miércoles, 6 de agosto de 2014

CAPITULO 83





Estaban preparando el desayuno, Pedro se encargaba del café, del latte y el jugo de naranja y ella estaba preparando panqueques de banana con jarabe de arce, nutella, crema y frutillas.


Se habían levantado ambos con muy buen humor, y ni el llamado de Gabriel había interferido en ello.


Paula estaba dando vuelta en el aire los panqueques cuando él pasó y le hizo cosquillas, así que la masa fue a parar al piso.


A pesar del embadurne, ella no paraba de reírse y él tampoco, tomó una toalla de papel y juntó el regadero que había en el suelo.


Entre ambos untaban los panqueques, entonces Paula le puso jarabe de arce en la punta de la nariz a Pedro, que estaba distraído, pero él en vez de quejarse le embadurnó el carrillo con nutella, mancha va mancha viene, eso se convirtió finalmente en un desmadre, Pedro y Paula terminaron todos enchastrados y revolcados apasionadamente en ese pegote sobre el piso haciendo el amor.


Fueron quitándose toda la ropa hasta quedar desnudos, se untaron sus cuerpos con jarabe de arce, nutella y crema, lo que había comenzado como un tonteo, terminó como un juego afrodisíaco y excitante, luego de saborearse tentando con una travesura muy erótica.


Entregados a sus instintos primitivos y sobrepasados por una excitación desmedida, Pedro cubrió con su cuerpo el de ella y metiéndose en el hueco que Paula le hizo entre sus piernas dirigió su sexo sediento en el de ella y se enterró, descansó en su profundidad probando su holgura, y su longitud, ella era exquisita, Paula se aferró de sus nalgas y lo enterró más aún en ella, hasta que le dolió, entonces Pedro dejó escapar un sonido que salió de lo profundo de su garganta, un sonido salvaje, ronco, rudimentario.


- Te necesito así siempre…


Luego que él expresara su deseo siguió moviéndose, lento y profundo, agonizando de placer en cada embestida, probando y tentando su fuego indomable que solo podía apagar Paula.


Sus cuerpos pegoteados se frotaban desesperados, él entraba y salía con su sexo mientras le succionaba los pechos, y le apretaba las nalgas perdiéndose en ella.


Paula se arqueaba, movía su pelvis para encontrarlo en cada acometida, y gemía disfrutando del placer que sentía, percibió que iba a correrse, pero no quería que todo terminara tan pronto, aún quería disfrutar más de su hombre, así que lo apartó y lo puso de espaldas al piso y se subió sobre él, Pedro se aferró a sus caderas y Paula empezó con su bamboleo mientras se aferraba de sus bíceps, él mantenía su mirada clavada en la de ella, lujuriosa, ávida, hipnótica.


Paula anduvo así por un rato sobre él, luego se agachó y lo besó, se devoraron en un beso vehemente, él bajó sus manos a sus nalgas, sin dejar de moverse y de perderse dentro de ella, tenía las piernas ligeramente flexionadas y con duras estocadas se hundía dentro de su vagina que envolvía su pene arrebujándolo, arropándolo, ellos estaban pegados y pegoteados mientras se meneaban formándose entre ellos hilos de melaza, pero no les importaba, solo querían sentirse, amarse, adorarse, consumirse de pasión y llegar al alivio, al éxtasis ensordecedor que cada uno conseguía solamente en el cuerpo del otro…


Se corrieron juntos, ambos gritaron el nombre del otro como si se tratase de una palabra fantástica.


- Hmm demasiado empalagosa —Pedro le pasó la lengua por el cuello donde tenía todo nutella.


- Hmm muy indigestante también — Ella le chupó el hombro, donde chorreaba crema, ambos se rieron, se abrazaron muy fuerte.


- Te amo mi amor, no lo dudes nunca.


- También te amo, deseo que el tiempo pase muy pronto y convertirme en tu esposa.


- Hmm… sueño con ese día, muy pronto será una realidad —se besaron.


- Sabes Pedro que nos hemos quedado sin desayuno.


- Yo degusté todos los sabores, no me quejo — se echaron a reír — No quiero imaginar la cara de la Sra. Doreen si viese todo este enchastre, menos mal que le dije que hoy no viniera…


- Tendremos que limpiar un poco.


- Nosotros también tenemos que asearnos, esto es un pegote.


- Un delicioso emplaste. — él asintió con la cabeza.


- Luego te invito a almorzar fuera.


- Me parece perfecto. ¿por dónde empezamos?


- Creo que lo más lógico es empezar por nosotros, somos un desastre.


Abrazados entraron en el baño, y se metieron en la ducha, luego Paula le indicó que se tirara hacia atrás y le mojó el pelo para dedicarse a lavárselo, ella estaba en puntas de pie pues descalza su metro sesenta y tres era muy evidente junto al metro noventa que medía él.


Pedro no podía estarse quieto con sus manos que en todo momento buscaban los glúteos de Paula y los apretaba mientras tiraba de ella para pegarla a su cuerpo.


- No puedo lavarte así. — se quejó ella.


- Hmm es que sos irresistible.


- Si no te estás quieto te va a entrar jabón en los ojos.


- Ok los cierro bien fuerte.


- Tramposo, lo que se suponía que hagas era soltar mis nalgas


- Es que tengo un problema, mis manos no responden a las órdenes que le envía mi cerebro, solo buscan tu culo.


Se carcajearon.


Después de enjuagarle el pelo, Paula puso jabón en la esponja y se dedicó a bañar a Pedro.


- Hmm que exquisita, eres muy atenta dando un baño.


- Es que tu cuerpo me depara solo darle atenciones.


- ¿A sí? y aparte de darle un baño ¿qué otras atenciones quisieras darle? — ella hundió su vista en el piso y se dedicó a ver el agua que corría — ey ¿por qué esa timidez?


- No sé, decirlo es muy diferente a hacerlo.


- Ven acá —él la tomó de la barbilla y le dio un beso la sostuvo en sus brazos — no tienes que sentir timidez conmigo, esto que tenemos es lo que hace que nuestra relación sea única, además me encanta que te expreses en todo momento y no solo cuando estamos haciendo el amor — se acercó a su oído — me calienta mucho.


Volvieron a besarse.


- Ahora es mi turno, déjame retribuirte la atención y que te bañe. Pedro se dedicó primero al pelo, le enjabonó muy bien la larga cabellera morena y luego de darle unos masajes que hicieron escapar unos gemiditos a Paula la situó bajo la cascada de agua y la enjuagó, con expertas pasadas le aseó el cuerpo, terminando de sacarle el pegote del que ya casi no quedaba nada, pues el agua se había encargado bastante en disipar.


- ¿Qué me viste Pedro? soy insignificante a tu lado.


- ¿Qué? ¿Me estás hablando en serio? Sos la mujer más sexy y bella que he visto en mi vida y la más inteligente, es un chiste lo que me estás preguntando ¿verdad?


- No, ni en puntas de pie ni en tacones llego a tu altura… — Pedro se carcajeó


- Si serás, dices cada bobadas.


Paula se aferró a su cuello y le habló en el oído.


- Quiero tu pene nuevamente dentro de mí.


La erección de Pedro fue casi instantánea al escuchar las palabras que Paula pronunció, y entonces nuevamente su sexo estuvo listo y preparado al instante con la solidez de una roca, su mirada se oscureció y sus manos no pensaron en otra cosa que no sea recorrer el cuerpo de ella, su boca se apoderó con premura de la de Paula, primero le mordisqueó los labios, y entonces ella le ofreció su boca sedienta de sus besos, esos de los que nunca tendría demasiando, amaba su boca mullida y su lengua experta, los besos que Pedro le daba eran a su criterio perfectos y no se cansaba de pensarlo y de decirlo.


Pedro introdujo su lengua en la boca de Paula y la enredó con la suya, envolviéndola intrincadamente, jugó y retozó en ella, en el lugar donde más le gustaba estar. Con sus manos le abarcaba la espalda, la envolvía por completo con su cuerpo, se había pegado a ella.


La dio vuelta y le acarició los muslos, le recorrió las nalgas, admirándolas en sus manos, las apretó con fuerza y con posesión, mientras le besaba el cuello, luego dejó por un rato sus glúteos y levantó sus brazos para apoderarse de sus senos, para acunarlos en sus manos, y llenarlas con ellos, le pellizcó los pezones con los dedos hasta hacerle escapar un gemido, Paula se derretía en sus manos, se arqueaba con sus caricias, se dio vuelta y aferró su mano a la nuca de él para tomar su boca nuevamente, mientras Pedro le atormentaba los pezones, de improviso ella se soltó de sus caricias, y se apoyó en la pared opuesta mientras se mordía los labios y lo miraba extasiada, entonces fue cuando levantó la mano y atrapó la erección de Pedro, lo acarició con movimientos de idas y vueltas, una y otra vez, hasta que él la detuvo justo cuando estaba a punto de perder la cordura y correrse.
Pero Paula no estaba dispuesta a ceder, se agachó y tomó su pene con la boca y le rodeó el glande con la lengua, luego se la pasó de arriba abajo del tronco, lo lamió, lo saboreó, volvió al glande y metió su lengua en el orificio para atrapar el líquido preseminal que chorreaba de él, volvió a engullirlo y lo entró y lo sacó de ella, Pedro estaba preso de su felación y Paula con todo el poder lo bebió completo.
Sin poder soportar más su ataque, se corrió en su boca, mientras gritaba su nombre estremecido.


- Ven acá, preciosa — la hizo poner de pie y luego la besó probando el sabor de su semen también.


Sin despojarse de sus labios la levantó de las nalgas y la orientó sobre su sexo que estaba envainado nuevamente, Paula rodeó su cintura con sus piernas mientras se sostenía de su cuello y él se enterró sin más preámbulos muy profundo en ella, la bajó lentamente, dejó escapar un quejido dentro de su boca, ella también se quejó, entonces empezaron a moverse, Pedro la llevó hasta apoyarla contra la pared y ahí comenzó a embestirla cruelmente, sin pausa, ni descanso.


Pedro — gritó ella — voy a correrme.


- Hazlo preciosa, hazlo.


Siguió embistiéndola, siguió irrumpiendo con su sexo en su vagina, precipitadamente ahondándose en ella, Paula se corrió aferrada a su pelo, sin darse cuenta se lo estaba tironeando.


Pero Pedro aún quería brindarle más placer, quería que ella llegue a otro orgasmo más aplastante que el anterior.
Sin parar siguió ahondándose en ella, arremetiendo con su pija en su vagina, él era un excelente amante y Paula despertaba todos sus instintos más oscuros, de pronto, empezó a sentir que ella se volvía a contraer, que todos sus músculos se tensaban y que su cuerpo se preparaba para entregarse a otro orgasmo.


- Así nena, así, disfrutá de todo el placer que puedo darte.


- Te amo Pedro, te amo mi amor.


Como un avión a chorro en una pista de exhibición que cae en caída libre, así se entregaron al placer, descendiendo al infierno y ascendiendo al paraíso que sus cuerpos conectados les entregaban. Temblorosamente esta se vació en ella mientras se quedaba quieto y hundido en su profundidad…


La bajó lentamente, ella se quedó apoyada contra la pared y él contra su cuerpo mientras hundía la cara en su cuello.


Cuando se tranquilizó el resuello de sus respiraciones,Pedro la tomó en los brazos y la guió bajo el chorro del agua para aliviar el cansancio de sus cuerpos, luego salieron.


Después de haberse vestido y de limpiar un poco el desorden de la cocina, se fueron a almorzar.

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