lunes, 4 de agosto de 2014

CAPITULO 77



Cuando Paula entró en el automóvil, él ya tenía puesto el cinturón de seguridad y ni bien ella se sentó y cerró la puerta, arrancó el Alfa Competizione y salió de ahí haciendo rechinar los neumáticos sin esperar a que se abrochara el cinturón.


- ¿Qué mierda te pasa Pedro? — él la miró exterminándola.


- Nada.


- Tu cara no dice lo mismo y tu genio tampoco.


Él se concentró en el camino y ella fijó la vista en el paisaje urbano, no lograba descifrar el acertijo del mal humor de Pedro y menos por qué con ella.


- Conseguirás una multa manejando de esa manera. — Pedro solo respetaba los semáforos, pero ningún límite de velocidad. Pareció como si le hubiera hablado a la pared, pues él no le contestó y se mantuvo en su actitud.


Llegaron al estacionamiento y el trayecto que tenían que hacer caminando Pedro la llevó casi a la rastra, Paula así y todo se había armado de paciencia, no quería discutir fuera del departamento.


Cuando entraron en el loft Pedro se sacó su chaqueta, la tiró con rabia sobre el sofá y caminó directo al dormitorio, ella tomó la americana y la llevó consigo, cuando entró en la habitación, él ya estaba a medio desvestir y pronto a meterse en la cama.


Paula fue al closet buscó una percha y colgó la chaqueta de Pedro, también su abrigo y recién entonces empezó a desvestirse con toda su parsimonia, lo oyó pasar hacia el sanitario y de golpe se sobresaltó por el puñetazo que dio a la pared.


Se asomó, la puerta estaba abierta y justo en ese momento él apretaba la descarga del inodoro, salió casi llevándola por delante, nunca lo había visto en ese estado.


Se higienizó las manos, se echó agua en la cara y se lavó los dientes, en el lavatorio de al lado ella estaba haciendo lo mismo mientras se desmaquillaba, volvió al closet para ponerse el pijama, y cuando regresó a la cama Pedro ya estaba de lado abrazado a la almohada listo para dormir y dando la espalda al lado que ella ocupaba.


- A no ojitos, si te pasa algo conmigo me lo vas a decir antes de dormir, no soy una criatura para que me trates así.


- No quiero que terminemos peleando, dejame dormir Paula.


-Pedro hablemos, ¿qué pasa mi amor? — le habló dulcemente, se inclinó y lo besó en el oído luego en la mejilla y después bajó a su cuello — ¿qué pasa mi vida? contame ¿por qué estas de tan mal humor? — él la apartó, ella se quedó viéndolo — bueno, es evidente que la cosa es conmigo, pero si al menos me dijeses y no te portases como un mocoso caprichudo — las palabra al expresarlas tuvieron el efecto deseado por Paula,Pedro se sentó ni que le hubieran puesto un cohete en el culo.


- Mocoso caprichudo… a ver ¿cómo reaccionarías vos si yo recibiera un mensaje así? — Paula se asustó de la forma que la miró,Pedro buscó el celular de Paula que había dejado en la mesa de noche de ella, rebuscó el mensaje de Gabriel y se lo dio a leer, ella tardó unos segundos en reaccionar.


- A no chiquito, primero, que no tenés ningún derecho a leer mis mensajes, yo no te leo tu celular.


- Si no tenés nada que ocultar no tiene por qué molestarte que lo haya leído, además fue por equivocación, tenía los dos celulares en el bolsillo, el tuyo había quedado en mi poder cuando llegamos al Belaire y me olvidé de dártelo.


- Esa no es excusa, porque cuando viste la pantalla que no era el tuyo igual lo leíste y además… por quién me tomás que decís <<si no tenés nada que ocultar>> — Paula utilizó un tono burlón al repetir sus palabras y gritaba tanto como le había gritado él — por supuesto que no tengo nada que ocultar, ¿o crees acaso que te hubiese ocultado ese mensaje? Es más, hasta te hubiese mostrado lo que le contestaba en caso de que lo haga.


- Eso lo decís ahora porque yo lo leí.


- Sabés que Pedro me tenés harta con esta desconfianza y estos celos sin sentidos no te doy ningún motivo para que me trates así, mirá lo preocupada que estoy por mi celular por lo que pueda recibir, que ni siquiera me acordé de él, además… hacen falta dos para bailar el tango chiquito, y yo no estoy dispuesta a seguir discutiendo con vos.— Pedro la miró provocador pero depusieron la insensatez.


Se quedaron sentados cruzados de brazos exacerbados, apoyados contra el respaldar de la cama, aunque pronto Paula empezó a sentir que su barrera de contención estaba por flaquear y las lágrimas le iban a invadir el rostro y no quería llorar delante de él, así que se levantó de la cama y se fue al baño de la sala.


Allá ahogó sus lágrimas y lloró amargamente por un buen rato hasta que oyó que Pedro golpeaba la puerta.


-Ahora la que no quiere hablar soy yo, andate.


- Abrime Paula. — ella no le contestó. — Tengo toda la noche para esperar que salgas, de acá no me muevo hasta que abras.— Paula lloraba desconsoladamente y a él se le partía el corazón, quería tirar la puerta abajo para estrecharla en sus brazos, a ella ya no le importaba si él la escuchaba, estaba demasiado angustiada para preocuparse por eso, razonaba que había sido injustamente agredida por él. Pedro dejó que se desahogara, cuando escuchó que su llanto se había calmado, volvió a insistir.


- Abrime, dejame abrazarte.
Tenés razón en todo, soy un estúpido, un necio y un maniático celoso de mierda, pero te amo tanto que no me puedo controlar, perdoname Paula por favor.
No quiero comportarme así como un verdadero pelotudo, pero no lo puedo manejar, me pongo irracional, lo siento de verdad, lo siento mi amor, dejame consolarte y pedirte disculpas como vos te mereces, soy un obseso, un neurasténico todos los adjetivos que quieras decirme. Nunca antes me pasó esto de no poder controlar mis celos, en realidad nunca sentí celos por nadie, es un sentimiento nuevo en mí y tal vez por eso no sé cómo manejarlos, Paula perdoname por lo que más quieras, salí del baño, hace frío, vamos a la cama.


- Dejame en paz, no quiero escucharte, andate vos a la cama, hoy me hartaste, me colmaste la paciencia y encima te portaste como un grosero conmigo delante de tu familia.


- Abrime por favor... no me gusta escucharte llorar y menos sabiendo que soy el culpable de esas lágrimas.


Paula no le contestó, había pasado un rato y tampoco se le escuchaba que llorase más, él estaba sentado en el piso con la espalda contra la puerta.


- Abrime no seas cabeza dura... hace frío en el baño te va a hacer mal. — ella seguía sin contestarle — Paula no seas caprichosa... — había pasado otro rato — está bien, como gustes.


Pedro se levantó y dejó libre la puerta del baño.


Finalmente después de un tiempo Paula decidió salir, todo estaba a oscuras así que pensó que Pedro estaría en el dormitorio.


Como ella estaba muerta de frío, se fue a la cocina a prepararse un té caliente.


Cuando encendió la luz, se encontró con Pedro sentado y dormido en el comedor, había apoyado los codos sobre la mesa y mientras esperaba, el sueño lo había vencido.


Paula puso a calentar agua, prendió el hogar del living y fue al dormitorio a buscar una manta para cubrirlo mientras preparaba algo caliente para tomar, seguramente que él también debería sentir frío.


Con una taza de café en la mano para él, se acercó a su oído y le habló en un susurro.


Pedro, te quedaste dormido, despertate — le acarició el pelo, entonces él levantó adormilado la cabeza y la miró — preparé algo calentito para tomar... — Paula le presentó la taza de café frente a él.


- Gracias — le tomó la mano y quedaron viéndose — sé que hoy fueron demasiadas las veces que te pedí perdón, y que no es justo — ella levantó su otra mano y le apoyó un dedo sobre los labios para hacerlo callar, Pedro se quedó viéndola, y entonces Paula se agachó y le besó la frente intentando calmar su mente atormentada, le corrió el pelo de la cara y delimitó su rostro, él la miraba crédulo... — Sos tan buena, a veces creo que no te merezco — Pedro se levantó mientras sostenía la manta que Paula le había echado en los hombros la abrió, los cubrió a los dos y la abrazó, ella se dejó, se acurrucó en sus brazos recostándose en su hombro y hundió su cara en el cuello — vamos a tomar el café junto al fuego...


Paula lo siguió, él puso la manta en el suelo y la hizo sentar en ella.


- Ya vengo…


Se quedó esperando a que él regresara mientras sorbía de su té y miraba la estrepites de las llamas, en ese momento mientras Paula permanecía abstraída ante el encantamiento de las flamas, fue cuando Pedro regresó con otra manta, se sentó a su lado y los cubrió a ambos.


Quedaron abrazados bebiendo la bebida caliente y viendo el fuego.


- En tres días hemos batido el record peleando, dos de tres desde que regresé, vaya performance, y siempre por terceros.


- También me duele Paula, pero supongo que se debe a que estamos amoldándonos a la convivencia.


- Si pero no es bueno esta desconfianza que nos tenemos, es de suponer que nuestro amor es grande e inmenso y que eso tendría que ser suficiente para saber lo que cada uno siente por el otro y me incluyo porque también me he portado como necia.


- No más que yo de necio... — Pedro respiró profundamente — no me enorgullezco por haberte hecho llorar, cuando en realidad lo único que más deseo es hacerte reír, quiero que seas feliz a mi lado.


- De eso no tengas dudas, por supuesto que soy feliz a tu lado, estoy donde quiero estar.
Junto a vos hasta mis tristezas son insignificantes — ella se había apartado y se lo había dicho viéndolo a los ojos.


- Necesito que me digas que me querés — él le habló suplicante.


- Te adoro mi vida, Pedro te amo más allá de la razón — ella tenía su rostro entre sus manos y mientras le hablaba lo acariciaba — vos sos mi amor, mis sueños, mi felicidad, sin vos no existo.


- Vos sos la mujer de mis sueños Paula y te amo no solo no solo porque me atraes físicamente, te amo por tu inteligencia entre otras cosas, sos tan culta, tan capaz, pero además te amo por tu sencillez, sos hermosa por dentro y por fuera, cuando entramos en algún lado noto como todos te miran, te comen con la mirada y eso me encela, jamás pasás desapercibida.


- No soy consciente de lo que decís, jamás me fijo en eso, me gusta arreglarme para verme en el espejo y sentirme bien, y para agradarte, me duermo y me despierto pensando en vos… y no te hagas el humilde que vos no te quedás atrás, también te miran en donde sea que entremos, hasta los hombres te miran, supongo que envidian lo lindo que sos.
Siempre te mostrás tan seguro con tu cuerpo y con tu proceder, si cierro los ojos puedo recordar el día que entraste en el Bistró del Faena, ni bien te vi entrar fue eso lo que más me encandiló, tu seguridad, venías caminando y parecía que todos se apartaban para darte paso.


- Vos sabes que eso es solo un disfraz que llevo a cuestas, vos me conocés tal cual soy, con vos puedo mostrarme así, vulnerable, y no me importa, al contrario me relaja, con vos soy este hombre inmaduro, inseguro de sí mismo, que te ama más que a nada en esta vida y que teme perderte y se aterroriza de solo pensarlo.


- Los celos son el condimento perfecto en una relación, siempre y cuando sean en su justa medida, hasta pueden llegar a ser considerados un halago, pero si dejamos que sean más grandes que nuestro amor, eso nos terminará…


- No lo digas Paula, no lo hagas, ni lo pienses por favor, jamás vamos a volver a estar alejados.


- Tampoco lo quiero, no lo resistiría, pero debemos tenernos más confianza, es la edificación de una pareja ¿no crees?
Los celos, y las desconfianza nos separaron una vez, yo por mi parte te aseguro que no voy a permitir que vuelvan a cegarme aprendí la lección… pero me preocupa la forma en que te ponés vos, Pedro mi amor — ella lo tomó con fuerza de la barbilla y le corrió el pelo de la frente — yo no tenía necesidad de contarte que me había besado con Gabriel, pero lo hice, para que sepas que no existe persona en este mundo que sea más importante que vos en mi vida.
Te amo, grabátelo acá — ella le dio unos golpecitos en la frente.


- Es que me enojó ese mensaje, él te vio el anillo y te vio conmigo, y luego dijo que lo habían pasado muy bien en Mendoza y mi mente se trastornó, dejé de razonar…


- No te culpo, si yo leyese un mensaje así quizá reaccionaría igual… no le contestaré, o quizá sí lo haga y le deje en claro que vos y yo nos estamos por casar.


- Gracias por entenderme.


- Te amo demasiado para no entenderte. Se acercó a sus labios y lo besó inocentemente, fue un beso tierno, comprensivo.


- Y yo te amo demasiado para verte llorar nuevamente, haré todo lo posible para controlar estos celos abrazadores que me consumen — se acercó ahora él a sus labios y los besó con delicadeza, los cortejó con los de él, los cuidó, los acarició, luego los relamió — se apartó — aún tenés ganas de hacer el amor con música.


- Con o sin música siempre tengo ganas de hacer el amor con vos…


Volvieron a besarse… Ella se levantó.


- ¿Dónde vas?


- A poner música, voy a elegir yo…


- Lo que tú quieras mi amor.


Empezó a sonar Quédate de Lara Fabian y la puso en repetición, Paula se quedó parada frente a él y se mordió un dedo mientras la letra de la canción comenzaba a avanzar, Pedro le estiró una mano y ella le ofreció la suya…



Apareciste así y fue el destino que nos quiso reunir Algún camino de otro tiempo más feliz
Te trae de nuevo aquí.
Mi vida amaneció y cada luz de mi universo se encendió En otro rostro me dijiste aquí estoy yo y yo te conocí
Y mi vida te ofrecí Quédate, que este tiempo es nuestro
Y el amor tiene ganas de volver Oh, quédate Hoy no te me vayas como ayer
Te fuiste aquella vez
Y yo en mis sueños tantas veces te busqué Entre los ángeles tu voz imaginé
Así me conformé pero ahora te encontré Quédate, que este tiempo es nuestro y el amor tiene ganas de volver
Oh, quédate no me dejes sola otra vez Que la noche es larga si no estoy contigo Si otra vez me lanzas al abismo
Si otra vez te vas
Quédate por favor por siempre
Quédate, que este tiempo nuevo como el sol nos abriga el corazón Oh, quédate, quédate
Que no vuelva el frío en el adiós Quédate, que este tiempo es nuestro
Y el amor sólo quiere renacer Oh, quédate, quédate Hoy no te me vayas como ayer
Quédate


Se volvió a sentar de frente a él, Pedro abrió sus piernas recibiéndola y la tomó de la cintura, en ese preciso momento Paula le acarició el contorno del rostro, le delimitó los labios, él los abrió y le mordió el dedo mientras le regalaba una sonrisa carnal, Paula contuvo el aliento y emitió un gritito mientras tiraba su cabeza hacia atrás, volvió el rostro hacia Pedro para encontrar su mirada y se acercó, estiró su torso y le besó la punta de la nariz, luego le recorrió las cejas con sus índices, él cerró los ojos y ella se los besó, le atestó el rostro de suaves besos, hasta que llegó a su boca,lo lamió y tomó su labio inferior entre sus dientes y le dio un tironcito, entonces Pedro abrió los ojos y la miró de manera desvergonzada, ella siguió con sus besos, no había nada que pueda detenerla, tomaría todo lo que quisiera de su hombre. Mordió su barbilla y deslizó su lengua hacia el cuello, él echó la cabeza hacia atrás ofreciéndoselo, Paula lo olió, lo probó y le dio pequeños mordisquitos, pero su debilidad era la nuez de Adán, lo chupó en esa parte haciendo que Pedro se tensara, esa caricia producía en él exactamente lo que Paula buscaba, desorden, desconcierto, naturalmente lo enloquecía.
Levantó sus brazos para que él le quite la sudadera, sus senos saltaron y danzaron mientras la prenda salía de su cuerpo, Pedro se quedó viéndola, era perfecta, tiró la remera a un costado y la sostuvo de los hombros, quiso descender y tocárselos pero ella le hizo un chasquido con la lengua y le indicó que no, entonces Paula tomó el contorno de la sudadera de Pedro y él levantó los brazos para que ella se la quitara, sin pensarlo la hizo a un lado e intentó tocarle la musculatura de su pecho pero entonces imitándola él chasqueó también su lengua, y ella hizo un mohín, él se rió y tomó su mano y se la apoyó sobre su pecho para que ella pueda rozarlo, su palma quemaba apoyada sobre la piel de él, podía sentir su corazón que latía desbocado y retumbaba en su mano. Pedro levantó la mano de Paula y la llevó a su boca, le lamió uno a uno sus dedos y luego se quedó mirando el anillo de compromiso y lo besó.
Ella entonces le quitó la mano y lo imitó con el beso, luego volvió a su cuerpo, jugueteó con el bello de su pecho, y le recorrió su contorneado abdomen deslizando su dedo hasta llegar a su ombligo, Pedro volvió a tensarse, la canción seguía avanzando, la letra y el ritmo eran perfectos para hacer el amor junto al fuego, sus cuerpos se iluminaban con las flamas que ardían estrepitosas al igual que ellos.
Paula se puso de rodillas y se aferró al cuello de Pedro, él entonces atrapó su espalda con sus manos abiertas y la acarició abarcando toda su extensión, se apoderó de sus labios y los besó, luego él abrió su boca y le dio entrada para acariciarla con su lengua jugosa, para tragarla con sus labios.
Poseyó su boca, la succionó, la sorbió por completo, Paula dejó su abrazo y transportó sus manos al elástico de su bombacha y se la quitó, y entonces Pedro sin dejar de besarla se puso de rodillas también y se quitó el boxer.
A desgano se apartó de sus labios para terminar de sacarse la ropa interior. Paula hizo lo mismo, tenía la tanga atascada en sus tobillos.
Volvieron a sentarse, abrió sus piernas y la recibió en el hueco que quedaba en ellas, entonces ella también abrió las suyas y le rodeó el torso con ellas, sus sexos estaban muy próximos y se rozaban, sus abrazos tenían la necesidad del que es adicto, estaban entrelazados bebiéndose, amándose, adorándose con piernas manos, brazos y lenguas.
Ella comenzó a moverse en un vaivén rozando con los labios de la vagina el glande de él, estaban apasionados, honrándose con caricias interminables. Pedro de pronto dejó su boca, y apresó un pecho con sus perfectos labios y su experimentada lengua, mientras que con su mano la sostenía de la nuca, Paula se encorvaba meciéndose para que él pueda sorber mejor su pezón.


- Baby, I annihilate.


- You're mine.


Paula se apoyó en sus pies y se sentó sobre su pene, lo introdujo completo dentro de ella y dejó escapar un gemido, él estaba enterrado profundo en ella, cerró sus ojos mientras disfrutaba de todo lo vasto que él la hondaba.
Pedro tenía un gran tamaño, cuando entraba en ella su longitud era exquisita, y en su vagina era la conjunción perfecta.


Lo apresó con su envoltura, lo contrajo, cuando estaban así, simplemente no quería que el momento terminara nunca, porque permanecer así con él era el estado perfecto de unión, de simbiosis. Sus sexos se unían y en sus entrañas se tejían todo tipo de deseos, su clítoris estaba hinchado y latente, al igual que su vagina que estaba pringosa y punzante.


- Baby, look at me. Be sure to make it.


Paula abrió los ojos inmediatamente, y los clavó en los de él, Pedro se había dirigido a ella con una voz oscura cargada de erotismo, de desenfreno, de lujuria.
Sus cuerpos unidos por el vaivén se frotaban entre sí, se preparaban para ese momento tan íntimo del climax, ese momento sensorial único en que sus cuerpos explotaban como si se tratase del big bang.
Ese momento en el que involuntariamente los músculos se contraen y la liberación llega con un impulso de penetrar más profundamente en el cuerpo del ser amado.
El fluido seminal se estaba acumulando en Pedro para eyacular todo su semen en ella, sentía que los testículos se le acercaban al cuerpo, y creyó que se correría, tenerla en esa posición era demasiado excitante, pero controló sus sensaciones cambiando el ritmo de la penetración, él era un amante experto, y sabía como manejar su cuerpo, para darle placer a su mujer.
Paula era una Diosa en sus brazos, era su deidad venerada por su sexo que se clavaba y excavaba en ella adentrándose en los confines de su vagina.
Ella lo ceñía, lo prensaba con su vulva, se movían acompasados por la cadencia de la música y la profundidad de la letra, lentamente Pedro se perdía, profundo, muy hondo, él estaba intensamente extraviado en su cuerpo


- Nena, eres mi diosa de la excitación. My perfect goddess.


-Pedro seguí, no pares, por favor.


Gemidos involuntarios prorrumpían de ambos, que se transformaban por momentos en clamores, a veces en lamentos que se confundían con el gozo que experimentaban, mientras que sus sexos se friccionaban para llegar al despeñadero y experimentar esa caída libre que solo conseguían estando juntos.
El momento estaba muy próximo, las sensaciones cada vez los abrazaban más y más.
Pedro se enterraba en ella sin piedad, y ella se sacudía sobre su pene.
Paula gritó su nombre, lo pronunció varias veces como si fuera una plegaria y se corrió mientras se arqueaba en sus brazos, se zambulló en sí misma y sus manos se aferraron y se crisparon en torno a él mientras su vagina reclamaba imperiosamente una furiosa tentativa de engullimiento.
Pedro al verla gozar entregada en sus brazos se sintió vulnerable, se quejó formulando su nombre también, como si se tratase de palabras mágicas y su cuerpo expelió el semen dejándolo inerme. Se vació dentro de ella, sació sus deseos, mientras se dirigía a las más alejadas profundidades del cuerpo de Paula, sintió que hervía de placer ante la experiencia más exuberante del goce físico que el ser humano pueda sentir.
Se abrazaron con gusto mientras aún permanecían unidos, Pedro luego se estiró y tomó unos cojines del sofá para utilizarlos como almohadas y se recostaron frente al fuego.
Permanecieron uno frente al otro abandonados, exhaustos, acariciándose los rostros.


- ¿Estás bien mi amor?


- Estoy flotando, en el estado perfecto a tu lado. – Pedro le sonrió y le besó la nariz.


- Sos hermosa.


- Vos sos más bello, sos perfecto…


- No, eso no es cierto, soy un cabrón de mierda.


- Mi macho cabrón…


Se besaron por millonésima vez...

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