miércoles, 30 de julio de 2014

CAPITULO 61




Pedro partió para Europa en un vuelo de Alitalia.


El vuelo AZ7603 salió puntualmente y era directo al Aeropuerto Malpensa en Milán, Italia.


El viaje se le hizo interminable, aunque no había sitio en donde se sintiese bien en realidad.


En su cabeza pasaba y repasaba los acontecimientos vividos con Paula durante la mañana, y no podía creer como había terminado ese encuentro, y pensar que él hasta se ilusionó en un momento en llevarla a su casa.


Todo estaba perdido, no había forma de que ella lo escuchase, lo había mirado con tanto odio.


¿Por qué no podía gritarle la verdad en la cara? Tal cual como le había dicho su padre ¿por qué seguía culpándose por seguir vivo mientras Julieta estaba muerta?
¿Porque no se sentía digno de ser feliz a pesar de desearlo con toda su alma?


Él se sabía tan enamorado de Paula, ella era el amor de su vida, nunca había sentido por nadie lo que sentía por ella, nunca ninguna mujer lo había hecho sentir tan pleno, tan hombre y aunque le dolía, debía reconocer que ni siquiera nunca se sintió así con Julieta.


¿Porque entonces no ponía fin a este sufrimiento? ¿Porque no le decía a Paula que Julieta era su esposa muerta?


Pero cuando lo consideraba volvía a enojarse, sentía verdadero fastidio que ella no confiara en él, y que crea más en una desconocida que en su propia palabra, era injusto, a sapiencia que él jamás había sido tan sincero y tan íntegro con una mujer.


¿Acaso ella no se había detenido a pensar en todas las cosas que él le había contado de su vida? ¿Por qué era tan ciega?


Ese amor le estaba haciendo mucho daño, una vez le dijeron que el amor duele cuando es verdadero, pero a él lo estaba matando.


Necesitaba alejar sus fantasmas, pero no solo él necesitaba eso, Paula también tenía que alejar los suyos y parecía que ninguno estuviese dispuesto a hacerlo.


Él le había robado un beso por obligación y ella se lo había seguido, luego se arrepintió, sí, eso fue lo que pasó, se decía constantemente y solo para convencerse que todo no estaba perdido.





Paula no se sentía bien, estaba terriblemente deprimida, cerca del mediodía recibió la llamada de Mandy la secretaria de Horacio Alfonso, para corroborar que había llegado bien y que estaba instalada sin inconvenientes, le confirmó que el lunes el Sr. Alfonso la esperaba a las 10 AM.


Por la tarde Gabriel la llamó y no tubo coraje para negarse a salir en la noche, él se había tomado tantas molestias en la mañana para ir a esperarla al aeropuerto, inclusive le había dicho que tenía reservaciones en un restaurante y luego en un Night Club, así que salir con él era lo menos que podía hacer.


Se arregló a desgano él pasaba a buscarla.


A las 9 PM puntualmente estuvo ahí por ella.


Gabriel era un hombre muy interesante, culto, talentoso y además de buen porte, pero ella no tenía ojos para nadie, los suyos hacía tiempo que habían encontrado en quien deleitarse, y aunque se resistía a sus sentimientos, éstos iban más allá de la razón misma, quizá ese era su destino amar toda la vida a un imposible.


Primero fueron a cenar y luego a un Night Club.


La noche le pareció interminable, aún a título de parecer grosera, en determinado momento mientras estaban en Kiss and Fly Paula comenzó a bostezar para que él se diera cuenta y la llevara al Hotel.


- ¿Te aburro?


No Gaby, como crees, solo que aún no me recupero del viaje, pero lo estoy pasando genial, este lugar es maravilloso y vos sos una excelente compañía, sos un gran amigo. — Gabriel se sonrió con pesar.


- Qué pena que solo soy un gran amigo y no soy todo lo que en verdad quiero ser para vos.
Me ilusioné mucho cuando me llamaste y me avisaste que venías, lo único que lamento que vengas por tan poco tiempo, quizá si nos viéramos más seguido podrías apreciar mis sentimientos para con vos y para colmo esta semana estaré tan liado, he conseguido unas cuentas nuevas y los inversionistas, quieren que sea muy rudo en las negociaciones.
Esto es lo que a veces odio de mi trabajo, que me absorbe todo el tiempo, pero sin esa adrenalina no podría vivir.


- Gaby, de verdad no te preocupes — ella le tomó la mano — yo también estaré ocupada, estaré con mucho trabajo también, recuerda que no vine de paseo, tendré reuniones interminables a lo largo de la semana, me la pasaré elaborando informes y andaré tapada de cálculos — Paula le mintió, en realidad no sabía cómo sería su semana, pero no quería alentarlo a que siga esperando que saliese con él, se sintió desconsiderada, pero no pudo evitarlo — solo quería verte, aún recuerdo lo bien que lo pasamos en Mendoza, apenas supe que vendría pensé en vos. Me siento muy halagada de saber que tenés tan buenos sentimientos hacia mí, no sabes cuánto quisiera poder corresponderlos, te lo dije antes, sos muy atractivo y con vos me siento muy cómoda pero…


Él le tomó las dos manos y se la llevó hasta sus labios interrumpiendo lo que Paula estaba diciendo.


- Pensé mucho en vos Paula, desde que vine de San Rafael varias veces estuve a punto de llamarte, pero sé que la distancia es un gran impedimento, soy consciente de eso, no obstante siempre podríamos buscar la forma, no me importaría tener que viajar para verte.


- Gaby no quiero mentirte, he pensado en vos también, pero como en un buen amigo — quería quitarle todos los pensamientos que la incluyan en su vida — aún no me repongo de las heridas, mi corazón aún está muy dolido y cerrado a otra relación.


Gabriel se quedó viéndola, estaba haciendo el papel de tonto pensó, no tenía posibilidades con Paula, pero ella le gustaba mucho, demasiado.
Se acercó y le dio un beso en la comisura del labio, luego tentó correr su cara y darle uno de lleno en la boca pero ella levantó la mano y se la apoyó en los labios de él.


- No Gabriel, por favor, no lo hagas — después del beso de esta mañana con Pedro sabía que no quería que nadie más poseyese sus labios, no quería que la huella que él les había impreso se borrara.


- Creo que por ahora tendré que conformarme con tu amistad, igual seguiré esperando por ti.


Ella no le contestó.


Terminaron de beber el champagne y se pusieron los abrigos, luego él la llevó hasta el hotel en su Honda Accord.
Se despidieron en la entrada, él tentó nuevamente para besarla, pero Paula no se lo permitió. Gabriel se sonrió y negó con la cabeza.


- Eres un hueso duro de roer Señorita Chaves… creo que por eso me tienes tan loco — ella le devolvió la sonrisa — te llamo en la semana, veo si puedo aliviarme un poco en el trabajo y por ahí podamos salir a cenar nuevamente.


- Me parece bien, Gabriel, será un placer.


Paula subió las escalinatas de la entrada y el botones le abrió la puerta para que ella desapareciera dentro del Hotel.


A las 6:50 AM hora local Pedro arribó a Milán, estaba agotado, había volado poco más de ocho horas y el jet lag realmente lo había afectado. Se sentía despojado de todas sus fuerzas, le dolía la cabeza, y se sentía muy desganado.
Luego de pasar por todos los trámites migratorios alquiló un automóvil en Elephant Car Hire y partió hacia el Hotel Armani, donde tenía hecha reservaciones, esta vez había viajado solo, Oscar se había quedado en New York para dedicarse a seguir a Paula junto con otro empleado y darle un reporte completo de todo cuanto ella hiciese durante los días que estuviese en la ciudad, aunque después de lo ocurrido en la mañana de ayer, había dudado en seguir adelante con la guardia, finalmente, y aunque lo creyó estúpido y descabellado no pudo resistir ante la angustia de saber si se encontraba con el moscardón del aeropuerto.


Después de recorrer por carretera 53 km llegó al hotel en Via Manzoni, ubicado en lo que se conoce como el cuadrilátero de la moda y a tan solo siete cuadras de la Galleria Vittorio Emanuele II, era la primera vez que se alojaría en ese lugar.


Arribó a la recepción, la primera impresión que tuvo al llegar fue un tanto rara, ya que esperaba encontrarse con una recepción hedonística, pero solo entró a un pequeño vestíbulo donde un hombre con su impecable traje Armani lo atendió muy cordialmente.


Pedro dio su nombre en la recepción para que chequen su reserva y una vez hecho el check-in le entregaron sus llaves y lo invitaron a subir al lobby del hotel en el séptimo piso, allí se encontró con un lugar con una decoración netamente minimalista, tonos neutros, mucho mármol y un lujo y una sofisticación exquisitos, que tenía unas vistas panorámicas de la ciudad enclavada en la región de Lombardía desde allí también se podía ver la Catedral de Milán, más conocida como Duomo, un paisaje increíble a los ojos.


Desde el lobby tuvo que tomar otro ascensor para ir a su habitación, la Suite Milano.


Pidió una mucama para que desempacase la ropa de sus maletas y la acomodase en el vestidor, le dio una propina a la mujer, y entretanto él se metió a asearse. Se dio un baño de inmersión, necesitaba relajarse, cuando salió, la empleada ya se había ido así que se introdujo en la cama, precisaba imperiosamente dormir, estaba exhausto, su mente y su cuerpo pedían descansar.





Durante el sábado, Paula no salió en todo el día del hotel, hasta pidió servicio de habitación para todas las comidas.
Solo por la tarde se animó un poco, pues tenía que deponer su actitud destructiva se conminó por su salud mental a seguir adelante con su vida.


Esperando sentir alivio se fue al spa del hotel para que le hagan un masaje, le dolía demasiado el cuello estaba demasiado tensionada


Ese día, aprovechando que estuvo en el hotel y con tiempo de sobra, se metió en Internet para solicitar su New York pass, una tarjeta que es un pase para ingresar a diferentes atracciones de la ciudad, así que el domingo se levantó temprano y se fue hasta Planet Hollywood de Times Square para ir a recogerla.


Estaba de mejor humor, y eso la hizo decidir que sería bueno salir a recorrer un poco las atracciones de New York.
Se abrigó muy bien, pues ese día hacía mucho frío y la mucama cuando vino a hacer el aseo de la habitación, así se lo recomendó tras su consulta.


Se calzó unos jeans, botas bajas tipo montura, cómodas y abrigadas para una buena caminata, camiseta manga larga, sweater cuello alto, campera de abrigo, gorro, bufanda y guantes y salió a recorrer la ciudad.


Después de recoger su New York Pass y su Metro Card, anduvo un poco por Time Square, la vez anterior que había ido a NYC la había recorrido de noche, obviamente de día no es lo mismo, sus luminarias de noche lucen mucho más, pero cualquier almacén o tienda que esté situado en Times Square tienen una iluminación especial y un ambiente dentro de la tienda a lo grande y muy americano.


Con mapa en mano que también había adquirido, caminó hacia Taco Bell donde se comió un Burrito y se tomó una soda de lima limón, hmm todo exquisito, lo disfrutó tanto como si se hubiese sentado en un lujoso restaurante.
Le pidió a una de las meseras si le hacía el favor de tomarle una foto mientras comía y se la envió por whatsapp a Matias, a Ezequiel y a su Madre, también les envió una de Toys R US una tienda de juguetes en Time Square, donde hay un carrusel dentro y donde también se había tomado una fotografía, pensó en su sobrina Clara, seguro le encantaría.


Luego de saciar su apetito y como estaba muy cerca, caminó hasta el Empire State, mientras iba llegando, sacó fotos a la majestuosa mole de 102 pisos, consiguió muy buenas tomas consideró.


En el hall del edificio se informó de las condiciones climáticas y la visibilidad que había ese día, así como también del tiempo de cola para acceder al observatorio y pacientemente esperó su turno.


Finalmente llegó, se sacó la foto que incluía su ticket de New York Pass y luego siguió al guía a quien mucha atención no le prestó, puesto que explicaba lo mismo que la vez anterior que había ido con su madre y su hermano, a ella lo que le interesaba era tener una vista majestuosa de toda la isla de Manhattan de día y parte de los alrededores, sacó infinidad de tomas y admiró enormemente el paisaje, cuando sintió que ya los huesos se le estaban helando bajó. Fue al piso 80 donde se encuentra la tienda de Gift, allí compró varios regalos y recuerdos.


Durante la mañana intentó relajarse y no atormentarse con Pedro, él se había convertido en eso para ella, en un dulce y añorado tormento, trató de disfrutar del paseo y del paisaje, y lo estaba consiguiendo.


En realidad New York obnubila y nubla la razón y es lo que ella sentía caminando por sus calles.


Cuando salió del Empiere Sate, se tomó el metro y se fue a recorrer las pintorescas calles del barrio SoHo, pasó por el edificio Singer, una maravillosa construcción en acero y terracota, recorrió las calles y sacó fotografías a los antiguos almacenes convertidos hoy en viviendas.


La calle más representativa de ese lugar era la Greene St. y aunque ella no lo sabía era la calle donde vivía Alex.
En conclusión dedujo que era un barrio misterioso, pues la arquitectura de las fachadas sin duda escondía el lujo y el esplendor de los remodelados interiores convertidos en lujosos hogares.
El barrio era muy tranquilo, las calzadas casi silenciosas y las famosas escaleras de hierro colado brillaban en las fachadas, además todo lucía muy limpio y muy cuidado.
Aprovechó y echó un vistazo a las tiendas del lugar, aunque menos lujosas que las que había dejado atrás, eran muy lindas igualmente y los precios mucho más accesibles.
Ávida por ver más, terminó dentro de una Galería de Arte en el 74 Grand St donde admiró el arte contemporáneo del lugar, y aunque había cosas realmente muy bellas y que le hubiese encantado comprar para llevarse y adornar su departamento, para ella era imposible adquirir ninguna obra, pues los precios eran cósmicos.


Cuando salió de ahí, notó que la temperatura había bajado considerablemente, el sol había comenzado a esconderse y el viento soplaba con fuerza, miró el firmamento y vio que oscuros nubarrones amenazaban el cielo neoyorquino, entonces, decidió concluir su paseo, además estaba cansada.


Se tomó el metro y se fue al The Peninsula.





Hacía rato que había regresado al Hotel, la inauguración de la tienda de Mindland había sido un éxito, mucho más de lo esperado, Pedro estaba muy satisfecho.


Aunque había intentado dormir, no lo conseguía, aún no se adaptaba a los cambios de horarios.


Miró la hora y calculó la que sería en NYC y decidió llamar a Oscar a ver que tenía para contarle.


- Sr. como le va, lo hacía durmiendo a esta hora.


- Buenas tardes para ti Oscar, ¿qué novedades me tienes?


- ¿Le cuento desde el viernes, o solo quiere saber desde hoy?


- No Oscar quiero saber desde el viernes — Oscar hizo una mueca de fastidio, hubiese querido poder evitar lo de ese día, intentó usar un tono neutro.


- Sr. por la noche la fue a buscar el hombre que la recogió en el aeropuerto, salieron a cenar a un Restaurante Mexicano en Lincoln Center en Columbus Avenue y la 62nd luego de ahí fueron a un Night Club en Meatpacking District en la 409 West y 13th Street Kiss and Fly se llama el lugar — Pedro estaba bordó de la bronca, Paula salía con el imbécil ese y con él no quería saber nada.


- Lo que me interesa saber es como fue la situación entre ellos, no me interesan las direcciones Oscar ¿qué te pasa? despiértate, soy yo el que tendría que estar adormilado por la hora que es acá.


- Sí Sr. claro, la cena fue muy normal, de amigos diría yo, él se mostró muy atento, se notaba que hacía bromas pero la Srta Paula siempre muy correcta y manteniendo distancia.
Luego en el Night Club ella parecía estar aburrida y se lo hizo notar, comenzó a bostezar — esa es mi chica pensó Pedro y el corazón le volvió al alma nuevamente — pero entonces el tipo apuró los trámites e intentó besarla.


- ¿Y se dejó? — Pedro rogaba que le dijese que no.


- No Sr. ella le corrió la cara y algo le dijo, luego se fueron y en la puerta del Hotel el tipo la abordó otra vez, pero tampoco lo consiguió, luego se despidieron — Aunque a Pedro no lo contentaba que Paula haya asentido salir con el idiota, por lo menos ahora sabía que con él no quería nada.


- ¿Ya averiguaste quien es el imbécil ese?


- Es un broker Sr.


- ¿Broker de mercancía o de bolsa?


- De bolsa Sr. trabaja para Finally Management Inc. por lo que pude averiguar es muy bueno en lo suyo, actualmente es el broker con más cuentas en la empresa para la que trabaja y su nombre es Gabriel Iturbe — Pedro pensó que el nombre era latino, podía ser argentino como ella, le pediría a Oscar luego que investigue más, quería saber de dónde se conocían, ahora lo que quería saber es del viernes.


- Ok ¿algo más del viernes?


- No Sr. ella entró en el hotel y él se fue.
El sábado no salió en todo el día y hoy lo hizo por la mañana, retiró un New York Pass y anduvo turisteando, sacó muchas fotos, caminó por Time Square, comió en Taco Bell, fue al Empire State Building y luego anduvo recorriendo las calles del Soho, transitó por su barrio, inclusive pasó por la puerta de su casa y hasta foto tomó de todas las fachadas de esa cuadra, creo que se interesaba en la arquitectura del barrio — Pedro tenía una sonrisa estúpida al enterarse donde había terminado Paula, maldito destino pensó, nos sigue cruzando, la puso en la puerta de mi casa sí que ella supiera — Luego entró en una galería de arte de la calle Grand St. y después de eso se tomó el metro y se regresó al Hotel. Eso es todo.


- Perfecto Oscar, buen trabajo, fíjate que más podes averiguar del broker, me interesa saber de dónde se conocen, buenas noches.


- Seguro señor, mañana la recogeré para llevarla a la oficina como usted me pidió, su padre la espera a las 10 AM.


- Ok muchas gracias.


- De nada Sr. que tenga buenas noches.




Si antes no tenía sueño después de toda esta información que había recibido mucho menos. Su celular vibró era un whatsapp de Rachel.


- Solo esto me faltaba… — no le contestó.




El lunes por la mañana Paula se levantó muy temprano, a las ocho sonó su teléfono y la secretaria del Sr. Alfonso le avisó que un automóvil la recogería 9:30 AM por el Hotel.


Se apuró a terminar de arreglarse.


Puntualmente, le avisaron de conserjería que la esperaban en recepción.


Cuando bajó, no tardó en reconocer a Oscar.


- Buenos días Oscar, no esperaba que sea usted quien me recogiera, lo hacía en Italia con su jefe.


- Buenos días Srta. Chaves, un placer verla nuevamente.
Acá me tiene, el Sr. Horacio Alfonso quiso que sea yo quien la recogiera.


- Muchas gracias, vamos o llegaremos tarde.


En diecisiete minutos por el estado del tránsito a esa hora, llegaron al 330 Madison Avenue donde estaban las oficinas centrales de Mindland, Oscar se bajó y le abrió la puerta a Paula.


- Gracias Oscar.


- De nada Srta. cuando desee regresar, le avisa a la Srta Mandy o a la Srta. Alison y ellas me llaman.


- Perfecto, hasta luego.


Paula entró en el imponente lobby del edificio realizado en mármol Paonazzo Marbel, miró en derredor estudiando el lugar y luego se anunció en la recepción donde indicó que la esperaba el Sr. Horacio Alfonso de Mindland.


Estaba nerviosa, ya que no sabía a ciencia cierta a que venía exactamente y eso la hacía sentir insegura.Luego de checar su entrevista el hombre de la recepción le sacó una foto, le pidieron una identificación y le entregaron una tarjeta de visitante con la que le indicaron que podría acceder.


Pasó por unos molinetes electrónicos que leyeron la tarjeta que le habían entregado y se dirigió a la zona de los elevadores que se dividían en tres tramos, cada uno estaba preparado para parar según el piso donde se necesitase ir.


El ascensor al fin se detuvo, salió de la caja de acero y acabados en madera, y se encontró con una entrada vidriada, donde nuevamente tuvo que utilizar la tarjeta de visitante para ingresar.


El vestíbulo del piso veintinueve era igual de suntuoso que el principal con columnas en acero, piso flotante y mármol Paonazzo Yellowstone y un enorme letrero en acero que indicaba que uno se encontraba en Mindland.Se anunció con la recepcionista, quien prontamente se comunicó por el interphone indicando que ella se encontraba allí.


Luego de hablar con esa persona la muchacha le indicó que pasara a la recepción que se encontraba detrás de ella y que aguardase cómodamente que enseguida la iban a recibir.


Pasó al recinto que se le había indicado y se encontró con una zona de sillones en color crema y una mesa baja de cristal, de frente a ella había dos oficinas vidriadas, en una de ellas pudo divisar de inmediato a Alison, quien estaba en plena comunicación telefónica, ella también la vio y le hizo un ademán dando cuenta que en seguida la saludaba.


- Acaba de entrar a la recepción, ella ya está acá.


- Ok gracias. No olvides mandarme por fax lo que te pedí.


- Corto contigo y te lo envío.


Oportunamente quien hablaba con Alison era Pedro, que había llamado por unos documentos que necesitaba, y que no pudo resistir la tentación de preguntar por ella.


Pegada a la oficina de Alison había otra idéntica, que indicaba en la puerta el nombre de Mandy Stuart, en ese momento y sin dilatar más el tiempo, de allí salió una mujer de unos cuarenta y tantos años, regordeta y con los labios pintados de rojo profundo, que se acercó a recibirla.


- Bienvenida a Mindland Central Bureau Srta. Chaves, mi nombre es Mandy Stuart, soy la asistente personal del señor Horacio Alfonso, permítame su abrigo por favor.


- Encantada.


- El gusto es todo mío Señorita.


Paula le extendió la mano y seguidamente se despojó de su trench de cuero en color natural, con cuello y puños de piel ecológica, se lo entregó a la encantadora mujer que la había recibido.


Quedó enfundada en un vestido en color natural, con escote volcado y falda cruzada que remataba con un cinturón que definía su estrechísima cintura. En los pies llevaba unas botas de tacones altísimos en gamuza marrón y herrajes y caña muy alta. Estaba deslumbrante.


- Póngase cómoda por favor, el Sr. Alfonso ya se desocupa y la recibe, ¿desea tomar algo? Té, café, cappuccino, latte, dígame por favor lo que prefiere.


- Solo un vaso de agua por el momento gracias.
Alison se desocupó al teléfono y salió a saludarla con un afectuoso beso y un cálido abrazo, luego elogió lo elegante que se veía, Paula agradeció la lisonja y también la ponderó a ella, cosa que en verdad era cierta.


- ¿Cómo van los preparativos de tu casamiento, falta poco verdad?


- Estoy enloqueciendo, esta es la última semana que trabajo, luego me tomo quince días para ultimar todo antes de la fecha.


- Imagino que los últimos días deben ser los peores.


- Ni te imaginas, por suerte uno se casa solo una vez, bueno no siempre, pero en mi caso espero que así sea. — ambas rieron.


Mandy volvió a acercarse trayendo una copa de agua.


- Esa es la oficina del Sr. Alfonso — le indicó a su derecha — cuando vea que la persona que está dentro sale, entre directamente, el Sr. ya está avisado.


- Ok, muchas gracias.


Paula bebió el agua y dejó apoyada la copa sobre la mesa baja. Cuando se disponía a seguir hablando con Alison, vio que del despacho salía una mujer alta, de cabello rubio con expresión soberbia y remilgada, esa fue su consideración a simple vista.


- Ah, Horacio ya se desocupó, ve que debe estar esperándote — la alentó Alison mientras le frotaba el brazo — tranquila, él es muy agradable.


- Gracias Alison, luego nos vemos.

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