viernes, 18 de julio de 2014

CAPITULO 22




Uff su mirada me traspasaba, me veía con una cara de culo que asustaba, pero me planté, apelé al autocontrol del que me valgo en mi profesión, sí, permanecí fría y plantada en mis dichos.


Que se decida si quiere una relación que solo involucre el sexo, o si quiere ciertos derechos sobre mí, entonces, si es así los derechos tendrán que ser recíprocos.


- Te estás pasando de lista, pero debo reconocer que tenés razón, fue lo que dije.


- Perfecto — le sonreí triunfadora — veo que no he perdido mi poder de entendimiento, entonces aclarado todo ¿me regalás una sonrisa? quiero mi sonrisa otra vez, la que me estabas haciendo antes que suene el teléfono.


Pedro seguía viéndome en extremo con circunspecta seriedad, estaba estudiando la situación, supongo que contrariado y pillado en sus propios dichos.


Era obvio que le encantaba llevar y tener el control de todo y yo simplemente lo había dejado vuelta y media, le hice un mohín y le pasé un dedo entre la cintura del pantalón y sus boxer, le regalé una sonrisa muy plena, y le sonreí con todos los músculos de la cara, entonces, poco a poco empezó a ceder, creo que mi caricia fue suficiente para que vuelva a reír tan seductoramente y con esa mirada tan oscura que me desnudaba…


Levantó las manos, me abrazó con ambos brazos y me besó acariciando la espalda, las bajó y las subió abarcando todo mi dorso, con mucha suavidad, sus dedos expertos buscaron la tirilla de mi camisa cruzada y la desataron, luego, llevó sus manos hasta mis hombros y deslizó mi blusa que cayó laxa al suelo; yo ahora tenía mis manos descansando en sus bíceps, su piel me quemaba, volvió a aferrarse a mi espalda y entonces lo tomé del cuello y hundí mis dedos en su nuca entrelazándolos en su cabello, sabía que esa caricia lo desencajaba, la primera vez que estuvimos juntos, varias veces él había llevado mis manos ahí, creo que era una de sus zonas muy erógenas.


Podía sentirlo en su respiración que se tornaba agitada y desacompasada.


Transportó sus manos al cierre de mi pollera, lo bajó, y mi falda calló al piso, deslizándose por mis caderas, con ayuda de sus manos, sus caricias ardían en mi cuerpo, que a ese punto ya estaba excitado y preparado nuevamente para recibir al suyo.


Se quedó alucinado al ver que yo estaba sin bombacha pero no dijo nada, igual pude darme cuenta.


Me solté de su cuello y tomé el dobladillo de su remera, con toda la intención de despojarlo de ella, él levantó los brazos y me ayudó a que se la sacara, necesitaba tocarlo, necesitaba sentir su piel, le pasé mis manos por sus pectorales y le tracé la línea de vello que nacía ahí y que desaparecía en la cintura del pantalón, le recorrí sus abdominales trasversos y sus oblicuos, que se juntaban con sus piramidales, pasé la mano por sus abdominales rectos, parecían un tablero de ajedrez, su físico estaba esculpido y se podía distinguir fácilmente toda su musculatura. Mientras lo acariciaba le clavé mi mirada en la suya, lo veía estremecerse con mis caricias y sus ojos azules se habían transformado de un color azul intenso, creo que por el contraste con el negro profundo de sus pupilas que se clavaban lujuriosas en mi cuerpo.


Yo estaba desnuda de la cintura para abajo aún llevaba puesta mi remera, Pedro la tomó por el dobladillo y me la sacó. Acarició suavemente mis pechos por encima del encaje blanco del corpiño, con su dedo medio me dibujo la areola de mis pezones y luego se aferró a mis hombros posando sus labios en ellos para depositarles en su redondez húmedos besos, finalmente deslizó sus manos por mis brazos hasta quedarse con mis manos en las suyas, las llevó hasta su boca y también las besó, me besó los nudillos, luego las dio vuelta y me las besó en las palmas también.


Pedro era tan sexy cuando me acariciaba, su cuerpo y sus movimientos despedían sexualidad, por consiguiente, a su lado me sentía la mujer más erótica del planeta. Él en todo momento me hacia sentir especial.


- Vamos a arriba, te quiero desnuda en la cama. — me dijo guiñándome un ojo, volví a ofrecerle una sonrisa muy franca y lo seguí.


Me tomó de la mano y me llevó hacia la escalera, me invitó a subir en primer lugar, cuando pasé por delante de él me dio una palmada en la cola, me di vueltas sin dejar de subir.


- Ojitos eso es trampa, de espaldas no me puedo defender — le hice un mohín.


- Tu culo es irresistible, me provoca hacerle muchas cosas — se sonrió, me tomó de la cintura y siguió subiendo conmigo.


Llegamos a la habitación de la mano y me guió hasta la cama, de pie junto a ella se agachó, y acarició el tacón de mi zapato, fue subiendo hacia mi pie con sus dedos largos y expertos, luego siguió con sus caricias por mi pierna y le dio besos a través de toda su longitud, primero se dedicó a una y luego a la otra, se levantó y me dijo.


- Paula no te quites los zapatos.


Ese pedido suyo me excitó tanto... nunca me pidieron eso...


Abrió la cama se desabotonó la bragueta del pantalón y se lo quitó quedando en boxer, su erección estaba evidenciada bajo ellos, uff su tamaño había crecido, Pedro estaba prestísimo, se sentó en la cama con las piernas abiertas, me acomodó de pie entre ellas y me tomó de las caderas las acarició y besó mis muslos. Estaba desnuda tan solo con mi sujetador puesto, me pasaba la mano por el vientre y me dibujaba círculos en mi ombligo, esa caricia me estaba excitando sobre manera, se acercó y luego de acariciarlo con su mano imitó el movimiento con su lengua, mientras miraba hacia arriba entre sus pestañas y me sonreía, carnalmente.


Metí mis dedos en su cabello y se lo arremoliné, siguió bajando con su legua hasta llegar a mi pubis, me encantaba la intimidad que juntos conseguíamos.


- Nena me encanta que te depiles toda… — me dijo lamiendo mi monte de Venus. — Daté la vuelta, quiero que te agaches tomándote de los tobillos.


Me extrañó su pedido, pero aún así le hice caso, la postura era un poco rara pero no la cuestioné, quedé expuesta con mi sexo en su cara, me paso un dedo por mi hendidura, luego lo enterró en mi vagina y lo entró y lo sacó varias veces, después lo retiró y me lamió, paso su lengua por mi vagina y saboreó mis fluidos, lo miré por entre mis piernas y había sacado su miembro de sus boxer y se lo estaba acariciando mientras me lamia, eso me excitó tanto.... siguió atacándome con su lengua, posteriormente me paré, me di vuelta y le terminé de quitar sus boxer, él se recostó en la cama y levantó sus caderas para ayudar con mi objetivo.


Una vez que lo tuve todo desnudo y con su erección en mi vista me quité el corpiño y quedé totalmente desnuda para sus ojos, se sonrió con malicia, dejando escapar sus intenciones más oscuras, mientras seguía tocándose su pene en toda su longitud, de arriba hacia abajo una y otra vez.


Dios como me excitaba este hombre...


Me agaché y le practiqué sexo oral, él me tenía tomada de la cabeza y acompañaba mis embestidas con la boca, mientras que con su mano me marcaba el ritmo, gemía, de a ratos me pedía más rápido, de a ratos me rogaba que parase, para luego indicarme que continuara profanando su sexo con mi boca.


Sus fluidos y mi saliva se confundían en su miembro que estaba resbaladizo y jugoso, sabía a miel a sexo y a deseo. 


Me sentía irrefrenable en mis impulsos por tragarlo con mi boca, simplemente no podía parar, él estaba entregado a mi felación, extasiado y desencajado, yo otro tanto; sentía mi vagina mojada, muy mojada, solo Pedro podía ponerme en este estado.


Guturalmente emitió un profundo sonido que salió de su garganta, y tras moverse dentro de mi boca como si lo estuviera haciendo en mi vagina, se dejo ir, eyaculo en ella, un poco trague otro poco chorreo por la comisura de mis labios, me limpié con el antebrazo mi barbilla y me subí a horcajadas en él,- Paula, eres condenadamente sexy, me desarmas.


Pedro dirigió su pene en la entrada de mi sexo y me penetró, se aferró a mis pechos y empezó a moverse, me encantaba sentir su miembro duro dentro de mí, me llenaba bien hondo. Él era extenso muy extenso, nos veíamos a los ojos mientras me movía sin parar, me incliné, y lo besé, mis labios aun sabían a semen, me los devoró sin dejar de moverse, luego paró, me indicó que me diera vuelta y que me pusiera en cuatro patas sobre él como para hacer un sesenta y nueve, pero más adelante, empujó su erección hacia abajo dirigiéndola a la entrada de mi vagina con la ayuda de su mano y así me penetró, de esa manera el podía ver perfectamente como me invadía y la que se movía era yo, dando fuertes envestidas hacia atrás.


- ¿Te gusta así nena? estoy tan profundo dentro tuyo, no te imaginas lo bien que se ve como te entra, me vas a matar Paula, me encanta cogerte.


Paré, sus palabras aunque no podía ver me estaban quemando, cambié de posición y me acosté de espaldas en la cama, quería el peso de su cuerpo sobre mí, se arrodilló con presteza, me abrió las piernas y se enterró en mí mientras me mordía los pezones y no dejaba de moverse profundo y fuerte.


Estaba enloqueciéndome sentía que el momento se acercaba, que mi orgasmo se construía en mi interior, que mi cuerpo estaba preparándose para sucumbir postreramente a esa sensación indescriptible de placer extremo, que me desgarraba las entrañas.


Pedro me voy no aguanto más, voy a acabar Pedroooo — grité ya sin poder contener toda mi libido.


- Nena sos hermosa cuando te corrés, yo tampoco aguanto más — dijo eso y se dejo ir gritando roncamente, me penetro tres veces mas mientras bombeaba su eyaculación dentro de mí.


Se arrebujó en mi pecho aún estaba dentro mío y me besó sonoramente, inmediatamente se retiró de mi interior, pero quedó tumbado boca abajo sin energía, yo permanecía inmóvil, tampoco quedaba resto en mi cuerpo.


“Dios que orgasmo”, creo que nunca había tenido uno de esa magnitud en toda mi vida.


Tenía ganas de darme vuelta y abrasarlo y besarle la espalda, pero me contuve... se incorporó ligeramente y se apoyó sobre su codo mientras me veía, le pasé la mano por su cabello y se lo corrí de su frente, me levanté, de pasada, tomé mi ropa interior y me fui al baño de la habitación, para higienizarme y refrescarme, luego me calce el corpiño. Salí del baño y regresé a la habitación, Pedro permanecía recostado en la cama, aún estaba desnudo.


- Me voy Pedro.


Mi actitud lo tomó por sorpresa, en realidad no quería irme, pero dejarlo así sin que lo esperase, formaba parte de mi plan de seducción.


- ¿Ya? creí que podíamos cenar acá.


Pensé mientras me mantenía en mis trece ¿Que pasa bombón? ¿No esperabas que me vaya? tres a uno, me anoto otro tanto hoy, seguí sin hablarle... Pedro simplemente estoy siguiendo tu juego, me dijiste que solo querías sexo conmigo, pues bien, los amantes cenan y comparten más que la cama, según tú eso no entraba en nuestra relación, pues entonces solo te estoy dando de tu medicina.


-Pedro, lo pase muy bien, pero me voy, estoy cansada — me sonreí besé mi dedo y se lo apoyé en su labio — quiero irme a casa a sacarme la ropa que tuve todo el día puesta, a pegarme un buen y relajante baño y a ponerme ropa interior decente — hice un ademán para que vea que no la llevaba


- Seguro, puedo entenderlo — quería disimular, pero sé que estaba contrariado, al señor ojitos no le gustaba que lo rechacen...


- Gracias.


- ¿Por qué?


- Por tú comprensión...


Se fue al baño por una bata, mientras tanto yo bajé la escalera, cuando él apareció yo prácticamente ya estaba vestida, me ocupaba de subir el cierre de la pollera, luego me calcé la blusa y tome el neceser de mi cartera y volví a subir hasta el baño para peinarme y retocar mi maquillaje.


Pedro se había sentado en el sofá, se pasaba la mano por el mentón y por el pelo, corriendo el flequillo que le caía sobre la frente, mientras, se ocupaba en seguirme con la vista en mi vagar por la sala aprontándome para irme.


Finalmente tomé la cartera.


- ¿Lista? — me dijo desde el sofá


- Así es — le contesté ofreciéndole mi mejor sonrisa.


- Podrías haberte quedado a cenar y después te ibas — me dijo en tono de reproche mientras se ponía de pie y se acercaba donde yo estaba.


- Te agradezco la invitación, pero estoy cansada, anoche no dormí muy bien, estaba nerviosa, no sabia que tipo de persona era mi jefe y no quería fallar en mi trabajo, y en mi proyecto — le dije echando mi cabeza hacia un lado — luego llegar al holding y encontrarte ahí, me congeló todos los músculos, y éstas dos sesiones de sexo loco, terminaron de extenuarme... hoy fue un día con muchas presiones.


Se sonrío y me tomó de los hombros.


- Y ahora… ¿ya sabés que tipo de persona es tu jefe?


Lo miré, me sonreí, y moví mi cabeza negando, luego le dije…


- La verdad y para serte totalmente sincera, no, no se puede conocer a una persona en tan solo unas pocas horas de trabajo, el primer día se portó muy amable y accesible, creo que llegó en plan de estudiarnos a todos… veremos cuanto aprecia mi trabajo con el correr de los días, y lo más importante si le satisface.


Nos reímos...


- ¿Creí que conocías íntimamente a tu jefe?


- ¿Íntimamente? ¡¡No!!! Te equivocás... conozco su faceta de... como llamarlo... — Pedro me escuchaba atentamente calculando cada una de mis palabras — ¿compañero ocasional de sexo? si, creo que podría llamarlo así y... es muy bueno sabés, así que si lo ves puedes avisarle que puede ir colgándose una medalla. — Bromeé


- Vaya, así que es muy bueno…


- Reventarás la bata si sigues hinchándote de orgullo — le dije mofándome de su expresión.


Acercó su boca a la mía y me dio un casto beso.


- Compañero ocasional de sexo... — probó las palabras... y se quedó viéndome a los ojos, — ¿eso es lo que somos? podías haber dicho amantes.


-Pedro, los amantes, comparten cierta intimidad que va mas allá de la cama y me quedó claro — puse mis ojos en blanco mientras buscaba las palabras — ¿cómo fue qué dijiste?... a si… que solo podías ofrecerme sexo... ¿fue así no?


Festejé en silencio… Tomaaaa Pedro seguí comiéndote tus propias palabras.


Te creíste muy canchero y muy superior hoy diciéndolas, bueno, me pagarás cada una de ellas, porque no dejaré momento sin recordártelas.


Se río cínicamente, asintiendo a este derrotero de palabras al que estábamos expuestos... como si me hubiese leído los pensamientos me dijo…


- ¿Vas a recordarlo a cada momento?


- Debo hacerlo, uno no se debe creer nunca más de lo que en verdad es, ¿no te parece?


- Me estas hinchando las pelotas Paula, lo estas consiguiendo.


Esa, señor macho-alfa siiiiiii eso es lo que quiero.


- Me voy Pedro, no quiero hincharte las pelotas...


Le dije muy seria y me zafé de su agarre mientras recogía mi maletín — Hasta mañana nos vemos en la oficina...


Cuando intenté salir, con un rápido movimiento me tomó de un brazo, y de la nuca y me engulló la boca, luego de tomarme por asalto con su lengua, me soltó y me dijo.
- Los compañeros ocasionales de sexo también se despiden. Hasta mañana, nos vemos en la oficina.


Abrí la puerta y salí de la suite la cerré tras de mí, sin siquiera voltear a verlo, con paso seguro caminé rumbo al ascensor, lo llamé y esperé por él, no se demoró demasiado, creo que se quedó bastante chinchudo pensé mientras esperaba...


Al bajar caminé el trecho que me separaba de la calle y para mi sorpresa, Oscar estaba esperándome con el auto estacionado en la puerta y las llaves de él en su mano, seguramente Pedro le avisó, se sentía bien que a una la atendieran así.


- Buenas tardes Oscar muchas gracias — le dije mientras tomaba mis llaves.

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