miércoles, 6 de agosto de 2014
CAPITULO 82
Paula empezó a moverse, su celular sonaba pero ella no podía despertarse de su letargo, al final se habían dormido muy tarde conversando, finalmente cedió a su modorra y lo tomó del bolso de fiesta que descansaba arriba de la mesa de noche.
- Hola… — contestó anestesiada por el sueño.
- Paula… lo siento, ¿te desperté?
- ¿Quién habla?
- Soy Gabriel, hola linda — cuando Paula escuchó el nombre se despertó de golpe, se sentó en la cama y se apoyó contra el respaldar.
- ¿Cómo estás? lo siento, no reconocí tu voz y no miré el número antes de atender.
- No te preocupes, parece que trasnochaste, son casi las once, no pensé encontrarte durmiendo.
- Sí me acosté tarde, anoche fui a una fiesta.
- Bueno parece que tienes una vida social muy activa, y yo que estaba preocupado creyendo que quizá podías sentirte sola en New York.
- Gracias. — ella le contestó tímidamente, mientras miraba dormir a su lado a Pedro, pensó en levantarse e irse a conversar en otro lado, pero luego se aventuró que era mejor hablar ahí para que no haya malos entendidos con Pedro.
- De nada, me atreví a llamarte porque no me contestaste el mensaje.
- Lo siento Gabriel, lo iba a hacer, pero después se me pasó. — Pedro que escuchó el nombre que ella dijo se espoleó, de pronto se sentó en la cama con los pies en el piso y los codos apoyados en sus piernas, nervioso se pasó las dos manos por el pelo, luego se fue al baño, pues desde allá también escuchaba perfectamente — es que ando muy liada, estoy preparando mi boda.
- Vaya, sí que me has sorprendido. Supongo que te arreglaste con tu ex.
- Sí, así es, estamos muy bien, nos dimos cuenta que somos dos almas gemelas — si supiera en realidad por todos los problemas que estaban pasando, pero ella no quería alentarlo y además quería dejar tranquilo a Pedro.
- ¿Él es con quien te vi el otro día?
- Sí el mismo.
- No sabía que tu ex vivía acá en New York nunca lo dijiste.
- Tienes razón, creo que nunca lo había mencionado.
- Ahora entiendo porque no te fuiste.
- Sí, nos reencontramos y gracias a Dios hemos arreglado nuestras diferencias.
- Vaya si las han arreglado, me estás diciendo que se casan. Qué pena… — ella se quedó callada ante la última insinuación que el hizo — Bueno Paula, creo entonces que no tengo chance que hoy almuerces conmigo — ella no supo que contestarle — no te preocupes, no hace falta que me contestes, a buen entendedor pocas palabras. ¿Puedo aspirar tan siquiera a un café alguna vez?
- Podríamos arreglarlo y que vengas acá a casa de Pedro a tomar un exquisito café desde luego.
- Ah entiendo… — él se carcajeó — ok me avisas.
- Claro, te aviso.
- Adiós Paula.
- Adiós Gabriel.
Paula se levantó de la cama y fue hacia el baño, Pedro estaba frente al espejo lavándose los dientes, pasó y le besó la espalda, él había escuchado todo en silencio, estaba feliz, se sentía muy feliz.
- Buenos días ojitos — Pedro le sonrió al espejo, no podía contestarle, luego de enjuagarse la boca, él fue por un pijama y una remera.
Cuando terminó de vestirse, Paula salía del sanitario, la atrapó en su abrazo y la besó posesamente.
- Buenos días — se abrazaron muy fuerte, no hicieron ningún comentario del llamado.
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