muy dormida.
- De hecho me desperté con el grito de Luciana, cuando ella lo vio, recién en ese momento lo vi también.
- Ahora Pedro, sos un loco, mirá si te decía que no.
- Yo sabía que no diría que no… — le contestó a su padre.
- Bueno tampoco te creas el más irresistible — Federico se mofó.
- ¿A caso cuando le diste el anillo a Alison no sabías la respuesta?
- Pues la verdad es que si — la besó en la nariz a su futura esposa.
- ¿Por qué te creíste tan irresistible? — le retrucó Pedro, todos rieron, Pedro había pillado a su hermano mayor.
- Que ternura, ella ayer preguntando por las bodas de todos nosotros —Lorena recordó la conversación de la madrugada.
- Y pensar que este desgraciado ya sabía que pronto tendrías que planear la tuya. — Paula se rió y abrazó a Pedro.
- Ey, más respeto con tu jefe, como desgraciado — Bromeó Pedro con Alison, ella le tiró una servilleta en la cara.
- Por Dios cuantas bodas, dijo el abuelo Alfonso, uno atrás del otro, estos chicos se contagiaron.
- Viste abuelo, yo soy el único original, ellos son todos unos copiones. —bromeó Hernan.
- Si querido, si…
Ana le explicó a Alejandra...
- Hace poco más de cinco meses fue la de Luciana, en dos semanas es la de Federico y Alison y bueno tendremos que ver qué fecha ponen ellos.
La comida siguió adelante, todos estaban ensimismados en el alimento.
Paula y Pedro seguían en su mundo, ella se miraba la mano, no podía dejar de verla.
- No puedo creerlo — decía a cada rato.
- ¿Te gusta mi amor?
- Es hermosa mi cielo, es un sueño.
- Mirá lo que le hice grabar.
- No quiero sacármela.
- Después te la pongo yo.
- Bueno si es así sí, porque yo no vi cuando me la pusiste.
Paula se la sacó y leyó. “En tus brazos huir de todo mal”
- Pedro esta frase es de nuestra canción.
- Sí, la primera que oímos juntos.
- Mi amor, te amo.
- Yo más.
- ¿A ver qué dice? — Lucianaa le quitó la sortija y leyó en voz alta, lo hizo en inglés para que todos entiendan.
- Te pasaste con esa frase Pedro — dijo Alison — que romántico, no te tenía así.
- ¡¡Que romáaaantico!!! —sus hermanos y Ruben se burlaron.
- Obvio que soy romántico, ella despierta el romanticismo en mí y la frase no es mía es de una canción en español, fue la primera que oímos juntos.
- Vos a mí solo me pusiste la fecha en que nos conocimos y la que me la diste, una vulgaridad. — Dijo Lorena a Hernan.
- Y vos super original “Tuyo por siempre” — Terció Alison a Federico.
- Ay peor la mía, Luciana y Ruben.
Pedro se carcajeó.
- Ríanse, escuchen los reproches de sus mujeres y aprendan de mí.Manga de sabelotodos.
Pedro tomó el anillo y se lo puso otra vez en el dedo a Paula. Todos aplaudieron testigos del momento.
Después de almorzar se sentaron en la sala a beber café el marco familiar de ese día era más que propicio, entonces Horacio dijo…
- Querida tengo otro regalo para vos con motivo de tu cumpleaños, esperaba que esta noticia que voy a dar sea la más importante del día, pero sé que nada superará a la que nos acaba de dar Pedro y Paula.
- Lo siento papá no fue mi intención, pero también quise aprovechar que íbamos a estar todo reunidos hoy.
- No te preocupes hijo, haz hecho de mi día uno muy feliz.
- ¿Ah o sea que es una noticia?
- Sí Ana, una noticia. Algo que me venís reclamando hace tiempo y bueno creo que llegó el momento — Ana y todos estaban expectantes a las palabras de Horacio — Dejo Mindland en manos de mis hijos, no mudaremos acá a los Hamptons como vos querías.
Ana abrió los ojos incrédula de lo que acababa de escuchar y luego se lanzó al cuello de su esposo y lo besó por todo su rostro.
- Horacio me has hecho la mujer más feliz del mundo con esta noticia.
- Me alegro que así sea, yo también estoy muy feliz, porque sé que dejo la empresa en muy buenas manos y a ustedes, Luciana y Hernan, les digo que sus hermanos cuidarán muy bien de sus acciones en la empresa — Luciana corrió a su lado y se abrazó de su padre.
- Seguro papá, dijo Hernan, realmente me tomaste por sorpresa con esta decisión, ¿estás convencido que es el momento? No me mal interpreten, no lo digo por ustedes — miró a Pedro y a Federico — sino por papá, sé que hasta hace unos meses él no quería por nada del mundo alejarse.
- Hijo uno tiene que ser sabio y saber aceptar cuando llega el momento, mi experiencia, y esto se lo comenté a ellos también me dice que para que Mindland siga creciendo, debo dar un paso al costado.
Pedro ha demostrado este último tiempo que tiene las agallas necesarias para que esto siga agrandándose, precisamente porque tiene juventud, desenfado, y muy buen olfato — Paula levantó la mano que tenía entrelazada con la de él y le besó los nudillos, se sentía orgullosa — Y Federico tiene toda la lucidez necesaria para que este sistema no nos coma, y eso hará que las espaldas de Pedro sean aún más sólidas — Hernan que estaba sentado junto a Federico le chocó los puños a modo de felicitación — cuando uno tiene mucha experiencia como yo, se vuelve remilgoso, poco audaz, miedoso de arriesgar lo que se ha conseguido y entonces es cuando uno comienza a estancarse — todos escuchaban la explicación de Horacio en un hermetismo total, respetaban mucho la figura que él tenía en la familia — Pero mi resistencia a dar un paso al costado, era porque si bien mi puesto iba a estar muy bien ocupado por Pedro, sepan que he querido que ambos compartan la dirección pero Federico no quiere, así que será Pedro quien me suceda en el cargo, pero no quiero apartarme de lo que les estaba diciendo, si yo me retiraba no había un prospecto para ocupar el puesto de Pedro y Mindland Internacional si bien está creciendo a pasos agigantados, aún depende de Mindland USA, por lo tanto no es posible desatender la empresa madre. Y aquí estaba el verdadero impedimento que tenía para irme. Pedro no podría hacerse cargo de las dos por el tamaño de las divisiones de la empresa. Pero hace poco más de dos meses y medio, frente a mi pusieron un prospecto que me ha demostrado que puede con el cargo que hoy ocupa y más — Paula empezó a rebullirse en el sofá y bajo el abrazo de Pedro que no paraba de besarla en la sien y de decirle al oído te amo, sos mi orgullo — y como he encontrado a esa persona es por eso que ahora sé que puedo irme tranquilo a descansar y a disfrutar de mi esposa y de mis nietos.
- ¿Y quién quedará en lugar de Pedro? — Preguntó Ana.
- Paula mi amor, ella quedará en lugar de Pedro, por eso ella vino a New York porque yo tenía esta propuesta para hacerle que fue mucho antes que ella y Pedro decidan casarse
Luciana pegó un grito…
- O sea que todo seguirá quedando en familia.
Todos bromearon y felicitaron a Paula. También a Pedro, y a Federico.
- ¡¡¡Qué día por Dios!!! No paran las sorpresas en esta casa…
- Es que tienes una gran familia Ana— dijo Ofelia muy emocionada.
- Ven acá vieja querida, déjame abrazarte y compartir mi alegría también con vos.
- Me queda un consuelo, por lo menos como esta casa es más grande no escucharé tanto los gritos de ustedes dos, dijo Horacio refiriéndose a Ofelia y a su mujer.
- Deja de quejarte que bien que te consentimos — Lo trasteó el ama de llaves.
- A preparar el traje de baño Ofelia, haremos piscina todo el año— bromeó Horacio.
- Las pavadas que uno tiene que escuchar, solo a vos se te puede ocurrir que voy a mostrar mis huesos a mi edad.
Todos bromeaban, todos estaban de muy buen humor. El día no podía ser mejor. El teléfono de Paula sonó, era Matias, así que tomó la llamada y se fue al hall principal para hablar más tranquila. Pedro le soltó la mano a regañadientes…
- Tengo un millón de novedades para contarte.
- Se te nota chispeante, ¿qué pasó?
- Me arreglé con Pedro…
- ¿Qué? Estás loca Paula, porque aceptaste ser su amante, sufrirás mucho, la puta madre, no puedo creer que seas tan pelotuda, sabía que ibas a ceder, sos débil y tonta, mierda, mierda Paula por qué cediste.
- No, no acepté ser su amante, dejame hablar, acepté ser su esposa.
- Ah ya entiendo te hizo el cuento que se va a divorciar y que luego se casará con vos.
- No, Pedro no está casado, Pedro es viudo.
- ¿Qué? ¿Me estás jodiendo?
- No Mati, no te estoy jodiendo.
- ¿Y por qué no te lo dijo antes?
- Uff bueno eso es largo, por orgullo, porque lo cansé con mi desconfianza, porque no se creía digno de mi amor… pero él lo pasó tan mal como yo.
- ¿Paula en serio te casas? O me estás diciendo esto para no escuchar mis reproches…
- Amigo, nunca hablé tan enserio, me dio un anillo de compromiso.
- No lo puedo creer ¿estás segura que es viudo?
- Si, bobo, me lo dijo su madre, ese es otro cuento, resulta que cuando llegué, Pedro viajó a Italia, prácticamente ni lo vi y resultó ser que su mamá y la mía se conocían, que fueron a la escuela secundaria juntas, así que mi mamá está acá y estamos parando en la casa de los padres de Pedro como huéspedes.
- Esto es para una novela.
- Ayer fue el cumpleaños de su mamá, bueno el festejo en realidad el cumpleaños es hoy y Pedro regresó de Italia, y nos arreglamos y hoy me dio el anillo.
- O sea que vino de Italia con el anillo.
- Sí algo así, cuando llegue allá te cuento bien. Igual iré por unos días no más y me vuelvo, no digas nada en la empresa, pero dejo mi puesto.
- ¿Qué? ¿Te vas a vivir allá?
- Si, una porque me voy a casar, pero además, el papá de Pedro me llamó porque él se retira de la empresa y Pedro queda en su lugar, y me ofrecieron el puesto de Pedro.
- ¿Y eso cuando te lo propuso?
- Apenas llegué, antes que me arreglara con Pedro por eso me hizo venir.
- Estoy sin palabras. No puedo creer todo lo que me estás contando, no lo puedo creer, Paula ¿seguro que no estás drogada y que estás en tus cabales? porque no puedo creerlo.
- Estoy feliz ¿no estás contento?
- Obvio, pero dejame digerir todo esto.
- En la empresa hacés falta, se necesitan autorizaciones tuyas.
- La semana que viene seguro viajo, ¿hay cosas muy urgentes?
- Sí para eso te llamaba, es que como estamos en pleno proceso de obras, sino todo se atrasará, no sé qué hacer, hay cosas que yo no puedo decidir.
- Mandame todo por Email escanéame todo, que mañana veo cómo puedo hacer para autorizar desde acá, supongo que te mandaré por fax.
- Bueno, mañana te mando todo, quiero ver tu anillo, mandame una foto ¿es de oro?
- No, creo que es de platino, y las piedras son diamantes, es un Tiffany, ahora cuando corto te la mando.
Matias silbó…
- Mierda, obvio, el big-boss no se va a andar con chiquitas…
- No sabes Mati con el lujo que vive la familia de Pedro, yo casi me caigo de culo, ahora estamos en la casa de fin de semana, es una mansión, pero si vieras lo sencillos y cálidos que son todos. Me recibieron en la familia como si me conocieran de toda la vida.
- Me alegro Paula, de corazón me alegro que te sientas tan bien, vos mereces ser muy feliz, sos una persona tan transparente.
- Creo que estoy viviendo en un sueño, tengo miedo de despertarme. Realmente no creo que se pueda ser más feliz.
- Ezequiel también te estaba por llamar, parece que llegó a un acuerdo con Guillermo y necesita saber cuándo volvés para poder hacerlo efectivo, te digo que vas a tener que verlo porque hay que ir a una escribanía a firmar todo.
- Mierda, no quiero ver a ese hijo de puta.
- Bueno andá pensándolo, porque lo vas a tener que hacer.
Como Paula tardaba tanto Pedro salió a ver dónde estaba.
La encontró en la escalera sentada sacándose una foto de la mano con el anillo.
- ¿Qué haces?
- Me tomo una foto para enviarle a Mati y a Ezequiel…Ya está ya se la envié.
Pedro la besó en la coronilla de la cabeza.
- ¿Estás contenta?
- Demasiado, tengo miedo de despertarme y que solo sea un sueño.
- No mi amor, no es un sueño.
Se besaron y se abrazaron interminablemente, Pedro la apresó en sus brazos y le acarició la espalda mientras olisqueaba su cuello. Luego le tomó el rostro entre sus manos y le corrió el pelo, para besarle la punta de la nariz, también le mordió el carrillo.
- Quiero hacerte muy feliz, tan feliz como vos me haces a mí, y créeme que eso es mucho.
- Me hacés muy feliz Pedro, tanto que creo que nadie en este mundo puede ser más feliz que yo.
Volvieron a besarse…
- Llamé a Oscar para que nos venga a buscar, quiero estar con vos a solas — ella se sonrió –— vayamos a juntar nuestras cosas así cuando llega nos vamos enseguida, no aguanto más las ganas de hacerte el amor.
- Yo también quiero irme, también quiero que estemos solos.
Subieron a preparar los bolsos, luego Pedro y Paula se abrigaron y salieron a caminar hasta el muelle, no querían regresar donde estaban todos, necesitaban estar a solas, tocarse, besarse.
Se sentaron en el desembarcadero con las piernas colgando, Pedro se colocó tras ella, abrió sus piernas y la hizo sentar en el hueco que quedaban entre ellas.
La cobijó entre sus brazos y contra su pecho mientras admiraban el paisaje, el agua se veía azul intenso, se confundía con el azul del cielo y hacía una paleta de pintor perfecta para que un artista venga a pintar un imponente paisaje con su luz cristalina, de pronto varias aves curiosas, se acercaron hasta ellos y otras se alejaban con la proximidad de la caída de la tarde, prontas para emigrar a sus refugios. Los rodeaba una extensa vegetación madura, en la lejanía del paisaje podían verse amarrados a los muelles de la orilla opuesta, algunos botes que danzaban al compás de la fuerza que imprimía la leve corriente.
Disfrutaron de ese aire fresco, que les golpeaba en la cara y agitaba sus cabellos, la brisa marina había impregnado el ambiente, Paula se acurrucó en los brazos de él extasiada por el marco natural del paisaje y por su compañía.
Pronto empezó a caer la tarde, los colores del cielo empezaron a variar de amarillo a naranja mientras el sol, con rojas tonalidades, declinaba en el horizonte.
Las nubes se empezaron a confundir con las sombras de la noche que anunciaba su llegada y entonces la inmensidad del mar se confundía aún más con el cielo en la línea del confín de la tierra mientas el sol bajaba lentamente.
Y ahí estaban ellos, mansos, disfrutando perdidos en el paisaje.
Pedro le hablaba al oído, su aliento acariciaba el lóbulo de su oreja haciéndole cosquillas y sus dedos jugaban con el anillo de compromiso.
- Tenemos tantas cosas para planear… tenemos que definir una fecha para nuestra boda. Quiero que sea pronto Paula.
- Yo también quiero que sea pronto…
- Pero hay un problema, porque también deseo que sea una gran boda…
Paula se dio vuelta a verlo, le habló casi sobre sus labios.
- ¿Una gran boda?
- Sí, ¿vos no querés una gran boda mi amor?
- En realidad, no lo había pensado — ella fue muy sincera — pero quiero lo que vos quieras Pedro.
- Quiero que nuestra boda sea única, grande como nuestro amor.
- Uff, entonces no podrá ser pronto, una boda tan grande no puede planearse de un día para el otro.
- Supongo que no.
- Para el comienzo del verano, ¿te parece?
- Supongo que será tiempo suficiente…
- Nos casaremos acá en USA ¿verdad?
- ¿Vos no querés casarte acá?
- Sí, no tengo problema, además será el lugar donde vamos a vivir. Pero eso significa que tendremos que traer a mis invitados y eso es un costo — ella se afligió, él se reía — aunque no son muchos mis invitados.
- Podemos conseguir algún Upgrade, no te preocupes por los costos, solo quiero que todo lo que veas y te guste lo tengas, de verdad no quiero que te prives de nada.
- Tampoco despilfarrar el dinero Pedro…
- Ya salió la administradora… de verdad, no hay problema por eso, podemos darnos un gusto así para festejar el día más importante de nuestras vidas — Paula lo escuchaba resignada tenía que acostumbrarse a los estándares de vida que él estaba acostumbrado, así que solo le restaba ceder y empezar a disfrutar, como él le pedía que hiciera.
- No puedo creer Pedro que estemos planeando nuestra boda… ayer apenas creía que vos y yo no teníamos posibilidades de volver a estar juntos.
- ¿De verdad lo creías?
- Bueno, yo quería creer que sí, que todo iba a solucionarse, pero luego tu silencio… tuve miedo que hayas conocido a alguien en Italia y por eso no me contestabas, temí que te hayas cansado de mí.
- Tonta, ¿cómo pudiste creer eso? — le besó la nariz.
- Solo me reconfortaba recordar el beso que nos dimos a la salida del café, tenía el sabor de ese beso en mi boca, lo había deseado tanto…
- Sí pero me pegaste — Pedro hizo una mueca de dolor mientras se tocaba la cara.
- Perdón mi amor, perdón — Paula lo tomó de la cara y lo besó mientras hablaba sobre sus labios — en realidad mi enojo era conmigo misma, por desearte aun creyendo que no tenía derecho a hacerlo.
Se besaron, se saborearon mansamente, entrelazando sus lenguas y acariciándose con ellas.
- Voy a confesarte algo… — Paula se puso alerta para escucharlo — ese encuentro en la puerta de Gucci no fue casual, yo estaba siguiéndote, estaba desesperado por verte, porque nos encontremos, yo ese día me iba y si vos no aceptabas la propuesta de mi padre quizá nunca más iba a verte.
- ¡¡Pedro!! ¿de verdad fingiste ese encuentro?
- Fue lo más descabellado que he hecho en mi vida, aunque más estúpido me sentí esa mañana escondido tras una columna en el aeropuerto.
- Mi amor, si no hubiese sido tan necia y te hubiera escuchado ese día en el café.
- No nos lamentemos más por esos momentos horribles que te aseguro que no volverán, porque ahora solo nos espera mucha, mucha felicidad.
- Sí mi vida, vamos a ser muy felices. Te amo tanto.
Sonó el celular de Pedro, era Oscar que le avisaba que había llegado.
- Perfecto, dejamos nuestros bolsos en la puerta de nuestras habitaciones y sobre la cama hay una perchas que también debes recoger, nosotros nos despedimos y salimos — Pedro cortó con Oscar y se puso de pié, para ayudar a Paula a que lo hiciera.
Salieron caminando hacia la casa, iban abrazados.
Entraron en la sala, algunos aún permanecían ahí, otros estaban en el salón de juegos.
- Mañana te espero en la oficina Paula — le dijo Horacio.
- Desde luego, ahí estaré.
Se despidieron de todos y se marcharon.
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