miércoles, 23 de julio de 2014
CAPITULO 37
Seguía metida en la cocina y vi que Daiana se acercó a Pedro, él estaba parado con la mano en el bolsillo y bebiendo una copa de Pinot Noir, junto a la pared circular de vidrios repartidos que ofrecía una vista única del lago, hablaron brevemente, es más creo que él ni contestó.
Me importa un bledo si está celoso, que ya se decida, no voy a cambiar mi relación con Mati bajo ningún punto de vista y menos por una aventura con él…
¿Qué se cree después de todo?… como si tuviera derecho a enojarse con lo que acabó de decirme tan solo hace un par de horas… grrr que hombre tan frustrante.
Comimos, no me dirigió la palabra en toda la cena, en un momento cuando Pedro no miraba, Ezequiel que estaba sentado frente a mí, me hizo una mueca preguntándome que cuernos le pasaba, me encogí de hombros y le expresé con mi cara que no sabía…
Todos adularon mi plato, menos él, estaba claramente enfadado y había decidido no hablarme… pues bien, que se chupe esta mandarina, que no me hable.
Durante la cena me bebí dos copas de vino, increíblemente no me habían caído mal, es que en realidad el vino tinto me caía bien, con el que no congeniaba mi organismo era con el vino blanco.
La segunda copa de vino le pedí a él que me la sirviera e intenté entablar conversación pero me contestó de mala manera, casi a desgano, con los demás había estado muy solícito, habló con todos, inclusive con Mati, así que la cosa evidentemente era conmigo.
Cuando terminamos de cenar, me levanté del lugar y subí a la habitación donde me hice de mi iPad para seguir con la lectura de un libro que había comenzado a leer en iBook, del placard tomé una manta.
Antes de bajar observé desde el balcón interior que daba al living, todos habían abandonado la mesa y estaban sentados allí preparándose para comer el postre, y descorchar un champagne, así que cuando pasé, me serví una copa de la mesa baja, pero no me quedé.
Salí al parque a sentarme junto a la piscina, bajo el cielo de la clara noche, a leer.
Sé que todos mis movimientos habían sido claramente seguidos por Pedro, inclusive cuando me asomé por el balcón, él justo levantó la vista y me miró, pero intenté ignorarlo tal como él hizo conmigo durante toda la cena, ¿a caso creía que iba a rogarle para que me hablase?
Estaba ofuscada, Pedro me desconcertaba,
¿Por qué una escena de celos así si él no quería nada conmigo?
Esa pregunta iba y venía por mi cabeza sin piedad… inclusive Daiana me contó lo que había hablado con él, ya que ella había notado el momento de mi intercambio con Mati y que Pedro se había alejado, me dijo que se acercó para explicarle que no se inquietara, que a ella al principio le pasaba lo mismo con nuestro trato, pero que no había de que preocuparse, ya que nuestra relación no cambiaría, simplemente porque nosotros nos veíamos como hermanos.
Por supuesto, como me había parecido, no había obtenido respuesta de Pedro, solo una sonrisa sarcástica…
La noche estaba bastante fresca, me estaba bebiendo mi copa de Dom Pérignon Brut Rosé, pero no podía centrarme en el libro, las letras parecía que bailaban y no era precisamente por el champagne ni por el vino que había bebido durante la cena, sino por mi desconcentración.
De repente, a mi lado se apareció Pedro tomándome por sorpresa, se había puesto un sweater azul de hilo, y con él traía un plato en el que había Cheesecake con frambuesa, Skinny Apple Crumble y sobre la cheesecake le había puesto una bocha de crema helada de arándanos, tal cual como me gusta comerlos pensé.
Traía también una botella de Don Pérignon y otra copa.
- ¿Compartimos? — Me dijo mientras permanecía parado y me guiñaba un ojo — te traje tú torta y tú helado preferido, me dijo Mati que te gusta comerlos juntos, una elección un poco rara pero gustos son gustos... — Dijo intentando bromear.
Yo seguía sin contestarle, inclusive intenté retomar mi lectura e ignorarlo, pero parecía que no tenía pensado irse... ayssss, era tan terco, siempre había que hacer las cosas como él quería.
Finalmente al no obtener respuesta de mi parte, se sentó aún sin que lo invitase en un pequeño espacio de la reposera donde tenía apoyadas mis piernas, apoyó la botella y la copa en el piso, tomó el tenedor y lo cargó con torta y helado y me lo llevó a la boca.
Dios... ya estaba derretida, quería tirarme encima de él...
Pedro en un segundo hacía que me olvide de todo, me tenía hecha una idiota.
Estaba masticando, mientras él comía su crumble de manzana, cuando vio que tragué volvió a cargar cheesecake y helado y volvió a darme de comer en la boca.
No perdía conexión con su ojos, me seguía todo el tiempo, cuando quería podía ser el hombre más seductor, tan solo con una mirada o con una sonrisa.
Mientras se llevaba otro bocado de su crumble me preguntó...
- ¿Que lees?
- Como conocer a las personas por su lenguaje corporal.
- Parece interesante... ¿tiene buenos tips?
- Recién lo comienzo, aún no lo sé.
- Me estoy cayendo, hazme más lugar.
Aprovechado, pensé, intenté hacer a un lado mis pies para que entre más cómodo pero él se levantó y me indicó que abriera las piernas, ya estaba en su tono de director de empresa otra vez.
Acomodó su trasero en el medio de ellas, de frente a mí a horcajadas en la reposera, apoyó el plato en el piso y descorchó el champagne, volvió a llenar mi copa y me la pasó, luego llenó la suya y bebimos... siguió dándome de comer en la boca...
-¿Puedo probar esta extraña combinación? — Me dijo refiriéndose al helado con cheesecake, por supuesto que asentí, él me convidó de su torta, pero antes de ponérmela en la boca se agachó y me dio un casto beso.
Terminamos de comer y dejó el plato en el piso, volvió a servir otra copa de champagne, por cierto era exquisito y se lo hice saber, se agachó nuevamente y mientras corrió el pelo que la brisa traviesa se empeñaba en desparramar por mi cara, me dio un beso de esos que llevan la firma personal de Pedro Alfonso, y que te funden la razón y el pensamiento.
Pasó sus piernas hacia atrás y quedó con todo el peso de su cuerpo sobre el mío boca abajo acurrucando su cara en mi cuello, luego hizo un ligero movimiento y corrió la manta de entre nosotros y la utilizó para taparnos a ambos.la reposera era lo suficientemente amplia para que nos recostemos los dos de costado, las luciérnagas revoloteaban a nuestro alrededor y el silencio de la noche en la quietud del lago, formaba un escenario onírico.
Me acariciaba la cara y yo la de él, mientras nos mirábamos, me besó nuevamente, sé que soy reiterativa pero imposible no decirlo cada vez, Uff... Sus besos me perdían.
Evidentemente había dejado a un costado su enojo.
- ¿Que querés saber?
- ¿Que Pedro? — Le dije levantando una ceja.
- En la cocina cuando te conté que cocinaba, me dijiste que era lo primero que te había dicho de mí, ¿Que querés saber?
Pedro siempre tenía esa costumbre de pensar y repensar las cosas y contestarme al rato cuando ya ni me acordaba a que se refería... pero no se si iba a utilizar la oportunidad que me estaba dando, quizá sería mejor que él hable y así no me arriesgaría a preguntar algo que no quisiese contestar.
- supongo que de acuerdo a la relación que tenemos, mi respuesta se puede ajustar a lo que quieras contarme... — Me encogí de hombros — solo pretendo saber cosas que te definan, para saber un poco más de vos.
- sos muy rápida con las indirectas, es asombroso como a cada rato me recordás que vos y yo no tenemos nada realmente serio.
- soy realista, simplemente me ajusto a la realidad, una realidad que hoy también te encargaste de recordar, por eso ninguno puede exigir nada...
- ¿a que te referís con no exigir nada?
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