domingo, 3 de agosto de 2014
CAPITULO 74
Desde que habían vuelto a encontrarse las cosas no podían estar mejor entre ellos, Pedro y Paula estaban conviviendo en el loft de la calle Greene, ella había querido rentar un departamento, pero Pedro se opuso rotundamente y decidió casi sin consultarle que ese era el lugar donde ella debía vivir.
Pedro ya sentía a Paula como su mujer, solo bastaban unos pocos trámites para que se convirtiera ante los ojos de todo el mundo en su esposa.
Habían comenzado con los planes de la boda, ya contaban con el diseñador y el florista pero aún no le comentaban nada a la familia porque no querían quitarle protagonismo a Alison y Federico que se casaban el próximo fin de semana, luego de la boda de ellos sería su turno.
Ese día Paula había ido a la oficina con su auto porque por la tarde iba a encontrarse con Luciana que la iba a acompañar para comprar su vestido para la boda de su hermano.
Volvía de la oficina de Horacio con quien había estado durante gran parte de la tarde trabajando, ya que pronto él no vendría más a la empresa, urgía que arreglaran ciertos temas pendientes.
Entró en la oficina de Pedro, en la que pronto sería suya, él terminaba de colgar el teléfono y se aprestaba para seguir trabajando por un rato más en su ordenador.
- Me voy mi amor, tu hermana me espera en veinte en el diseñador, si sigo demorándome llegaré tarde, no me extrañes.
- Hmm eso será imposible.
- ¿Qué llegue tarde o qué me extrañes?
- Ambas cosas, porque no extrañarte es improbable y además en este momento tengo muchas ganas de besarte y eso seguro te demorará — Pedro se puso de pie para despedirla, la tomó entre sus brazos y la besó con vehemencia, como lo hacía siempre cuando atrapaba su boca en la suya. Paula lo perdía en cualquier momento y en cualquier lugar. Ella le pertenecía, él se sentía su dueño.
Mientras se devoraban, Paula se mantenía aferrada a él entrelazando sus dedos en la nuca y Pedro la sostenía pegada a su cuerpo, hundiendo los dedos en sus nalgas y apretándola contra su sexo.
De pronto la puerta se abrió y nuevamente Rachel entró sin llamar, interrumpiéndolos.
Pedro y Paula se apartaron, el rostro de ella se desencajó, él se pasó la mano por el pelo, estaba contrariado y además sabía cuándo Paula estaba realmente cabreada y era más que obvio que lo estaba.
- Lo siento, mil disculpas, perdonen por Dios!! cariño es la costumbre de tantos años… Lo siento Paula discúlpame no quise de verdad. — Rachel fingió arrepentimiento, se quedó parada a un lado sin formular una palabra mientras sostenía los papeles que traía en su mano con cara de compungida.
Paula la miró con furia, no le contestó, tomó su cartera y le destinó la misma mirada furiosa a Pedro.
- Nos vemos en casa. — con esas palabras le había demostrado a ella la intimidad que ellos compartían haciéndole saber que Pedro era suyo. Quería salir de la oficina dando un portazo, pero no le iba a dar el gusto a Rachel.
Pedro esperó a sentir el ruido de la puerta electrónica para asegurarse que Paula se había ido, luego se asomó por la puerta para corroborarlo, volvió y le dijo a Rachel gritándole.
- ¿Cómo mierda te tengo que decir que me dejes en paz? esto no puede seguir así. — la tenía tomada de un brazo.
- Pedro me estás lastimando.
- Te juro que es lo que deseo en este momento, para ver si entendés de una buena vez, me tenés harto.
- Mi amor, me lastimás.
- No soy tu amor. Rachel ¿estás loca o qué? — ella quiso acariciarlo para calmarlo pero Pedro se apartó y tomó su mano en el aire para impedirlo, luego se la bajó de un manotazo.
- No seas cruel, te amo — Pedro tenía los pelos de punta.
- Pero yo por vos, no siento absolutamente nada. —ella se largó a llorar, Pedro se apartó y se paró frente a la ventana de su oficina dándole la espalda, no sabía de qué manera manejar la situación, esa mujer estaba obsesionada con él, después de la borrachera en el cumpleaños de su madre había buscado la oportunidad y habían hablado, Rachel se disculpó por la escena horrible que había montado y él creyó que había entendido, pero los días pasaban y ella seguía comportándose de manera lanzada y frente a quien sea y Paula ya le había llamado la atención varias veces.
Rachel caminó hasta donde él estaba y lo sorprendió abrazándolo, él se tensó y agarró sus manos y se las quitó de encima.
- ¿Por qué me rechazás Pedro? jamás me trataste como me estás tratando este último tiempo.
Llegué feliz para mostrarte que la propiedad de Jamesport ya es mía, y a decirte que podemos ir cuando quieras.
- Rachel tenés que ir a un médico… parece que no te dieras cuenta que me voy a casar con Paula.
- Mi amor, yo sé que solo estás obnubilado con ella, pero vos y yo somos iguales, somos de la misma clase social, tus padres y los míos siempre bromearon desde que éramos pequeños ironizando que nosotros seríamos pareja cuando creciéramos — volvió a aproximarse a Pedro, él dio un paso hacia atrás y puso las manos en frente para que no se acercara. No podía creer la sarta de estupideces que Rachel le decía, desde cuando imaginaba que ellos podían llegar a algo, estaba asustándolo, no parecía una persona en su sano juicio diciendo todo lo que decía y para colmo de males le hablaba con convencimiento.
- Rachel, ellos bromeaban, acabás de decirlo, siempre fue eso, solo una broma, por otra parte nunca se me cruzó por la cabeza que vos y yo podamos tener algo.
- Me hiciste el amor Pedro, te olvidás lo bien que lo pasamos… te sentí vibrar en mis brazos ¿cómo podes decir eso?
Pedro no podía creer lo que estaba escuchando, esto estaba peor de lo que él creía, Rachel no se encontraba bien, él solo se la había cogido una vez y un polvo de mierda y ella hablaba como si se hubiesen amado profundamente.
- Ven — la tomó de un hombro y la sentó en el sofá. — calmate ¿querés agua?
- Por favor.
Pedro le trajo una copa de agua, y se la entregó para que la bebiese. Ella aún sollozaba, se acuclilló frente a ella y le tomó una mano para dialogar y hacerla entender, le habló con calma y con delicadeza.
- Rachel, vos y yo siempre tuvimos buena relación, siempre fuimos amigos, quizá no éramos los mejores amigos, pero yo siempre consideré tu amistad — intentó buscar las palabras adecuadas, se pasó la mano por la frente — te pido perdón, en realidad te pido mil perdones, no fue mi intención confundirte, si hubiese sabido que guardabas estos sentimientos por mí... — las palabras le fallaban, no quería herirla aún más pero debía hacerla entender hizo una pausa, ella lo miraba a los ojos expectante mientras lo escuchaba — Lo que pasó entre nosotros esa noche, solo fue sexo y lo lamento en el alma, hoy sé que nunca tendría que haber ocurrido, en realidad lo supe en el mismo instante en que pasó, me dejé llevar, estaba pasando por un momento de mierda en mi vida y vos avanzaste y no supe decir que no.
Sé que es ruin lo que voy a decirte, pero te usé para borrar el rencor que en ese instante sentía, estarás pensando que soy una mierda, y tenés razón, solo me saqué las ganas, necesitaba un polvo y no tendría que haber sido con vos.
- Te amo Pedro, vos sos mi amor — él quiso hablar pero ella le pidió que la dejase terminar, igual todo lo que le dijese parecía en vano — siempre te amé en silencio… antes cuando estabas con Julieta ni siquiera te fijabas en mí, jamás lo hiciste, ni cuando te peleabas con ella yo existía para vos, por más que intentaba acercarme… pero este último tiempo, nuestra relación cambió y muchísimo más desde que trabajamos juntos… estoy segura que si vos permitís que me acerque, yo puedo hacerte olvidar de todo… dejame demostrarte que solo estás confundido, que estás ciego, ella te envuelve y se aprovecha de tu corazón débil.
Él cerró los ojos, esa conversación no estaba llegando a nada… ni de buenos modos, ni mucho menos de malas maneras, parecía no entender, no escuchaba, no razonaba.
- Rachel, nunca te amé, no te amo y jamás te voy a amar.
Estoy enamorado de Paula, con ella es con quien quiero compartirlo todo y por el resto de mi vida — Pedro se había sentado y se pasaba la mano por la frente mientras le hablaba,estaba echado hacia atrás en el sofá, pensaba que hacer,¿despedirla quizás? ¿sacarla de Mindland, alejarla de ahí?… Sabía que no era lo mejor, ella montaría un escándalo y Paula se iba a enterar de lo que entre ellos había pasado y por más que Rachel diga puras mentiras, no quería poner en riesgo su relación y que las dudas la invadan otra vez, Paula era frágil y él debía protegerla de esta loca, por otra parte estaba Horacio, él no le permitiría que desafectase del trabajo.
Rachel se precipitó encima de él y lo quiso besar. Pedro se puso de pie.
- ¿Estás loca? ¿No me escuchás cuando te hablo? — le gritó — No quiero nada con vos. ¿No tenés orgullo ni dignidad? estoy rechazándote de todas las maneras posibles. — Pedro la atrapó de los dos brazos y seguía gritándole mientras la zamarreaba.
— Voy a tener que pedirte que renuncies a tu trabajo, Rachel vos y yo no podemos seguir trabajando juntos, te hace mal.
- No Pedro por favor, no me pidas eso, no lo hagas — primero fue una súplica, luego se transfiguró y le espetó con malicia — te juro que si me alejás de acá, le digo a ella que vos y yo somos amantes.
- No me amenaces — Pedro le gritó aún más y la tomó de la barbilla advirtiéndola, ella se apartó de él, levantó los papeles que había traído con ella y salió de la oficina hecha una tromba.
Ajena a todo cuanto estaba aconteciendo en la empresa, Paula acababa de encontrarse con Luciana. Llegó sacudiéndose la lluvia que había atrapado en la calle.
Una empleada del lugar le recibió su paraguas y su trench de cuero, una espesa lluvia la había pescado de improviso al salir de Mindland, y en realidad muy típico del clima de New York en el mes de abril.
- Siento que me hayas tenido que esperar, se me hizo tarde en la oficina y encima no encontraba donde estacionar — Paula se disculpó por la tardanza odiaba llegar tarde a ningún lado.
- No te preocupes, tengo tiempo.
- Gracias Luciana por acompañarme, además no sabía donde ir a comprar.
- Acá encontrarás cosas muy bonitas.
Marisa fue la encargada de atenderlas, apenas Paula llegó la empleada le ofreció un café, que ella muy solícitamente rechazó, pues había estado toda la tarde tomando con Horacio en la oficina, si tomaba otro más, se le agujerearía el estómago consideró, y más aún con el malhumor que acarreaba.
Estaba bastante contrariada, nada de lo que se probaba le terminaba de gustar, finalmente después de probarse varios vestidos se decidió por dos modelos que Luciana insistió sobremanera que se llevase, compró uno de largo para el gran bodorrio del sábado en el Four Season y otro corto para el cocktail del viernes, día en que se celebraba la boda civil en casa de los padres de Alison, para la cena de ensayo del jueves se pondría algo de lo que ella tenía, ya que era un evento muy informal.
Había parado de llover, así era abril en NYC llovía sin aviso, y paraba de improviso también, como el mal tiempo aunque no había mejorado del todo se había calmado lo suficiente para cuando salieron de ahí, entonces decidieron ir a tomar algo.
Caminaron hasta la 76th st. y Madison y entraron en el Café Boulud & Bar Pleiades allí pidieron un cocktail por sugerencia de Luciana.
- ¿Qué te ocurre? ¿Pareces de mal humor?… — Luciana era muy perceptiva ella prestaba siempre mucha atención en las personas y esta vez no se estaba equivocando — no había nada que te gustase y te probaste cosas hermosas.
- Tenés toda la razón, se trata de Rachel, esa tipa me pone de malhumor — solo nombrarla le desfiguraba la cara.
- ¿Qué pasa con Rachel? — Hmm Luciana presentía que ella no quitaba el dedo del renglón con su hermano.
- Es una mosca en el plato.
- No entiendo… — Luciana entendía perfecto, pero se estaba haciendo la tonta.
- Le gusta tu hermano.
- ¿Qué?
- Vamos, no me digas que no te diste cuenta… aparte de no quitarle los ojos de encima, cada vez que puede lo toca, y lo llama desfachatadamente delante de quien sea “cariño, hermoso” ayssss, un día voy a perder la paciencia y la voy a cachetear, porque además se mete en su despacho como pancho por su casa sin siquiera golpear.
- Se debe a que tenemos confianza, nos conocemos desde chicos, por eso la familiaridad.
- Vamos Luciana, a nadie trata como trata a Pedro, no soy boba y lo que más me molesta es que ya le dije a tu hermano que le ponga un freno, o no lo hizo o no quiere hacerlo, porque la tipa sigue en la de ella, y encima me mira con una cara de asco, te juro que cuanto cada día hasta diez, pero en cualquier momento dejo mis buenos modales de lado y la pongo en su lugar, ¿quién se cree? Me mira por encima del hombro y me estudia de pies a cabeza y si le pido algo, ni me contesta ayssss no, no, mejor cambiemos de tema, porque en vez de pasarme el malhumor se está acrecentando.
- No tenés de qué preocuparte, mi hermano solo tiene ojos para vos.
- Pero es incómodo, te gustaría si te enterases que alguien de la oficina tiene tanta confianza con Ruben, te digo que continuamente lo toca.
- Ay no lo mato a Ruben — Luciana de solo imaginarlo se encolerizaba.
- Bueno imaginate como me siento, encima si le hablo, en vez de contestarme a mí, si Pedro está presente le contesta a él.
Hoy estábamos despidiéndonos antes de venir para acá y entró en la oficina como si fuera la suya, y ahí estábamos nosotros dándonos un beso.
¿Porque tengo que soportar eso? Hasta Horacio golpea antes de entrar — Luciana no sabía que decirle, no quería meter cizaña pero era más que obvio lo que Paula le describía, eso pondría de malhumor a cualquiera — ¿él no lo soportaría si fuese al revés?
- Quizá debas hablar con mi hermano, para que le encuentre una solución.
- Es que ya lo hice y varias veces, eso es lo que más bronca me da — Luciana le acarició la mano, no sabía que decir tampoco quería hundir a Pedro… así que optó por cambiar de tema.
- Cambiemos de tema… no te embronques más. Como van los preparativos de la boda, los noto muy callados, no cuentan nada y yo quiero saber…
- Todo va genial — la cara de Paula de pronto se iluminó de solo pensar en la boda — solo que no queremos hablar para no opacar el momento de Alison y Federico, cuando pase la boda de ellos, les contaremos.
- Bueno pero a mí puedes contarme, soy tu dama de honor… y solo sé que será en el Plaza, lo que ya me da la pauta que mi hermanito tirará la casa por la ventana en la fiesta.
- Sí él está super entusiasmado… yo también, pero la verdad, hubiese querido algo más sencillo, no me siento cómoda gastando tanto dinero en una fiesta.
- No te preocupes, si Pedro lo está haciendo es porque se puede.
- Sí eso mismo me dice él… ya tenemos el diseñador de boda y florista, quiero muchas, pero muchas flores, quiero que todo se vea muy romántico y todos los arreglos en blanco.
- Entonces planean una boda clásica…
- Si clásica y muy suntuosa, bueno creo que el lugar ya lo es.
- Sí que lo es, el Plaza es sinónimo de esplendor y opulencia, estuve con mamá ayer y me dijo que no cuenta nada aún pero que se muere por hacerlo, ella también está esperando que pase la boda de Federico muere por chismorrear con sus amigas.
- Sí es obvio, son muy seguidas las ceremonias. Tenemos cita pautada con el iluminador, y también en la papelera, ¿te gustaría venir con nosotros?
- Me encantaría.
- Ok el jueves la cita es en el hotel, mañana te confirmo el horario y lo de las invitaciones es el miércoles Pedro tiene la dirección, después te la paso, igual siempre es después de la oficina.
- Genial ya me marco esos días en mi agenda. Necesitamos hacer una cita con la peinadora y con la maquillista para que vaya haciéndote pruebas.
- Si de eso iba a hablarte, no tengo idea a quien acudir, pensé en quien nos peinó para el cumpleaños de Ana pero quería consultarte.
- No te preocupes de eso me encargo yo, necesitamos alguien que sea de acá, porque Maurice y Petra son de los Hamptons.
- Igual necesitaremos a alguien de allá también, el civil lo haremos allá. — Luciana pegó un grito de euforia.
- ¿En serio? ¿Mi madre ya lo sabe? — Luciana no pudo evitar ponerse contenta pesando en la alegría de Ana.
- No, aún no le decimos, por lo que te dije, después de la boda de los chicos será nuestro tiempo.
- Estará como loca cuando se entere.
- Sí eso dice Pedro, que al menos algo no tendremos que planear.
- Olvidate, ella preparará todo ahí.
- Sí, será de gran ayuda, ya que tenemos tan poco tiempo — mientras hablaba de la boda a Paula se le había cambiado el humor — ya pasó casi una semana desde que reservamos, parece como si los días volaran.
- Creeme que así es, cuando menos lo esperes llegará el día.
Pasaron un buen rato hablando y planeando la boda, el malhumor de Paula parecía haberse alejado, Luciana había ayudado en eso, había desviado el tema al casamiento cosa que a Paula entusiasmaba sobre manera, le pasó algunos teléfonos donde pedir cita para ver su vestido de novia, también las páginas web donde Paula podía mirar los modelos, estaban entusiasmadas imaginando y cuando quisieron acordar la tarde se había ido en un trick, así que llamaron al camarero y pidieron la cuenta.
- Ni lo sueñes, soy tu dama de honor, dejame consentirte, yo pago.
- ¿Qué tiene que ver eso?… — Paula se rió.
- Supongo que nada, pero pago yo — ambas rieron y salieron de ahí caminando hacia el estacionamiento, las dos habían dejado el auto en el mismo lugar.
Estaban esperando que les trajeran los automóviles, el de Paula llegó primero.
- ¿Y este auto? no es de la compañía. — Luciana afirmó su apreciación y Paula se ruborizó, ese era un tema escabroso para ella.
- No, es mío — dijo apenada y no pudo evitar sentirse así — me lo regaló Pedro — confesó en tono bajo.
- Ay, debí suponerlo — dijo ella embelesada ante semejante modelo y con muchísima naturalidad — mi hermano adora los autos italianos, en Miami tiene dos y también son italianos ¿Pero por qué te pones así?
- Es que me costó aceptarlo, no quiero que gaste dinero en mí.
- Paula en cuatro meses serás una Alfonso también, acostúmbrate a vivir como vive mi hermano.
- Vos lo dijiste aún no lo soy.
- Cambiá esa cara, no seas boba, está genial… es una máquina del infierno, me gusta mucho. — después de admirar el auto con lujo de detalles Luciana la abrazó y la besó, ella siempre hacía que las cosas se viesen bien, se despidieron y Paula se marchó.
El tráfico era un desbarajuste a esa hora, tardó casi cuarenta minutos en llegar al loft de la Greene St.
Entró en el vestíbulo del departamento cargando cuantía de paquetes, calzados, carteras y vestidos.
- ¡¡Ey amor!! no dejaste nada para que compren otros — Pedro bromeó ofreciéndole una gran sonrisa desde la isla de la cocina, pues estaba cortando verduras para empezar a preparar la cena y quedó expectante a su reacción.
Había estado esperando por momento que ella llegase, imaginó una y mil veces durante la tarde como manejar la situación de Rachel, Paula se había ido verdaderamente enojada y si algo deseaba enormemente es que la relación que tenían y que cada día se afianzaba más, no se vea empañada por nada ni por nadie.
Deseaba un poco de paz, ellos se amaban demasiado para tener que estar pasando por tantos contratiempos, primero esa persona desconocida al teléfono de quien nunca había podido averiguar nada, pero que había terminado separándolos por más de dos eternos meses, y ahora Rachel que estaba empecinada en tener algo con él, cuando lo único que podía obtener era ese polvo de mierda del que se arrepentiría toda su vida.
No quería volver a pasar por una separación con Paula, ella era lo más importante de su vida, pero no sabía como actuar. Antes en sus relaciones nunca tuvo que pensar en el bienestar de quien estaba a su lado, porque nunca había estado con nadie que realmente le importase, pero con Paula era diferente, él se sentía obligado a protegerla, a hacerla feliz, en realidad no había nada que deseara más que hacerla enormemente feliz, tanto como él se sentía cuando solo la pensaba.
Había estudiado la posibilidad de hablar con ella y explicarle que entre Rachel y él hubo algo sin importancia, pero entonces pensaba en que él le había mentido las veces que ella le preguntó, ¿y si ella no le perdonaba las mentiras que le dijo? además significaba una pérdida de confianza, no quería llegar a eso.
Claro que en realidad, él le había mentido porque de no ser así Rachel tendría que haberse ido de la empresa, eso era un hecho insoslayable.
Sabiendo Paula lo que hubo entre ellos era una falta de respeto mantenerla en el lugar de trabajo, donde también estaba su futura esposa, pero entonces, tendría que enfrentarse también con su padre y la familia entera se vería involucrada. Horacio y Bob eran amigos de toda la vida.
“¡Mierda! Federico tenía razón si él aprendiera a mantener su bragueta cerrada, se evitaría tantos problemas”.
Todo parecía enredarse cada vez más, todo cuanto pensaba e imaginaba no era una salida que resuelva su momento de estupidez de tirarse a Rachel cuando verdaderamente lo habría podido evitar. Pedro no era una persona inestable, pero estas situaciones continuas en su relación con Paula, lo hacían sentir inquieto, miedoso. Un sentimiento que él jamás había experimentado antes con nadie.
Con Paula todo era diferente, él vivía con un miedo constante de perderla y de solo pensarlo sus sentidos se bloqueaban, no podía pensar ni actuar con coherencia, ni con libertad, el miedo de que ella vuelva a alejarse lo paralizaba, se había sentido tan desdichado y solo en esos días...
Mientras esperaba que ella regrese de su salida esa tarde con su hermana, imaginó una y otra vez que por ahí la buena compañía de Luciana y el buen humor que siempre contagiaba, haya menguado el malhumor de Paula, pero al verla entrar, y ver que ni siquiera había destinado una mirada en buscar donde él estaba lo hizo darse cuenta de inmediato que nada había cambiado.
Paula seguía en la de ella y en el fondo no es para menos, si las cosas fuesen al revés él también estaría montado en cólera, de solo pensar en que alguien pueda tener una cercanía como la que Rachel a toda costa intentaba con él lo transformaba en un poseso sin control.
- Hola — Paula le contestó fríamente y se fue directo al dormitorio, por más que había pasado una tarde hermosa con su futura cuñada, no se olvidaba que de la oficina se fue con todos los demonios volados.
En otro momento hubiera dejado las compras en la entrada y hubiera entrado sin pensar directo a entregarse a sus brazos.
Fue al dormitorio principal, donde dejó las compras que acarreaba, su cartera y su maletín los apoyó sobre la cama. Estaba cansada, había trabajado duro en la oficina durante todo el día así que se deshizo del calzado, en otra oportunidad le hubiese pedido a Pedro un masaje en los pies, él sabía como hacerla relajar, pero ese día no pensaba hacerlo, al demonio con todo, estaba hastiada que él y Rachel se traten como si ella no estuviera.
Mientras más lo pensaba, más la enojada lo nervioso que él se ponía intentando disimular, ¿qué mierda hubo entre ellos? llegó a preguntarse en el camino mientras estaba detenida en el tráfico de New York camino al loft, porque a esa altura ella ya estaba casi segura que entre ellos algo había ocurrido.
Se había quitado el vestido, luego se dirigió al baño a hacer pis, cuando salió se encontró con Pedro tirado en la cama y husmeando las bolsas de sus compras.
Ella fue a tomarlas para guardarlas en el closet y entonces Pedro la sorprendió tomándola de la muñeca y tirándola en la cama.
- Dejame Pedro, I’m mad – se lo dijo en su idioma para que lo entienda bien, pero él no estaba dispuesto a dejarla ir.
- Dame un beso, ese hola tan feo no es un saludo apropiado para alguien que está muerto por vos.
- No, dejame, quiero ordenar esto.
- No me niegues un beso Paula, sabés que eso me trastorna y me cabrea sobremanera, así como mis besos son tuyos, tus besos me pertenecen.
- Bueno entonces recordáselo a la tipa esa. – Pedro bufó. Paula forcejeó y se puso de pie.
- ¿Podemos olvidarnos de lo que pasó en la oficina?
- No, no podemos, porque esta situación no puede seguir así. — Paula habló en tono muy irónico.
- No va a volver a pasar, te lo aseguro.
- Eso espero, porque no lo voy a tolerar más, como tampoco voy a tolerar que te siga llamando cariño y que te toque cada vez que pueda.
- ¿Estás celosa? — él le hablaba desde la cama, intentaba poner un tono de diversión a la situación, y restarle importancia, aunque definitivamente no era lo más correcto.
- Sí estoy celosa y muy cabreada porque esa estúpida es una desvergonzada y si no se enteró quien soy yo en tu vida, yo te aseguro que se lo voy a explicar muy bien, aunque en realidad me dejaría más tranquila que se lo expliques vos, es lo que corresponde ¿no te parece?.
Pedro se puso de pie y la abrazó mientras le besaba el cuello.
- No es como vos pensás, — trató de tranquilizarla — tenemos confianza porque nos conocemos desde niños. Acaso vos y Mati, no tienen confianza y tuve que entenderlo.
- No me tomes por estúpida Pedro, no me subestimes, eso me enoja más, prefiero que reconozcas que le gustás y no que me veas la cara.
Sé muy bien como te mira ella.
No compares mi relación con Mati con la de ustedes, porque sabés de sobra que no tiene comparación. ¿Sabés qué? te propongo algo, o le pones un alto a esa tipa, o la próxima vez que me llame Gabriel lo atiendo, a ver si te va a gustar. — Pedro se encolerizó le salían chispas de los ojos.
- ¿Me estás hablando en serio? Quiero suponer que no.
- Muy enserio… — Paula le contestó de manera rotunda y sin amedrentarse por el tono que él empleó, levantó su tono de voz también y lo hizo de manera que no le queden dudas de cuan enserio hablaba — ponele un freno a esta situación o te voy a dar de tu propia medicina.
Además, no sé porque te preocupa tanto, me acabás de decir que no se va a volver a repetir… entonces no tendré necesidad de tomar la llamada. — Paula se burló.
- No seas desubicada — le gritó y tenía el ceño fruncido, una vena de la frente se le había abultado, se rascaba el cuello y tenía una mano en la cintura en actitud desafiante. Se lo veía realmente fuera de sí.
- ¡Ja! Resulta que ahora la desubicada yo soy— Paula se rió con sorna — no me hagas reír que no tengo ganas, ella y vos son dos desubicados. Si querés respeto, empezá por darme mi lugar, creo que no es demasiado lo que pido. — y no era en realidad que ella pensara atenderlo a Gabriel pero quería que él sintiera la desazón que ella sentía.
Paula tenía razón en lo que le decía, pero solo pensar en que tome un llamado del bróker lo sublevaba y luego que se lo diga así con tanta llaneza, parecía que lo tomaba por tonto.
Paula tomó los paquetes de encima de la cama y se fue al closet a guardar los vestidos y el resto de las cosas y a ponerse ropa cómoda.
Pedro salió malhumorado de la habitación y se fue a la cocina a seguir con lo que estaba haciendo.
- ¿En qué te ayudo? — Ella había aparecido para cocinar junto a él.
- En nada puedo solo — Pedro estaba enojado por la insinuación de Paula de atender al broker y le contestó de mala manera.
- No es novedad que podes solo, pero quiero ayudarte, siempre lo hacemos juntos.
- No hace falta. — a terco no había quien le gane.
- Perfecto como quieras. — ella tampoco iba a dar su brazo a torcer.
Paula consideraba que tenía razón y él no tenía derecho a hacerse ahora el ofendido, tendría que reflexionar y ver su error.
Así que, sin darle el gusto de seguir discutiendo se fue a la pequeña bodega disimulada en uno de los armarios y sacó un vino que inmediatamente destapó y sirvió en dos copas, una se la dejó en la encimera de mármol para que él bebiese, y por lo pronto ella fue y se sentó en frente a la TV, tomó el control remoto y cambió una y otra vez hasta que dejó puesto en un canal donde estaban pasando la temporada seis de Gossip girls serie que le encantaba, miró un rato, pero estaba contrariada y la verdad es que mucha atención no le estaba prestando, se levantó y fue a darse una ducha antes que estuviese la comida, seguían sin hablarse, cada uno en sus trece.
Cuando regresó, él ya estaba sentado comiendo y ni siquiera la había llamado, su plato estaba servido y Pedro ya casi estaba terminando su ración.
Paula sentía que se la llevaba el viento, tenía ganas de ponerse a llorar pero se contuvo, ¿como no podía entenderla? pensó y resolvió seguir con la guerra.
“Bien querés pelear, tenés contrincante”
Tomó su plato, porque no iba a darle el gusto de no comer, pero no se quedó a su lado fue y se sentó frente al televisor, lo dejó solo en la mesa, después de todo parecía que era lo que él quería.
Pedro terminó de comer, recogió la mesa y fue a acostarse.
Ella entretanto se quedó ordenando la cocina, cuando hubo terminado entró en la habitación a buscar su Mac y una manta para quedarse un rato trabajando y viendo las páginas de vestidos de novias que Luciana le había pasado.
Pedro estaba haciendo lo mismo en la cama, fingió ni verla cuando ella hizo su camino en el lugar.
Paula entonces se trasladó al living, donde encendió la estufa, era una noche fresca y lluviosa, también prendió el equipo de sonido y conectó su iPod a él y puso a reproducir algunas de las canciones de la carpeta de Reik.
A media noche sintió que unos brazos se escurrían bajo su cuerpo y la levantaban del sofá donde estaba hecha un bollo del frío. Cuando abrió los ojos era Pedro que la llevaba a la cama, Paula se había quedado dormida ahí, y estaba congelada.
- Shh vamos a la cama mi amor, hace frío acá.
No tenía ganas de seguir peleando y parecía que él tampoco, así que se aferró a su cuello y se acurrucó en su pecho mientras él la trasladaba.
Pedro le besó la coronilla y la llevó a la habitación, donde la acostó y la cubrió con el edredón de plumas, luego dio la vuelta y se metió en la cama junto a ella y la abrazó para proporcionarle calor con su cuerpo, le besó el cuello y la espalda, mientras friccionaba suavemente sus gélidos brazos para darle calor. Paula se acurrucó aún más contra él, ese era el lugar perfecto.
- ¿Tenés frió? — Le preguntó casi en un susurro.
- Ya no… abrazame fuerte — Pedro le hizo caso y le besó la nuca.
- ¿Así?
- Sí así.
- No peleemos más Paula.
- Tampoco me gusta que peleemos pero…
- Shh — Pedro no la dejó seguir, la dio vuelta y la puso de frente a él — te amo, te amo mi vida.
- Yo también.
Se besaron, sus lenguas se enredaron ofreciéndose una caricia de perdón, ella enredó sus piernas a las de él y entonces Pedro la envolvió con sus brazos y la apresó contra su cuerpo mientras la besaba y le hablaba sobre los labios.
- Sos mi amor, sos mi vida, no lo dudes nunca, nunca dudes de lo que siento por vos, te pido que confíes en mí. — volvió a besarla con desesperación, con fiereza. — No soporto que nos peleemos — él era sincero en sus dichos.
Le corrió el pelo y le despejó la frente y la miró a los ojos, entonces Paula metió sus manos bajo la remera de él y se aferró a su espalda, y lo acarició mientras se acercó a sus labios, le dio un mordisco, luego lo lamió y entonces él abrió sus labios y la volvió a besar, tan pronto como se apoderó de su boca llevó una de sus manos a sus pechos, por debajo de la remera se apoderó de ellos y los presionó en su mano mientras que restregaba su pelvis en la de ella.
Paula en aquel momento bajó sus manos y las metió dentro del pantalón pijama de Alex y se apoderó de sus nalgas, le encantaba su trasero, luego con un movimiento hábil se los bajó dejando libre su erección.
Él levantó la remera de ella y se la deslizó para sacársela, ella levantó los brazos asistiendo en la maniobra.
- Te amo Pedro.
Paula bajó las manos y también se bajó el pantalón pijama, él con sus pies terminó de sacárselo mientras no dejaba de besarla ni por un momento, necesitaba sus labios, los que le había negado antes, necesitaba que entienda que no podía prohibirle tomarlos porque eran suyos, porque le pertenecían.
Ella tomó el ruedo de la camiseta de él y se la quitó.
Ya estaban piel con piel, ese roce perfecto y único que solo sentían al unir sus cuerpos…
Paula bajó sus labios y le besó el cuello, Pedro olía a Clive Christian Nº 1 como siempre y era tan tentador para ella, le pasó la lengua por la nuez de Adán y entonces él tragó con dificultad.
- No puedo vivir sin vos a mi lado — fue como una confesión de Paula.
- Tampoco yo, te amo demasiado.
Pedro bajó para besar sus pechos, con mimo los tomó en su boca, ella gemía y se arqueaba, él la desarmaba con sus caricias, con sus besos, Pedro tenía el poder de quitarle toda voluntad cuando la tenía entre sus brazos.
El sonido de la lluvia acompañaba esa noche sus caricias y era la música perfecta para hacer el amor.
Paula se dio vueltas y se puso de espaldas a él, que la besó de punta a punta, entonces se acomodó para penetrarla, abrió sus nalgas y buscó la entrada de su vagina y se enterró en ella, profundo, bien hondo y no hubo un lugar mejor donde estar, su capullo lo abrazaba en una simbiosis perfecta, su vagina sedosa, caliente y mojada, lo recibía acunándolo, ciñéndolo, a pesar que él no era él primero en hacerla suya Paula tenía una vagina bastante estrecha y se sentía exquisitamente apretada y había probado muchas, ninguna como ella, salvo las veces que había conseguido desflorar a un par de chicas en la prepa, Paula era única, eso a él lo perdía.
Se movió lento, pausado, quería que ella sintiera su longitud, necesitaba esa noche hacerle el amor.
- Así es como quiero estar siempre. Así es como te quiero, dentro de mí. — ella le susurró mientras se dio vuelta y apresó sus labios.
- No hay otro lugar donde quiera estar mi amor.
Pedro se quejaba cada vez que se enterraba en ella, y ella imploraba que siguiera así.
Paula se arrodilló para darle más paso dentro de suyo y entonces él la tomó de las caderas para clavarse más profundo, luego soltó una de sus mano y la tomó del pelo para girar su cabeza y atracar su boca, mientras clamaba de placer.
Pedro no paraba de moverse, y ella también lo hacía para encontrarlo, parecía que nunca tendrían demasiado de ellos.
Pero en ese instante, Paula comenzó a estrecharlo aún más con su vagina y él la sintió de inmediato tensarse, le constreñía su pene.
- Dame tu orgasmo mi amor, dámelo todo, me encanta saber que soy yo quien te hace sentir así. — Pedro seguía hurgando en su boca con su lengua deseosa y ella le concedió su pedido mientras retorcía las sábanas.
Paula gritó en sus labios, mientras se arrojaba al placer que solo él le daba, clamó, gimió, se retorció, mientras su cuerpo se deshacía convulsionando en un orgasmo.
Él no fue menos, sintió que se quemaba, que se perdía y aulló de placer mientras se vaciaba en ella.
Pero ahí no terminó todo, su erección aún persistía así que se movió, se sentó en la cama y la llevó con él, volvió a introducir su sexo en el de ella, y la besó otra vez.
- Quiero más Paula, dame otro orgasmo.
Paula se aferró a su nuca y empezó a moverse, pero ahora él había soltado su boca y había apresado uno de sus pechos. Ella tiraba la cabeza hacia atrás no podía creer la intensidad del momento, Pedro estaba otra vez tan duro como al principio.
- Me vas a matar — le decía él, mientras seguía enterrándose en ella.
Ella se movió, necesitaba sentir el peso de él sobre su cuerpo, se puso boca arriba y entonces Pedro se subió en ella para volver a penetrarla.
Él gruñía cada vez que se enterraba, se movía hondo y enérgico, parecía no estar suficientemente dentro de ella y Paula abría sus piernas todo lo que podía para permitirle que entre más y más.
Paula estaba aferrada a sus bíceps que estaban tensos por el esfuerzo,Pedro estaba realmente perdido y profería gemidos tan roncos que retumbaban en la noche, ella con cada embestida chillaba e intentaba abrir aún más sus piernas. Se soltó de sus brazos y se aferró a sus nalgas para ayudarlo a entrar más profundo, pero no aguantó más y empezó a arquearse, mientras sentía que se aproximaba un orgasmo demoledor.
- Voy a correrme Pedro, no aguanto más.
- Dale mi amor, dale, vamos juntos.
Ella ahogó sus gritos en el brazo de él, se lo mordió mientras se entregaba a todas las sensaciones que solo él, su Pedro podía darle, sentía que no podía sentir más placer del que estaba sintiendo, temblaba, lloraba, sudaba, era una maraña de sensaciones inimaginables.
Él se enterró dos veces más y luego se quedó quieto mientras agotaba todo su esperma, un escalofrío le recorrió el cuerpo y tembló de placer. Paula lo miraba extasiada, mientras él también la miraba mordiéndose el labio, luego volvió a moverse dos veces más hasta que sintió que vació su última gota.
Cayó exhausto sobre ella y a Paula le costaba respirar con su peso encima, estaba extenuada también.
Pedro después de recobrar un poco el aliento, se corrió a un lado, se pusieron viéndose de frente uno al otro y se abrazaron muy fuerte él le besó la frente y ella le mordió la barbilla.
- Te amo preciosa, sos mi amor.
- Vos sos mi universo.
Quedaron viéndose en la penumbra de la noche hasta que se durmieron.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
wow buenísimos los capítulos!!!
ResponderEliminarWowwwwww, espectaculares los 3 caps!!!!!!!!!!
ResponderEliminar