miércoles, 23 de julio de 2014
CAPITULO 35
Pedro había puesto música, David Guetta sonaba al compás de Gettin' Over You, luego seleccionó Gangnam Style y después cuando el tráfico se paró llegando a la salida del peaje que indicaba el desvío para Bancalari–Nordelta hice mi selección de música, puse un Remix de Shakira I’m Addicted to you, el cual canté de punta a punta, Pedro tenía una sonrisa esbozada en su boca y cuando llegaba la parte del estribillo yo cantaba viéndolo…
I'm addicted to you
Porque es un vicio tu piel
Baby I'm addicted to you
Quiero que te dejes querer…
Estaba tonteando con él y no me importaba ser tan evidente, creo que él lo disfrutaba, porque me acariciaba la pierna mientras se sonreía con esa sonrisa de ángel-demonio que me mata cuando la utiliza.
Pedro me alentaba a no tener vergüenza de nada.
Llegamos a Los Castores, por suerte Ezequiel había dado nuestros nombres en la entrada del barrio privado, así que la gente de la vigilancia nos facilitó el ingreso.
Serpenteé entre las callejuelas del barrio hasta llegar a la casa, cuando bajamos del Scirocco, tanto Mikel como Pedro comentaron lo hermoso y apacible que se veía el lugar.
Abrí la cajuela del auto para sacar nuestros bolsos y en eso salieron todos a recibirnos.
Los cuatro nos brindaron una cálida bienvenida, entramos en la casa, y Ezequiel les ofreció una corta recorrida por las instalaciones, nos mostró nuestros cuartos, yo era la única que ya conocía el lugar pero igual los acompañé, de paso aprovechamos para subir el equipaje.
Pedro y yo ocupamos la habitación que estaba junto a la principal, que además era la que normalmente yo usaba cuando iba a Los Castores, era amplia y cómoda como el resto de la casa, con vista al lago principal, teníamos nuestro baño propio, lo que nos proporcionaba la suficiente privacidad.
Nos quedamos en la habitación desempacando nuestra ropa y terminando de instalarnos, estábamos en el baño acomodando nuestros objetos de aseo personal, en ese preciso momento no pude dejar de conjeturar lo fascinante que era saber que pasaríamos todo el fin de semana juntos.
Una gran emoción me invadió, Pedro sería lo último que vea al cerrar mis ojos y lo primero al abrirlos.
Entonces me sentí increíblemente feliz y creo que no pude disimularlo, de pronto una estúpida sonrisa se instaló en mi cara, mientras ponía mi cepillo de dientes junto al suyo en el contenedor. Levanté mi cabeza y lo miré a través del espejo, él estaba junto a mí acomodando su perfume, espuma de afeitar y desodorante sobre el mármol del lavatorio y nos quedamos viendo, yo no dejaba de sonreír.
- ¿Que ocurre? — me preguntó y decidí ser sincera.
- Me encanta que vayamos a pasar el fin de semana juntos — le dije y esperé su reacción con ansias.
Pedro simplemente me miró y me sonrió pero no dijo nada, siguió acomodando sus cosas.
Mierda, esperaba que dijese algo pero no lo hizo, justo que me animo, él decide callarse ¿acaso significa que para él no es un momento especial?... bueno Paula que esperabas que te dijese, al menos se sonrió no fue indiferente, se retiró de mi lado a poner el resto de sus cosas de aseo en el estante de la ducha cuando tomándome por sorpresa me largó…
- Espero que no ronques demasiado...
Me di vuelta y lo miré, Pedro a veces estudiaba sus respuestas y por eso no me contestaba de inmediato, era como si eligiese que palabras decir y cuales no, ¿seria a caso que se guardaba ciertos pensamientos? Es muy posible yo también lo hacía, sin embargo, él en varias ocasiones se había sincerado conmigo y me había expuesto sus emociones, a ciencia cierta más de lo que yo lo había hecho con él, pero cuando yo quería avanzar, siempre ponía un freno.
- Obvio que no ronco — le dije queriendo parecer ofendida y ahí estábamos otra vez tonteando, parecía que era lo que mejor hacíamos.
- Hmm, si no recuerdo mal, cuando te quedaste en el hotel, varias veces en la noche me despertaron tus ronquidos — dijo mientras se sostenía el mentón — pero claro como habías bebido demasiado se lo adjudique a tu estado de alcoholismo.
- Si serás mentiroso, ni había bebido tanto, ni ronco...
Se me quedo viendo como poniendo en duda lo que estaba diciendo y confieso que lo hizo con tanta seguridad que hasta me dejó vacilante como la pelota en el tejado...
- ¿De verdad ronco? — le pregunté y creo que con cara de preocupación...
Pedro entonces al ver mi gesto, no pudo aguantar más y se desternillo de la risa, se aproximó a donde yo estaba, me abrazó y me plantó un sonoro beso.
- Mentira preciosa, estaba bromeando, sos un ángel cuando dormís.
- Ah que chistoso que sos... — simulé darle un golpe en las costillas, Pedro exageró y se retorció sujetándose su costado como si en verdad le hubiese pegado — si serás payaso — se enderezó y me tomó de la cintura y me besó profundamente...
- Paula, no puedo mantener mis manos quietas cuando estoy a tu lado, solo deseo besarte y tocarte.
Le despejé la frente corriendo su flequillo y le dije...
- No te preocupes tanto, porque me pasa lo mismo.
Nos quedamos viendo, el acariciaba mi espalda, yo estaba acunando su increíble rostro en mis manos, perdida en sus ojos azules que estaban clavados en los míos verdes y pensando, intentando descifrar sus pensamientos y tratando por todos los medios de entender los míos.
Hacia una semana que nos conocíamos pero habíamos vivido juntos momentos tan intensos que de a ratos lo que sentía por él me angustiaba, porque sabia positivamente que la aventura Pedro Alfonso tenia fecha de vencimiento... 22 de Diciembre, exactamente el día que se marcharía de Argentina.
¿Y que si este sentimiento de atracción física pasaba a otra fase y terminaba enamorándome de él perdidamente?
Pedro se iría, esa era una realidad, el tenía su familia, sus amigos, su trabajo y su hogar en USA.
De pronto Pedro interrumpió mis pensamientos...
- No puedo negar que me atraes mucho, pero no quiero malentendidos...
Paula, tengo una vida muy complicada — apoyó su frente en la mía — me encantaría ser todo lo que esta cabecita esta tejiendo en estos momentos, pero sé que eso que te gustaría no puedo darte...
- ¿Como sabés lo que quiero? no quiero más de lo que me das, solo pasarla bien solo eso.
Espero, haber sonado realmente convincente, pues lo que me dijo casi me hace saltar las lágrimas, otra vez estaba hablando de no poder tener compromisos, otra vez mis miedos y mis pensamientos eran adecuados a la situación y a sus palabras, que se clavaban en mi pecho como lanzas.
¿A dónde se fue el Pedro de esta mañana que no le importaba que nos vean de la mano ni abrazados?
Idiota de mí otra vez había entrado en su juego... estabas tan emocionada creyendo que él quería mostrase con vos, que no te diste cuenta que él no tiene nada que perder, solamente vos serás el hazme reír cuando todo se acabe.
Pedro se irá y vos quedarás a merced de todas las habladurías y conjeturas en la oficina...
Bah ¿acaso eso importa? Por supuesto que importa, trabajar sabiendo que todos se mofan de vos porque el Big Boss te abandonó no debe ser placentero...
¿Pero como evitarlo? si a pesar de todo, solo deseo estar en sus brazos aún sabiendo que solo soy objeto de su placer...
¿Que estas haciendo Pedro Alfonso conmigo? ¿A caso me quitaste la cordura? Pensé y no obtuve ninguna respuesta.
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