martes, 5 de agosto de 2014

CAPITULO 80



Caminó por varias horas sin sentido, pero le había servido para reflexionar bastante, la soledad le había valido para pensar, para evaluar todo lo que había pasado, estaba con lo puesto, no tenía el celular encima ni dinero, tampoco llevaba abrigo y había comenzado a refrescar, entonces fue cuando se dio cuenta que el tiempo había pasado.
Miró la hora, eran las seis de la tarde, no se había dado cuenta hasta ese momento que había pasado tanto tiempo, a las nueve era la cena pre-boda de Alison y Federico.
Había caminado tanto que no sabía dónde estaba, buscó un teléfono y llamó por cobrar.


- No sé dónde estoy… — le dijo a Pedro llorisqueando, ni bien él aceptó la llamada.


- Mi amor gracias a Dios… ¿estás bien? me tenías tan preocupado, ¿en qué calle estás voy a buscarte?


Pedro no se demoró en recogerla, descendió expulsado de su automóvil y se acercó a ella que estaba parada en la calle esperando por él.


- Casi me muero cuando me di cuenta que te habías ido y para colmo intenté llamarte y te fuiste sin el celular, estaba desesperado, hace horas que te fuiste de casa y no sabía nada de vos — ella no le contestó, él entonces le puso un abrigo en los hombros, quería abrazarla, pero prefirió esperarse, abrió la puerta del convertible y la ayudó a entrar, hasta le colocó el cinturón de seguridad.


No hablaron en el camino, Pedro cruzó la mano por encima de la palanca de cambio y le tomó la de ella, Paula no se la negó, estaba helada, en ese momento él consideró apropiado encender la calefacción del auto para que ella se aclimatara.


- Estaba desesperado…


- Lo siento… — ella le decía que lo sentía, pero él pensó que era merecedor de esa angustia.


- Supongo que es lo que merecía ¿dónde estuviste tantas horas?


- No lo sé, por ahí caminando, pensando. — Pedro sintió miedo de lo que había resuelto no se atrevió a preguntarle pero su tono de voz era amable.


Llegaron al loft, Paula bajó no lo esperó a que le abriese la puerta del auto, Pedro se apuró a seguirla.


Ya dentro del departamento ella pasó directo al dormitorio, se acercó al jacuzzi y lo puso a llenar, necesitaba un baño bien caliente, Pedro estaba parado apoyado en el marco de la puerta mientras se acomodaba el pelo que le caía sobre la cara, seguía todo sus movimientos sin perderse uno solo, Paula entró en el vestidor, de allá vino con dos vestidos, que dejó sobre la cama.


Pedro estaba desconcertado ¿acaso pensaba ir a la cena y por eso estaba preparando la ropa?


No se atrevió a preguntarle.


- ¿De qué color es el traje que usarás? — le preguntó tomándolo por sorpresa.


- Gris — dijo él, ella levantó los dos vestidos que había dejado en la cama y se volvió al closet, de ahí volvió con uno gris totalmente drapeado sin tirantes y con un bordado lateral en piedras que asemejaban espejitos, en la otra mano llevaba otro azul de una tela muy adherente con un solo hombro y un bordado en plata que bordeaba la cintura. Se los enseñó presentándolos sobre su cuerpo, primero uno y luego otro, respiró profundo antes de hablar — ¿Cuál te gusta? — en su voz se notaba el cansancio.


- El gris — contestó él, absorto ante lo que Paula había decidido, Pedro se había cruzado de brazos.


Paula dejó en la cama el vestido que él había elegido, se fue en busca de unos Louboutin revestidos totalmente en strass y también trajo un sobre que hacía perfectamente juego con ellos.


Cerró los grifos de la bañera que ya estaba lo suficientemente llena, echó un baño de espuma y comenzó a desvestirse ante los ojos de Pedro, se metió en el agua e intentó relajarse, tenía los ojos cerrados, respiró profundamente mientras sentía que la presión del agua le oprimía el pecho, luego abrió sus tristes ojos verdes, porque así es como se veían y lo miró a él que permanecía de pie en la puerta cruzado de brazos.


- No te vas a bañar, se hará tarde.


- Ahora me doy una ducha rápida — Pedro le contestó rápidamente.


- Si querés podés hacerlo conmigo.


Al momento de la invitación y casi en el mismo instante que oyó sus palabras, Pedro tironeó su sweater del cuello, y rápidamente lo sacó hacia adelante, se quitó las zapatillas las medias y los jeans, también el bóxer y sin demora se preparó para entrar en el jacuzzi


Paula se corrió hacia delante y le dejó espacio tras ella para que entrase.Pedro abrió sus piernas y entonces ella se acomodó hacia atrás descansando en el hueco que él había dejado, al punto que recostó su espalda en su fornido pecho.


Emitió un suspiro y cerró sus ojos, él la abrazó, y ella se aferró a sus brazos, Pedro la abrazó con más fuerza y Paula se sintió agradecida sin decírselo, le acarició las manos y él le besó el pelo.


- Solo quiero que permanezcamos así, que nos bañemos y luego que vayamos a la cena y allí por tu hermano pongamos la mejor cara, después hablaremos de nosotros, hoy es el día de Alison y Federico y no es justo que se los estropeemos.


- Como vos digas mi amor, me parece perfecto, de todas formas gracias por estar acá conmigo y permitirme estar así con vos.


- Shh ahora no.
Necesito tu silencio y sentirte cerca de mí nada más, te lo ruego no digas nada, no necesito escucharte, necesito sentirte.


- Solo vivo para complacerte aunque no lo parezca y aunque lo arruine todo a cada instante, te juro Paula que no quiero otra cosa más que eso.


Luego de un rato de sostenerla en sus brazos, Pedro tomó una esponja y cargándola con jabón líquido, le lavó lentamente la espalda, luego tomó sus brazos y con suaves pasadas también la aseó, después la hizo dar vuelta y le enjabonó el resto del cuerpo muy suavemente, como si estuviera bañando a un niño muy frágil, la jabonó con mimo, con cuidado, con muchísimo amor y sin connotaciones sexuales, solo quería darle alivio, atención, ella lo merecía y además lo necesitaba.


Paula todo el tiempo mantuvo la cabeza baja, mirando el agua o cerrando los ojos, finalmente cuando Pedro concluyó se lavó él rápidamente y la volvió a hacer dar vuelta para abrazarla, no quería salir de ahí, Pedro también necesitaba sentir el contacto con su piel y cobijarla con sus brazos.


Tomó su mano y la levantó para ver su anillo de compromiso, jugó un rato con él, girándolo en su dedo, finalmente lo dejó en posición, ninguno de los dos decía nada, solo intentaban disfrutar de la mutua compañía.


- ¿Querés que salgamos? ¿no tenés frio? — el agua estaba bastante destemplada.


- ¿Podemos agregarle agua caliente y quedarnos un poco más? ¿o se hará tarde? — Pedro miró la hora en su Hublot, aún era temprano así que dejó ir un poco de agua y luego abrió el grifo. Enredó sus piernas a las de ella y le masajeó los brazos y los hombros, Paula se aflojó.


Después de un buen rato y sin dilación cuando ya estaban bastante ajustados con el tiempo salieron del agua, Pedro la secó envolviéndola en una toalla, la arropó por un rato y luego la dejó para que pueda ocuparse de arreglar su cabello con la secadora de mano, ella lo alisó un poco con un cepillo se peinó con raya el medio e inmediatamente con una pinza marcó unos rizos en las puntas.


Mientras tanto Pedro se había terminado de secar y prontamente fue hacia al closet por su ropa. Cuando regresó, pasó por detrás de Paula llevaba puesto unos boxer negros y en la mano las prendas que se pondría, las cuales dejó sobre la cama junto a la ropa de ella.


Ya en ropa interior, ella volvió con un bustier negro y una diminuta bombacha, Pedro estaba frente al espejo peinándose con los dedos como siempre acostumbraba, se colocó desodorante, lavó sus dientes y entonces cruzó hacia el dormitorio, allí se puso las medias, se calzó unos pantalones negros de traje con corte pitillo y se sentó en el borde de la cama para atarse los cordones de los zapatos de estilo oxford, fue a buscar su perfume y antes de colocarse la camisa se roció abundante con él.


Paula que estaba maquillándose, abrió sus fosas nasales para impregnarse de su olor, no pudo evitarlo.


Cuando terminó entró en el vestido, pero no podía subirse el cierre ya que era demasiado ajustado, decidió pedirle ayuda a Pedro que estaba en el vestidor poniéndose unas mancuernas en la camisa blanca que había elegido vestir.
Con gusto él le subió la cremallera del vestido, en otro momento hubiera deslizado un dedo por su espalda cuando se lo subía y al culminar le hubiese dado una palmada en el trasero y un beso en el cuello, pero se contuvo, nada de eso ocurrió, habría estado fuera de lugar.


Opinó que estaba realmente preciosa, ataviada muy sexy. Pero no se lo dijo, se guardó sus pensamientos.


- Gracias.


Pedro no le contestó, solo la aferró de los hombros y le dio un beso en la frente.


Paula, se volvió al dormitorio y se calzó los zapatos, luego volvió a reforzar su perfume y el gloss de sus labios.


Por su parte a Pedro solo le restaba colocarse la Americana en gris antracita metalizado, se lo veía muy provocador enfundado en ella, la chaqueta ajustada con un solo botón, le quedaba pintada, pasó junto a ella que había terminado de llenar su bolsa de fiesta y estaba a punto de ponerse su abrigo, entonces se lo quitó de las manos.


- Permíteme… — muy caballerosamente se lo sostuvo para que se lo coloque, era un trench de raso por encima de la rodilla en color negro, Paula ajustó el lazo a la cintura y fue por unos pendientes.


Oscar ya había llamado para avisar que esperaba afuera, inclusive se había encargado de guardar el Alfa Competizione y estaba estacionado en la entrada esperándolos con el Audi A8 Hibryd.


En el ascensor, Pedro le tomó la mano y se atrevió a decirle.


- Estás hermosa.


- Vos también.


- No me dejes sola en el restaurante.


- No pienso hacerlo bajo ningún punto de vista — Paula le apretó la mano entonces él la levantó y se la besó.

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